xxii. capítulo veintidós
el regalo perfecto
—KAILA SIGUE EN LONDRES —dijo Tonks, dos semanas después de su última reunión—. Tenías razón, está en Londres y no parece querer despistar al ministerio. No es nada discreta, pero en el momento en que parecen estar por atraparla, desaparece. No hay rastro, es como si se hubiera ido del planeta.
Sirius sonrió orgulloso.
No esperaba que Kaila fuera discreta, ella tenía todo menos la discreción (y cordura) en su sistema. Pero le enorgullecía como se las arreglaba para dejar en ridículo al Ministerio, quienes aseguraban que la atraparían pronto.
—¿Donde a estado exactamente? —preguntó Sirius. Kaila buscaba al asesino de su hermano y él se preocupaba de que se meta en algún problema muy grande o estuviera en peligro.
—En bares, la mayoría del tiempo —comentó la chica de pelo violeta—. ¿Realmente escapó para emborracharse y bailar?
—¿Canuto, no crees que deberías decirle que lo mejor sería ocultarse? —opinó Remus—. Se está arriesgando demasiado.
Sirius hizo un ademán restándole importancia.
—Nah, ella vive la vida al máximo.
—Claramente no se preocupa mucho por mantener perfil bajo —Tonks sacó una hoja, en esta estaba anotada toda la actividad de Kaila—. Bares, discotecas, robos menores, algunas cosas rotas como vidrios y vasos. Parece estar disfrutando su tiempo libre.
Sirios asintió con orgullo.
—Ella es inocente, eso lo tengo muy claro —dijo Tonks—. Te ayudaré a demostrar su inocencia, pero no creo que sea fácil si ella no colabora en demostrarlo. No es de mucha ayuda que vaya robando a varios magos y muggles en distintos bares y locales —explicó, pero Sirius la ignoró.
Él estaba feliz de que Kaila, esté disfrutando su (casi) libertad. Sabía que ella no se quedaría quieta en un lugar, ni mucho menos se escondería. Ella era inteligente a pesar de todo. Pero era libre. Él vio lo mucho que le costaba quedarse en la casa de los gritos cuando estuvieron en Hogwarts. Él también quería salir, pero se contuvo. Cuando se convirtió en animaga y salió un poco más, se notaba más relajada y menos inquieta.
—¿Pero no tienes ni una idea de donde puede estar? —preguntó Sirius nuevamente. Quería verla, al menos solo para saludarla y ver su sonrisa maniática.
Cuando conoció a Kaila, no pudo evitar en compararla con su prima Bellatrix Lestrange (de soltera Black). Estaba loca, se reía como maniática por cada nuevo criminal que llegaba a Azkaban, se burlaba de la gente que creían merecer piedad y se reía al escuchar las muertes y torturas que causaron los criminales que la rodeaban.
Pero luego se dio cuenta que todos ahí adentro estaban igual de locos y desesperados. Y, cuando ella escuchó su historia y le creyó sin dudarlo, no pudo pensar que era más que diferente a todos ahí.
—Ya te lo dije, ella solo desaparece —repitió Tonks—. Pero si me entero de algo de lo dire.
Sirius asintió y suspiró.
★
En la otra punta de la ciudad, Kaila y Aaron estaban pasando un buen rato mientras fumaban mariguana. Caminaban con suma tranquilidad por las calles de Londres, mientras se reían sin parar (consecuencias de la mariguana) y Aaron la ponía al tanto de todo lo sucedido los catorce años en los que Kaila estuvo en Azkaban. Al parecer se había perdido más cosas de las que esperaba.
Pero ella estaba bien. Se sentía libre.
Al principio creyó que tendría que seguir viviendo encerrada y escondiéndose. Pero las cosas cambiaron bastante tras conocer a Aaron. En menos de dos días, Kaila ya vivía en su casa como si se conocieran de toda la vida, hacían fiestas para molestar a los vecinos y bailaban desnudos después de algunas copas. Definitivamente su vida había dado un rumbo inesperado. Todo lo que creyó que no sucedería tras escapar de Azkaban pasó.
Y, por supuesto, no podemos olvidar las grandes ventajas que tenía el ser animaga. Eran tan simple y divertido poder estar frente a las narices de todos los aurores y luego, en un pestañeo, ser solo un lindo gatito que pasaba por ahí. Aún así, tras varios encuentros con aurores, en los que estuvo a segundos de que la manden a besar dementores, decidió no exponerse tanto para que el Ministerio no descubriera por donde se estaba escondiendo.
Aaron había conseguido robarle un par de cabellos a una mujer muggle para poder preparar una poción multijugos. Mas que mujer era anciana. Kaila lo descubrió al verse al espejo y parecer tener casi cien años.
—Mierda, ¿algún viejito que quiera complementar mi disfraz? —exclamó cuando se paró frente al espejo.
Definitivamente no era una anciana normal. Era un día bastante soleado y Kaila, que decía tener debilidad al sol luego de vivir en la oscuridad por casi catorce años, se había puesto unos lentes de sol muy llamativos, una de las faldas con brillitos de Aaron y una remera fluorescente.
—Wow —susurró Kaila deteniéndose frente a un local. Un sexshop—. Genial. Entremos.
Sin esperar respuesta, Kaila entro al local. Aaron no hizo más que seguirla. Inmediatamente varias miradas (por no decir todas) cayeron sobre ella. Kaila los ignoro completamente mientras comenzaba a caminar por el local.
—Carajo ¡mira esto! —dijo Aaron—. ¿Quieres llevarte uno de estos? Esta mierda tiene lucecitas, usarlo sería como una especie de fiesta sexual.
Siguieron caminando por la tienda buscando algo que comprar y divirtiéndose mientras admiraban los tamaños de todos los juguetes sexuales.
—Mira este, parece el pene del chico con el que tuve mi primera vez. Se llamaba Alvin. Necesitabas una lupa para poder verlo —dijo Kaila.
—Con ese nombre no se puede esperar más que el del tamaño de una ardilla —se burló Aaron.
Minutos más tarde, decidieron pagar todo lo que se llevarían para luego irse. Aaron termino llevandose el juguete con lucecitas y Kaila...
—Encontré el regalo perfecto —susurró. Junto a la caja había un pequeño perchero en el cual colgaban llaveros. Kaila no pudo evitar sentirse admirada.
—¿A quien piensas regalarle eso? —pregunto Aaron.
—A Sirius, por supuesto.
Kaila tomo dos llaveros y se los entregó al cajero. El señor se la quedó mirando pasmado.
—¿Que pasa, guapo? —se burló Kaila—. ¿Te petrifique con mi mirada?
—Kaila —susurro Aaron acercandose a ella—, recuerda tu edad —Kaila soltó una risotada al recordar lo anciana que se veía e imaginar lo rara que sería esa situación en la perspectiva de cualquier otra persona.
HOLA!!
Estuve dudando sobre publicar este capítulo o no, porque es relleno CLARAMENTE. Pero bueno, ya estaba escrito y creo que es divertido.
xoxo, cass 🫶