Hay un fantasma en mi habitac...

By DayanaPortela

2.6K 514 298

Andrea tiene dos fobias: los espacios reducidos y los fantasmas. Lo primero puede evitarlo; lo segundo no. Cu... More

Sinopsis
Epígrafe
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
14
15
Epílogo
Notas finales

13

71 23 34
By DayanaPortela

Francisco le dejó la mochila y se fue excusándose con que tenía muchas tareas por hacer. Andrea no lo culpó, su madre la había dejado mal parada y él había quedado en el medio del asunto solo por ayudarla. Le mandó un mensaje pidiéndole disculpas y le agradeció por creerle y acompañarla al cementerio, pero él no contestó, siquiera aparecía como conectado.

Después del café, su madre volvió a la oficina en la que trabajaba. Eleonora era escribana y se había asociado con un conocido del pueblo para compartir el estudio contable, por lo que pasaba las mañanas y las tardes allí. Cuando escuchó que el sonido del auto se alejaba, Andrea soltó un suspiro y se levantó para subir las escaleras haciendo mucho ruido con los pies.

Al abrir la puerta de su dormitorio, vio a Eusebio flotando en el medio de la habitación boca abajo con los brazos cruzados.

—Fui al cementerio —dijo ella mientras cerraba la puerta detrás de sí sin darle tiempo a que él dijera algo.

Eusebio dio una voltereta dejando una estela de humo en el aire con forma de semicírculo. La miró con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta.

—¿'Tas loca, mujer? ¿'Tas bien? —preguntó con apuro, acercándose para rodearla y verificar que estuviera sana. Ella le restó importancia con un gesto de la mano.

—Fran me acompañó, me dio apoyo moral. —Andrea ignoró los labios fruncidos de Eusebio al considerarlo un gesto de celos. Siquiera debía compararse con Pancho, uno estaba vivo y el otro muerto, no había motivos para tal sentimiento—. Y "hablé" —Hizo una comillas con los dedos— con Baltazar Terra. Él dio a entender que eres su hijo... creo.

Eusebio se quedó inmóvil, flotando en el aire como una campanilla de viento mecida por la brisa. Pestañeó, incómodo con la revelación, y Andrea levantó las manos para dejarlas caer con un suspiro.

—Perdoname, Euse, soy una investigadora malísima.

—No, mija, tranquila —habló al fin, con la voz hecha un hilo—. No importa. ¿Dijo algo más?

Ella alzó los hombros e hizo un puchero con los labios.

—Que esta casa sería tuya si no hubieras desaparecido...

Eusebio no era un fantasma especialmente silencioso, así que estuviera callado no le daba buena espina. Andrea movió una mano en el aire, intentando estirarla para consolarlo, pero recordó que él no tenía un cuerpo y lo atravesaría sin más.

—'Toy bien —dijo él al ver sus intentos frustrados—. Ni que me importara saber qué era de mi. Ya 'toy muerto, ¿qué cambiaría saber qué me pasó?

—Euse...

—No, Andy, ya 'tá. Lo intentaste, lo intentamo'... Una mancha triste no lastima a nadie, ¿verdá?

—Eusebio, no digas pelotudeces. No voy a dejar que...

Él meneó la cabeza sin dejar que terminara de hablar. Giró en redondo dubitativo antes de atravesar el suelo y desaparecer.

Podía entender su decepción. Eusebio estaba atorado en el mundo material y no estaban ni cerca de saber quién era en realidad y qué le ocurrió para terminar muerto tan joven.

Acongojada y triste, Andrea se tiró en la cama y se quedó mirando el techo mientras enroscaba un mechón de pelo entre los dedos. Tenía ganas de llorar, pero también estaba cansada de hacerlo, no iba a solucionar nada. El miedo que había tenido en el cementerio se fue, aflojándole el cuerpo y se durmió casi de inmediato.

Despertó con el sonido del vibrador del teléfono. Tenía dos mensajes de su madre, ninguno de Francisco.

Mamá: Andy, el viernes es el cumple de doña Alba, 05:11 p.m. ✔✔

Mamá: Querés acompañarme al residencial a saludarla? 05:11 p.m. ✔✔

Andrea: Doña Alba? La bisabuela? Pensé que estaba muerta 05:18 p.m. ✔✔

Andrea se dio cuenta que había sonado muy fría cuando vio la llamada entrante de su madre. Dejó el bolígrafo, abandonó las tareas en los cuadernos y soltó un suspiro antes de contestar.

Además de regañarla por dar por muerta a su querida abuelita, le exigió acompañarla a verla. Cumpliría 84 años y tenía demencia senil, por eso la familia había optado por dejarla en un residencial para adultos mayores. Como estaban en el pueblo era su obligación como familiar ir a verla aunque seguramente no la recordara.

Molesta porque pudo haber evitado aquello, le dijo que lo haría para que no la siguiera regañando. Cortó la llamada y gruñó, molesta. Ya era incómodo saber que en algún momento debía volver a la casa de su abuela y el pozo, o que su tía y sus primos vivían cerca como para estar en la vuelta de tanto en tanto, como para añadir a su bisabuela en el asunto.

Por esas cosas era que quería regresar a la capital, aunque no había dejado nada que extrañara en realidad.

👻

Andrea nunca despertaba de madrugada. Parte de ella sabía que a esas horas había más actividad paranormal, otra era que siempre tenia la mente agotada por el constante miedo con el que convivía. Abrió los ojos de golpe, con el cuerpo agarrotado por el pánico que le precedió el saber que no estaba sola. El frío anormal la golpeó como la primer noche en la casa.

La mancha estaba con ella en el dormitorio y no podía verla por la oscuridad.

Se encogió, pegando las rodillas al pecho y hundiendo la cara en la almohada. La gente solía pensar que, estando debajo de las mantas, los monstruos y los fantasmas no podían asustarte. Era como crear un falso escudo que proporcionaba una seguridad ficticia. Sin embargo, todo era patrañas. Incluso encender la luz no iba a cambiar nada.

La respiración se le hizo irregular, los latidos frenéticos de su corazón se escuchaban en sus oídos y la presencia llenando la habitación la aterrorizó.

Sintió dos manos que le sujetaban los tobillos y tiraban de ellos. Chilló a pleno pulmón, sujetándose de la cabecera de la cama. Los pies se le helaron.

Mi pobre Eusebio...

Es mío...

Mío.

Mi Culpa.

Eusebio...

Mi pequeño niño...

Mío.

Déjalo.

Andrea volvió a gritar mientras el frío trepaba por sus piernas y se aferraba a su tronco, aprisionándole el pecho e impidiéndole respirar. Le dolía incluso los latidos del corazón y el aire se le escapó en otro intento de pedir auxilio.

Mío.

Eusebio es mío, mi pequeño.

Es mi culpa.

—Vos... sos la mamá...

La voz se detuvo, pero la presión en el pecho no. Entonces, como si se hubiera hundido en un sueño profundo y aterrado, vio tierra. Vio un pozo cavado en el suelo y podía escuchar el llanto angustiado de una mujer.

Y vio a Eusebio tirado en el fondo del hoyo. Blanco como papel y con los ojos abiertos. Muerto.

Gritó y pataleó, con las imágenes repitiéndose en su cabeza sin parar. Apenas podía respirar, sintiendo que el frío se le colaba en los huesos y trepaba por su garganta. Sus párpados temblaron, su voz se escapó. Se iba a morir y temió terminar convertida en un fantasma... o en una mancha.

—¡Andrea!

La luz llenó la habitación y Andrea aspiró en un ahogo cuando el frío y el peso sobre su pecho se fue. Se irguió, aún pataleando y chillando. Se talló los brazos con las uñas, queriendo sacarse la sensación horrible de estar tan cerca de la muerte.

Eleonora se acercó asustada. La tanteó, le apartó las manos de los brazos arañados y le acarició los hombros. Cuando se dio cuenta que todo había pasado, Andrea gimió y lloró, soltando en lágrimas todo el miedo y el pánico que había sentido. Su madre la abrazó y le frotó la espalda, intentando tranquilizarla.

—Fue solo un mal sueño, hija. Estoy aquí.

Andrea negó con la cabeza, separándose y limpiándose la cara con el dorso de la mano.

—No, ma —dijo encogiéndose y tirando del pelo con nerviosismo. Su madre le tomó las manos para evitar que se dañara—. No lo entendés, nunca vas a entender. Nunca.

Eleonora le acarició el hombro una vez más. Tenía los ojos llorosos.

—Solo dime lo que te preocupa, Andy. Sabes que siempre estoy aquí para ti.

El mentón le temblaba, así que Andrea apretó los labios.

—Veo fantasmas. Es eso, ma. Pero no me vas a creer... Todo este tiempo, estos años, he visto fantasmas. Me asustan, les tengo un miedo horrible. Pero los sigo viendo desde lo del pozo y... No importa —concluyó, al ver la expresión fruncida de su madre, cargada de una preocupación que mostraba que temía que estuviera volviéndose loca.

Eleonora suspiró, acariciándole el pelo.

—Si quieres mañana hablamos con Liliana, ¿ta?

La muchacha negó con la cabeza, rendida. Le iba a decir que no importaba, que había soñado, cuando un ruido seco hizo que las dos giraran hacia la pequeña estantería que estaba sobre la pared opuesta a la cama. Se había caído un libro, dejando un hueco en la hilera, y Fangirl estaba sobre la alfombra.

Después, como empujado desde la pared, Eleanor & Park se movió despacio hasta caer junto al primer libro. Eleonora se sobresaltó con el sonido del tercer libro cayendo. Era El Dije, y luego le siguió El Alma.

—¡Andrea! ¿Cómo...?

—Es Eusebio.

El muchacho se asomó por encima de la estantería con una sonrisa triste y la mirada cargada de preocupación. Andrea podía verlo, pero Eleonora se había levantado sin soltarle la mano a su hija, con la expresión aterrada.

—Es el fantasma que vive acá en la casa, ma. Si no me crees... —Hizo un gesto con las manos como pidiendo que le lanzara algo. Desde la estantería, el libro que se movió fue After, trazando un arco en el aire y aterrizando en su cama. La mujer soltó un grito ahogado, mirando de un lado a otro.

Eusebio abandonó los libros y se acercó flotando despacio.

—¿'Tas bien? Te escuché gritar y llegué y vi la mancha y... pensé que te iba a comer... Te llamé, pero la cosa salió disparada cuando vino tu mamá.

—Gracias, Euse, estoy bien.

Su madre retrocedió un paso al ver a su hija hablando con la nada, pero luego observó los libros en el suelo y recordó el incidente del pozo. Su abuelo siempre le había contado historias de fantasmas de pequeña, también su padre, quién decía que a veces, en los veranos, se podía oír pasos en el porche de madera.

Ella y su hermanos, de pequeños, siempre habían temido al pozo. No solo por temer caer en su interior, sino por su frialdad y misterio que cargaba.

Soltó el aire y se abalanzó para abrazarla.

—Perdoname, hija. Perdoná... No, no supe lidiar con esto.

Andrea le devolvió el abrazo, sintiéndose aliviada por completo. No estaba del todo sola, simplemente debía dejar de lado un poco los miedos y confiar en los demás. 

Continue Reading

You'll Also Like

676K 62.4K 79
Hola, chico de la bicicleta. Ella le mandaba notas para animarlo. Él las leía para recordar, cuando el hacia lo mismo. Ella estaba enamorada de el. É...
38.4K 2.7K 22
"Duerme. No existes, no perteneces aquí" Secretos, engaños, sensualidad, suspenso y misterio envuelven la vida de los tres protagonistas en una hist...
2M 222K 62
Camren ocupaba el "Pupitre de los Rechazados" y como lo dice su nombre ella era rechazada por los demás. Camren era invisible. Adam era lo opuesto a...
15.2M 1.3M 37
TRILOGÍA DEMON #1 ¡A LA VENTA EN LIBRERÍAS! "El infierno está vacío. Todos los demonios están aquí." -William Shakespeare.