Black Onyx [1]

By foxys02

689K 56.2K 12.7K

La piedra de onyx negro te brinda protección de todos los males, quien la posea debe ser una alma pura e inoc... More

Nota De Autora
El INICIO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
PRIMERA LUNA
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 6, PARTE 2
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 8, PARTE 2
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 9, PARTE 2
SEGUNDA LUNA
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 10, PARTE 2
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPITULO 12, PARTE DOS
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
TERCERA LUNA
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 15, PARTE DOS
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 16, PARTE 2
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 17, PARTE 2
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 18, PARTE DOS
CAPÍTULO 19
CUARTA LUNA
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 20, PARTE 2
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
Las fotografías de Diana Ayleen [Personajes]
CAPÍTULO 22, PARTE 2
QUINTA LUNA
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 23, PARTE 2
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 24, PARTE 2
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 29, PARTE 2
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 32, PARTE DOS
CAPÍTULO 33
SEXTA LUNA
CAPITULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
EL ADIOS, PARTE 1
EL ADIOS, PARTE 2
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
EL FINAL
Nota De Autora
Notita Autora

CAPÍTULO 28

8.9K 703 172
By foxys02


──•─────── ) ● ( ────────•──

EL ENEMIGO

──•─────── ) ● ( ────────•──

JESSICA FAVRE

No fue capaz de hacer una mueca cuando su hermano se inclinó cerca de su rostro, con una sonrisa de oreja a oreja. 

—Abel... Abel—Repite su nombre, Atlas lo golpea en la nuca bruscamente. El levanta su mirada grisácea hacia su hermano, incrédulo —¿Pero que hice?

Atlas lo empuja lejos de ella.

—Sabe perfectamente como te llamas, idiota. Limpió tu mierda cuando eras bebé. No recuerda a corto plazo.

Abel se masajea el lugar de golpe con una mueca lastimosa.

—Haberlo dicho antes, imbécil, no tienes que golpearme. —espeta entre dientes.

Me volví a Amina y trate de recordar los detalles de su rostro, su cara sin expresiones de ningún tipo, levantó la mirada hacia mí, sus ojos tenues me observaron expectantes simplemente para obedecerme al pie de la letra.

Eso era obra de Liayh, de no volver, deberá ser entrenada como la segundo al mando, y no como una amiga. Claro que Liayh solo ve las ventajas en aquella mujer desconocida para mí.  El desarrollo de su trastorno de personalidad había vuelto, haciéndole imposible sentir una emoción, esa caja de pandora que la atormenta desde su existencia y que tantos años se esforzó en callarla.

La Amina psicópata ha vuelto. Su conexión con la manada seguía, fiel al reglamento, y a Liayh, esa era unas de las razones porque ella no ha intentado que recuerde los sentimientos que alguna vez tuvo, si es que los tuvo.

Es más fuerte, más correcta, más despiada. Claro que había uno problema, uno grave.

No recuerda a Diana.

La ingesta involuntaria de la sangre de ella, genero un agujero negro en la memoria de Amina que succionó los recuerdos y el hueco se llenó con: la luna suprema, una luna más que cuidar, solo lo que mantiene viva a la Alfa. Quizás sea lo mismo. Quizás sea favorable, como dice Liayh. Pero para Diana no será lo mismo, era muy cercana a Amina. Lo sé. Y aunque me duela admitir, más cercana con ella que conmigo.

—Atlas y Abel, te darán un recorrido por el pueblo para que te orientes. —le dije, antes de soltar las cadenas de sus pies, y sus manos.

Se levantó inmediatamente.

—Como ordene, Alfa—hizo una pequeña reverencia.

Claramente disgustada, bufe. Jamás en la vida me había llamado así, si no era para burlarse o regañarme.

— Mañana vuelves a tus labores como guardiana, Amina —mencione.

La reverencia otra vez.

—Como ordene, Alfa.

No lo soporto. Con Carlos la cosa se pondrá más difícil de lo que esta. Sin ganas de discutir, remoje mis labios para darle otra orden, que espero acate con obediencia:

—Dime Jessica, y sin la reverencia.

Asiente, con la postura rígida. —Como ordene, Jessica.

Le hice una ceña con la cabeza a sus hermanos. Ellos se acercan con una estúpida sonrisa, antes de que pudieran tocarla, ella se mueve al otro lado de calabozo abruptamente, con sus ojos negros y los colmillos afuera. Los Belanger, quedaron con los brazos en el aire, sorprendidos.

—Que parte de: "Odia el contacto físico" ¿No entendieron? — Les susurre a ambos.

Atlas golpea otra vez a Abel en la nuca. Este se queja ruidosamente, fulminando a su hermano con la mirada.

—Carajo, Abel, sí que eres burro. —comenta Atlas con falsa seriedad cuando evita un golpe con agilidad del menor de los Belanger.

Veo a Amina rodar los ojos, y después de tanto, pudo decir más de dos silabas.

—Ustedes me dan ganas de volver al exilio— Espeta a secas, junto a la puerta, lista para salir.

Abel se le acerca con sumo cuidado y a una distancia exageradamente larga, alzando los brazos para asegurarse. Pero aun así Amina tiene un brillo amenazante en sus ojos verdes, siguiendo cada uno de sus movimientos.

Atlas apareció a mi lado.

—¿Qué haremos con la señorita sensibilidad? —Pregunta.

Abel intenta sacarle otra frase a su hermana con una vaga e idiota conversación del clima. Que ella responde sarcásticamente con: lo olvidaba, los rayos del sol destellan en este calabozo.

—Por ahora veremos cómo se comporta. — le respondí.

Me voltee a verlo para ver que lo atormentaba, ese movimiento de manos nerviosos que se traía está firmado con nombre y apellido.

—¿Le dirás a Diana que Amina no la recuerda?

Asiento.

—Perfecto. —Se pone frente a mí, murmurando lo siguiente—Se dulce, Jessica, por lo que más quieras.

Chasqueo la lengua, molesta.

—Soy un pan de azúcar, que dices.

Atlas se encoge de hombros, camina hacia sus hermanos. Los seguí hasta el jardín, y me quedé viendo como desaparecían en la noche del bosque. Al hacer el ultimo recorrido por mi castillo, termine en la puerta de mi estudio.

Me quite el saco, afloje mi corbata caminando directamente al bar y me serví un poco de whisky. Debía estar anestesiada para darle la noticia, tratar de contenerla de una forma sana, si es que alguna de nosotras conozca esa palabra.

Liayh siempre me dejaba el trabajo sucio con tal que solo me odie a mí. 

Antes de terminarme la última gota del vaso... un inesperado susurro, con tono de burla, entumeció mi cuello. Y por primera vez, pude probar una pizca de susto.

—Mi amor— Me sobresalte de una manera, que derrame esas escasas gotas de mi vaso. Al voltearme, solo me pude preguntar: ¿Cómo carajos no la sentí entrar?

Diana estaba parada detrás a mí, muy cerca, con esos grandes ojos negros observándome. De sus rulos opacos caían gotas de agua regándose en mi piso.

Traía un camisón de seda celeste que parecía transparente, pegado a su desnudo cuerpo por la humedad. Cada una de sus voluptuosas curvas, esos negros lunares que decoraban su cuerpo, cada color de su belleza se revelaba perfectamente en esa traslucidez. Sus pezones rosados se apretaron contra esa tela, se  endurecieron aun mas ante mi mirada.

Descendí, oyendo el roce de sus muslos cada vez que los apretaba. El corazón me latía en la garganta, con un vacío en el estómago feroz. Y de pronto el aire no era lo mas importante.

Ay, Diosa. Piedad.

Levante la mirada a sus labios rojo fuego, que esbozaron una exquisita sonrisa. Relamí los míos y pase saliva, tratando de humedecer mi boca para poder hablar.

—¿Qué ha-haces aquí, Diana? — pregunte.

¿Acabo de tartamudear? ¿Yo?

Se inclinó, alzando su mentón para mirarme. Su mano se deslizó por debajo de mi camisa acariciando mi abdomen con sus manos frías. Hundió su cabeza en mi cuello, la punta húmeda de su nariz acarició mi piel con suavidad, olió con detenimiento mi camisa y dió un largo suspiro.

Desvié mis ojos a cualquier otro lugar que no fuera su cuerpo, haciendo el patético intento de ocultar el celo que me estaba causando con solo tocar mi estomago.

—Me canse de esperarte. Quería darte las buenas noches— sube su mano con lentitud.

Tome su muñeca y la saque de la camisa, alejándome lo más posible de ella, la puerta me pareció una distancia exageradamente lejana para escapar. Ella me miró con la cabeza inclinada a un lado por el espejo del bar, sin darse vuelta. Una risita nerviosa se escapo de mis labio al verla ahí, como hecha de piedra. Apretando sus labios y puños.

—Justo ahora iba de salida—Excuse.

Me observa sobre su hombro, el iris de sus ojos aumento su tamaño y en ese negro se ausento hasta el reflejo de las luces, como si fueran dos abismos profundos y peligrosos. Me erice violentamente, mi cuerpo se puso en alerta. Algo me dice que está enojada, muy enojada.

—¡Vete! —Sollozó en alto, dándome la espalda.

Fruncí el ceño.

—Pero no llores, Diana— me puse a su lado y me forcé dolorosamente a no tocarla.

Cubre su cara con ambas manos y para que no la viera, se giró al lado contrario. Sollozó otra vez, con mas dolor.

—Te vas con esa tal Giselle y a mí me dejas botada. Ella es más linda que yo, ¿verdad?

No me sorprendía que supiera la existencia de Giselle, me tiene mas vigilada que prófugo internacional. Lo que me preocupada, era que creía que tenía una relación con ella. Cuando la verdad es que no tengo a ninguna otra mujer.

— Claro que no.

Me incline hacia ella para cerciorarme que no estuviera llorando. No tengo ni la menor idea de cómo lo hizo, o en qué momento que yo no reaccione, pero me empujó hacia los sillones más cercanos. Y se subió en mis piernas de un ágil movimiento.

—¿Segura? — Masculló enojada, obligándome a mirarla.

Absolutamente.

Tomó mi cara entre sus manos y la alzó, incrustando la yema de sus dedos en mi cabello.

—Estoy tan celosa que quiero matarte — humedece mis labios con su lengua, y no pude aguantar un gemido. Lamí la comisura de mis labios para sentir su sabor — Pero me haces llegar a unos orgasmos jodidamente gloriosos.

Agarré su trasero sobre el camisón, para alzarla más, y quedara a la altura de mis labios. Ella bajó sus manos a mi cuello, y me miró fijamente, esperando una respuesta.

— Tú no quieres volver conmigo, Diana. — exclame.

Apretó la mandibula.

—Porque te odio— Alza su tono.

Sonreí.

—¿Me odias, Bombón?

Baja sus ojos a mi boca.

—Mmh-hm — Se abalanzó sobre mi boca con violencia, dándome un beso salvaje.

Su lengua chocó con la mía, supuse que quería el control. Al cederlo, quito mi mano de su trasero, y se apoyo de sus rodillas a mis costados, alzándose por sí sola.  Cuando el beso se intensifico radicalmente, al punto de quedarnos sin aire, separamos nuestros labios un segundo. Las respiraciones de ambas, agitadas y un poco torpes, era lo único que se escuchaba.

Tome sus caderas y las apegue a mi pelvis, ella hizo un movimiento circular, soltando un pequeño gemido. Metí mis manos debajo de su camisón, acariciando su espalda con suavidad mientras ella tornaba sus movimientos de caderas más rápidas.

—Te odio tanto... Mm—

Baja su boca a mi cuello, su lengua humedeció un parte de él, para luego sus dientes mordisquearla. Me encantaba como me dejaba llenas de marcas, esas mordeduras y chupones agresivos que marcaban en cada parte de mi cuerpo, me parecían una buena forma de darme cuenta de que habíamos hecho el amor a la mañana siguiente.

— Quiero que bebas de mí, Jessica— murmura entre gemidos. Descubrió su lado izquierdo del cuello, lejos del vínculo. —Ahora.

La vena yugular sobre salía. Esa vena que le proporcionaba vida al todo el cuerpo, donde la sangre más pura viaja al cerebro. Se necesitaba una fuerza tremenda para detenerse una vez que la pruebas, debes encontrar la voluntad dentro de toda oleada de placer.

Incluso, parejas de siglos, murieron gracias a ella. Para las lunas y alfas era el éxtasis del vínculo, pero mortal para los que no aman. Le decían 'la prueba de amor absoluto'.

—No se si pueda controlarme, Diana. — Confesé, viendo como palpitaba la vena en su cuello.

—Ese el maldito punto. Veamos cuanto me ama, Jessica Favre. — De su cabello saca una horquilla, y perfora la vena, las primeras gotas brotaron del agujero. Mis colmillos comenzaron a doler de las ansias—Te detendrás cuando yo lo ordene, o no volverás a verme en tu vida.

Trago en seco, y solo pude asentir.

—No dejes de tocarme— rodeó sus brazos en mi cuello, y acerco la herida a mi boca. Obedecí, acaricié sus muslos, sus nalgas, esperando su última orden—Hazlo, mi amor, confió en ti.

Mis colmillos detuvieron su crecimiento, mi lado hibrido tomo el control, ese lado que solo pensaba en alimentarse y en la siguiente presa. El filo de los colmillos lastimó mi lengua de tan ansioso que estaba. Tome su cuello con mi mano libre, lo lleve a mi boca. Su quejido se perdió en aire cuando entre en ella. La atraje más a mí, para que no escapara.

Esa sangre, ese líquido celestial que ella poseía, la esencia en su máximo esplendor llenó mi paladar de la sensación más placentera. Su corazón latía desenfrenado y solo podía pensar en una cosa: bombeaba sangre para mí. Esa chica era mi alimento, mi vida, mi dueña. Y mientras ese corazón no pare de latir, me tenía completamente a sus pies.

Sin saber quién dio la orden, la tome sin despegarme de su cuello, y la encarcele contra el suelo, sin oportunidad de huir esta vez. Ella se encargó de entrelazar nuestras manos, y yo las puse a los costados de su cabeza.

Diosa, esto es la maldita gloria.

Su corazón disminuía el pulso, su respiración no eran tan perceptible para mis oídos.

Quiero más.

La apreté contra mi cuerpo.

No es sufriente.

—Jessica...

Quiero placer.

Hasta la última gota.

—...Detente.

Enterré las uñas en la madera, y me empujé con toda la fuerza que tenía lejos de ella. Caí de espaldas contra el piso, tomando grandes bocanadas de aire, abrí mis ojos, mi vision era tan borrosa y desorientada que olvide donde estaba por un segundo. Cuando mi visión se ajustó a las luces del lugar, mire a la chica a mi lado, sus ojos estaban cerrados y su pecho quieto.

Alce a cabeza, preocupada.

—Diana...

Escuche su risita cuando se subió encima de mí. Estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Me acomode mejor, puse mis manos detrás de la nuca, disfrute de la vista, el placer de tener su cuerpo arriba de mí, esboce una sonrisa placentera.

—Buena chica. — tocó la punta de mi nariz en un gesto jugetón, y ríe otra vez, enchinado sus ojos pardos— Ni un segundo menos y ni un segundo más.

—¿Y qué? ¿Volverás conmigo?

Niega, sacudiendo sus mechones.

—¿Por qué?

—Tiene muchas pruebas que pasar aun, Alfa suprema.

Rodé los ojos.

—¿Cómo cuáles?

Se torna seria.

—Abstinencia.

¿Qué? Camino por fuego, le traigo cabellos de unicornios, hasta le acepto la pijamada con su amiguita que me viene pidiendo desde marzo. Pero eso no lo cumplo con la irresistible mujer sobre mí.

Comienza a reír.

—Debiste ver tu cara.

Suspire aliviada. Gracias que no dije lo de la pijamada en voz alta. Se inclinó para darme un beso, pero al sentir pasos acercarse, corrí la cara para escuchar mejor.

—Jessica debe estar en el estudio.

Atlas.

—¿Qué pasa? —pregunto ella.

Nos levantamos y saqué uno de sus abrigos del armario, cubrí el cuerpo semidesnudo de Diana antes de que abriera esa puerta.

—¡Amina! —Grito de emoción Diana, y corrió hacia ella.

La vampira ni se inmutó.

—Luna suprema—Saludó con sequedad.

Diana ríe nerviosa, y golpea su hombro de forma juguetona. Un destello negro cruzó en sus ojos. Atlas me reprocho con su mirada no haberle dicho.

No hubo tiempo.

—déjate de bromas, mujer, te extrañe demasiado— ella alzo sus brazos, pero antes de ese abrazo que acabaría con Diana muerta. La tome de los hombros y la llevo a la esquina más alejada.

Ella me mira asustada.

—No te recuerda, bombón, pero tal vez lo haga, en muchos años. — Sonreí incomoda.

Sus ojos se humedecieron.

—¿Y me lo dices, así como así?

La volteó a ver. Sus ojos verdes estaban vacíos, y Diana lo notó. Amina se da cuenta que la observaba y bajó la cabeza. Sus ojos se encendieron de enojo al mirarme.

— No aprecian mi brevedad— repuse.

Atlas la dejo con la palabra en la boca.

—Lamento interrumpirlas, pero tenemos un problema con Giselle abajo.

Cerré los ojos, y maldecí a mis adentros.

—Magnifico, ¿Algo más que quieran añadir? —dejó la pregunta al aire, esperando respuesta de mi parte.

Solo me encogí de hombros, sin saber de qué trata. Luego fue a Belanger, y él miro nervioso a Amina, Diana alzó una ceja.

—Atlas.

Cinco segundos, solo eso le basto para soltar la lengua.

—Esta transición. Estaba con el niño, en el bosque y ella intento comérselo.

¿Giselle es un hibrido?

—¿¡QUE!?— gritó—Yo la mato.

Se abotono el abrigo a regañadientes, mientras iba directo a la puerta. Seguía las indicaciones de Atlas, donde se encontraban Zept y Giselle. Bajamos hasta el subterráneo, donde se encontraban los calabozos.

Bajamos las escaleras del área norte, hasta llegar al círculo, donde en la silla de metal estaba pegada al piso y cadenas que se conectaban a cada los muros, para contener a las peores bestias. Giselle se encontraba atada de pies y manos, con la boca llena de sangre y el cuello roto.

Zept estaba a su lado y al ver a Diana, abrió sus ojos de par en par.

—Prometiste que no le dirías —Espetó contra Atlas.

—Uso la mirada, niño, no me culpes por ser tan débil.

Fue directo a él. Lo alejó lo más posibles de nosotros, tirando de su oreja. Decidí escuchar esa conversación, lo que el niño debía decir en su defensa.

—Crees que te mandas solo, muchacho, estar en el bosque cerca del límite y de noche. No eres Rambo, Zept. Ni mucho menos inmortal. —estaba furiosa.

—Recibí el llamado de la naturaleza—Se excusó.

—Que puerco eres, Zept Alejandro, aquí hay como mil baños.

—A) No me llamo Alejandro, es Alhecandro. B) el bosque me habló sobre Giselle y fui a socorrerla...

—¡Oh por la Diosa! Fumaste de mi hierva.

—Diana— se sonrojó.

Ella soltó una carcajada.

—Tienes un horario, Zept, y debes cumplirlo, no te mandas solo.

—Si, si, ya lo dijiste. —Se burlo.

Tiró de su oreja otra vez, y soltó un quejido.

—Para que se te quede en esa cabecita loca.

Los gemidos rotos y alaridos de dolor, me desconectaron de esa conversación.

Me puse a la altura de su cuerpo, las marcas de la transformación todavía tapizaban su piel blanca y los signos de una batalla bruta se tornaron en esos alaridos de dolor. Su cuerpo estaba roto, cada hueso y musculo daba la sensación de estar pulverizado. Quite un mecho de su cabello lleno de tierra de la cara, levantando con suavidad su cabeza hacia la luz.

—¿Quién te hizo esto, pequeña? —Le pregunte.

Comenzó a llorar, entre gritos y lágrimas, apenas podía modular palabras. Intento zafarse de sus cadenas. Su voz cambio de tono, y soltó un alarido.

Yo he vivido en carne propia ese sufrimiento que quema cada parte de tu cuerpo, que cada célula duplica su tamaño en con violencia y mil por segundo. Como los huesos deben alargarse para volverte una bestia, un lobo    del tamaño de un humano. Ese dolor punzante en la cabeza, como dos navajas clavadas, solo se calma con la sangre.

Giselle es inocente, jamás ha lastimado a un ser vivo en el planeta. A pesar de haber sufrido los abusos de su padre, se dedicó a sanar a los vampiros adictos y siempre iba a mi estudio con proyectos nuevos para ayudar a nuestra manada.

¿Por qué ella, Diosa?

Levanto su mirada cristalina, se fijó en mí, y contrajo su cara, con vergüenza. Sus lágrimas se desbordaron de mi mano, y soltó el ultimo sollozo roto. Con voz fuerte y clara, dijo el nombre del culpable:

—Diana, mi alfa.

La solté.

—Ziah me convirtió en un monstruo porque ella se lo ordenó.

Está mintiendo, mátala. Nuestra Luna jamás nos haría eso. Me voltee hacia Diana. Zept está cubriendo la mitad de su cuerpo, Atlas y Amina se abrieron paso para que yo pasara. Entonces Zept la cubrió por completo, me miró desafiante, con esos ojos negros iguales a su madre.

—Córrete, niño—le ordene.

Apretó su mandíbula, y dio un paso adelante.

—No dejaré que le hagas daño a mi madre, Favre, ella no hizo nada.

Lo quiero creer.

—Quiero que me lo diga ella. — le hice una seña a Amina. La vampira actuó con rapidez, tomó al muchacho y lo estrello contra la pared.

Ella tenía la cabeza gacha, y se cubría el abrigo.

—Diana.

Atendió a mi llamado, me enfrente a los ojos negros, de nuevo.

—¿Jessica, donde está su collar? —pregunta Zept en un grito.

Esbozó una sonrisa en medio de los gritos de su hijo.

—¡No te atrevas, maldita! — Volvió a gritar. — Necesito ir por el collar, Amina, suéltame.

—¿Lo hiciste? ¿Tú y Ziah, Diana? ¡Responde!

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Tú me obligaste, mi amor. —Solloza.

Deje de respirar. 

—¿Qué hiciste?

Alzó la mirada por mis hombros.

—Te traje al enemigo, dispuesta a negociar una tregua.

Mire a Giselle. Ojos rojos, mirada inexpresiva, motón en alto remplazaron su miedo. Conozco a la perfección esa conexión, la vivía día a día. Solo observo con una sonrisa a la chica a mis espaldas.

—Ziah Eckvan—sentencia Diana.

En ese momento, Zept logro escapar de los brazos de Amina, corrió hacia a su madre. Sus ojos pardos me dieron una última disculpa, antes de que el brujo recitara el hechizo de escape y se desvanecieran del lugar. Voltee al cuerpo encadenado. Jamás había estado mas cerca de esta maldita perra.

—No aspiro a entenderme con el conducto—Habló secamente— Quiero a la verdadera alfa suprema. Liayh y yo tenemos mucho que hablar.

***

 Aquí les dejo otro capitulo. 

Muchas, muchas gracias por leerme :)

Nada mas que decir.

Bye.

Continue Reading

You'll Also Like

408K 19.8K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
42.8K 1.6K 25
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
73.8K 4.4K 15
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
735K 51.5K 65
Emilia Matthews es una amante jugadora del fútbol, no piensa en otras cosas más que en entrenar y ganar sus partidos, en su vida no importa otra cosa...