━━ CAPÍTULO SIETE
░ 彡⛓ TATUAJES Y DEMENTORES❜
NOVIEMBRE. 1976.
📍HOGWARTS COLEGIO
DE MAGIA Y HECHICERÍA.
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Según Kaila el dolor era algo terapéutico. Habían varios tipos de dolores. El físico y el mental. Al igual que habían niveles. El dolor físico a cierto punto podía ayudar a detener el dolor mental. A Kaila le agradaban los dolores agudos, podían ser intensos pero duraban relativamente poco.
Había sufrido varios tipos de dolores a lo largo de su vida. Cuando los chicos mayores la molestaban podía tomarlo como un dolor mental. Y cuando los mismos chicos la torturaban con maldiciones por ser de sangre mestiza, lo tomaba como un dolor físico agudo.
Si algo había aprendido realmente era a saber ocultar sus sentimientos muy fácilmente. Si algo la lastimaba podía simplemente reír como maniática y fingir que era divertido.
No era muy difícil.
—Parece que te gustan los tatuajes, ¿no, loquita? —dijo uno de los chicos.
Frente a ella estaban los mismos cinco chicos que la molestaban diariamente. Con el Señor Tenebroso tomando poder por todas partes, las burlas y molestias se volvieron peores.
Todos los puristas querían demostrar que eran dignos de llevar la marca. Y no tardaron en torturar niños a escondidas de los profesores. Muchos alumnos con un buen estatus de sangre sabían de esto, sin embargo, estaban tan asustados que no se atrevían a delatarlos.
—Entonces te regalaremos un tatuaje más. Te encantará.
El chico tomó su varita y levantó la camisa de Kaila. Empujando su varita contra el abdomen de la rubia, conjuró un hechizo en voz baja que Kaila no llegó a escuchar.
Kaila contuvo el grito desgarrador que deseaba salir de su garganta. Sin embargo, las lágrimas cayeron por su rostro. Sentía la sangre correr por su abdomen.
Minutos más tarde, de los cuales Kaila sintió como horas, el chico se separó de ella con una sonrisa triunfante. Esperaba ver el sufrimiento de su víctima.
Pero Kaila solo comenzó a reír. Reía mientras las lagrimas caían por su rostro y las palabras «psycho mudblood» quedaban grabadas en su piel.
— FUGITIVES ⛓
░ Kaila x Sirius ˚₊· ͟͟͞͞➳
ACTUALMENTE. 1993.
📍COLEGIO HOGWARTS
DE MAGIA Y HECHICERÍA.
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Diciembre llegó y junto con este, un clima helado. La casa de los gritos no era el lugar más cálido. Tenía las ventanas rotas y arregladas con papel rasgado y había agujeros por todas las paredes permitiendo la entrada del frío viento.
Sirius abrazaba al escuálido cuerpo de Kaila, mientras la rubia temblaba abrazada al peli-negro.
Estaban acostados en la deshilachada cama, tratando de transmitirse algo de calor el uno al otro. La ropa delgada y vieja que usaban no les permitía estar abrigados. Sirius había decidido no ir a buscar comida para poder quedarse con Kaila y evitar que esta muriera de hipotermia.
—Me gustan tus tatuajes —comento Kaila mientras pasaba su mano por el dorso de Sirius, transando sus tatuajes—. ¿Qué es esto?
—La constelación Regulus.
Kaila levantó la cabeza y lo miró. Sirius sonrió.
—¿Qué significan tus tatuajes? —preguntó.
—¿Los tatuajes tienen que tener un significado? —Kaila frunció el ceño—. Yo simplemente agarro la maquina de tatuar y comienzo a dibujar.
Las pálidas piernas de Kaila estaban casi cubiertas, de la rodilla para arriba, por varios tatuajes. Algunos dibujos chuecos, palabras, insultos. También tenía tatuajes por los brazos, alguno en la espalda y dos en la cara: un corazón y la palabra «podrido».
—¿Realmente ninguno tiene alguna clase de significado? ¿Letras chinas, runas, nombres?
—Bueno, cuando tenía trece años me escapé con mi hermano y nos tatuamos las iniciales de cada uno —dijo Kaila—. Mira.
Bajo su camisa por el hombro derecho mostrando la letra J en este.
—Me gusta —dijo Sirius, pasando sus dedos por el tatuaje.
Una ráfaga de viento entró por los agujeros de la pared, haciendo que Kaila se estremezca. Sirius la atrajo más hacia él para abrazarla más.
—Oye —dijo Kaila—. Tengo hambre. Ve por comida, puedo escuchar tu panza gruñir también.
—¿Estas segura? Hace mucho frío y no quiero dejarte sola.
—Estaré bien. Ve y de paso cómprale la escoba al miope.
—Se llama Harry —corrigió Sirius.
—Eso no le quita lo ciego.
A pesar de resultar un buen escondite, la Casa de los Gritos se había vuelto un lugar demasiado aburrido. Ella quería salir y estirar las piernas, pero Sirius le había dejado muy en claro que no se moviera hasta que volviera.
Espero impacientemente a que Sirius volviera y, cuando se canso de esperar se levantó dispuesta a buscarlo, el maullido de un gato la distrajo.
Kaila levantó la cabeza para ver a un gran gato naranja mirarla. Tras el llegó Sirius convertido en Canuto.
—Creo que la profesora McGonagall nos encontró —le susurró al perro, como si el gato no pudiera escucharla.
Sirius volvió a su forma humana.
—No es Minnie —aclaró—. Sabe que la rata del pelirrojo es Pettigrew. Nos va a ayudar.
—Dices que ¿un gato nos va a ayudar? De casualidad no comiste alguna planta con efectos particulares.
Sirius sonrió y se sentó en la cama.
—No comí ninguna planta alucinógena, simplemente es un gato inteligente que me reconoció en seguida —dijo Sirius—. Por cierto hoy hay un partido de Quidditch, Harry jugará.
Por la tarde los dos —uno convertido en perro— se dirigieron con paso silenciosos hacia el campo de Quidditch. Kaila había logrado convencer a Sirius de ir a ver el partido, jurándole que se quedaría bajo las gradas todo el tiempo. No le interesaba ver un juego sobre escobas, simplemente quería salir.
Al llegar se escondieron bajo las gradas. Sirius sacaba la cabeza, convertido en perro, para ver el partido y le comentaba a Kaila si sucedía algo interesante.
Cuando el partido se puso comenzó y las personas no despegaban la vista de cielo ni un segundo, Kaila aprovechó para sacar la cabeza y poder ver.
Podía sentir la emoción y felicidad de los alumnos cuando alguna casa ganaba puntos. Era agradable poder sentir la felicidad otra vez.
—¿Cuánto a que Gryffindor gana? —preguntó Sirius.
Se veía feliz y emocionado. Era como si volviera a ser un alumno de Hogwarts que apoyaba a su casa y amigos (o al hijo de James). Kaila sonrió al verlo así.
—No tengo dinero pero yo apoyo a Hufflepuff.
—¡Oh, vamos! Admite de una vez que Gryffindor es mejor —dijo Sirius.
—Helga Hufflepuff me mataría si lo hiciera. Aparte le soy fiel a mi casa.
Se habían sumido en una discusión sobre que casa era mejor que se olvidaron por completo del partido. No fue hasta que escucharon el silbato de Madame Hooch sonar anunciando el final del partido.
Los dos sacaron las cabezas.
Harry caía inconsciente de a varios metros de altura. Dumbledore se apresuro a hechizarlo para ralentizar la caída y evitar su muerte.
Antes de que alguno de los dos pudiera hacer algo, un frío helado los inundo. Todo el furor de antes desapareció y la sensación de tristeza los inundó.
Dementores.
Preocupado por Kaila, Sirius la metió de nuevo bajo las gradas y la jalo corriendo hasta llegar al sauce. Este estaba ocupado destrozando la escoba de Harry.
Tras paralizar al árbol, los dos entraron y se dirigieron a la casa de los gritos.
—¿Estas bien? —preguntó Sirius. Kaila asintió.
—Gane la apuesta. Hufflepuff ganó.
Sirius resopló.
—Fue porque Harry se cayó.
—No pongas excusas, pulgoso. Hufflepuff es la mejor casa, supéralo.