el cielo adornado con hermosas nubes blancas como la nieve, la tierra fértil que dejaba el olor a césped mojado después de una fuerte lluvia al igual que pequeños charcos de agua esparcidos por el suelo y un niño de no más de siete años escupiendo sangre en el suelo, sin duda era un día hermoso.
Levántate Bell, el entrenamiento aún no termina. – era la voz de un dios, era ronca y sin duda representaba sus años de experiencia en este mundo, una barba gruesa sin excederse era uno de sus rasgos más característicos junto a una melena gris peinada hacia atrás y unos brillantes ojos azules que a pesar de los años jamás perdieron su electrizante brillo.
Por su vestimenta denotaba que se dedicaba de lleno a la agricultura y al campo en general al igual que el chico que se encontraba en el piso escupiendo pequeñas gotas de sangre, el hombre en un rápido movimiento le lanzó un pequeño vial lleno de un líquido de color rojo.
Tómatelo, te recuperaras rápido. - fue su instrucción que el niño en busca de aliviar su dolor consumió con rapidez sobre humana. - Bell. - la voz del hombre estaba llena de un complicado sentimiento al igual que su mirada que recaía sobre aquel niño que tenía unos blancos cabellos como las nubes que adornabas el cielo y ojos rojos como la sangre misma. – no tenemos que hacer esto, tu entrenamiento puede esperar un poco más, considero que aun eres muy pequeño. – lo que aquel hombre era el más sincero sentimiento de <<preocupación>> por aquel que había criado por su nieto.
Mis padres... eran considerados héroes por su inconmensurable fuerza o por su enorme control de la magia, como su hijo no espero lo mínimo, entrenare con o sin ti para tener control sobre lo que ellos me dejaron. - sus palabras llenas de determinación hicieron sonreír de lado a aquel anciano que sabía mucho más que aquel necio chico de blanca cabellera. – así que te pido una vez más abuelo... déjame formar parte de tu familia. - el chico lo dijo seriamente mientras se tiraba para estar de rodillas ante aquel hombre que ahora era identificado como un dios. - llevemos a la familia Zeus a una nueva era de héroes. - sin duda tenía iniciativa y era algo que el dios no pasaría por algo, el chico sin duda marcaria la historia.
Chico, chico, chico. – el hombre lo tomó por los hombros. - cuando sea el momento de irte a Orario a cumplir tus sueños y ambiciones tendrás que dejar a este viejo hombre atrás. – eso dejo en shock al pequeño que no comprendía de todo lo que le decía su abuelo. - mi ingreso a esa cuidad solo traería un desbalance que no debe perder para que otra era oscura no azote a la cuidad, te puedo dar mi FaIna pero cuando te tengas que ir, te la quitare y tendrás que encontrar a una linda diosa y tendrás que llevar a su familia a una época de Héroes para proteger su honor de diosa. – Bell atesoraba las palabras de su abuelo como si se tratara de escrituras sagradas que debían ser seguidas al pie de la letra.
Entonces deberé conseguir una Loli tetona y meterla en problemas, entendido. - fueron las palabras que resonaron en la cabeza del chico mientras secaba las lágrimas que caían por sus ojos y sin duda en los mismo miro a su abuelo. – lo entiendo abuelito, ahora sigamos. - tomo una pose de combate dispuesto a lanzarse sin miedo contra aquel hombre que tenía una fuerza para nada normal.
Vamos ahí. –el chico corrió hacia el cargando con toda su fuerza.
Timeskip <<presente>>
Un joven de cabello blanco como la nieve caminaba tranquilamente usando una larga gabardina negra que no dejaba a la vista su cuello, tenía varios detalles dorados junto con unos pantalones y botas de combate del mismo color junto con un guante negro que cubría su mano derecha y unos cinturones negros cruzados en forma de equis en su cintura.
Realmente es cómoda. – pensaba el joven de aparentes 1.80 cm, que caminaba tranquilamente con los ojos cerrados hasta la entrada principal de la cuidad del calabozo que se encontraba a unos metros de donde se encontraba, la misma tenía un registro de entrada.
A los pocos minutos de una caminata tranquila el chico se encontraba enfrente de dos guardias que después de unas sencillas preguntas lo dejaron pasar sin más trabas a la cuidad lo cual a Bell le parecía sumamente estúpido, ¿Qué pasaba si en realidad era un terrorista? Eso nunca lo sabría.
Después de eso se dedicó a vagar por la cuidad en busca de un edificio en específico, hasta que por fin dio con él, tenía acabados muy vistosos junto con ventanales con colores extravagantes para que sea visible a todo público sin duda era <<el gremio de aventureros>>.
El chico pasó no sin antes sentir todas las miradas sobre él, tal vez era su vestimenta o su misteriosa aura aún más llamativa que la de un aventurero en de un aventurero convencional.
Se acercó a donde se encontraba una recepcionista de rasgos elficos, aunque también poseía características humanas lo que la hacía sin duda una belleza de dos razas.
Bell no sabía si era por su esbelta figura que no era para nada escondida en su uniforme del gremio, su cabello café recortado o sus ojos de color esmeralda que se escondían atrás de unos simples lentes.
Buenos días. - fue el saludo que Bell emitió para luego quedarse en silencio esperando a que la recepcionista reaccionara debido a que se le había quedado viendo. - ¿estás bien semi-elfa-chan? – sus palabras llegaron a la chica que empezó a fingir una tos para ocultar su sonrojo y vergüenza.
Buenos días aventurero-san ¿vienes a registrarte verdad? – el chico rápidamente asintió a lo que se le fue entregado un cuestionario que relleno sin el mayor esfuerzo mientras perdía el tiempo viendo a las diferentes razas, desde pallums que eran considerados los más débiles de las razas hasta las musculosas amazonas o los robustos enanos era todo lo que adornaba el gremio dándole un aura familiar y cálido, cosa que era necesaria para el estreses que acumulaban los denominados <<aventureros>> después de días en el calabozo donde sufrían pérdidas o heridas fatales que podían destruir sus sueños en lo absoluto.
Quiero combatir con todos. – fue el pensamiento del chico mientras apretaba fuertemente su puño y sus músculos palpitaban de la emoción y su aura extraña se extendía causando que todos se fijaran en él mientras sudaban debido a la presión que creaba.
A-aventurero-san podría dejar de hacer eso. – recibió ligeros golpes en la espalda de parte de aquella doncella de dos razas mientras se preocupaba por las reacciones del chico, pero para su suerte el parecía haber reaccionado a sus roces centrando su mirada en la chica cosa que la puso nerviosa.
¿necesitas algo más semi-elfa-chan? – otra vez era esa manera de llamarla, por alguna razón no le molestaba, pero opto por mejor decirle su nombre.
Me llamo Eina Tulle y de ahora en adelante seré tu asesora de gremio. – sus palabras denotaban que llevaba bastante tiempo en ese trabajo cosa que le facilitaría muchas cosas a Bell sin duda alguna.
Un gusto Eina-san, soy Bell Cranel. - el chico saludo con toda la confianza del mundo mientras se retiraba a la salida del gremio.
Bell-kun, pero ni siquiera tienes familia. - aviso, pero chico hizo oídos sordos mientras se alejaba sacudiendo su mano en forma de despedida dejando atrás a una chica de cabellos cafés preocupada a lo que otra mujer de cabello rosa se le acerco.
¿sabes? Con esa arrogancia no durara mucho. - fue lo que le dijo su mejor amiga, Misha quien conoció durante sus estudios y tenía la manía de decir comentarios como ese.
Tu misma lo notaste, si esta tan confiado es porque tiene la fuerza para serlo. – fue lo último que dijo la chica de anteojos antes de agarrar varios papeles e irse del lugar.
Qué problema. - se quejó la peli rosada al aire antes de irse atrás de Eina.
Con Bell:
Familia, familia, familia. - repetía buscando algún dios con la vista hasta que vio a lo que parecía un sujeto raro de pelo rojo y vestido con una túnica que dejaba al descubierto un trozo de su pecho. - TÚ. - grito el joven a lo que aquel pelirrojo se voltio con duda. - ¿eres un dios? –aquello lo hizo sonreír arrogante.
A si es. - esa sonrisa era rara. - soy el gran apolo y vengo a este mundo en busca de diversión. - el dios estaba a punto de hacer una expresión lasciva cuando recibió un golpe en la cabeza que le bajo los humos hasta el piso literalmente. - ¿Cómo te atreves a golpear a un dios? – una versión chibi del dios que tenía una lagrimita en su ojo se quejaba.
No empieces con tus homosexualidades. - fue lo que dijo el chico viendo desde abajo al dios que se reincorporo rápidamente. - por lo visto tú no tienes familia ni yo tampoco, así que trabajemos juntos. - extendió su mano al dios que no dudo en estrecharla.
A si es, acabo de llegar y todos los niños se los lleva esa Loli tetona. - eso llamo la atención de Bell, pero lo descarto porque le cayó bien aquel pelirrojo extraño. - bienvenido a la recién formada familia de apolo. - esta vez no era una sonrisa engreída o lasciva si no una realmente sincera.
Supongo que no eres tan idiota apolo-sama. - el termino respetuoso que uso para referirse a él realmente le peso, para él los dioses eran una persona más, pero sin duda necesarios para este mundo. - déjame adivinar. - hizo un gesto de concentración. - ¿vives en el sótano de alguien? – fue la pregunta que al dios le golpeo en su orgullo.
No claro que no.- dijo con el pecho inflado. - vivo en mi propio sótano. – Bell agarro a su dios de la cabeza para empezar a arrastrarlo.- ¿A dónde me llevas niño? Ni siquiera se tu nombre peliblanco. – grito mientras aún era arrastrado.
Bell, Bell Cranel. - dijo mientras llevaba a su dios por las calles de Orario.
Fin del capítulo.