Red - [La Orden Sangrienta]

By LDasilva27

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[LIBRO 1] No respires cerca de él. No lo mires a los ojos. No le preguntes por su collar. No busques las razo... More

Nota | Antes de leer
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36 - Primera parte
36 - Segunda parte
36 - Tercera parte
Epílogo
Agradecimientos
Extra #1
Extra #2
Extra #3
¡Anuncio de celebración! 09/12

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By LDasilva27

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Salí del salón con la cabeza baja, cada lección del día se me hizo imposible de aprender. Fisicamente estaba ahí, en medio de todos, pero mentalmente me encontraba en Plutón, con ansias de...

Morir. O matar.

Y cada vez que me perdía en mis pensamientos recordaba que las cosas se hacían por algo. Que el camino y el sacrificio era forjado con razones sustentables.

Pero mis ganas por la vida las veía bajo cero, muy inestables y confusas. Un sube y baja de emociones, con hormonas y arrepentimientos, sobre todo por el día de navidad. No sabía la razón del beso, un desliz que me puso a pensar más de la cuenta.

Solo pasó, Vellty.

Te lo buscastemisma.

Lo necesitabas con urgencia.

Tener una pizca de realidad era lo único que necesitaba, y cuando salí del internado a respirar aire puro me llevé la grata sorpresa de ver copos de nieve caer. Mi alivio fue de inmediato, a las alturas de un treinta de diciembre por fin podía ver algo natural surgir.

El penúltimo día del año, sin saber a dónde ir, con el pecho oprimido, lágrimas en los ojos, y la respiración entrecortada.

Respiré profundo, buscando calma, apartando los recuerdos y centrado mi mente en el ahora. Y justo el ahora me golpeó toda la cara cuando vi a Ailey detenerse frente a mí, con una elegante gabardina roja y el cabello recogido en una cola de caballo, luciendo impecable.

—No huyas—sujetó mi hombro con una de sus manos—. Cada maldita vez que quiero hablar contigo huyes, Vell.

Miré a mi alrededor, solo éramos nosotras dos en el jardín trasero.

—No tengo razones para oírte.

—¿No? ¿Estás segura de ello?—preguntó en tono divertido—. ¿Qué hay de Wilre? Sino fuese por Harry no te fueras enterado que era la puta hija de Snyder.

—¿Y ya?—bufé—. ¿Eso era todo lo que querías decir? En estos momentos es lo menos que me importa.

Ailey dio un paso atrás, con una sonrisa bailando en sus labios.

—Bien, no te importa—asintió—. Imagino que por eso evitas a medio mundo y divagas por los pasillos.

—Es mi problema.

—¿Y crees que nadie se da cuenta de tu actitud? ¡Hay más de cuarenta personas aquí dentro, Vellty! ¡Para todos eres la hija del gran Danforth! ¡Compórtate como tal! Pareces una estúpida muerta.

Volqué los ojos. Por dentro esperaba cualquier cosa de ella, algo que me ayudara a recordar las razones por las cuales era mi amiga.

—No me interesa la opinión de nadie.

La chica de ojos pardos negó y bajó la cabeza.

—Claro, al igual que no te fueron de interés mis razones en la vida y me diste ley del hielo.

La voz de Ailey, cada palabra, todo de ella me ponía a pensar en los errores.

Y solo me quedó explotar:

—¡Me mentiste, Ailey! ¡Me hiciste creer que era tu amiga durante tanto tiempo para venir con eso al final!—grité—. ¡Hubiese aceptado cualquier bestialidad! Pero... confiaba en ti, como amiga, como una de verdad. No eras cualquiera en mi vida, Ailey. Y me duele pensar que alguien como tú, solo llegó para engañarme, me duele creer que iba a depositar mi confianza en ti. Porque creí que lo valía, lo valía como mi hermana.

—Vellty yo...

—Tú nada, Ailey. Solo déjalo estar y continúa con tu vida—la miré fijamente a los ojos—. Es lo que estoy haciendo yo.

Se me subió la cólera y sin pensarlo caminé hasta el bosque, aunque escuché a la perfección cuando Ailey murmuró:

—Era mi obligación.

Igual no respondí nada, solo caminé lejos de ahí.

Los copos de nieve seguían cayendo con mayor intensidad, eran pasadas las cinco de la tarde y yo continuaba en la profundidad del bosque. El frío me caló los huesos y el aire llegó a mis pulmones como ráfagas de cuchillos afilados.

Nada tan hermoso como el dolor, años sin admitir la fascinación que me provocaba por miedo a lo que diría la sociedad. Si estaba loca no lo iba a admitir, lo usaría como un secreto apreciado, algo que solo sacaría cuando fuera necesario, para cuando llegara el momento y el telón del escenario cayera a mis pies.

Y cuando me cansé de ir por la vida sin rumbo, llegué al lago, viendo el paisaje con la vista perdida.

Intentando centrar mi cabeza.

Intentando buscar el horizonte.

Intentando salir viva de mi propio laberinto.

—Danforth—habló la voz que menos quería escuchar.

Wilre.

—Vellty Anny Danforth—dijo con la voz suficientemente alta como para que yo escuchara.

¿En serio? ¿Qué más iba a pasar ese día?

Miré mis dedos, dudando un poco, pero me giré para encontrar su rostro. Al instante mi vista se fue a su pómulo, marcando por un violeta verdoso. Ella se dio cuenta que le veía justo ahí, y a pesar de todo, no apartó la mirada.

—¿Supongo que ahora no tienes a donde esconderte?—se quedó mirando el camino de madera.

—Puedo tirarme al agua ahora mismo si me apetece.

—¿Eso fue lo que te enseñaron en casa, mujer? A escapar de tus problemas.

No respondí.

—¿Qué tiene que Alrik sea mi padre? Joder, dímelo. Porque en mi vida pude elegir a la gente que me creó.

—Nada—aparté la mirada.

—¿Por qué no me hablas entonces? ¿Por qué no le hablas a los chicos? ¿Por qué tienes este comportamiento mediocre?

—¡Porque me da la gana y ya!—espeté en tono molesto—. ¡Estoy harta de que me mientan! ¡Harta de que cada vez que creo que voy bien realmente la estoy jodiendo! ¡Harta de todo el puñetero mundo!

Wilre frunció el ceño, supuse que mis palabras no significaban nada para ella. Que era un cero a la izquierda, y que, posiblemente, solo me veía  como una estúpida al igual que el resto del mundo.

—¿Y te detuviste a pensar en mis razones? ¿O pensaste que era una maldita mentirosa y ya?

—A estas alturas me da igual.

—Vale—respiró exageradamente—, pero yo te voy a decir la verdad en la cara, porque puedo ser todo en la vida, Danforth, ¡Todo! Pero nunca desleal. Dime loca, lo acepto. Asesina ¡Lo acepto! Que me toca mentir para salvar mi puta vida ¡También lo acepto! Pero tengo mis razones, no todos hacemos las cosas porque simplemente nos da la gana, no es así.

—¿Y cómo es entonces?—pregunté con una ceja alzada.

Ya bastante había tenido con Ailey, escuchar a Wilre solo me daba dolor de cabeza.

—¡No lo entenderías!

—¡¿Cómo lo sabes si no me lo dices?!

—Danforth, estoy obligada a vivir en este encierro—murmuró—. Obligada a que mi alma se pudra en el infierno...

Se quedó callada analizando sus palabras, un sentimiento cruzó por su mirada como si estuviera recordando momentos infelices. Una y otra vez.

—Mi padre habló conmigo un día antes de que tú llegaras. Dijo que eras la hija de Danforth que no sabía nada de mundo, que seguro eras más débil que cualquiera, pero con el tiempo serías diferente. Me dijo que estuviera al pendiente de ti, básicamente a tu cargo—asintió para sí misma—. Yo no acepté porque no iba a ser la niñera de nadie, ya tenía suficiente con mis problemas, pero él... él me juró que... que si te llevaba por el camino que él quería me iba a dar libertad ¡Por fin iba a ser libre! No quería joder la oportunidad, por eso no te dije nada ¡Tenia mis razones!

Escuché hasta los silencios, pero me rehusé a mirarla a los ojos.

—No entiendo porque te quejas de estar aquí dentro, se te nota bien, quizás la libertad no es para ti y ya.

—¿Que no es para mi?—soltó en tono agrio—. ¡No puedo vivir toda mi vida aquí! ¡Nunca vas a entender, Danforth! ¡No sabes nada!

—Sé lo suficiente.

—No, no sabes—afirmó decidida—. No sabes nada porque mientras tú vivías la vida que tu padre te dio, a mi me torturaban, mientras tu padre te consentía, el mío me traumada al sujetar armas ¡No sabes nada! ¡Nunca entenderás lo que es vivir asfixiada! Te deprimes por estupideces ¡Y no es nada comparado con los malditos años que he vivido desde que nací! Y-yo... yo... ¡Yo nunca he sido feliz!

La cabeza no me dio para responder. La voz de la chica estaba cargada de furia, rencor, y una dolorosa pizca de tristeza.

Cuando la vi a los ojos lo supe: Wilre reía, pero no era feliz; Wilre hablaba, pero su energía no era la misma; Wilre solo estaba presente, pero quizás muerta por dentro.

Wilre quería ser libre.

Y tú sigues siendo una mentirosa, Vellty.

Una maldita mentirosa.

De todos tú, ¿o es que nadie lo sabe?

—No te voy a pedir que me hables, sé que te sientes engañada y lo entiendo. Pero no puedes ver el mundo solo a tu manera, una vez te lo dije y te lo repito ahora: para ver la verdad del loco, debes estar en sus zapatos, porque sí, Danforth, yo nunca he visto el sol salir con alegría.

—Wilre...

—¡Cállate! Y escucha—ordenó—. Tú vives con ilusiones en la cabeza, yo no. Yo en mis días me sentaba en la terraza del internado a ver el cielo, allí toda golpeada por orden de mi propio padre, solo por no obedecer... viendo como todos se burlaban de mí. Viendo como todos me echaban a un lado. Así que si quieres alejarte como lo estás haciendo ¡Venga! ¡Hazlo! Es tu maldito problema ¡Espero y no te suicides en el intento!

Quedé en absoluto silencio cuando un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Sus palabras calaron hondo en mi mente. Las procesaba, las ordenaba, y trataba de entender. Yo realmente quería entender.

Pero igual existía un gran detalle.

Y, mientras los copos de nieve caían, no supe que responder, solo veía a Wilre, ella estaba perdida, desde siempre lo estuvo. Pero a pesar de todo, era fuerte. No cualquier persona podía estar en los zapatos de esa chica.

Simplemente porque era diferente, capaz de estar en el infierno y vivir en agonía solo para ver un momento la luz del día.

—Comprendo—pronuncié—. De verdad, Wilre.

Ella asintió.

—Pero igual nada cambia el hecho de que seas su hija. Lo seguirás siendo mañana, hasta el día en que mueras, nada lo cambiará.

—No veo el problema.

—Tú no, pero yo sí—lo dejé hasta ahí, no podía seguir hablando con ella.

No sabía hasta que grado odiaba la chica a su padre, pero estar a su lado era estar al lado de la sangre de Snyder...

—Bien—se encogió de hombros—. Supongo que nada me afecta.

No dije nada.

Ella respiró hondo viendo el lago.

Realmente era de las desgracias.

—Si logras asumir que no tuve elección en mi vida, me puedes buscar en el bar de Malet, estaré despilfarrando la cuenta de Akiro en cervezas.

Una sonrisa triste se dibujó en mis labios.

Ella se dio la vuelta para adentrarse al bosque, la vi alejarse a través de la nieve y mi conflicto interno.

Luego, mi tranquilidad regresó.

O mi inquietud.

Allí mientras los dedos se me helaban por el frío, solo me quedé ahí. En medio de nada, pero sintiendo muchas cosas al mismo tiempo.

Mis decisiones no eran tomadas a la ligera, siempre decía que planear las cosas meticulosamente era lo necesario para llegar a cierto punto de la vida.

Lo que mi mente no planeó fueron los imprevistos, las sombras ocultas.

Y las cosas se volvían más confusas en mi vida, todo en general se desbordaba como un remolino de caos... al escuchar sus pisadas en la madera lo supe.

—Eres fatal mintiendo—y lo era, pero no sabía que Kislev me iba manipular el cerebro.

—No sé a lo que te refieres—defendí.

Una risa ronca salió de su garganta.

—Lo sabes, Vellty—aseguró—. Al igual que yo, niña, siempre lo supe.

A solo centímetros podía oler su aroma, él inspiraba todo, y estaba tan seguro de sí mismo que hasta dudé de mi propia existencia.

—Lo que no sabes es que estas equivocada—acotó—. Y te lo dije, pero tampoco hiciste caso. Ahora escucha...

Y comenzó a soltarlo todo, por un momento creí que era un sueño, pero no lo era. Era la verdad, y Kislev me la estaba echando en la cara, con todo y letra pequeña.

Incluso lo que nunca vi. El borde de la grietas. Las variantes. Cada detalle que él si notó, y deslizaba las palabras por su lengua a la perfección, mientras, mi cabeza hacia lo posible por no llegar a lo profundo de la locura.

Sin embargo... ya era muy tarde.







Doble actualización, jeje >>>>>>

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