GABRIELLA
Estábamos de camino al hangar donde Jaden se iba a reunir con Riley.
Tenía su mano en mi muslo, como siempre que estaba nervioso.
Creo que la tensión era palpable, estaba sufriendo internamente.
¿Y si le pasaba algo de nuevo a él?
¿Y si le volvía a perder?
No podría soportarlo.
No hablamos durante todo el camino.
Solo se oían suspiros nerviosos y deseábamos terminar ya con esto, no por matar a Riley, sino por tener la seguridad de que él seguirá vivo.
¿Y si no podríamos matarla?
¿Y si nos mata ella?
¿Y si...?
- Reina, ¿estás bien?- preguntó dando un leve apretón donde tenía puesta la mano.
Yo asentí nerviosa con la cabeza.
Dios, líbrame ya de esta tortura.
Llegamos al sitio y salimos del coche.
Vimos la furgoneta de la que me habló Jaden y el hangar a unos cuantos metros.
Él me acompañó hasta el auto cogido de mi mano y apretándola fuertemente como si en algún momento alguien llegaría y me arrancaría de él.
Me abrió la puerta y pasé dentro.
Todo estaba organizado y preparado.
El portátil encendido, el conductor listo por si pasaba algo y dos guardias, ambos con armas.
Me senté y no me atreví a mirarlo.
- Avisadme si algo falla, ¿entendido?- los guardias asintieron.
- Nos vemos reina.- me guiñó el ojo y estaba dispuesto a cerrar la puerta pero antes de que lo hiciera lo paré con la mano.
Salí del coche y lo besé como si fuera nuestro último beso.
Mis ojos se llenaron de lágrimas que ni siquiera se aguantaron dos segundos en mis ojos.
- Jaden, prométeme que volveré a verte.- mis manos sujetaban con fuerza la chaqueta de su traje.
- No te lo prometo, lo haré. Estaré de vuelta.- me respondió cogiéndome la cara entre sus manos.
- No permitas que te haga nada.- le rogué llorando.
- No lo hará. Ni un rasguño.- sonrió triste mientras limpiaba mis lágrimas.
- Déjame ir contigo.
- No puedo reina, lo sabes.
- Jaden, por favor, no me dejes en esa furgoneta pudriéndome esperando a que llegues mientras tú puedes estar sin...sin...- no me atrevía a mencionar la palabra.
- Gabriella.- yo lloraba sobre su hombro mientras él me abrazaba.- Gabriella Hossler, mírame.- sostuvo mi mentón con sus dedos.- No - me dio un beso.- me - otro.- pasará - otro.- nada.- el último fue más largo.- Volveré de una pieza para que puedas comerme entero.- sonrió perverso.
Yo reí levemente por su último comentario.
- ¿Está bien? - yo asentí mordiéndome el labio para evitar llorar de nuevo.
- Ve y demuéstrale a esa zorra quién es Jaden Hossler.
- Debería de tener miedo.- dijo.
- Lo tiene de hecho.- sonreí al ver cómo el demonio que encerraba dentro volvía a cobrar vida en sus ojos.- Mátala.- le ordené.
- A su servicio, señorita Hossler.- me guiñó el ojo, me dio un último beso y lo vi alejarse hasta el hangar.
Yo me metí en la furgoneta, esperando a que Jaden pusiera un pie en ese dichoso lugar.
En cuanto lo vi, mi corazón se aceleró.
Estaba solo, pero segundos después apareció ella.
Con solo verla me hervía la sangre, deseaba arrancarle esa estúpida sonrisa falsa que cargaba siempre en esa cara de hipócrita.
Estaban hablando y estuvieron así durante al menos 10 minutos.
Podía sentir el corazón en mi garganta.
Mis latidos aceleraron cuando Riley sacó un arma y apuntó a Jaden al lado izquierdo del pecho.
No, no, no por favor.
Él hizo lo mismo.
Vamos Jaden, dispárale.
No lo hizo.
Porque ella le disparó antes, justo en el corazón.
Mi mundo se detuvo.
Dejé de respirar por un momento.
Jaden estaba tirado en el suelo y Riley apuntándole a la cabeza.
Tengo que ir, debo ir. No puedo quedarme aquí.
- ¡JADEN! - grité desgarradoramente y salí de la furgoneta corriendo.
- ¡Señorita! - me llamó el guardia a mis espaldas.
Corrí como si la vida me fuera en ello, como si ese fuera mi último aliento para seguir sobreviviendo.
El camino me pareció eterno y creía que se alargaba por minutos.
Tenía que llegar, yo tenía que...
- ¡Hija de la gran puta! ¡¿Es mi cabeza la que quieres no?! Pues aquí me tienes. - le grité en cuanto llegué.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó con aire divertido.
- Deja de apuntarle.- exigí.
- Responde.- no dejó de apuntar a Jaden.
- Me querías matar a mí para hacerle sufrir a él, para vengarte al fin del gran Jaden Hossler y básicamente porque te encantaría verme muerta ¿no? Bien, dispara, mátame pero aleja la puta arma de él. La primera vez no pudiste conmigo, ahora me tienes frente a ti.
- Eres tan inocente que darías tu vida por él.-se burló.
Yo miré al hombre que yacía en el suelo, con su mirada clavada en mí y me dedicó una sonrisa apagada.
No Jaden, vamos, aguanta, no te quedes aquí, no me dediques esa sonrisa, amplíala por favor.
- Sí, y no lo dudaría ni un momento por muy hijo de perra que sea, porque él estuvo dispuesto a sacrificarse por mí, y te guste o no, es la única persona que no me mintió ni me ocultó la verdad, y que me amó. Cosa que ninguna de vosotras jamás podrá lograr. Madison no pudo desmontar su armadura porque solo follaba con él, tú no vas a destruirle porque ni siquiera sabes cómo.-reí ya que sabía que le pondría de los nervios.
- ¿Qué coño dices?- preguntó ella molesta.
- ¿Quieres destruirlo, herirlo de la forma que más le dolería? Bien, dale la pistola. Que me dispare él. Oblígale, te quedarás satisfecha.
- ¿Se puede saber qué mierda dices?- dijo Jaden entre alaridos de dolor por el impacto de la bala.
Yo le dirigí una mirada para que se callara.
Riley obligó a Jaden a levantarse y le dio el arma, sujetándole por los brazos.
- ¿Últimas palabras?- enserio se veía ridícula sujetando a tremenda roca.
- Tú también eres una puta loca y ¿sabes? No pienso ser otra vez quien mate a alguien de mi supuesta sangre. Jaden, haz los honores, por favor.- inmediatamente él me siguió el juego y se libró del agarre de Riley, empujándola hasta que aterrizó en el suelo.
- ¿Últimas palabras?- repitió haciendo burla de lo que Riley dijo.
- Que os follen. Deberíais de arder en el infierno.- dijo con desprecio.
- Ya lo hacemos y folla tan bien que ni siquiera puede describirse.- le aseguré.
- Sí, y en el infierno- rió irónico- ni allí nos quieren.- le disparó en la pierna.- Se que te quedarás con las ganas.- me miró tendiéndome la pistola.
- Para que mentirte. Será un placer matarte Riley Lewis. - sonreí y le disparé en el cráneo y después en el lado derecho del pecho por si acaso revivía como el bastardo de Tayler.
- Te dije que volvería reina.- sonrió.
- Pero tienes un rasguño.
- No fue en el corazón como creíste ver. Fue el hombro cegata. - me dio con los dedos en la frente.
- Dime cegata de nuevo y te juro que...
- ¿Me dispararás?- hizo un puchero.
- No. No volveremos a follar. Te recuerdo que la última vez que te amenacé con eso lo pasaste mal Hossler.- dije empezando a andar.
- Pero al final cogimos.- levantó las cejas.
- ¡Oh! Créeme, esta vez no será así.- dije guardándome la pistola y alejándome de allí.
Él me agarró del brazo, deteniéndome.
- Santita.
- ¿Qué te ha dado con decirme así ahora? - él rió.
- Vas a tener que ser mi enfermera.- su sonrisa se volvió juguetona.
- ¿Ah sí?
- Sí, me dispararon en el hombro y no puedo hacer nada.- suspiró dramático.
- La santita solo será enfermera si es recompensada.
- ¿Sí?
- Sí.- asentí.
- Y si te pago con - me arrastró del brazo hasta que me cogió de la cintura y me dejó pegada a él. - los fantásticos polvos de Jaden Hossler.- dijo plantando besos en mi cuello.
- Podría considerarlo.
- ¿Solo considerarlo?
- Podría aceptar.
- Pero enfermera, estoy mal y la necesito urgente.- siguió dándome besos.
- ¿Te duele?
- Mucho.
- ¿Mucho?
- Demasiado.
- ¿Tanto te duele?
- El pantalón me va a explotar. ¿Eso lo confirma?
- ¡Jaden! - dije dándole un golpe en el pecho que causó su risa, y escucharlo reír en mi oído hizo que erizara mi piel.
- ¿Qué? - me miró a los ojos. - Tu preguntaste, yo respondí.- se encogió de hombros.
- ¡Te preguntaba sobre la herida estúpido!
- Ah si eso...- hizo una mueca. - ¿Enserio me disparó? Porque no sentí nada.
- ¡Pero si te estabas quejando de dolor!
- Actuación, querida, actuación. Deberías alegrarte, tienes un marido polifacético.- sonrió arrogante.
Yo me quedé mirándole a los ojos, hipnotizada por ese azul característico de él.
- Reina.- dijo en un susurro.
- ¿Hm?
- Enserio, necesito irme o esto.- señaló su entrepierna.- Va a explotar.
- ¿Pero por qué te pones así tan rápido dios mío? - reí.
- No es mi culpa que verte matar me ponga cachondo.
- No tienes remedio Jaden Hossler. - reí.
- Tú eres mi remedio. - unió nuestros labios.
- Me enorgullece ser una Hossler.- dije cuando me separé de sus labios y su sonrisa aumentó a un ritmo indescriptible, acompañada de un brillo en sus ojos. Ese brillo que solo desprendía cuando estaba conmigo.
Amaba tanto sus besos que podría perderme en ellos todo el día.
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¡AL FIN MURIÓ!
TENEMOS QUE CELEBRARLO.
Debo de admitir que como escritora no está bien que admita que me alegre la muerte de los personajes de mis historias pero dios que alivio al hacerlo como si fuera lectora jajaja.
Y de regalo deciros que ayer me pasó una cosa muy bonita y que me puso muy feliz y quería compartirlo con vosotras porque de verdad que me alegráis los días y hacéis de aquellos peores que sean mejores.
Muchas gracias por estar siempre ahí, mafiosas. ❤
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
Traducción del título: será un placer matarte.
Besos mafiosos,
Kendal Hossler.