24. Plan B.

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Daban las seis de la mañana. Alba estaba, evidentemente, dormida.

Siempre que se quedaba, se planteaba llevarse su cepillo de dientes, ya que el de su casa tenía unas cerdas mucho más rígidas; pero podía con ella la idea de ver su cepillo junto al de la rubia. En un par de semanas debería cambiar ambos y compraría uno igual para reemplazarlo. Ya lo había pensado.

Escuchó ruidos abajo y negó con la cabeza mientras sonreía, intentando imaginar qué trastada estaban haciendo los pequeños diablillos que tenía la rubia por hijos.

Bajó las escaleras en silencio, para que no la escucharan y pronto descubrió que faltaba la mitad de aquel dúo, pues el niño estaba solo haciendo pasos de baile frente al reflejo de la pantalla apagada de la televisión.

- ¡ay, Nati! Que susto. Creí que eras mami.

- ¿cuando has visto a tu madre despierta a las seis de la mañana?- bromeó.

- ya... Es que estoy practicando para el festival del cole y tengo que aprenderme el baile de Olivia también.

- ¿y eso?

- es que siempre bailamos todos juntos pero no sé por qué la maestra nos ha separado en niños y niñas y a Olivia le da miedo bailar sola.

- ah, ya entiendo.- soltó una risa nasal como forma de expresar la ternura que le había provocado escuchar aquel gesto.

- pero hay un problema...- dijo, jugueteando con sus manos.- es que ellas van de hadas y yo de pirata. Y no quiero ser el único pirata del escenario, porque es el baile de las hadas, pero la maestra no me ha dejado ir como hada.

- Joe, que putada. Sí.- asintió volviendo a entercnecerse, esta vez por el pequeño gran problema de Ander.

En seguida se sintió también nostálgica, pues llegó a su mente el viejo recuerdo de una Natalia de la edad del niño que también quería que todo se viese lo mejor posible en el escenario. Tal vez no era la niña más simpática y sociable pero siempre procuraba llegar media hora antes para asegurarse de que todas las niñas estén listas, se tomaba el tiempo de peinar a las más pequeñas porque sabía que a su maestra no le gustaba ver niñas con pelos locos y detestaba ver como sus compañeras hacían todo mal mientras la maestra estaba muy ocupada peinando a las otras. Tanto así que durante un año solo pidió muñecas con largos cabellos que le valiesen de conejillo de indias para perfeccionar sus peinados.

- y por eso necesito tu ayuda.

- mi ayuda sí ¡alto! ¿qué?

- yo he hecho un plan, pero no le digas a mami y mamá ¿vale?


...

La alarma sonó como siempre, se tomó su tiempo para despertarse y hacer sus cosas con tranquilidad, solo entonces bajó. Ya escuchaba ruidos, risitas y notas musicales que pronto comprobó, eran de la guitarra.

La escena le dio toda la información que necesitaba en un segundo: Ander ya estaba vestido con sus leggins de leopardo y chaqueta vaquera. El niño con más arte que conocía... se sentaba sobre el regazo de la morena que a su vez se sentaba en el suelo sosteniendo la guitarra y presionando las cuerdas con su mano sana, mientras dejaba que el pequeño se encargase del rasgueo en reemplazo de la mano derecha de Natalia.

Olivia, por su parte, estaba sentada frente a ellos, despeinada y en pijama, devorando un tazón de avena que probablemente haya sido obra de la mayor.

- vale, ya casi lo tenemos.

- ¿crees que esté para navidad?

- claro que va a estar para navidad.

- ¿pero tú vas a tocar con nosotros?

- no, Olivia. Ella se va en navidad.- dijo él, como si fuera una obviedad.

- jo.- la niña torció el gesto.- ¿te vas con tus padres?

Natalia dudó.

- en realidad no sé a donde voy.

- entonces... ¿igual te quedas?

- es una posibilidad. Sí.

- buenos días.- Alba decidió interrumpir.

- ¡mami, no escuches! Estamos preparando una sorpresa de navidad.

- no, si yo no he escuchado nada.- compartió una mirada cómplice con la morena.

Ambas fueron a la cocina a por el primer y segundo café de la mañana y aprovechando que Ander estaba practicando su baile en la sala y Olivia vistiéndose arriba, sacaron tiempo para un par de besos furtivos.

- ¿no ibas a pasar navidad en pamplona?- dijo tras un rato de conversación banal, en la que no sabía si mencionar o no el tema.

- ah, sí pero al final no, tal vez me quede a trabajar. Si África y Damion deciden abrir, claro.- le dio un sorbo a la taza de café.

- Nat, si es por los boletos a pamplona yo...

- no, no es eso... es que hablé con mis padres hace un rato, y parece que están en Nueva York con mis hermanos, mi hermano está estudiando allí y parece que querían estar con él y tal.

- ¿y tú?- frunció el ceño, preocupada.

- yo es que debí decirles antes que volvería para navidad, creyeron que había decidido ir a Murcia... no lo sé, igual y voy a murcia, siempre me hacen un lugar.- forzó una sonrisa mientras removía el café con desgana.

- ¡MAMI!- Olivia llegó con uno de los vestidos que Natalia les había regalado, acompañado de pantalones de campana y botas de invierno, también llevaba un jersey debajo del vestido, todo en distintos tonos de azul celeste.- ¿has visto mi diadema de Frozen?

- aquí.- Ander apareció detrás de ella con la diadema, además había complementado su outfit con unas gafas de sol.- Nati ¿me haces unas dos trenzas pequeñitas aquí?- señaló ambos lados de su cabeza.

- claro, siéntate.- se levantó de su silla y el niño se sentó en su lugar, acercó su nariz a la taza de café con curiosidad y rió.

- huele bien pero sabe mal, ¿sabes?- hizo reír a la más alta.

- oye, que vais guapísimos. Ese era mi vestido favorito.- comentó Natalia al recordarse en ese sencillo vestido celeste, sobre el escenario, buscando a sus padres con la mirada.

- ¿de verdad?- la niña sonrió mientras se mecía mirando como se movía la falda, con ilusión.

- que sí, lloré cuando me dejó de quedar y todo.

- jo, espero no crecer tanto...

Natalia miró a la rubia de pies a cabeza.

- yo no me preocuparía por eso.- dijo volviendo a mirar de soslayo a Alba que tuvo que contener la risa para no escupir el café.

Olivia y Ander esperaban a su mamá Claudia, mirando por la ventana y haciendo dibujos con sus dedos sobre el vaho que echaban.

- ya me voy par de diablillos... ¡eh! que esas ventanas las he limpiado yo.- ambos se alejaron de la ventana y simularon no estar haciendo nada, con sonrisas pillas y mejillas tensas por aguantar la risa.

- si queréis darme un abrazo, no me enfado, ¿eh?

Se miraron cómplices y corrieron hacia ella, Alba se sorprendió pues Natalia nunca había dado el primer paso al sugerir una muestra de afecto.

También dejó un beso en las cabezas de cada uno y volvió a la rubia que la miraba con una mezcla de sensaciones.

- ¿qué? ¿también quieres uno?- siempre le venían bien los abrazos, más los de ella y aunque sabía que probablemente era la propia Natalia la que lo necesitaba, le siguió el juego.
Se acercó primero y Natalia flexionó las rodillas quedando a su altura. Se abrazaron fuerte, con ganas, tanto que cuando Natalia se fue, Alba comenzó a temer que se haya tratado de una silenciosa despedida, y a pesar de repetirse a sí misma que era más que evidente que no le había caído bien la noticia del viaje de sus padres, no podía dejar de pensar en el hecho de que Natalia jamás le había asegurado que se quedaría, o que se despediría antes de irse.
Tuvo que ir a trabajar en cuanto sus peques se fueron con su mamá, y verificó tomar su descanso en el horario que sabía que Natalia estaría teniéndolo también; a la hora de la comida.

nómada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora