Anna
Aunque quieras negarlo y fingir como si todo fuera normal, todos necesitamos a Dios, aunque hoy negarlo es felicitado.
Pero ninguno es ateo bajo fuego.
Porque todos necesitamos creer algo y darle algún motivo para latir a nuestro corazón.
Johan.
Faltan tres días para que me vaya, pero en los últimos días anduve pensando mucho, en las estrellas o lunas de Saturno.
El frío de la noche era de esperarse, y también desde pequeño levantarme y buscar agua era común.
Como les dije baje a tomar agua, pero una pequeña silueta se ve en el patio, ¿quién era?.
— ¿tú tampoco duermes?— su voz sonaba suave y aunque no le veía el rostro, sabía que era un mujer.
— ¿qué?— pero algo no era normal, las chicas siempre me dicen "Johan" quien sea esa persona daba miedo.
— ¿ así que aceptas ser Cristiano? — no decía quien era y eso me hacía asustar.
— ¿quién eres?— le preguntó, se levanta y se dirije hacia mi.
Compostura pequeña y medianamente gordita, cabello color marrón oscuro, con mechones blancos, traía la cabeza baja cubriendo su rostro y en un su pelo había un broche dorado de forma de mariposa.
— ¿aceptas ser Cristiano? — levanta su rostro y yo quedo atónito — ¿hijo? — un frío viento recorre la ventana lo que hace que tenga escalofríos, pero al verla otra vez estaba seria y con una expresión de frialdad.
La mire pero no podía formular palabra alguna de tanta impresión que tenía.
— ¿tienes miedo? — pero esta vez su voz sonaba siniestra con aquella frase.
Desperté del sueño, mi corazón latía fuertemente y estaba sofocado, asi que abrí la ventana para calmarme un poco, los demás dormían; mi cabeza estaba doliendo y mi boca estaba seca, alcanzo ver en la poca visibilidad una botella de agua al lado de Daniel, la agarro y empiezo a beberla.
Pero no al poder quedarme dormido, decido bajar para buscar algo que beber.
Y no era el único que no dormía.
— ¿pesadilla? — pregunta mirando su té y yo asiento levemente con mi cabeza.
— ¿cómo lo sabes? — me miró fijo he hizo una seña para que fuera a sentarme, la cual obedezco.
— Dani, Leo y Emma, tienen que volver antes de las 6 a.m a los cuartos de la militancia— ahora entendía porque a veces llevaba días sin verlos, eran militares.
— comprendo— no no lo entendía para nada, pero el día que me rescataron iba para allá para convertirme en uno del resto, cuando sabía que no era como todos los mortales.
— Johan, sabes las reglas del pais— las sabía, porque me las enseñaron e incluso inculcaron hasta la fibra de mi ser.
— ¿por qué están aquí?— hago una pausa con un suspiro — ¿Por qué decidieron estar con Dios?—.
Pero ella me evade tomando otro trago de té, que seguro está más frío que la noche, pero ve como la miro fijo esperando mi respuesta así que con un suspiro y resignación, decide contestar.
— Johan ¿sabes algo? — hace una pausa y me mira con una sonrisa — aceptar a Dios es lo más hermosos que hice— pero une sus labios y sus ojos destilan un brillo que conocía, ese brillo de querer decir la verdad.
— ¿y por qué...— pero antes de terminar mi pregunta ella esboza una sonrisa.
— aceptamos Johan— ¿por qué plural? Como si supiera lo que pienso prosigue — yo, tú, los chicos, las chicas, mi esposo — lo dijo sin pensar y cerró su boca.
¿Esposo? ¿Luciana estaba casada? Miro su mano, nada, miro su cuello o su pelo, tampoco nada, nada que testifique que esta casada.
Pero saco de su bolsillo un anillo de bodas y juega con él, después se lo colocó en el dedo índice derecho.
—nos prometimos que el otro colocaría el anillo de boda— la miro pero ¿dónde estaba él?.
Mi respuesta no se hizo esperar, alguien tocó la puerta de la forma más delicada posible.
Luciana corre hacia la puerta y repite el mismo compás, era uno de los nuestros.
Ambos entraron, el muchacho tenia piel blanca, ojos grisáceos y cabello negro, llevaba una camiseta blanca y un pantalón gris.
— ¿oveja encontrada? — pregunta y mira a su esposa, pero detiene sus ojos en su mano, donde brillaba aquel anillo, así que lo coloca donde debe ir.
Le susurra a su oído quizás un "te amo" porque ella sonríe de forma bobada y recibe un beso en su mejilla, luego de tanta incomodidad carraspeo mi garganta.
— yo sobró —y me fui levantando de a poco, hasta que el chico me hizo sentar otra vez.
—eres Seung Rhee ¿verdad?— lo mire, estaba asombrado y a la vez aterrado no quería que diga cosas de mi familia.
Luciana se acerca por detrás y le susurra Lagos su oído, él me mira y se sienta en la silla de al lado mío.
— Johan, yo también era como tú...
Ambos crecimos de la misma manera, con la agenda llena, con tareas por hacer, con reglas estrictas, con la "lealtad" pero sobre todo con el odio hacia los que no cumplían eso, y en el "eso" entraban los cristianos.
Aún estaba callado, no formulaba palabra alguna, éramos iguales pero a la vez diferentes.
— yo sobró — volví a repetir, me levanté y me dirijo hacia el patio.
Era un día soleado...
Era en un campo...
Estaba con mi padre...
Hacia un poco de frío...
¿ por qué no recuerdo nada?.
Fuertes dolores de cabeza regresan al tratar recordar, apoyo la mano en la pared intentando no desmayar. Alguien toca mi hombro y cruza mi brazo para que me apoye en él.
— es mucha información para procesar Johan— su voz era tranquila pero grave y seria, ambos nos volvemos a dirigir a la silla.
—sobras, nadie te quiere — una voz dice dentro de mi y le estaba dando la razón.
Porque en un mundo de blanco y negro, yo era el único gris.
Al sentarnos yo empecé a llorar por el dolor de las punzadas y por no poder recordar nada.
— ¿Johan?— pregunta delicadamente Luciana.
Junte el valor para decir algo, porque aunque no recordaba nada, quería olvidar ese día.
— tenía 5 años o más, mi padre nunca fue estricto con mis hermanos pero si conmigo, era muy inquieto— sueno mi nariz con un pedazo de papel
— estábamos en el campo— tragó saliva por el dolor de cabeza.
El dolor se hacia más fuerte, pero unas manos pequeñas y calientes, tocaron las mías frías y sudada.
— Johan... — dice Luciana en un hilo de tristeza — no hagas más fuerte tu dolor—se levanta y se dirije hacia la cocina, pasa por al lado de su esposo y apoya una mano en su hombro — te haré un té y luego descansa—.
Pero no, diario, no he podido dormir y ya son las 4 de la madrugada, pero aquella frase de maldad y esa voz siniestra, que era de mi madre, sigue merodeando por mi cabeza, al igual que el dolor, la ira y el rencor hacia cierta personas. Estoy llorando y pidiendo que todo esto sea quitado de mi.
¿Aceptas?, acepte quien soy, a los chicos, a Jesús y también acepto perdonar a todos los que me hicieron daño.
Anna.
El aceptar lo que eres o tu pasado, a Dios, a tu enemigo, tu dolor o un compromiso, es importante si aceptas no retroceda y no te rindas.
Pero ¿sabes que es más importante? Aceptar delante del enemigo, que eres Hijo de Dios y el saber que tienes una identidad en él es sumamente importante.
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Hola hola!!! :) ¿cómo están?
¿ lloraron? :)
¿ cuidaron de su corazón?
¿ se bañan y comen saludable?
Bueno me alegra que estén bien y si no lo están, arriba en el Cielo tienen a alguien que los ama y quiere su bien, aunque no lo parezca.
=)♡
Pero vamos con la pregunta de la semana.
¿ qué creen que pasó en el pasado de Johan? ¡quiero teorias! :)
Bueno eso es todo mis amigos y hermanos en Cristo.
Dios los bendiga ♡