I NEED YOU ▪️NANATSU NO TAIZAI

By MarieHall323

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Esta es una historia acestral. Ocurrió cuando los mundos humano y espiritual no se habían separado. Los caba... More

Capitulo 2. El Rey Hada, Harlequin.

Capitulo 1. Meliodas.

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By MarieHall323

Si cabello gris brillaba cuan luna de noche mientras caminaba por el sombrío bosque, sus pies dolían y suplicaban por un poco de descanso; su respiración era tan inestable que sabía que en cualquier momento su cuerpo se tumbaria sobre el frío suelo, sin embargó, pese a todo su malestar, no desistió, tenía claro que debía alejarse todo lo que pudiece de aquel lugar.

Una sensación de alivió se esparció por todo su cuerpo, sus ojos azules brillaban intensamente al mirar aquel pequeño establecimiento, a la orilla de un barranco. Sentía la satisfacción de haber encontrado un lugar donde esconderse, pero todo aquel sentimiento desapareció al sentir sus piernas temblaban y sus párpados cerrar.

Sin más, su cuerpo cayó tendido frente aquel bar y frente a un pequeño rubio.

Sentía chocar el cálido aire contra su rostro mientras parpadeaba un par de veces para acostumbrarse a la luz que llenaba aquella habitación. Se encontró con un pequeño cerdito que dormía plácidamente en el suelo a su costado, parecía tener un especie de arete en su oreja y una tranquila respiración.

"Quién duerme así con plena luz solar" Pensó mientras ladeaba su cabeza y lo miraba curiosa.

Sin embargó, toda aquella curiosidad aumentó al darse cuenta de su situación, estaba recostada sobre una cómoda cama en una habitación con un cerdito dormido. 

Comenzo a inspeccionar con su mirada cada parte de aquel cuarto dándose cuenta que le pertenecía a un hombre, puesto las vestimentas y otras cosas comunes.

Con sumo cuidado se levanto intentando con todas sus fuerzas no despertar aquel animal que dormida tranquilamente. Solto un gran suspiro de alivió después de haber cerrado la puerta y se preparó para bajar los escalones, sentía sus piernas temblar aún y sabía perfectamente que debía comer algo o de nuevo desmayaría.

Ahora ya sabía al menos que se encontraba en un bar, sinceramente para aquella peliplata era bastante acojedor aún siendo que estaba vacío y no había siquiera un alma en toda la habitación. Se acercó a la barra y miro las botellas de tras de ellas, parecía que eran de un pequeño pueblo aquí cerca, tal vez allí era donde el dueño se suministraba y por ello su falta de presencia.

Entonces un cartel en la pared llamo toda su atención, había 7 personajes pintados allí. Claro, eran nada más y nada menos que los 7 pecados capitales. De pronto, recuerdos borrosos aparecieron en su cabeza, la sonrisa pintada en el rostro de un rubio mientras la levantaba del suelo con total delicadeza, como si de un cristal se tratase, una cómoda y suave almuada bajo su cuerpo mientras un castaño la miraba maravillado acostado a su lado, un peligris ebrio diciendo bobadas mientras ella reía, una gigante levantándola sobre su mano, un pelirosa con mucha curiosidad portando su ropa, una pelinegra enseñándole experimentos extraños y un anaranjado presumiendole lo impresionante que era.

Todo aquellos recuerdos hicieron que una punzada dolorosa recorriera toda su cabeza y perdiera el equilibrio, era como si algo hubiera hecho Click en su mente. Nisiquiera le  importo que fuera a golpearse contra el suelo, estaba tan mareada.

Sin embargó, el cuerpo de aquella azul fue tomado por alguien cuyo rostro se le hizo familiar. El rubio sonrió de oreja a oreja mientras la sostenia en sus brazos, parecia que sus ojos verdes brillaban mientras miraba los de la pequeña mujer en sus brazos.

–No creí encontrarte despierta–Habla y su voz parecía un presioso canto en los oídos de Maya.–Eres tan despiestada como siempre.

La peliplata frunce el ceño mientras mira incrédula al niño que la sostiene –¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso nos conocemos?

El rubio suelta una pequeña carcajada mientras la ayuda a estar de pie con un cuidado excesivo, mete sus manos sobre sus bolsillos y mira a la chica ladeando la cabeza.

–Parece que Gowter cumplió con su cometido–Menciono mientras fruncía los labios.

–¿Gowter?–Pregunto al aire mientras hacia una mueca esforzándose por recordar.–El pelirrosa que usaba mi ropa.

La sonrisa pintada en el rostro del niño cautivo toda su atención y se perdió entre los recuerdos una vez más. Fueron tantas imágenes presiosas que incluso una sonrisa involuntaria apareció en su rostro.

–E-Eres Meliodas–Susurro Maya cautivada.–Tu eres el rubio que me salvó vanidad de veces.

–Bueno, si no lo soy, espero serlo ahora que nos volvimos a encontrar–Dijo mientras se daba la vuelta y caminaba hacia la barra. Maya nisiquiera supo porque lo hizo,  pero  siguío de cerca al niño.–Pero adivina qué...–De pronto, el rubio se dió  vuelta tan rápido que sorprendio a Maya y quedó tan solo unos centímetros de su rostro. Sonrió conmocionado.–Te salve una vez más.

–N-no recuerdo mucho de ti–Tartamudeo la chica sintiéndose tan frágil por la cercanía del rubio, así que retrocedió unos cuantos pasos para evitar seguir cautivandose con sus ojos esmeralda.

–Lo se–Susurra el pequeño mientras toma asiento frente a la barra, su actitud de alegría desapareció por una de melancolía, miraba al suelo mientras  que pensaba millar de cosas, esque de verdad había extrañado a la ojiazul.–¿Que fue lo que ocurrió?

Su pregunta toma por sorpresa a Maya así que no tarda en decir;–¿Sobre qué?

–¿Te alejabas de algo?

–S-si...–Murmuro entre dientes.–Estaba muy cansada, de verdad te agradezco mucho el haberme salvado.–Como forma de gratitud camino hasta el y depositó un pequeño beso en su mejilla. Aquello parece sorprenderle al rubio, ya que queda un momento inmovilizado y con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

Entonces baja la miraba al suelo mientras sonríe.–No tienes idea de cuánto extrañaba eso.

Sus palabras caen sobre Maya como un balde de agua fría. ¿Acaso ya e hecho esto otras veces? Pensó siempre intentado buscar entre sus recuerdos.

–¿Yo...ya había hecho esto antes?

Pareciera que Meliodas había cometido un error, pues su expresión lo delató al instante pero relajo el ambiente diciendo otra cosa;–Eso no importa, estás aquí–Se encogió de hombros sonriendo mientras servía comida en un plato.–Ten, tienes que comer, la compré en otro lugar, la verdad es que mi comida apesta.

–Te lo agradezco mucho–Dice, para después comenzar a comer apresuradamente, tenía tanta hambre que no le importaba como se viera mientras comía.–Eres muy amable, Meliodas.

–¡Meliodas!–Una voz venía gritando lo mismo desde el segundo piso hasta bajar por las escaleras.–¡La chica desapareció!

De pronto, un cerdito baja los escalones y  miro incrédulo a la ojiazul que masticaba su comida con asombro.

–Olvidalo, ya la tienes aquí–La chica de la sorpresa escupioel agua que estaba tomando al haberlo escuchado hablar.

–¡No puede ser! ¡Hablas!–Chillo emocionada mientras lo abrazaba y acariciaba.

–Asi es señorita. Mi nombre es Hawk.

–Yo soy Maya, es un gusto Hawk.

–¡¿Que, que?!–Grita asombrado para luego mirar a Meliodas quien estaba terminando de limpiarse pues la ojiazul escupio agua casi sobre el.–¿Maya? ¿La misma Maya?

El rubio asintió mientras estaba cruzado de brazos y sonreía victorioso.–La encontré cerdo, encontré a Maya.

–Al fin te encontré–Susurro Meliodas sobre el oído de la ojiazul mandando al instante escalofríos por toda su espalda, ni siquiera tenía idea de cómo llego tan rápido destras de ella.–Ahora puedo hacer esto–El ya estaba frente a Maya y con su mano tocó unos de sus pechos mientras la miraba ciertamente burlón y con un toque de ternura.

La sangre se drenó del rostro de esa pobre muchacha, estaba tan asombrada que por impulsó le solto una cachetada y el cerdito lo empujó contra la pared.

–¡Ay sin vergüenza, como se te ocurre!–Grita Hawk con una vena exaltada en su frente.

–Lo siento mucho, señor Meliodas–Se disculpo Maya en cuanto lo miro levantarse, se sentía muy apenada pues su cuerpo actuó por si solo. Se cruzo de brazos y miro a otro lado molesta–Pero eso fue una falta de respeto, tiene que preguntar.

Y así fue como el cerdito cayó para atrás y a Meliodas le dió un tic en el ojo.–¿Cómo que preguntar? ¿Quien más a hecho esto, Maya?

Sus ojos se abrieron de golpe y la vergüenza llegó a ella en un instante.–No nadie señor...L-lo juro.

El aura de tensión que parecía llenar la habitación se dispersó cuando Meliodas sonrió fascinado, pues claro estaba que no dejaría que nadie más que el la tocará.

El rubio está dispuesto a hablar pero el sonido de la puerta lo interrumpió, unos cuantos hombres entraban al bar y tomaban asiento mientras pedían por cerveza.

–Bueno, bueno. Hora de trabajar–Exclamo el pequeño y comenzó a servir unas cuentas cervezas.

–Dejeme ayudarle, como una forma de gratitud por haberme ayudado–Maya siento querrá lo mejor, tomo los tarros de cerveza y comenzo a entregarlos a lo hombres deseperados.

Así estuvo todo el día hasta que comenzaron los inconvenientes con los hombres ebrios, gritaban cosas que hasta un punto hicieron sentir incómoda a la ojiazul que solo se encogióo en su lugar.

Ya era la última cerveza que iba a servir cuando de pronto, un hombre intento darle una nalga, siento tanto miedo y vergüenza que cerró los ojos esperando el golpe, sin embargó la mano de Meliodas lo detuvo con fuerza lejos de su cuerpo.

–Lo siento señor, pero no vuelvera a intentar ponerle un jodido dedo encima, ¿De acuerdo? –El aura amenazante del rubio desaparecio en cuanto el hombre asentía con miedo, Meliodas soltó su mano con fuerza para luego tomar de la cintura a Maya  y llevarla detrás de la barra.–Creo que con esta ayuda basta.

La chica quería replicar algo, pero ahora el sonido de la puerta y las exclamaciones de una persona la interrumpieron.

–Esta...está aqui–Mecionaba el hombre entrando al bar y sentándose con otros dos hombres.

Luego de unos minutos, comienza con su relato.

–Enserio, lo ví con mis propios ojos–Exclama, es como si estuviera asustado o incluso desesperado.–Estoy completamente seguro de que era el caballero oxidado.

Y así fue cuando comenzo a escuchar sobre los siete pecados capitales, unos decían que era un historia para asustar a los niños, otros que habían cometido delitos imperdonables y los busca el reino entero, la chica se sentía tan abrumada con tanto relato pues parecía que su cabeza intentaba hacerla recordar. Cuando Meliodas termino de servir un tarro de cerveza la tomo de la muñeca y la llevo hasta el segundo piso.

–Por que no descansas otro poco–Inquirio el rubio abriendo la puerta de su habitación.–Ademas, así no tienes que preocuparte sobre las cosas que dicen estas personas.

–¿T-tu le crees a todos ellos?–Pregunto Maya tomando asiento en la cama y ya fue cuando el rubio también se sentó a su lado.

–No. Pero bueno, ¿a ti que te dicen tus recuerdos?–La mirada de la albina viajo hasta el rostro de Meliodas, pensando que sus ojos brillaban tan presioso al momento en que la miraba.

Su cuerpo se inmovilizo en el momento justo en que Meliodas se acercó a su rostro a tal grado que sentía su respiración chocar contra mi mejilla, parecía que miles de mariposas luchaban en su estómago.

–Descansa–Susurro el ojiesmeralda dejando un calido beso sobre su mejilla, y como si fuese una orden los ojos le pesaron tanto que comenzaron a cerrarse hasta que quedo dormida con un Meliodas mirándola con melancólia.

Fuertes golpes y gritos resonaban por todo el lugar provocando que la albina se despertara alarmada, tallo sus ojos para acostumbrarse a la luz y fue en ese momento que recordo dónde estaba. Salió apresurada de la habitación y escucho como gritaban para atrapar a alguien, corrío hasta el balcón sintiendo el corazon a mil por hor y alcancanzo a visualizar a una chica corriendo y detrás de ella un par de caballeros.

"¡No, no, no! Tengo que salir de aquí, no pueden encontrarme aún" Penso mientras corría hacia la puerta trasera, justo al mirar a Hawk correr tras aquellos caballeros ella giro su cuerpo a dirección contraria dispuesta a correr.

Sin embargó, su cuerpo chocó con el de alguien que ya conocía, Meliodas.

–¿Que es lo que haces?–Pregunto el rubio alzando una ceja.

–Y-yo...

El grito de Hawk llamo toda la atención de Meliodas, quien de pronto, tomo de los hombros a la albina y la hizo mirarlo.–Escuchame, Maya.  Por favor, no te vallas, entra a la taverna y espérame allí.

La albina asentío sin pensar, Meliodassonrió aliviado para luego marcharse apresuradamente por dónde fue Hawk.

"Lo siento Meliodas, pero no puedo quedarme" Y así  aquella albina salió corriendo despavorida hacia la dirección contraría de ellos, rogando en su interior no encontrar a ningún caballero.

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