Conociendo lo prohibido ©️ (E...

By NarcirisFerrerV

549K 32.8K 13.8K

TRILOGÍA HÁBITOS INSACIABLES. (Libro I) Vanessa apenas empieza a separarse de la sobre protección y tabúes d... More

Conociendo lo prohibido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6^
Capítulo^7
Capítulo^8
Capítulo 8/2
Capítulo 9^
Capítulo 10^
Capítulo 11^
Capítulo 12^
Capítulo 13^
Capítulo 14^
Capítulo 15^
Capítuto 16^
Capítulo 17^
Capítulo 18^
Capítulo 19^
Capítulo 20^
Capítulo 21^
Capítulo 22^
Capítulo 23^
Capitulo 24^
Capítulo 25^
Capítulo 26^
Capítulo 27^
Capítulo 28^
Capítulo 29^
Capítulo 30^
Capítulo 31^
Capítulo 32^
Capítulo 33^
Capítulo 34^
Capítulo 35^
Capítulo 36^
Capítulo 37^
Capítulo 38^
Capítulo 39^
Capítulo 40^
Capítulo 41^
Capítulo 42^
Capítulo 43^
Capítulo 44^
Capítulo 46
Capítulo 47^
Capítulo 48^
Capítulo 49^
Capítulo 50^
Capítulo 51^
Capítulo 52^
Capítulo 53^
Capítulo 54^
Capítulo 55^
Capítulo 56 ^
Capítulo 57 ^
Capítulo 58^
Capítulo 59^
Capítulo 60^
Capítulo 61
Capítulo 62^
Capítulo 63^
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 45^

5.1K 310 110
By NarcirisFerrerV


Pitt

—Aquí tienes los documentos firmados.

—Te tardaste más de lo acordado—los acepto, le invito a tomar asiento y empiezo a ojearlos—Pero ya no importa, creí que habías dicho que hubo algunos problemas.

—Solo pequeñas discrepancias. Tambien existe una pregunta que me gustaría hacer antes de que llamaras a tus abogados.

—La escucharé luego, ahora no tengo mucho tiempo que digamos.

—Estamos solos y será rápido.

Respiro aceptando.

—¿Qué hacia Dahiana contigo?

Evito morderme la lengua, supongo que aun no le ha contado nada y por eso está tan calmada, de todos modos eso no tiene que ver conmigo, cumplo mi parte y si ella no encuentra manera de hacer la suya eso no me afecta.

—Creí que habíamos quedado en algo.

Me pellizco la punta de nariz.

—Bueno, supongo que a pinocho y a ti no son los únicos que les crece.

—Pitt.

—Por cierto, me enteré que estuviste en casa de Vanessa, ¿qué se te perdió por ahí?

—Solo estuve saludando, su amigo es una persona agradable.

—No quiero que vuelvas hacer eso, mantente en tu puesto y no hagas estupideces que me hagan irme contra ti más de lo que ya quiero.

—Tú no puedes...

—Buenos días—se presenta Felipe, odio su presencia en este lugar tanto como esa agua de pozo que Diana ama llevar encima llamando perfume.

—Seguiremos con esta conversación luego—dice ella y me fijo en quien también viene entrando, no recuerdo haber solicitado ningún tipo de reunion, últimamente tampoco he visto a Matilde además de haber estado muy complaciente, casi no se da a notar y Felipe no deja de aparecer frente a mi como un maldito espejo que deseo romper.

—Veo que nuestras reuniones últimamente se dan sin aviso previo.

—Yo solo venía a ponerte al tanto de las próximas pruebas con los ingenieros.

—No sabía que ahora hacías el trabajo de secretaria, Lisa.—empieza Felipe.

Ella vira los ojos y lo ignora, había olvidado totalmente ese encuentro incluso cuando Vanessa se encarga de recordármelo cada vez que pueda, la falta de sueño y descanso empieza a pasármela.

—Eso no es asunto público.—se defiende ella—Hago con mi vida y tiempo lo que desee.

—De ser así también deberías hacer algo más productivo con el.

—¿Me recuerdas cuantas acciones tienes en esta empresa?

Felipe bufea y termina de llegar el que faltaba, Diana no parece estar feliz con nada de la situación además de las cosas que la atormentan que aun no son nada.

—La cantidad por ahora no importa—comenta él.

—No le veo ni pie o cabeza a esta conversación—habla Bean.

La conversación se torna más aburrida de lo espero para ser tan temprano en la mañana.

—¿Me brindan un momento? Lamento interrumpir su interesante conversación pero hay algo que me gustaría contar, ya luego podrán regresar a su contienda, aprovecho la grata ocasión para decir qué hace unos días lo que era conocido como el imperio Morfis ha pasado a estar cubierto bajo mis manos, lo que significa, que todo se hará uno y estará bajo mi mando.

—¿Qué estupideces estás diciendo?—Felipe es el primero en exaltarse y la expresión en su cara no me parece ser nada contenta, Diana permanece sobre su silla analizando mis palabras y el resto solo me ve.

—Cualquier inquietud que tengan la pueden guardar para el final y conversarlo con mi secretaria.

—¿Cómo que Morfis?—inquiere Diana—¿De qué estás hablando?

—Hace unos pocos días Dahiana Morfis, conocida como la legítima esposa de Derek Morfis quien está bajo arresto por lamentosos delitos y a espera por un juicio decidió que lo mejor para ella y su hija sería dejar atrás el mundo empresarial y pasar el resto de sus días en alguna isla perdida.

Diana se pone de pies golpeando la mesa y me da una mirada llena de ira.

—¿Dónde está Dahiana?—inquiere antes salir.

Me encojo de hombros, Felipe se pone de pies y se me acerca, Bean me ve confundido y Lisa sale de la oficina.

—Esto no es más que un montaje, no creo que Dahiana haya cedido tan fácilmente.—habla Felipe y me pongo de pies junto a él.

—Tienes razón, no fue fácil.

Tuve que prometer algo que me ha dejado con un vacío que debo llenar, simplemente no lo puedo dejar así, dirijo mi vista hacia sus ojos, no entiendo porque se moleta tanto, después de todo podrá aladear de que los Lennox han conseguido quedarse por lo que ha estado lambiendo botas a otras personas.

—En vez de verme así deberías agradecer que lo lame culo se te quedará en familia.

—No juegues conmigo mocoso.

—Yo que he empezado a disfrutarlo y tú ya quieres terminarlo.

—¿De verdad compraste todas sus acciones?—investiga Bean.

—Hasta la más mínima—aclaro.

—¡Esa perra estúpida! —expulsa Felipe.

—No deberías referirte así a la mujer que te has estado tirando todo este tiempo, me pregunto si de verdad Derek nunca se dió cuenta o solo es estúpido.

—¿Diana sabe que tú fuiste quién lo puso allí?—inquiere.

—¿De qué hablan?—pregunta Bean.

—No sé que tanto balbucea, supongo que son cosas de la edad—dejo caer mi mano sobre su hombro—Es una lastima.

Me tumba el brazo con brusquedad.

—Si crees que has conseguido algo bueno de esto te equivocas—disfruto de cada centímetro de ira que le carcome los ojos—No sé que hiciste pero Diana ha dejado clara su posición, Dahiana cometió un error y tú una atrocidad en desperdiciar nuestros fondos en esto.

—Recuérdame en que documento dice que tú y yo compartimos algo más que la supuesta sangre.

—Pitt—me llama Bean—Paremos esto de una vez ahora que hay tiempo.

—Pronto.

—Que idiota—suelta Felipe—No dejas de demostrar que no eres más que un mocoso estúpido—sale con prisa diciendo otras cosas más las cuales escucho y prefiero obviar por el momento.

Siento la mirada de su hijo sobre mi, no le correspondo ni entiendo que hace aquí todavía.

—¿Por qué insistes en llevar acabo una gerra con tu propia familia? Crecimos, comimos y compartimos juntos, no entiendo tu obstinación por hacer que todos te odien.

—¿Golpeas y no esperas recibir el golpe? Si atacas debes estar preparado para lo que se viene.

—¿Y tú lo estás? Hace años te veo haciendo de todos tus enemigos, te has quedado solo, nadie disfruta el estar junto a ti porque solo haces lo que sabes hacer.

—¿Y eso qué es? ¿Esperar traiciones y sonreír mientras me mean la cara? ¿Dejar qué me caguen las veces que quieran o que me vendan por centavos como sueles hacer?

—No sabes de lo que hablas, no han sido centavos lo que me han llevado a perder tu favor—arruga el ceño—Un día lo escucharás de propia boca y tal vez la rompas o peor, pero una vez hecho ya no hay nada que hacer, ese orgullo tuyo y de mi padre es lo que he llevado esta familia al lado apartado del sol.

—Ya.

—Pitt.

—Bean.

—Aun no es tarde para empezar, sea lo que sea que estés planeando hacer recuerda las personas que hay junto a ti, no Diana, sé que es una maldita, pero piensa en Lisa, la abuela ya no está en edad para esto y Vane...

—¿Qué tiene que ver ella en esto? ¿Por qué la mencionas?

—Porque pareces olvidar que también eres susceptible hacer golpeado, Diana quizás se haya ganado tu desprecio, ¿pero que hay de Lisa? ¿Alguna vez te has preguntado si es feliz con tus decisiones? Ella hace lo que sea que digas solo por complacerte pero has pensado en lo que tiene que sacrificar al hacerlo, ¿Alguna vez pasa por tu cabeza que puede ser infeliz, o es que tu arrogancia te ha cegado tanto que ya no logras ni ver ni el sufrimiento de tu propia hermana?

—Veo muy bien, mucho más de lo que crees.

—Demuéstralo o cuando vuelvas apretar tu puño los míos te estarán esperando.

Habla cuando salgo de ese espacio, Lisa es una adulta y respeto eso, cada vez que intento hablar con ella sobre lo que le pasa no me deja acercarme, ya no es como cuando éramos niños, sé que tiene sus propias ideas y también necesita su propio espacio, desde un inicio quise hacer esto solo, pero ella insistió en querer estar, no sé donde se ha metido pero necesito que me explique que sucede porque siento que todos la atacan y hablan continuamente de ella.

Reconozco que últimamente es imposible hablarme, sin embargo, ella debería de entenderlo, tal vez fui muy agresivo la última vez o simplemente no la entiendo.

—¿Has visto a Lisa?

—La vi salir junto a tu esposa.

No me ve a los ojos, otra que también me guarda rencor, ese día no esperé que terminará de comer cuando me lo pidió, necesitaba estar en la empresa cuando Dahiana llegará y solo salí por impulso al que ella me llevó.

—¿Ya recibiste los resultados de admisión?

Niega con la cabeza, busco la calma para acércame a ella, se pone de pies y pasa por mi lado como si nada.

—Vanessa.

—¿Señor?

—Te hice una pregunta.

—No. ¿Algo más?

—Pasáremos la noche en la finca.

—No puedo.

—No pregunté, cancela lo que tengas.

—No lo creo, parece ser un buen día para estar en casa con los amigos y hablar de lo desconsiderados que pueden ser algunos jefes.

Intento aproximarme a ella y veo a Bean salir de la oficina, se acerca a Vanessa dejando un beso sobre su mejilla y me aguanto las ganas de llevarlo contra la pared, se hace el idiota como si ya no supiera que debe mantenerse alejado de lo mío, ella le sonríe con esa picardía que me prende, volteo la mirada ignorando lo que pasa y el sonido de su risa, mantengo mis puños dentro de los bolsillos, otra pelea no es lo más indicado en estos momentos.

Me aparto en busca de lo que salí para empezar, necesito hablarlo con Lisa y que volvamos a estar en linea y cómodos uno con el otro, me acerco a la oficina que Diana suele usar y no hay nadie, el resto igual, no me queda de otra que ir hacia el ascensor, veo lo corto de su falda y me enfoco en la salida.

Llamo al ascensor y mientras llega vuelvo a presionar otro número para que vaya al piso de abajo, cuando está ahí lo vuelvo a llamar aun escuchando ese risa molesta entrar en mi campo de sonido.

—¡Esta mierda no funciona!—me quejo viendo que vuelve a subir, lo mando hasta el piso más alto y repito hasta el más bajo.

Carraspean a mi lado y me percato de quien es sin girar a ver.

Él lleva su mano hacia los botones presionando el primer piso, veo por donde viene y al abrirse las puertas me ofrece ser el primero en pasar, ignoro el gesto y lo invito a él, después de todo ha sido quien lo ha detenido.

Me sonríe y entra.

Quedo quieto en mi posición viéndolo divertirse desde su lugar, leo muy bien lo que dicen sus labios antes de las puertas cerrarse y me giro buscando a la distracción más grande que tengo.

Claro que es toda mía.

La noto estar de espaldas al camino mientras me acerco a ella.

—Ve y cámbiate esto—sostengo un poco la tela de la camisa—Me molesta el olor que te han dejado.

—Sin embargo, he descubierto que a mi me encanta la loción que lleva Bean, supongo que cada día lo encuentro más encantador.

Se aleja de mi y solo puedo reír para no morderme la lengua, se supone que hoy debería ser un buen día y lo único que consigo es tener a las mujeres cercanas y no tanto furiosas.

Primero debo resolver lo de Lisa y después tendré tiempo para esta otra fiera.

Pero antes...

—Doncella—pronuncio tras ella con lentitud y delicadeza dejando saber que disfruto el hacerlo.

—Intento trabajar y no ser una distracción.

—Pensé que eras multitareas.

—Si, pero tú no estás en mi lista.

—Soy el único en esa lista.

Mis manos llegan a sus hombros.

—Detente, primera advertencia.

—Cuando tenga suficiente y aun estamos muy lejos de estar ahí—la tomo de la mano llevándola a girarse y quedar cerca a mi, ansío sus besos, el contacto de sus labios que me vuela la cabeza y levanta otra, su senos contra mi pecho se siente como si estuviéramos piel con piel, justo como deseo tenerla ahora y hacerla mía una y otra vez.

La veo a los ojos profundos que posee.

—No olvides que eres mi mujer y debes saciarme.

—Eso es imposible.

—¿Para ti o para mi?

—Tengo cosas que hacer...

—Me gusta cuando te pones en ese ánimo.

—¿Qué más le gusta señor Lennox?

Sonrío al descubierto, la comisura de sus labios se alza con toque de malicia y no dejo de pensar en lo próximo en hacer.

—Doncella—repito negando con la cabeza—doncella, doncella, estás jugando con fuego, otra vez.

—¿Me quemaré?

—Lo harás, pero conmigo.

Sé que duda de lo que digo y también conozco la causa.

Acerco su cara a la mía tomando sus labios junto con los míos en un beso celoso, posesivo y dominante que la deja sin aliento ni ganas de querer hablarle a nadie más por el resto del día.

Me aparto dándole espacio y la dejo allí, recuerdo que tengo la cabeza echa un lio bajo tanto estrés, ansiedad y ganas, aun debo hallar a Lisa y escucharla, luego está Matilde y lo que sea que su perro haya corrido a contarle después de reclamarla a Dahiana por lo que ya no tiene retroceso.

—Te buscaba, pensé que te habías ido.

—Solo tranquilizaba a Diana.

No me Interesa nada sobre Diana, ya luego vendrá a mi y hablaremos.

—¿Cómo estás tú?

Frunce el ceño y me aproximo soltando su cabello rubio.

—¿De qué hablas?—inquiere y noto que trata de evitar la conversación.

—Quiero que de una vez me digas que te pasa.

—¿Por qué?

Se pone nerviosa y trato de verme lo más calmado que puedo.

—Bean, estuvo diciendo cosas y quiero que seas tú quien me las digas.

—No le hagas caso, ya sabes que está perdido y seguro se molestó porque hiciste la compra sin consultarle a nadie.

—Tampoco es como que deba, pero déjalos que sigan creyéndose. Entonces, ¿qué es lo que te pasa?

—No es nada, solo estoy cansada.

—Lisa.

Se lame los labios y queda viéndome en silencio.

—Vayamos fuera, comamos algo—la tomo de la mano echándome la goma en los bolsillos, no entiendo porque recorre su cabello de esa forma sabiendo lo hermosa que es, no comprendo las inseguridades ni de donde han nacido, no me gusta creer tengan que ver conmigo y mi actitud agresiva, ya he dejado mucho de lado y no dejaré que ella también se aparte.

—¿Algún lugar dónde quieras ir?

—Tú elige—me ofrece colocándose el cinturón, todavía evita hablar conmigo de otra cosa que no sea la empresa.

—¿Cuál era ese lugar dónde te gustaba ir todo el tiempo cuando llegamos aquí?

No me ve, se queda fija en la ventana.

—Lisa.

—¿Si?

Quedo viéndola.

—¿Peleaste con Diana?

—Tal vez dije unas cosas que no debía.

—¿Cómo cuales?

—Nada que deba preocuparte.

Respiro y acelero el auto, se decide por un restaurante con terraza y no tardamos en llegar.

—¿Qué harás con ella cuando todo esto acabe?—no me da tiempo de hablar.

—No entiendo tu pregunta.—mi espalda descansa sobre el espaldar de la silla.

—Sabes muy bien de lo que hablo.

—Todo seguirá como hasta ahora, no veo problemas.

—De verdad te gusta, diré que lo sabía pero de verdad si me sorprende.

—¿Podríamos hablar de otro cosa?

—Te molesta hablar con tu hermana sobre el amor.

—Lisa—me pellizco la punta de la nariz—Deja de cambiar el tema y dime que te pasa.

—Cuando todo esto acabe me iré lejos.

—¿Dónde?

—No sé, solo necesito aire fresco y conocer gente, es lo que quiero.

—Dahiana comprará una isla para ella y su hija, podrías ir de visita.—digo sarcástico y ambos reímos—Necesito que hables conmigo para saber si puedes seguir, si no es así tendrás que quedar fuera.

—Estoy bien.

—Físicamente es notable, pero qué hay en tu cabeza, que te aturde.

—¿Acaso crees que es normal? Es normal que tengamos este tipo de vida, no poder ser libres por culpa de unos malditos, no tuvimos infancia, nos fue arrebatada, nuestros padres—empieza a llorar—Nuestra alma, no somos como ellos esperaban que fuéramos, tú solo respiras odio, y yo, yo...

Me acerco y la tranquilizo, sabía que esto sería agotador para ella, recuerdo la promesa que le hice sobre no hacer preguntas, pero aún así dudo en mantenerla.

—Me gustaría que tomarás esos días ahora, vete a donde quieras sin decir a donde y regresa cuando estés lista, yo me haré cargo de todo.

—No. Estoy harta de que todos me menosprecien y me echen pies encima—levanta la cabeza—No soy a quien echaran arena encima por siempre Pitt, me defenderé y demostraré que no soy ninguna paja en el arenar.

—No es necesario que me lo digas—aclaro tomando su barbilla haciéndola verme—No tengo ninguna hermana débil tal como la que se muestra ahora, estás herida y lo sé, aun así esa no es la cara que debes mostrar, ahora debes ser más fuerte que nunca por los ataques que se acercan, quien se atreva a ponerte un dedo encima lo lamentará por el hermano que tienes.

Limpio su llanto.

—Lo harán. En su propia sangre y alma.

—Entonces hagamos que eso suceda.

Sin pudor, lastima, piedad o favor. Los enemigos siempre han estado en nuestra propia casa, nos lastimaron en ella y allí es donde deben pagar. Todo en familia, todo queda en la sangre. No habrá cargos, no mostraré pruebas, no hablaré de ello de no ser necesario, no me expondré hasta que así lo desee.



Llamo a la puerta esperando por la respuesta, noté el auto de Brad al entrar así que supongo está dentro, el haberse acercado a Anna le ha servido para estar siempre cerca de su encargo pero también he notado que le interesa mucho más de lo que admite.

—Bienvenido—me recibe el tal Missael.

—Gracias—paso sin ver a nadie—¿Vanessa?

—En la habitación—dice y sin más me encamino hasta ella—Deberías tocar antes de entrar—continua hablando cuando ya me he apartado, no entiendo cual es el afán de que siga aquí cuando solo hay dos habitaciones.

Abro la puerta con cuidado y la veo estar pegada al teléfono, saco el mío y reviso su historial, sonrío viendo que está haciendo que ni se percata que entro al lugar, me acerco con pasos cortos hasta estar a centímetros de la cama, me apoyo del colchón cuando se gira repentinamente y logro esquivar la patada que me lanza.

—¿Piensas terminar con el trabajo de romperme la nariz?

—¿Qué haces aquí?

—Te dije que quería amanecer con mi mujer—termino por repartir el peso de mi cuerpo sobre el suyo.

—Vete.

—Acabo de llegar.

—Sabes que no puedes dormir aquí, si lo haces Missael no tendrá lugar.

—El suelo es bastante amplio.

—Deja de ser un idiota, no dormirá en el piso, antes de eso lo haces tu mil veces. Missael es mi amigo y le debes respeto como tal.

—Amigas si, amigos...

—Amigos tengo muchos.

—Yo no tengo amigas por las cuales debas preocuparte, deberías corresponderme con el mismo favor.

—¿Te sientes inseguro por Missa?—se burla—¿Es en serio?—una sonrisa se dibuja en su rostro—Pero si te dije que es gay.

—Eso no fue lo que escuché la otra noche.

—Si, pero solo lo hace con hombres, además—se ríe—que idiota eres.

—¿Además qué?

—A mi no me preocupa con quien te acuestes, lo haces, te las arranco y las lanzo a los pies de Diana.

—Pero si te molesta que ella sea mi esposa.

Bufeo.

—Me vale un centavo quien se proclame tu esposa si siempre terminas igual, viniendo a mi y atrapado entre mis piernas.

Siento todo el cansancio que me abunda, hace días que no descanso como es debido ni me he dado un buen respiro y todo empieza a cobrármelo.

Recuesto mi cabeza de su pecho llevando su mano a mi cabello, me gusta cuando juega con el y me relaja.

—No te quedarás.—vuelve con los reclamos.

—Señorita que mala es, que corazón tan negro tiene para echar a la calle un hombre hambriento, cansado y con frío, que tan cruel es como para llevar esa acto acabo, apiádese de este pobre soldado herido que ha venido hasta sus brazos en busca de refugio.

—Lo haría si fueras un lindo y manso cachorro al cual las patas no se le sueltan por lugares indebidos de su cuidadora.

—Que cruel, solo busco algo de calor, hace tiempo que no me sentía protegido y usted me ha brindado eso, no sea mala y cuide de este pobre hombre agotado.

Se ríe acariciando mi cabello, lastima por su supuesto amigo pero hoy me quedo y duermo aquí.

—Puede cuidarme, amamantarme, bañarme, cambiarme, alimentarme con otras cosas y adueñarse de mi si así lo que desea.

—¿Y qué gano con eso?

—Un fiel, lindo, sobador, hambriento, egoísta y agradecido cachorro lobo.

Muevo mi cabeza entre sus senos.

—Y lo mejor es que le regresará el mismo cuidado. Me encantan estos dos.

Detiene mi mano.

—Sé un buen cachorro.

—Eso trato pero la señorita no me deja.

Sonrío con malicia.

—Es notable que estás hambriento.

Asiento desde que la escucho decirlo.

—¿Me alimenta señorita?

—Te puedo preparar algo de comer, sabía que no has estado comiendo bien.

Intenta moverme.

—No me refería a eso.

—Sé que no.

—Funciono mejor hambriento.

—Muévete—no sé como rayos logra doblar su pierna de bajo de mi dejando su rodilla un poco más sobre mi pelvis—Si no te mueves a que no caminas bien por unas horas.

—No lo harás.

—¿Ah no?

No me muevo cuando siento la presión que empieza a realizar sobre mi miembro.

—¿Ahora me saliste ninja?

—Ves que leer manga si funciona—mi mano alcanza su rodilla logrando moverla pero en el descuido me tumba hacia un lado de la cama apurándose en ponerse de pies y verme.

—Te quedarás aquí y comerás lo que sea que te prepare.

—Vanessa.

Digo viéndola salir.

—Descansa mientras vuelvo.

Dejo caer la cabeza sobre la almohada, veo ese pantalón que estoy seguro no es de su talla por ningún lado, me pongo de pies y me acerco al closet viéndolo estar dividido, me dijo que la otra noche lo vio orinar, prefiero no pensar en ello pero ya que dormiré aquí supongo que más tarde necesitará sus cosas.

Me pongo en movimiento, hago lo que tengo que hacer y regreso a la cama, hay dos almohadas, una en la cabecera y la otra es la que Vanessa estaba usando, me voy por ella y la traigo contra mi sintiendo su aroma, la otra la tiro al suelo y cambio las sabanas.

Me acuesto permaneciendo con el aroma del cojín, no sé que rayos estará preparando pero se ha tardado, no quiero tener otra mala experiencia como la de la sopa que hasta el día de hoy deja rastros en mi, cierro los ojos y me abundan los pensamientos de la conversación que tuve con Lisa.

Siento que abren la puerta, me hago el dormido y no tarda mucho en venir hacia mi.

Siento como su mano se posa frente mi nariz, si que está loca, tomo su mano y atraigo hasta mi.

—¿Te preocupa que muera?—hablo bajo con los ojos cerrados.

—En mi cama si—sonrío—Tendría que cambiarla si alguien resulta morir en ella.

—Tengo hambre.

Se mueve y abro los ojos, trae una pequeña bandeja con ella, noto lo que hay y espero hasta que note que no tengo ánimos de levantar ninguno de mis brazos.

Me pasa la bandeja y me hago el indiferente.

—Estoy tan cansado.

Suspira tomando la chuchara.

—¿Qué es eso?

—Me sorprende que puedas verlo. Son víveres con pollo, los necesitas.

—¿Alimentas un cachorro con víveres?

—Veo que el cachorro es lo suficientemente eficiente como para cambiar las colchas de mi cama.

—Había un olor extraño que no me gustaba—tuerce el labio—pero el de este me gusta—le muestro la almohada, la tomaré conmigo hasta que decidas que tú también lo harás.

Me gira a ver.

—¿Secuestrarás mi almohada?

—Se hace llamar así misma Paul.

Se burla, no sé que me pasa pero no dejo de decir tontearías, guía la cuchara hasta mi boca y acepto. Ha echo un pure de diferentes víveres y noto al primer contacto, Laura solía hacer eso y obligarme a comerlo.

—No me gustan los víveres.

—Que mal por ti—continua dándome de comer dejándome la boca repleta—¿Por qué sacaste las cosas de Missael?

—Solo le hice un favor. Pensé que las necesitaría mañana y así no debe llamar a la puerta.

—Aun recuerdo como lanzaste a ese hindú de su camello.

—Quería orinar.

Alza las cejas.

—Y no me has explicado porque me vigilas, debes detener eso, me hace sentir insegura.

Tomo la cuchara de su mano y empiezo a darle lo que ha preparado, si supiera que Brad también está encargado de su cuidado seguramente nos lanzaría a los dos fuera del apartamento, y eso le causaría problemas a él con Anna y es algo que quiero evitar.

—Aun no sé donde meter todas las joyas, ¿estás seguro que quieres que las tenga?

Asiento.

—Pero es obvio que son costosas, estoy bien con el pal de aretes, me gustan.

—Te dije que si no las querías las echaras, no las tomaré de regreso.

Respiro dejándola tomar la cuchara de mi mano y dándome nuevamente de comer.

Mastico viéndola estar preocupada y no tengo idea que la aflige.

—¿Te molesta qué te haga regalos?

Niega.—Solo que a veces sobre pasas los limites, haces cosas muy locas y por más que busco una explicación lógica no la encuentro.

—¿Qué seas mi mujer no es suficiente para darte todo? ¿Qué más necesito para hacerlo?

—Pitt.

—Entiendo que no estés acostumbrada a los obsequios costosos pero eso no significa que debes reprimirte por ello, en la India parecías disfrutar de cada detalle que te adornaba. Y yo no es como que sepa mucho sobre cómo controlarme.

—No es lo mismo.

Me da de comer y yo a ella hasta que se acaba lo del plato, comparto el jugo de limón que ha traído y empiezo a desnudarme para ducharme, la veo no decir nada mientras detalla mi cuerpo, quedo sin nada frente a ella y le hago la invitación a seguirme.

Le doy paso al agua colocándome bajo ella, siento una mano recorrer mi espalda y llegar a mi abdomen, me giro atrayendo sus labios hacia los míos y me deleito en acariciar su piel.

Ella se aparta despacio mostrándome una sonrisa en medio del beso, busca el jabón y lo frota por mi cuerpo, hago lo mismo con el suyo y salimos en busca de la cama, ella se mueve por la habitación encendiendo la radio, coloca una canción lenta y se acerca despacio hasta mi, sus movimientos me seducen y me voy contra ella.

La dejo sobre la cama y aprecio la vista que me da, sus ojos detallan alegría mientras alcanza mi mano, analiza cada dedo y la entrelaza con la suya.

—Esta noche no habrá sexo—dice tocando mi pecho—Quiero que descanses y te guardes todo para que me lo des de golpe.

Niego.

—Lo harás.

—No me está gustando el cuidado que ofreces doncella.

—Debes guardar tus energías, y quiero que me muestres que no estás en busca de solo sexo, si controlas esa bestia insaciable que llevas por esta noche te complaceré luego como desees.

Sonrío con malicia.

—No sabe de lo que habla señorita Dolan.

—Descansa.

Su mano llega a mi nuca llevándome contra su pecho, siento sus pezones erectos contra mi y no hay manera sobre este universo que pueda contenerme las ganas de follármela que tengo, siento que todo mi deseo por primera vez se centra en un solo lugar y cuerpo, me he visto haciendo cosas que nunca creí hacer, no me importan el resto de opiniones que puedan haber o las luchas personales que la envuelven de a poco.

—Sabes que me sacas de quicio.

—Te gusta que lo haga y disfruto de hacerlo.

Sonrío sobre su piel.

—Claro que lo haces.

El masaje que me aplica en la cabeza empieza a adormecerme, estoy agotado, me pesan los hombros y poco a poco empiezo a ceder.

—No te resistas—habla y lo suave del ritmo en el aire me absorbe.

—¿Es una dedicatoria?

Guarda silencio mientras quedo envuelto y soñoliento con las letras de Zayn.


A place that is so pure, so dirty and raw

In the bed all day

Fucking and fighting on

It's our paradise and it's our war zone




Continue Reading

You'll Also Like

2.1M 230K 61
¿Cuál es el trabajo de tu sueños? ¿El qué te paga un sueldo con el que jamás habías soñado? ¿O en el qué tienes un jefe ardiente como el infierno? ¿Y...
1M 164K 151
4 volúmenes + 1 extra (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso justo...
1.5M 109K 82
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
36.9K 2.1K 26
LIBRO ll. "No hay nada más peligroso que un hombre que ya no tiene nada que perder."