Conociendo lo prohibido ©️ (E...

By NarcirisFerrerV

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TRILOGÍA HÁBITOS INSACIABLES. (Libro I) Vanessa apenas empieza a separarse de la sobre protección y tabúes d... More

Conociendo lo prohibido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6^
Capítulo^7
Capítulo^8
Capítulo 8/2
Capítulo 9^
Capítulo 10^
Capítulo 11^
Capítulo 12^
Capítulo 13^
Capítulo 14^
Capítulo 15^
Capítuto 16^
Capítulo 17^
Capítulo 18^
Capítulo 19^
Capítulo 20^
Capítulo 21^
Capítulo 22^
Capítulo 23^
Capitulo 24^
Capítulo 25^
Capítulo 26^
Capítulo 27^
Capítulo 28^
Capítulo 29^
Capítulo 30^
Capítulo 31^
Capítulo 32^
Capítulo 33^
Capítulo 34^
Capítulo 35^
Capítulo 36^
Capítulo 37^
Capítulo 38^
Capítulo 39^
Capítulo 40^
Capítulo 41^
Capítulo 42^
Capítulo 43^
Capítulo 44^
Capítulo 45^
Capítulo 46
Capítulo 47^
Capítulo 49^
Capítulo 50^
Capítulo 51^
Capítulo 52^
Capítulo 53^
Capítulo 54^
Capítulo 55^
Capítulo 56 ^
Capítulo 57 ^
Capítulo 58^
Capítulo 59^
Capítulo 60^
Capítulo 61
Capítulo 62^
Capítulo 63^
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 48^

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By NarcirisFerrerV

Brad

Prefiere las empanadas de queso y todas estas apenas son de huevo, lo que significa que tendré que esperarme unos minutos más.

Nunca pensé que me vería haciendo todo lo que una mujer me pide.

Tomo el envase con la batida de fresa, los chocolates y camino hasta el auto.

Me hace dejar el trabajo para hacerle mandaditos, quien ha visto.

—¿En qué te has convertido Brad. A?—me veo en el retrovisor y arreglo mi cabello.

Sea lo que sea se siente bien.

Noto el Range Rover negro estacionado frente al edifico donde un sujeto entra.

Bajo y entro al edificio, tomo el ascensor y me doy una mirada nuevamente al espejo.

La puerta del apartamento está media abierta, la luz permanece apagada, busco el interruptor chocando con algo qué hay lanzado sobre el suelo, enciendo la luz y dejo la bolsa con las empanadas sobre el sofá.

¿Qué diablos pasó aquí?

Todo está hecho un desastre.

—¡Anna! —busco el arma tras mi espalda—¿estás aquí?

Camino cuidadosamente por el lugar, las sillas de la mesa están lanzadas por el lugar, con lo que choqué al entrar ha sido el centro de mesa, las puertas del balcón están abiertas pero no alcanzo a verla desde aquí.

Me dirijo directo hacia las habitaciones llegando a la que ya conozco de esquina a esquina, abro la puerta percatándome que no haya nadie, entro con la Beretta al frente, enciendo la luz y veo todo estar igual que la entrada, reviso el baño y salgo terminando de observar todo.

—Aquí no hay nadie—guardo el arma levantando una caja vacía del suelo.

No entiendo que sucede, un robo o las chicas se pelearon.

Busco mi teléfono y la llamo.

Sigo el tono que replica cerca, camino hasta el balcón viendo las huellas de sangre que hay sobre el cristal volviendo a sacar mi Beretta en cuanto empiezo a escuchar las jadeos ahogados.

Salgo buscando algún enemigo, no lo hay, solo ella sobre el suelo con obvia desesperación, escondo el arma y me lanzo hacia dónde está.

—No no no no, mírame, vamos mírame—la tomo entre mis brazos—Anna mírame.

Intento moverla buscando de donde proviene tanta sangre, la luz de su rostro está algo apagada y no entiendo qué ha pasado.

—Brad—dice entre sollozos—Estás aquí.

—Ya estoy aquí corazón—la acerco más a mi pecho buscando el teléfono sin tardar en llamar—No te preocupes, la ayuda ya viene—acaricio su rostro evitando el pensamiento de impotencia que comienza a inundarme—Tranquila no hables.

Ella sonríe.

—Mírame tú Brad, no soy idiota, estas heridas son bastantes graves—tose—¿encontraste las empanadas?

Asiento como idiota.

—Que bueno, me gustaría comer una.

—Lo harás luego. Ahora necesito que te mantengas calmada mientras llega la ayuda, ya por favor no hables.

No puedo moverla sin saber que tan grave es.

—Y yo que me hagas un favor.

—Tienes que guardar silencio y esperar por la ayuda—levanto su blusa viendo las dos heridas entrantes que ha recibido en el tórax, intento mantenerme tranquilo y que no note mi desespero.

Toma mi mano y la lleva junto a su pecho.

—Mírame a mi grandote, déjame ver tus ojos—traigo su mano hasta mi rostro—Pero sin llorar—en su tono siento que ya no tiene fuerzas, el desastre a mi alrededor es muy grande como para que haya habido una simple pelea, es violento y desagradable, no entiendo porque ni que sucede.

—¿Qué pasó? ¿Quién hizo esto?

—No lo sé.

—Dime quien te disparó, Anna.

—No sé quién era, entró y empezó a destruir todo, traté de detenerlo—intenta curvar sus labios—Que mal, tenía muchas ganas de comerme esas empanadas.

—Lo harás, ahora te llevaré al hospital, mejorarás y lo harás—intento levantar su cuerpo.

—Escucha, escúchame Brad.

—No, no lo haré, debo llevarte por ayuda.

—Vanessa.

—¿Ella también está aquí? no la he visto.

—Sé que ya no podré hacerlo así que tú cuida de ella—tose y algo en mi se retuerce conectando con el dolor que hay en su mirada—Por favor, que no vuelva a ese pueblo, no la dejes hacerlo—necesito que se detenga pero no me hace caso, incluso así no deja esa terquedad.

Guarda silencio intentando mantener los ojos abiertos pero aunque no lo quiero analizando toda la sangre y su estado reconozco que se está esforzando—Es mi hermana—me dice entre sollozos—aún hay muchas cosas que debo enseñarle— aprieta mi mano, lo poco de fuerzas que le queda es tan leve que si no estuviera pendiente a ella no podría sentirlo—te la encargo porque confío en ti, cuídala por mi.

—Tranquila, tú misma lo harás.

La levanto intento no causarle más daño, se queja pero no puedo detenerme, necesito buscar ayuda cuanto antes y evitar que ocurra algo que puedo lamentar.

—M-Missa, es un buen hombre, hazte su amigo—giro la cabeza para que la lágrima que recorre mi mejilla no se haga obvia, <<llegue tarde>> —Lamento que hayas tenido que verme así, gracias por las empanadas—murmura en un leve intento de sonreír para no volver reaccionar a mi llamado, sus ojos se apagan, mis manos están cubiertas de su sangre, el lugar está hecho mierda y el alma me corroe mientras me siento una maldita basura inútil que no estuvo aquí para protegerla.

No puedo ignorar el color escarlata en mis manos, se supone que debo proteger, estoy aquí para ello pero me distraje en mi trabajo, no he podido cumplir con el y todo esto es culpa de mi incompetencia por no saber decir que no.

Ya no reacciona y siento que no puedo seguir moviéndome sin saber que sigue conmigo, la dejo sobre el suelo tomando su pulso, mi cerebro lo grita cada vez más fuerte mientras insisto el encontrar alguna reacción pero eso no hace que quiera aceptarlo. No puedo sentir nada, ya no hay nada.

Anna.

Me inclino dándole el último beso que me despide de lo que fue, es, y pudo ser.




Vanessa

Missa llamó para avisarme que tardaría aún más de lo que creía en su reunión, y yo que pensaba que hoy tuviésemos tiempo para los tres, últimamente eso es imposible con Brad y Pitt metidos en el departamento todo el tiempo, no está mal pero es molesto si el idiota se comporta como lo hizo anoche.

Missael es un angel, significa mucho para mi y es tiempo de que lo acepte, no dejaré a mis amigos de siempre de lado por él y sus celos.

Esta mañana ha sido diferente, no entiendo que me pasa pero últimamente lo veo en todos lados, cierro los ojos y ahí está él, los abro y siento su perfume junto a mi. Su presencia a veces se me hace hasta predecible.

Noto el correo entrante de parte de la universidad,—deben ser los resultados de admisión—los nervios que he tenido todos estos días comiéndome el alma se desencadenan y liberan todos a la vez, intento mantenerme en calma y esperar para abrirlo junto a los demás, sé que será algo que los tres disfrutaremos por igual y quiero que estén conmigo al hacerlo, ellos son los únicos que realmente saben y entienden lo que esto significa para mi sin nunca dejar de impulsarme contra mis miedos.

Los amo.

No tengo necesidad de sacar las llaves cuando a la primera persona que veo a través de la puerta es a Brad quien cubre su boca y lleva la mano sobre su cintura en cuanto me nota dándose la vuelta, todo queda en silencio cuando me acerco, observo despacio y no comprendo, Pitt me ve y su mirada borra la sonrisa de mi rostro haciendo que sienta escalofríos y miedo, mis pasos se alentan en cuanto puedo ver a casi todos menos a dos personas.

—¿Qué hacen aquí?

Brad se lleva mi mirada cuando sale del apartamento sin verme, según Missael, él y Anna estarían fuera así que no entiendo que sucede, además creí que Pitt estaría todo el día metido en la oficina y nadie me ha dicho que Brad tenga llaves.

—¿Missael y Anna?

Pitt se acerca y niega con su cabeza cuando no puedo evitar ver a esas personas que no reconozco.

—¿Dónde están los demás? —evito que sus brazos lleguen a mi echándome a un lado cuando no habla, el lugar está hecho nada, todo por lo que hemos trabajado tanto ha sido destruido como si hubiera habido un terremoto el cual no sentí en ningún momento, me agacho levantando los cojines sobre el suelo y a lo lejos puedo ver el columpio pender de una sola cuerda.

Empiezo a caminar hasta a el y siento como unos brazos me detienen, giro viéndolo a los ojos y la confusión termina por abundarme.

—¿De quién es la sangre?—digo como puedo cuando siento el corazón encogérseme—Pitt—él no dice nada y logro apartarlo llegando hasta al balcón.

El dolor me aborda evitando que pueda permanecer de pies.

Un hombre cubre su rostro y me muevo como puedo empujándolo lejos, no sé que hace pero no es gracioso.

—Esto no es divertido, levántate.

—¿Qué haces? No puedes estar aquí.

—Anna vamos levántate, te juro que no es gracioso.

—Vanessa—me hablan y siento ganas de golpearla para que deje el juego, ese hombre no deja de hablar y otro se acerca pero Pitt lo detiene, logro ver la pequeña muñeca de alambre cuyo vestido una vez fue blanco ir de rojo estar junto a ella, sigue sin responderme y espero entienda que lo que sea que ha hecho con el lugar correra por su cuenta.

Me agacho y sostengo su mano tomando a la pequeña muñeca—Ya abre los ojos—digo antes de ser apartada.

—No la toques—exigen detrás de mi.

—¿No se les pudo ocurrir otro tipo broma?

—Vanessa.

—Pitt—digo cuando me levanta, no puedo creer que se haya prestado para esto—Pitt—repito viéndolo directo a los ojos, noto lo que hay en ellos y no, no.—Necesito que me digas que está bien, dilo—exijo—Vamos dilo Pitt, ya no es gracioso—mis manos llegan al cuello de su camisa atrayéndolo hacia mi—¿Por qué no hablas?

—Tranquila—me choca con su pecho apretándome contra el con fuerza como si buscara consolarme por algo—Debemos salir.

—¿Y Anna?—detengo mis pasos cuando estamos a punto de cruzar la puerta y veo la muñeca de rosa permanecer sobre la pared—No podemos dejarla aquí, se molestará conmigo si dejo el apartamento así, búscala por mi, ¿si?

—Vanessa vamos.

—Pero Anna odia la sangre—veo la muñeca ensangrentada en mi mano—Sabes como es—sonrío solloza en cuanto no sé que hacer con las lágrimas que no dejan de caer por mi rostro sin motivo alguno.

—Brad se quedará con ella—murmura sacándome del piso.

—Brad—voy hasta él—Por favor ayuda a Anna, está acostada sobre el suelo y hay sangre por todos lados, ella odia la sangre—él me da una mirada antes de dejarme ver sus ojos nublarse.

—Vanessa.

—No—lo aparto—Si tú no lo haces lo haré yo—regreso al departamento donde un hombre se interpone en camino—Muévete, es mi casa muévete—se niega—Mi amiga está adentro déjame pasar.

—Vanessa—Pitt me llama.

—No quiere dejarme pasar, dile que este es mi hogar.

—Él lo sabe, pero por ahora no podemos estar aquí.

—¿Por qué no? Anna está ahí y es mi casa, todas mis cosas están aquí, mi vida está aquí... mi hermana—musito con los labios temblorosos—¡Ella está! ¡Está siendo cubierta por esta gente y ustedes se quedan como estatuas sin hacer nada!

—No hay nada que podamos hacer Vanessa—comenta Brad—Ya está, está muerta, por favor tranquilízate y si no puedes estar aquí lo mejor será que te vayas.

Sus palabras parecen balas que me atraviesan, giro viendo al sujeto en la puerta y le pido dejarme tomar la muñeca que aún cuelga, al inicio se niega pero se rinde y la agarro evitando ver más allá pero no lo logro, debo llegar a ella, despertarla y sacarla de aquí.

Unos brazos se aprietan a mi evitándome el movimiento, me sacan a las malas y a pesar de poner toda mi fuerza no logro detenerlo.

Me meten al ascensor y veo a las personas que entran con una tabla junto a la policía, Pitt abre la puerta del auto, entro en el y me pierdo en mis pensamientos logrando bloquear esa imagen, levanto el teléfono notando la llamada entrante de Missael, Pitt lo toma de mis manos y la acepta, no capto lo que dice solo sé que estoy sentada en medio de oscuro agujero, es una pesadilla y ya quiero despertar.

—Ya no quiero este sueño Pitt, deténlo. Por favor detenlo.

Por más fuerte que se vuelva el agarre de su mano en la mía me parece nada, por primera vez su contacto no logra alcanzarme, mis piernas tiemblan, mis pensamientos me abandonan y no puedo dejar se sentirme herida por todos lados.

Dejo el auto en busca de aire, no puedo respirar, mi cabeza se nubla, me faltan las fuerzas y no reconozco ninguno de los rostros que me ven.

Necesito gritar pero algo en mi pecho me lo impide, él me abraza e intenta calmarme pero no puedo.

—Vanessa.

—No. No digas nada.

Lo empujo lejos de mi logrando sentarme sobre la calle.

—No digas nada. No lo hagas.

No puedo respirar.

Las muñecas en mis manos se mantienen mudas todo lo contrario de las voces a mi alrededor que no se callan.

Pitt se pone a mi nivel y toma mi mano sin tardar en llevarme hacia él.

No lo puedo evitar, no puedo retener más el grito que hay en mi.

<<Anna>>



La noche pasa y Missael me acompaña, Pitt no deja de dar vueltas por el lugar y nadie me dice nada, nadie habla, todos están fríos con expresiones que parecen fantasmas, me siento sola, me ha dejado sabiendo que no debía, ella sabe mejor que nadie que no puedo volver a estarlo.

—Vanessa—hablan a mi lado pero lo ignoro, mi cuerpo está adormecido y no me responde—Doncella, mírame.

Giro la cabeza y noto el rostro confundido y humedecido de Missa, logro moverme hasta él y abrazarlo, justo cuando por fin los tres pudimos estar juntos.

—Se levantó un expediente y se especula que ha sido un robo que se salió de control—escucho que informan a mis espaldas—Hay varias señales de forcejeo, el atacante estaba armado y aparentemente ella se resistió. Aun las cámaras no muestran nada pero siendo sincero no creo que se encuentre nada allí.

—¿Qué se llevaron?

Piensa en lo siguiente que va a decir y Pitt se adelanta.

—No lo sabemos, la policía espera poder hablarlo con ustedes y averiguarlo.

—El edificio tiene suficiente seguridad para que esta clase de cosas sucedan—comenta Missael—Quien hizo esto...

—Faltan las joyas, ¿No es así?

No niega ni hace nada, su mirada se mantiene conectada con la mía y todo vuelve y se me hunde.

—Todo esto ha sido mi culpa, ¿Verdad, Pitt?

—No, no lo es, solo ha sido accidente.

—Entraron a robar y Anna puso resistencia.—repite Brad—No debió de haberlo hecho si sabía que llevaba la desventaja.

—¿Dices que estuvo bien que esto pasará?—Missael pierde la paciencia enfrentándolo cara a cara—¿Dónde estabas tú?

—¿Y tú?—lo reta Brad—¿Dónde estuviste tú? ¿Qué habrías echo de haber estado allí, también ibas a ser tan estúpido de lanzártele encima a un arma apuntándote?

Aparto a Missael y el sonido de mi mano contra el rostro de Brad resuena por toda la habitación, lo veo a los ojos hinchados que tiene y noto que también está dolido, pero eso no excusa para expresarse así, Missael solo busca liberar su dolor y hizo la misma pregunta que yo he querido hacer.

—¿Dónde estabas Brad? Se supone que ambos estarían fuera.

Se tensa sin moverme la mirada tragándose el nudo que tiene en la garganta, no intento responsabilizarlo, todo esto es mi culpa por no haber hecho lo que debía desde un inicio y rechazar ese regalo.

—Fui por empanadas de queso.

Se aparta y la mano me arde, entierro mis dedos en un puño y hago oídos sordo a lo que murmuran a mis espaldas, estamos en la finca de Pitt y su celular no deja de sonar, me muevo por alrededores sumergida en mis pensamientos, no sé donde he dejado las muñecas, las busco por todas partes hasta dar con ellas, alcanzo el lavaplatos de la cocina abriendo el paso del agua, el vestido está manchado y quiero que vuelva a su color original.

Busco detergente y la sumerjo en el liquido, poco a poco se aclara pero no se va del todo, la estriego y estriego hasta que uno de los alambres se va soltando y alcanza a cortarme, lo ignoro y sigo restregándolo con todo el detergente que encuentro.

La espuma cae por todas partes pero no me importa.

Me limpio las lágrimas y continuo en lo mismo, siento como unas manos detrás de mi rodean mi cintura y sube lentamente por mi brazo tratando de detener mi acto.

—Solo intento sacarla.—explico escuchando lo que me dice—Luego la llevaré al sol y estará bien.

La quita de mis manos y remueve la tapa que restringe el desagüe, toda el agua desaparece ante mis ojos y Pitt me lleva contra su pecho.

—Sé que puedes hacerlo. Confío en que puedes.

Giro abrazándolo. Insisto en creer que esto no es más que una pesadilla y debo despertar cuanto antes.

                           Y de pronto todo se volvió amargo, oscuro, profundo y doloroso.

                                 ➿➿➿➿

Los recuerdos alegres y amargos llueven en mi mente con cada palabra dicha por el sacerdote, Missael permanece sentado junto a mi tomando mi mano, Brad y Pitt de pies frente al ataúd, los familiares no dejan de gritar su duelo repentino, agresivo y sorpresivo, mientras yo no puedo ni darles la cara.

Como les explico eso...

Si las joyas no hubieran estado allí, si las hubiera llevado a otro lugar Anna aún seguiría con vida. Ella no habría peleado, no hubiera pensado que debía hacerlo y esto no sería más que un oscuro sueño.

Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa.

—Vanessa—levanto la mirada del suelo para ver a Brad—Ven conmigo—toma mi mano llevándome junto a él—Ya es hora.

—No quiero.

—Vanessa—habla Pitt.

—Es necesario—pide Brad evitando dejar salir las lágrimas.

—No quiero.

—Por favor—me da un ramo de rosas blancas—Si no es por ti hazlo por Missael, ella y su familia.

Tomo su mano regresándole el ramo, ¿Acaso no entiende que es mi culpa? ¿Cómo se supone que me despida sabiendo que yo la maté? por mi culpa está ahí, mi irresponsabilidad llevo a esto. Ni siquiera puedo mirar a su familia a la cara menos pararme allí.

—No es tu culpa—lo escucho insistir—Tampoco de ella.

—¿Y entonces de quién Brad? ¿Quién ha sido? ¿Por qué lo hizo?

—No lo sé, pero te prometo que quien sea cuando lo encuentre lamentará el día en que su madre nació y el momento en que se enteró que traería al mundo a esa maldito hijo de puta.

—Brad—habla Pitt—El sacerdote los espera—me da una mirada—Por favor.

Me acerco más al agujero viendo la simple caja. Simple porque no hay nada en este mundo que conmemore tanta belleza, nada.

Veo las rosas en mi mano y empiezo tomando la primera.

—Esta es por la primera vez que me hablaste por el estilo de falda que llevaba—la lanzo sobre el ataúd—Esta por la primera vez que me invitaste a sentarme junto a ti.

Me tomo un respiro recordándolo como si hubiera sido ayer, el llanto y el nudo en mi garganta no me dan para más, no puedo ni quiero hacerlo, no así.

Brad toma mi mano y una rosa.

—Por la primera vez que te vi cruzando aquellas puertas preguntándome si era quien te entregaría las zapatillas de tu amiga —le da un beso y tira.

—Por cada vez que me hacías escaparme de casa para ir a verte en el parque.—prosigo viéndola la rosa que suelto caer.

—Por cada beso, abrazo, mensaje o llamada exigiéndome llegar de prisa.—dice Brad y sonrío recordando sus locuras.

—Por aceptarme cuando yo misma no lo hice ni podía.

—Por fingir no quererme cuando ambos sabíamos que estábamos mucho más allá de esos limites—lo veo observando la última rosa en mi mano.

La levanto en el aire pidiéndole sostenerla conmigo.

—Por mi hermana, amiga, colega, compañera, madre y mucho más.—Brad aprieta mi mano—Almohada cuando no podía dormir, cocinera favorita, habladora compulsiva e imparable, mi defensora personal, por ti, porque siempre te llevaré en mi corazón, has sido todo lo que nunca pensé ni creí tener, jamás podría decirte todo lo que me gustaría y mereces pero yo no puedo hacerlo. No así.

—Por la mujer que me embrujo sin darme cuenta para luego romperme el corazón con la despida más estúpida que pueda existir, no te lo perdono ni lo haré, no lo hago, aún así te dejo ir, libre y feliz como siempre fuiste y solo hay algo que quiero que sepas, lo haré con mi vida como tú lo hiciste.

Ambos soltamos la rosa que se ha pegado a nuestras palmas dejando ir tal vez a la mujer más importante en nuestras vidas. Al menos para mi es así.

La vida y la muerte son mejores amigas, así que de tal modo, es como si la muerte fuera la madrina de todos los hijos de su amiga, lo que significa que cuando la vida ya no pueda cuidar más de ellos su mejor amiga se hará cargo y los protegerá como suyos.

En este caso mi mejor amiga ha sido tomada por otra amiga y cuidará de ella hasta el día que podamos volver a vernos.

Hasta pronto, hermana.




Nota de autora: 💔

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