Connie salió del trabajo a las 5 de la tarde. Así que salimos con mis pesadas maletas en nuestras manos, ella me estaba ayudando a cargarlas hasta la esquina para tomar un taxi. Dijo que su departamento no quedaba tan lejos de su empleo, pero como yo venía con muchas cosas, era mejor irnos en auto.
Mientras caminábamos con dificultad por la acera, miré una librería, y en su mostrador que se veía por la ventana, estaba mi reciente libro ahí con otros best-sellings del mes.
—Eres un éxito —la oí decir por lo cual me sacó de mis pensamientos. Yo la miro, ella me sonríe feliz.
Algunos artículos siguen mencionando en cómo utilicé a mi musa para escribir mi reciente obra. Hablé de ello con Connie en el parque horas antes, ella dijo que ya no le importaba tanto ese hecho. Sin embargo, estaba tomando su consejo, en dejar los errores del pasado como lecciones. Aquel "Harry dolido" ya no existía, ahora me sentía bien al lado de ella y con un futuro prometedor. Estoy seguro que cuando vuelva a escribir, no necesitaré más deslices ni corazones rotos, porque no quisiera volver a escribir sobre algo así de nuevo. Connie merecía mejores escritos, quizás bellos poemas donde pueda plasmar lo mucho que la atesoro.
—Algo así me dijo Jenny, me comentó que en Estados Unidos me estaba yendo bien en ventas. Y es un gran logro pero jamás me gustó obsesionarme con los números y récords —dije con sinceridad.
Ella solo me respondió con un beso en la mejilla por lo que sonreí al sentirla. Minutos después, logramos parar un taxi y nos adentramos ahí hasta llegar a la calle Fulton, que es el sitio donde se encontraba su departamento.
—Es muy bonito —dije al entrar al lugar.
—Aún ni lo ves bien —se burló de mí— Ven, te enseñaré cada rincón —cerró la puerta principal y los dos dejamos mis cosas en la sala.
Miré a mi alrededor y el departamento ya tenía la mayoría de cosas instaladas, pero Connie aún tenía cajas por desempacar. Vi cómo se acercó a la ventana y apartó las cortinas para que el sol del atardecer iluminara mejor el sitio. Encendió algunas lámparas y luego se acercó a mí para tomar mi mano.
—Esta es la sala, por lo que podrás notar. Sé que es algo pequeña, pero estamos empezando —me sonrió con diversión.
—Eso no importa, amor. Es perfecto para nosotros dos —igual le sonreí.
—Sé que algún día tendremos una casa, en un terreno solo para nosotros. Claro, cuando consiga un mejor empleo. Con el dinero que estoy ahorrando pienso meterme a cursos pronto y estudiar algo más adelante, quizás gastronomía. Por si no sabías, sé cocinar excelente, y también sé repostería —me sonríe orgullosa de sus habilidades.
—Eso no lo sabía, pero no me sorprende de ti. Tienes muchas aptitudes, te admiro tanto. También sabes hacer preciosos arreglos florales, así que cada decisión que tomes, estaré ahí para apoyarte —besé su frente.
—Gracias, Harry. Lo aprecio bastante. Ahora ven, te guiaré a nuestra habitación...—me llevó hasta la recamara.
Entré al cuarto y miré que tenía una ventana donde se apreciaba mejor la ciudad. Chicago sin duda es hermoso.
—No tiene tantas cosas pero me parece perfecto porque así podrás también poner las tuyas. Y esa va a ser nuestra cama por ahora...—la apuntó.
Vi su cama y luego la miré a ella con una sonrisa de lado. Connie me miró sin comprender.
—¿Así que en esa cama vamos a hacer el amor todo el tiempo? ¿Empezando esta noche? —alcé mis cejas con gracia y ella soltó una carcajada al oírme.
—Por Dios, Harry —negó con su cabeza mientras sonreía.
—Es broma... pero si quieres no es broma —rodeé mis brazos en su cintura mientras la abrazaba por detrás.
—Eres un tonto —me aparta— Ven, te seguiré enseñando nuestro hogar.
Salimos del cuarto y me mostró la cocina. Connie se veía tan feliz enseñándome cada cosa que me llenaba el corazón de alegría. Es que sigue pareciéndome increíble que estemos juntos.
—Aún falta un microondas y una licuadora pero eso se solucionará con el tiempo —cruzó sus brazos mirando alrededor por si le faltó mencionarme algún detalle, pero cuando su mirada vuelve a mí, me mira sonrojada— ¿Por qué me miras así?
—Es solo que estoy muy contento de iniciar nuestra vida juntos —fui honesto y ella me sonríe con ternura.
—Me siento igual —se acercó a mí y puso sus brazos alrededor de mi cuello— Agradezco infinitamente a mi hermana por ayudarme a ser libre y tener esto. Aún me preocupo por ella, pues sigue con esa familia —sus ojos se cristalizaron.
—Cuando me entregó la carta, me dijo que no te preocuparas por ella, que estaría bien. Igual traté de hacer algo por tu hermana, pero Fanny se negó, prefiere que estés a salvo...—suspiré, algo angustiado por esa realidad.
—Acordamos que no le daría ni un dato mío, por mi seguridad. Así ellos no me encontrarían tan fácil. Hablé con Jacques, el tampoco sabe dónde estoy, pero sabía que haría esto. A él solo le importa el viñedo, dijo que se las arreglaría sin mí. Mis padres no tienen el dinero como para buscarme, y los padres de Jacques no perderían el tiempo en localizarme por lo tanto... están perdidos. Solo les queda Fanny —frunció sus labios—, pero sé que ella es más fuerte que yo. Y me entristece el hecho de que me he quedado sin mi hermana.
—¿Sabes? Tú igual fuiste muy valiente. Detrás de esa sonrisa que veía todos los días en la editorial, no me imaginaba que estabas atrapada en una horrible situación. Nunca dejaste que te vieran decaída, y para mí, eso es ser fuerte. Enfrentar a tu familia para hacer tu vida a base de tus logros, también me parece honorable —la abracé, recargando mi cabeza en su hombro.
—Gracias Harry, por pensar eso de mí.
Me mostró el resto del departamento, y poco a poco, la tensión de momentos atrás se fue.
—Y básicamente eso es todo —me miró feliz— Pequeño pero hogareño, ¿no?
—Así es, me agrada el lugar —tomé sus manos— ¿Cuándo comenzamos a estrenar juntos la cama, el sofá, la ducha...?
—¡Harry! Eres un guarro —me soltó para darme un ligero golpe en el pecho mientras reía.
Suspiré una vez más, sintiéndome pleno.
—Solo quiero que sepas que soy solo tuyo, y no me refiero de la forma posesiva, sino más allá de eso, desde lo más profundo de mi alma. No quiero sonar como idiota, pero mi corazón es tuyo y solo tuyo —ella me sonrió con nostalgia— No puedo amar a alguien más, es más, ni siquiera quisiera hacerlo. Aunque lo de Aria solo fue una fachada para seguir adelante, tengo muy bien entendido que no fue la mejor idea —encogí mis hombros— Te repito; soy tuyo, en cuerpo y alma —sonreí un poco travieso por ello— Te extrañé como no tienes idea, pero también extrañé tenerte. Me haces sentir amado. Así que lo de estrenar...
Puso su dedo sobre mis labios.
—¿Qué tal después de cenar? —sus labios formaron una línea recta pero aún así me sonrió.
—¿Ves? No soy el único guarro —bromeé, la junté a mí y puse mi brazo alrededor de sus hombros.
—No me culpes, tú iniciaste. No sé cómo se maneja las relaciones —bromeó— Pensándolo bien, eres mi primer novio oficial en mi vida —me miró a los ojos.
—Y espero que el único, señorita Courtney Wyman—dije de juego, le quité el pañuelo amarillo de su cabeza y ella me empujó un poco. Ambos reímos por eso.
—Hablo en serio, en realidad tú eres mi primer novio.
—¿De verdad? Digo... sé que no mientes pero, ¿nunca lo intentaste? —pregunté y ella negó.
—Nunca, pero no me importa. Igual no quisiese a alguien más, Harry —recostó su cabeza en mi hombro— Tener encuentros casuales en el pasado fueron experiencias tan frías y solitarias. Contigo me siento muy feliz y amada —me miró a los ojos— Al principio me llegó a intimidar nuestros encuentros, pero luego me sentí como si tú y tu anterior departamento fuesen la definición de "dulce hogar".
Besé su frente, mientras cerraba mis ojos por unos segundos para apreciar el momento que nos rodeaba. Nos sentamos en su sofá, mi brazo se posicionó de nuevo alrededor de sus hombros y su cabeza ahora estaba recostada en mi pecho.
—¿Sabes qué? Ya no quiero que me llamen Connie Wyman —suspiró al decir eso— No quiero tener el apellido de mi padre ni de mi madre, me hace recordarlos y no me enorgullecen después de todo lo que me han hecho.
—Quizás ahora deberías presentarte como Connie Styles —le sonreí y ella me devolvió el gesto.
Alzó un poco sus labios para buscar los míos. Comencé a besarle con suavidad, y así cerrar nuestros ojos. Su mano viajó a mi mejilla y profundizó más nuestras bocas. Cuando nos separamos, ella me miró a los ojos.
—Ya extrañaba ver tus ojos verdes, son los más bonitos que he visto —volvió a recargar su cabeza en mi pecho— Creo que ahora en adelante comenzaré a presentarme así... Connie Styles. Me agrada, suena muy bien para mis oídos.
Y a mí me encantaba, me daba ilusión que ella quisiese llamarse así ahora en adelante.
Pronto se levantó del sofá y buscó entre su bolsa que estaba en el suelo. Yo la miré confundido, pero después sacó la hoja donde anoté las razones del porqué me gustaba estar con ella. Se acercó a mí y me sonrió.
—Voy a enmarcar esto y lo pondré en la sala —volvió a sentarse a mi lado— No tenemos fotos juntos, pero deberíamos tomarnos unas cuando comencemos nuestras aventuras para así empezar a llenar nuestro hogar con fotografías nuestras.
—Me parece una gran idea —asentí de acuerdo— Te amo demasiado, ¿de acuerdo?
—Yo más —besó mi mejilla.
Por la ventana, ya se veía la ciudad de noche, con los enormes edificios y la luna alumbrando la ciudad de Chicago. Sí, podría decirse que me sentía maravillado con el simple hecho de estar con ella.
Aún teníamos muchas cosas por realizar juntos, y estaba muy emocionado por iniciar cada una de ellas. Ahora sí ya no me importaba crecer viejo, mientras esté disfrutando de la vida. Yo dije que mi quinto libro esperaría un par de años, pero quién sabe, a lo mejor pudiera salir pronto debido a que toda esta felicidad me inspiraba.
—¿Entonces en el sofá o en la habitación? —sonreí con picardía.
—¡Harry! —me regañó— Bien, en el sofá, como la primera vez —soltó una risa y me besó.