Capítulo 22^

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Pitt

La mañana avanza rápidamente luego de conocer el estado de los conductos el cual resultó ser peor de lo que pensé, debo mantener todo bajo control mientras encuentro la manera de resolverlo sin llamar la atención. Poco a poco empiezo a recuperar lo que me fue tomado sin permiso.

Observo a todos estar sentados en silencio frente a su platos.

—¿Y ya decidieron donde será la luna de miel?—pregunta Matilde en una esquina de la mesa.

Veo a Diana emocionarse tras la pregunta intentando contestar.

—No habrá—la corto en el aire—volveremos lo antes posible, hay muchas cosas que debemos resolver.—les dejo saber a todo en la mesa.

—¿Qué?—inquiere Diana.

—¿Cómo que no habrá luna de miel? es lo más importante después de una unión—espeta Felipe como si fuera un experto en el asunto.

—Ya lo han escuchado,—repito—no tengo tiempo para más juegos—alcanzo la ensalada frente a Vanessa quién luce incómoda.

—Nuestra luna de miel no es un juego—Diana se levanta lanzado su cubierto sobre la mesa mientras empieza a retirarse.

Como había dicho antes, esto no será dulce si no amargo.

—Pitt—me llama Felipe.

—¿Si tío?—mantengo mi vista sobre el plato donde me sirvo.

—Hablemos a solas—pide poniéndose de pies.

—¿Por qué no hacerlo aquí?—muevo la mano en el aire—vamos hazlo que estamos como querías, en completa familia—suelto divertido y lo veo darle una mirada a la castaña a mi lado.

—No te preocupes, firmó un contrato donde se le prohíbe repetir lo que sea que escuche aquí.

Él resopla.

—Diana ahora es tu esposa.

—Lo sé pero dime algo nuevo.

—No puedes tratarla así, levántate y ve habla con ella—manda Matilde mostrando su molestia.

—Si me querida abuela lo pide—tomo un poco de agua—claro que lo haré, pero en cuanto termine, ¿no quieres ensalada?—le pregunto a mi secretaria.

—No—dice cortante.

Al parecer todos esta mañana están incomodos por alguna razón.

—Pitt—me llama Lisa.

Resoplo.

—Entiendo—me levanto abandonando la comida familiar y los complazco yendo tras Diana, quien como ya lo ha demostrado puede ser imprescindible como incontrolable.

Para los humanos el aceptar que se equivocaron no resulta tan fácil, ya que es lo mismo que declararse culpables pero en algún momento el destino o la vida te hace arrodillarte y rogar por clemencia.

—¿Puedo pasar?—pregunto viéndola doblar ropa junto a la maleta sobre la cama—¿Qué haces?

—¿Dónde estuviste anoche?—inquiere sin voltear a verme—¿Dónde dormiste el día de nuestra boda?

Camino hacia ella ayudándola con la ropa.

—Junto algunos amigos—tomo una blusa y la echo dentro del bolso.

Se mantiene en silencio.

—Diana—la llamo sin respuesta—, Derek devolvió los conductos a sus legítimos dueños por lo que estaré muy ocupado, no puedo pensar en irme de vacaciones contigo hasta resolverlo.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Where stories live. Discover now