Aiden

By JaimeMijares

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Ethan quedó mentalmente destruido después de pasar por un muy fuerte trauma, y en un intento de mejorar su sa... More

Prólogo
Personajes
Capítulo 1: El nuevo vecino
Capítulo 2: Isabel
Capítulo 3: Charlestone es mi territorio
Capítulo 4: Los secretos de Ethan
Capítulo 5: Otro asesinato
Capítulo 6: Pesadillas
Capítulo 7: ¿Quieres ser mi novia?
Capítulo 8: La mentira se volverá realidad si finges lo suficiente
Capítulo 9: La calma antes de la tormenta
Capítulo 10: Feliz cumpleaños, Ethan
Capítulo 11: Psicópata
Capítulo 12: Me gusta su hipocresía
Capítulo 14: Rabia
Capítulo 15: El discurso
Capítulo 16: Tenemos que hablar
Capítulo 17: Manipulador
Capítulo 18: Desde que conocí a Ethan
Capítulo 19: ¿Por qué lo hice?
Capítulo 20: Steve Stevens
Capítulo 21: Fue mi culpa
Capítulo 22: La maldición de Charlestone
¿Qué les parece este dibujo?
Capítulo 23: Esto es increíble
Capítulo 24: Destrúyeme
Capítulo 25: La dura realidad
Capítulo 26: Las cosas empeoran
Capítulo 27: El amor de un padre
Capítulo 28: Confrontación
Capítulo 29: Revelaciones y más revelaciones

Capítulo 13: ¿Qué debo hacer ahora?

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By JaimeMijares

Ethan

Ya ha pasado una semana desde que Aiden y yo tuvimos esa extraña conversación.

Esa maldita conversación no deja de rondar mi cabeza. Mis reacciones con él han sido más naturales y espontáneas de lo que debieron ser.

Cada vez me acostumbro a Aiden y eso no está bien. Bajar la guardia es un error que no debo cometer.

Traté de salir de esa situación con una verdad a medias, pero lo más probable es que Aiden no me haya creído.

Él sabe que estuve en su casa, pero no tiene manera de saber que encontré algo.

Aún así no debo confiarme.

Con Aiden hay dos errores que no puedo cometer: bajar la guardia y subestimarlo.

Cualquiera de ambas le daría a Aiden el poder para destruirme.

No he dejado de pensar en lo que he encontrado.

Psicópata

Eso explica varias cosas, entre ellas su falta de sueño

Cuándo me di cuenta, quedé impresionado. Pero luego...

Luego ya no me asustó. Cualquiera se alarmaria sabiendo que su vecino es un peligroso inestable mental.

Pero yo no le tengo miedo a Aiden.

Aún sabiendo que está loco, no le tengo miedo, ¿por qué?

Entre locos se entienden.

En serio debo dejar de recordar eso, ¿entre locos se entienden? Yo estoy bien, no me pasa nada.

Sacudo mi cabeza para alejar esos pensamientos.

Eso no es lo importante. La razón por la que no le tengo miedo a Aiden, no creo que tenga alguna relevancia de momento.

El hecho de tener ésto me da una posible arma contra Aiden.

El problema es que no sé cómo proceder ahora.

Por un lado, si le enseño esto a la policía sabrán lo peligroso que es Aiden y lo vigilarán más.

Por otro lado, esto no prueba absolutamente nada.

Que Aiden es psicópata sólo prueba que sí sería capaz de asesinar a alguien, pero no necesariamente que lo haya hecho.

Y además, ¿cómo se lo haría llegar a la policía? De seguro se preguntarán cómo conseguí esta información, y no quiero tener que explicar que cometí un crimen para conseguirla.

Tengo que pensar muy bien las cosas.

En la casa de la señora Gutiérrez, no elegí bien mis palabras y sólo logré que se enojara conmigo y me corriera.

Cuando me metí en casa de Aiden, el pánico me pasó factura y dejé la puta ventana abierta.

He tenido buenas ideas, pero por descuidado no me salieron bien.

Y cómo olvidar lo de la fiesta clandestina. Cuándo explote de ira frente a Aiden exponiendome a él.

Rayos, he hecho las cosas demasiado mal.

Okay, debo calmarme.

Aún tengo un arma contra él, y si bien es cierto que estoy un poco estancado, con el tiempo lo resolveré.

Aunque pensándolo bien, ¿cuánto tiempo tengo para resolverlo? El asesino se ha tomado un descanso de matar gente, pero es imposible saber cuándo empezarán de nuevo los asesinatos.

Esto es un maldito desastre.

Muy bien, debo organizarme. A partir de este momento debo empezar a actuar con más cuidado. Ya no más de dejarme llevar por impulsos
ni dejarme dominar por el pánico.

La cuestión aquí es: ¿qué debo hacer ahora?

Todavía me queda pensar en cómo hacer llegar a la policía la información que conseguí. Es más, ni sé si deba hacerles llegar dicha información.

Me enteré del secreto de Hugo por la indiscreción de los policías, y de esa misma forma Aiden podría enterarse si los policías deciden irse de chismosos.

Ruedo los ojos.

¿Es en serio? Qué policías tan inútiles tiene este pueblo.

Le dije a Aiden que ya no sospecho de él, y aunque estoy seguro de que no me creyó, tal vez logre convencerlo y hacerlo bajar un poco la guardia.

Necesito más, esto que tengo contra Aiden no basta.

Ser psicópata sólo prueba que es capaz de cometer un crimen, más no es una prueba irrefutable de que lo haya hecho.

Necesito más, algo contundente, que destruya a Aiden de un golpe.

¿Pero cómo? Cuándo estuve en casa de Aiden no hubo piedra que no volteara y sólo conseguí lo que tengo ahora.

Me va a dar dolor de cabeza.

Cuando me propuse atrapar al asesino, debí pensarlo mejor. Esto es más difícil de lo que pude haber imaginado.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Me lavo los dientes y me doy una ducha.

Vuelvo a la habitación y me pongo algo cómodo porque hoy no tengo planes de salir.

Salgo de mi habitación y camino por el pasillo.

Cuando paso por la habitación de mis padres, la voz de mamá llama mi atención.

—Ethan está comenzando a preocuparme.

Dejándome llevar por la curiosidad, me acerco a la puerta y pego la oreja para tratar de captar algo.

—¿Qué es lo que te preocupa exactamente?—esta vez es mi padre el que habla.

—¿En serio no has notado cómo se comporta últimamente? Está más pensativo de lo normal, se acuesta a dormir tarde, hay que gritarle cuándo hablas con él porque parece tener la cabeza en otro lado. Incluso le empezaron a salir ojeras.

Mierda, he estado tan enfocado en destruir a Aiden que no me detuve a pensar que les estoy dando a mis padres señales de que algo me pasa.

¿Hasta qué nivel llega mi estupidez? La he cagado más veces de las que puedo contar.

Bueno, supongo que a la lista de cosas que debo hacer mejor, voy a tener que añadir comportarme menos sospechoso con mis padres.

Se hace un silencio, lo que me da a entender que papá se está tomando su tiempo para responder.

—Tal vez te estás preocupando sin necesidad, sabemos cómo es Ethan, ese chico no puede ver un hidrante porque pasa todo el día analizándolo y pensando en él.

Ruedo los ojos. Qué exagerado.

—Esto es diferente, y en el fondo tú también lo has notado, Ethan tiene algo.

—Hipotéticamente hablando, si a Ethan le pasa algo, no nos lo dirá, nos saldrá con que todo está bien y él es así.

Nota mental: variar mis respuestas para no ser tan predecible.

—¿No te has dado cuenta de que él empezó a actuar raro desde que Aiden llegó a Charlestone?

Abro los ojos como platos.

¿¡Es una maldita broma!?

—Sí, lo he notado. No creerás que es Aiden lo que provoca que Ethan actúe así.

Esto no puede estar pasando.

Papá ríe levemente, y eso me confunde.

Mamá también parece estar confundida—¿Qué te parece tan gracioso?

—¿Recuerdas la cena que tuvimos con Aiden? En la que Ethan le respondió tan toscamente cuándo Aiden nos preguntó por qué no viajamos.

Sigo sin ver la conexión.

—Sí, lo recuerdo.

—¿Recuerdas que antes de Charlestone, había un chico que a Ethan le gustaba y que lo trataba igual? A punta de insultos y sarcasmo.

Mamá parece estar sorprendida—¿A Ethan le gusta Aiden?

Quiero morir.

—Tú lo conoces, él siempre fue de hacerse el difícil cuando un chico le gusta.

Eso es verdad, cuando un chico me gusta, lo trato como la peor basura que existe.

¿Raro? ¿Incoherente? Claro, pero yo soy así.

Mi mamá habla con nostalgia.

—Ethan es sin duda una persona única, ese chico no se rindió y al final logró conquistarlo.

—Ethan es de esas personas difíciles de ganarse, y por eso el que logre conquistarlo debe ser una persona muy especial para él.

Mamá da un suspiro.

—Su relación era linda, ¿recuerdas? Claro que discutían a veces por el carácter fuerte de Ethan, pero el que los viera se daba cuenta de que se querían.

—Nuestra vida antes de Charlestone era buena, ¿sabes? Éramos felices.

—Pero nos tuvimos que mudar a éste pueblo.

—A veces creo que venir aquí fue mala idea.

Ahora tengo unas ganas increíbles de entrar y empezar a gritarles a ambos.

¿En qué idioma tengo que decirles que no voy a cambiar de opinión?

Pero me contengo.

—Logramos adaptarnos, pero todavía no lo sentimos como un hogar. Debe ser cuestión de adaptación, a la larga nos gustará este lugar.

—Esperemos.

Continúan hablando pero no los escucho porque decido bajar a la cocina.

Repaso mentalmente lo que dijeron.

Tengo que actuar de manera menos sospechosa. Nada de quedarme en blanco pensado en Aiden, nada de comportarme como si algo me preocupara, y tengo que disimular las ojeras.

Tal vez con maquillaje...

Por otro lado, no me preocupa lo que dijeron de que me gusta Aiden, sí, es verdad que Aiden me parece atractivo, pero hasta ahora no me he dejado nublar por eso.

Con el otro chico, que ahora recuerdo se llama Joshua, no era nada del otro mundo, una historia de amor dónde dos adolescentes se anamoran y uno se hace el difícil, hasta que de todos modos es conquistado.

Con Aiden es diferente, él no es sólo un idiota con el que me hago el difícil, él es mucho más peligroso que eso. Desde un principio me propuse destruirlo, y lo haré.

Pero tengo que empezar a actuar de manera más inteligente. Ya he cometido demasiados errores.

Me tiro en el sofá de la sala y me pongo a pensar, como siempre. Tal vez papá no exageró.

Cierro los ojos y trato de relajarme, hasta que siento algo vibrar en mi bolsillo.

Meto la mano en el bolsillo y saco mi teléfono.

Desbloqueo el teléfono.

Isabel: Te espero para nuestra cita

Maldición, hoy tengo una cita con Isabel y se me olvidó.

Camino a mi habitación y me coloco una camisa manga larga de color verde pistacho, unos pantalones de vestir marrón oscuro, y peino mi cabello hasta que veo que quede perfecto.

Por suerte ya me bañé y cepille los dientes, por lo que puedo saltarme ese paso.

Me pongo una colonia y ya estoy listo para salir.

Llego hasta la cafetería del pueblo e Isabel está sentada en la misma mesa.

Es curioso, desde que somos novios nadie se atreve a sentarse en esa mesa cuando nosotros estamos ahí. Por otro lado, tiene sentido que nos traten como si fuéramos celebridades, después de todo somos la pareja más esperada.

Me siento dónde siempre nos sentamos.

Ella me sonríe ampliamente.

Está vestida con un vestido de color crema, que cubre sus hombros, y le llega por debajo de las rodillas, como debe ser.

Dios no permita que ande mostrando su piel.

A pesar de usar ropa tan restrictiva, Isabel es indudablemente hermosa.

Sus ojos verdes, ese cabello rojo que brilla como el fuego a la luz del sol.

Si fuera hetero, sin duda sería afortunado de que Isabel sea mi novia.

—¿Qué vas a querer tomar?—le pregunto.

—Late de vainilla, ¿y tú?

Me encojo de hombros—Lo de siempre.

Ella rueda los ojos.

—Siempre tú tan rígido.

Llega una mesera. Carla es su nombre.

—Late de vainilla.

—Lo de siempre.

Pasan algunos minutos y Carla llega con nuestros cafés.

Mi relación con Isabel cada vez va mejor. Los besos cada vez son menos incómodos.

El problema es el sexo.

Cuando nos casemos, la carta religiosa ya no servirá, y no puedo negarme a hacer el amor con mi esposa porque eso la hará levantar sospechas.

Supongo que para eso existen los afrodisíacos.

Siempre me gustó el ambiente de esta cafetería, se podría decir de cierta forma que se respira la paz. Es un ambiente tranquilo y relajado, en el que fácilmente se pueden tener conversaciones amenas.

A menos que aparezca Aiden y la cague.

Ese chico no puede ver un tanque con agua cristalina porque tiene que meter la mano y enturbiarla.

Esa es otra cosa que me llama la atención de Aiden.

Esa extraña necesidad de provocar el caos y hacer enojar a las personas, ¿sólo es su personalidad o tendrá alguna relación con su psicopatía?

Sea cuál sea, la diversión no le durará mucho tiempo.

Isabel y yo seguimos conversando tranquilamente, pero la calma se rompa abruptamente.

Porque alguien gritó.

El grito de una mujer nos llama la atención a todos, que volteamos en esa dirección.

Isabel y yo nos miramos un momento, hasta que yo me levanto para ir a ver qué sucede.

Me meto en la cafetería y llego hasta la barra.

Llego hasta la parte de atrás de la cafetería y me sorprende el panorama que encuentro.

Una mesera está en el suelo, temblando de miedo y con los ojos bien abiertos, y no es para menos con lo que se encuentra frente a ella.

Es el señor Brown, mi profesor de Economía.

Mi profesor está en el suelo con los ojos abiertos a más no perder, y ambas manos sosteniendo su garganta en un desesperado intento de no morir desangrado.

Alguien le acaba de cortar la garganta.

No necesito verme para saber que estoy más pálido que un papel y mi expresión es de horror.

Él nos mira a ambos pidiendo ayuda y yo finalmente reacciono.

—¡Llama una ambulancia!—le grito a la chica mientras yo me apresuro a ayudarlo de alguna manera.

Coloco mis manos sobre el corte, intentando parar el sangrado, pero es inútil, la sangre no deja de salir.

—Sus ojos...

¿Qué?

—¿Qué?

Maldición, la sangre sigue saliendo y no se detiene.

Miro a unos metros de dónde estoy y veo una figura.

Vestida totalmente de negro, pero tiene la figura de un hombre alto.

En su mano derecha sostiene un cuchillo ensangrentado.

El asesino.

Parado frente a mí.

Está de espaldas por lo que no le veo la cara.

—¿Por qué lo haces?—le pregunto, la rabia clara en mi voz.

Él no me responde, y en su lugar sólo se aleja caminando

Lo sigo con la vista, hasta que se pierde en la distancia.

Una vez veo que se ha ido, me concentro en tratar de salvar al tipo, pero estoy seguro de que no lo lograré.

Él me mira a los ojos.

Su voz débil y ahogada—Sus ojos...sus ojos eran...de diferentes colores.

Y deja de moverse.

Lo miro a los ojos y veo que ya no hay vida en ellos.

Para cerciorarme, acerco mi dedo índice a su nariz, pero no siento su respiración.

Acerco mi oreja a su pecho, pero no escucho ningún latido.

Está muerto.

Nota de autor

Y bueno.

Antes de este capítulo no había sucedido nada intenso, un tercer asesinato, y esta vez Ethan lo presenció. ¿Lo suficientemente intenso para ustedes?

Así que el asesino tiene ojos bi color. Interesante...

De los errores se aprende, y parece que Ethan procuró empezar a actuar de manera más inteligente. Bien por él.

Lean si les llamó la atención.

Voten si quieren.

Comenten si les da la gana de hacerlo.

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