βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

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β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈𝐈
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━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos

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By Lucy_BF

──── CAPÍTULO LXX──

TE HE ECHADO DE MENOS

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( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        EIVØR NO DEJABA DE CAMBIAR su peso de una pierna a otra, intranquila. Pese a todos sus esfuerzos por mantenerse serena e impasible, los nervios habían hecho presa de ella, generando un caos de sensaciones contradictorias en su interior. Por todos los dioses, el corazón le latía con tanta fuerza y rapidez que apenas podía respirar. Se maldijo en su fuero interno, sintiéndose tremendamente estúpida por no ser capaz de controlar sus propias emociones. Emociones que se habían desatado en cuanto había recibido la tan ansiada noticia... Que Björn Piel de Hierro había regresado a Kattegat.

Un alivio indescriptible la había embargado de pies a cabeza cuando Ragnild —una de sus compañeras de armas— le había confirmado que, efectivamente, los barcos que se aproximaban al muelle formaban parte de la flota del mayor de los Ragnarsson, que se había pasado las últimas lunas navegando por aguas desconocidas, al menos para los escandinavos, quienes nunca se habían aventurado a viajar tan al sur.

Fuera como fuese, Björn había vuelto.

Eivør se mantuvo firme en su puesto, forzándose a dejar su mente en blanco. Estaba en pleno turno de guardia, confinada en una de las esquinas del Gran Salón. En ese último mes habían arribado a Kattegat numerosos guerreros y escuderas procedentes de diversos condados del reino, todos ellos enviados por sus respectivos jarls para ayudar a Lagertha en la guerra civil que se avecinaba. Aunque también habían acudido a su llamado otros clanes completamente ajenos a Kattegat, como era el caso de los sámis: un pueblo nómada proveniente del norte de Noruega y Suecia cuya especialidad, además de la caza y la pesca, era la cría de renos.

El rey Svase se había presentado en la capital, junto a su bella hija y un nutrido grupo de soldados, con la intención de negociar con Lagertha los términos de la alianza, que aún estaba en el aire. La soberana no había titubeado a la hora de convertirlos en sus invitados de honor, colmándolos de atenciones y obsequiándoles regalos de todo tipo, sabedora de que necesitarían su ayuda para poder vencer al ejército de Harald, Ivar y Hvitserk.

Por todos esos motivos el Gran Salón se había convertido en un hervidero de actividad. Había sido así desde que los primeros aliados habían llegado, ocasionando que se duplicaran los puestos y los turnos de vigilancia para evitar problemas e inconvenientes de cualquier tipo. Una parte de Eivør lo agradecía, dado que ejercer su labor de skjaldmö —además de hirðkona de Lagertha—la ayudaba a mantener su mente ocupada y a no darle vueltas a ciertos asuntos de los que prefería evadirse.

Echó un vistazo rápido a su alrededor, localizando en el otro extremo de la estancia a Kaia, que también lucía su atuendo de escudera. Drasil, por el contrario, libraba ese día, de ahí que se hallara junto a Ubbe mientras platicaban con un grupo de personas a las que ella no conocía.

En ese preciso instante la puerta del Gran Salón se abrió, revelando la inconfundible figura de Björn Piel de Hierro. Este fue recibido con un sinfín de vítores y aclamaciones, lo que le hizo esbozar una resplandeciente sonrisa. Junto a él —aparte de Torvi y sus retoños— se encontraban Halfdan El Negro y el resto de su tripulación, a quienes también se les dio la bienvenida por todo lo alto.

Eivør lo presenció todo desde su posición, sumida en un silencio sepulcral. Sus iris pardos no demoraron en examinar de arriba abajo al primogénito de Ragnar Lothbrok, que cargaba en brazos a un entusiasmado Hali.

El rubio depositó al chiquillo en el suelo y fue directo hasta su madre, que lo envolvió en un efusivo abrazo. Ubbe y Drasil se le acercaron enseguida, al igual que Kaia. La única que no se movió de su sitio fue la morena, cuyas pulsaciones se habían disparado a causa de la agitación del momento.

Eivør cerró los ojos e inspiró por la nariz, en un intento desesperado por serenarse. Cuando los volvió a abrir segundos después, estos fueron a parar inevitablemente a Björn. Contuvo el aliento al percatarse de que el caudillo vikingo parecía estar buscando algo con la mirada... O mejor dicho a alguien. La sangre le subió a las mejillas y a las orejas cuando sus orbes celestes se posaron en ella, que trató por todos los medios de no perder la compostura.

El semblante de Björn se iluminó por completo al verla, como si le aliviara comprobar que ella también se encontraba sana y salva luego de haber estado tanto tiempo sin saber nada del otro. Aquello dio lugar a una sensación bastante extraña y atípica en el interior de la muchacha, como una especie de hormigueo. Le resultó imposible no suspirar grácilmente, todo ello sin romper el contacto visual con el guerrero. Este no lo dudó a la hora de abrirse paso entre el gentío para poder ir junto a ella, quien hizo su mejor esfuerzo en disimular, consciente de que Torvi también estaba en la sala.

Cuando Björn se detuvo frente a ella, ambos se perdieron en la mirada del otro. Se escudriñaron como si aquel fuese su primer encuentro, como si esa fuera la primera vez que se tenían delante. Aunque lejos estaban de ser dos completos desconocidos.

—Bienvenido, Piel de Hierro —saludó ella con picardía.

El susodicho sonrió, feliz de escuchar su voz de nuevo.

—Eivør —la imitó él, empleando el mismo tono juguetón.

El aire se le quedó atascado en los pulmones cuando, tras unos instantes más de vacilación, Björn acortó la distancia que los separaba para poder estrecharla entre sus fuertes brazos. Al principio la skjaldmö se quedó totalmente paralizada, con los músculos en tensión y el cuerpo rígido, pero poco a poco todo en ella se fue relajando. Apoyó la cabeza en el amplio pecho del Ragnarsson y lo abrazó, dejándose embriagar por su familiar aroma.

Cuando finalmente se separaron, Eivør parpadeó varias veces seguidas y se aclaró la garganta. Se frotó las palmas de las manos contra los muslos y bajó la mirada, aún con una sonrisilla tonta tironeando de las comisuras de sus labios. Björn la observaba con una mezcla de emociones imposible de describir con palabras, lo que solo servía para incrementar su nerviosismo.

«Céntrate, Eiv», la reprendió una voz en su cabeza.

Como si algo se hubiera activado dentro de ella, se cruzó de brazos y hundió las uñas en la tela de su camisa, retornando a una expresión neutral. No había olvidado que estaban rodeados de gente y que Torvi podía verlos. Estaba convencida de que la rubia sospechaba algo y no quería ayudarla a atar cabos. Aunque lo que pensara u opinase su esposa parecía importarle más bien poco al caudillo vikingo, a quien le había faltado tiempo para acudir junto a ella, la mujer con la que le había sido infiel en Inglaterra.

A Björn no le pasó por alto su repentino cambio de actitud. Estuvo a punto de decir algo al respecto, de soltar todo aquello que le quemaba en la punta de la lengua y que ansiaba compartir con la joven, pero no tuvo la oportunidad de hacerlo.

Todo el mundo focalizó su atención en el rey Svase y su hija Snæfrid, quienes habían ingresado en el Gran Salón en compañía de otros sámis. Probablemente había llegado a sus oídos la noticia de que el primogénito de Ragnar Lothbrok había regresado de su viaje por el mar Mediterráneo y querían comprobarlo con sus propios ojos. En cualquier caso, su presencia desconcertó enormemente a Björn, que volvió a conectar su mirada con la de Eivør, en busca de respuestas.

—¿Qué hacen aquí los sámis? —inquirió el rubio.

Los recién llegados se adentraron en el comedor, justo antes de que Lagertha fuera a su encuentro y los invitase a tomar asiento junto a ella. Estos aceptaron, aunque parecían más interesados en Björn que otra cosa.

La morena respiró hondo. Era largo de contar.

—Pasaron muchas cosas en nuestra ausencia —manifestó a la par que apoyaba la espalda en la pared que se erigía tras ella. La expresión de su interlocutor se tornó seria, podría decirse que hasta preocupada—. El rey Harald atacó Kattegat mientras estábamos en territorio sajón. Aprovechó la vulnerabilidad de sus defensas para tratar de derrocar a tu madre y hacerse con el trono. —Björn frunció el ceño, poblando su frente de arrugas—. Contrató a un pobre infeliz para que le hiciera el trabajo sucio, aunque no le salió bien la jugada.

Eivør le hizo un breve resumen de todo lo ocurrido con Cabello Hermoso. Le comentó que este fue apresado por Lagertha cuando regresó de Inglaterra, desembarcando primero en Kattegat —en vez de ir directamente a Vestfold— con la vana esperanza de encontrarse a Egil calentándole el trono. El Ragnarsson la escuchó con atención, sintiendo cómo la sangre le hervía en las venas.

—Alguien lo ayudó a escapar. Un pescador de aquí, según tengo entendido —prosiguió la escudera—. Pero eso no es todo... Ivar y Hvitserk se han aliado con Harald y planean atacarnos en la próxima luna llena. Por eso están aquí los sámis, porque toda ayuda es poca. —Desvió la mirada hacia la mesa en torno a la que se había aposentado Svase, que no perdía detalle de lo que le estaba diciendo Lagertha—. Tu hermano pequeño es de ideas fijas, por lo visto —soltó, haciendo referencia a la sed de venganza del Deshuesado, quien no pensaba detenerse hasta tener el cadáver de la asesina de su progenitora a sus pies.

Björn suspiró, para luego atusarse la larga barba rizada. Giró sobre sus talones para poder encarar a la multitud que había allí congregada y clavó la vista en Halfdan, que charlaba animadamente con Ubbe. Eivør no tardó en imitarle, posando sus iris oscuros en el experimentado guerrero, que lucía tranquilo y despreocupado.

—¿Confías en él? —consultó la muchacha—. Harald no deja de ser su hermano.

El rubio se mantuvo silente durante unos segundos, meditando su respuesta.

—Los dioses han unido nuestros destinos —señaló, aún con sus ojos fijos en Halfdan—. Le salvé la vida durante nuestra incursión al Mediterráneo y me ha jurado fidelidad. —Eivør negó con la cabeza, no muy convencida—. Le conozco bien, él no es como Harald. Está harto de vivir a la sombra de su hermano, así que dudo mucho que vuelva con él —remarcó con seguridad.

La skjaldmö arrugó la nariz, disconforme. Era evidente que no compartía su convicción, mucho menos su fe en aquel hombre. No se fiaba de Halfdan, por mucho que Björn intercediera a su favor. Al fin y al cabo, él y Harald siempre habían sido inseparables, como uña y carne. Ambos eran pérfidos y traicioneros, expertos en el engaño, al igual que Loki... ¿Realmente iba a luchar contra su propio hermano —a quien adoraba por encima de todo— en aquel conflicto civil que se avecinaba?

La risa de Piel de Hierro la sacó de su ensimismamiento.

—¿Qué? —preguntó en tanto se encogía de hombros.

—Hay cosas que nunca cambian. —Björn hizo un mohín con la boca, divertido—. Sigues siendo tan desconfiada como siempre —añadió, inclinándose ligeramente hacia ella.

Eivør hilvanó una sonrisa torcida al oírlo. Estuvo a punto de contestar, de soltar uno de sus típicos comentarios sarcásticos, pero la repentina aparición de Drasil hizo que las palabras murieran en su garganta.

La hija de La Imbatible se situó frente a ellos, intercalando miradas entre ambos, aunque no demoró en centrarse únicamente en el caudillo vikingo.

—Oh, aquí estás —pronunció Drasil con aire distraído—. ¿Interrumpo algo?

La morena se tensó ante aquella interpelación, sabedora de que iba con doble sentido. No en vano su mejor amiga estaba al corriente de su aventura con Björn, de aquel pequeño desliz que habían tenido en suelo cristiano. Se notaba a la legua que Drasil se había inmiscuido a propósito, quizá queriendo recordarles que estaban en un sitio público y que debían guardar las apariencias, y más con Torvi cerca.

—Para nada —solventó Eivør con una sonrisa forzada.

La menor entornó los ojos, recelosa.

—Bien, porque tu madre quiere presentarte al rey Svase —le comunicó al primogénito de Ragnar Lothbrok, cuyos orbes azules fueron a parar al líder de los sámis—. Venga, te acompaño. Eres el príncipe de Kattegat, debes dar ejemplo y causar buena impresión —adujo con cierto retintín en la voz. Claramente les estaba poniendo sobre aviso.

Sin esperar una respuesta por parte de Björn, Drasil entrelazó su brazo izquierdo con el derecho del aludido y tiró de él, instándolo a que la siguiera. Este se dejó hacer, no sin antes intercambiar una última mirada con Eivør. La castaña también observó a su compañera, aunque con algo de desaprobación, como si la estuviera reprendiendo.

Eivør decidió ignorarla, justo antes de volver la vista al frente.

El vello de la cerviz se le erizó cuando reparó en que alguien la estaba mirando fijamente desde una de las mesas, vigilando todos y cada uno de sus movimientos... Y que ese alguien era nada más y nada menos que Torvi.

Los dedos de Eivør se movían con agilidad y precisión por su oscuro cabello, entrelazando varios mechones entre sí para poder formar una trenza de cuatro cabos. Su abuela la esperaba fuera, en la zona común de la vivienda. Esa mañana le había pedido que la acompañase al mercado —aprovechando que no tenía turno de guardia—, y ella había accedido sin problema. Le vendría bien salir y despejarse un poco.

La joven dejó escapar un grácil suspiro.

El día anterior había sido un auténtico no parar. El retorno de Björn había sumido a la capital en un ambiente de lo más activo y bullicioso. A las pocas horas de su desembarco se había llevado a cabo un concilio en una de las dependencias del Gran Salón para ponerle al tanto de las últimas novedades. Le habían contado todo lo que había sucedido en Kattegat en su ausencia, desde los pequeños altercados llevados a cabo por súbditos inconformes con el reinado de Lagertha hasta el ataque ideado por Harald. También le mencionaron a Trygve y el secuestro de Astrid, además de la enemistad entre Ubbe y Ivar.

Una vez que hubo terminado de trenzarse el pelo, Eivør aferró su capa —una de las más gruesas que tenía—y se la colocó sobre los hombros, anudándosela después al cuello. Se encontraban en pleno misseri de invierno, de ahí que toda ropa de abrigo fuera poca. Acto seguido, se sacudió la larga falda de su vestido y abandonó la alcoba.

Hilda se encontraba de pie junto a la mesa del comedor, envuelta en una capa incluso más gruesa que la de su nieta. Sobre la superficie de madera había una cesta de mimbre que no tardaría en ser llenada con todo aquello que adquiriesen en el mercado.

—Ya estoy lista, ¿nos vamos? —habló Eivør, a lo que la völva asintió.

Fue entonces cuando alguien llamó a la puerta.

Hilda, que había estado a punto de coger el canasto y poner rumbo al exterior, intercambió una fugaz mirada con la escudera, para posteriormente avanzar hacia la entrada y abrir la puerta. Le resultó imposible no alzar las cejas con asombro al descubrir quién se hallaba al otro lado del umbral: Björn Ragnarsson.

El caudillo vikingo sonrió a la anciana con afabilidad.

—Hola, Hilda —la saludó—. Me alegro de verla.

La susodicha también sonrió. Le conocía desde que era un crío, prácticamente lo había visto crecer y convertirse en un hombre hecho y derecho. Por Odín, sí que pasaba rápido el tiempo. Parecía mentira que ya hubiesen transcurrido veintitrés inviernos desde que Lagertha y Björn pisaron por primera vez el condado de Hedeby.

—Björn Piel de Hierro... Veo que has vuelto de una pieza del Mediterráneo —indicó, haciendo gala de su característico sentido del humor. El día anterior no había tenido la ocasión de darle la bienvenida—. No te esperábamos. De hecho, estábamos a punto de ir al mercado. —Giró sobre su cintura y miró a Eivør, que extrañamente no se había movido de su sitio. Parecía tensa—. ¿Necesitas algo? —quiso saber, volviendo la vista al frente.

Los ojos de Björn se cruzaron con los de Eivør durante unas milésimas de segundo. La chica parecía estar rogándole con la mirada que se marchara, lo que se le antojó bastante divertido. Era obvio que su visita le había pillado con la guardia baja y que no sabía cómo reaccionar.

—Quisiera hablar un momento con su nieta, si no es mucha molestia —contestó el rubio a la par que entrelazaba las manos sobre su regazo—. Tranquila, no la entretendré mucho —apostilló.

Ante eso último, Hilda volvió a focalizar toda su atención en Eivør, que se masajeó el tabique nasal en un rapto de desesperación. La seiðkona entornó sus vivaces ojillos y la sometió a un riguroso escrutinio mientras su mente se ponía a trabajar a toda velocidad.

«Tierra, trágame», pensó la morena.

—Entiendo... —bisbiseó Hilda. Eivør trató por todos los medios de que la exaltación que aleteaba bajo sus costillas no se delatara en su expresión, aunque de sobra sabía que su abuela ya estaría formando teorías y sacando alguna que otra conclusión al respecto—. En ese caso, me voy adelantando. Pero no tardes —le dijo a la skjaldmö, que realizó un movimiento afirmativo con la cabeza.

Hilda se hizo con la cesta y, luego de despedirse de Björn, abandonó la vivienda. Inmediatamente después el primogénito de Ragnar Lothbrok cruzó el umbral y cerró la puerta tras de sí, todo ello sin romper el contacto visual con Eivør, quien no lo dudó a la hora de fulminarlo con la mirada.

Estaba enfadada, era más que evidente.

—¿Se puede saber qué diantres estás haciendo? —El tono que empleó la muchacha fue amedrentador, aunque no pareció surtir el más mínimo efecto en Björn, que sonrió con picardía en tanto la examinaba de arriba abajo—. ¿Cómo se te ocurre venir aquí? ¿Es que acaso te has vuelto loco? —lo reprendió, exasperada. Una cosa era que tuvieran encuentros fortuitos y casuales en cualquier parte de Kattegat, y otra muy distinta que se presentase directamente en su casa.

—Quería verte. —Björn se encogió de hombros con naturalidad.

—Pues ya me has visto —farfulló Eivør. Tenía el entrecejo arrugado y las mejillas arreboladas—. Y ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer. —Cruzó los brazos sobre su pecho y señaló con un suave cabeceo la salida, urgiéndole a que se marchara.

El caudillo vikingo ensanchó aún más su sonrisa.

No la recordaba tan peleona.

—Ambos sabemos que no quieres que me vaya —puntualizó él.

Eivør cuadró los hombros y se irguió en toda su altura —que no era mucha— cuando Björn echó a andar hacia ella, acortando escabrosamente la distancia que los separaba. Este se detuvo a escasos centímetros de su cuerpo, lo que la hizo contener el aliento. Sus iris celestes la contemplaban con un brillo depredador, como si ella se tratase de una presa débil e indefensa... Nada más lejos de la realidad.

—¿Ahora resulta que le has quitado el puesto al adivino? —ironizó Eivør.

El Ragnarsson rio entre dientes.

—Te he echado de menos —musitó. Su mirada no dejaba de alternar entre los ojos y los labios de la aludida, que eran carnosos y sugerentes. Dioses, realmente se moría por probarlos de nuevo—. He pensado mucho en ti en los últimos meses. En todo por lo que hemos pasado juntos. —Sintió la imperiosa necesidad de llevar una mano a su larga melena azabache y acariciarla, queriendo recordar su suavidad, pero se contuvo. Al igual que con sus ganas de besarla.

Pese a sus palabras y su cercanía, Eivør se mantuvo firme e impertérrita. No le había gustado que se presentase en su casa sin avisar. Ahora, por culpa de sus prontos impulsivos, iba a tener que darle una explicación a Hilda, quien no se conformaría con cualquier excusa. La había puesto en una situación demasiado comprometida, y lo peor de todo era que lo había hecho totalmente a propósito.

—Eso deberías decírselo a Torvi, ¿no crees? —le espetó, mordaz.

Björn se puso rígido ante la mención de su esposa, aunque no demoró en recomponerse. Inhaló profundamente y se tomó unos instantes para poder admirar las bellas facciones de su interlocutora, que no parecía tener la menor intención de dar su brazo a torcer. Esa era una de las cosas que más le gustaban de ella, sin lugar a dudas.

—Pero te lo estoy diciendo a ti.

El corazón de Eivør arrancó a latir desenfrenadamente al escucharlo... Hasta que recordó cómo la había mirado Torvi en el Gran Salón, la manera en que esta la había escudriñado luego de que Drasil arrastrara al Ragnarsson consigo para que Lagertha pudiera presentarle al rey Svase. La rubia sospechaba algo, estaba segura.

—¿Vendrás al banquete de esta noche? —consultó Björn, haciendo que emergiera de sus turbulentas cavilaciones. El espacio que los separaba continuaba siendo curiosamente íntimo.

Eivør se apartó de él, avanzando hacia la zona que actuaba de cocina. Aferró un vaso de cuerno y vertió en él un poco de agua. Lo vació de un trago, queriendo deshacer el molesto nudo que se había enroscado alrededor de su garganta. Y ya de paso atemperarse un poco, puesto que la proximidad con el guerrero había logrado agitarla hasta puntos insospechados.

—Estoy empezando a replanteármelo —siseó la más joven, todavía dándole la espalda. Se trataba de una cena informal que se organizaría en el Gran Salón para celebrar el retorno de Björn. Un pequeño festejo para distender un poco el ambiente.

La risa del hombre volvió a colarse en sus oídos y Eivør se dio la vuelta para poder encararlo de nuevo.

—¿Acaso hay algo mejor que disfrutar de mi compañía, escudera? —ronroneó él, buscando provocarla. Quería que cayera en su juego y se dejase llevar.

La aludida no pudo evitar carcajear.

El ego les venía de serie, por lo visto.

—Emborracharme para olvidar esta conversación. —Dicho esto, Eivør se encaminó hacia la salida y abrió la puerta. Sin poder disimular un sonrisilla traviesa coloreando sus facciones, realizó un ademán con la mano para invitarlo a irse—. Adiós, Ragnarsson.

Björn negó con la cabeza, divertido. Se detuvo a su lado cuando llegó al umbral y conectó sus miradas una última vez. Los ojos de Eivør eran cálidos y profundos, reconfortantes. Tenían algo único y atrayente, como todo en ella.

—Te veo esta noche, valquiria.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, corazones!

Ay, ay, ay... ¡QUE BJÖRN HA VUELTO, GENTE! ¡POR FIN! Y lo mejor de todo es que ha regresado pisando fuerte, jeje. Me habéis pedido muchísimo (pero muchísimo) que volviera, y aquí lo tenéis de nuevo u.u Un pequeño rayo de luz antes del dramote intenso que se viene en los próximos capítulos *sonrisa perversa*.

Pero bueno, no nos adelantemos a los acontecimientos...

¡¿QUÉ OS HA PARECIDO ESE REENCUENTRO CON EIVØR?! ¿OS HA GUSTADO? ¿HA ESTADO A LA ALTURA DE VUESTRAS EXPECTATIVAS? Necesito leeros urgentemente porque tengo el hype por las nubes, y sé que vosotros estaréis igual. Porque, en serio, el Eivörn pega fuerte, por lo que veo x'D A muchos de vosotros os gusta la parejita que hacen, so... Aquí tenéis su tan ansiado reencuentro :3

Creo que no podría haber sido de otra forma, no teniendo en cuenta cómo es Eivør xP Ella al menos trata de ser prudente y discreta, porque lo que es Björn... Este man tiene los c*jones más gordos de toda Escandianvia por sudar completamente de todo e irse con nuestra sassy morena aun estando Torvi presente. Que, por cierto... ¡ESAS MIRADAS DE TORVI A EIVØR! El salseo se está cociendo a fuego lento, pero creedme que llegado el momento nos va a explotar en toda la cara (͡° ͜ʖ ͡°)

¿Cuáles son vuestras predicciones respecto a Torvi? Porque es evidente que algo se huele, pero la pobre es tan siesa y tiene tan poca personalidad... Sorry, antes me gustaba mucho su personaje, pero empezó a caerme fatal a raíz de la sexta temporada :D Pero bueno, el caso es que se avecina mucho mamarracheo, jeje.

¿Y qué me decís de la segunda escena? No miento cuando digo que Björn los tiene bien gordos x'D Pobrecita Eivør, ha llegado un momento en el que no sabía ni dónde meterse, jajaja. ¿Creéis que Hilda empezará a sospechar también? Porque ya sabemos que no se le escapa nada a esta señora (¬‿¬)

Por cierto, estoy enamorada del nuevo separador de escenas. Tenía muchísimas ganas de hacer uno nuevo con el nombre de la historia y este ha sido el resultado <3

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el cap. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

P.D.: abrochaos los cinturones porque los tres próximos capítulos van a ser... UFF, NO OS LO PODÉIS IMAGINAR.

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