Un trago por eso | TERMINADA

Door whxnara

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Karma se encuentra en una oscuridad abrumadora, pero logra encontrar una luz que le da esperanza gracias a la... Meer

💗🥂
0|Un trago por eso
1| Un trago por los encuentros inesperado
2| Un trago por Karma
3| Un trago por la familia separada
4| Un trago por las advertencias
5| Un trago por ese amigo protector
6| Un trago por los accidentes
7| Un trago por las explicaciones
8| Un trago por las inseguridades
9| Un trago por el "Siempre presente"
11| Un trago por las confesiones
12| Un trago por las confesiones II
13| Un trago por lo que callaste
14| Un trago por el beso
15| Un trago por el beso 2.0
16| Un trago de chocolate
17| Un trago de terror
18| Un trago de confusión
19| Un trago de Coca cola, una calada al cigarro
20| Un trago de engaño
21| Un trago de destino
22| Un trago de "tranquilidad"
23| Un Trago de conversaciones
24| Un trago de Calma
25| Un trago de Caos
26| Un trago de lágrimas
27| Un trago de aprendizajes
28| Un trago de Elara
29| Un trago de Aitné's
30| Un trago de Cumpleaños| Elara
31| Un trago de cumpleaños| Elara II
32| Un trago de Cumpleaños| Karma
33| Un trago de cumpleaños| Karma II
34| Un trago de verdades
35| Un trago al pasado
36| Un trago de información
37| Un trago de hermanos
38| Un trago de dolor
39| Un trago de Cástor
40| Un último trago
Agradecimientos
Extra| El primer trago
¿...?
Curiosidades
UNPNH
Extra| Un trago en año nuevo

10| Un trago por los celos

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Door whxnara


Karma

La jodida alarma sonó.

Mentiría si dijera que desperté de buen humor o de la mejor manera posible, en cualquier caso y bajo cualquier circunstancia suelo despertar de muy mal humor.

Y hoy no  iba a ser la excepción, ni siquiera porque visitaré a mi familia.

Doy vueltas en la cama y me estiro un poco, luego gruño con frustración, pues ya era tiempo de levantarme, sin embargo, me quedo helada al notar que un par de ojos están mirándome fijamente.

Admito que me gusta mucho la combinación de aquellas esferas, es una rara y linda combinación entre un azul y un verde. Ambos colores batallan por adueñarse del iris, mientras unos diminutos tonos marrones observan desde la lejanía. Algún día me gustaría pintarlo.

No reacciona al momento, el joven solo me mira sin previo disimulo. Está parado junto a la puerta y mantiene sus brazos cruzados sobre su pecho, haciéndome recordar que Ersa Aitné siempre conserva una postura imponente y autoritaria, casi llegando a ser intimidante.

— ¿Hace cuánto estás ahí? —pregunto, aun desconcertada.

El chico alborota su cabello y luego sonríe. Por Dios, cuanto odio que sonría de esa manera, casi pareciera que su sonrisa habla por sí mismo, y pues, todo lo que él dice, es acerca de cuán perfecto puede llegar a ser.

—No mucho —hace una corta pausa para morder su mejilla interior, está reprimiendo una sonrisa —. Entonces... —da varios pasos al frente, acercándose a mi cama, observando cada parte de mí. A este punto fui capaz de sentarme, recostar la espalda del cabezal y cubrirme con mis sábanas. Es muy mala idea dormir con la pijama más rota y vieja que consigas, aunque, en mi defensa, es supremamente cómoda — ¿Cómo dices que se llama esa obsesión tuya por los pokemones? —echa otro vistazo rápido a la habitación.

Mierda.

Ersa se acerca peligrosamente hacia a mi ¿y yo?... Yo solo soy capaz de encogerme en mi lugar. Luego de aproximarse se acuclilla y se inclina hacia adelante, de esa forma queda peligrosamente cerca de mi espacio personal.

Es en este preciso instante en el que mi respiración empieza a agitarse y mis manos empiezan a temblar, juntándose a ello un ligero picor. Siento que todo mi cuerpo se calienta y vuelve a enfriarse con rapidez, es una sensación extraña... Y la produce Ersa.

Él prosigue a acercarse lentamente con dirección a mi cara. No sé qué es lo que pretende hacer, solo soy capaz de dejarme llevar, pues, la curiosidad me vence, así que permanezco quieta.
Entonces, ocurre.

Y no mentiré, se sintió bien.

Tan bien como el viento otoñal y tan cálido como el sol mañanero.

Fue reconfortante, inofensivo, agradable. No encuentro alguna definición que logre describir lo que sentí, solo sé que... Fue increíble.

—Buenos días, Karma —dice cuando despega sus labios de mi frente. Sí, Ersa Aitné acaba de depositar un corto y pequeño beso sobre mi frente.
Y sí, mi mal humor acaba de desaparecer.

— ¿Q-qué haces?

—Nada, solo pretendo que tu mañana inicie de manera agradable  para que tengas un lindo día.
Él sonríe, ésta vez su sonrisa es tierna y dulce, luego acaricia mi cabeza tal cual lo haría un hermano mayor, cosa que me hace fruncir el ceño.

— ¿Estás bien? —le pregunto tomando su mano entre las mías para detener su acción, su actitud me parece desconcertante y, por alguna razón, me siento en la obligación de preguntar por su estado.
O está de muy buen humor, o desperté en alguna rara dimensión donde Ersa Aitné mágicamente irradia ternura sin auto-idolatrarse.

—Así es —incluye su otra mano, tomando las mías, esto me hace notar la gran diferencia entre el tamaño de ellas. Él mira fija y atentamente como nuestros dedos se entrelazan. Entonces prosigue a susurrar —: La verdad es que hoy estoy muy feliz.
Liberé una de mis manos y la coloqué sobre su mejilla, haciendo que él alzara la mirada y realizáramos contacto visual.

— ¿Por qué lo dices como si no te sintieras así desde hace mucho tiempo? —él se inclina y junta su frente con la mía, vuelve a perder su mirada en mi regazo, ahí donde se sitúan nuestras manos.

—Creo que no me siento genuinamente feliz desde hace un buen tiempo —revela. Yo me tenso y pienso en que probablemente solo está mintiendo. Me parece tonto que Ersa siendo tan... Ersa diga aquello. Es decir, ¿Qué tantos problemas puede tener alguien como él?

—Entonces —digo apartándome un poco, su cercanía hace que mis nervios se alteren. Él sigue perdido, jugando con nuestras manos. No podía evitar pensar en que el muchacho frente a mí en realidad era un niño pequeño, perdido y solitario —. ¿No eres feliz?

—No —la corta respuesta solo sale de sí, sé que está limitándose a contestar.

— ¿Por qué no eres feliz? —indago.
Él alza la mirada, suelta nuestras manos y pellizca mi nariz.

—No hay respuestas para las niñas preguntonas que se despiertan de mal humor y con el cabello vuelto un nido donde un ave fácilmente podría vivir y tener crías —giro los ojos y golpeo ligeramente su hombro. Él vuelve a sonreír y asiente —. Anda, alístate para irnos o se nos hará tarde.

[•••]


—Pórtense bien. Me avisan cuando lleguen —mamá se despide dejando un corto beso en mi mejilla, acción que repite con Ersa —. Ah, Karma, saluda a triple K de mi parte.

Yo me limito a asentir mientras le sonrío. Iba a tomar mi equipaje, pero el señor Ersa Aitné lo toma por mí. Niego con la cabeza y lo sigo.

Me sorprendo al notar que coloca el equipaje en un auto, suponía que viajaríamos en el transporte público. Ersa solo sonríe, su sonrisa es un claro "¿De qué te sorprendes, estúpida? Soy una Diosa, es obvio que no viajaré en una cosa de aquellas".
Terminaré loca si sigo intentando adivinar los pensamientos de Ersa, porque después de todo, nunca se sabe con exactitud en qué es lo que piensa. Aunque una cosa si es segura, su vanidad va de por medio.

El muchacho abre la puerta para que yo suba, nuevamente, niego con la cabeza, sonriendo. Él realmente está de buen humor.

Ambos subimos al auto y este automáticamente fue inundado por nuestra presencia y el silencio reinante. Ersa se quedó unos segundos observando el volante y yo solo lo miraba atenta a cualquier cosa que el chico realizara. Muerde su labio inferior, sacude su cabeza y enciende el auto para ponerlo en marcha.

Nos dirigíamos a un pequeño pueblo ubicado al norte de la ciudad, era un lugar de zona rural que amaba con todo mi ser, tardaríamos alrededor de dos horas en llegar hasta allá, pero juro que vale cada segundo de tortura que estoy pasando aquí.
Primero, Ersa Aitné no para de cantar las canciones de un grupo de nueve chicas asiáticas, no tengo nada en contra de ellas pues, me agradan, el problema es con el chico, quien parece uno de esos gatos que lloran en la madrugada con el único fin de asustarte haciéndote creer que se trata de la doña que llora por sus hijos. Segundo, el aire acondicionado está a una temperatura capaz de congelarme, pero el parece cómodo con ello.
Tercero, ya me dio hambre.

— ¡¿What is love?! —Grita un eufórico Ersa mientras menea la cabeza, sintiendo el ritmo de la música — I Wanna know, know, know, know.

Le doy una mala mirada, me cruzo de brazos y procedo a mirar por la ventana, falta poco menos de media hora para llegar a nuestro destino, ya se empiezan a ver los enormes árboles y las montañas cubiertas de ellos. Coloco la yema de mi dedo en el vidrio y lo muevo trazando el contorno de las enormes montañas, desde pequeña he pensado que son gigantes dormidos.
Debería considerar mi teoría nuevamente.

Salgo de mi trance al escuchar como una bolsa es abierta y sentir el auto detenerse, giro mi cabeza abruptamente, fue digno de salir en alguna película tipo El exorcista. Ersa tiene una bolsa de papas en su regazo, él come algunas, procede a cruzarse de brazos y me mira fijamente, su mirada suele ser tan penetrante.

— ¿Y tú qué o qué, baboso? —alzo la barbilla para demostrar autoridad, aunque la verdad es que el intimidante es Ersa. Este termina de masticar para disponerse a contestar.

—Ah, no, plebeya—alza su dedo índice y me señala —, a mí no me ladres.

Abro mi boca exageradamente, demostrando cuán indignada me encontraba, en ese momento Ersa mete a mi boca un par de papas. ¡Casi me atraganto!

— ¡Ersa! —le reprendo cuando termino de tragar, no soy tan tonta como para escupir unas deliciosas papas —. ¡Casi muero atragantada!
Él gira los ojos y se ríe.

—Te ibas a morir feliz, cariño.

Ahora soy yo la que gira los ojos.

—Abrígate, tonta. Te veo sufriendo —señala los puestos de atrás, donde se sitúan nuestras pertenencias —. Pareces un gato remojado.

La abertura entre los asientos de adelante son lo suficientemente estrechos como para permitirme pasar hacia los puestos traseros y tomar nuestras cosas. Rebusco entre mi ropa y saco el primer abrigo que encuentro, rápidamente me lo coloco y siento mucha más calma. Entonces, vuelvo hacia el asiento del copiloto.

— ¿Dónde has visto un gato mojado? —le pregunto pues, jamás vi uno.

El ríe con complicidad —Una vez tuve uno, quería dormir con él, pero mi tío Pólux dijo que estaba sucio... Así que lo bañé.

Qué pecado tan colosal.

Le arrebato la bolsa de papas y procedo a comerlas mientras miro por la ventana. Tiempo después, nos encontramos con el cartel de bienvenida ubicado en la entrada del pueblo: "Bienvenidos a Valle alegría". Es llamado así por la enorme cantidad de flores Alegría del hogar que adornan cada esquina y cuyo nombre científico  en realidad es Impatiens Walleriana. Hay una inmensa variedad de colores, pienso que eso es lo que le da al lugar un toque hermoso y único.

—Tras esta subida encontrarás una encrucijada, ve a por la derecha, habrán alrededor de cinco casas separadas por cercas de madera y arbustos, ya le avisé a papá para que tenga el portón abierto y puedas estacionar en el garaje, la casa es de color naranja pastel —digo señalando al frente, Ersa sólo asiente, tomando las indicaciones.

Al llegar, estaciona el auto y apaga el motor, luego me mira por unos segundos. No dice nada, solo me observa al igual que yo lo observo a él.

Instintivamente me paso un mechón de cabello para atrás de mi oreja.

—Veliz —susurra, no puedo evitar notar que me llamó por mi apellido, como usualmente todos lo hacen, por alguna razón quiero decirle que me llame por mi nombre, pues viniendo de él no parece sonar tan mal. El chico se inclina hacia mí, ubica el mechón de mi cabello que había colocado atrás y lo deja adelante.

— ¿Sí? —imito su tono de voz. Aprieto mis manos en mi regazo, pues estas comenzaron a picar.

— ¿Tu familia tiene poderes o algo así? —su pregunta me desconcertó un poco.

— ¿A qué viene esa pregunta, Aitné? —murmuro frunciendo el ceño.

Ersa se acerca un poco más a mi rostro y procede a susurrarme al oído —: Es que siento como me están quemando la nuca.

Ríe y señala disimuladamente hacia atrás con su pulgar. Efectivamente, si triple K tuviese la habilidad de quemar con la mirada, Ersa estuviese envuelto en llamas.

Suspiré pesadamente —Tenles paciencia, son... Un poco raros.

—Comprendo, son una versión masculina de Karma Veliz.

Abro la puerta y bajo del auto, de forma rápida y automática tres chicos se acercan hacia mí. Al primero que saludo es al K mayor.

—Papá —sonrío y lo abrazo con fuerza, hace varias semanas atrás, cuando estuve en el hospital, pero se siente como si hubiesen pasado añales. Me separo de él y procedo a saludar a los dos K restantes.

—Karam, baja esa pala —mi hermano sostenía el objeto con firmeza, este observaba a Ersa con más odio del que cabe en su pequeño cuerpo. Y el pobre Aitné solo está sacando las maletas del auto sin saber lo que le espera.

— ¿Quién es él y por qué viene contigo? —escupe el chico a su lado, mi otro hermano, Kannon.

—Es un amigo —procedo a quitarle la pala a Karam y arrojarla a un lado —.Dejen las malas miradas y abrácenme, los extrañé mucho.

Mis hermanos y yo siempre hemos sido muy unidos a pesar de tener personalidades y edades diferentes.

Por un lado tenemos a Kannon, es algo suspicaz, pero tiene un alma demasiado humilde, noble y amable con quien lo merece. Mientras el pequeño y consentido Karam, por su parte, suele ser sobreprotector y celoso como ninguno, aunque también es distraído, delicado y adorable.

Kannon empezó la universidad hace seis meses, por otro lado, el pequeño Karam va en penúltimo año. Yo voy en último, él todavía es un pollito.
Nuestros padres se separaron hace casi tres años, al principio se nos hizo difícil esto de estar separados, pero logramos adaptarnos a vernos los fines de semana o pasar las vacaciones de verano juntos.

Mis hermanos rompen el abrazo y se quedan tensos, mirando atrás de mí, por lo que me giro. Ersa Aitné viene hacia nosotros… Y su caminar es digno de pasarela.

—Eh... —deja el equipaje a un lado y se aclara la garganta, entonces yo comprendo lo que pretende.

—Él es Ersa —digo elevándome sobre la punta de mis pies y cayendo sobre mis talones una y otra vez, un acto de nerviosismo, tal vez —. Ersa, ellos son triple K. Karlos, mi papá. Karam y Kannon, mis hermanos.

Mi padre da un paso al frente y alza un poco la barbilla para mirar a Ersa, puesto a que el chico es un poco más alto, está claro que los Veliz no contamos con una estatura ostentosa. Aitné extiende su mano y, para nuestra sorpresa, papá la aparta de un manotazo. Mis hermanos ríen, yo me tenso y Ersa queda estupefacto, incrédulo y algún otro sentimiento similar.

En vez de estrechar su mano, mi papá procede a abrazar al muchacho y palmear su espalda.

—Bienvenido, Ersa. Estaré eternamente agradecido contigo por ayudar a mi pequeñita para que no se ahogara la vez pasada.

Si, muchas gracias Ersa, eres increíble.

Kannon imita a mi padre, le da un ligero abrazo junto con un apretón de manos. Le sigue Karam, aunque éste no parece nada amistoso.

—Hazme el favor de agacharte, vara de tumbar coco.

Ersa cumple con el mandado y se inclina lo suficiente como para quedar del tamaño del niño.

—Ahora, escúchame bien —lo señala peligrosamente con el dedo índice, Ersa lucha consigo mismo para no reír y arruinar el drama que mi hermano se ha armado —. Solo te lo diré una vez, pedazo de... —deja las palabras al aire y sacude su cabeza, sus pequeños y envidiables risos ondearon al movimiento —, pensaré en un apodo para ti más tarde, pero quiero que sepas que sé qué tipo de chico eres. Tengo una pala, puedo usarla en tu contra si te vuelvo a ver cerca de mi hermanita... —procede a susurrar —: Ella es pendeja, así que tengo que cuidarla. ¿Si me comprendes? No eres tú, es ella.

Ersa solo ríe y niega con el cabeza, divertido.

—Eres bienvenido siempre y cuando cumplas esa regla, escuincle —Karam hunde sus manos en su suéter y procede a entrar a la casa junto con el resto.

Extrañaba este lugar junto a la paz que me produce, el olor a café y flores inunda mis fosas nasales de una manera agradable; el ambiente se siente bastante ligero, sutil y relajante.
Me sentía en una burbuja.

—Karma — Y Ersa era una aguja —. ¿Dónde coloco el equipaje?

Le hago un ademán para que me siga, la casa solo cuenta con tres habitaciones, por lo que yo dormiré en mi antigua habitación y Ersa con alguno de mis hermanos. Supongo que con Kannon, Karam podría ahogarlo con una almohada mientras él duerme.

Cosa que no me desagrada.

—Puedes dejar tus cosas en mi cuarto, hablaré con mis hermanos para saber con cuál te quedarás —explico abriendo la puerta de mi habitación. El chico junto a mí solo asiente, desde hace un buen rato que lo noto distante y distraído. En el tiempo que llevo compartiendo con él, he notado que no es muy común hallarlo tan callado y calmado, en la escuela por lo general suele ser un chicle que no se despega ni con aceite que habla más que un perico.
Él coloca las cosas sobre un mueble individual que se halla en la esquina de mi habitación, hunde sus manos en sus bolsillos y da una ligera vuelta sobre su eje, observando el lugar.

Recuerdo que hace años me sentía un poco más libre al expresarme. Era como una vela recién encendida que al principio brilla e ilumina como nadie, pero con el paso del tiempo se va consumiendo, y es que, eventualmente, todo llegará a su final, todos terminamos consumiéndonos poco a poco.

— ¿Eso es una lámpara hecha con vidrios? —Ersa me saca de mis pensamientos, él señala hacia la lámpara que reposa sobre la cómoda situada justo al lado de mi cama.

—Sí, la hice cuando tenía nueve años, está un poco chueca.

Él se acerca y toca uno de los cristales que cuelgan de los alambres que están atados alrededor de la lámpara, estos caen pareciendo un pequeño arbolito, o bueno, eso pretendía que pareciera. Procedo a enchufar la lámpara y le pido que la encienda, él presiona el botón y automáticamente su rostro es iluminado por la luz que emana del objeto. El bombillo es blanco y los cristales son de diferentes colores, la combinación de estos reflejados en el rostro de Ersa hacen una combinación hermosa. Nuevamente siento la necesidad de dibujarlo.

Él vuelve a tocar un cristal, está tan entretenido.
—Pienso que es hermoso —susurra, fue casi inaudible. Entonces voltea y me observa, coloca una mano en mi mejilla y suelta —: Así como tú.
Mis ojos se abrieron hasta más no poder y si no es porque mi boca está bien sujeta, hubiese caído al suelo.

— ¡TE LO ADVERTÍ, GRANDISÍMO IMBÉCIL! —El grito de Karam me hace voltear la mirada hacia la puerta, lugar donde él se encontraba —. ¡TE DOY UN DEDO DE CONFIANZA Y ME TOMAS TODA LA MANO! ¡KANNON, BUSCAME LA PALA! ¡Y TÚ, ERSA, VETE PREPARANDO QUE TE VOY A MANDAR PAL KINDER DE UN SOLO PALAZO!

—Ya va pero, ¿Me acompañas? —responde un muy calmado y sonriente Ersa.

Mi hermano tenía sus puños y mandíbula apretados, la pequeña vena en su frente parecía querer explotar. Karam Veliz parecía un globo y Ersa Aitné era un jodido alfiler. Mi hermano no aguantó más y se le lanzó encima como una fiera. Yo solo fui capaz de apartarme, estaba realmente conmocionada. El pequeño Karam apenas llegaba al pecho de Ersa, sumándole que mi compañero era cinco veces más fuerte.

Aun así, el pequeño era más inteligente y ágil. Entre sus pequeños golpes y manoteo, se aprovechó de que Ersa solo se disponía a bloquear o esquivar y lanzó su pie al aire, haciendo que impactara en aquella zona sensible.

Hombre al suelo.

Ersa llevó su mano derecha a su entrepierna y con la izquierda intentaba bloquear al incansable Karam.

—Karam, ya basta —hablé con toda la autoridad que se me permitía —. Sabes bien que te pasaste.
No me gustaba gritarle o regañarlo, pero realmente fue muy abusador de su parte. Él baja la cara como un perrito siendo regañado, mantiene sus puñitos apretados. Me dirijo al lado del Aitné y lo ayudo a sentarse en mi cama. Karam se voltea para irse, pero la voz de Ersa lo detiene.

— ¿A dónde pretendes ir, enano? Esto aquí no acaba — menciona y yo lo golpeo para haga silencio, no debe seguir echándole leña al fuego.
—No sé a dónde voy —le saca el dedo del medio —, pero tú te vas a la mierda.

— ¡Karam! —le regaño.

— ¿Y qué tiene? —se encoje de hombros —. Lo mando a la mierda porque soy pobre, si tuviera dinero le mando a quemar la casa.

Y con eso, sale de la habitación, cerrando la puerta bruscamente.

•••

Nota de la Autora:

¡Güepa! Ay, cuando tiempo sin venir por aquí. Siento mucho la tardanza, he estado ocupada con las tareas y esas cosas aburridas que no mencionaré, pero bueno, me dieron dos semanas libres, las usaré para estar más al tanto de la obra.

Este capítulo iba a estar dividido en dos partes, quizás tres, pero terminé por colocarlo junto debido al tiempo en el que no actualicé. El siguiente capítulo está casi terminado, solo hace falta corregirlo un poco, posiblemente lo suba mañana o pasado.

Preguntas:

¹ ¿Cómo van con sus tareas?

² ¿Tienen Hermanos celosos y protectores?

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