Las Mentiras del Marqués

By ladyghostG

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Las tierras que el hermano de Andrew Scott, marqués de Wellingham perdió antes de su precipitada muerte sólo... More

Sinopsis
Prólogo
*** Capítulo 1 ***
** Capítulo 2 **
**Capítulo 3**
**Capítulo 4**
**capítulo 5**
**Capítulo 6**
**Capítulo 7**
**Capítulo 8**
**Capítulo 9**
**Capítulo 10**
***Capítulo 11***
**capítulo 12**
**capítulo 13**
** Capítulo 14**
**Capítulo 15**
**Capítulo 16**
**Capítulo 17**
**Capítulo 18**
**Capítulo 19**
** Capítulo 20**
**Capítulo 21**
**Capítulo 22**
**Capítulo 23**
** Capítulo 25**
**Capítulo 26**
**Capítulo 27**
**Capítulo 28**
**Epílogo**
Nueva Historia
Herederas 4

**Capítulo 24**

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By ladyghostG


Andrew no se quedó mucho tiempo en Edimburgo. Ya nada tenía atractivo para él ahora que Eugenia no estaba. Viajó a Holdstoke Manor, dio paseos diarios y trató de organizar sus ideas, pensando en cómo podría recuperarla.

  Hasta ahora, había fallado horriblemente en la tarea. Sabía que ella se encontraba en Greelane, podría viajar la milla que los distanciaba, obligarle a escucharlo  y pedirle perdón, pero como un cobarde solamente le había observado de lejos. De cualquier forma que observara su situación, no encontraba solución alguna, nada demostraba que la amaba más que a la propiedad, pues sus acciones fueron nefastas.

  La forma en que se propuso conquistar a Eugenia había sido incorrecta, poco caballerosa y cruel. Por supuesto, él nunca quiso que ella se enterara de sus absurdos planes. Esa fue la idea más estúpida que tuvo, pues siendo su hermano Graham Simpson, era imposible que no sumará uno más uno y le diera dos, debería haberle dicho todo él mismo, después de darse cuenta de que se estaba enamorando de ella.

  Ahora que ella conocía sus motivos, él sería mal visto para siempre en su familia si alguna vez volvía a estar a un pie de ellos. Después de que el laird lo despidiera, y también Eugenia, dudaba que eso ocurriera alguna vez, el Laird le daba igual pero su esposa no, no había nada que quisiera más que tenerla en sus brazos y dejar todo este amargo momento atrás.

  «Maldita sea». Tiró una rama que sostenía en la mano sobre la hierba alta por la que caminaba en el límite de su propiedad y la de Eugenia. Un lacayo había averiguado que ella residía allí, sola, suponía que ahora que se había casado no necesitaba de una acompañante. Según sus informantes su amiga Lady Megan, la había visitado la semana pasada, pero la misma había regresado a la ciudad después de quedarse unos días acompañándole.

  Se detuvo, mirando hacia la casa de su infancia, viendo cómo el sol de la tarde hacía que las ventanas que miraban al oeste reflejaran los rayos dorados. Varias chimeneas tenían humo, un lugar acogedor y hogareño que tuvo que admitir, ya no le importaba en lo más mínimo.

  Lo que le importaba era la mujer que se sentaba dentro de sus paredes. ¿Qué estaba pensando ella? ¿Se había calmado un poco después de que la explosiva verdad arruinara lo que había entre ellos? No lo sabía, y justo en este momento, tenía demasiado miedo de descubrirlo. El miedo a su reacción de alejarlo por segunda vez hizo que casi se volviera loco. ¿Cómo diablos podía hacerle ver que la amaba? Que verdaderamente la quería y no a su herencia.

¡Ya basta! Se regaño asimismo, sumergirse en la autocompasión no le iba  a  servir de nada. Necesitaba recuperar a su esposa y explicarle de mil maneras que si bien al principio su interés era la tierra, esta había pasado al olvido cuando se enamoró perdidamente de ella. Y que no le interesaba absolutamente nada más que recuperar su amor.
Antes de perder el valor pidió a un mozo que preparara su carruaje, y al ama de llaves que le preparará un hermoso arreglo de flores, mientras se daba un baño y se vestía con sus mejores galas. Estaba a solo una milla podría ir caminando si así lo quisiera, pero… si iba a recuperar a su esposa lo haría con todo lo que tuviera. Le recordaría a Eugenia del porqué se casó con él.

Al llegar a Greelane grande fue su sorpresa cuando le dijeron que Lady Eugenia, estaba de viaje con su amiga la señorita Megan Russell y la abuela de la misma, desconociendo su paradero.

  Furioso regresó a Holdstoke Manor, no solo porque su cobardía le impidió buscar a su mujer a tiempo, sino porque ella ni siquiera había informado que se había casado, que ya no era simplemente Lady Eugenia Simpson, ahora era la marquesa de Wellingham, su marquesa, Tan grande era su odio hacía él que prefería seguir viviendo como soltera, ¡eso sí que no! Ella estaba casada con él y aunque lo odiara debía aceptar su título. Iba tan furioso y ensimismado en sus pensamientos que estuvo a punto de pasar de largo e ignorar al mayordomo, pero este llamó su atención con un carraspeo demasiado audible como para no prestarle atención —¿Qué sucede Wallace?

—Milord, ha llegado una carta de Londres y dijo el mensajero que venía marcada como urgente—.

Rápidamente se dirigió a su despacho para saber de qué se trataba la misteriosa y urgente carta.

Londres, 1825

Mi estimado amigo Wellingham:

No me es grato informarte que tu señora esposa Lady Wellingham, está disfrutando del final de la temporada aquí en Londres. Y al ser pariente indirecta de la hija del duque de Londonderry y los condes de Somerset, le abren las puertas a la mayoría de bailes y fiestas y ella no se niega a asistir a todos y cada uno de ellos. Llegó acompañada de su amiga la  señorita Megan Russell y la condesa viuda de Russell.

Así que como verás necesito que estés aquí para llevarte a tu esposa y su espinosa compañía de vuelta a Escocia, antes de que mi cordura se pierda.

PD. Si necesitas un aliciente un poquito más fuerte para venir tan rápido como si te persiguiera el diablo; déjame decirte que Winchester ahora es viudo y  persigue a tu esposa a todos los lugares en los que ella se presenta, viéndose muy interesado en todo a lo que a lady Wellingham concierne, se rumora que en el pasado la marquesa estaba un poquito enamorada de él.

Eternamente tuyo,
                                                       Phineas Brice.

«¿Que diablos seguía esperando?»
Dos horas después su carruaje iba a una velocidad vertiginosa, casi volaba en su camino a Londres, las sonrisas, los bailes y la luz de su esposa eran suyas, de nadie más y si tenía que llamar a duelo a Winchester o a quien fuera para que se alejaran de su esposa lo haría. Condenación que lo haría.

Llegó a su casa de Londres, dejando perplejos a los criados cuando preguntó:
—¿Mi esposa se encuentra  en casa?
—No milord, respondió la señora  Greami perpleja ante sus palabras, ni siquiera sabíamos de las buenas nuevas, nadie nos avisó que se había casado, nuestros mejores deseos para usted y su esposa. ¿Gusta que preparemos la habitación de la marquesa para cuando ella llegue?

—Gracias, eso sería agradable —contestó escuetamente, tratando de calmar la furia que sentía en ese momento.

«Así que, de esa manera serían las cosas. Perfecto. La muy descarada seguía negándose a tomar su lugar como la marquesa, pues eso cambiaría a partir de hoy».
Se dirigió a su alcoba para refrescarse del exhausto viaje ya pensaría en la manera de hablar con ella para que le diera una nueva oportunidad a su amor. Iría al  White’s en busca de su amigo, posiblemente él sabría el paradero de su escurridiza esposa.

—Efectivamente, se dónde se encuentra tu esposa y se perfectamente en donde estará el día de hoy. —Dijo Phineas con aire despreocupado. Se está quedando en Londonderry house, y está noche asumo que se hará presente al baile en la casa de los condes de Sumerset. Así que espero que tengas invitación, ya que dados los acontecimientos recientes, la condesa no te tendrá en buena consideración luego de lo que hiciste a su amiga, pero no te preocupes. Si no te han invitado, yo te puedo ayudar, es imposible que alguien le niegue algo al hijo del Duque de Saint James.

Llegó tarde al baile, esperando que ella se encontrara entre la multitud de invitados. Desde que puso un pie en la puerta empezó a buscarla con la mirada por todos los lugares que pasaba. Cuando la vio el aire se escapó de sus pulmones, sintió como un puño en el estómago al volver a verla, la había echado de menos. Su belleza, el cabello rojo, alejado de su rostro con unas horquillas, verla bailando una contradanza con Winchester no fue de su agrado y aunque sentía la ira hervir en sus venas no podía culpar a nadie que no fuera el mismo por haber tardado tanto en buscarla. Sus ojos verdes muy abiertos por la conmoción al verlo de nuevo. Él la miró fijamente durante un largo momento, cautivado por su encanto.

Camino como poseído sin fijarse en nadie más que ella, Su Gennie.  Llegó a donde estaban  la condesa de Somerset y sus amigas, sabía que después del baile su esposa se dirigiría hacia allí.
—Buenas noches, señoras —Dijo con voz calmada, no queriendo hacer un escándalo y avergonzar a Eugenia a causa de sus celos. Por lo  que veo mi esposa ha estado en buenas manos durante mi ausencia. Sabía que no engañaba a nadie con su amabilidad, pero eso no importaba lo único que importaba es que ese día todos y cada uno de los asistentes a la velada supieran que Eugenia era suya, así  como él era de ella.

Y esta noche su esposa se iría a casa con él.

Buenos días gente bella de Wattpad...
Lo prometido es deuda así que ya es jueves y aquí les traigo el capítulo. Ustedes qué creen:
¿ Los celos le jugaran un mala pasada a Andrew y quedará peor que al principio? O ¿Hablará calmadamente con Eugenia y ella le perdonará todo?
Siguen las apuestas 😁😁.

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