Te sentías incómoda.
No sabías a quién decirle lo que vivías, al inicio pensabas que quizás era un juego pero él fué constante.
El jefe de policía, Irons, te acosaba.
Te decía cosas machistas, te daba "roces" accidentales, etc.
Y no sabías con quién hablar, ya que Jill, con la que más habías hablado cuando recién habías llegado, estaba en Europa haciendo una misión con un conocido de ella, Carlos, un ayudante de umbrella.
Los demás miembros de Stars hacían varias misiones afuera de Raccoon City, y no estaban mucho.
Chris debés en cuando se quedaba, ya que quizás él sí se daba cuenta de tu incómodidad, pero él pensaba que te sentías así junto a él. Lo cual no era cierto.
Ésta vez te habías quedado tarde, ya que aún eras considerada pasante y no tenías en sí un horario de salida. Y todo era por Irons, y bueno, no podías quejarte, al fin tenías un "trabajo" en dónde siempre habías querido estar. Y sí decías algo...bye bye. Todo mundo alababa a Irons.
—Maldita Jill... sé que ya finalizaste lo que tenías que hacer — susurraste mientras metías el celular en tu bolsa del pantalón
Suspiraste para después guardar la caja de papeles. Subiste hasta el tercer piso para poder guardarla, ahora tenías que volver a bajar.
Ya casi no había nadie en el lugar y te daba miedo. Los guardias a esas horas siempre se echaban un cigarro afuera de la estación.
Suspiraste.
Apagaste la luz del cuarto, cerraste la puerta y bajaste por las escaleras.
—Que angostas — susurraste
Estabas por doblar la esquina, te dirigías a la oficina de Stars cuando viste al gordo de tu jefe
—¿Que sigue haciendo aquí? Señorita...— pausó mientras caminaba hacia ti — espero que no esté haciendo algo indebido con algún otro policía
Frunciste el ceño
—Estoy aquí porque usted me lo dijo — reprochaste — tuve que dar mil vueltas al tercer piso para dejar las cajas con documentos y justamente terminé...ya me iré a casa... compermiso
Trataste de caminar a su lado, pero él se movió rápidamente, quedando frente a ti.
—¿Ya tan pronto se va? Señorita Evans
—Ya es noche y sinceramente me siento algo cansada, es decir, hice todo yo sola
—Yo la puedo ayudar a que no se sienta así...puede ir a mi despacho un día de éstos y... — pausó, trató de tocarte pero rápidamente te quitaste
Estabas asustada
—Quítese y gritaré
Él rió
—Grita lo que quieras, son el gran Irons, el jefe de policía y querido por Raccon City, nadie te creerá
—¡Alejase! — gritaste asustada
Él te acorraló, hasta que recordarte algo que te habían enseñado en unos cursos, le diste una patada en sus partes.
Él cayó adolorido. Tú, rápidamente, corriste hasta la salida, te daba igual dejar cosas en la oficina.
Corrías asustada, estabas tan nerviosa que muy apenas podías mantenerte de pie.
Saliste en la parte principal, y nadie estaba, como siempre. Respiraste ondo, querías llorar.
Decidiste irte a casa.
Saliste del lugar y afuera viste a varios policías.
Chris, por suerte, estaba ahí, se fumaba un cigarro con los demás, hasta que escucharon un sonido. Tú habías caído, ellos voltearon rápidamente.
Él soltó el cigarro y fue hacia tí.
—Sara...Sara...¿que ocurre? — preguntó preocupado mientras trataba de ayudarte
—Él...él trató de...hacer algo conmigo — hablaste por pudiste
Dirigiste tus manos hacia sus brazos, te sentías extraña.
—¿Quién? ¿de qué hablas?
—Irons...dijo que fuera a su oficina y...no quise...me siento sucia — agachaste la cabeza
Te daba mucha vergüenza.
Chris ahora entendía muchas cosas. Él sólo te abrazo.
—Tranquila, tranquila...ahora estás a salvo
☁️☁️☁️
—¿Por qué no dijiste nada Sara?
—Pensé que nadie me creería, él era el jefe... él me lo advertía y...
—Siempre ha sido un cabrón pero ésto es demasiado...— pausó — pero tranquila, ese vídeo nos servirá de algo
Tú solamente asentiste
Estabas sentados en el sillón de tu casa.
—Chris
—¿si?
—¿Puedes quedarte hoy aquí? — susurraste — tengo miedo y...
—Está bien, no te preocupes, me quedaré — sonrió levemente
Tú solamente asentiste para después acomodarte en el sillón. Tenías sueño y estabas cansada.
Poco a poco te fuiste quedando dormida. Chris estaba entretenido viendo uno tus libros que no se había dado cuenta
Él sonrió tiernamente, para después tomar la cobija que tenías en las piernas, la alzó, hasta que cobijó.
—Duerme tranquila, aquí estaré para ti