Ellipsism

By CrisxMili

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"Un sentimiento de tristeza por no saber como va a acabar una historia" More

Antes de leer
Capítulo 1
Capítulo 3

Capítulo 2

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By CrisxMili

Cyara mordisqueó su labio inferior indecisa, si estuviera en sus cinco sentidos probablemente diría que esto se trataba de una locura, pero el alcohol en sus venas le hacía ponerse más sincera consigo misma y con lo que deseaba.

Y a Freya la deseaba.

Independientemente de si era una mujer, ella se había puesto cachonda con los besos que le daba, sabía que cualquier cosa con ella resultaría caliente.

—Tú ganas, llévame a tu casa y haz que no me arrepienta de la decisión que estoy tomando.— dijo alzando sus cejas.

Freya sonrió de oreja a oreja con solo escuchar las palabras de la rubia, pareciera que Dios había escuchado sus plegarias.

—Nena, créeme que harás de todo menos arrepentirte.— aseguró guiñándole un ojo.

Tomó su mano para guiarla fuera del lugar, su casa se encontraba relativamente cerca pues llegarían en menos de veinte minutos en coche. Que sonora una canción de Michel Morrone no ayudaba en nada al estado de Cyara, la voz de ese hombre era porno auditivo para ella, lo que hizo que se removiera incómoda en el asiento. Era más que consciente que sus bragas se encontraban empapadas y todo a consecuencia de la morena que conducía con la vista al frente, pero que no le había pasado por desapercibido el movimiento de la joven.

—Ya estamos aquí.— le informó cuando detuvo el coche frente a su casa.

Ambas salieron para caminar hasta la entrada de la casa, las dos repararon en el cielo por instinto: la oscuridad lo envolvía dándole un toque de misterio al paisaje frente a sus ojos.

—No hay estrellas esta noche, es una pena.— opinó Freya mientras se dedicaba a abrir la puerta de su casa.

—Esta noche las que brillamos somos nosotras.— dijo Cyara con una sonrisa divertida en los labios.

Freya compartió con ella una mirada cómplice y, tras encender las luces, la llevó consigo al segundo piso. Específicamente a su habitación.

A la rubia no le dio tiempo a reparar en el lugar y, sinceramente, tampoco es que le importa demasiado. Los besos de la morena la envolvían hasta el punto de no querer recordar su propio nombre, era suficiente con centrarse en lo deliciosos que se sentían sus labios.

Cumplió con la promesa de arrancar el vestido que tenía ceñido al cuerpo y de acariciar con sus manos cada milímetro de su suave piel.

—Nena, mírame.— pidió en el momento que le deslizaba las bragas por las piernas hasta finalmente quitárselas.

—¿Qué vas a hacer?— cuestionó curiosa, sus ojos verdes brillaban con la lujuria del momento y eso fue suficiente para que Freya se calentara más.

—Voy a sabotearte...— susurró, su cálido aliento chocó con la piel de la rubia y le hizo soltar un placentero suspiro—. Voy a comerte el coño como ningún hombre ha hecho jamás.

Separó sus piernas y se relamió los labios antes de llevar su boca a su centro húmedo.

Había una ventaja en todo esto, por supuesto que la había, una mujer sabía los puntos débiles de otra mujer. Sabía las cosas que más excitaban y que más deliciosas se sentían.

Un hombre necesitaba más de una noche para eso.

Cyara se vio a sí misma enredando sus dedos en el largo cabello de Freya, retorciéndose de placer gracias a su experta lengua y a sus perfectos labios, gimiendo su nombre como probablemente nunca antes había gemido el de nadie.

Freya acaricia el coño de su acompañante con celeridad, la mano de la morena recae en el seno izquierdo de la rubia, comenzando a juguetear con los pezones de ésta.

—¿Quieres que pare, Cyara?—pregunta Freya mirando los ojos verdes de ella.

—Ni se te ocurra—articula Cyara cerrando los ojos de repente.

La morena sonríe. Mueve su boca deleitándose con la humedad de su chica, para ella era eso, su chica. Cyara gime cuando Freya tira de su pezón y hunde su lengua en aquella parte suya.

La morena degusta el coño de la rubia con deleite, le gustaba, ¿Cuantos hombres habían pasado por Cyara? ¿Uno? ¿Dos?. No lo sabía con exactitud, pero de lo que estaba segura es que ella no estaba viviendo su vida sexual plenamente.

La mano que antes estaba estrujando y acariciando los pechos de Cyara, había bajado hasta llegar a aquel punto sensible de la mayoría de las mujeres, el clítoris.

Freya comenzó a mover su pulgar contra el clítoris de Cyara, haciendola gemir involuntariamente; la morena continúa con sus movimientos expertos, torturando a la rubia.

La mano libre de Freya se había  descendido hasta en medio de sus piernas y comenzó a masturbarse ella misma, disfrutando del sabor de la rubia.

Freya observó a la chica, sin despegar sus labios de aquella parte suya, Cyara tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, de dónde escapaban gemidos ahogados.

—¿Te gusta?—pregunto Freya chupando el coño de la rubia, mientras mantenía su mirada fija en ésta.

—Si, me gusta—apenas puede decir debido a la lujuria y excitación que sentía en esos momentos.

Freya levanta las piernas de la rubia y las coloca sobre sus hombros para así poder saborear profundamente toda su intimidad.

Ella apenas puede contener los gemidos, gemía el nombre de Freya como si fuera la única cosa que sabía decir. La morena estaba gustosa de oír su nombre provenir de esos labios rojos.

La espalda de la rubia se arquea y Freya mete uno de sus dedos en el interior de ella, arrancándole un gemido bastante audible.

Para muchos, el sexo oral era un tabú, pero para Freya era la cosa más excitante que se pudo haber creado; ¿A quien no le gustaría ver las expresiones faciales de su pareja mientras juguetea con su zona íntima?.

Cyara se deja caer en la cama, consumida por un orgasmo abrasador, el primer orgasmo de la noche y Freya se aseguraría de que tuviera muchos más que ese.

La morena se levanta del suelo, saboreando los fluidos de la rubia quien permanece recostada en la cama.

Freya se deshizo de cada prenda suya a velocidad de la luz, quedando desnuda frente a Cyara, quién desde la cama observaba el cuerpo de la morena.

Si tratarán de descifrar cual de las dos tenía el cuerpo más maravilloso, sería difícil, puesto que, ambas eran hermosas.

Freya se acerca hacia la cama, Cyara la mira sonriente. La morena llega hasta la rubia y sube sus piernas, cruzandolas con las de su compañera.

Freya acomoda sus cuerpos, uniendo sus centros; comienza a mecer sus caderas sobre la rubia, provocando fricción entre sus cuerpos. Cyara recibe sensaciones nuevas, nunca se había imaginado estar así, con una mujer.

La morena menea sus caderas de un lado a otro, en un movimiento tan rápido pero a la vez, tan lento. Cómo puede se acerca al rostro de Cyara para besarla con pasión.

Cyara no se niega, hasta puede sentir su sabor en los labios de Freya.

—Me gustas—musita Freya entre los labios de la rubia.

Cyara no dice nada, permaneciendo callada, tal vez por el placer que le proporcionaba la morena o porque simplemente no sabía que responder a eso...

(•••)

Al despertar Freya mira a la rubia que permanecía desnuda a su lado de la cama, sus pechos estaban llenos de marcas que se hacían notables contra su piel. Vaya que ambas habían tomado en serio lo de "la noche es larga", estuvieron hasta aproximadamente las seis de la mañana haciendo cosas... No aptas para todo público.

Freya miró su cuerpo y efectivamente tenía chupones en los senos al igual que en distintas partes de ella; toma la almohada para hundir su rostro en ésta y dejarse caer en la cama.

Siempre había considerado que los chupones son muestras de pertenencia a una persona, nunca había dejado que nadie en su vida le hiciera uno. ¿Por qué había dejado que esa rubia de ojos hipnotizantes lo hiciera?.

Niega con la cabeza repetidas veces hasta que cae en cuenta de que una parte de ella quiere pertenecerle a Cyara.

Por muy loco que suene, cuando la vio, sola con un porte sensual e inocente a la vez, la atrajo, no solo sexualmente. Cyara le hizo experimentar algo que creyó falso.

¿Podríamos llamarle maripositas en el estómago?, Por muy raro que suene, ella había sentido eso cuando la vio. Tras ese porte sensual, sexy, siendo una mujer seria... ¿En verdad sentía algo por alguien?.

Freya niega con la cabeza nuevamente.

En ocasiones... Odiaba al alcohol, pero en la noche, el alcohol en su sistema no era bastante alto. Cyara se remueve a su lado, Freya saca la almohada de su rostro encontrándose con la mirada verdosa de la rubia.

«¿Quiero despertar todos los días viendo ese rostro? Definitivamente sí». Fue lo que pensó la morena.

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