El Juego Prohibido

Por GalicianC

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Iris DeSantis es el mito que recorre el bajo mundo. Ella es la personificación de la guerra, el poder y el do... Mais

Playlist para ambientar
Pirámide de las organizaciones | Personajes
PRÓLOGO
|1| Las Damas de la Mafia
|2| Diavolo
|4| Los enviados de la guerra
|5| Caja de Pandora
|6| El club de las tentaciones
|7| La primera noche [+18]
|8| Persiguiendo lo prohibido [+18]
|9| La ciudad del pecado
|10| Linaje DeSantis
|11| Principessa
|12| Un capricho [+18]
|13| Acaba conmigo [+18]
|14| La mascarada
|15| Obsesión Peligrosa
|16| Tormentos del pasado
|17| Te odio [+18]
|18| Galantería perversa [+18]
|19| Perséfone
|20| Ramé [+18]
|21| El corredor [+18]
|22| ¿Aliado o amante? [+18]
|23| Ruleta rusa
|24| Reinserción
|25| Cándidos
|26| Diosa de la guerra
|27| Dama
|28| Noche escarlata [+18]
|29| Subasta de las diosas
|30| Las Catacumbas
|31| Sentidos del placer [+18]
|32| Bienvenidos al infierno. Perdón, a la gala anual
|33| Cuando bailan las mentiras con las tentaciones
|34| Mentiras robadas [+18]
|35| Juegos retorcidos
|36| Calvario
|37| Lealtades retorcidas
|38| Vindicta
|39| Nulevaga zona
|40| Casus belli
|41| Herederos
|42| Oportunista
|43| Presa
|44| Depredador

|3| El padrino

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Por GalicianC

Iris

Enfoco mi objetivo. Mis ojos observan el lujoso restaurante en la lejanía.

Respiro profundo para calmar mi respiración mientras me enfoco en mi próximo objetivo.

El padrino de la Cosa Nostra.

Sin siquiera saberlo, ese hombre se ubicó de forma perfecta en mi campo de vista para hacer un tiro impecable. Me hizo más fácil terminar con él.

Era un hombre de aspecto aristocrático que deslumbraba con su sonrisa, daba la imagen de ser una persona carismática que no estaría en negocios ilegales, quien iba a imaginar que hacía parte de la Cosa Nostra, la organización criminal liderada por la familia Amuso.

No es de extrañar que estuviera derrochando dinero a diestra y siniestra o que estuviera rodeado de mujeres que rondan la mitad de su edad. Pero, ¿qué más se puede esperar de alguien como él?

Llegó el gran dilema, quiero que sufra o que muera rápido. ¿Disparo en la pierna? ¿Disparo en la cabeza? ¿O un tiro al corazón?

Miré la hora para ver si tenía tiempo o no. Suspiré al ver que ya casi iba a ser media noche, no tenía mucho tiempo y me tuve que conformar con un tiro en la cabeza.

Contengo mi respiración y estiro mi cuerpo para luego enfocar a mi víctima y alinear mi McMillan Tac-50, un fusil de francotirador de largo alcance. Aprieto el gatillo terminando con la vida de un traidor.

Su cabeza prácticamente explotó, su sangre salpica en las paredes y en las mujeres que lo acompañaban mientras su cuerpo sin vida cayó inerte al suelo. El equipo de seguridad corrió hacia él, unos buscaron la forma de ayudarlo, aunque era imposible, y otros sacaron sus armas con cara de confusión. Trataban frenéticamente de comprender lo que acababa de suceder.

—Implacable —susurro para mi misma cuando mis labios se curvaron en una sonrisa.

Me levanto de mi posición y empiezo a empacar mi fusil. Desmonto el arma en un tiempo récord, me sacudo el polvo de mi ropa negra y limpio una gota de sudor en mi frente.

Me cubro el rostro como acostumbro a hacer para evitar que se sepa quien soy. Saco las llaves del deportivo que están en el bolsillo de mi pantalón. Con mis uñas golpeteo el vidrio de las llaves creando una melodía y tarareaba Heaven de Julia Michaels. Excelente canción. Agarro mi rifle y bajo las escaleras.

El punto de vista que elegí fue un antiguo edificio que servía de almacén y que estaba a unos dos mil metros de distancia del restaurante aquí en Palermo.

Todavía tarareando bajo rápidamente cuatro tramos de escaleras del edificio abandonado. Las sirenas sonaban en la distancia, sabiendo que estaban limpiando el desastre que hice. Sonreí con satisfacción mientras observaba el paisaje, extrañaba Grecia y Calabria.

Las vibraciones de mi teléfono me devolvieron a la realidad. Busco en mis bolsillos tratando de encontrar ese molesto dispositivo.

—¿Qué necesitas?

—¿Te ocupaste de él?— La voz cálida me pregunta.

—Sí.

—Buen trabajo, At. Te veremos en la villa franca.

—Muy bien, nos vemos pronto, papá —respondo para luego colgar.

Di un paso hacia adelante solo para ver un objeto volando hacia mí. Reaccionando rápidamente, me agacho y observo la pared detrás de mí. Una daga de gran tamaño estaba incrustada en la pared donde estaba mi cabeza. Cuando volteo no me doy cuenta y una persona se abalanza contra mi.

No lo veo venir.

Una mano grande con un tatuaje y algunas venas sobresalientes envuelven mi garganta y me empuja contra la pared. Mi espalda golpea el muro de piedra y un dolor ligero me recorre y se me contrae el estomago.

Me acuerdo a los meses de tortura que viví hace cinco años hasta el punto de implorar entre lágrimas.

Siempre he sido el tipo de persona que anticipa los movimientos de mi enemigo, espero antes de atacar y rara vez, por no decir nunca, alguien se atrevía a darme la cara, a excepción de mi padre Basilio. Este hombre que tengo enfrente me provocó, pero nada, absolutamente nada me llevó a pensar que tendría por primera vez alguien tan atrevido tan cerca de mí y queriendo clavarme una daga en la cabeza.

Unos ojos grises o verdes, no estoy segura, que se me hicieron encantadoramente malignos me miraron de forma asesina. A pesar de la máscara que lleva este hombre y la poca luz del callejón parece que una sombra oscura posee su rostro, una mirada que podría aterrorizar a más de uno, pero no a mí.

Su mano libre agarra mi mandíbula dejando mi cara y cuello inmóvil, podía respirar pero no moverme, me desesperaba y me traía recuerdos de lo que viví hace cinco años, todas las torturas.

Cualquiera diría que es capaz de romper mi cuello y pensarían que estaba atemorizada, pero yo solo sonreí de forma torcida mostrándole a este hombre que no me podía intimidar.

—Tienes diez segundos si no quieres que te mate —susurre marcando cada palabra.

El hombre solo se acerca más y sonríe al igual que yo. Sus labios rozan los míos y suelta una carcajada.

—Te voy a destruir, Dama Roja. —Una voz escalofriante y poco familiar gruñe. Un halo de luz ilumina su rostro, revelando a la persona que lanzó dicha daga.

Esa frase sonó como una promesa que iba a cumplir hasta su último aliento.

—Puedes intentarlo, pero desde ya te digo que no lo lograrás.

—Bueno, mira lo que tenemos aquí... Una mujer arrogante y llena de confianza. Lástima.

Se aleja de mí y todavía envuelto en la oscuridad, veo un par de mocasines caros y un bonito traje azulado. Su traje de Armani se ajustaba perfectamente a su figura. Lleva una camisa de vestir blanca remetida con algunos botones desabrochados.

—Qué desagradable placer encontrarse contigo, Hades. ¿A qué debo el honor? Digo no es como si nos viéramos, ¿este sería nuestro tercer encuentro? —dije con el sarcasmo goteando en cada palabra y cambiando levemente mi voz. Su nombre saliendo de mi boca sabía a veneno. Me levanto y me apoyo contra la pared mientras guardaba las llaves del auto en mi bolsillo.

Él también tenía su rostro cubierto y con la oscuridad era difícil observar sus facciones. ¿Cuándo podré saber quien es?

Las comisuras de sus ojos se achicaron un poco por lo que me dio a entender que me sonrió. Él dio un paso adelante, de nuevo, lentamente disminuía el espacio entre nosotros. No creí que se atreviera a tanto, tan solo nos hemos visto unas dos veces y fueron por casualidad. No duramos ni dos minutos juntos en el mismo espacio y esperaba que este también fuera caso.

—Será más placentero una vez que dejes de respirar —me grita con voz distorsionada. Sonaba como cualquier otra voz, pero no es tan idiota como para usar su voz normal, sino que era distorsionada como la mía.

Tratando de observar más allá de la oscuridad él se lanza hacia mí. Rápidamente lo agarro del brazo y lo empujo dolorosamente contra su espalda. Aquí me tengo que valer de mis otros sentidos dejando de lado la vista, la poca luz del lugar no le dejaba ver bien las cosas.

Me pongo de puntillas para llegar a su oído. —Tal vez tu padrino pueda enseñarte cómo tratar a una dama correctamente, oh, espera, es cierto. No puede.— Me reí, mis labios rozando su oreja.—Porque lo acabo de matar. Un traidor menos. ¿No sabias que tu padrino estuvo vendiendo información de la Cosa Nostra y de la Ndrangheta? Se volvió un problema cuando se trata de MI organización.

Hades usó su mano libre para impulsarse con la pared y hacerme perder el equilibrio. Agarra el cuchillo que estaba incrustado en el muro y lo vuelve a lanzar hacia mí.

Me agacho, escapando por poco de la hoja dejando el zumbido en mis oídos.

Tengo que aceptarlo, es un hijo de puta rápido.


Hades

Retrocedí hacia las sombras. Observando cada movimiento de la Dama Roja hasta que dejé de ser visible.

Sé que no debí de acercarme ni atacar, pero tanta era la rabia al ella haber matado a mi padrino que no pensé. La habría matado en ese mismo momento, pero mi padre siempre me enseñó que "el tiempo lo es todo". Y con lo que parecía ser la mitad de la maldita policía de Palermo afuera, el tiempo no estaba de mi lado.

Ellos no le harían nada a ella, de algún modo u otro los trillizos DeSantis siempre han sido intocables para cualquier policía, militar o persona de autoridad de cualquier país. Era curioso, ya que cualquier otro miembro de la Ndrangheta no contaba con esa inmunidad, sólo ellos.

Camino a toda velocidad hacia el costado del edificio, hacia la puerta por la que entré. Cuando salgo doy la vuelta para esconderme detrás de unos escombros mientras veía a los policías irrumpir en el almacén.

Trepo la cerca y comienzo a caminar hacia mi vehículo. Mis hombres estaban estacionados a unas calles de distancia. Cuando me acerqué a la camioneta negra, aprieto mis puños con ira.

Abro la puerta y me deslizo en la parte trasera donde estaba mi mejor amigo, Leandro Morelli. La cierro de golpe, provocando que el coche se sacudiera.

Mis hombres me miraron con miedo en sus ojos mientras el auto comenzaba a alejarse rápidamente. Los ojos de Leandro se encontraron con los míos y empezaron a bajar a mi cuello con horror. Mis dedos rozan mi cuello, solo para sentir la sangre goteando. Olvidé que aquella mujer me cortó. ¿En qué momento lo hizo?

Estiro mi cuello y observo la herida. No lo suficientemente profunda como para matarme, pero lo suficientemente como para dejar una cicatriz si no era trata cómo se debía. Solo espero que se desvanezca.

Mi mente evocó a la mujer que había convertido mi vida en una constante competencia. El odio infundado hacia ella desde pequeño solo creció con el tiempo, absurdo al ni siquiera conocerla y solo dejarme llevar por los rumores que circulan en la red del bajo mundo.

Iris DeSantis alias la jodida Dama Roja.

Tuve cinco años de paz sin la Dama Roja, hasta que surgió el rumor de que el Don de los DeSantis era padre y luego se confirmó. Veintitrés años después mi padre Vicenzo solo a infundado odio por ella y los DeSantis.

He matado a miles, siempre dando en el blanco, siempre asegurándome de que el trabajo se haga. Excepto que ella, he estado tratando de mandar personas, pero cada uno de mis intentos son fallidos y de alguna manera todavía respira. De una extraña manera ella parece intocable.

La vergüenza que me ha causado en mi recorrido que yo, Hades Amuso, ni siquiera puedo derribar a una mujer con ínfulas de diosa, es insoportable.

Libero mi ira golpeando mi reflejo en la ventana a mi lado.

Empecé a darle puñetazos a la ventana y entre cada uno maldecía. Con el último puñetazo, en la ventana a prueba de balas aparece una fisura, dejando a los dos hombres en el frente mirándome con los ojos muy abiertos.

La odio. Más de lo que he odiado a nada ni a nadie en toda mi vida. El mejor día de mi vida será el día en que deje de respirar. Y puedo garantizar que su final estará en mi mano.

No quiero simplemente dispararle, no. Eso sería demasiado indoloro. Quiero que ella sufra. Quiero que vea cómo su vida se desmorona a su alrededor, su mundo se hará añicos. No la voy a torturar físicamente sino emocionalmente y psicológicamente, destruyendo todo aquello que le importa. Quiero que pida su muerte y yo con gusto seré el dueño de su último respirar.

Nadie se mete con los Amuso y vive para contarlo.

¡Gracias por leer!

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Los quiero.

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Si hay errores de gramática/ortografía/contexto, me los hacen saber, por favor.

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