The Mistake

By LizThorton

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Leah Jones es una joven adolescente de dieciséis años con una vida relativamente normal. Vive con su hermano... More

The Mistake.
Capítulo 1
Capítulo 3

Capítulo 2

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By LizThorton

-Mierda, Leah -masculló Edward, casi al borde de las lágrimas-. ¿Vas a morir?

Asentí con la cabeza, haciendo movimientos suaves. Intenté sonreír, y dado mi estado de ánimo debo admitir que me salió bastante bien.

Edward, al menos, había reaccionado mejor que Logan al escuchar lo que tenía para decir.

-Y ¿estás embarazada?- preguntó.

-No. Hoy me vino la regla.

Algunas veces, en los controles, si ya habías tenido tu primera vez y, además, estabas embarazada, te dejaban vivir lo suficiente para ver a tu bebé. Luego te mataban y decidían qué hacer con tu hijo. Si matarlo o dejarlo vivir como un esclavo.

Sí, bastante crueles.

Pero, si no tenías esa suerte, te mataban y sacaban el feto de tu vientre para experimentar con él.

¡Que bonita sociedad! -nótese el sarcasmo-.

-Además,-continué en tono monótono-estar embarazado solo hubiera empeorado las cosas. No sabemos con certeza si me dejarían vivir por eso.

Me miró a los ojos durante unos minutos. No sentía que hubiera nada más que agregar y si decía algo más, temía meter la pata.

Sus ojos escrutaron mi rostro, haciéndome sentir incómoda. Lo observé meditar en silencio, sin apartar la vista. Las lágrimas volvieron a inundar mis mejillas al pensar que tal vez, esas fueran las últimas veces en las que podría observarlo.

-No llores, por favor.

Su voz estaba quebrada, ya no era alegre como acostumbraba.

-Estoy bien. Solo... que te extrañaré allí arriba- pronuncié sonriendo y señalando el techo.

Soltó una carcajada y, estoy casi segura, de que lo hizo solo para alivianar el ambiente. Se acercó a mí y me abrazó. Enterré el rostro en su cuello y no me importó mojarle la chaqueta con las lágrimas.

Ahora solo quedaban tres días para el maldito control. El control que acabaría con mi vida.

Logan no me había hablado aquel día en la escuela y Jake ni siquiera había aparecido. El único que no me había evitado olímpicamente era Edward. Y le estaba muy agradecida por ello.

-Hey, chicos-una voz masculina desde la puerta de mi habitación-. ¿Se queda a comer este capullo?

Reí con el comentaro de Jordan. Amaba a mi hermano, más cuando bromeaba de aquella manera con mis amigos.

-Solo si tú no comes aquí- respondió Ed secándome las lágrimas disimuladamente con su hombro.

-Leah, ¿tú quieres que se quede?

-Claro-asentí sorbiendo la nariz y volteándome para sonreírle a mi hermano.

Me devolvió el gesto y admito que eso me reconfortó. Me partía el alma tener que pensar en cómo decirle que perdería a su única familia en un par de días. Me puse en pie -ya que est'bamos sentados en el suelo- y estiré mi espalda.

Eddie me imitó y me sonrió. Me dedicó un apretón en el brazo y salió de mi habitación para que pudiera vestirme tranquila.

Aún llevaba el uniforme escolar y era bstante incómodo para estar en casa relajada. Me observé en el espejo de cuerpo entero: mi coleta baja estaba toda enmarañada y desprolija, mis pantalones grises de seda todos arrugados, la camiseta del mismo color desaliñada y por último mi rostro. Más pálido de lo común. Mucho más pálido.

Apresé mi labio inferior con mis dientes y tomé el maquillaje. Me di un toque de colorete para que Jordan no sospechase nada y cuando acabé, me di cuenta de que eso resultaba peor.

Hice una mueca ante mi reflejo y suspiré. Ya no volvería a ser la misma de antes. Ya no más.

Decidí de que, cualquier cosa, me haría ver igual. No me costó mucho elegir una blusa desteñida y unos jeans ajustados. Me enfundé en mis botas cazadoras y salí haciéndome una nueva coleta.

El frío me caló en los huesos cuando me encontré de frente a una ventana abierta en la sala. La cerré de inmediato, pero aún así seguía teniendo la piel de pollo.

-¿Dan? ¿Eddie?-llamé ya que no los veía por ninguna parte.

La puerta trasera de la cocina también estaba abierta y algunos copos de nieve atrevidos se animaban a entrar.

¿Nevaba? Que frío.

Visto que no estaban dentro de la casa, corrí a buscar mi chaqueta cazadora, a juego con las botas. Me arrebulé en ella y me sentí mejor cuando su cálida tela tocó mi cuello.

Salí dando traspiés por la cocina y me encontré con mi desolado jardín. Desde la muerte de mamá, las plantas se habían marchitado, el césped quemado y la cerca despintado. Mi madre amaba ese espacio y yo me culparía eternamente por no haber cuidado de él. A ella le hubiese gustado que yo aprendiera, pero sin embargo, nunca me apeteció.

-¡¿Dan?! ¡¿Eddie?!- volví a llamar después de sacudir la cabeza y alejar esos pensamientos.

Nada. Nadie. No podía ver ninguna señal de que estuviesen cerca.

Comencé a andar sin rumbo mientras analizaba todo con los ojos. ¿A dónde se habían marchado? Rodeé la casa y de pronto me encontraba en la acera. Mi casa era una más, igual a todas salvo por la ventana pintada de verde de mi hermano. Sonreí débilmente al recordar aquel día en el que lo pintamos.

Un grito desgarrador me sobresaltó y alejó esos agradables recuerdos que quería mantener conmigo para siempre.

Dirigí rápidamente la mirada al punto en el que se había originado tal horroroso sonido y me encontré con el cuadro que menos esperaba.

Logan estaba en el final de la calle, de rodillas contra el frío pavimento y con la cara enrojecida. Sus ojos verdes estaban hinchados y las venas de su cuello sobresalían notablemente. A su lado, Edward y Jordan sostenían sus brazos con fuerza y tiraban de ellos para que no corriera.

Mi corazón se acleró y sentí la sangre golpear contra mis oídos. Al parecer, Logan sintió mi mirada sobre él y volteó su rostro hacia mí.

-¡Leah!-otro grito desgarrados por su parte.

Tiró con mucha fuerza y logró zafar un brazo del agarre de Dan. Con la mano suelta, golpeó a Edward en la nariz y, así, liberó su otra extremidad.

-¡Leah!- de nuevo pronunciaba mi nombre con ese tono mientras corría a toda velocidad hacia donde yo estaba.

Se me partió el alma en mil pedazos. Si así estaba a tres días del control, no podía nisiquiera imaginarme después de mi muerte. Eso si es que estaba en ese estado por mí.

Corrí yo también para separar la distancia que nos separaba y, cuando me tuvo en frante, me rodeó con sus brazos y me estrechó fuertemente contra su pecho.

Él lloraba haciendo mucho ruido, gimiendo y hasta incluso gritando, mientras que yo solo derramaba lárimas en silencio. Me di cuenta de que una oreja le sangraba y tenía un moratón en el pómulo derecho. Lo apreté un poco más contra mí y me acarició la espalda de arriba a abajo.

-Leah- susurró con voz entrecortada y rota-, por favor perdóname, Leah. Eres mi mejor amiga, no sé que haré sin ti. ¡No puedo imaginarme un mundo sin tu presencia! Necesito esa sonrisa que me recibe en el instituto, esas tardes de estudio con Jordan... ¡Incluso tus peleas con Edward! Te necesito. Eres mi mejor amiga y no esto dispuesto a perderte.

Gemí sonoramente y negué con la cabeza mientras la enterraba más en su pecho. Estaba acumulando palabras en mi mente, mil maneras de responderle, pero ninguna quería ser pronunciada por mi boca. Me setía estúpida, y sabía que lo era, no se trataba solo de sentirlo.

¡¿Por qué yo tenía que arruinar a los que más amaba en el mundo?! Simple, me había comportado como una egoísta.

-Leah-una voz mucho más áspera, cortante y sorprendida. Jordan estaba de pie detrás mío-. Vamos adentro. Tenemos que hablar.

(***)

-No puedo creerlo. Esto no está pasando-Jordan no atinaba a asimilar lo que le estaba contando. No lograba comprender cómo yo, su pequeñita, había cometido tal error.

Intenté abrazarlo, pero se apartó rápidamente. No quería que lo tocara. Me repudiaba, y se le notaba en la mirada de desprecio.

Logan tomó mi mano. Estaba sentado a mi lado, en el suelo, mientras que Ed se había acomodado en la encimera de la cocina. Sostenía un filete crudo contra su cara para poder alivianar el dolor del golpe.

-Tranquila, es la primera impresión-me susurró el chico de los ojos verdes.

Asentí mientras me impedía soltar las lágrimas.

-¿Qué te sucedió en la oreja?-pregunté para cambiar de tema.

Se encogió de hombros y posó la mirada en Edward, que ahora se acercaba a nosotros. Este estaba enfadado, pero aún así, no le había costado perdonar a su amigo por golpearlo.

-Mi padre. Me lanzó un cuchillo cuando comencé a gritarle-me explicó.

Asentí y lo abracé. Eddie se sumó unos segundos después y así nos quedamos hasta que un carraspeo se hizo audible.

-Leah, Logan y Edward-comenzó Dan-. ¿Ya saben cómo evitarán los controles?

-Técnicamente, solo Leah debe pasarlos-pronunció un temeroso Eddie.

Mi hermano lo fulminó con la mirada y se puso rígido. Notaba en cada músculo de su cara que no se atrevía ni quería mirarme a los ojos. Comprendía su temor o disgusto.

-Escapará. Haremos que siga con vida.

___________________________________________

¡¡¡HOLA!!!

Aquí estoy, vivita y coleando. ¡No se asusten! No me ha pasado nada.

Se que he prometido subir en mis historias antes del jueves, pero una cosa llevó a la otra y no pude. Les pido mil perdones.

Así que he terminado este capítulo y he decidido subirlo.

En cambio, para los que leen She's a Fighter, tendrán que esperar un par de días más y lo lamento muchísimo :/

Así que... ¡Aquí el segundo capítulo!

Espero lo disfruten, voten y comenten ;)

¡Los amo y gracias por todo!

-Liz.

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