nómada

By ninsafo

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Alba lleva una vida tranquila y estable, un trabajo, un hijo y una hija. Natalia nunca está demasiado tiempo... More

1. criminal.
2. pizza y Sherlock.
3. acento ruso.
4. (in)paciecia.
5. dos realidades.
6. llamame intensa.
7. el chubasquero fugitivo.
8. un piti o un polvo.
10. control.
11. el pianista.
12. Shrek (p. 1)
13. Shrek (p.2)
14. el corazón delator
15. altibajos domingueros.
16. cicatrices.
17. polvo en el ambiente.
18. Un camino.
19. vestidos de tul.
20. una cita.
21. aquí y ahora.
22. carrera inversa.
23. siete de enero.
24. Plan B.
25. la sopa de ama.
26. frío diciembre.
27. condensación.
28. el baile de las hadas.
29. el regalo.
30. sitios.
31. Blaya Noel.
32. ¿me aconpañas a fumar?
33. cumpleaños³
34. treinta y dos peliculas y media
35. madres

9. conflictos mañaneros.

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By ninsafo

No entendía de donde venía aquel perfume. Aún ni había abierto los ojos pero ya sabía que el día seguía nublado, o cuanto menos, humedo. Se lo decía el dolor de su espalda que ya era su más fiel compañía.

Escuchó un golpe, no podía ser un trueno, ya no había truenos.

Abrió los ojos y tuvo que contenerse para no chillar, pues Alba estaba a menos de un palmo de su cara, con la mejilla aplastada contra la almohada, la boca entreabierta y las cejas fruncidas, supuso que por el ruido que no alcanzaba a despertarla.

No recordaba en que momento había quedado dormida la rubia o ella misma.

Volvió a escuchar el ruido y enseguida salió de la cama con suma delicadeza para no despertarla y bajó las escaleras en busca de lo que había perturbado su sueño.

Esperaba que fuese una ventana abierta. Pero se volvió a llevar una sorpresa al ver a ese par de duendes cuya existencia (ahora sí) había olvidado.

- ¡ves! Yo te lo he dicho, que no mentía.- la niña señaló a Natalia y su hermano se quedó mirandola con extrañeza.

- ¿qué... qué hacéis aquí tan temprano? -consiguió decir cuando salió del pequeño shock que le ocasionó de repente recordar que existían.

- jugar. -respondió con naturalidad la de rizos.

- ¿a las siete de la mañana?

- sí ¿quieres jugar? Mira esto.

La niña saltó sobre una botella de refresco vacía que tenía la tapa lo suficientemente floja como para salir volando en cuánto la aplastó con todo el peso de su cuerpo, golpeando la pared en la que Natalia ya había notado los dibujos y garabatos hechos con ceras y lápices de colores

He allí el ruido.

- yo... no. Estoy bien así. Y de hecho ¿Podéis hacer un poco de silencio? Es que su mamá está durmiendo.

- ¿dices mami?

- ah, sí... Su mami.

-vale... ¿me das una ayuda com una cosita?. -preguntó otra vez la niña.- es súper fácil, mira ven -tomó a Natalia con su pequeña mano y la arrastró hacia la cocina.- es que los cereales están muuuuy altos -explicó.

Los cereales estaban en realidad, bastante bajos. Aunque para la escasa altura de ese cumulo de rizos andante, pues si era bastante.

Cogió la caja y se la dio a la niña.

El niño llegó tímido y arrastro una silla hasta acercarla a una encimera, aún así tuvo que estirar todo lo que daban sus bracitos. Para alcanzar dos cuencos y da los pasó a la niña que los colocó sobre la mesa.

A Natalia sorprendió aquella autonomía para tan corta edad.

- ¿os gustan las manzanas preguntó al niño que asintió sirviendo los cereales en el cuenco vacío.

La otra se sentó junto a él abriendo un cartón de leche que especificaba ser sin lactosa en su envase, y lo sirvió sobre los cereales de su hermano, luego sirvió leche en su cuenco que antes estaba vacío, derramando un poco en la mesa y mirando a su hermnao con cara de circunstancia, el niño suspiro y ella se encogió de hombros mientras servía cereales en la leche.

Natalia veía aquello de la misma manera que vería un documental de animales exóticos y sus comportamientos.

- ¿porque nos has preguntado eso?- habló ahora sí el niño.

Natalia pestañeó.

- ¿el qué?

- lo de las manzanas.

- ah, porque tengo algunas en mi mochila, dadme un segundo.

Afortunadamente había dejado su mochila en la sala, con lo cual no tardó nada en coger tres manzanas, lavarlas y dejarlas en la mesa.

Ella cogio una y le dió un mrodizco.

- me... me ha dicho su mami que le habéis dado la nota.- intentó dar charla tras el corto silencio incomodo.

- ya... pero nos ha dicho que decía "muchas felicidades, Ander y Oli, lo habéis hecho muy bien..."

- Olivia cree que es mentira. -comentó Ander con los cereales acumulados en una de sus mejillas.

- ¿es mentira verdad? -quiso corroborar.

Natalia no supo qué contestar.

- yo creo que ponía algo de mayores.- opinó él, mirando a su hermana.

- ¿pero por qué creéis que es mentira?- rió intentando salir del marrón en el que se había metido ella sola.

- ¿lo era? -cuestionó el del flequillo lacio.

la adulta se sentía entre la espada y la pared. Por esto era tan complicado hablar con pequeños.

-no diremos nada.- le aseguraron.

- tenía mi número de teléfono.- confesó. Nunca se le había dado bien mentir y menos en una situación tan tensa como aquella.

- ah, para hablar con mami cuando te vayas en tu furgoneta ¿no?

- ya.- mintió.

- guay... mami se pone contenta cuando hablais- comentó Ander con suma normalidad, antes de meter una cucharada de cereales con leche en su boca, haciendo un ruido que hizo que a Natalia se le erizara la piel y no de forma positiva.

...

Despertó repentinamente y buscó su movil.

- ¡es tarde!- dijo en voz alta antes de salir de la cama de un salto.

Corrió escaleras abajo, nisiquera se le pasó por la cabeza asomarse a la habitación de sus peques. Nunca estaban allí por las mañanas.

- ¡Andy, Oli. Es tard...!- paró en seco al encontrarselos en la cocina. Natalia estaba fregando otra vez mientras, Ander y Olivia se encargaban de secar los trastes que Natalia les iba pasando.

- ...y entonces Nadia se echó a llorar porque ahora eramos mejores amigas y ya no íbamos a volver a vernos nunca para siempre, y entonces... ¡MAMI!

- buenas días cariño- la rubia recibió el abrazo de su hija y enseguida, también el de su hijo.

- hemos preparado el desayuno sin ayuda.

- bueno, con un poco- el niño que ahora sonreía más espabilado y mostrando el hueco donde deberían estar sus dos dientes de adelante.

- jo, Natalia. Muchas gracias. No tenías que hacer nada.

- que va, si lo han hecho todo ellos.

Alba no se esperaba para nada aquella escena, había notado que a Natalia no se le daban especialmente bien los niños.

- ¡Le estaba contando a Natalia que voy a ir a la plaza con Nadia porque ahora somos mejores amigas del fútbol!

- es verdad, trae las zapatillas de fútbol de la casa de mamá ¿vale? Así no vuelves a ensuciar las del cole... ¿café? -preguntó mirando ahora a Natalia mientras encendía la cafetera.

- no voy a negarme.

- subid a vestirse, que ya va a ser la hora.

- ¿viene mamá?

- sí, hoy sí.

- ¡bien! -se sonrieron cómplices y corrieron fuera de la cocina.

Natalia sintió la empatía golpeándole en forma de dolorcito en el pecho, al ver lo que les emocionaba ir a casa de su madre, luego de escuchar ayer a Alba decir que no la veían más de cuatro días al mes. Porque tal vez no sabía mucho de niños pero sabía perfectamente cómo se sentía echar de menos a la familia y no se lo deseaba a nadie.

- ¿te han despertado?- preguntó la rubia con una sonrisa de pena y las cejas fruncida mientras servía café en una de las tazas.

- la verdad es que sí, pero estoy acostumbrada a despertarme a esta hora...

- sólo tengo leche sin lactosa, es igual.

- sin leche está bien.

- vale. -musitó antes de que su lengua se asomase en un gesto que a Natalia le causó tanta ternura que tuvo que morderse el labio para no so reír demaciado, porque evitar hacerlo era casi imposible.- yo es que aprendí a diferenciar los ruidos alarmantes de los normales, aún dormida.- soltó una carcajada.- ¿cuantas de azúcar?

- ninguna.

- vale.- alba levantó las cejas con extrañeza mientras le ponía tres de azucar a su café sesenta por ciento leche sin lactosa al que planeaba ponerle canela y tal vez un poco de chocolate.

- mami- Olivia apareció en la cocina. Llevaba una camiseta con líneas arcoirirs que desentonaba completamente con los pantalones floreados. Sostenía una cinta de tela con estampado de cebra, un bote de crema de peinar y un peine. Enseguida le siguió Ander con un estilo mucho más clásico: unos vaqueros cortos, una camiseta con el dibujo de un gatito y zapatos de vestir. Era bastante armonioso si no se le prestaba atención a los calcetines rojos con lunares negros. Agitó su brazo mostrando el coletero que llevaba en la muñeca y el cepillo para el pelo.

Alba se sentó en una silla para estar más a la altura de la niña que le dio la espalda.

A Natalia la invadió un sentimiento de nostalgia al recordarle aquello a una época de su vida que ya hace mucho había dejado atrás.

- oye, Ander -pronunció el nombre del niño por primera vez.- ¿quieres que te ayude con eso procuró sonar despreocupada y casual. Aunque no fuese así realmente.

Él asintió tras mirar a su madre y que ella lo animase, asintiendo tambien.

imitó a Alba sentándose en una silla, cogió el peine y lo pasó por el pelo que era suave y fino. Bastante fácil de desenredar. Él largo apenas valía para un moño bajo que fue lo que hizo, con la delicadeza de quien acaricia un cachorrito y las manos ligeramente tiritantes, producto de los nervios de interactuar tan estrechamente con una personita perteneciente al grupo que menos comprendía.

Podía lidiar con adolescentes y personas muy mayores, los bebés le parecían criaturas bastante fáciles de contentar, solo hacía falta tener cuatro cosas cubiertas: hambre, sueño, incomodidad y aburrimiento; Pero aquel rango de edad entre los dos y los doce años, se le hacía bola.

Consiguió juntar todo el pelo del niño y sujetarlo en una coleta tan pequeña que parecía un pompón.

A Alba le costó un poco más de tiempo, pues el pelo rizado de Olivia daba mucha más guerra que el lacio cabello de Ander.

- gracias.- dijo bajito pasando su mano por su cabeza a favor del pelo atado hacia atrás.

- bueno pues ya estaría. -Alba terminó acomodando el único mechón que la cinta de tela no había apartado de su cara. Era un pequeño caracolillo que bailaba en su frente sin llegar a ser molesto.

- estás guapísima y tú tambien- le sonrió al pequeño.

- Mami, puedo mostrarle un video a Andy en tu móvil. Es muuuy importante.- abrió mucho los ojos mientras asentía para enfatizar en la importancia del asunto.

- vale, podéis ir a jugar hasta que mamá venga.

- ¡SIII! -se lanzó sobre su madre y la abrazó por el cuello, subiendo en su regazo.- ¡vamos Andy!- llamó a su hermano y cruzó la puerta dando saltitos. El susodicho abrió la nevera y tomó el móvil de su madre que tuvo que reírse porque lo olvidaba allí más veces de las que quería admitir.

Las dos adultas volvieron a sus cafés.

- ¿hoy te pones con los de la furgo?- le dió sorbo a su bebida.

- así es. Va a estar interesante cuanto menos- levantó y bajó rápidamente las cejas en un gesto de resignación.

- yo salgo de trabajar a medio día, puedo darte una mano.

- no, claro que no. Para un día que estás sin los niños y vienes a ayudarme a limpiar la pocilga de mi furgo...

- pero no me molesta... además, todo lo que podría hacer sin los peques, también podría hacerlo si estuvieran conmigo.

- de todas formas; no te preocupes, no creo que esté tan mal.- mintió un poco.

- vale, pero si cambias de opinión, ya sabes donde estoy.

- que no, tú sal y diviértete y esas cosas.

A Alba le molestó un poco el hecho de que hablase de la ausencia de sus niños como un día de liberación. Ella no lo veía así para nada, pero decidió ignorarlo, no estaba para discutir con una tía que estaría en su vida durante un tiempo insignificante. No pretendía cambiar su visión de nada.

Intentó enseñarle a usar el lavavajillas pero la morena no quiso salir de su negación hacia aquel electrodoméstico y decidió fregar ambas tazas, mientras la rubia miraba, asombrada de la delicadeza con la que hacía cualquier cosa, las tazas casi parecían levitar entre sus manos, lo hacía todo con una elegancia impoluta. Esa era la palabra.

Al terminar de fregar, la morena tomó sus cosas, se despidió de Alba con un "hasta luego rubia", de sus peques con un "adiós enanos" y desapareció tras la puerta.





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