Se duchó con un sentimiento agridulce.
Por que sí, estaba en casa de la rubia, duchandose con agua tibia y sí, pasaría la noche con ella, pero también estaba su furgo inundandose y debería utilizar el dinero para cambiar el cristal (que si bien ya estaba roto, ahora era algo mucho más urgente, considerando que el invierno estaba a la vuelta de la esquina) y el parabrisas.
Se vistió allí dentro y puso su ropa sucia en una bolsa para lavarla cuando hiciera sol.
Mientras se vestía recordó el pijama que llevaba puesto la rubia, no pudo no sonreír al verla con aquella ropa pues se veía adorable. Sintió ganas de hacerle una foto y ponerla de fondo de pantalla del móvil, estaba segura de que así sonreía el triple de veces más que de normal. Claramente no iba a hacerlo, pero la idea la hizo sonreír.
Salió del aseo y la abordó un aroma familiar pero que hace ya mucho no sentía.
- ¿qué has cenado?- preguntó Alba desde una habitación a la que nunca había entrado y que rápidamente comprobó que era la cocina.
- yo... Alba pero no hace falta.
La rubia rió.
- no me has contestado.- era increíble como su voz era una risa en sí.
- no he cenado.- contestó con una sonrisa que le había contagiado la rubia.
- siéntate. -pidió amablemente alejando un poco la silla de la mesa para darle espacio y Natalia no pudo negarse.- ¿eres alérgica a algo?
- a las abejas, pero no creo que sea un impedimento ¿o sí?
- no, te preocupes, soy vegetariana, no cocino abejas. -volvió a reír.
abrio la puerta del microondas unos segundos antes de que sonase aquel timbre característico.
- no quiero que se despierten los niños- explicó al ver la expresión curiosa de la otra.
Dejó el plato de comida sobre la mesa y a Natalia le brillaron los ojos de la ilusión.
- son macarrones con tomate.
Natalia sonrió.
-¿qué? ¿No te gustan?
- ¿cómo no van a gustarme? Son macarrones con tomate. Mi madre me los preparaba cada vez que tenía un mal día, de pequeña.
Le dio un bocado a aquella comida recalentada que Alba había hecho hacía unas horas, sin demasiadas ganas de cocinar algo más elaborado.
- mmm-. Echó la cabeza hacia atrás, sin despeinar su corto pelo azabache.- que puta maravilla.
La rubia soltó una carcajada mientras dejaba un vaso con dibujos de Ladybug y buscaba el zumo de la nevera. Eso le hizo recordar el pequeño incidente del zumo y el sillón.
- oye... acabo de recordar que hoy han echado zumo en el sofá. Ya lo hemos limpiado, pero no se ha secado... ¿te molesta dormir en mi cama? Si quieres yo duermo en la habitación de mis...
- claro que no me molesta... Y puedes dormir conmigo si quieres
Alba tragó saliva con nerviosismo y Natalia lo notó.
- solo si tú quieres. Si quieres puedo dormir en el sofá, le ponemos una toalla encima. Va a estar más seco que mi cama en este momento.- la hizo reír.
- que no, que no. Te dejo mi cama. ¿me das tu ropa? La que te has quitado digo. Así la meto en la lavadora
- mmm... -hizo señas mientras de negación mientras se limpiaba la boca con una servilleta.- déjalo, que yo mañana la llevo a la lavandería.
- no, qué lavandería, si yo tengo aquí una lavadora monisima, para mañana tienes tu ropa lista.
- que no, Alba.- se le soltó una risa cuando la vio sentada sobre la lavadora como si fuese una modelo de comercial, con el pijama rosa y el pelo enmarañado.
- si no me lo dices, voy a buscarla yo misma- amenazó sin aguantarse la risa.
- vale, vale. Tu ganas. Está en esa bolsa. Señaló la única bolsa que estaba fuera de su mochila.
Alba abrió la bolsa, encontrándose con la ropa que si bien estaba húmeda y repleta de tierra, estaba perfectamente doblada y enrollada en forma de varios cilindros.
- estaba fumando en la ventana cuando se cayó la maceta.
- mierda, creí que nadie lo había visto. Qué vergüenza.
- nada de vergüenza, mujer. Que yo estaba pensando más en cómo quedó el cristal del techo.
- y eso que no has visto como ha quedado el parabrisas- soltó una risa nasal.
- que agobio jope...- pronunció mientras desdlblaba una camiseta gris con un dibujo de Cactus de las súper nenas, sin prestarle real atención a la prenda.
- que va, ni te rayes, ya mañana será día de agobiarse por eso. Hoy no toca.
Un trueno más fuerte de lo normal hizo que ambas de sobresaltasen.
-parece que va a llover toda la noche
-menos mal que mañana los peques van con su mamá en el auto. Que está el tiempo para ir andando al cole.
Poco tardaron en escuchar pqueños pasos que corrían escaleras abajo, hacia ellas
-mami- la niña apareció con los ojos cristalizados y el pelo hecho un estropajo, enfundada en su pijama rojo con dibujos de animales.
-cariño, ¿te ha despertadonla tormenta?
-hay muchos ruidos- explicó afligida.
Alba suspiró y la levantó. En seguida se abrazó la rubia.
Natalia tardó un par de segundos en asimilar lo que estaba pasando. No podía decir que se había olvidado de la existencia de esos críos porque Alba los había nombrado al menos dos o tres veces desde que ella entró en la casa, pero no había contado con la posibilidad de que despertaran.
-¿por qué está Natalia?- preguntó, mirándola con la mejilla aplastada contra el hombro de su mami
- se le ha roto el techo de su furgoneta y se estaba mojando.
- hala -levantó la cabeza para ver mejor a la morena.- ¿pero cómo se ha roto?
La morena rió al recordarlo.
- ya estaba roto, solo que se ha roto más.
- ¿vas a quedarte a dormir?
- sí, cariño. -respondió su madre.- y hablando de dormir...
- Jo... mami.- comenzó a protestar por anticipado.
- tu deberías hacer lo mismo.
- ¿me pones música de dormir?
- vale, ponemos música, así no escuchas los truenos.
- de Taylor.
- de Taylor, pero bajito. Que Andy duerme.
Alba se giró a ver a Natalia.
- ahora regreso.
y subió escaleras arriba con la niña descansando sobre su hombro, que ya pesaba bastante. En cuanto estuvo la niña en su cama, la música encendida y una luz tenue iluminando lo necesario; volvió a la cocina, encontrándose a Natalia fregando los trastes que había usado.
- Natalia, pero...
- ya es tarde, ya lo he hecho.- cerró la llave y se secó las manos.
- tambien tengo un lavavajillas monisimo.
- no, esas vainas no van conmigo... ¡uf! creo que esta cocina no fue hecha para mí. -hizo que la rubia notara lo bajo que quedaba el fregadero para Natalia, que ahora estaba intentando estirar su espalda.
-ven, te muestro la habitación.-
...
Daban las cuatro de la mañana y ya se había rendido ante la idea de dormir temprano.
Sonaba All too well casi en volumen mínimo. Hacía horas que podría haber quitado la musica, pero la lluvia había parado y quería oír algo si no iba a dormirse.
Dio pequeñas vueltas en la estrecha cama de Olivia que se acurrucada junto a su hermano en la más absoluta paz.
Alba no paraba de pensar, su cabeza siempre fue más rápido de noche que de día. Para lo bueno y para lo malo.
Luego de estar a punto de caerse de la cama por tercera vez por intentar dar vueltas, olvidando que no estaba en su cama; decidió levantarse y escudriñarse en su habitación donde Natalia dormía usando una parte demaciado ínfima de la cama comparado con el espacio que ocupa cuando está de pie y estirada. se metió en el baño y buscó el paquete de cigarros, pero no fue lo suficientemente sigilosa.
- lo lamento. No quería despertarte.- dijo cuando vio que la morena abría los ojos.
- que va si ya estaba medio despierta. ¿Estas bien? ¿No has dormido nada? ¿Quieres que te deje la cama?
- no, tranquila. No es por eso. -abrió la ventana.
- ¿y te gustaría contarme por qué es?
- es que en realidad no es para tanto.
- y por eso estás a punto de echarte un piti a las cuatro de la mañana, sí- ironizó.
Alba sonrió y encogió la nariz en un tic que solía salirle en momentos de estrés. Abrió la ventana y sacó un cenicero del cajón de su mesa de noche.
Se sentó en la cama junto a la morena que, a pesar de estar recién despierta, estaba dispuestas a escucharla con atención.
- pues, nada. Problemas con la mamá de los peques. Horarios, disponibilidad, responsabilidad -dio una calada.- los ve como cuatro días al mes, hace meses que debo compaginar trabajar, tener una vida y ser madre soltera de melliz, pues un poco estresada sí que estoy- rió soltando el humo.
- Ojalá supiera algo sobre hijos o parejas, pero no tuve ninguna. Siento no serte más útil.- cogió el cigarro que alba le tendió, le dio una calada y se lo devolvió.
- que no estás sie do nada inútil.- dijo sinceramente gurando la cabeza para mirarla a los ojos.- has sido de las cosas menos estresantes de mi semana.
- pues cuando necesites un polvo o un piti, ya sabes... también canto en bodas y fiestas varias, pero por eso cobro.
Alba rió como si fuese el triple de gracioso de lo que en realidad era.
- ¿alguna vez has cantado en una boda donde alguien dijese no?- preguntó buscando sacarle una de sus anécdotas.
- pues... una vez estuve en una donde uno de los novios salió corriendo, pero fue porque casi se mea de los nervios. También estuve en otra que -le salió la risa floja- siempre me río cuando la cuento...