Mi Injusticia Soy Yo

By JRosewell

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Oliver Rodriguez es un delincuente, vive en el peor barrio de la ciudad, "El Desagüe", luego de que su herman... More

Mi Injusticia Soy Yo
Capitulo 1: Trevor
Capitulo 3: Libertad
Capitulo 4: Mensajes
Capitulo 5: Pasado
Capitulo 6: Tener miedo
Capitulo 7: Recuerdos
Capitulo 8: Esperanza
Capitulo 9: Por mi
Capítulo 10: Confianza
Capítulo 11: Provocaciones
Capítulo 12: Ataques

Capitulo 2: Vivir o sobrevivir.

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By JRosewell

En la foto los personajes de la novela.

Y también una canción que me ayudo a escribir el cap, se llama "Let It Go" de James Bay.

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2 años después...

- Marcel dice que hoy a La Chamba, ya sabes, hay nuevas chicas - GusGus se relamió los labios, mirándome con cara de pervertido, para luego de guardar su móvil en sus pantalones ya gastados.

- Tengo trabajo, cambiar de lugar todos los libros "juveniles" a la sección del segundo piso, y pasar los de "Ciencia y Biología" al primer mueble. - le respondí mientras que cargaba la caja con solo una mínima parte del total.

- Ya has faltado a tres de sus invitaciones, Vince dice que debes venir o Marcel puede creer que quieres salirte - solté un gruñido.

GusGus no dijo nada más, solo me quedo mirando esperando que aceptara y era que salirse de la pandilla no era una opción, ya que todos en el barrio sabían que hacia Marcel a los traidores y yo no iba hacer uno de ellos.

- Bien, pero llegare más tarde, así que comiencen sin mi - solté algo cabreado y era que Billy iba comerme vivo si no terminaba a tiempo.

- Bien, les diré a los otros - Gus como siempre se despidió de mi con nuestro choque de puños, pero en vez de irse se quedó ahí parado frente a mí con la vista fija el suelo.

- Vamos Gus, suéltalo - lo conocía desde que era un niño y sabía que quería decirme algo, pero no se atrevía.

- Todos estamos preocupados por ti Tuerca, estas raro, distante... y queremos que sepas que nos tienes contigo para lo que sea.

Silencio.

Sabia cuanto le había costado a Gus decirme aquello.

- Vince y Tony te obligaron a venir a decírmelo, ¿no?

No era tonto, ninguno de nosotros decíamos ese tipo de cosas.

- Era la única forma de que pudiera faltar a clases hoy, y ya sabes... - este se encogió de hombros donde una carcajada salió de mi boca, ganándome una sonrisa de parte de Gus - A ninguno le gusta hablar de sentimientos y menos para que luego se burlen de él.

- Entiendo, no les diré que te me has declarado, aunque siempre he creído que te gusto.

- Imbécil - este me dio un golpe en el antebrazo, a lo que solté un grito.

- Tú te lo has buscado - deje la caja a un lado para abalanzarme sobre él, donde comenzó una guerra de golpes y patadas, donde los dos nos partíamos de la risa, para luego soltar maldiciones.

- ¡Hijo de puta me pegaste en las bolas! - grité, llevándome una mano a la zona adolorida.

- Suéltame Tuerca - yo en cambio seguí tirando su pierna aún más atrás, haciendo que gritara aún más fuerte - ¡Voy a matarte hijo de la puta madre!

Iba a responderle, pero justo en ese momento entro mi jefe, quien nos miró a ambos con los ojos abiertos de par en par.

- ¿Qué está sucediendo aquí? - nos susurró observando hacia los lados para que ninguno de los compradores de la tienda hubiera visto la escena y por supuesto al ser tan temprano no había nadie en la librería.

Le solté de inmediato la pierna, a lo que los dos nos pusimos de pies nerviosos y era que Billy realmente daba miedo

- ¡Tu Gus largo de aquí o le contare a tu madre! - le apuntó, a lo que él asintió saliendo corriendo del recinto.

- Y tú... - me apunto, a lo que yo intente mantenerme serio - termina ya lo que falta, tiene que quedar todo listo antes que termine tu turno.

Asentí sin abrir la boca, donde Billy entro a su pequeña oficina y yo dispuse a seguir con mi trabajo.

Hoy tenía que ir a La Chamba por la noche, pero antes debía terminar con mi turno.

En eso, recordé las palabras de Gus y era que realmente le agradecía el gesto.

La pandilla era por decirlo mi grupo de "amigos", aunque no nos gustaba llamarnos de esa manera, ya que teníamos una regla y era no encariñarnos demasiado.

Sonaba duro y a la vez extraño, pero vivir en "El Desagüe" - nombre que le había puesto Marcel con sus chicos a nuestro barrio marginal - era sinónimo de peligro. Y mucho más alto era el riesgo de morir si estaban entre los dieciséis y veintiocho años. Ya que esas eran las edades que Marcel tenia a sus chivos expiatorios, que eran en simples palabras sus camellos, sus burros de carga, los que le hacían el trabajo sucio y si llegaban a oponerse, pues tenían la vida finalizada.

Y al dia siguiente despertarían junto al riachuelo con su cuerpo dentro de una bolsa de basura.

Esa era la realidad.

Ahora mismo Marcel tenia a treinta burros de carga del Desagüe a su disposición, donde dentro de ese grupo estaba mi pandilla, quienes la componía GusGus, Vince y Tony.

Tony era el mayor de los tres, tenía veintisiete años, y por supuesto el más cercano a Marcel del grupo. Luego venia Vince conmigo, y por ultimo GusGus quien tenía dieciséis años.

Yo con Vince íbamos a cumplir veinte en unas pocas semanas, ya que nuestro cumpleaños era en el mismo mes. Vivíamos juntos, ambos compartíamos el alquiler de un departamento en el Desagüe.

En eso recordé las palabras de Trevor antes del accidente años atrás...

"Es peligroso Oliver, tenemos que buscar una forma de que desaparezcas del Desagüe antes de que sea tarde. Luego Marcel no va a dejarte ir si no es con una bala en la frente."

Y ahora ya era tarde, desde el momento en que mi hermano entró a la cárcel, no me quedó más remedio de pagar su deuda con Marcel de alguna forma y al mismo tiempo, poder sobrevivir por mi cuenta en el Desagüe.

...

- ¡Por fin llego mi favorito! - soltó Marcel en el momento en que los guardias me dejaron entrar al salón VIP que tenía en la Chamba.

Por supuesto la habitación contaba con la mayor parte de sus burros de carga más cercanos, los que claro, llevaban más años junto a él, entre ellos Tony, pero al parecer hoy todavía no había llegado.

Con las manos en los bolsillos de mis pantalones de segunda mano no dije nada, no me hacía gracia ser el favorito de Marcel ni mucho menos.

En realidad tenía que admitir que un hombre alto, con cuerpo fornido, mulato y un rostro que intimidaba a cualquiera, no era mi candidato exacto para llevarme bien.

Y estaba seguro que Marcel lo sabía.

- Ven aquí y cuéntame que tal te ha ido en la librería de la "elite". - este hizo señas a uno de sus guardaespaldas para dejarme una silla libre, y yo maldiciendo a Tony por el bajo tuve que hacerlo a regañadientes.

¿Dónde mierda estaba?

Ya sentado noté que este esperaba que hablara, y así lo hice.

- La paga no está mal.

Marcel soltó una carcajada, sonriéndome, dejándome ver uno de sus dientes de oro.

- Me alegro que te haya gustado chico, pero también debes saber que no te conseguí ese trabajo porque "la paga no está mal" - ahora fueron sus compañeros los que se rieron, y yo interrogante no entendía a que se refería. - Los niños del barrio alto no vienen al Desagüe a buscar la mercancía, así que nosotros decidimos llevárselos a ellos. Mas pasta para mí, y bueno, mas pasta para el camello también. - me señaló. - ¿Qué dices?

Silencio, todos los ojos me apuntaban.

- ¿Tengo otra opción?

Los burros a mi alrededor observaron a Marcel, esperando que me golpeara o me gritara alguna maldición, pero no me importaba.

Quería que lo hiciera.

Pero por supuesto Marcel nuevamente se rio de mí, como si lo que le hubiera dicho hubiera sido una broma entre los dos.

Y no entendía porque.

- Mañana antes del trabajo pasas por aquí y ahí te digo lo que debes hacer.

No quería hacerlo, y él lo sabía.

Me estaba probando.

Su mirada estaba fija en mí, esperando que respondiera. Noté como su mano estaba firme en el vaso que llevaba en mano y me imaginé que sería negarme.

Por lo que no tuve más remedio que asentir, ganándome nuevamente una sonrisa por parte de Marcel.

En eso escuché un carraspeó desde una esquina, encontrándome a Tony haciéndome señas para que lo siguiera.

- Debo irme. - me levanté de mi asiento, y Marcel me ofreció su mano para que cerráramos el trato, y así lo hice.

- Disfruta niño. - se despidió, y yo no dije nada, dándole la espalda para encaminarme fuera de la habitación.

Salude a unos cuantos compañeros cuando pasaba, volviendo a la disco, donde varias chicas se refregaban en los cuerpos de los hombres del Desagüe.

De inmediato fui a la barra, pidiéndole a Effy una cerveza.

- ¿Y esa cara Tuerca? ¿Sucedió algo con Marcel? - esta me miraba atentamente, le di una repasada a sus buenos atributos, nada de delgaducha, con un buen cuerpo, bien formado y un rostro hermoso.

Desde el accidente que se había mostrado preocupada conmigo, siempre dispuesta a ayudarme de cualquier problema, y era que sabía que le seguía importante mi hermano y la manera de demostrarlo era tener los ojos fijos en mí.

- Nada fuera de lo común. - fue mi respuesta, para luego llevarme la botella a la boca.

Mientras esperaba a Tony, observé a GusGus, que estaba intentando besar a una chica, la cual al parecer se le negaba, el pequeño por supuesto no se rendía tan fácil, hasta que finalmente Vince, quien venía con el cabello hasta los hombros le tomó de la chaqueta soltando una carcajada, y ambos se adentraron en busca de otras chicas las cuales conquistar.

Iba a acercarme a ellos, pero Tony al fin apareció junto a mí, quitándome la cerveza, y tomándosela de un solo trago.

Ni intente protestar, él era así y ya lo conocía bastante.

- ¿Problemas en el paraíso?

- Cierra la puta boca. - me cortó dejándose caer en la silla a mi lado.

- ¿Qué querías decirme?

Este demoró un momento en responder.

- Es Greg.

- ¿Ya apareció?

Greg era uno de los burros de carga de Marcel, había desaparecido hace una semana atrás y nadie sabía dónde podía haberse metido.

Tony asintió, dándole otro trago más a la cerveza de un chico a nuestro lado, quien por supuesto al ver que se trataba de uno de los más cercanos a Marcel, sin olvidar sus brazos cubiertos de tatuajes y su mirada aterradora, ni protestó.

- Su cuerpo nada más, no creo que tenga que contarte la historia por completo, ¿no?

Apreté los puños, Greg sólo debía de tener unos dieciséis años, la misma edad que GusGus.

- Que mierda, ¿Qué crees que hizo?

- ¿Enojar a Marcel? Quizás se metió con su mujer, quizás le robo mercancía, quizás quería irse de aquí, ¡Que se yo! - este sin pensarlo dos veces tiró la botella de cerveza a la pared que estaba frente a nosotros, haciendo soltar un grito a Effy.

- Tony, no otra vez, ¿me escuchaste?

Este no dijo nada, sólo soltó un gruñido para luego girarse a mi dirección.

- Necesito un buen polvo.

No se dijo más, y este desapareció entre la multitud para buscar alguna chica que le solucionará el problema, y yo por mi parte observé como Effy, quien se hacía una coleta a su largo cabello oscuro, para tomar la escoba y limpiar el suelo a regañadientes.

Sin pensarlo dos veces me acerqué a ella, quitándosela de las manos y hacerlo yo mismo.

- No tienes por qué hacerlo.

No dije nada, solo le eché un leve vistazo el cual le hizo entender que me dejara hacerlo.

Esta me sonrió, dejándome ver sus dientes torcidos, los cuales más que arruinar su rostro, le daban ese toque que la caracterizaba.

En mi mente siempre me imaginaba que hubiera sido si Trevor no estaría tras las rejas, seguramente hubieran terminado con Effy, pero al mismo tiempo también podrían estar conformando una familia, o quizás seguir saliendo juntos.

Pero eso eran, imaginaciones.

Y ahí iban a quedarse, en mi cabeza.

Me desperté en casa de GusGus, al parecer me había pasado de copas y tenía una resaca de puta madre.

Su hermana pequeña estaba arriba de mí, saltando como si fuera un trampolín, y yo de inmediato la tomé en brazos, provocando un fuerte grito de su parte, el cual pude detener al colocar mi mano en su boca.

- Sal de encima Megan - le dije apartándola de encima, haciéndola caer al suelo, provocando una carcajada de su parte.

Solté un suspiro llevándome la almohada al rostro.

- Otra vez, otra vez. - repitió volviendo a subirse encima de mí.

Y sinceramente ya estaba agotando mi paciencia.

- Déjame dormir.

- No, no, no. - iba chillando, para empezar a saltar nuevamente.

- Voy a enojarme Megan, y tú no quieres verme así te lo aseguro.

Nuevamente la niña de cuatro años soltó una risa.

Y justo en ese momento se escuchó la voz de GusGus que estaba en la cocina.

- Le tocas un pelo a mi hermana y te reviento el rostro Tuerca. - me amenazó. - No vas a colgarla nuevamente de perchero en la puerta del baño.

No pude evitar salir del sillón para levantarme al ver que la pequeña no iba a dejarme en paz.

- Sabes que no me simpatizan los niños, si ellos se meten conmigo se atentan a las consecuencias.

- Cuélgame otra vez, cuélgame otra vez. Fue genial, ¿por favor lo harías? - esta me hizo un puchero y yo no pude evitar fruncir el ceño.

- ¿Lo ves Gus? ¿Por qué diablos son tan raros?

- Ya lo ves como algo normal al convivir con uno de ellos. - este se llevó la caja de leche a la boca encogiéndose de hombros mientras que Megan había tomado la almohada del sillón para empezar a golpearme con ella.

Iba a decir algo, pero la madre de GusGus, Karen, me interrumpió.

- Megan no golpees a Oliver - le recriminó, esta venía ya lista para salir al trabajo, seguramente en alguna casa del barrio alto.

La salude mientras Megan corrió de inmediato a sus pies.

- No te vayas. - le rogó la pequeña, Karen no dudo en darle un beso en la frente, para luego hacerle una cola de cabello a su cabello negro carbón, al igual que él de ella.

- Oliver asegúrate que Gus vaya a la escuela hoy y que Megan vaya al jardín, ¿bien?

- ¿Estás de broma? - esta negó con la cabeza. - No necesito una niñera mamá.

- Claro que lo necesitas. Me llamas Oliver cualquier cosa. Adiós mis tesoros. - fue lo último que dijo para luego salir de casa, dejándonos a los tres ahí dentro.

Y esta era la típica situación que vivía cada vez que dormía en casa de GusGus.

Justo en el momento en que mi amigo soltaba una maldición, ya que debía ir al instituto mientras que en cambio Vince, Tony y yo teníamos los días libres, un mensaje llegó a mi móvil.

Marcel:

Solo diez minutos más voy a esperarte, mi paciencia tiene su límite.

La voz de GusGus atrás de mí sonó lejana en ese momento, y era que sinceramente hasta ahora, los trabajos de burro de carga que Marcel me había dado estos últimos años habían sido menores o incluso en grupo con más compañeros, pero esta vez iba a ser solo yo.

Y me aterraba de cierto modo.

- Eh, Tuerca, ¿Qué sucede?

Le mostré el mensaje, mientras iba a la cocina para algo de comer.

Escuché como GusGus le decía a Megan que fuera de inmediato a cambiarse para llevarla al jardín y está entusiasmada lo hizo, dejándonos solos en la pequeña sala.

- ¿Ya te dijo de que se trata?

Asentí.

- En la librería del barrio alto, los que viven ahí no se atreven a venir a buscarla aquí abajo, así que Marcel me colocó ahí como intermediario.

Gus como ya me imaginaba soltó una carcajada.

- ¡Pero es genial! Cuanto daría para que Marcel me diera un trabajo como ese.

No dije nada, no quería pelear con GusGus ahora mismo, él tenía dieciséis años, aun no entendía muy bien todo y no quería entrar en una discusión ahora.

- Anda a cambiarte rápido para irnos, tu madre fue clara. - le señalé, y este a regañadientes fue por el pasillo a cambiarse mientras iba tarareando una canción.

- "When I walk on by, girls be looking like damn he fly... I pay to the beat, walking on the street with in my new lafreak, yeah... This is how I roll, animal print, pants out control, It's real fool with the big F o They like bruce lee rock at the club... Girl look at that body" - finalizó dándose la vuelta a mi dirección al final del pasillo moviendo sus brazos y cintura, como si se tratara de un stripper. - Para todas mis animadoras que mueren por verme haciéndoles este baile te dedico esto a ti Tuerca, el privilegio de ver...

- Cierra el pico y apresúrate. - le corté volcando los ojos.

Este por su parte soltó un gruñido, para maldecirme y desaparecer por fin de mi vista.

Sin pensarlo dos veces me coloqué la misma ropa de ayer, los vaqueros gastados y la sudadera azul, me mojé el cabello ya sucio en la lava vasijas y me puse las zapatillas deportivas que Marcel me había regalado hace unas semanas.

---

A Megan la dejé en el jardín sin ningún problema, pero fue con GusGus que tuve que recurrir a insultos y golpes para dejarlo en el instituto público del Desagüe, el cual este intento varias veces correr o escapar para ir conmigo, pero finalmente cedió luego de que Vince apareciera al dejar a su hermano pequeño y me ayudara a darle una paliza a y entrara de una vez por todas.

- ¿Dormiste donde GusGus? - me preguntó mientras caminábamos hacia la Chamba.

Asentí, mientras prendía un cigarrillo.

- No tengo idea ni como llegue ahí.

Vince soltó una risa y se llevó una mano al cabello castaño oscuro.

- Necesitaba privacidad en el piso y bueno, necesitaba deshacerme de ti.

Enarque una ceja.

- ¿Y valió la pena?

- Si quieres pregúntame si me hizo olvidar a Joyce, la respuesta es negativa.

Me baste a darle unas palmadas en la espalda, para que supiera que tenía mi apoyo, pero al mismo tiempo no quise entrar en detalles del tema.

- Hoy no podré ir con ustedes.

Todas las mañanas los burros de carga de Marcel debíamos hacer nuestras tareas, unas eran envolver y empaquetar la mercancía y los demás la trasportaban a su lugar de envío. Pero hoy no iba a poder hacer ninguna de ellas.

- ¿Por qué?

- Marcel me ha encargado un trabajo individual hoy.

- Mierda, Tuerca. ¿Sabes lo que significa, no?

- ¿Qué si llega a salir algo mal estoy muerto y que si llega a salir bien Marcel no me dejara ir del Desagüe si no es con una bala en la frente?

Silencio.

Esa era la realidad, una que GusGus aún no entendía del todo y que Vince ya estaba completamente familiarizado con ella.

- Con el coche de Tony podemos llegar de inmediato si estas en problemas, solo debes llamarnos.

- Lo sé.

Llegamos a La Chamba justo a la hora, Vince se fue por la entrada de atrás para hacer el trabajo de todos los días, y yo por mi parte tuve que entrar por la puerta principal, donde Effy me saludo mientras limpiaba la barra, y yo en cambio intente evitar hablar con ella a toda costa.

No quería que se enterara de lo que iba a hacer con Marcel, ya que sabía que le iría con el cuento a mi hermano.

Y lo menos que quería en este momento era que Trevor se enterase.

- ¡Y llegó al fin! - me saludó Marcel, quien parecía tranquilo y al mismo tiempo alegre conmigo ahí.

Salude a los presentes de inmediato, intentando que no se notara el nerviosismo que sentía en este momento.

Y asi fue como me explicaron el plan, en qué consistía, que debía hacer, y como debía hacerlo.

Cuando ya me quedo todo claro Marcel con uno de sus guardaespaldas me llevó atrás de La Chamba, donde todos mis compañeros estaban trabajando, entre ellos Vince y Tony, que me observaban de reojo.

Marcel me entregó una mochila, la cual dentro de esta venia todo, la cual era mucha más de la que me imagine.

- ¿Ves el peligro que corres, no? - asentí. - Así que espero que lo hagas perfectamente bien.

Volví a asentir, sin saber exactamente que esperaba que le dijera.

Y él al parecer lo entendió.

- El coche está afuera, aquí en esta bolsa están las llaves y la ropa que debes colocarte.

Y dicho eso, me encaminé hacia el baño para prepararme de una puta vez.

Rogando que todo saliera a la perfección.

---

Mis ojos no se despegaban del reloj de la librería, y era que quedaban solo diez minutos para que llegara la persona con la cual debía entregarle la mochila.

Billy quien no estaba enterado de esto se había colocado a mi lado frente el ordenador en donde colocábamos los pedidos hace un buen rato, y el hecho de que estuviera a mi lado me colocaba más nervioso aún.

Ante todo esto debía admitir que hoy habían pocas personas en la librería, menos de lo regular.

Seguramente porque era un lunes por la mañana.

Ante todo ello una figura llamó mi atención, sus piernas bronceadas y torneadas se movían con gracia desde la puerta principal. Mis ojos de inmediato la recorrieron de pies a cabeza.

Y al conectar mis ojos con los suyos caí en la cuenta que la había visto antes.

Pero no recordaba donde.

- Oliver anda a colocar los libros nuevos que han llegado a sus respectivas áreas. - me pidió Billy agachándose de su lugar para entregarme dos cajas, las cuales agarre de inmediato, mirando de reojo como la rubia se adentraba a la biblioteca con un grupo de amigos.

- Recuerden que necesitamos una introducción del tema, así que toda la información que puedan encontrar sobre los distintos artistas del siglo XX. - la escuché decir.

La perdí de vista al adentrarme entre los distintos estantes, colocando todo en su lugar. Hasta que sorpresivamente apareció frente a mí.

- Hola, necesito ayuda. - me soltó sin echarme un vistazo aún, ya que estaba muy ocupada abriendo una libreta de su mochila. - Necesito todos los libros que hablen de Expresionismo, Cubismo, Futurismo, Dadaísmo y Surrealismo. - esta levantó la vista al terminar, conectando sus ojos azules con los míos.

Y no sabía dónde, pero estaba completamente seguro que la conocía, iba a decir algo, pero ella al parecer le había pasado exactamente lo mismo conmigo.

- ¿Te conozco? - esta me miraba interrogante, y yo por mi parte me encogí de hombros, negando con la cabeza. Y es que conocernos me parecía imposible con solo ver el vestido de día que llevaba puesto y su cuello adornado con un collar de seguro de alguna piedra preciosa. - Lo siento, es que no sé porque tu rostro me suena familiar. Pero bueno, eh... debí haberme equivocado. - se excusó de inmediato desviando la vista de mí.

Aun sin tener idea que decirle no entendía que me sucedía, y era que no sabía porque no podía articular palabra frente a ella.

Y era que ese rostro me era imposible quitar de mi cabeza.

¿Pero de dónde?

En eso noté que me estaba hablando, y volviendo a la realidad me concentré en ella, quien al ver que al parecer no le había tomado atención volvió a repetirlo soltando una risa.

- Te pregunte tu nombre.

- Oliver. - le señalé en la camisa que llevaba puesta con el nombre de la librería y mi nombre colocado junto a mi pecho.

- Bueno Oliver, necesito tu ayuda con lo que te mencioné, ¿Sabes dónde puedo encontrar libros relacionados con el tema? - esta seguía sonriéndome, y por una extraña razón sentí que hace mucho no veía una sonrisa así en mi vida.

De un extraño que sin saber ni mi origen ni mi pasado me viera como una persona igual que él.

Ayudé a la chica con lo que me había pedido, le entregué todos los libros que habían que tuvieran que ver con el tema, ella estaba encantada y al parecer terminó llevándose todos.

- ¿Estás pensando leer cada uno de ellos? - le pregunté al ver más de veinte libros junto a la caja.

- Debo hacerlo, mi profesor de historia del arte me lo exige, y no quiero reprobar su ramo ya que no podría graduarme. - hizo un puchero dejándose apoyar en el mostrador mientras me observaba pasar cada uno de ellos por la máquina, para luego adentrarlos en una bolsa.

- ¿Cuántos años tienes? - le pregunté sin mirarla a los ojos, concentrado en haber calculado bien el precio de todos juntos.

Aunque más bien estaba haciendo tiempo para charlar más con esa chica.

- Me preguntas mi edad, pero no mi nombre, que poco caballero Oli. - ironizó negando la cabeza. - Y yo que pensé que eras perfecto para ser mi príncipe azul.

- Créeme que ni me alcanzaría para arrendar un caballo blanco.

Esta enarcó una ceja.

- Nunca me han gustado los caballos de todas formas. - me soltó. No supe que decirle, tampoco tuve el valor de levantar la vista a su dirección y era que por primera vez una chica me dejaba sin palabras. - ¡Eh chicos! Nos vamos, debemos terminar este trabajo esta semana. - gritó a sus compañeros que seguían ocupados viendo que comprar, hasta que al fin vinieron hacia la caja.

La chica rubia pagó lo correspondiente a su compra, a mi lado Billy estaba encargándose de sus compañeros y de inmediato coloqué mis ojos en el reloj.

Solo quedaban dos minutos.

- ¿Todo bien? - le escuché decirme, a lo que asentí de inmediato intentando esconder mi nerviosismo. - Bueno Oli, fue un gusto conocerte. - esta me tendió la mano a lo que yo accedí a estrechársela. - Espero verte nuevamente.

Sin saber bien que decir le sonreí nada más, algo en ella me producía una extraña sensación y no estaba segura cual era aún.

La vi encaminarse hacia la salida, en la cual le dijo a sus compañeros que los esperaría en el coche.

Pero antes de que dejara la tienda una mujer de cabello también rubio que ya debía estar llegando a los cincuenta años se adentró en la librería, saludándola con mucho cariño.

- No puedo creer encontrarte por aquí. - le dijo dándole un abrazo alargado, en la cual la rubia no dudo en responder de la misma forma.

- Alice me alegro mucho de verte. - le saludó esta al separarse. - ¿Le puedes decir a tu hija que se digne a cogerme el teléfono? La he llamado desde hace dos días y no he sabido nada de ella, ¿Irá mañana al instituto?

No pude escuchar más su conversación al recibir un mensaje de Tony, el cual vi de reojo sin que Billy quien andaba adentrando los libros de los chicos en sus respectivas bolsas no me tomara la mínima atención.

SeverusElMalote:

¿Qué tal te fue? ¿Todo bien? Llámame cuando puedas.

Y de inmediato aproveché la oportunidad para responderle.

Nada aún, al parecer el idiota se debe haber quedado dormido, no ha llegado todavía y Marcel no me ha dicho nada. ¿Está ahí en la Chamba?

Pensé que iba a demorar en responder, pero en el momento en que iba a guardar el móvil dentro de mis vaqueros este vibró.

SeverusElMalote:

No, al parecer ha salido. Vince lo vio irse cuando tú también lo hiciste, no ha vuelto desde entonces.

Volqué los ojos, Marcel de seguro estaba haciendo otros envíos a distintas partes de la ciudad y yo aquí en un buen lío.

- Pasa por casa uno de estos días, le iría bien verte, está muy aburrida recuperándose en casa.

- Lo haré no lo dudes, pero dile de mi parte que si no me contesta iré yo misma a hacerle un espectáculo.

Ambas comenzaron a reír, la chica se despidió de ella cuando sus amigos le dieron alcancé, y pude ver de reojo como me echaba un leve vistazo desde detrás de los ventanales de vidrio de la tienda.

¿Dónde la había visto a esa chica?

Mis pensamientos me jugaron en contra nuevamente, sin reparar en esa mujer llamada "Alice" que había hablado con la rubia hace un momento, quien ya estaba frente a mí.

- Vengo a buscar un encargo que hice por teléfono, hablé con un chico que trabajaba aquí. Se llamaba.... - dijo llevando sus ojos verdes a su celular. - Oliver.

Asentí de inmediato.

Había sido hace tres días atrás.

- Si, la recuerdo. - le sonreí. - Los tengo todos ya en la caja, acompáñeme.

La señora me siguió hasta donde se encontraba Billy, y yo de inmediato intentando calmar mis nervios echándole una mirada de reojo a la puerta.

¿Dónde estaba? ¿Por qué no había llegado? Ya tenía cuatro minutos de retraso.

"Tú no te preocupes, él se acercara a ti, te entregara un libro en el que dentro este el dinero, para luego preguntarse sobre si has visto una mochila, así tú le entregaras la mercancía"

Las palabras de Marcel se repetían en mi cabeza una y otra vez.

La hora ya había pasado.

Al llegar junto a Billy la señora se colocó a hablar con él, mientras que yo buscaba entre los pedidos telefónicos el suyo.

- Pensé que ya no la vería mas por aquí, los últimos encargos ha venido su hija.

- El trabajo Billy, he estado muy ocupada con varios casos estas últimas semanas.

- ¿Ah, sí?

Esta asintió, contando sobre su trabajo últimamente, al parecer la mujer trabajaba en la fiscalía, esta hablaba de algunos casos de los que había tratado y el hecho de tener a una persona de la justicia frente a mi justo cuando iba a cometer un delito que si me pillaban me llevaría a la cárcel empeoraba aún más mi situación.

Cuando esta ya había pagado todo, Billy fue a atender una llamada a su oficina, por lo que al terminar me despedí de ella y esta comenzó a dirigirse a la salida de la tienda.

Solté un suspiro dejando caer los ojos al mostrador.

Cayendo en cuenta de que se le había quedado la billetera.

De inmediato corrí en su busca.

- Señora, señora. - la llamé, a lo que esta abrió los ojos con sorpresa, para luego sonreírme de inmediato al ver lo que traía en mis manos. - Se le ha quedado.

- Oh muchas gracias...- esta demoró un momento, hasta que al fin lo recordó. - Oliver. - me agradeció dándome un leve apretón en mi hombro cariñosamente.

Instintivamente eché un paso atrás, no estaba acostumbrado a ese trato y menos de personas de clase alta como dejaba ver esta.

Y así fue como esta de despidió, y yo de inmediato fui en busca de un cigarrillo.

Necesitaba tomar aire.

Nervioso, pero al mismo tiempo aliviado que al final de cuentas no tuviera que haber hecho el intercambio me apoye en la pared junto al estacionamiento, con la mochila en la espalda y llevándome un cigarrillo a la boca.

Lo prendí de inmediato, para luego atender la llamada de Vince que ya llevaba un buen rato intentando comunicarse conmigo.

- Estoy vivo Vince. - le solté en el instante.

Hubo un momento de silencio, en el cual finalmente se escuchó un suspiro.

- Mierda Tuerca, nos has hecho pasar un gran susto amigo. - escuché la voz de Tony por detrás, la cual soltó una maldición hacia mí. - ¿Ya te vienes a casa?

- No lo sé, estoy esperando que Marcel me diga qué diablos sucede que no llegan a buscar la mercancía.

- Puede ser una trampa, ¿lo sabes no?

- Si, por ello estoy en el estacionamiento y no arriba, así si llega la policía pensarán que la persona que deben arrestar esta junto a Billy.

- Bien, ¿Y alguna descripción física del sujeto?

- Iba a venir vestido con unos zapatos rojos, nada más.

Un ruido a mi lado izquierdo me llamó la atención, alejando la voz de Vince de mi oreja.

- ¿Tuerca?

- Espera un momento. - le susurré llevando el móvil al bolsillo, mientras que daba unos pocos pasos a la dirección del ruido.

Mi sorpresa fue enorme al ver a la señora de hace unos minutos en la biblioteca siendo apuntada con un arma junto a su coche.

El hombre iba encapuchado, su rostro iba escondido tras una bolsa negra, sus pantalones eran vaqueros de tercera clase, sujetados por un cinturón amarillo con pinchos y unas zapatillas escolares.

Y ahí caí en la cuenta que se trataba de un niño.

La imagen de Trevor y yo de pequeños me sacudió mi mente.

- Las llaves del coche ahora. - le escuche decir con voz ronca. - Y el anillo, el collar y esa pulsera.

La señora al parecer no estaba cooperando, ya que lo único que hizo fue observarlo fijamente.

- Son tres años de cárcel automáticos, quizás cinco por robo en arma de fuego y si tienes antecedentes puedo hacerte quedar en diez. ¿Estás seguro que quieres eso?

Su voz sonó firme, incluso me sorprendió la forma en que lo trataba, como si esta situación fuera algo normal en ella.

Y el chico en vez de decir algo, se acercó a esta y le dio un buen golpe en el rostro.

Al escuchar el grito de ella y verla caer al suelo, no pude evitar correr hacia su dirección.

El hombre no sé porque razón no reaccionó de inmediato al verme, en cambio ni alcanzó a mover el arma a mi dirección y yo ya la había hecho salir volado por los aires.

Intentó golpearme de inmediato, pero esquive su puño a mi rostro para girarme a la derecha y hacerle una llave con el brazo, inmovilizándolo al instante, y al tenerlo ya sujeto no dudé en acercarme a su oreja.

- No arruines tu futuro niño, la policía viene ahora mismo y será mejor que corras antes de que te pillen. - le susurré mientras giraba mi cabeza en dirección a la mujer la cual tenía el móvil en mano. -Este asintió nervioso. - golpéame y sal de aquí. - dije soltando mi agarre.

Y de inmediato un rodillazo en mi estómago me hizo caer al suelo.

El chico corrió de inmediato para desaparecer de la escena, y yo por mi parte me lamentaba intentando que el dolor fuera disminuyendo.

- ¿Estás bien? - la voz de la señora Alice me hizo girarme a su dirección, cerrando los ojos un momento para asentir. - Déjame ayudarte.

Esta me dio una mano para enderezarme, la cual acepte de inmediato.

El golpe había sido fuerte, pero no era nada grave y debía salir de ahí lo antes posible.

- ¿Está usted bien? - pude decir observando su rostro, el cual dejaba ver una mejilla enrojecida.

- Nada que el tiempo no cure.

Nos quedamos en silencio, a lo que yo de inmediato al recordar que la policía debía venir en camino hablé.

- Tengo que irme. - le dije tomando la mochila que había dejado en el suelo a unos pasos.

- Espera. - esta se acercó por detrás, a lo que no tuve alternativa en darme la vuelta. - Muchas gracias, cualquier cosa que necesites aquí tienes mi tarjeta. - extendió su mano hacia mí, y yo la cogí.

- Alice Liliane Cox Walton. - leí en un susurró, en donde salía escrito su número telefónico y el nombre de la fiscalía en el que trabajaba.

Alcé la vista hacia ella, sin entender porque hacia esto.

Y no dude en entregarle de vuelta en sus manos la tarjeta.

- Lo siento, pero no quiero nada de usted.

No quería sonar grosero, y ella al parecer lo comprendió, me observó sorprendida un momento con la tarjeta en mano, para luego sonreírme a medias y llevársela al bolsillo de sus pantalones grises.

En el momento en que iba a volver a retomar mis pasos hacia el coche que Marcel me había prestado escuché el sonido de las patrullas acercándose.

Alterándome de inmediato.

Mierda.

El recuerdo de todos esos años de escapadas, golpes, sirenas, persecuciones, arrestos...

Reformatorio.

No iba a ir a la cárcel. - me repetí en mi cabeza.

Y no dude en correr.

Necesitaba desaparecer de ahí, no iban a cogerme.

Escuché unos gritos detrás de mí, pero no hice caso, necesitaba desaparecer.

A lo que un recuerdo me sacudió de inmediato.

- Y miren al nuevo, de seguro su madre debe ser una preciosura. Voy a cogérmela cuando salga de aquí, ¿Ustedes quieren también?- varios asintieron. - De seguro es una puta. - su rostro se acercó a mi mejilla, intenté zafarme para partirle la cara, pero no pude, me tenían inmovilizado entre tres chicos más. - ¿Es una puta amigo?

No dije nada, esperé que este volviera a colocar su rostro frente a mí y no dude en escupirle.

- No soy tu amigo. - solté, no iba a caer en su juego.

Este soltó una carcajada, lo que hizo enfurecerme aún más.

- Pensé que nos llevaríamos bien nuevo, pero al parecer no será así. - volví a forcejear para poder matarlo de una vez, pero lo siguiente que sucedió fue sentir su puño directo a mi nariz.

Y antes de que pudiera incluso caer en cuenta de lo que sucedía sentí como los que me habían inmovilizado comenzaban a golpearme una y otra vez, cayendo al suelo.

El sonido de las rejas abriéndose y las pisadas de los guardias acercándose me dejó claro que al menos en el reformatorio se preocupaban más de las personas que como lo hacían ahí afuera.

- Te has salvado por esta vez, espera a lo que vendrá todo el tiempo que estés aquí puta, nos divertiremos más de lo que te imaginas. - me gritó el imbécil.

Y lo siguiente que recuerdo fue como perdí la conciencia cuando un pie impacto nuevamente en mi rostro.

Volví a la realidad cuando sentí que me derribaban, alcancé a colocar mis manos en la calle antes de impactar al suelo, disminuyendo el dolor de la caída.

Nervioso intenté levantarme de inmediato.

No iban a arrestarme. - me dije sacándomelos de encima.

Pero no pude.

Los policías eran mayoría.

Con la respiración acelerada no sabía qué hacer, sentía el corazón salirse de mi pecho.

No podía sucederme esto.

- Quieto chico. - me susurró uno de ellos. - Cuanto más intentes resistirte peor serán las consecuencias.

- Yo no, yo... - balbuceé pasmado, no podía creer que esto estuviera sucediendo.

No iba a volver ahí.

No iba a ir a la cárcel.

- Revisa la mochila. - escuché decir a uno de ellos sacándola de mi espalda mientras yo gritaba a todo pulmón.

- ¡No! ¡No! ¡No! ¡Por favor no! - repetía en el suelo, a lo que mordí una de las manos que me sujetaban, aprovechando la oportunidad para sacarme a uno de encima golpeándolo en el rostro.

De inmediato intenté llegar a los dos policías que abrían la mochila, pero en el momento en que estaba a punto de quitárselas de las manos alguien por detrás me detuvo, haciéndome caer al suelo nuevamente.

- ¡Quieto ya!

Estaba perdido.

Seguí forcejeando una y otra vez, pero fue en vano, mis ojos estaban fijos en el momento en que uno de ellos dio vuelta todo el contenido de la mochila en el suelo, dejando ver varios paquetes envueltos en plástico, el cual abrieron con una navaja, dejando ver en el primero marihuana y en el segundo cocaína.

- Métanlo en la patrulla, ahora mismo. - dijo él que parecía ser el más importante de todos los ahí presentes.

- Por favor, no, no lo hagan, no puedo volver ahí dentro. - comencé a balbucear en el momento en que sentí como me esposaban. - No es lo que parece, ustedes no entienden. ¡No! ¡Yo no puedo volver ahí! - grité implorándoles.

Pero no hubo respuesta.

En cambio entre tres de ellos me empujaron hacia la patrulla y lo único que pasaba por mi cabeza era el hecho de que iba a volver a estar encerrado.

Iba a volver a mi peor pesadilla.

- ¿Qué estás haciendo Walter? Él no fue el que me robó, suelta al chico ahora mismo. - la voz de la señora de hace un momento se escuchaba detrás de mí, pero ya no importaba.

- ¿Sabes cuanta droga llevaba en la mochila?

- Es imposible, él me ayudo. No es un criminal.

Hubo un silencio, en el cual me hicieron entrar al coche mientras yo intentaba resistirme, pero fue imposible.

- Alice, esto es un delito grave, si tienes algún reclamo que hacer nos veremos ante tribunales, ahí podrás decir lo que quieras, pero ahora déjame hacer mi trabajo.

Le eché un vistazo por la ventana a esa mujer, sus ojos estaban fijos en mí. Y lo que antes había sido una sonrisa orgullosa, amigable y cariñosa ahora era todo lo contrario, esta tenía los ojos clavados en los míos, esperando una respuesta, una explicación razonable. Su boca estaba cerrada mostrándome una fina línea y su semblante parecía...

Decepcionado.

Ella no se esperaba esto de mí.

Y no sabía porque razón, me dolía.

De una u otra forma esa señora había visto a ese Oliver que tanto había querido ser, había visto una faceta en la cual yo no era el malo de la historia, en el cual yo elegía las decisiones que tomaba en mi vida.

Pero ahora ella se había dado cuenta de que era una fachada, de que lo que había visto en mi no era real.

Que solo era otro delincuente más.

Pero yo no quería serlo.

Y ya era tarde para ello.

- No tuve elección. - susurré sin apartar la vista de ella.

Y aunque un vidrio y varios metros nos separaban su reacción al abrir la boca y fruncir el ceño a mi dirección me dejó más que claro que ella había entendido mis palabras.

El coche se puso en marcha enseguida, sin dejarle tiempo de reaccionar.

Quería mirar hacia atrás, pero no lo hice.

Me mantuve quieto, sin poder creerme aun que todo esto estuviera sucediendo.

Y era que al parecer personas como yo no tenían otro destino que este.

Esa era la realidad, las personas con dinero siempre actúan acorde a la justicia, ya que siempre las beneficia, en cambio personas sin éste siempre acabaran con romperla con la esperanza de llegar a ser algún día como ellos.

Siendo yo un claro ejemplo de que era cierto.

De que hay dos clases de personas en este mundo, las que viven y las que sobreviven.

Y esperaba poder seguir de pie a pesar de lo que venía ahora.

Porque no estaba seguro si quería seguir luchando para ser esa clase de persona el resto de mi vida.

_____________________

Listo el segundo capítulo de MISY, ¿Qué les ha parecido? Sé que es muy distinta a MAG, pero bueno, eso es lo que hay :D

¿Les han gustado algunos personajes? ¿GusGus? ¿Vince? ¿Tony? ¿Marcel?

Y bueno, luego conocerán a más todavía.

Oliver "Tuerca", nuestro protagonista ¿Qué les parece?

Espero ver sus votos y comentarios LARGOS (que me encantan) y si no es así lo que quieran decirme, acepto todo tipo de críticas jajaja.

¿Qué creen que sucederá? Recuerden que amo la intriga, la sorpresa y los secretos. A ver si pueden deducir algunas cosas.

Saludos.

J. Rosewell.


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