𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃 || timoth...

By nina_eraz

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En un vieja casona de Inglaterra los Bennett hospeda a un conocido de la familia, alarmando a la única mujer... More

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Carta para los lectores

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By nina_eraz

aclaración: cuando la letra este así significa que es un recuerdo (:

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Si pienso en el día que mi tía me dijo que habían encontrado el cadáver de mi padre no lo recuerdo con exactitud. Mi memoria estaba borrosa. Supuse que debido a la situación mi cerebro lo había preferido olvidar. El último recuerdo era cuando mi tía me comunicaba en la cocina la cruel noticia, luego sé que estuve con mis hermanos en la habitación de Harry, puedo asegurar que me dio un abrazo, lo próximo que estaba en mi cabeza fue cuando estuve en la habitación con Timmy.

— ¿Cómo te sientes? —me preguntó sentándose a mi lado, mirábamos a través de la ventana la cual estaba abierta. Desde que oí la noticia caí en una especie de limbo, como si no sintiese nada, sin embargo el aire gélido que entraba me recordaba que seguía viva, que todavía sentía.

Timothée me había traído un té porque él sabía que eso me hacía sentir mejor, un detalle al cual nadie más le había prestado atención.

—No lo sé, es raro—le respondí mirándolo de reojo. Notaba su seriedad, traía el cabello despeinado—. He llorado, me siento mal, triste y apenas logré consolar a mis hermanos, pero no es lo mismo, ¿sabes? No puedo sentir lo mismo al día que me enteré de la muerte de mi madre, y me avergüenza tanto.

—Es normal Liz, tu padre era una persona distinta a tu madre, y eso lleva a que la relación contigo sea diferente. La pérdida y su dolor también—asentí ante sus palabras.

Por su parte mis hermanos se notaba lo mal que les había sentado semejante hecho.

—Supongo que..., he sentido que perdí a mi padre hace un tiempo. No era el mejor en su rol, y lo entiendo, nadie es perfecto pero perdimos la relación mucho antes de que se marche. Estuvimos meses sin hablar, hasta que murió mi madre—suspiré amargamente—, me hizo sentir como si tuviese que pasar un hecho tan horrible y trágico para que así pudiese hablarme.

Estuvimos en silencio mientras me quedé callada, pensando en mis palabras.

—Sucedió lo mismo cuando encontré la carta de despedida, fue como si no me dolería por el hecho de que ya no tuviera un padre, porque de todas formas no lo tenía—le expliqué—, lo que más me dolió y enojó fue que sí dejó a mis hermanos, con quien si tenía una relación, supongo que si eran merecedores de su atención.

—Es entendible que luego de todo lo que ha hecho no te duela tanto su partida Liz, para eso necesitamos un lazo, que parece haberse roto hace mucho, y si eso no está el dolor junto con la tristeza tampoco—su mano encontró la mía intentando reconfortarme. Cada vez que lo oía hablar me fascinaba un poco más, tenía las palabras justas para lograr hacerme sentir mejor —. No debes avergonzarte, no conmigo, sé cada quien lleva su duelo a su manera.

—No sé cómo haces pero siempre dices lo que necesito oír—le miré, la brisa del aire desordenaba aún más sus rizos, me sonrió dulcemente.

—Es un talento natural, pero sólo funciona contigo—bromeó provocando que dejase escapar una sonrisa, la primera del día. No entendía cómo era posible que lograse todo lo que él quisiese pero me hizo sentir especial con tal esas cuatro palabras.

Estuvimos un pequeño raro más allí, simplemente haciéndonos compañía. En silencio, sintiendo la brisa invernal en mi rostro, permitiéndome pensar, dejándome procesar la pérdida de aquel hombre, que era mi padre, a mi manera. Cuando llegó la hora de acostarme, Timothée se retiró a su habitación, brindándome la privacidad que necesitaba tal y como se lo había pedido.
A esa hora lo más probable era que todos estuviesen durmiendo, mientras que mi cabeza sólo pensaba en dos preguntas: ¿se habría ido porque sabía que lo asesinarían pero no logró escapar? ¿O quizás lo asesinaron y actuaron su fuga? Una parte de mi quería creer en la segunda opción, ilusamente pensaba que él no hubiese sido capaz de dejarnos.

A la mañana siguiente todo siguió igual, y también la que vino después. Mi rutina quedó reducida a pensar sobre mi padre, a intentar hacer sentir mejor a Harry y Arthur, llegando al punto que habíamos conseguido un caballo para que el mayor lo pudiese montar y el menor pudiese aprender. Tanto Timothée como yo los acompañábamos a montar, lograban distraerse y así tener un momento de paz entre tanto desorden.

Lo único que podía rescatar de la situación era que este hecho había acercado a Timothée con mis hermanos, de manera que Harry lo comenzaba a preferir a él en ciertas cosas, antes que a mí.

En ese momento ya habían pasado dos días de la noticia, estábamos cerca de la casa en una pradera viendo cómo Arthur intentaba enseñarle a Harry a montar.

Observe a Timothée sentando en el suelo, sobre una manta, ya no importaban las comodidades. Ese tipo de pequeñeces habían sido reemplazadas por hechos muchos más importantes, por lo que sin dudarlo me senté a su lado, el césped estaba húmedo. Apoyé mi cabeza en su hombro, buscando que su tacto me relajara, como solía hacerlo siempre. En este punto tampoco era relevante si mis hermanos veían las demostraciones de cariño. Todas las preocupaciones se reducían a lo que había sucedido con mi padre, con el chófer y la tutora, todo había cambiado sin querer ni buscarlo.

— ¿Crees que lo asesinaron antes de que se quisiera marchar? —le pregunté rompiendo el silencio. Esa pregunta recorría mis pensamientos—. La carta era de despedida.

— ¿Qué? —sonaba confundido, supuse que no esperaba que preguntase nada de este estilo.

—Hablo de mi padre, ¿crees que ya había decidido marcharse cuando lo asesinaron? —repetí, bajando mi voz lo más que pude. Él pensó unos cuantos segundos antes de responder.

Me quedé esperando a que respondiera, mirando su vestimenta. Ese día llevaba una camisa blanca, y un suéter por encima, la combinación lo hacía ver sumamente joven.

—No lo sé, ¿recuerdas la nota del chófer? Decía que se encargaría de un asunto, quizás ese asunto era marcharse—habló con un tono fastidiado, notaba que no quería hablar del tema y no culpaba—. ¿No crees que es mejor entregarle las cartas a la policía? Quizás así puedan encontrar al culpable.

No le hice caso, porque al oír la palabra carta mi cerebro se iluminó, con tantos asuntos dando vuelta no lo había notado.

—Debemos releer las cartas—le contesté.

—Liz yo no me refería a eso—me reprochó con un tono de desaprobación, le di una mirada suplicante a lo que suspiró pesadamente—. Está bien, las volveremos a leer.

Enseguida estaba llamando a mis dos hermanos para que volviéramos a la casa. Mi excusa fue que ya estaba por anochecer, lo cual era verdad y también válido.

Al llegar me dirigí a mi cuarto, donde estaban las cartas, Timothée me seguía sin muchas ganas, lo cual me desanimaba un poco. No buscaba cansarlo, pero realmente lo necesitaba. Para convencerlo le dije que sería la última vez que nos involucraríamos, luego dejaría la investigación en manos de la policía.

Cerré la puerta para intentar no llamar la atención de nadie más, y saqué de su escondite las cartas. En un intento de que ninguna se cayera sostuve una en cada mano, entonces lo noté.

—Son distintas—estaba sorprendida, todo este tiempo había tenido esto frente a mis ojos, sin embargo no lo había visto—, Timmy, ¡son distintas!

Se acercó a mi lado, entonces le tendí las dos hojas de papel.

—La letra es ligeramente diferente, pero presta atención en la firma, no se parece en nada—le señale con los dedos a medida que hablaba—. Mi padre no ha escrito esta carta. Estaba tan abrumada el día que las encontramos que no lo noté.

Timothée estaba tenso a mi lado, apretando su mandíbula.

—Liz es mejor que esto esté en manos de la policía, el detective necesita saberlo—aseguró, y asentí. Sabía que tenía razón.

El departamento de policía tenía el mismo objetivo que yo, encontrar la verdad del asunto. Saber por qué alguien pudo escribir esta carta falsificándola. Inmediatamente quise contárselo a Arthur, por lo que me dirigí a donde él se encontraba, no sin antes pedirle a Timmy que esperase por mí.

Le mostré las dos cartas a mi hermano, en un intento de explicar correctamente las posibles teorías que tenía en mi mente. Cuando volví Timothée ya no estaba en mi cuarto, no lo encontré por ninguna parte, supuse que había vuelto al suyo. Le reste importancia creyendo que estaría cansado y prefería ir a dormir cuanto antes. Por mi parte intenté lo mismo, descansar, pero me encontraba abrumada, y durante toda la noche repase una y otra vez la situación.

Por la mañana del día siguiente decidimos de una vez por todas dejar el asunto en manos de la policía. Al enterarse el oficial Jink nos regañó, estaba tan furioso porque habíamos ocultado información sumamente importante, lo que causaba que un retraso y entorpecimiento a la investigación. Aunque también nos agradeció el hecho de haberlas entregado, y nos ordenó que ante cualquier otra pista se lo comunicáramos de manera inmediata. Eso me causó presión, demasiada, lo que me llevo a confesarle sobre el pañuelo que encontramos de mi padre, que no cuadraba en la escena ya que sería imposible que lo hubiese dejado ahí, si en ese momento ya estaba muerto. Abriendo así una nueva incógnita ¿quién dejo el pedazo de tela allí?

Emily estaba furiosa conmigo, y también con Timothée. Nos gritó en la cocina durante un buen rato, reprendiéndonos por habernos involucrado con la investigación de los asesinatos en secreto.

— ¿Cómo se les ocurre ocultar las pruebas de una investigación policial? No es un juego, no es una novela ficticia—hablaba y caminaba nerviosamente de un lado a otro. Mi tío Charles estaba en su oficina hablando con Jink—. Si les hubiese sucedido algo...

Se quedó en silencio, sin poder finalizar su oración. Me sentía mal, sabía que tenía razón y por eso la culpabilidad me mataba por dentro. Era tan peligroso, nos podrían haber hecho algo. Sin embargo también pensaba que si esa persona nos quería muertos entonces ya podría haberlo hecho, lo que me daba confianza para seguir en esta especie de investigación.

—Lo sentimos mucho Emily, no hemos actuado de manera inteligente—susurró Timothée, tal como un niño pequeño a quien su madre regañaba.

—Sí, lo sentimos, no volveremos a hacerlo—le dije intentando sonar convincente, quería que se quedase tranquila. Ella me miró incrédula—, de verdad tía, no lo haremos.

—Promételo—pidió.

—Lo prometo—intenté sonar segura, y firme, crucé los dedos por debajo de la mesa. Era una mentira cruel, y piadosa, pero necesitaba que no tuviera la atención en nosotros.

Nos pidió una vez más que nos mantuviéramos alejados del asunto, que nos encargáramos de mis hermanos como veníamos haciendo hasta que las cosas estuviesen más tranquilas. Nuevamente le insistí en que debía dejar de preocuparse, que no haríamos nada. Hasta que se retiró de la cocina dejándonos solos.

—Timmy, ¿no crees que el asesino...—comencé a hablar. Me miró seriamente, y de mala gana, por lo que me quedé en silencio.

—Elizabeth, ¿en serio? Le acabas de prometer a tu tía que dejarías el tema—estaba tan molesto que me sentí intimidada—. Anoche me has dicho que sería la última vez que nos involucraríamos.

—Sí lo sé, solo que he llegado a una nueva conclusión—insistí.

—No Elizabeth, no. Sé que quieres saber que pasó, y el motivo, lo entiendo, pero estas haciéndote mal a ti misma. Tu tía tiene razón, hemos sido muy descuidados—su enojo disminuyo a medida que hablaba, relajando así sus expresiones faciales—. Podría pasarte algo, te expones tanto que eres un blanco fácil, y no paras de pensar, el asunto te está consumiendo.

Me sentí decepcionada con su respuesta, no entendía de donde salía todo esto. ¿Qué pretendía?

—Pensé que a ti también te importaba—respondí.

—Si me importa, sólo que puede suceder algo mucho peor, y sé que tú lo sabes. Además todo lo que has hecho en estos días es pensar en el asesino, dale un descanso para que puedas darte tiempo a ti—me pidió, lo que me enfureció aún más. ¿Cómo era capaz de pedirme algo así? Habían asesinado a mi padre, quien había hecho algo tan malo que dos personas fueron asesinadas. Mientras que mi hermano menor era acosado por alguien, que no sabíamos quién era. Y de todas formas él estaba allí, pidiéndome que dejara ir el asunto—. No hemos hecho otra cosa más que hablar de esto, se está volviendo enfermizo.

Sus palabras dolían bastante, entendía su furia pero sentía que no era necesario hablarme así, no cuando el asunto era tan delicado.

—No puedo Timothée, y tú sabes eso—mascullé—, de verdad creí que me entendías. Has visto absolutamente todo lo que sucedió, y aun así eres capaz de pedirme que simplemente lo deje estar. No logró ni siquiera dormir bien por recordar cada cosa que pasó en mi maldita familia.

—Lo sé Liz, no te he dicho que lo olvides, sólo me preocupo por ti. Deja que la policía se encargue del asunto.

—No lo haces, porque si lo hicieras entenderías que no puedo dejar el asunto—repetí.

—Si puedes, por lo menos intentando—volvió a pedirme, provocando que me enfadase aún más. Me sentía descolada, este no era el Timothée que conocía, aquel que me ayudaba y me contenía. ¿Cómo era capa de ser el mismo que me pedía algo así?

—Lo he intentado—respondí conteniendo mi enojo—. Y lo peor de todo esto es que tú lo sabes, que no puedo dejarlo ir. Se trata de mi familia, mi padre, mi tutora, mi chófer y mis hermanos. Es mi asunto, entiéndelo, se trata de mi vida.

—Entiendo—sus ojos bajaron a sus manos, tragó saliva y se mantuvo en silencio—. Sólo búscame cuando lo vuelvas a pensar.

Se quedó allí sentando, y lo miré, sin entender que pretendía. ¿Quería que me fuera? No sabía qué hacer, sólo sentía el enojo y la furia recorrer mi interior. Dejé que la furia tome el control de mis acciones, por lo que me levanté sonoramente y salí por la puerta. El viento golpeó mi cara, como si fuese la cruda realidad me congeló.

Parecía ser que nada estaba bien en mi vida, todo parecía haberse dado vuelta, encontrándose de cabezas y ni siquiera sabía cómo pasó o cómo solucionarlo. Supongo que era un efecto de causa y consecuencia, dónde una cosa salía mal y todo el resto también. Pensé que ya habíamos tocado fondo como familia, sin embargo los Bennet parecían superarse una vez más.

Las lágrimas salieron dejando ir todo el enojo, convirtiéndolo en angustia y tristeza. Supe que en ese momento necesitaba a mi único amigo, por lo que no dudé más, y decidí cual era mi próximo destino.


-- 

Capítulo reescrito. 

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