Conociendo lo prohibido ©️ (E...

By NarcirisFerrerV

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TRILOGÍA HÁBITOS INSACIABLES. (Libro I) Vanessa apenas empieza a separarse de la sobre protección y tabúes d... More

Conociendo lo prohibido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6^
Capítulo^7
Capítulo^8
Capítulo 8/2
Capítulo 9^
Capítulo 10^
Capítulo 11^
Capítulo 12^
Capítulo 13^
Capítulo 14^
Capítulo 15^
Capítuto 16^
Capítulo 17^
Capítulo 18^
Capítulo 19^
Capítulo 20^
Capítulo 21^
Capítulo 22^
Capítulo 23^
Capitulo 24^
Capítulo 26^
Capítulo 27^
Capítulo 28^
Capítulo 29^
Capítulo 30^
Capítulo 31^
Capítulo 32^
Capítulo 33^
Capítulo 34^
Capítulo 35^
Capítulo 36^
Capítulo 37^
Capítulo 38^
Capítulo 39^
Capítulo 40^
Capítulo 41^
Capítulo 42^
Capítulo 43^
Capítulo 44^
Capítulo 45^
Capítulo 46
Capítulo 47^
Capítulo 48^
Capítulo 49^
Capítulo 50^
Capítulo 51^
Capítulo 52^
Capítulo 53^
Capítulo 54^
Capítulo 55^
Capítulo 56 ^
Capítulo 57 ^
Capítulo 58^
Capítulo 59^
Capítulo 60^
Capítulo 61
Capítulo 62^
Capítulo 63^
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 25^

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By NarcirisFerrerV

Tres semanas después

Pitt

Las cosas no pintan muy bien, he tenido unas semanas de perro tratando de arreglar todo para mejorar los lazos entre las empresas islandesas y las de aquí, siento que la cabeza me va a estallar cada vez que el teléfono suena o debo revisar algún nuevo documento, peor aun, tengo tiempo límite para lograr que todo mejore o las perdidas serán catastróficas.

—Entonces quedamos en la venta—pregunta el italiano frente a mi.

—Claro, hecho está—extiendo mi mano cerrando el trato, <<una menos y una más>> aunque eso no significa que pueda relajarme, queda mucho por hacer y trabajar con ella y su maldita actitud infantil no me ayuda en nada, han pasado semanas desde la ultima vez que nos dirigimos la palabra, trabaja para mi pero solo nos comunicamos por correos o entrega de algún documento.

Me saca de quicio.

El italiano se retira junto a sus abogados y los míos junto a ella le hacen compañía.

Releo los documentos antes de guardarlos, <<ocho cientos millones de dólares>>, no es una de las empresas más grandes del mercado pero no quita que sea necesaria.

—No olvides la cena de hoy—espeta Diana entrando a la oficina.

—Como hacerlo si me recuerdas cada dos horas—las mujeres de esta empresa me tienen hasta el cuello, y ahora ella quien ha decidido querer trabajar aquí y supuestamente ayudarme.

—Te ves muy estresado—espeta colando sus manos sobre mis hombros empezando a masajearme—debes relajarte.

—Lo sé—me dejo caer sobre la silla cuando ella me impulsa hacia atrás.

—No te hace bien forzarte tanto, deja que Lisa, Bean y yo te ayudemos—su cabeza se esconde por mi cuello—para eso somos una familia—musita besando mi piel llegando a sentarse sobre mis piernas—y para esto soy tu mujer—espeta chocando sus labios con los míos, no tengo intención de detenerla, ha estado todo este tiempo tratando de acercarme a mi sin éxito y sin dejar de ayudarme con la empresa, al principio no me gustó la idea de tenerla tan cerca pero que se le va hacer, compartimos habitación y no podré estar la vida entera ahuyentándola.

Su cabeza llega a mi entrepierna y intento detenerla, no soy tan estúpido, un beso no es nada pero si algo más llega a pasar no podré quitármela de encima.

—Tranquilo—murmura dándome una mirada—te gustará.

Remueve mi mano y suelta mi pantalón, cierto cosquilleo recorre por mi piel cuando siento su boca húmeda cubrirme.

—¿Dónde aprendiste eso?—inquiero cuando me besa.

Ella sonríe sin contestarme, todo este tiempo he pensado que ha estado obsesionada con una noche y parece que me he equivocado, no creo que haya aprendido hacerlo así quedándose en casa.

—¿A que hora dijiste que es la cena?

—A las nueve—espeta coqueta sin dejar mi camisa.

—Detente, estamos en la empresa—me levanto cuando siento que estoy respondiendo demasiado a sus provocaciones—estaré allí puntual por ahora debo terminar aquí—subo mi pantalón y arreglo mi camisa—¿lo hablaste con los demás?

Ella asiente sin dejar de verme juguetona.

—Diana, creo que deberías de volver a tu oficina.

—¿Si?—empieza a desnudarse, su piel blanca en conjunto con el encaje rojo luce bien pero no enciende ese volcán en mi, no es lo que realmente deseo tocar en estos momentos.

—Detente—me acerco arreglando su ropa.

—¿De verdad no quieres tocar?—toma mi mano llevándola a su sexo.

—Diana—me maldigo una y otra vez, ha pasado mucho desde la ultima vez que tuve sexo y si me decidiera por tocarla no estaría mal, después de todo es mi esposa y es lo que hacen los casados pero sé que si lo hago terminará saliendo herida—vamos vete a tu oficina—tomo sus manos y las cruzo tras su espalda sosteniéndolas con una de las mías y con la libre termino de arreglar su camisa—ahora puedes salir—la encamino hasta la salida viendo a mi secretaria con la cabeza metida en el computador, le he dejado mucho trabajo todos estos días así que apenas tiene tiempo de respirar, no me gusta verla así pero es su trabajo y desde un inicio sabía que no sería fácil trabajar aquí.

—Terminaremos esta noche—espeta Diana dándome un pequeño beso y noto que Vanessa lo ha visto.

—Ok—sonrío a medias cuando por fin se va.

Me siento como un idiota sin poder moverme, queriendo ir hasta ella y estrellarla contra mi pero sus palabras fueron muy especificas.

Me doy la vuelta y entro de regreso a la oficina, debo hacer algo con estas benditas ganas que me cargo y el que Diana entrara aquí no me ayudo en nada.

Al inicio dije que si algo extraño sucedía la despediría pero ahora tan solo la idea de que eso pueda ser una posibilidad me ahoga, le he dado más trabajo en tres semanas que el que le di a mis antiguas secretarias durante todo su tiempo aquí y ella simplemente lo acepta sin quejarse, me desespera que lo haga tan fácil y no estalle, parece que sin importar cuanto me pase no pretende dirigirme la palabra y luego de verla mi mente se encuentra enfocada en todo menos en el trabajo pendiente.

Abro la MacBook, arrastro el archivo, veo el nuevo correo entrante y lo abro.

Reunión a las cuatro y cuarto con los franceses.

Incluso eso no puede entrar y decírmelo.

—Luces estresado—escucho a Bean hablar.

—Parece que lo estaré por un largo tiempo—confieso viéndolo tomar asiento frente a mi—¿y qué tal tú, ya te acostumbraste al clima?

—Es mucho más caliente de lo que esperaba pero estaré bien, además Vanessa me ha mostrado algunos buenos lugares.

¿Mostrado?

—¿Han estado saliendo juntos?—cierro el computador.

—Ella se ofreció a mostrarme la isla y acepté, también me entere que vive con una amiga en pequeño apartamento.

—¿Así?—siento ganas de golpearlo—¿y que más te contó?—me inclino hacia adelante dejando mi brazo descansar sobre el escritorio.

Me ve como si pensará en lo que va a contestar.

—¿Qué tal las cosas entre tú y Diana? última los veo disparejos.

—Recuérdame cuando hemos estado parejos.

—Pitt.

—Ciérrala.

Guarda silencio.

—Sabes que no lo hice con mala intención.

—Nunca pregunté porque lo hiciste y ahora tampoco lo haré—me levanto paseándome por la oficina, he tenido un día tan estresado y ahora vengo enterarme de que se ha estado viendo con Bean.

—Espero un día podamos hablar de ello—lo escucho decir.

—No es del todo tu culpa, no lo hiciste solo, además yo terminé aceptándolo, pude haberme negado pero eso significaría el fin de lo que mis padres murieron protegiendo, eso sería injusto, ¿no crees?

Lo veo quedarse inmóvil en la silla.

—No sé lo que sucedió realmente entre nuestros padres, lo que si sé es que tú y Lisa son como mis hermanos y jamás haría algo para lastimarlos.

—Según recuerdo tu lealtad suele cambiar de dueño con mucha facilidad—lo veo fijamente deseando se defienda y me diga porque lo hizo.

—Espero tú y Diana un día puedan compenetrar y ser felices, sé que ella también lo desea.

Bufeo.

—¿Cuánto tiempo planeas quedarte?—inquiero cuando siento que la conversación tomara un rumbo que no me interesa.

—Indefinidamente, quiero conocer más...

—¿A Vanessa? ¿Te interesa?

Sonríe nervioso.

—No lo sé—dice rascándose la cabeza lo que me molesta—digo, es una chica hermosa pero...

—Si lo es, pero según escuché de su propia boca ya tiene dueño.

—¿Si?—hace una mueca con la boca—que extraño me dijo que estaba soltera.

—Te mintió.—sonrío a medias.

—¿Cómo lo sabes?

Porque ese soy yo.

—Investigo la vida de mis empleados antes de entrar en la empresa.

—¿Eso no es muy excesivo?

—No cuando se trata de seguridad, ya no suelo confiar en nadie.

Enarca una ceja y se rasca la punta de la nariz.

—Entiendo, tendré mis limites con ella—se levanta—si es que ella así lo quiere.

—¿A que refieres?—me muevo hacia él.

—Si dijo que está soltera supongo que es porque también le intereso, ¿no?

¿No acabas de escuchar que dije tiene dueño? ¿Quieres que te rompa en dos?

Sonrío sin mostrar los dientes.

—Bien, nos vemos esta noche en la cena primo—pasa por mi lado dándome un golpe sobre el hombro.

Tengo ganas de detenerlo y dejarle claro que no debe acercarse, ella es mía, me pertenece y no quiero que haya ningún animal hambriento morando cerca de ella, despedí al tal pedro solo por estar en su supuesta lista y me encargué de dejarle claro al resto que está prohibido mirarla, no dejaré que haya ninguna posibilidad abierta cerca de ella.

Reconozco que a Bean no puedo controlarlo y sé muy bien como trabaja cuando le interesa una mujer, conmigo las cosas trabajan diferente pero siento que cuando se trata de ella no puedo controlarme, no me gusta que esté jugando por ahí con él, no me gusta que piense que puede tenerla, y odio que ella crea que puede mirar a alguien más mientras me ignora.

El anillo en mi mano para mi no significa nada más que poder, no existe deseo, no hay pasión, nada comparado a lo que siento cuando estoy con ella.

Tomo asiento y vuelvo abrir el computador con la cabeza a punto de volverme trizas.

Tráeme un café.—enviado.

Lo peor es que le sigo el juego.

Resoplo y me recuesto sobre el espaldar de la silla, al cerrar los ojos lo único que viene a mi mente es su imagen, no comprendo a las mujeres, no entiendo a Vanessa, la última tarde en Islandia todo parecía estar bien y en cuanto puso un pie de regreso en la ciudad todo cambió.

Abro los ojos al sentir que la puerta de la oficina es abierta y la veo entrar con una pequeña bandeja con una tasa en ella sin siquiera mirarme.

Se acerca dejando el café y dos sobre de azúcar sobre la mesa, tomo el primer bolígrafo que veo y lo deslizó sobre la madera dejando caer un sobre al suelo, no me ve, ni al paquete, solo sigue enfocada en el café mientras verte la azúcar que tiene en mano.

La veo girarse y carraspeo, se gira viendo hacia donde a punta el lapicero en mi mano y suspira agachándose por la azúcar, tomo la taza y la levanto hacia ella dejándole saber que aun falta, <<odio este estúpido juego infantil>>

—Vanessa—la llamo cuando está a punto de salir siendo el primero en ceder—esto está muy caliente, lo quiero un poco frío.

Se da la vuelta y llega hasta mi sin verme ni una sola vez, mis ojos buscan los suyos pero me evita tomando la taza y noto su intención de retirarse.

—Sóplale, sé que eres buena en eso.

Se queda inmóvil viendo la taza en su mano y observo como sus labios forman un circulo dejando salir aire por el, una y otra vez, le sopla sin verme y me permito disfrutar de este extraño momento, es lo más cerca que la he tenido desde esa noche donde dijo no querer verme, me gustaría acercarme y besarla, que entienda que sus labios, sus pensamientos, su sexo, su cuerpo, todo de ella me pertenece.

Extiende su brazo sobre el escritorio llegando hasta mi con la taza en ella mientras levanto mi mano para sentirla.

—Aún está caliente.

Vuelve a echar aire sobre ella y sonrío, se ve tierna haciendo eso, las ojeras que tiene seguro son por desvelarse con el excesivo trabajo que tiene.

—Aún caliente—vuelvo a repetir y noto que empieza a incomodarse, encontré el botón donde por fin hacerla estallar.

Deja la taza sobre la mesa haciendo que choque y derrame un poco del liquido en ella, me inclino hacia adelante sosteniendola y aprovecho para tomar un poco de ella, desde que la toque me di cuenta de la temperatura pero...

—Está frio, odio el café frío—me levanto moviéndome hasta ella colocando la taza en su mano.

Vanessa se queda en silencio observando lo que hay en su mano y por fin eleva su mirada dejándome ver ese exquisito color café que tienen sus ojos convertirse en llamas que desean arrasar conmigo, y yo deseo quemarme con ella.

—¿Lo quiere caliente?—inquiere sin mover su mirada de la mía.

—Un poco—contesto juguetón, no me molesta su tono incómodo, no tanto como el que me ignore.

Asiente y vuelve a mirar a la taza.

—¿Qué tan caliente?—murmura.

—Solo un poco, quiero que sea pasable, además tiene mucha azúcar y eso es malo para la salud.

—¿De que color es su camisa?—pregunta viendo el café.

—Blanca.

—¿Está seguro?

—Bastante.

—Yo creo que no, la veo de otro color.

—¿Así?

—Si—espeta antes de verter el café sobre mi—¿aún sigue estando frío?

—No sé, dímelo tú.

Mi mano llega a su cuello atrayéndola hacia mi, deseaba sus labios junto a los míos, ansío devorarla completa, siento como muerde mi labio con más rudeza de lo normal y me alejo.

—¿Qué diablos?—llevo mi mano a mi boca cuando siento el sabor a sangre.

—Si desea más café o alguna otra cosa no dude en pedirlo señor—comenta antes de dejar la oficina llevándose la taza junto con ella.

—Vanessa—salgo tras ella con toda la intención de hacerla entrar en razón—te estoy llamando.

—Si señor, ¿Cómo lo ayudo?—se voltea hacia mi quedándose viéndome como si desconociera lo que acaba de hacer, la camisa mojada se pega a mi cuerpo, el labio inferior me arde y mis ganas no dejan de aumentar.

—¿Acabas de morderme?

—Claro que no señor, ¿Cómo y por qué haría eso?—habla con desdén—no creo una simple secretaria pueda tomarse esas atribuciones.

—Aun así lo hiciste.

Ella niega con la cabeza—creo que se confunde señor, tal vez la memoria le falla pero si existe una gran posibilidad de que haya sido su esposa.

Rasco la punta de mi nariz tratando de calmarme—deja de llamarme señor—murmuro—no soy ningún anciano y deja de actuar como una niña de cinco años, ya eres una adulta, ¿por que hiciste eso?—la acorralo contra la pared viendo sus ojos.

—No sé de que habla señor.

Coloco ambas manos sobre la pared evitando que pueda moverse hacia algún lado, aunque los demás estén trabajando también en la empresa algo que no va a cambiar es que en este piso solo estamos ella y yo.

—Mi ropa huele a café—musito viendo sus labios—y aun tango una reunión importante más tarde, ¿Cómo se supone que me presente luciendo así?

—Ese es su problema, no mío.

—Mis problemas son los tuyos—me acerco a ella sintiendo sus senos chocar con mi pecho—está aquí para asistirme, ese es su trabajo señorita Dolan.

—Entonces dígame dónde y le conseguiré una camisa nueva señor Lennox.

Sonrío ladeado al ver que su blusa amarilla también se ha untado del liquido.

—También tendrá que conseguir una para usted—jalo un poco de la tela.

—Con eso no tengo problema, puedo hacer ambas cosas al mismo tiempo.

—¿Así?

Ella asiente.

—De acuerdo—me alejo dejándola libre, es cierto que la quiero cerca pero tengo cosas más importantes que hacer—ve por ella, ya conoces muy bien algunas de mis casas.

La próxima reunión con los franceses es mucho más importante que la de los italianos, he estado tratando de acércame hace tiempo sin éxito, pero ahora que han escuchado de mi alianza con los Morfis han decidido verme y debo convencerlos de vender o asociarse, lo más recomendable sería la venta pero si no es posible una asociación me ayudará con un futuro bloqueo, sea como sea debo tenerlos conmigo.

Bajo del auto sintiendo el aroma a café aun sobre mi, los dos hombres que esperan por mi se encuentran resguardados por dos de negro, lo que hace que el ambiente se tense un poco, el restaurante donde nos reunimos no está nada cerca de la empresa y solo hay algunas personas en el.

Tomo asiento sin estrechar manos, no estoy aquí para hacer nuevos amigos ni ellos tampoco, a los tres solo nos interesa una cosa y eso es poder.

Poder que he aumentado atreves de esta alianza que arrasará con muchos y sobrevivirán pocos.

—Señor Morfis—dice el peli negro frente a mi.

—Lennox—aclaro—Pitt Lennox.

Él sonríe y asiente.

—Bien, ya que estamos claros denme sus condiciones—pido viendo al sujeto de gafas oscuras quién sé de los dos es quien tiene la última palabra.

—Si aceptamos las suyas tendrá que darnos un seguro además de lo que dice puede otorgarnos—comenta el peli negro aceptando el trago que una mesera ha traído—como sabe no estamos interesados en vender pero no nos cerramos a la posibilidad de una alianza, para nosotros sería muy beneficio por fin tener lazos con los Morfis...

—Lennox—vuelvo a repetir viendo que a un no queda claro—esta unión es conmigo, no tiene nada que ver con mi esposa y su familia—cualquier trato que hoy se lleve acabo será única y completamente con la familia Lennox, lo que quiere decir conmigo—coloco sobre la mesa el vaso de whisky que me sirven.

—A eso nos referíamos—espeta el francés retirándose las gafas—usted intenta sacar provecho de su unión con ellos y nosotros de la suya con ellos, a mi me resulta...

—Algo beneficioso—termino la oración—eso son los negocios después de todo, aun así no desisto de mi oferta de compra, sé muy bien que en un futuro no muy lejano estarán interesados en ella pero lamentablemente no será tan provechoso como podría resultar hoy.

El peli negro bufea y el otro le da una mirada.

—¿Entonces tenemos un trato?—inquiero observando al verdadero jefe.

Me sonríe y extiende su mano.

—Eso parece ser señor Lennox.

Estrecho la mía y le sonrio a una de las puertas que me hubiera sido imposible abrir hace un mes.

Una más y una menos.

El como nació esta empresa en esta pequeña isla es gracias a mi madre quien vio una oportunidad y la aprovechó, fue la única a la cual realmente Matilde y Felipe no pudieron tocar gracias a los cuidados que tuvo con ella, creo que ella nunca confió realmente en lo que eran los Lennox por lo que no deja de ser deslumbrante lo que pudo hacer sin conocimiento alguno de negocios, mi padre a pesar de que pudo tener sus sospechas se dejó cegar por los asuntos familiares por lo cual le terminaron arrebatando casi completamente todo.

Lisa, ellos y yo.

—Te esperábamos—anuncia Bean cuando entro en el área del comedor viéndolos estar sirviendo vino tinto.

—Ya estoy aquí—tomo asiento recibiendo el beso de Diana.

—Pedí que prepararan algo para ti—se emociona quedando junto a mi.

—Gracias—comento aceptando la copa de vino que me sirve.

—Mientras no estabas hablábamos de que Bean se quedará a vivir acá, junto a nosotros.

—Eso escuché—saboreo el amargo vino recordando que el rubio había aceptado estar interesado en Vanessa y ahora también lo tengo metido en la casa.

—Al parecer le ha gustado la isla—dice Diana como si supiera algo que yo no.

—Ya basta de hablar de mi—interrumpe Bean, mejor brindemos.

—Si hagamos eso—dice Lisa de mal humor, no sé que le sucede últimamente pero ha estado muy distraída, un día la noto estar alegre y al siguiente luce confundida, ella conoce muy bien lo enfocado que debemos estar en este momento—brindemos por la familia—levanta su copa y la acompaño cuando me da una mirada activa.

—Por la familia que fue, es y será—comento sin mover mi vista de la suya mientras choco copa con Diana.

—A mi también me gustaría brindar—espeta Diana poniéndose de pies—Por nosotros—me da una mirada y me acomodo sobre la silla para escuchar bien lo que está a punto de decir—por lo que inició una noche y durará toda la vida dándole continuidad a nuestra descendencia, la más hermosa y poderosa de todos los tiempos.

Levanto mi copa y la choco con la suya reconociendo que sabía iba arrepentirme de dejarla arrodillarse ante mí.

—Por la descendencia—Secunda Lisa—y esperamos sea pronto.

Lo que me hace sonreírle de dientes para afuera tomándome toda la copa.

—Así espero—susurra Diana tomando asiento.

—No sabía que querías tener niños Pitt—lanza Bean llevando un tenedor envuelto de pasta a su boca.

—Yo tampoco—admito observando el plato que queda frente a mis ojos.

—Necesitamos más hombres en la familia que mantengan el apellido—comenta Diana sin saber de que habla.

Lo último que me faltaba es que se pusiera hablar de niños, aun no llevamos un mes de casados, no la he tocado ni una sola vez y ya habla de herederos.

—¡También mujeres!—aclara Lisa—no ha sido fácil ser la única.

—Ha nadie le molesta que seas la única—confiesa Bean viéndola —yo creo que has sido el perfecto equilibrio entre nosotros, además de haberte llevado toda la belleza de la familia.

—En eso estoy de acuerdo con Bean—se mete Diana—él siempre ha dejado claro que eres el rostro de la familia.

Él carraspea y Lisa le regala una sonrisa forzada.

—¿Qué tal la cena?—investiga Lisa refiriéndose a mi plato.

—Aun no lo toco—tomo el tenedor y cuchillo cortando la carne.

—¿Jugosa o seca?

—Un poco de ambas—contesto sabiendo que comprende mi referencia.

Luego de la extraña conversación la cena se vuelve agradable, Lisa y Diana vuelven acercarse, Bean simpático como siempre me hace recordar el tiempo cuando éramos unidos y nos contábamos todo, por más que me he preguntado y buscado una explicación no he sido capaz de hallarla, qué hizo que un día me traicionara.

Diana y él apenas solían compartir algunas clases y de repente se hicieron tan cercanos, no lo comprendo.

Me hice responsable de lo que hice por el estado en el que estaba, sin embargo aquello no fue cosa solo de uno, se lo conté pidiéndole no decírselo a nadie pero para mi sorpresa cuando Derek se presentó ante los Lennox, Bean fue el primero en venderme diciendo que él mismo me había visto llevarme a Diana hasta la habitación del maldito yate y que luego le conté todo lo que había pasado entre nosotros.

Después de aquel día en que casi lo acabo a golpes no hemos podido ser los mismos, por más que lo vea esforzarse en acercarse no puedo aceptar traidores tan cerca, Lisa siempre lo ha defendido sin darme una razón para entender y comprendo que debe ser por el cariño de habernos criado los tres juntos como hermanos y le duele vernos así, todos éramos jóvenes y estúpidos pero después de esa noche nada podría continuar estando bien entre nosotros.

Veo la notificación de aviso que me ha llegado al teléfono, es la primera vez que lo usa así que no dudo medio segundo en abrirla.

Olvidé contarte algo extraño que ocurrió en Islandia.—Vn.

¿Algo más?—A.

Te lo diré cuando llegues, por cierto, ¿acaso te has quedado con alguien?—Vn.

Bloqueo la pantalla y me levanto de la mesa dejando a los demás en ella, el día nunca prometió finalizar bien, salgo al patio y veo las pocas nubes que hay sobre el cielo, la brisa es suave y silenciosa.

Resoplo antes de marcar al contacto registrado.

Cierro los ojos unos segundos cuando empieza a timbrar—Te preguntaré algo—susurro cuando la escucho aceptar la llamada.

—¿Si?

—¿Aun recuerdas el contrato que firmaste?



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