La Quimera

Od Cisley

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Ed es un leñador cuyo sueño ideal es vivir una vida tranquila y sencilla, alejado de toda tecnología posible... Více

Comentario inicial
Entrada
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1)
Capítulo 8 (Parte 2)
Capítulo 9
Capítulo 10
NOTA ACLARATORIA
(Relleno) Pacto de hermanos - Unión de sangre (1)
Pacto de hermanos - Unión de sangre (2)
Capítulo 11
Capítulo 12
NO ES UN CAPÍTULO
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Sombras del pasado

Capítulo 13

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Od Cisley

cambios de escena estarán => (°°°°°°°°)

 cambios de narración de los personajes => (*-*-*-*-*-*)

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¿Qué hacía allí? ¿Por qué justo ahora? Ellos nunca salían en pleno día y mucho menos en lugares como Little river, donde el sol estaba presente en todas las épocas del año. Ellos no se exponían de ese modo sin un buen motivo.

El cuerpo tenso de Ed no sabía a qué dirección moverse, la presencia de la criatura alteró tanto a Kym que el poco control que demostró durante la pelea se esfumó por completo. Acercarse a ella sería un peligro para ambos, pero acercarse a esa criatura también lo era, un maldito chupasangres. Qué jodida suerte tenía para que apareciera uno de su clase justo el día de entrenamiento.

Kym volvió a rugir tras su espalda. El corazón de Ed palpitaba con fuerza. Esto era malo, muy malo. La última vez que Kym se convirtió en esa cosa solo logró hacerla entrar en razón demostrándole que no había peligro, que nadie quería hacerle daño, ¿pero ahora cómo? Leo se rehusaría a dejar su transformación, además que el maldito chupasangres no podía dejarla porque todo él era eso, su asqueroso olor le revolvía el estómago. Sin ser consciente gruñó en su pecho. No había otra cosa que odiara más que a los vampiros.

Se obligó a controlarse. Con Leo y el chupasangre, Kym ya tenía bastante para sentirse en peligro, él no iba a sumárseles. Además que había algo más importante de por medio, ¿quién era Amélie?

La silueta negra avanzó un solo paso, de no estarlo viendo fijamente Ed no lo habría percibido. Pero él no era el único que lo observaba con atención.

Sintió un agudo golpe en su espalda antes de caer al suelo. Entre dientes soltó una maldición por la embestida. Un escalofrío lo recorrió al recordar quién estaba detrás de él. Levantó la mirada justo en el momento en que un cuerpo gigantesco se abalanzaba sobre la silueta negra.

«¡Kym¡».

El chupasangre se hizo a un lado con facilidad. Ed no se inmutó. Su especie era la más rápida que conocía. Pensó que Kym daría la vuelta para volver al ataque, más se sorprendió al ver la enorme cola con púas impactar en un costado de su contrincante y dirigirlo justo donde estaba él. Se quedó paralizado. No tenía tiempo de huir. No tenía tiempo de transformarse.

Una sacudida lo alzó del suelo. Rodó varias veces sobre sí antes de detenerse. A la distancia escuchó un gemido contenido seguido del crujir de la tierra.

Ed se levantó confuso. Antes que el vampiro diera con él algo lo apartó. Miró alrededor. El lugar donde antes había estado tenía la tierra removida en una línea recta que terminaba en dos cuerpos que luchaban entre sí en el suelo. Ed por un segundo estuvo a punto de ir hasta donde ellos al reconocerlos, pero se detuvo. Leo tendría que arreglárselas solo con el chupasangre. Buscó a Kym. Seguía de espaldas a todos ellos, sin moverse.

Avanzó con cuidado hasta donde ella. Sentía la piel erizada. Todos sus sentidos le advertían que se alejara o se convirtiera para enfrentar el peligro. Su lento andar se detuvo a la distancia de tres metros. El corazón le martilleaba el pecho. Los oídos le zumbaban.

—¿Kym?

No hubo respuesta.

Acortó las distancias temiendo que en cualquier momento Kym se diera la vuelta y lo matara. Él no podría defenderse, tampoco se creía capaz de hacerlo. La rodeó hasta situarse justo frente a ella. Contempló la expresión salvaje de su rostro. Su melena estaba erizada. Sus músculos faciales estaban contraídos en una mueca de furia, mantenía la mandíbula tensa, mostrando la gran mayoría de sus dientes. De sus grandes colmillos brotaban gotas de saliva que iban a parar a sus patas.

Kym no le tomaba mayor importancia. Ed tampoco. Su mayor atención se encontraba en sus ojos llenos de ira. No había ni una pizca de racionalidad, era instinto, solo eso. Ed lo sabía, conocía esa mirada por Leo y por él mismo cuando se vio reflejado una que otra vez en los ojos de sus víctimas antes que soltaran el último aliento.

Avanzó un paso. En Kym había algo distinto de ellos dos. Toda ella era distinta, era mucho más fuerte de lo que él creía. Los ojos de Kym, por muy salvajes y furiosos que estuvieran se alternaban del rojo vivo al café. Ella luchaba por retomar el control sobre su cuerpo y sus emociones. Por eso no se había movido después de atacar al vampiro, si lo hacía la bestia tomaría todo de ella.

—No pasa nada, Kym, nosotros nos encargaremos —le habló lo más suave que pudo, resultaba difícil cuando todo dentro de él le imploraba que se alejara.

Alzó la mano despacio, el pulso le temblaba. Tomó aire. Sin apartar la vista de los ojos de Kym posó su mano sobre su frente.

Deseó no haberlo hecho.

En cuanto su piel rozó el pelaje de la enana los ojos salvajes lo enfocaron con un rojo tan intenso como la lava. Lo embistió con la cabeza antes de darse la vuelta para abalanzarse sobre las otras dos criaturas que batallaban a unos metros de ellos.

Ed observó con horror desde el suelo cómo Kym se hacía con el vampiro en sus fauces y lo apartaba de Leo. Parecía querer partirlo en dos solo con sus dientes. Lo sacudió de un lado al otro una y otra vez antes de lanzarlo al aire.

Ed pensó que Kym esperaría su caída para darle el golpe de gracia. La bestia no lo perdía de vista, pero empalideció al ver cómo la enorme cola enterraba sus púas en el torso del vampiro y lo encajaba firmemente al suelo. Una oleada de brisa le hizo contener el aliento. Ninguna criatura podría sobrevivir a algo así.

Para su sorpresa un grito de dolor inundó el ambiente. El olor a piel quemada llegó hasta sus fosas nasales. Ed se levantó sin poder creer lo que veía. El vampiro se retiraba lo más rápido que le permitían sus fuerzas, un imperceptible vapor emanaba de su cuerpo. Kym no podría alcanzarlo, no con la velocidad que él llevaba, y lo sabía. Pequeñas chispas de fuego se acumularon en su hocico abierto hasta iluminar el interior de sus fauces.

Ed quiso correr, detenerla. Cuando ella volviera en sí lamentaría todo eso, más le era imposible. No podía moverse. Tenía miedo. Kym era letal. Kym representaba un peligro.

Salió de su ensimismamiento cuando Leo goleó a la bestia de tal manera que su enorme cuerpo se elevó del suelo por breves segundos antes de rodar sobre sí e impactar contra un árbol. La bola de fuego por fracción de centímetros erró el objetivo.

—CONTENLA —rugió Leo antes de seguir la figura distante del chupasangre.

Ed reaccionó no por los rugidos de su hermano, sino por los leves movimientos de Kym al incorporarse. Corrió sin pensar en otra cosa que no fuera detenerla. Al ver sus ojos rojos convirtió sus manos en garras para enterrarlas en los hombros de la bestia. El rugido de la enana fue el peor golpe que recibió.

—¡Ya basta, Kym! ¡Basta!

Los ojos de la bestia lo enfocaron. Ed la aprisionó contra el árbol, convirtiendo parte de su torso y piernas en cuerpo de hombre lobo. Kym lo golpeó una y otra y otra y otra vez para liberarse. Ed se mordió el labio. Ella tenía mucha fuerza y estaba seguro que con él no la utilizaba toda.

—Se fue, Kym, se fue. No volverá. No te hará daño.

Los golpes remitieron.

—Basta, Kym.

La respiración de Kym pasó a convertirse en un fuerte jadeo. Los golpeas cesaron pero Ed no aflojó la presión.

—¿Ya no lo percibes, verdad? Estás a salvo ahora.

Varios minutos pasaron sin que ninguno de los dos se moviera.

—¿Kym?

Ed dejó de enterrarle las garras cuando sintió que el cuerpo de Kym se destensaba. La bestia daba paso a la enana. Se apartó un poco de ella para verla, pero desistió al encontrarse con su cuerpo desnudo. Rápidamente volvió a su forma humana para quitarse la camisa. Se la tendió, sin advertir que gran parte de la tela estaba hecha jirones. Kym no la tomó.

—¿Se fue?

El tono ausente de la enana lo obligó a observarla. Los ojos de Kym estaban vacíos, parecían enfocarlo, sin embargo miraban más allá de él.

Ed pasó la camisa por sobre su cabeza, levantó sus brazos con cuidado, ignorando las profundas heridas que le causó al contenerla, para pasarlos por las mangas. Kym no reaccionó. Su cuerpo parecía igual de ausente que su voz, que sus ojos. Le dolía verla así.

—Sí.

Esa respuesta bastó para que la enana cayera sobre él. Había perdido el conocimiento.

«Tiempo sin verte, Amélie», recordó Ed al tomar a Kym en brazos.

Amélie.

—¿Eres tú, Kym? —El rostro de la enana fue su única respuesta.

*-*-*-*-*-*

Marilú irguió su cuerpo al terminar de vendar la pierna del pequeño niño que se restregaba el rostro para deshacer el camino de lágrimas. Era increíble cómo los niños se exponían a riesgos innecesarios. Examinó al pequeño una última vez con la mirada antes de dirigirse a la madre.

—Si sigue las indicaciones que Doc les dio junto con los medicamentos no habrá ningún inconveniente en su recuperación.

—¿Será suficiente? —Preguntó la mujer angustiada viendo las vendas que empezaban a endurecerse.

—Siempre y cuando no vuelva a jugar con sus amigos para ver quién salta desde lo más alto de las escaleras, yo no me preocuparía.

El niño se encogió al recibir la mirada molesta de su madre.

—Sobre esto —habló la madre aún ceñuda mirando el récipe —, quisiera discutir algunos de los medicamentos, es que por lo general procuramos no ingerir químicos, ¿es posible sustituir esto por algo más natural? —Al hacer la pregunta Marilú notó el gesto desdeñoso poco disimulado.

Contuvo un suspiro en su pecho. «Sé profesional».

—Puede hablar con el doctor José sobre ello. Acompáñeme.

Al quedar de espaldas se dio el lujo de voltear los ojos. Natural, natural, natural. Cada vez eran más los pacientes que buscaban medicina natural, no entendía cómo Doc no se desesperaba con ellos. En cuanto vislumbró a Doc se alejó de la madre natural, prefería ir en busca de las muletas del pequeño que quedarse a escuchar los pros y los contras de cambiar los medicamentos recetados.

Bien sabía que en algún momento debía aprender de Doc para sobrellevar todas esas situaciones, pero ese no sería el día. Marilú tomó una bocanada de aire al entrar en la última habitación para los pacientes. A diferencia de las otras, allí guardaban los materiales grandes o llamativos para que los niños no curiosearan. Marilú se acercó al armario para tomar un par de muletas para niños. A lo lejos podía escuchar los murmullos de la conversación entre Doc y la mujer. Los ignoró. Empezaba a recuperar el buen humor.

Volvió sobre sus pasos hasta ingresar nuevamente en la habitación del pequeño. Le tomaría un mínimo de tres meses volver a caminar sin ayuda.

—Natural, natural, natural. Puajj, odio lo natural, los caramelos saben mejor. —Marilú sonrió. Ese sí que era un comentario sensato.

Su sonrisa se deshizo al ver algo inquietante a través de la ventana. No supo por qué se sintió así, solo pudo pensar en Ed, en esa chica desnuda y en la bestia que se rumoreaba que andaba por el bosque.

El pequeño al ver su rostro siguió la línea de su mirada.

—Wow, ¿qué fue eso? Es igual a un fuego artificial. De día no suelen lanzarlos.

«Porque de día no se ven, solo se escuchan», pensó Marilú. Fue entonces cuando se percató que no hubo sonido de detonación. Un fuego artificial era una buena comparación aunque no exacta. La luz que vio era más parecida a una llamarada que a un conjunto de chispas, pero el fuego no podía alcanzar esa altura... ¿o sí? Se mordió el labio. ¿Un incendio? Por alguna razón no lo creía probable. La llamarada se veía impulsada en una línea curva, como si hubiera sido planeado.

Con gesto ausente dejó las muletas apoyadas a un lado de la cama. El pequeño seguía distraído buscando más «fuegos artificiales».

Se rumoreaba que una bestia habitaba en el bosque, aunque se decía que esa gran bestia sanguinaria solo salía por las noches, ¿entonces por qué relacionaba esa llamarada con esa bestia? Era una locura.

Marilú dejó de morderse el labio al sentir una punzada de dolor. Era una locura el hilo de sus pensamientos, sin embargo eso no podía compararse con la resolución que empezaba a tomar forma en su cabeza.

Si quería alguna respuesta debía ir por ella, aunque no sabía si esa era la verdadera razón por la que se mostrada tan inclinada a ir al bosque de la bestia. La imagen de Ed y Kym juntos no dejaba de rondarla.

*-*-*-*-*-*

Golpeado, cansada y confuso caminó hacia la casa de Ed. No sabía si lo que estaba a punto de hacer era lo mejor, una buena parte de su ser le decía que no, pero otra asentía ante sus actos. Podía entenderlo en cierta parte y odiaba hacerlo. Adolorido, miró una vez más a sus espaldas, el chupasangre le seguía, cubriéndose en las sombras que encontraba y tapando su cuerpo como podía con lo que le quedaba de ropa. Leo odió su determinación, era la misma que él había mostrado cuando Ed se convirtió en hombre lobo.

Rugió. Estando el chupasangre cerca no podía volver a su forma humana, y estando convertido le sería difícil contener a Ed. Lo odiaría por lo que estaba haciendo, él mismo se odiaba.

Soltó un rugido al escuchar los pasos de su hermano salir apresuradamente de la casa. Tenía el rostro enfurecido y la respiración contenida. Los había olfateado. Leo pasó a su forma humana al ver que Ed se convertiría. Gritó de dolor cuando todos sus huesos se reubicaron, tardaría en sanar, lo sabía.

—¡¿Qué coño has hecho?! —Gritó Ed con voz grave.

—No lo entiendes.

—¡Si ella lo ve...! ¡Si ella lo ve enloquecerá!

Leo se le fue encima al sentir al chupasangre pasar por su lado. Ed rugió. Intentó hacerlo a un lado pero su hermano había olvidado quién era el fuerte de la familia. Leo lo afirmó al suelo con dificultad. Le dolía el cuerpo, le dolía mucho.

Recibió una mirada envenenada de su hermano.

—¡SUÉLTAME!

—¡Escúchame! —Lo golpeó contra el suelo dos veces.

—Irá por Kym. Tengo que...

—¡La conoce! —Ed dejó de luchar. Le miró con desconfianza —. Él no le hará daño. —Cerró las manos en puños al tiempo que apretaba la mandíbula.

Conocía la historia, toda la jodida historia entre ese monstruo y el chupasangre, y lo que más deseaba en esos momentos era jamás haber tenido algún conocimiento sobre ella. 

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Espero que les gustara este capi. Me tomo un tiempito para AGRADECER infinitamente a todas las personitas nuevas que me han dejado tan hermosos comentarios *-* También por los votos que han dejado. Me hicieron el día muchas veces cuando llegaba a casa.

A partir de este capi ya comienza el verdadero drama, las respuestas tan deseadas ya vendrán y muchos giros se desarrollarán.

Se me cuidan mucho y sigan disfrutando de la lectura <3

PD. Estaré respondiendo todos los comentarios en lo que queda de semana <3 


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hola gente esta es mi primera historia espero les guste tratare de hacer lo mejor que pueda y tratare de actualizarla constantemente