Hot First Love ∆~Omegaverse~∆

By simpdeloscompas_2

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El celo de un animal es aproximadamente una vez al año... La cosa es que, si no estás enamorado de nadie, el... More

Que es omegavers?
Cómo la pasa raptor en el celo
Cómo la pasa Trollino en el celo
Cómo la pasa Music en el celo...

Victor en su Rut

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By simpdeloscompas_2

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— ¿Podrías pasarme el frasco que está a tu derecha? — Una voz suave y tranquila, proveniente de un chico de cabellos azabaches, de puntas moradas; los mechones cubrían ligeramente su rostro gracias a lo largo y rizado que este era, tapando la vista desde sus anteojos circulares.

Las ásperas y grandes manos del chico castaño tomaron con fuerza aunque delicadeza el susodicho frasco, pasándolo de un extremo a otro, y entregándolo en las manos del contrario.

Alzó sus mangas, la bata le quedaba ligeramente grande. Después de un pequeño rose entre sus dedos, de las manos del contrario tomó el frasco y lo colocó en la mesa. Bajó su cabeza a la altura de esta, sin doblar sus rodillas y dando un par de pasos cortos hacia atrás, dejando su cadera arriba y bajando solo su torso. Todo esto, para lograr medir correctamente los mililitros necesarios para completar un experimento.

De un frasco diferente, un liquido de color x se notaba por lo transparente del cristal; en una etiqueta pegada en la parte externa del frasco, se notaba el término "xxx". Tomó el frasco, lo inclinó y virtió el contenido en el anterior nombrado, marcando justo en el término 25 mililitros; lo regresó a su posición vertical, y lo dejó de nueva cuenta en la mesa, enderezando su cuerpo y regresando a su anterior posición.

Alzó su vista; el pequeño reloj de forma circular que colgaba en la pared justo enfrente de él había comenzado a emitir una especie de alarma, remarcando que eran las 2 de la mañana.

Sus ojos se abrieron un poco tras la impresión; entrelazó los dedos de sus propias manos y las estiro, alzando sus brazos y echando su torzo hacia adelante, estirandose; al mismo tiempo, soltó un bostezo y cerró sus grandes ojos. El castaño solo pudo quedarsele viendo, mientras el bostezo se le contagiaba y las horas despierto decaían sobre sus hombros.

— ... — Regresó a su posición original, con los ojos entrecerrados — Lo lamento, no me había dado cuenta de la hora — Talló uno de sus ojos con la manga de su bata, pasándola por debajo de sus lentes; así mismo, los levantó lo suficiente para poder manipular el área de sus párpados — Creo que es tarde, deberíamos dormir ya — Opinó, mientras dejaba que la bata deslizará sobre sus hombros y recayera en sus antebrazos, para después sacar cada una de sus mangas y colgar la bata en una especie de gancho, quedó en una playera delgada y cómoda de color blanco, larga, tanto que cubría el pequeño short suave que se terminaba a la altura inicial de su muslo.

— ... — Fué entonces cuando el chico castaño alzó su vista y miró al reloj, percatándose del tiempo pasado en solo un abrir y cerrar de ojos — Supongo — Contestó sereno, regaló una pequeña sonrisa y comenzó a quitar su bata de igual manera, dejándolo en una playera gris, la cual le quedaba corta y apretada; dejaba a la vista el short corto que llevaba, mostraba sus bien trabajadas piernas.

Sin decir más palabra, ambos chicos se fueron a sus respectivas camas, no sin antes decirse un "linda noche" y despedirse con un beso en la mejilla; ambos dormían con una sonrisa en su rostro.

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Pasaban de las 3:30 de la madrugada, el chico castaño dormía tranquilo en su respectiva cama; mientras el azabache, por otro lado, no la estaba pasando tan bien.

Siempre tenía problemas para dormir en la noche; además, el frío era insoportable, o eso desde su punto de vista.

Lo pensó un par de minutos, y tras imaginarse todas las reacciones negativas posibles, decidió no ir a la cama de Víctor; podría reaccionar de una manera extraña, y arruinar una de las amistades más verdaderas y largas que hay entre el grupo.

Volteó su cuerpo hacia la pared; quería evitar pensar tanto sobre el.

Tal vez por eso no se percató del pequeño ruido de pisadas casi inaudible que se formó a sus espaldas.

Tal vez por eso se sorprendió cuando el chico de ojos oliva paso suavemente su brazo por debajo del suyo, tomandolo de las caderas y empujando su cuerpo hacia atrás, quedando ambos cerca, tanto que podía distinguir en su cuello la respiración tranquila y caliente del mayor de ambos.

Tal vez por eso un color carmín tiñó sus mejillas en el momento en el que pasó, y solo la oscuridad de la noche logró taparlo.

Tal vez por eso al doblar sus rodillas hacia adelante logró sentir que su cuerpo entero era aprisionado por las piernas, los brazos, el torso y la cabeza (la cual quedó oculta en su cuello) del chico con el que compartía habitación, y en este momento, también cama.

— Tronabas tus dientes, supuse que tenías frío. Espero poder ayudar — Su voz se escuchaba ronca, lenta y débil, casi en un susurro; su cuerpo era cálido (pues no olvidemos que es un híbrido de dragón), el frío se fue en tan solo un abrir y cerrar de ojos.

Las feromonas de ambos estaban calmadas, casi en sinfonía; cada uno se tranquilizaba con las del otro, y al mezclarse, formaban el aroma más delicioso que se puedan imaginar.

El insomnio y la casi hipotermia (tal vez estaba exagerando) del azabache, se fueron en cuanto cerro sus celestes y brillantes ojos, cuya grandeza perdieron al momento de retirar sus lentes.

Calló dormido entre los suaves movimientos de los pulgares en su cintura.

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La suave mano del castaño se hacía espacio entre las sabanas, tratando de hacer el menor movimiento posible por el cuerpo del oji-Violeta; quien seguía durmiendo.

Su dedo índice se posicionó en la punta de un rizo que reposaba en su frente. Comenzó a enrollarlo con delicadeza, tratando de no jalar de sus suaves cabellos.

Sin provocarlo, su cuerpo se calmó, sus músculos se destensaron, y una sonrisa cálida y sincera se dibujo entre sus mejillas; mientras un rubor carmín subía a su rostro y sus ojos se perdían en los suaves rizos del chico azabache.

¿Cuanto tiempo pasó allí? Realmente no lo sabe, pero apartó su mano cuando se dió cuenta de que faltaban 5 minutos para que sonara el despertador.

Retiró con delicadeza el brazo que mantenía ambos cuerpos unidos, volteó su cuerpo y se sentó en la orilla de la cama, dando un bostezo y estirando ambos brazos hacia arriba. Apoyó ambas manos en el colchón para tomar impulso y levantarse de la cama; se dirigió a su armario en busca de un conjunto de ropa y se metió a duchar.

El ruido de las constantes gotas de lluvia levantaron al más pequeño (estaba seguro de que había pospuesto el despertador, siempre hace eso); ¿cómo Víctor supo eso? El olor a a azucenas se intensificaba al amanecer, pues la dulzura del aroma se disparaba cuando recién despertaba.

Fuera del cuarto de baño, el azabache recogía sus lentes de su escritorio, colocandoselos y ajustandolos a la altura del tabique, logrando ver a la perfección los rincones del cuarto; pues necesitaba una graduación bastante alta.

Su vista se ubicó en la puerta del baño. Que casualidad, justo en ese momento fue abierta y se dejó a la vista el torso desnudo de su compañero de cuarto/mejor amigo. ¡Joder, que bien se veía el agua deslizando por sus bien marcadas abdominales! No pudo evitar que el color de sus mejillas se tiñera ante la repentina acción. Apartó su vista lo más rápido que pudo, pero fue suficiente tiempo como para hacerse 1001 ideas en la cabeza.

"¿Lo hice a propósito?" "¿Lo habrá notado?" "¿Por qué está tan bueno?" "¿Está molesto?" "¿Debería disculparme?" "¿Qué tan sonrojado estoy?" "¿Puede ver mi rostro?" "¿Le molestaría si vuelvo a mirar?"

Su mano tapaba su rostro, y su cabeza daba la espalda a Víctor. Los cabellos mojados del castaño cubrieron su vista en el momento ocurrido hace un par de segundos; por ende, no comprendía bien la situación.

Al levantar su vista y apartar su cabello (que seguía escurriendo); la imagen de la piel pálida de May siendo tapada por el color rojo/rosado intenso en sus mejillas, lo confundieron y lo enternecieron a la vez.

— ¿Estás bien? ¿Te sientes mal? ¿Tienes fiebre? — Aún con su cuerpo medio desnudo, caminó un par de pasos hacia May y apartó su mano con la suya; mientras con la libre, tomó su mentón y giró su cabeza, lento y delicado, no quería lastimarlo — Te vez acalorado, revisaré si tienes fiebre — Soltó la mano del chico, y subió a la altura de su frente, apartando sus cabellos y tocandola con la parte delantera de sus dedos — Bien, no estas enfermo, me preocupaste — Se apartó; sin querer y sin darce cuenta, su mismo rostro se acercó al del chico, así que la distancia era corta. ¡Que inocente puede ser Víctor!

May ni siquiera soltó palabra; los nervios que sentía en ese momento no podían compararse con nada, el momento fue muy rápido y repentino; su cuerpo reaccionó, pero su mente aún no lo hacía.

— En cuanto puedas baja a desayunar, ya es un poco tarde; cuida tu alimentación, ayer no comiste casi nada — ¿Cuánto tiempo se quedó mirando hacia el mismo punto fijo? No lo sabe, pero en cuanto se dió vuelta, Víctor terminaba de ponerse su playera deportiva, al parecer saldría a ejercitarse.

— ¿Tu ya comiste algo? Es malo no comer nada antes de los desgastes físicos que tienes al entrenar — Habló, casi en un regaño, el de cabellos azabaches.

— No lo eh hecho, ¿desayunamos juntos? — Volteó a ver al chico, regalando una cálida sonrisa; sus feromonas se volvieron dulces en un par de segundos.

— Seguro — Sonrió también; su respiración se apaciguó, su pequeño enojo se desvaneció, y su cuerpo se dejó llevar ante el tranquilizante olor de las feromonas del castaño.

El mayor caminó hacia la puerta, tomó la perilla entre una de sus manos y la giró; justo cuando salía de la habitación, el dulce aroma de May lo aturdió ligeramente; pero, no lo suficiente como para hacerlo caer ante el tentador olor.

Jaló la puerta hacia el, pasó por el marco de esta y la cerró de nueva cuenta; recién fuera, sacudió su cabeza, tratando de evitar concentrarse demasiado en su aún amigo; del cual estaba más que enamorado desde el primer día que pudo verlo.

Se hizo espacio entre el pasillo, y bajó las no tan grandes escaleras que se presentaban frente a el; al mirar a su derecha y a su izquierda y no ver a ninguno de los chicos aún, se extrañó.

Fue hacia la cocina, con la esperanza de encontrar a alguien allí.

En lugar de eso, al dar unos pasos después de el marco de la entrada, pudo divisar frente a el una pequeña nota pegada en el refrigerador. Se acercó, dando lentos pasos; alzó su antebrazo a la altura del papel, su dedo índice encurbado se posicionó tras la hoja, y su pulgar encima de este; tiró del objeto, despegandolo de aquella área.

Lo acerco un poco; tenía algo escrito.

"Mike tuvo un accidente en su mano, parece que le duele mucho.

Iremos a que se la revisen, es probable que no regresemos en lo que queda del día, al parecer todos tienen algo que hacer.

Nos quedaremos en un hotel esta noche, mañana estaremos allí para el almuerzo.

Atte: Trolli y el resto"

Salió de la cocina, terminando de leer la nota; alzó su vista, May bajaba de las escaleras.

Con su puño derecho, tallaba uno de sus ojos celestes; alzando como reacción sus redondos lentes.

-— ¿Y los chicos? — Dijo adormilado, su habla era baja y serena. Dió un bostezo antes de dejar al contrario hablar.

— Parece que salieron. La nota decía que no regresarían hasta mañana al medio día — Contestó Víctor, con su cuerpo girado 90° grados en dirección contraria a la de May. Su dedo índice se posicionó semidoblado del lado izquierdo de su rostro; mientras su pulgar en el lado derecho, dejando una apertura entre ambos.

— ¿La nota? — Dió un último paso, descendiendo del desnivel del escalón; quedó frente a Víctor.

— ... — Estiró su brazo en dirección al chico, sostenía en su mano la nota; quedó estático unos segundos para que el chico terminara de leerla — Encontré esto en el frigorífico, al parecer Mike tuvo un accidente, no me sorprende — Rió; ladeó su cabeza aún con esa pequeña sonrisa entre sus mejillas

— ... — Sus ojos iban de un lado al otro lentamente, terminando de leer el escrito; su mirada se alzó en el momento que terminó, la sonrisa de Víctor fue inevitable de observar, parecía resplandecer; un ligero eh inconsciente rubor subió a sus mejillas — O-ojalá esté bien — No pudo (ni quiso) despegar su mirada de los ojos oliva del castaño.

— ¡Lo estará! Mike es hiperactivo, pero es fuerte — Suspiró, parecía calmado; ¡Que distraído! Ni siquiera notó los ojos celestes de May sobre el.

— ¿Desayunamos? — Pasaron un par de segundos para que pudiese reaccionar, trató de actuar normal.

— ¡Claro! Por un momento, de verdad lo había olvidado — Hizo una seña con su brazo, dándole paso al chico — Después de ti — Sonrió de igual manera, ¿pero cómo es que May no se da cuenta? ¿Acaso está tan ciego trallendo lentes puestos?

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10:00 PM marcaba el reloj.

Ambos aromas se fucionaban en la misma acogedora habitación.

A diario (más o menos a esa hora), ambos chicos se juntaban allí para proseguir con los proyectos de May.

Aunque siendo sinceros, a Víctor no le interesaba nada de ciencia; simplemente estaba allí para poder pasar aún más tiempo junto a su enamorado.

Las unicas luces prendidas en toda la casa eran la del techo de la habitación y la de una pequeña lamparita que adornaba el escritorio.

Ambos chicos hablaban sobre cualquier tema, las carcajadas por parte de ambos se hacían notar a cada instante; ¿qué esperaban de dos mejores amigos que compartían su vida? Tal vez pasaban demasiado tiempo juntos, y es que eran inseparables.

¿Que se puede decir? Todos, todos encerio todos los gustos alimenticios o pasatiempos y demás, eran ya sabidos por el otro; y es que, literalmente sabían sus rutinas, para saber si pueden estar con el otro y en que horarios para no molestarlos.

Por ejemplo, Víctor suele salir a correr todos los días a las 7 de la mañana, así que sabe que debe salir con cuidado de no despertar al chico azabache.

May suele leer por la tarde; Víctor procura hacer el menor ruido posible, y procura también que los demás guarden silencio para que el chico disfrute de sus lecturas.

Sus sonrisas eran inevitables; sabían tanto del otro y aún así tenían tantas cosas que contarse, que podrían hablar por días y días sobre su vida sin cansarse de escuchar.

Y de repente, cuando el momento pintaba de lo mejor posible, el cuarto se volvió completamente oscuro.

Ambos se sorprendieron por el repentino incidente, pero no tardaron mucho en reaccionar.

La mano izquierda del castaño tomó una pequeña vela que se guardaba sobre el escritorio y un fósforo que sacó de un cajón; prendió esta con sumo cuidado, pues había más de un compuesto inflamable entre los líquidos químicos.

Era obvio que la luz se había cortado, pues ninguno de los dos estaba cerca del interruptor; además de que el incesante ruido del ventilador de techo que tenían había parado de igual manera.

La vista de Víctor se veía ligeramente afectada por el cambio repentino de luz, pero la de May estaba perfectamente acoplada a esta (no olvidemos, este chico tiene vista de búho); el siguió con su trabajo, sin darle importancia. El castaño solo se le quedó viendo en silencio, pues el incidente había interrumpido su charla.

No era incómodo, ambos sabian apreciar lo que hacía el contrario; si bien, muchas de las cosas que sabe Víctor sobre química y física lo aprendió observando al menor.

Había un montón de papeles sobre el escritorio; el castaño sabía de las constantes investigaciones que solía hacer May para averiguar más de un tema, pero esta vez era mucho más; se veía un montón que probablemente sobrepasaban las 100 hojas llenas de información.

— ¿Qué es lo que investigaste esta vez plumitas? — Alzó su mano derecha (la que tenía libre), y la entrelazó entre los rizados y ligeramente esponjosos cabellos azabaches del menor.

— Oh... Pues — Pareció ponerse un poco nervioso; pero, a los ojos de Victor, su sonrojo no pudo ser distinguido — Yo, eh investigado por todos los lugares que pude sobre el celo de los alfas, hay muy pocos estudios sobre eso y quería corroborar algunos aspectos que eh encontrado entre los chicos, en especial en Trolli y Raptor — Declaró el chico, tratando de sonar natural; aún así, en su habla se podía notar la poca confianza que tenía al hablar respecto a ese tema.

— ¿Y encontraste algo interesante? — Siendo un alfa que no había tenido su primer celo, le interesaba bastante el tema; aún así, claro que le dieron celos al escuchar los nombres de sus dos amigos en la razón de una investigación tan grande como lo era esa.

— Pues... Solo los síntomas, y alguno que otro método para calmarlos sin llegar a tantos extremos; por cierto, se que Trolli, Raptor y Music ya presentaron su primer celo, nosotros los omegas debemos tener cuidado ante las feromonas — ¿Se escuchaba a si mismo? ¿Se estaba dando cuenta de lo mucho que estaba poniendo a Víctor celoso por el último comentario? Oh vamos, literalmente estaba admitiendo que los dulces aromas de los tres alfas le parecían tentadores.

De repente; un dolor agudo de cabeza hizo que el castaño soltara la vela, rompiendo el contorno de cristal que la recubria; su torso se inclinó hacia adelante y ambas manos se dirigieron a su cien, aplastando esta y comprimiendola para tratar de evitar la sensación.

No pudo evitar dar un par de pasos hacia atrás y sentarse en la cama del menor, el dolor era insoportable

Pareció que pasaban horas, pero solo fueron un par de segundos; May reaccionó y con preocupación se dirigió hacia el mayor en un desplazamiento largo y efectivo, quedando de rodillas frente a el.

— ¿Estás bien Vic? — Su habla era rápida y preocupada al máximo, sus manos se posaron sobre las del castaño en un intento de calmar el malestar.

Sin quererlo y sin notarlo, las feromonas de May se volvieron mucho más dulces; el dolor de cabeza disminuyó rápidamente ante eso.

Ahora, ambas manos del mayor sostenían sus propios cabellos por sobre las manos del azabache, ya no hacía fuerza, solo acariciaba las manos del oji-azul.

— Hey... ¿Estás bien? ¿Te duele algo? — Su pálida mano derecha se dirigió a la altura de la frente del castaño, la parte delantera de sus dedos se posó allí, haciéndose espacio entre los cabellos del chico, que se habían despeinado ante la reacción — Tienes fiebre, iré a ver si puedo encontrar algo para- — Estuvó a punto de levantarse para buscar algún medicamento, pero el fuerte aunque delicado agarre del de ojos oliva lo detuvo — ¿Estas bien Vic? — No intentó safarse, pues trataba de comprender la situación.

— No- no te vayas — Trató de calmarse, pero le era imposible — Quédate... Por favor — Su respiración era agitada, ni el mismo comprendía lo que le pasaba.

Sus miradas se chocaron por un momento.

La buena vista ante la oscuridad, le dejó a May observar los ojos olivas del contrario.

Un brillo inusual parecía encontrarse en ellos.

El azabache los analizó un momento.

— Creo que ya se lo que tienes. Necesito que me sueltes; no saldré de la habitación, solo debo revisar algo — De a poco, el agarre del contrario se fue aflojando.

Se levantó y se dirigió a su escritorio, donde reviso los múltiples papeles que se encontraban sobre este.

"Los síntomas más comunes suelen ser fiebre alta y mal estar, aunque, en unos pocos casos, se presentan dolores fuertes y repentinos de cabeza, brillo en los ojos y una sensación de inseguridad".

Ese párrafo era clave.

Sin duda, Víctor estaba presentando su primer celo.

— ... — Se sorprendió, no sabía como actuar ante esas situaciones — Yo- es decir, tu- creo que haz entrado en celo Vic — No lo volteaba a ver, seguía buscando algún otro indicio para comprobar su teoría.

Para cuando se volteo, el castaño ya estaba sosteniendo la perilla.

— Si lo que dices es verdad, debo alejarme de ti, eres un omega y podría hacerte daño — Giró la perilla.

— ¡No! ¡Espera! Saldré yo — Se acercó a él y tomó la perilla por sobre la mano del castaño, quien instintivamente giró hacia su costado para encontrarse con el rostro del menor.

— Esta habitación huele mucho a ti, me volvería loco si me quedase — Apretó sus dientes, empezando a sentir los síntomas comunes de un celo.

Giro la perilla de nueva cuenta, pero por más que empujo, la puerta no se abría.

— Mierda — Susurró por lo bajo, mientras intentaba abrir la puerta ahora un poco más desesperado.

— Está atascada — Soltó May, algo que ya sospechaba, pero no quería admitir.

— Jodanse — Susurró, se apartó de la puerta rápidamente y fue a acostarse en su cama, sin tener un plan en específico.

May hizo lo mismo, se apartó de la puerta y se dirigió a sus apuntes.

— Plumitas~, por favor~, trata de que tu aroma no sea tan malditamente dulce~ — Se relamía los labios cada que podía, su boca se hacía agua ante las feromonas del contrario; su voz era ronca y profunda, tan seductora.

Un sonrojo se apoderó de sus mejillas; trató de controlar la cantidad de feromonas que salían de su cuerpo, era difícil.

Mientras seguía leyendo, encontró el apartado correcto.

— Yo... ¿Vic? — Habló el azabache, mientras dejaba los papeles en la mesa — necesito- yo necesito que me des acceso a tu cuello, debo inyecta‐ — Fué interrumpido.

— Mi cuello~ — Suspiró — ... Está fuera de tu alcance — Su voz era tan autoritaria; ante un omega cualquiera, habría sido intimidado, ¡pero vamos! ,¡Que se trataba de May! No sé rendiría tan fácil.

Pensó un par de segundos.

— Si- si tu cuello está fuera de alcance... Puedes tomar el mío — Se acercó a la cama del chico; bajo la bata de laboratorio, esta vez no llevaba nada puesto; desabotonó su playera solo un poco de la parte alta, y bajo su manga para que quede por debajo del hombro.

— ¡! — Se levantó de tirón ante la impresión, encontrándose con el cuerpo del chico a la orilla de la cama, aún de pie — ¿A qué te refieres plumitas?~ — Joder... Su voz derretiría a cualquiera, era tan profunda y lenta que podría seducir a un angel.

— ... — Debió controlarse para no caer ante su voz — Te pican los colmillos, ¿no es así? Puedes marcarme, mañana podré deshacerme del lazo con una extracción de glándulas — Habló tímido el azabache; posó ambas manos a los costados de las piernas de Víctor sin doblar sus rodillas y acerco su cuello a la mandíbula del castaño.

— No haré esto May~ — Apretó su mandíbula — Podría lastimarte, ah~ Por favor~ Aléjate~ Puedo oler tus fuertes feromonas desde aquí~ Se me hace agua la boca~ Maldita sea, necesito que te apartes~ — Suplicó el castaño, mientras alejaba su rostro del pálido y uniforme cuello del oji-azul.

— Solo... Muerdeme~ — Lo dijo en un suspiro agudo, se escuchaba tan jodidamente irresistible, parecía una especie de gemido provocativo.

— Mierda May~ no hagas esto~ — El castaño no era de las personas que solían decir groserías, pero la situación era tan tentadora, se le hacía imposible resistirse a tan delicioso deleite.

— Muerdeme~ Por favor~ Solo hazlo~ — ¿Este era el aprovechándose de la situación? Probablemente si, solo lo disfrazaba en una supuesta "ayuda".

— Plumitas~ Apártate~ — Sus colmillos sobresalían de entre sus demás dientes; su boca estaba abierta, pero sus dientes apretados no dejaban ver el interior de esta; sus ojos olivas llacían apretados, no soportaría ver la expresión del azabache.

— ¡Muerdeme!~ ¡Ah!~♡ — No pudo ni completar sus súplicas, pues una de las manos del castaño lo tomó por su nuca y lo acercó bruscamente a el; sus colmillos se encajaron por completo en el pálido cuello del chico oji-azul, no tuvo piedad alguna; apretaba la mandíbula con fuerza en el área baja del cuello, pues era un lugar donde no lastimaría ninguna vena o vaso sanguíneo (si, esto lo aprendió entre sus tantas reuniones con May y sus estudios).

El fuerte y alto gemido que soltó el azabache al sentir el cambio de temperatura (pues hacia bastante frío, y la saliva del mayor era caliente, normal de un escupe fuego) solo empeoró el celo; las fuertes feromonas podían olerse a kilómetros.

Tras abrir su mandíbula y apartarse después de la primera mordida, los agujeros de los colmillos se hicieron notar, dos finos hilos de sangre escurrian de ellos.

La respiración del mayor era agitada.

— ¿Ha-haz terminado? P-puedes hacerlo un poco más si así te sientes mejor — El ambiente comenzaba a ser caliente; las feromonas de ambos estaban descontroladas, la cercanía no ayudaba a esto.

Ni siquiera hubo respuesta.

Las grandes manos del castaño tomaron las caderas aún alzadas del chico y las empujaron hacia su derecha, dejándolo a el sentado, y el oji-olivas sobre el.

— Levantate, ¿quieres?~ — No usaba su voz de mando, pero era tan profunda y seria, seductora hasta cierto punto, el que esté susurrando cerca de el tampoco ayudaba.

Tomó una de sus manos, el color era contrastante entre ambas.

La jaló y se alejó un poco; no tenía la aprobación como para juntar sus labios, pero la distancia se mantenía cercana.

— Date la vuelta~ — Mierda, debía controlarse si no quería caer en la tentadora escena, podría mojarse tan solo escuchando la jodida voz que usaba.

No tuvo más opción que acatar la orden; pero a quien engañamos, no le iba a decir que no.

Tras darse la vuelta, el cuerpo del castaño se apegó de nueva cuenta a el; sus brazos pasaron por debajo de los del azabache, abrazandolo de la cintura.

— Tu cabeza~ Inclina tu cabeza~ — Tomó los rizados cabellos del azabache entre sus largos dedos; los apretó con fuerza y tiro de ellos, haciendo que por instinto la cabeza del menor se inclinara hacia atrás, apoyándola en uno de sus hombros y dejando su cuello estirado; un gemido agudo salió de su boca ante la repentina acción. Claro que le dolió, pero mierda, era superada por mucho por la intensa sensacion que recorría su cuerpo ante el dolor repentino.

Su cuerpo aprisionaba al omega, el acceso a su cuello era mucho mayor.

Clavo sus colmillos de nueva cuenta, no se contuvo ni un poco.

— ¡Ah!~ A-avisame si-siquiera~ — Cada vez que sus colmillos se encajaban, una ola de placer recorría su cuerpo entero, la sensación era indescriptible.

Lo ignoró por completo, abría su mandíbula y lamia un par de veces el área de la mordida, para volver a aprisionar la piel del azabache un par de minutos después.

— Mierda~ — Alcanzó a susurrar; se alejó rápidamente del menor, su boca sabía por completo a el.

¿Era su imaginación? Su sangre tenía el sabor perfecto a el, era tan delicioso que apenas pudo detenerse.

¿Por qué se detuvo? Se había excitado, su entrepierna lo hacía notar. Sabía que no podría controlarse desde aquel punto.

Su pulgar derecho pasó por la comisura de su labio inferior, obteniendo rastros de sangre entre ellos, no dudo ni un segundo en lamer su dedo en busca del apetecible sabor.

— Plumitas~ No puedo seguir con esto y lo sabes~ Joder~ Creo que estoy peor que antes — Su respiración agitada y su voz gruesa no ayudaban al menor. A quien engañaba, estaba tan caliente como probablemente también lo estaba el castaño.

— Tu... — Se acerco a el con pasos intencionalmente coquetos — Puedes tomarme — El mismo May que solía ponerse nervioso por simples palabras, se desenmascaraba por culpa de las seductoras feromonas de un celo.

Podía jurar que se había mojado al escuchar aquellas palabras.

— Ah~ No seas tan coqueto May~ Sabes lo mucho que te amo y lo mucho que estoy dispuesto a hacerte mío toda la noche~ Pero mierda~ Me estaría aprovechando de ti~♡ — Tapó su nariz con su mano extendida cubriendo también la zona de su boca; pero más que por asco, fue por controlarse. El éxtasis que le dejaba el oler las dulces feromonas solo volvía más complicada la situación.

— Y-yo... ¿Te gusto? — No se la creía; sus ojos parecieron iluminarse, sus mejillas estaban completamente rojas.

— ¿No era muy obvio?~ Me encantas~ Eres la unica persona que logra estar en mi cabeza cada segundo del maldito día~ — Es muy normal el tener valor durante el celo ¿no es así? Aunque en este caso, si que creía que el menor lo sabía, solo simplemente no lo correspondía.

— ¿Lo-lo dices enserio? — Su voz parecía temblar un poco, aunque más bien se le quebraba; había tantas pistas, ¿como no lo había notado antes?

— Ah~ ¿Alguna vez te eh mentido plumitas?~♡ — Sus manos se recargaban en el escritorio que estaba tras de el; su cuello se estiraba, pues su cabeza se recargaba hacia atrás; pequeñas gotas de sudor escurrian por el; su manzana de Adán se notaba; las venas resaltaban y se podía notar como tragaba saliva constantemente.

— Yo-yo también te amo Vic... — ¿Cómo le había dado tanta vergüenza decir esas simples palabras cuando hace un par de segundos estaba entregándose a el? Desvió su rostro apenado; aunque seguía sin iluminación alguna, el castaño juró poder ver el sonrojo entre sus mejillas.

— ¿Ha-hablas enserio?~ — Regresó su cabeza y la inclinó ligeramente hacia abajo; la altura entre ambos chicos se hacia notar.

— Muy enserio — Regaló una sonrisa, justo antes de pararse de puntitas y juntar sus inexpertos labios con el castaño, en un beso que ninguno de los dos esperaba. Ambos eran novatos en esto, pero los dulces labios del contrario lograban que actuaran como expertos.

— Precisamente, porque te amo demasiado, no puedo permitirme hacerte daño May~ Necesito salir de este lugar ahora~ — Separó el choque de sus labios; un fino hilo de saliva se formó entre ambas bocas y los ojos de May permanecieron mirando hacia arriba, ya no estaba de puntas.

— ¿Y si...~ Yo no quiero que salgas?~ — ¿Cómo es que podía cambiar tan fácil de actitud? Probablemente las feromonas alborotadas de Víctor tuvieron algo que ver.

El de ojos oliva soltó uno de sus agarres; rodeó a May con este, obligándolo a quedar de frente contra el escritorio; la mano del castaño volvió a posarse en el. Ahora estaba detrás del azabache, con su respiración chocando en la piel pálida del cuello del oji-azul

Más o menos así:

(Imagen sacada del libro "Mr.Beta" en Weebtoon, si tienen tiempo y aún no lo leen, se los recomiendo, en realidad es muy bueno, aún está en emisión, lamento el hecho de que aparezcan los botones de mi celular, es solo que no tuve tiempo de recortar la imágen)

— Mierda~ Lo estabas pidiendo a gritos~ — Susurró cerca de su oído, demasiado cerca; podía sentir la respiración del mayor en su oreja, su corazón se aceleró en cuestión de un par de segundos.

Sin siquiera darle tiempo de pedirlo, volvió a hundir sus colmillos en la perfecta y lisa piel del menor; pudo sentir como su boca se llenó con el gusto a azucenas; su flor y su olor favoritos, que jodida casualidad.

(Los créditos a la idea del olor se los lleva Kashi_del_Mikellino , quien por lo que veo ah estado un poco inactiva, es una lastima, fácilmente podría decir que es una de mis tres escritoras favoritas en cuanto al género de "Los Compas", ojalá todo esté bien, sería un honor seguir leyendote <3)

Casi pudo sentir que su mandíbula volvía a cerrarse por completo, cuando aflojó esta misma y liberó el pequeño (y ahora rojo) espacio de piel que sostenía.

— Yo... Lamento todas y cada una de las cosas que hoy hice. Odiame si quieres, yo me lo busque; si quieres terminar la amistad que tenemos en este momento, puedes hacerlo, yo lo comprenderé — Separó su cuerpo del de May, aún con las manos en el escritorio; bajo a la altura del menor, dando un paso hacia atrás; apoyó su cabeza en el hombro del azabache y con su lengua limpió los restos de sangre aún fresca que salían de la última mordida.

— ¿Cómo te lo dejo más claro? Tienes mi permiso para saciar todos tus deseos, para volverme tuyo de todas las maneras posibles y para quitarme lo que muchos consideran lo más preciado; porque te amo y nada cambiará eso — Sus ojos celestes se abrieron ligeramente, una mirada lasciva podía marcarse, era un maldito masoquista de primera; volteo su cabeza y todo su cuerpo hasta tener a Víctor de frente, le alzó el mentón con sus dedos semi-doblados.

— ... — Su mirada chocó de frente con la del azabache; ¿Era su imaginación o...las pupilas celestes de May se habían vuelto un corazón? — Joder~ — Susurró, antes de entrar rápidamente en el espacio personal del menor y chocar sus labios contra los ajenos, quienes gustosos le dieron su permiso.

El choque de las capaz húmedas de piel se hacía notar; la saliva espesa y dulce de ambos se entrelazaba en una acción coordinada, como si se conociesen a la perfección.

Las manos del castaño se deslizaban en suaves toques por debajo de su bata delgada; mientras las de este, se entrelazaban por detrás del cuello del mayor.

Tenían la jodida cama a su lado, aún así no pensaban eso, la tentación los seducía a ambos.

Bajó sus manos a la altura de sus muslos, cargo de ellos como si de simples plumas se tratasen (y con mucha razón, tenía una fuerza bastante grande y May pesaba demasiado poco) y lo apoyó en el escritorio, inclinándose ligeramente y obligando a que el menor se apoyara de sus manos hacia atrás.

Al acercarse y quedar contra este, ambos cuerpos se presionaron entre sí; la cadera del de ojos oliva se hacia espacio entre las piernas del menor; empujando estas mismas con la fuerza necesaria como para que pudiera sentir las pequeñas gotas de lubricante natural que mancharon los delgados y pequeños shorts de May; este último, mantenía sus piernas enrolladas en la cadera de Víctor.

La boca del castaño aprisionaba los labios contrarios, era el jodido beso más húmedo que se podía tener; los colmillos del mayor constantemente aprisionaban el labio inferior del contrario, sacando sangre de allí un par de veces.

Mierda, el sabor de su sangre era tan adictivo.

Hay mil y un fetiches extraños, el maldito fetiche de Víctor era probar una y otra vez el espeso líquido vino que abundaba en May, tan estúpidamente delicioso.

La boca del azabache soltaba constantes gemidos; el nuevo fetiche de Víctor y el reciente descubrimiento del sadomasoquismo del de ojos celestes no mejoraban la situación.

Las piernas de May se apretaban en un intento desesperado de sentir mayor placer por encima de las telas que aún conservaban puestas; mientras una de las manos de Víctor tomaba (o mejor dicho aprisionaba) del cuello al menor, haciendo una mínima fuerza y manteniendo ambas bocas juntas, mientras la otra tomaba de las caderas a May.

Ambas manos del menor estaban ocupadas sosteniendo su peso hacia atrás, y realmente le encantaba la sensación; se asfixiaba un poco, pero mierda, si que le gustaba.

Las respiraciones eran agitadas, la rapidez y sincronización con la que atacaban los labios del contrario formaban un ambiente caliente y húmedo, las ventanas se empañaban ante el frío de afuera y el calor de dentro.

El sonido solo empeoraba las cosas; una especie de aplausos suaves, el sonido de la espesa saliva despegandose entre sí, y de las telas rosando y haciendo fricción entre ellas, acompañado de los pequeños y agudos gemidos que soltaba el menor ante el tacto casi experto del castaño.

Lo cual era bastante ilógico, pues a pesar de su edad, seguía siendo virgen; aunque esto, es bastante normal cuando se trata de alfas y omegas, pues anteriormente, se consideraba un delito grave el mantener relaciones antes de los 20 años de edad, debido a su alta taza de embarazos adolescentes. Ahora, con la invención de supresores y demás métodos anticonceptivos, se volvió más permisivo.

El ataque a los labios ajenos continuaba, ambas respiraciones ya agitadas y calientes lograban empañar los lentes del contrario, los cuales, comenzaban a molestar.

¿Cual era la solución? Sin lentes no veía casi nada, pero el tenerlos puestos estorbaba.

El mayor separó ambos labios, no sin antes morder el inferior del contrario y aprisionarlo contra sus colmillos, para después tirar de ellos con poca fuerza, resbalandose por la saliva y terminando el agarre en cuanto ambos rostros se separaron lo suficiente.

Bajo con cuidado al menor, lentamente, permitiendo que se pusiera de pie por su cuenta; y con su mano, entre sus dedos índice y pulgar, tomó por el centro los redondos lentes del menor y los quitó de entre su rostro, dejandolos en el escritorio de May.

¿Qué extraño efecto lograba que el azabache lograra ver perfectamente bien en ese instante? May lo había visto en su investigación; durante el periodo de celo omega, los sentidos se identificaban, eso quería decir, que podía sentir más el sabor de las cosas, tenía un oído más agudo y también un tacto más sensible, un olfato más preciso y un por ende, una vista mucho mejor.

Este mismo efecto solo hacía que May pudiera hechizarse una y otra vez con el delicioso aroma atrayente y seductor del mayor.

Que el sonido de la saliva juntándose con el sudor de ambos cuerpos lo tentaran, sintiéndose más necesitado.

Y que sus papilas gustativas se extasiaran y desesperaran por la necesidad de sentir la saliva (y quizá algún otro fluido) proveniente del mayor.

Esta tentación lo mataba.

Separó sus bocas, dejando un hilo de saliva entre ambas. El espeso choque terminó por un momento, las miradas lascivas de ambos sabían que querían ir más allá, necesitaban hacerlo; simples besos les dejaban con las ganas, la excitación se hacía notar por sus pantalones, el fluido natural que soltaba May tenía su aroma, tal vez igual su sabor, habría que comprobarlo más tarde.

Dejó caer su peso con la suficiente delicadeza como para que el choque de sus rodillas contra el piso no se sintiera, cortando así con el hilo de saliva entre ambas bocas.

Algo más de la investigación.

Decía, que durante el periodo del celo omega, las papilas gustativas secretan más saliva, y esta era más espesa, de algo serviría eso.

Tomó el cinturón de Víctor con sus manos, rozando intencionalmente el área de su entrepierna y logrando sacar un jadeo ahogado; con lentitud comenzó a desabrocharlo, aprovechando la cercanía con su ya levantado y semi mojado miembro, que pedía a gritos atención.

Una vez lo desabrocho, jaló de el con su mano derecha; sus pupilas dilatadas se dirigieron a lo alto, logrando ver lo bien que se la pasaba el mayor.

Y a quien vamos a engañar, las vistas eran tan jodidsmente perfectas; para ser un celo, se lo estaban tomando con bastante calma.

Acercó su rostro a la tela alzada, y con ambas manos retiró de manera lenta sus pantalones, que ya estaban haciendo estorbo. Al ser cubierto por una tela suave y delgada, se dejaba más expuesto lo que había ocasionado solo con un par de besos; y la cercanía solo logró que al retirar la tela, quedara a la altura de su boca, y a su merced, el placer que podría provocarle al de ojos oliva.

Oh vamos, en conclusión, la polla de Víctor estaba a dos centímetros de su boca hambrienta.

— Hoy no cenaste plumitas~... ¿No tienes hambre?~ — Su maldita voz de por si era increíblemente grave; al estar excitado, su habla era lenta y seductora, tan jodidamente caliente.

— ... — Dejó un par de segundos de silencio intencionalmente, mientras mentalizada su plan. El también sabía jugar con fuego — ¿No quieres darme de comer?~ — Su tono de voz era semi agudo, su habla era lenta, y sus pupilas miraban hacia arriba.

Se dirigieron de nueva cuenta a lo que estaba frente a el, tomo con sus manos la tela, y las bajo, hasta que la gravedad terminó de bajarlos por su cuenta. La gruesa polla de Víctor se tambaleó un poco hacia arriba y abajo en cuanto se liberó de todo agarre, y un quejido al rozar de la tela con esa área se hizo notar.

Sus ojos estaban ligeramente hacia el centro, medio biscos. Al sacar su lengua se escurría desde sus adentros una gota de espesa saliva, que dejó caer hasta llegar al piso, tardando un poco más de lo normal por lo espesa que era esta.

Ante los ojos de Víctor, una obra de arte.

May por su parte, tomó en su mano (sus dedos semi doblados en esta) el grueso miembro de Víctor; era curioso, porque las manos del azabache eran chiquitas, y fácilmente, las dos manos hechas puño eran necesarias para cubrir por completo esta área.

— ¿De aquí saldrá mi cena?~ — Eso era todo, juraba que un par de gotas de pre semen brotaron en el momento en que escucho al menor hablar; la escena era simplemente magnífica, un paraíso erótico.

El menor sintió lo espeso entre sus dedos.

— Oh vamos~ No lo desperdicies~ — Hizo un pequeño puchero, antes de abrir su boca otra vez, y saborear entre sus labios primeramente la punta de su objetivo, usando su lengua en la parte interna para rozar el area de donde después saldría "su cena".

Estaban comenzando, y Víctor ya se sentía en el cielo.

Menos mal que el alfa tenía una buena resistencia; aún así, la saliva y los movimientos lo hacían delirar en placer.

El menor inclino su cabeza hacia abajo, y cuando subió su cabeza, atrapó un área mayor de su chupete, haciendo una especie de arcadas que cada vez lograban llegar más lejos.

Su respiración estaba bastante controlada, y es que la acción la realizaba demasiado lento, procurando saborear cada área que podía.

Realmente sentía lo húmeda que estaba su intimidad; entre sus manos tomó los cabellos rizados del azabache y los jalo con fuerza, mientras su cuello se estiraba hacia atrás, sus cabellos castaños caían por la gravedad, y su manzana de Adán se marcaba.

Cuando pudo sentir los testículos del mayor chocar contra sus labios, dejó las arcadas a un lado, y comenzó a explorar con su lengua hasta el último rincón del falo de Víctor, mientras sus movimientos seguían siendo lentos.

Vaya vista, su miembro podía marcarse a la perfección en la garganta del menor. ¿Cómo es que no se asfixiaba? No tenía idea, pero saber que había una persona que podía tragarse los 22 centímetros que se guardaba, era demasiado erótico.

Sin mencionar claro, que los jodidos movimientos parecían de un profesional; podía sentir cada caricia que se sentía al rose húmedo de su lengua con su virilidad. Parecía tocar el cielo cada que una lamida recorría toda el área.

El menor se separó lentamente para tomar aire, mientras un hilo de saliva conectaba ambas áreas. Miró hacia arriba, la expresión de Víctor se lo devoraba vivo.

Algunas gotas de pre semen habían comenzado a brotar de la punta del miembro del mayor.

Mientras la respiración del menor era agitada, volvió a acercarse a su objetivo.

La expresión de confusión (combinada con excitación) que se marcó en el rostro de Víctor al verlo pasar de largo su falo, se desvaneció al sentir el placer que se sentía al ser acariciados sus testículos.

La lengua del azabache daba lamidas a la base del miembro; era algo tentador, además, no quería dejarse un área sin probar.

No estaba enterado de que en esa área pudiera sentirse tanto placer; o quizá era por como May lo hacía, no estaba seguro.

Después de un par de minutos, metió uno de sus testículos a su boca, mientras hacía pequeñas arcadas que dejaban completamente mojada el área.

Se lo sacó de la boca, y fue al otro, imitando sus anteriores movimientos y volviendo loco al castaño, quien no entendía de dónde había descubierto esas cosas el menor.

Todas esas vulgaridades las escondía en una perfecta cara de niño bueno, quién lo diría.

El líquido restante de cada área por la que había pasado la lengua del menor goteaba los restos de este, combinado con sudor y aquel espeso semi-transparente que todos conocemos.

Oh! Lo había notado, el falo de Víctor pedía a gritos atención. Si la vista no le fallaba, podía ver claramente como este palpitaba y sus venas sobresalían. Mierda, era tan apetecible.

Dejó a un lado los testículos para dirigirse de nueva cuenta a dicha área.

Con su mano cerrada y sin demasiada fuerza, detuvo el miembro de Víctor frente a sus ojos, antes de abrir su boca y dar una lamida lenta que para el mayor, fué el colmo.

Tomó de los rizados cabellos azabache del menor, y con rudeza (aunque de igual manera, delicadeza) lo obligó a abrir su boca y comerse toda su virilidad.

Ante lo repentino, el menor soltó un par de lágrimas de sus ojos celestes.

El mayor aligeró su agarre y le permitió regresar un poco para que tomara aire; esto recién estaba comenzando.

Recién notó que se había recuperado, mejoró su agarre y comenzó a mover su cuerpo en una especie de "s", que le permitió, básicamente, embestir la boca del menor.

Quien, a pesar de la dureza de su trato, no se quejó ni un solo minuto; al contrario, podía decir que lo disfrutaba, y se encargaba de que el mayor también lo hiciera.

A ese ritmo, a esa sensación; la saliva brotaba a montones y se escurría de entre los labios abiertos del menor.

Cinco minutos fueron más que suficientes. Tomó con fuerza los cabellos rizados que tenía entre sus manos y procuró empujar la cabeza del azabache lo más profundo que pudo; su semen comenzó a salir recién allí, era una cantidad considerable.

Soltó entonces su agarre y el menor pudo sacarse el miembro de la boca hasta ese momento, tosiendo un par de veces después de eso.

Antes de tener la oportunidad de tragar aquel líquido, el mayor se agachó hasta quedar a su altura y tomó su rostro entre sus dedos índice y pulgar, y ejerció presión entre ellos.

— No te atrevas a tragartelo hasta que te lo autorice — El menor se sorprendió ante este acto, no esperaba ese aspecto dominante en el castaño; siendo sincero, le encantaba. Sacudió un par de veces su cabeza hacia arriba y hacia abajo, en señal de sumisión.

— A ver plumitas, abre grande~ — Su mirada era desafiante, en realidad no creía que el menor le haría caso.

— ... — Ni siquiera lo pensó mucho, y abrió su boca; una mezcla de espesa saliva y semen se guardaba allí, los colmillos escurrían una gota de este mismo fluido, y, solo para molestar, sacó su lengua para dejar escurrir un poco de este.

Sentía que volvía a estar duro con tan solo ver aquella escena. Un lindo Omega azabache de ojos celestes y cabello rizado, sentado en "w" y con su cuello marcado por las mordidas que éste le había dejado, por completo a su merced y con su boca escurriendo el fluido que acababa de soltar.

— Hm — soltó una pequeña risita entre labios y tragó el fluido — Sabe igual a ti, ah~ delicioso —  Pasó su lengua por sus labios para quitar los restos.

— Mierda may, tengo tantas ganas de cojerte una y otra vez, hasta que no sientas las piernas y, me supliques que pare~ — No era tan expresivo normalmente, pero no podía evitarlo.

— Y, ¿qué te detiene? Solo hazlo, Vic — Sabía que el mayor era capaz de cumplir con cada una de las palabras que había dicho, y estaba ansioso de que lo hiciera.

Terminó de quitarse su pantalón, que había caído de a poco por la gravedad; y se deshizo también de su camiseta, que no hacía más que estorbar.

El menor, aunque trató, no pudo despegar ni un segundo su vista de aquella obra de arte. El cuerpo de Víctor era jodidamente perfecto, estaba seguro de que quería venirse en ese marcado abdomen.

Se puso de pie y extendió su mano al menor para que esté también lo hiciera, quien no esperaba el jalón repentino qué tendría en esta.

Antes de seguir con el acto, le dió un tierno beso, que sin palabras podía expresar lo mucho que amaba a ese chico.

No se dió cuenta en qué momento lo había hecho retroceder hasta quedar en el pie de la cama, pero en cuanto recobró la conciencia, era ya demasiado tarde.

El mayor lo empujó con un poco de brusquedad a la cama, que rebotó un poco ante la rudeza del acto.

Puso una rodilla en la cama y comenzó a gatear sobre el azabache, con una mirada dominante y relamiéndose los colmillos.

Apoyó una rodilla entre las piernas del menor y sus codos alrededor de su cuerpo; le regaló un tierno beso antes de comenzar a bajar sus besos a la altura de su cuello; jugó allí un par de minutos.

Acercó su boca a su oido, y susurró suavemente

— ¿Quieres que juegue contigo, pequeño? Tienes que estar listo para lo que viene, porque no creo poder contenerme esta noche — Mientras, una de sus manos se deslizó suavemente hasta llegar a los botones de su bata, desabrochandolos y deshaciéndose de ella en solo un par de segundos.

— Estoy listo, no lo resisto más — Habló may entre gemidos, tomando de los hombros al mayor y envolviendo las piernas del castaño entre su cuerpo (subió sus rodillas para aprisionar al castaño en ese lugar), mientras se dejaba llevar por el momento.

— Eso no sería muy justo de mi parte, así que déjame hacerlo, prometo que lo disfrutarás — Sonrió, y aprisionó con sus colmillos la parte baja de su oreja, sacando un gemido más alto de lo que habían estado siendo los anteriores.

Acercó su boca al pecho del contrario y comenzó a jugar con el pezón del menor, quien no sabía lo sensible que era en aquella zona; los gemidos comenzaban a escucharse en la habitación; para el mayor, esto era música, y el hecho de escucharlos tan cerca no mejoraba la situación.

Usó su mano para bajar de a poco el pequeño short que aún conservaba may, notando lo humeda que estaba su entrada y lo mucho que estaba pidiendo atención.

Cuando por fin se deshizo de la última prenda, su mano se dirigió a la entrada del menor y comenzó a tantear sus alrededores. Ante el repentino acto, el menor no pudo evitar soltar un gemido sonoro, y mierda, que bien se escuchaba.

Sin mucha paciencia, decidió meter el dedo medio en aquella área, siendo recibido por un estrecho y caliente interior. Tan solo pensar que su virilidad podría sentir eso también, estaba volviendolo loco.

Los ruidos agudos de may no se hicieron esperar ante la nueva reacción; sus ojos llorosos tenían la mirada perdida en la nada, no podía concentrarse en otra cosa más que en el placer tan grande que estaba sintiendo.

Cuando sintió que se había acostumbrado, metió un segundo dedo, y comenzó a moverlo onduladamente en su interior. Mierda, era tan delicioso y recién eran sus dedos.

El lubricante natural se había encargado de cubrir y humedecer la comisura de sus dedos, era tanto que probablemente había manchado las sábanas, pero a quien le importaba, ellos solo querían sentirse el uno al otro.

Un tercer dedo hizo falta, considerando la anchura del miembro de Víctor. El menor se acostumbró al dolor y empezaba a disfrutarlo, quizá demasiado. Dirigió una de sus manos a la mano del contrario y la "controló" para que aumentara la velocidad, acto que al mayor no hizo más que darle cada vez más ganas.

No lo resistió más y se puso de rodillas, tomó las piernas de may y las colocó por encima de sus hombros, dejando sus anchos y bien formados glúteos a la altura de su boca, y completamente a su merced.

Quería comprobar si, aquel lubricante también tenía el distintivo sabor; y vaya, claro que lo tenía.

Tomó las rodillas de may para que estas no se cayeran, y comenzó a meter su lengua en la entrada del más pequeño; metía y sacaba esta en una especie de embestidas lentas y calientes (pues no olvidemos que, Victor es un alfa de dragón).

La diferencia de texturas que había le dió un nuevo placer a may, quien no sabía mucho sobre las relaciones sexuales y esto le estaba encantando.

Movía la punta de la lengua a su voluntad, mientras sentía los múltiples espasmos que tenía el menor ante cada acto.

No pudo mucho más, y termino corriendose en su abdomen.

Victor sacó su lengua, y un fino hilo de lubricante conectaba sus colmillos a esta. Tragó los restos del fluido antes de soltar con delicadeza las piernas del menor, que temblaban ligeramente.

Su respiración era agitada, su mirada estaba llena de deseo.

— No puedo resistirlo más plumitas, perdón si soy un poco rudo — Miró al menor, quien lo veía sin despegar la vista de sus ojos oliva. Los ojos de May reflejaban una lasiva expresión.

— Hazlo de una vez, no te contengas — Habló may, con la voz agitada y entre gemidos, estaba igual o más caliente que el mayor. Abrió sus piernas para tener un más fácil acceso.

Para Víctor, eso fué un permiso. Se colocó sobre el menor y con una mano agarró su propio miembro, lo dirigió a su entrada y tanteo un poco en ella, disfrutando de la reacción del más pequeño.

Se hizo espacio y metió la punta de este, disfrutando de la nueva sensación. Masturbarse con su mano no era nada comparado con esa estimulación; oh dios, sentía que podía venirse tan solo entrando; por suerte para el, tenía una buena resistencia.

No sabía si prefería mirar como su polla era tragada por el pequeño agujero; o la cara que reflejaba mil y un reacciones de su contrario, mirando como su rostro dejaba ver una completa satisfacción y un placer indescriptible.

Continuó entrando de a poco, pues era difícil que entrara por completo con el gran tamaño que tenía, así que prefirió resistir un poco para no lastimar al menor.

La mitad ya estaba adentro y Víctor no podía parar su respiración; estaba luchando contra sus impulsos, sus manos ya dejaban ver unas pequeñas garras, al igual que el menor.

Por más que quiso, no pudo contenerse más y introdujo el resto en solo un abrir y cerrar de ojos. El azabache, en reacción, soltó un sonoro gemido que solo hizo desesperar más al mayor.

— Mierda~ Perdón may, no puedo resistirlo, trataré de mantenerme quieto el mayor tiempo que pueda, ah~ joder, siento que estoy a punto, se siente tan bien~ Tu interior es estrecho y caliente, mhhh~ es tan húmedo, quiero llenar este agujero tuyo mil veces esta noche — Si Victor conciente se diera cuenta de lo que acababa de decir, probablemente se avergonzaría demasiado. Podía ser tan obsceno con las palabras adecuadas.

— ... — Ni siquiera sabía cómo contestar, pero esas palabras solo calentaban más el ambiente. No era tan doloroso, el lubricante y la preparación previa hicieron su trabajo.

Pasaron tan solo un par de minutos y las piernas del azabache comenzaron a moverse inquietas, en busca de una interacción; may soltaba un par de jadeos ante cada pequeño movimiento de caderas.

— ¿Puedo? — Preguntó ansioso el mayor, quien estaba desesperado por comenzar a moverse. Pero, el de ojos color cielo le gustaba mucho, y no quería dañarlo de más.

— ... — Entrelazó sus manos por sobre el cuello de Víctor y lo acercó bruscamente; buscó un beso suave entre ambos y entrelazó sus piernas en las caderas del mayor para buscar más profundidad. Suspiró ahogadamente ante la acción.

Sacó ligeramente el miembro de su lugar y ambos ahogaron un suave gemido por el rose; volvió a introducirlo con un poco de fuerza y pudo escuchar directamente en su oido el dulce y perfecto gemido del menor.

De a poco, comenzó a hacer embestidas leves que aumentaron su velocidad en cuanto sentía al azabache acostumbrarse, mientras la habitación entera comenzaba a llenarse de un ruido de suaves aplausos y gemidos altos (la mayoría provenientes del menor).

Las ventanas estaban más que empañadas, pues la puerta (y estás mismas) estaban cerradas, y el cuarto estaba jodidamente caliente. Las feromonas de ambos se entrelazaron formando un delicioso aroma, que complementaba el uno al otro.

El mayor no podía despegar la mirada del rostro del contrario, que reflejaba una erótica escena, tan caliente como el mismo acto. El menor perdía un poco su vista o incluso cerraba sus ojos la mayoría de las veces, pues la sensación era nueva y no sabía cómo manejarla.

Las estocadas eran cada vez más rudas, más profundas, más constantes. Ambos querían más, mucho más.

— Mgh~ Ahh~ Vic~ Estoy jodidamente caliente, apresúrate, oh mierda~ Más Vic, quiero más, hazme tuyo toda la noche, ah~ te lo suplico — Escuchar la voz tan dulce de may decir algo tan erótico era lo único que necesitaba Victor para perder completamente el control.

Y es cierto, allí abajo estaba más caliente de lo normal (oh vamos, era un dragón); deseaba sentir más, lo necesitaba.

Pero esa posición era algo incomoda para ambos.

Ni siquiera notó cuando el menor le dió la vuelta, había olvidado lo versátil que era ese chico.

— Mgh~ Plumitas~ ¿Qué planeas hacer? — Habló Victor, inquieto porque aún seguía dentro y no había movimiento.

— ¿Qué no es obvio? Si quiero algo bien hecho, tendré que hacerlo yo — Habló burlón el menor, y dibujó una sonrisa ladeada y juguetona entre sus mejillas.

— Jmh — Río suavemente — ¿Estás insinuando que soy malo en esto? Tus expresiones decían que lo estabas disfrutando~ — Su tono era claramente de burla, pues sabía que de verdad le estaba gustando.

— Así es, Victor, yo te demostraré lo que de verdad es coger — Las palabras fuertes eran lo que más disfrutaba escuchar, pues su tierno y tranquilo omega jamás diría algo así estando cuerdo.

Comenzó alzando levemente sus caderas y dejándolas caer sobre los testículos del mayor.

El peso del menor lograba que las embestidas fueran cada vez más profundas; ese era, era justo el nivel de satisfacción que ambos estaban buscando.

Esa posición era simplemente perfecta; Victor podía ver las expresiones lascivas en el rostro del azabache ante cada estocada.

A decir verdad, le encantaba ver la escena obscena que era la penetración.

— Mgh~ Abre tus piernas para mí, plumitas~ — Habló excitado el mayor, mientras tomaba las caderas del contrario para intensificar el movimiento.

— Tsk~ Ah~ — Un gemido agudo se escuchó por toda la habitación, pues may no quería parar con aquella acción. Alzó sus rodillas y apoyó sus pies en la cama, abriendo sus piernas lo más que podía; recargó sus manos detrás de el, dejando a la vista cómo se podía ver a la perfección su verga entrando una y otra vez en el estrecho agujero del menor, y sus glúteos se estampaban con sus testículos.

Era como ver una escena erótica en una película para adultos, pero mucho mejor. Sabía que podía venirse viendo aquel acto, y la sensación era jodidamente satisfactoria.

Sus ojos estaban llenos de placer.

Tomó las caderas de may y comenzó a llevarlas con mayor fuerza hacia abajo, pues mientras más adentro estaba, mayor era la excitación que le provocaba (cada vez, el agujero se hacía más y más estrecho y podía jurar que el vientre del menor se alcanzaba a ver abultado).

En un intento desesperado por llegar más profundo, apoyó sus pies en la cama y alzó sus rodillas, cargando el cuerpo del menor en una especie de puente (ejercicio que consiste en alzar la cadera sin despegar los hombros del piso).

La expresión desesperada de Víctor y cómo cada vez apretaba más su mandíbula era jodidamente excitante; la expresión de may por otro lado, disfrutaba de cada una de las sensaciones que estaba experimentando, delirando en placer y gritando en gemidos.

— Mierda Victor~ Ah~ — Dijo en un alto y agudo gemido el menor, sin poder pensar en nada más que su cuerpo perdiendo hasta la última gota de su virginidad.

Era una posición perfecta pero resultaba sumamente agotadora, aunque parecía no importarles, lo estaban disfrutando a sobremanera.

— Ah~ Plumitas~ Necesito llegar más profundo, te lo suplico — Hizo una especie de abdominal y apoyó sus caderas en la cama, aunque aún sus rodillas se mantenían arriba.

Usó sus brazos para ayudar al menor eh hizo más rudas las estocadas.

Su trabajo en el gimnasio le estaba ayudando, pues el menor era bastante ligero y podía manejarlo a su voluntad.

Cada estocada era más rápida, más fuerte y lograba llegar más profundo que la anterior; mientras, la boca del contrario volvía a atacar el cuello del azabache, pues los dientes de Víctor estaban pidiendo a gritos volver a marcar a aquel omega.

Era increíble la resistencia que ambos tenían, pues habían pasado alrededor de 1 hora delirando en placer a un ritmo constante y aún no habían llegado a la mejor parte.

En una de las estocadas, Victor logró llegar al punto que tanto anhelaba tocar.

Lo supo por la reacción del cuerpo del menor, pues se tensó completamente y se escuchó un fuerte gemido en la habitación, además de que el mismo usó sus caderas para acelerar aún más el movimiento.

Tomó los hombros del mayor y se apoyó de ellos para subir y bajar su cuerpo con más intensidad justo en ese punto, y no pudo evitar que su boca se abriera y su lengua gotera saliva por la sensación.

El mayor no se quejaba, pues solo tenía que disfrutar de la sensación mientras veía como el menor lo montaba; su expresión lasciva era jodidamente caliente.

— Mierda~ Si~ Si~ Si~ Si~ Estoy tan cerca~ Oh dios~ Ayúdame a terminar, ¿quieres?~ — Tomó con sus manos los glúteos del menor y paró las estocadas

— Ahg~ Joder Victor~ ¿Por qué te detienes?~ Quiero más~ Aún quiero más~ — El menor trató de seguir con las estocadas, pero el castaño actuó más rápido.

Posicionó su miembro en aquel lugar sensible del menor, y comenzó a mover dichas caderas en círculos, a la profundidad máxima que podía llegar y tocando las paredes estrechas del menor, quien disfrutaba de los movimientos lentos pero profundos del de ojos oliva.

Antes de que se diera cuenta, ni siquiera fué necesario que el controlara las caderas del azabache, pues este mantenía un ritmo constante que lo hacía delirar en placer.

Comenzó también a moverse hacia adelante y atrás, en una pequeña embestida que mantenía la profundidad todo el tiempo.

— Ahhhh May~ No creo poder mucho más~ Hazme venir~ Quiero llenar ese agujero tuyo por completo~ Termina con lo que iniciaste plumitas~ — No podía para de gemir gravemente, estaba al borde de su climax; su cabeza estaba inclinada hacia atrás y sus ojos cerrados, disfrutando al máximo de la sensación.

— Vic~ ¿Quieres hechar un vistazo?~ — Dijo coqueto May.

Abrió sus ojos y dirigió su vista a May, solo para ver el escenario más erótico que había visto en su vida.

El chico de ojos azules, abierto de piernas, mostrando su estimulado agujero que atrapaba la polla de Víctor cada vez que está intentaba salir, mientras el líquido amarillento del lubricante natural escurría por los bordes y humedecía los testículos del mayor.

El miembro del mayor estaba jodidamente erecto y sus venas sobresalían de este, mientras pequeñas gotas del líquido blanco comenzaban a hacerse notar en la entrada del menor.

Subió su vista al cuerpo del menor, admirando los chupetones y marcas que había dejado por toda la delicada piel del azabache, y se detuvo en su rostro.

Su cabello estaba completamente húmedo por el sudor que provocaba el caliente ambiente de la habitación, sus pupilas dilatadas en forma de corazón lo miraban lleno de deseo y su lengua pasaba por sus pequeños colmillos, mientras en su boca se reflejaba una pequeña sonrisa lasciva.

Los movimientos se mantenían y solo fueron necesarias un par de estocadas más para que el mayor llegara a su límite.

De la punta de su miembro, que llacia en lo más profundo del interior contrario, se expulsó a chorros una cantidad grande de semen, y el mayor experimentó el orgasmo más magnífico que había sentido en su vida, soltando un sonoro gemido grave mientras su cuerpo completo se tensaba por lo bien que se sentía.

— Ahhh~ Ah~ Mgh~ Oh mierda~ Se siente tan exquisito~ Llename por completo Vic~ Quiero todo~ Dámelo todo Victor~ — Sentía como su punto estaba a nada de llegar, el menor ante la presencia de dicho líquido, sintió una estimulación mayor a la que había sentido en cualquiera de los actos anteriores.

Las palabras obscenas del menor solo lo hacían sentir mejor, no podía parar de correrse y se sentía tan jodidamente bien.

Un gemido más sonoro de parte del menor no se hizo esperar, y el líquido blanco salió a chorros manchando ambos abdomenes.

May era un chico inocente y nunca había experimentado un orgasmo en su vida, así que no sabía exactamente como manejar tanto placer.

Pero, su cara hablaba por si sola, y se podía ver lo mucho que estaba disfrutando la estimulación.

Ambos acabaron de correrse a la vez y el nudo no tardó en formarse dentro de May, quien aún no terminaba de sentirse bien ante el anterior orgasmo.

Tardó un par de minutos hasta que por fin pudo separarse, observando cómo del agujero del menor escurría aquel líquido blanco que el castaño acababa de dejar allí.

Mañana sería divertido ayudarle al menor a sacar dicho fluido de ese lugar.

Ambos estaban más que exhaustos, y los aromas por fin se tranquilizaron, había una paz y un silencio realmente cómodos en esa habitación.

Se acostaron en la cama, recuperando el aliento y disfrutando del momento.

— May, te amo. Ojalá y hubiera una mejor palabra para describir lo que siento, pero simplemente no puedo. Lo eres todo para mí, quiero estar a tu lado para siempre — Victor era sumamente expresivo, y no pudo evitar soltarse después de aquellos actos.

— También te amo, Victor, más que a cualquier cosa — Y como el menor no era bueno expresando sus sentimientos, le dió un tierno beso que demostró cada una de sus emociones.

Ambos terminaron abrazados, durmiendo juntos en la que había sido hasta ahora la mejor noche de sus vidas.

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Wow, ah pasado un tiempo, no lo creen chicos (?

En realidad no quiero que está cuenta se base mucho en contar mi vida porque se que no les importa

De igual manera, no prometeré nada porque probablemente no lo cumpla pronto, así que de verdad no sé cuándo saldrá el siguiente capítulo

Ya ni siquiera estoy en el fandom de los compas así que, lo más probable es que solo termine las historias que tenga publicadas y lo dejaré hasta allí

Espero que les haya gustado la "mejora" que tuve en mi escritura, traté de seguir algunos consejos que leí en (realmente no recuerdo el nombre de la historia)

Además de que me di cuenta que soy mucho más de historias de one shots, y seguiré publicando (o eso creo) pero no en esta cuenta

Probablemente me cree una segunda cuenta en la que publicaré historias con personajes originales, y esta la dejaré solo para fanfics

Feliz navidad, por cierto; para las personas que les gusta esta serie, consideren este mi regalo para ustedes

Quise sacar este capítulo ese día, pero le hice algunas mejoras para bien, espero y lo disfruten más así

Algunos de ustedes de verdad tuvieron que esperar años para que volvieran a leer esto, perdón de verdad, tuve un muy grande cambio en mi vida

Pero no quiero aburrirlos con eso. Igual, gracias por haberme hecho "sobresalir" aunque sea un poco

Tengo miedo de que esté capítulo quede en el olvido así que me harían un increíble favor si lo compartieran

Eso es todo estrellitas, no olviden que les debo todo, gracias a los que se quedaron y bienvenidos a los nuevos

Gracias por su tiempo, espero que les haya gustado

No olviden votar por esta serie con su estrellita, no les cuesta nada <'3

11,366 palabras

Gracias... Totales

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