ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ [Michael Langdon Y...

Oleh Jelsana19

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ᴇʟʟᴀ ᴄʀᴇʏᴏ́ ʜᴀʙᴇʀ ᴘᴇʀᴅɪᴅᴏ ᴀ sᴜs ʜᴇʀᴍᴀɴᴀs ʙʀᴜᴊᴀs ᴘᴏʀ ʟᴀ ᴍᴀɴᴏ ᴅᴇ ᴇʟ. ᴅᴇʟ ǫᴜᴇ ᴊᴜʀᴏ ᴅᴇsᴛʀᴜɪʀ, ᴘᴇʀᴏ ᴇɴ ᴇʟ ᴍɪsᴍᴏ ᴇɴ... Lebih Banyak

Sɪᴘɴᴏsɪs
1.ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ.
2.ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ.
3. ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ.
4. ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ.
5.ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ.

6.ᴘᴜʀᴇ ʙʟᴏᴏᴅ.

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Oleh Jelsana19

                    𝐓enia todo dando vueltas, estaba gozando de sentir sus dedos acariciando mi intimidad, me sostuve de los lados de la tina, temblaba y yo inconscientemente moví las caderas trate de callar o minimizar mis gemidos pero el disfrutaba de verme tratar de callarlos.

— No es como si no te hubiera escuchado mientras te follaba.

                    Maldita sea. Estaba siendo descarado, pero sus dedos dominaban dentro de mi que no podía razonar, joder, como es que al que trate de destruir me esta haciendo gemir y mover las caderas como una adicta al placer. El hombre que rompió mi corazón...

— Y también rompí tu virginidad.

— Deja de leer mi mente. ¿Quieres?

— Y tu deja de hablar en voz alta aquí arriba Señorita Suprema. — Tocó mi frente — No luches si lo estás gozando, y mucho a mi parecer, pegas tu vagina mucho más a mi mano, a pesar del agua siento lo pegajosa que estás.

                    Su pulgar recorrió mi clítoris — Si esta muy mojado, creo que esto te está encantado... Más de lo que te encantó ayer. — Resonaba el sonido del agua mientras jugaba con mi feminidad.

— Cállate.

— No lo niegues. Sentí como apretaste mi verga, temblaste... Hice que llegaras a un orgasmo, eso no lo puedes negar. — Cabron —  Fue delicioso y te encantó.

— No. — Gemí sus dedos se introdujeron profundamente brusco pero extrañamente eso fue lo que me hizo gemir ya que esa acción fuerte se me hizo deliciosa.

— Por favor, solo son mis dedos, no es nada... Si eres buena puta, nos podemos complacer entre sí. Piénsalo.

— Yo... — Sacaba y metía sus dedos en mi interior rápido al punto que se movía el agua de la bañera.

— No solo se hacer esto. Créeme. Se lo que estás deseando, que te rompa en dos, que yo te haga pedazos, que te haga gritar hasta quedarte ronca, tu pecho rogar por aire. Que deje no solo tu vagina mojada, que tu orgasmo llegue a tus rodillas y piernas empapando las de ti misma.

                    Sus grandes manos tocaban mi cuerpo, no era consciente de mi misma, estaba perdiendo el control. No Mallory. No lo hagas. Me regañe mentalmente.

— Pronto. Rogaras que te haga mía nuevamente, cogerte de tantas formas y en tantos lugares. — El se detuvo. Y me miró burlón. Lo miré desafiante — Que. Es una lástima, si lo dijeras seguiría pero como veo que no quieres ceder a quien te destrozo ayer bueno dejaré que te duches.  Y como eres muy reservada te da vergüenza tocarte, con la misma creencia que es un pecado recorrer tu cuerpo de darte placer así que. Suerte con ello Señorita Suprema.

                    Tenia el pecho subiendo y bajando. Carajo.

                    Salí de la habitación con una toalla y lo mire, estaba sonriente, yo mientras tanto estaba frustrada... Estaba furiosa, por mis hermanas, Cordelia, por su secreto, por su juego sucio, por todo. Me estaba teniendo aquí por Misty y Marie, todo, me tenía furiosa, frustrada.

— Que harás Señorita Suprema. ¿Golpearme? Ten en cuenta que, eres pequeña, yo grande, eres fuerte, pero no tanto como yo. Eres poderosa pero no como yo. Soy un sádico y aunque tú te hagas la fuerte, no eres capaz de matarme ni siquiera de llegar a torturar me.

— Ya no soy la misma de antes.

— Me doy cuenta, por la manera que mueves tus caderas conmigo. — Le di una bofetada que volteó el rostro de un sólo movimiento la cachetada fue tan fuerte que hasta sentí mi mano hormigear. El giro sonriente. — Vez. No me hiciste daño alguno. En cambio si yo llego a golpearte voy a destrozarte el pómulo.

                  El me sostuvo y apretó el brazo que inicio a doler pero me zafe brusco viéndolo más furica que antes — Eres un desgraciado.

— Como tú Mallory.

                    Golpee su pecho pero el me tomó y me besó yo me resistí pero después cedí, convirtiendo el beso en uno mucho más húmedo y rudo al punto que llegamos a mordernos los labios entre si, sintiendo un sabor metálico mezclado con nuestra saliva, me gustó y éxcito el dolor con el placer me tiro a la cama y abrió mis piernas colocándose entre ellas. Le quite la camiseta. Y el pantalón vengándome un poco siendo más bruscos en el proceso, no nos desagradaba, como que el paso del tiempo le sentaron bien, su pecho, hombros no los vi desnudos al cien por ciento pero se veía más tonificado, embarneció más. Ya no parecía uno de veinte ahora parecía uno de treinta.... Le sientan bien la edad al cabrón.

                Volví a besarlo y el a mi donde entro en mi arrebatando me un jadeo moviéndose yo enrolle mis piernas en su cintura.  Moviéndome profundizando, más y más, parecíamos dos en el mismo estado de furia, celo, placer, sentí como chocaba su pelvis con la mía.

                    Me hizo correrme y el igual se corrió pero no, esto no era suficiente, no lo era. No para mí, quería desquitarme más no estaba satisfecha.

                   Mis manos estaban en sus hombros impulsándome a moverme de arriba a abajo, sus grandes manos estaban en mis caderas y bajaron a mis nalgas dándoles una nalgadas. Haciéndome gemir por el ardor que se mezclaba con el placer al sentirlo entrar y salir a mi propio control estaba llegando nuevamente a mi límite de correrme...

— Con que así vas a jugar... — El me detuvo y negó entre una sonrisa. — No Señorita Suprema usted será la cogida mayormente.

                   Cambiamos de posición, me colocó boca abajo colocandose arriba de mi yo estaba en cuatro, sostenía mi cabello y me penetro por primera vez por atrás, por el placer no sentí más que eso, sus manos tocaban mis pechos y mi clítoris con mi entrada que estaba empapada de mis jugos como del semen de Michael. Estaba extasiada, mientras entraba en mi sin piedad alguna y metía sus dedos en mi y mordía mi espalda dejándole marcas a mi piel. Un momento paro y pego mi espalda a su pecho que la sentía húmeda, con el sudor de el y mío mezclándose ambos calientes respirando fuertemente.

— Eres Mía Mallory Watson. ¡Lo quieras o no! Eres completamente mía, nadie puede decir lo mismo. — Llevo su boca a mi clavícula y la mordió no supe que introdujo sus dientes en mi carne de lo excitada que estoy hasta que sentí un poco de sangre escurrir por mi seno el lamió esta misma chupando y mordiendo un poco fuerte mi pezon, no paraba de gemir, me era inevitable, el dolor se mezclaba a la perfección con el placer masoquista.

— Michael. — Gemi su nombre. Nalgueo mi nalga derecha fuertemente.. Y hizo que girara el rostro apretando mi mandíbula.

— ¿Como me has dicho?

— Señor... — Definitivamente estando cliente diría lo que sea para que me haga tener un orgasmo.

— Así está mejor. — Volvió a moverse sincronizándome con el mientras volvió a besarme y yo corresponderle, sentía el sabor metálico de mi propia sangre entre su lengua el me hizo probarla, mientras que seguía sosteniendo me de su espalda aunque tuviera la mano girada a ciento ochenta grados medio torcida lo atraía a mí para que no parara de moverse deliciosamente.

               Comportándome como una puta en celo definitivamente, pero no podía pensar en otra cosa, que no fue en sus manos tocando todo mi cuerpo, por ejemplo, mi abdomen, besando me, haciéndome chupetones, mordiendo me todo eso me hacía maniática al placer culposo de ser gustosa a estar siendo follada por quien prometí destruir.

                   Estaba húmeda, de sudor, de lagrimas de placer, estaba cansada. Definitivamente el último orgasmo me agoto demasiado, podría jurar que parecía haber corrido un maratón, estaba agotada y complacida extrañamente, al punto que cerré los ojos de agotamiento físico y mental que Langdon había hecho, me había hecho un desastre como prometió.

                   Desperté cuidadosamente moviéndome descubriendo mi cuerpo ya que la sabana se había movido, me senté en la cama para estirarme abriendo más mis ojos, cubrí mis senos desnudos al igual que mi cuerpo para enrollar la sabana para levantarme para caminar a la ventana donde estaba buen sol. Recordando lo de anoche, ¿Ya me había acostumbrado tan pronto? Joder esto ya era una mal broma del destino. No puede ser que por la calentura me haya dejado coger, como de una puta se tratara solo que lo hice por que estaba caliente. Y mi subconsciente rogaba por ello como el cuerpo. Langdon se había aprovechado jugo sucio, pudo dejarme sola y no habría pasado esto.

                    Joder, me dolía el cuerpo, otra vez, pero ahora por que cogimos hasta que literalmente cerré los ojos por no poder más, este cabrón tiene un buen aguante. Me metí a la ducha y me duche relajando mis músculos. Al salir tenía ropa en la cama seguramente fue la mucama. Me cambié y cepille mi cabello. Salí del cuarto y fui abajo, todo era espacioso, todo perfectamente decorado y limpio, demasiado limpio, vaya que es un buen escogedor de arte, por los cuadros de arte, unas esculturas hasta una, creía que solo tendría cuadros de sufrimiento y esas cosas pero Michael igual tenia algo más abierto más que solo sufrimiento y muerte. Pero bueno no me quejo.

— Volví a recordar lo curiosa que eres.

— Y lo escurridizo que llegas a ser, eres muy cauteloso al llegar por la espalda.

— Buen punto, Señorita Suprema.

— Deja de llamarme así.

— Puedo llamarte como me plazca.

— Y yo a ti no.

— No.

— No te molestaba cuando estábamos juntos. — Simplifique.

— Dijiste que habías cambiado — Ahora estás usando mis palabras contra mi — Igual yo lo hice ni estamos en la misma posición. Era un simple hechicero y ahora soy tu superior.

— Vas a matarme si lo hago. — Jugueteo con las puntas de mi cabello mirándolo el sonrió torcidamente, o esa sonrisa viniendo de un sádico como el era bueno, abrumante.

— Hay peores cosas que la muerte misma, Mal. — Salio tan rozador mi apodó.

— Entonces. Solo vamos a coger y vas a embarazarme para mantenerme en cautiverio hasta que nazca el bebé.

— Algo parecido.

— Creo que debes recordar que odio estar encerrada como una esclava, no es mi estilo y lo sabes.

— Vaya lengua filosa. Y que osadía Señorita Suprema. Deberías de tener miedo, ya que puede causarte problemas.

— No. Simplemente estamos teniendo una pasiva conversación como no pudimos tenerla ayer. Y con ese tono creo que quieres hacer que me duela más el culo y el cuerpo.

— Que te quejas. No te molesto, al contrario te fascino.

— No es... — Bufé — Sólo que no dejamos nada claro solo usamos el sexo, pero no hablamos, aparte estaré aquí unos meses así que debemos aprender a no matarnos mientras lo intentemos. Es un precio justo para no hacer explotar la casa con el carácter de mierda que tenemos.

— Yo no llegué con el capricho de matarme así que dilo por ti.

— Tómalo como quieras. — El sonrió entretenido. — Y hay alguien que cocine. Tengo hambre, si no lo hay puedo cocinar o pedir a domicilio si es que no tienes confianza.

                     Camine a la cocina ante su mirada que era la misma de ese Mike que me enamoró. El río.

— Sabes cocinar.

— Mi madre me enseñó. Y aparte no todos tenemos un chef en la cocina.

— No es como que siempre lo haya tenido. Lo sabes.

                  Como olvidarlo. Lo que me hace recordar a Mead, pero no mejor no preguntarlo sería como revivir todo, o eso pienso.

                   Llego la tarde y estaba aburrida. No pude aguantar y seguir explorando, donde afortunadamente encontré una puerta corrediza. Era una biblioteca, o eso parecía con lo enorme que era podrías meter aquí unos miles de ejemplares siendo sincera, no dude y si esto valía un culo rojo esta bien. Me puse a leer un libro que desde el primer capítulo me dejo atrapada en el tanto que me había olvidado del tiempo, estaba sentada en ese sofá de piel negra recostada con una almohada recostada de mi cabeza, gozando del buen leer.

— Tan curiosa como una niña. — Mire a Michael observando mientras se sentó en el sofá me enderece frente suyo.

— Estaba aburrida. Aparte no tengo nada que hacer más que ser tu puta, me honra que te diste el tiempo de venir.

— Bueno. Al menos ya sabes cuál es tu lugar conmigo. Deja eso, vamos.

— Oye no dijiste que tenías trabajo.

— Te callas y mueves el trasero. Vamos de compras esa ropa no es suficiente aparte me acompañaras a una reunión. — Puse los ojos en blanco mientras íbamos hasta lo que parecía un estacionamiento subterráneo.

— Que hospedas a una multitud. Parece el estacionamiento de un hotel, o de un mafioso.

— Digamos que así es más abierto. Espacioso.

— Si quieres asesinar a alguien lo traes aquí.

— No. Para eso está un cuarto en el sótano. Ensuciaria donde estacionó el auto. Así que mejor así es más rápido limpiar.

— Lo dice como si fuera cualquier cosa.

— No me interesa. — Puse los ojos en blanco — Y tampoco parece importarte, o olvidaste cuando tuve que matar por ti. Y frente a tus ojos.

— Parece como si me lo estuvieras reclamando.

— No me digas

— En fin sabes que eso no me asustó y dudo que pase, mi señor.

                   Si no fuera por lo de la tina, que era lo más excitante, no habríamos tenido relaciones tan noche pero me preguntaba por qué tanto el reventón de buscarme. En partes fuera de su forma adulta seria y maduro, veía a Michael de Hawthorne, si no no me habría permitido, varias actividades tras un mes de mi llegada, leer, vestirme mas cómodamente y elegante, el maquillaje si en doble cara de la moneda le molestaba ya que hombres podrían verme pero quiero ver si sus palabras era verdaderas, que el amor no existía en su vida. Yo debía demostrarle aunque no lo supiera que me quería volverlo loco, ya que sus caricias no me era desagradables lo quería loco de celos quizá.

                   Me comencé a vestir con un vestido rojo pasión con cuello V hasta casi el ombligo y la espalda descubierta era largo de las piernas sin mangas definitivamente este lo hará torcer la boca de coraje. Cerré mis ojos suavizando un poco mi piel con un masaje de mi cuello recordando todo lo de anoche como esas manos grandes que fantaseaba con que me acogieran con protección ahora me sostuvieron para colocarme en una posición tan candente. Fantaseaba en mi mente... Hasta que oí una voz varonil.

— Muestra mucho

— Acaso, solo por que no sea similar a un vestido de abuelita no vaya a ponermelo.

— Con que sigues siendo bastante rebelde.

— No claro que no Señor.. —  Sonreí de lado que hasta pareció una picara.

                 Sonreí maliciosamente y giré hasta el volver al probador a colocarme otro,  pero solo oí sus duros y fuertes pasos y como entro y me arrinconó contra el espejo sintiendo la frialdad de este mismo en mi descubierta espalda.

— A que juegas...

— Nada que no sepas. — Teníamos miradas conectadas viendo quien ganaba en esa pelea de ver quién es el más grande.

— Dime la verdad. Que les hicistes a Misty y Marie.

— Te lo dije ese mismo día Mallory.  — Apretó el mentón ya fastidiado.

— Pruebalo.

— Si lo hago que me darás a cambio.

— Dejalas libres como prometiste antes. Y dejaré que hagas lo que quiera conmigo.

                   El solo me vio.

• • • • • •

                  Michael bajo junto a mi sin dejar mi brazo sin apretarlo fuertemente, caminamos otro poco donde había una puerta que el abrió con sus poderes para entrar juntos. Donde había un gran cuarto con dos hombres afuera cuidando, Michael con una seña ambos dejaron sus puestos para el abrir la puerta dejándome libré para ver a Misty y Marie sentadas.

                 Al verme se sorprendieron yo Sonreí al verlas, mire a Michael nuevamente el asintió con la cabeza como sabiendo a lo que quería preguntar. — Tienes diez minutos. — Respondió con tono serio y firme como siempre. Acepté asintiendo

                  Entre a la habitación para ir hacia ella para ambas abrazarme — Mallory.. Nos alegra volver a verte — Habló Misty.

— Pensamos que te habías ido. — Marie acariciando mi cabello con melancolía en su voz.

— No, siempre he estado aquí — Se escucho la puerta cerrarse, nos separamos para vernos de frente. — Pero, como han estado en todo este tiempo.

— Más o menos, Michael no nos asesinó. Pero como que nos tiene prisioneras pero como que sus hombres nos consciente. Es extraño a la vez.

— Me alegro de saber que ambas están bien. Todo esto es mi culpa. — Digo sabiendo que es la absoluta verdad, quería vengarme y casi las pierdo a ambas por mi orgullo junto mi promesa que le hice a mis hermanas.

— Tranquila, las tres estamos bien... No es tu culpa, solo querías justicia — Hablo Marie. — Eso no es malo.

                Estuvimos poniéndonos al día de como despertaron como las tratan extrañamente bien en lo que cabe decir y eso me alivia hasta cierto punto.

               Se oyó tres golpes para ser abierta la puerta por uno de los guardias — Señorita, su tiempo acabo. Debo llevarla a su alcoba.

— Deme un segundo. — Voltee a ver a ambas para abrazarlas una ultima vez — Las volveré a ver, lo juró.

— Estaremos bien. Pronto te veremos Mallory.

                  Me separe de ellas sonriendo las tres para caminar saliendo del cuarto donde con un movimiento de mi muñeca despedirme para volver a caminar mirando al frente con el guardia a lado mio. Diez minutos se me hizo poco, Misty es mi mejor amiga como lo era Coco y Marie nos cuido en este tiempo como nuestra mentora.

                    Pero muy en el fondo sabia que las volvería a ver, ya cerca del pasillo donde daba mi habitación se rompió una ventana saliendo varios vidrios volando.

             Ambos miramos sorprendidos y un balazo atravesó rápidamente otra ventana alertando al guardia — ¡Rayos!  — Sacó su radio para alertar a los demás —¡Alerta! ¡Código azul! ¡Repito código azul!  — Dejo su radio para verme — Señorita debe irse rápidamente a su cuarto, no se detenga hasta llegar a el.

               Asentí rápidamente aterrada y la ventana entró un hombre vestido completamente de negro y una gran cruz de plata en su pecho con su rostro cubierto sin saber quien es. —
¡Corra! ¡Y no se detenga!

                  Obedecí para correr rápidamente todo lo que daban mis piernas para llegar a mi habitación como me había dicho pero en una de las ventanas salto otro hombre, no mejor dicho mujer con el mismo vestuario que el otro que me miro sin tiempo se encimo en mi teniéndome en la pared queriendo golpearme.

                   No se lo permití ya que con un reflejo con rapidez evite un golpe suyo para con mi rodilla derecha la estampe fuertemente en su abdomen sacándole el aire, con mi mano le di un puñetazo, con mis numerosos anillos que tenia en mis dedos la hice caer al suelo. La patee para poder irme de hay pero ella me tomo del tobillo tirando me junto a ella donde se puso encima mio con sus manos encima de mi cuello para ahorcarme, tosía y trataba de apartarla de mi pero era imposible ya que me debilitaba gracias a la falta de oxígeno. Seguía apretando mi garganta cerré mis ojos tomando la mejor fuerza posible para en mi mente aparecer la palabra exacta:

—¡Telekinesis! — Grite lo mejor posible y ella rápidamente salio volando directo a una pared cercana dejándome libre, me senté para toser tocando mi cuello sintiendo raspada mi garganta, trague saliva.

                   Me puse de pie para ir a ella para estar enfrente suyo pateándola por lo que me había hecho segundos atrás.

                    La levante tomándola del brazo para estampar la fuertemente del brazo golpeándola esta vez no por defenderme si no con furia con un inexplicable sensación de deseo de sangre. La tire al suelo para de una lampara arrancar velozmente el cable para ponerlo alrededor de su cuello apretándolo con mas fuerza cada segundo que transcurría oyendo su respiración forzada tosiendo tratando de quitar el cable pero no podía, le era completamente inalcanzable.

                 Un minuto después dejo de moverse para dejar el cable y ella en suelo. La mire con enojo su cuerpo ya frío por fin, sin vida ni alma en el. Respiraba agitada por el esfuerzo y trabajo que me costo ella en matarla.

                Vi una ultima vez su cuerpo para segundos después sentir la sensación de ser observada, voltee mi mirada y efectivamente era Michael miraba con una sonrisa de lado. Tranquilice mi respiración para el caminar lentamente hacia mi — ¿Cansada? — Apartó un mechón de cabello haciéndolo a un lado.

— Un poco..  — Comente, el estando enfrente mio con su pulgar lo acerco al borde de mis labios donde tenia sangre.

— Definitivamente ya no eres esa supuesta niña inocente.

— ¿Y todavía te sorprendes?

               Sonrió — Y Bastante. Pensé que estabas en tu habitación, ¿Estabas de curiosa? — Preguntó mirándome como siempre, imponente, seguro y algo que me hacia intimidar. — Se fue así como así — Gire de repente hacia atrás y era el guarura.


— Cuando ya veníamos en camino empezaron a llegar en el pasillo y el se enfrentó a los demás que venian llegando, y ella me ataco y me defendí. — Explique cortamente.

— Si lo que dice Mallory es verdad entonces te veré en mi despacho más tarde James.

El asintió serio y se retiró  — Debo confesar que te subestime Mallory, pero con lo que acabo de ver, me di cuenta que había eres capaz de lo que sea y eso no me desagrada, si no que me tienta.  

— Cómo digas. — Aparté su mano de mis labios. — Irás a la reunión y a que hora.

— Tienes media hora y no me gusta esperar así que mueve tu lindo trasero y lárgate a vestir.

— Me encanta lo delicado que llegas a ser. — Di media vuelta pero del me arrinconó teniendo me espaldas — Enserio, aún me duele el culo puedes esperar al menos hasta mejorar.

— No juegues con fuego ya que llegarás a quemarte.

— Y si digo que me gusta jugar con el, ¿Me castigarias? O me amenazarias con asesinarme.

— Deberias estar agradecida que no te tuerzo el cuello por el pacto de sangre.

— Pero de haber elegido a otra ya lo habrías hecho o no señor.. — El me giro rápidamente y me estampó pero ahora haciendo que lo viera.

— ¿A que quieres llegar?

— Eso mismo te pregunto yo a ti — El me vio endureciendo más la mirada más oscura y tenebrosa con sus ojos azules. — Por que me elegiste a mi. Solo para hacerme sufrir.

— Y si asi es cual es el problema yo soy asi. A ver dime cual es tu queja o pesar  querida Mallory.

— Quieres saber mi opinión, con mucho gusto te lo dire. Pues que triste y vacía es tu vida para disfrutar el dolor y odio de una mujer. De una que no conoces de poco si no de mucho, sabiendo su pesar de ello y te decides burlar de ello solo por ser el anticristo pues que conveniente si eso me hace ganar mi muerte pues házlo, no te tengo miedo.

— Yo no siento arrepentido por nada, ni de tu pesar ni tú miseria humana.

— Si todo lo que dices me lo a dejado en claro ahora sí me disculpas me iré a arreglar.. — Y sin más me retire a la que se supone el mi habitación desde hace casi tres días. Mientras lágrimas de rabia bajaban por mis mejillas.

Así de sínico era el Anticristo, todo lo contrario a Cristo yo no sé por qué me tocó conocerlo, enamorarme de el, después que el mismo con sus manos le arrebatará la vida a cada una de mis hermanas brujas, y ahora yo sería la que le diera un hijo a el y tendría que entregárselo cómo si fuera un objeto, para salvar a las únicas dos hermanas que me quedaban.

                  El de verdad sabe cómo ser cruel y egoísta eso era de los adjetivos que lo lo he descrito desde que llegué a esta jaula de oro bañada de sangre carmesí de mucho, sin más cerré la boca y entre a mi cuarto para ponerme decente y así complacer a mi "Señor" cruel.



             

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