—Vengo a entregarte la boleta de entrada para este fin de semana —él se acercó a Connie y le entregó un sobre blanco— Recuerda no faltar, es importante —le avisó, Aria y yo oímos su inglés con un acento claramente francés.
—Te dije que es francés —murmuró Aria en mi oído.
No respondí, solo miraba al prometido de Connie. Es como de mi estatura, tiene cabello castaño y ojos azules. Vestía de un traje gris a la medida y zapatos de vestir. Él se volteó a vernos. Es decir, estábamos junto a ellos, obviamente sintió nuestra presencia.
—¿Son tus amigos? —le preguntó a ella, pero aún viéndonos a nosotros.
—Soy Aria, él es Harry, trabajamos aquí al igual que Connie —se apresuró en decir.
—Eso veo, soy Jacques Dutronc —tomó nuestras manos como saludo— Así que, ¿eres norteamericana? —se refirió a la chica que estaba a mi lado.
—Sí, lo soy. Por cierto, Harry, el chico de aquí —me miró por un segundo—, va a lanzar su cuarto libro muy pronto y vamos a festejarlo por sus logros, quizás esta noche en el hotel Estrela, ahí tienen un restaurante-bar. Connie está invitada, por lo que sería grandioso que ambos nos acompañaran.
—No sé si...—empezó a decir Connie no muy segura.
—¡Claro! Me agradan los ingleses, así que ¿por qué no? —la interrumpió con una sonrisa.
—Bien, le enviaré la dirección a Connie —tomó mi brazo con los suyos— Esperamos verlos ahí. ¿Verdad, mi amor? —me miró con una sonrisa.
—Yo...—no supe qué decir, ¿me llamó amor?, Connie me miró atenta— Sí, los esperamos.
—Entonces estaremos ahí —dijo aquel joven hombre. Tomó la mano de Connie para besar sus nudillos de la mano— Mi querida prometida y yo no faltaremos. Gracias por la invitación.
Evité rodar los ojos al oírlo, hasta ella lució incomoda. ¿Por qué tenía la sensación de que quería ponerme celoso? No dejaba de mostrarse "afectuoso" con Connie en pequeños actos.
El resto del día no pude estar tranquilo. Me inquieta pasar por esto, a pesar de que Connie me dijo que ambos no se llevaban bien, al fin de cuentas, él será su futuro esposo, el hombre con el que pasará parte de su vida. De verdad que no quiero que Connie solo sea un recuerdo en mis memorias.
Ya en el Estrela Bar, por la noche, me encontraba con Aria y amigos. Algunos de la oficina, otros de la Universidad, y amigos de toda mi vida como; Niall y Louis estaban aquí. Todos parecían felices por mí y mis logros, pero yo ahora me sentía sin ánimos.
—¿Quieres quitar esa cara de culo que tienes? —dijo Louis, sacándome de mis pensamientos.
—Sí, Styles. Se supone que es tu festejo, ¡New York Times te ha reseñado! —trató de animarme Niall— Oh ya veo, ¿estás así porque Eliza no está aquí?
Oh, Eliza. Con tantos problemas había olvidado nuestra amistad rota. Ellos lo sabían porque les comenté anteriormente pero aún tengo la esperanza de al menos estar en buenos términos en un futuro no tan lejano con ella. Sin embargo, no estaba así esta noche por esa razón, lo que tenía era estrés.
—No exactamente, Niall —le tomé un trago a mi vino.
—Si es por Connie, tienes que dejarla ir. Hermano, Aria es hermosa, qué suerte tienes de tenerla —me recuerda Niall y los tres vimos a la chica.
Ella estaba platicando con algunos de la empresa. Siendo sincero, lucía bonita como siempre y aún más con su vestido blanco y cabello corto hasta los hombros que tanto la representa.
—No somos novios —hice una mueca, viéndolos ahora a ellos.
—Oh, sí. Son follamigos, lo habíamos olvidado —dijo Louis con una sonrisa burlona para luego tomar de su cerveza.
—La primera chica que sé que no quiere algo formal, ¡un maldito sueño! —me codeó mi mejor amigo pero yo solo bufé.
En ese momento, Jacques y Connie llegan al lugar. La chica saluda a algunos y presenta a su acompañante. Nosotros le vemos a lo lejos por lo que creamos un silencio.
—¿Qué mierda hace Connie aquí? —escuché decir a Niall muy confundido— ¿Es en serio que la invitaste? ¿Y a su jodido prometido también? Que supongo que es ése con el que viene.
—No, fue Aria la que invitó a ambos —respondí.
—¿Qué? ¡¿Prometido?! —exclamó Louis sin comprender— ¿De qué me perdí? —yo le miré— Maldición, de pronto ya no quiero cerveza y ahora quiero un té para oír este chisme.
—Basta, Louis, después te explico. Tengo que irme, regreso en un momento —le di mi copa para poder marcharme.
No sé por qué diablos fui con ellos, alguna fuerza magnética me hizo ir hasta donde estaban. Connie me vio caminar hacia su dirección y se acercó a mí.
—Harry, sé que no debería estar él aquí, pero luego de la invitación que le ofreció Aria, no dejó de insistir —murmuró avergonzada.
—Lo sé, pero ya da igual —miré sus ojos y después hice una pausa— Te ves hermosa, no hay momento en donde no luzcas tan bella —suspiré, y es que no podía simplemente no decirle eso si la tenía frente a mí. Ella sonrió levemente por mis palabras.
—Felicidades por todas esas buenas reseñas. Eres un excelente escritor, mereces todos estos éxitos.
—Sí... bueno, es un libro un poco... diferente y triste —dije incómodo.
—Lamento haberte hecho daño de esa manera, no era mi intención ocultarte eso —agachó la mirada.
—Siendo sincero, aún me duele —me miró— No podemos estar juntos, te casarás con ese hombre, vivirás en Francia, y poco a poco el tiempo hará que nos olvidemos.
—Jamás podría olvidarte, Harry. Recuerda que el matrimonio es arreglado, Jacques y yo no somos felices juntos —hizo una mueca— Espero tú no me olvides, porque yo te quiero demasiado.
Iba a responderle cuando su prometido llegó a nuestro lado. Puso su brazo alrededor de ella y Connie arrugó su rostro al sentirlo.
—Felicidades por tu libro a lanzarse —me sonrió pero no sentí ese acto honesto— Quizás en algún momento lo compre —bebe de su copa de vino blanco.
—Gracias —dije igual de simple.
Llega ahora Aria y los saluda con una gran sonrisa.
—Qué bueno que vinieron, ¿ya probaron los bocadillos que están en el fondo? —la chica de cabello corto les ofreció.
—No, aún no —Connie le sonrió un poco.
—Deberían, está muy bueno.
—Yo no tengo tanta hambre, vayan ustedes —dijo Jacques y Connie fue llevada por Aria hacia la mesa de bocadillos.
Nos quedamos él y yo, además de un gran silencio.
—Sé que es un matrimonio arreglado —solté sin miedo y siendo directo. Él pareció sorprenderle mi declaración.
—Vaya, al parecer Connie te dijo algo muy personal a ti —soltó una risa— Pero sí, es verdad, no te voy a mentir. Ella va a ser mi esposa pronto.
—¿Por qué? —alcé una ceja. Ya sabía pero quería oírlo de su parte.
—Porque su padre es un parásito en el mundo, necesita de nuestro dinero para vivir. Así mantuvo a su miserable familia toda su vida, a base de la fortuna de mi padre y su viñedo —bebió de su copa—. Mi padre y el suyo son muy amigos desde la infancia, mi padre es noble pero adora las herencias, así que hizo un trato con él. Algún día ese viñedo será mío, y luego de nuestros hijos. Claro, cuando tengamos unos.
Sentí dolor al oír eso. No me imagino a Connie teniendo niños con él. Creando una familia con ese idiota en Francia.
—¿La amas? —me atreví a preguntar.
—¿Qué si la amo? —volvió a reír, esta vez incrédulo— Connie me odia tanto como yo la odio a ella. Pero no tenemos opción, esto es así, nos los dijeron desde que éramos niños. No la soporto, pero no significa que no la encuentre hermosa. Al final del día, solo importa el negocio del viñedo, y que sea la madre de mis futuros hijos.
Tenía una maldita sonrisa arrogante en su rostro.
—Dime Harry, ¿no es bella? Claro que lo es —no quita su sonrisa— Sí, es una mierda pero Connie es sensual. Estar entre sus piernas no suena tan mal a pesar de todo, al menos eso es lo único bueno de nuestro trato; mantener el negocio y tener sexo con ella. Hasta tú lo quisieras averiguar.
Basta...
—He esperado por ese momento toda mi vida... Oh, y no me refiero a lo de casarnos, pero sí tener intimidad con ella —soltó una risa.
Basta.
—Con solo verte, me imagino que ella te gusta... lo noté en la recepción —me miró fijamente— Has sido demasiado obvio. Pero es una lástima que no puedas hacer nada, es mejor que no te metas. No sé si es afortunadamente o desafortunadamente, pero yo me quedaré con Connie. Y la tendré en mis brazos.
No respondí.
—Los besos no son suficientes —bebió un poco— Tenerla me ansía, pero sucederá en algún punto. Y tú... sigue imaginándolo. Solo te queda eso, porque no lo averiguarás.
—No, no tendría qué averiguarlo, ¿sabes por qué? Porque ya he tenido sexo con ella, porque ya la he sentido de mil formas que tú jamás has intentado —respondí serio, por dentro sentía coraje por cómo se expresó de ella. Y luego había recordado las palabras de Connie, ella confesó que jamás había tenido intimidad con él.
¡Oh no! Jamás en mi vida hubiera dicho algo así, no entiendo por qué me expresé de esa forma.
—Esa maldita hija de puta...—frunció su rostro.
Connie llegó con nosotros justo ahí, venía sola pero seguro escuchó eso último. Sintió la tensión en el ambiente y ahí me arrepentí de haber abierto la boca.
—N-necesito hablar contigo, en privado —tartamudeó un poco, pero me lo dice a mí— Jacques, ahora vuelvo —le avisa y me lleva a la recepción del hotel para hablar.