Entramos a un restaurante que no quedaba tan lejos de la editorial. Aria escoge una mesa cerca de la ventana para tener la vista de la ciudad. Ella platica con ambos, pero mi mente está concentrada en mis pensamientos.
Pedimos nuestros platillos y el mesero se marcha para traer la orden. Luego de eso, el celular de Aria suena.
—Es la co-dueña, regreso en un momento —nos avisa y se levanta de la mesa para atender la llamada.
Connie y yo nos quedamos solos en silencio.
—Oh, por cierto, quiero felicitarte por todos tus logros de estas últimas semanas Harry —ella dice para romper la tensión. Me sonríe un poco para aligerar el momento.
Pero yo solo puedo recordar su secreto. Aún seguía confundido, aún me sentía mal por nuestra situación.
—Sé que te vas a casar con un francés —solté de golpe porque la duda me consumía. Yo estaba serio, y ella me miró con sorpresa.
Relajó su rostro y solo suspiró con pesadez.
—Es un matrimonio arreglado —confesó y mi corazón late demasiado rápido al oír eso. Eso me asombra, no hay duda. Me mira atenta y puedo notar que no juega.
—¿Estás bromeando? —murmuré para que ella solo me oyera. Mi rostro se frunció.
—No jugaría con algo así —igual murmuró, recargándose en la mesa.
En eso llega Aria, pero su sonrisa se quita al vernos tan serios.
—Vaya chicos, ¿soy yo o entre ustedes hay tensión? —bromea y se sienta junto a mí.
—No es nada, Aria —le sonríe Connie para relajar el ambiente. Sin embargo, yo solo pienso en lo que me dice.
—No parece —nos mira— Es como si ustedes hubieran tenido algo o yo que sé —rió mientras rodó sus ojos— Pero sé que eso jamás, pero qué tensión se cargan.
El mesero llegó con nuestros pedidos. Aria comenzó una plática que solo le siguió Connie. Yo hablaba rara vez, pero es que hasta el apetito se me había quitado. Al salir del lugar, Aria recibe otra llamada de la editorial por lo que se aleja solo un poco para contestar.
—Espero me creas, de verdad que no miento —Connie dice aquello en voz baja mientras se acercaba a mí.
—Aún tengo muchas dudas —vi sus ojos preocupados. Mi mirada seguía seria.
—¿Crees que podamos hablar a solas algún día? —pregunta con miedo a que la rechace, pero la verdad es que necesitaba saber qué estaba sucediendo.
—¿Hoy a las 8 de la noche en mi departamento?
—Sí, está bien —asintió.
—Espero seas honesta conmigo —aclaré y ella suspiró.
—Jamás quise mentirte —admite pero calla enseguida cuando Aria viene hacia nosotros.
Llegué a mi hogar pero no estaba tranquilo. Tengo miedo de volver a ser engañado por ella. Sin embargo, la noté muy sincera. Vi ese miedo en sus ojos, esa preocupación en su voz, algo le estaba sucediendo en su vida. A pesar de la mentira que me ocultó al principio, Connie jamás fue una mala persona. Aunque ya nada volverá a ser como antes entre ambos, al menos podríamos tener un final diferente.
No me doy cuenta de que la hora llegó, pues el timbre de mi departamento suena y yo abro con nervios. Estaba ella ahí frente a mí, con el mismo vestido amarillo de manga larga de esta tarde. Le indico a que pase y ella lo hace en silencio.
Cierro la puerta y en ese momento me volteo para verla. Ambos estamos callados.
—Gracias por aceptar...—sonríe un poco.
Yo solo asentí con mi cabeza, sin decir algo. Connie suelta un suspiro al verme así de callado.
—Sobre mi razón de estar aquí, sí, es verdad, me voy a casar —dice—. Conocí a Jacques, mi prometido, cuando teníamos 11 años. Mi padre y su padre son mejores amigos. Solo que él es francés y mi papá inglés; se conocieron en su infancia. El padre de Jacques tiene un negocio en un viñedo en Saint Tropez. Les va muy bien, y como mi familia no es de tanto dinero, arreglaron nuestras vidas desde niñas con sus hijos como favor. Y lo digo en plural porque mi hermana mayor se casó con el primo de Jacques hace 6 años.
No digo nada, para que prosiguiera. Pero su declaración me sorprende.
—Mis padres juran que nos aman, y que lo hicieron por nosotras, para que tengamos una vida sin batallar. Por ese trato, jamás he tenido novio, ya que ellos decían que tenía que esperar a mi futuro marido. Me advertían que tenía que aguantar hasta casarme con él a los 26. Lo veo todos los veranos desde niña, pero no nos llevamos bien —bajó la vista avergonzada—. Harta de él, me vi con chicos a escondidas.
Apreté mis labios, no sabía qué decir, pero preferí no interrumpir.
—Mi hermana me advirtió muchas veces que dejara de hacerlo. Ella vive en Francia con su esposo pero vino de visita para los planes de mi boda. Fanny dejó a la chica que amaba por cumplir con el trato, y creo que ella piensa igual que mis padres, pues prefiere el dinero y las comodidades —se alejó—. Supo de nosotros y obvio no estaba de acuerdo. Peleábamos fuerte, por eso me iba de la nada y te dejaba solo. Perdón si te oculté, esa es la razón.
—¿Y qué pasa si decides no casarte? —pregunté curioso.
—Mi padre deja de recibir dinero de su mejor amigo. Mis padres son una mierda, Harry. Te lo dije al principio, no me llevo con ellos —se acerca a mí.
Sigo procesando lo que me dice.
—¿Te irás de Inglaterra? —pregunté.
—Tengo qué. Jacques vive en Francia —me mira— Sin embargo, lo veo cada mes aquí en Londres en cenas con mi familia.
—No tienes qué hacerlo, Connie.
—Para todos; sí. Solo soy una recepcionista Harry, no gano mucho. No tengo una carrera profesional, jamás me dejaron ingresar a una porque mi vida está hecha en Francia con él —suspiró con tristeza.
Pronto, ella me mira a mí.
—Perdón si te hice daño. Como te repito, jamás tuve novio, mis padres nunca me dejaron por el arreglo. Tuve encuentros casuales a escondidas, pero jamás supe qué era sentirse querida. Cuando me pediste el favor, solo quise saber cómo sería ser amada por ti aunque fuera por un trato —se puso frente a mí.
—¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Es complicado, siempre lo ha sido. Quise decírtelo, pero supe que me rechazarías en cuanto te lo contara. Pasó el tiempo y ya no tuve el valor de confesarlo —puso su mano en mi mejilla.
—No quita el hecho de que me mentiste —quité su mano— Pude comprenderte, Connie.
—No hubieras hecho tu plan conmigo si lo hubieras sabido.
—Sí, quizás tengas razón —retrocedí, de acuerdo con sus palabras. Tal vez yo hubiera buscado a alguien más.
—Lamento haberte hecho daño de esa forma. Pero me alegra que te vaya bien hoy en día, siempre lo has merecido —hizo una pausa—. Tú y Aria hacen una excelente pareja, ella te merece.
Aria es increíble, nos gustamos, pero me da entender que no le gustan las etiquetas. Ella prefiere estar conmigo sin la presión de tener un noviazgo oficial. No le he pedido ser mi novia, pero me lo ha dado a entender.
Sin embargo, no es ella la que realmente adoro.
—Aria no es mi novia —admití y Connie abre sus ojos.
—Pero... todos lo piensan. De todas maneras, Aria es perfecta para ti.
Agaché mi cabeza al suelo.
—Harry, voy a ser sincera contigo con lo que te diré ahora —dijo y yo la vi— Yo te amo.
Mi corazón se encogió al oírla. No me había esperado esa confesión.
—Me enamoré de ti y de tu presencia. Te extrañé muchísimo estos meses sin ti, y me dolía que me odiaras —sus ojos se cristalizaron—. Siempre me pareciste una gran persona y lo confirmé cuando estuve contigo. Me hiciste sentir amada, a pesar de que era un trato. Te amo Harry, espero tú también lo hayas sentido.
El momento se ve interrumpido cuando Niall tocó mi timbre y gritó "Al bar" con emoción. Connie voltea hacia la puerta y vemos que él entra debido a que no tenía seguro. Al vernos juntos, se sorprende mucho.
—Tengo que irme —susurró la chica para después darme una pequeña mirada e irse.
—¿Qué diablos fue eso? —alzó sus cejas Niall— Mierda amigo, ¿Qué hacías con ella? Sabes que Aria es lo mejor para ti.
Yo solo miraba la puerta atento y pensando en su "te amo". Mi madre, padre, Gemma, Ben, e incluso Niall piensan que Aria es mi mejor opción pero la verdad es que yo amo a Connie. Tristemente no pude decírselo.