Los cuervos también se enamor...

By KhylAnderson

703K 71.6K 87.2K

Ella cree que ha salvado a un chico de la muerte y ahora ese pelirrojo de sonrisa encantadora está decidido a... More

Antes de leer.
Sinopsis
1|¡No lo hagas!
2|Enfrentar las consecuencias.
3|Tu inspiración.
4|Lado oscuro.
5|Tú, yo, nosotros.
6|Chico zanahoria.
7|Pajarraco.
8|Límites.
9|Aquí va un drama.
10|Puedes comerme.
11|Siempre hay una primera vez.
12|Lento y contento.
13|No soy él.
14|Conozco esa mirada.
15|Latiendo por ti.
16|Fríamente calculado.
17|Hora de ir a bailar.
18|El encanto Volker.
19|Hundida como el Titanic.
20|Confía en mí.
21|Bienvenida al club.
22|Sí a la diversión.
23|Inminente colisión
24|Pecador en ascenso.
25|Que valga la pena.
26|Quedate conmigo.
27|Vil provocador.
28|Tu lector beta.
30|Un sueño desbloqueado.
31|Orgasmo de palabras.
32|¿Soy tu sabor favorito?
33|Tus deseos son órdenes.
34|Fetiches.
35|A la cama.
36|Entre tus caricias.
37|Sonreír como nunca.
38|Un cuervo común.
39|Juegos y sorpresas.
40|Se rompió la cama.
Epílogo|En todas las librerías del mundo.
Extra|Mapaches sonámbulos.
Agradecimientos.

29|Malvaviscos.

8.7K 1K 972
By KhylAnderson

—Sabroso, así como me gustan.

Me obligo a voltear apartando la mirada de la cafetera concentrándome en Mick que le echa un vistazo al trasero del hombre que se ha alejado de la caja registradora. Tenerlo en la repostería es un alivio, el trabajo es más divertido y nos ponemos al día con lo que nos sucede en la escuela, que por cierto, hoy ha sido el último día. Al fin puedo tomar un respiro en estas vacaciones decembrinas.

La semana transcurrió en exámenes, obtuve buenas notas por lo que ya no hay nada de qué preocuparse. Con respecto al concurso de escritura, se suspendió, no obstante, en enero se volvería a retomar.

—Espero que te refieras a los panecillos, Mick. —Le doy un codazo amistoso.

—Sí, a los panecillos esponjosos —canturrea con malicia —hablando de panecillos, ¿cómo está el sabroso Volker? ¿Te lo sigues comiendo enterito?

Una señora que espera su orden en la barra nos mira frunciendo el ceño como si fuéramos de otro planeta. Le regalo una sonrisa de labios sellados, me concentro en el café que dejé a medias. Entrego el pedido con unas donas glaseadas rellenas de chocolate.

—Se supone que hoy debe venir a buscarme, es el día en que me haré el tatuaje y estoy algo asustada —me rasco tras la nuca.

—Espero que no llores, va a doler, pero remplaza esa sensación imaginando que tú y el pastelito están...

Lo escudriño para que no termine la frase. No somos los únicos atendiendo los pedidos y me he percatado que nuestros compañeros están pendientes del chisme.

Mick alza los brazos a modo de defensa.

—No voy a invitarte a mi fiesta —bromeo. En realidad, no será una fiesta grande —sin embargo, tomaré en cuenta tu consejo.

Le guiño el ojo.

—No te atrevas, Ritter, amo el pastel y estoy ansioso por tener un pedazo mientras perreamos hasta el suelo. Todos quedarán asombrados al ver como muevo esto —señala su retaguardia bien dotada —es mi arma mortal.

—Lo que tú digas señor trasero esponjoso —me gano un beso de su parte que arroja en el aire, finjo atraparlo llevándolo a mi mejilla —ya ponte a trabajar que falta poco para que nuestro turno termine.

—¿Tienes planes para estas vacaciones? —curiosea.

Cojo un trapo para pasarlo sobre la barra que se ha llenado de migajas por los comensales que prefieren quedarse a comer. El lugar huele exquisito, es una combinación dulce con café.

—Todavía quedan cosas en la granja, así que viajaré unos días, mi tío nos ha permitido quedarnos hasta dejar la casa desmantelada —plasmo una mueca sin mirarlo.

—¿Y hay espacio para uno más?

—No habrá problema en que te unas, necesitamos más manos —le sonrío a lo que él pega varios saltitos de alegría —de hecho, puedo planteárselos a los chicos, volveríamos antes del 24.

—Genial, seré quien escoja la música para el camino.

En unos quince minutos, el establecimiento ha quedado vacío, todo ya se ha desinfectado hasta no ver ni una sola mancha en las mesas y barra. La cocina ha quedado impecable. Me quito el mandil para guardarlo en la mochila, le echo un vistazo a la pantalla del celular donde tengo un par de mensajes de Aníbal avisando que ya está esperándome.

—Bombón a la mira, repito, bombón sabroso a la mira —me hace saber mi amigo imitando una voz que se escucha en el supermercado —se le solicita a la sabrosa Rebel en el pasillo de los sueños húmedos. Bueno ya no es un sueño porque ahora ya te lo devoras. Bendita suerte tienen ambos, tu igual no te quedas atrás con esos dotes de diosa. ¡Por favor, mírate!

Me llevo ambas manos al rostro al escuchar semejantes locuras que me hacen sonrojar. He tenido más que solo folladas con Aníbal, he disfrutado de su desnudez, sus besos y caricias hasta tal punto de querer repetirlo. Esta semana fue tranquila sin descontrolarnos al haber estado inmersos en nuestros exámenes.

Las ocurrencias de Mick me hacen reír. Su imaginación supera los límites.

Los empleados se van retirando hasta que no nos queda opción que salir del estacionamiento donde la nieve se ha adueñado del pavimento. Me abrazo al sentir los vellos de los brazos congelándose a pesar de que llevo tres suéteres encima más una campera. Parezco un osito.

—¡Ahí está mi pelirrojo favorito! Tan candente y comestible como la primera vez —saluda Mick al llegar frente al chico. Chocan sus puños de inmediato —le decía a Reb que te disfrute con ganas por los dos.

Se lleva una mano al pecho y yo solo quiero tirarle una bola de nieve en la cabeza.

—Claro que lo hace, Mick —le sonríe con picardía —pero no te daré detalles.

—Que mal, porque iba a darte unos buenos tips para probar posiciones exquisitas —inflo las mejillas que se me congelan.

—Su charla es entretenida, mejor déjenlo para otro día, porque ahora nos convertiremos en paletas congeladas —les corto el rollo.

—Mejor así, ya tienes una excusa para chu...

Lo callo poniendo una mano sobre sus labios. Lo fulmino con la mirada.

—¿S-Saben qué? Recordé que debo visitar a mi madre, ¡nos vemos mañana, pecadores! Los amo.

Nos lanza varios besos mientras se aleja caminando de espaldas sin ver por dónde va.

—Me interesaban esos consejos —Aníbal voltea la cabeza para mirarme, me rastrea hasta detenerse en un punto de mi cara. Sus labios se elevan al cielo sin borrar su expresión galante—buenas noches, bonita.

Mis dedos vagan sobre la tela de su pecho subiendo hasta su cuello donde está su tatuaje del cuervo, tengo que ponerme de puntillas para besarlo. Nuestros labios se atraen como imanes difíciles de separar al encajar mientras bailan en perfecta sincronía. Todo se vuelve peligroso cuando su mano me aprieta el trasero, doy un respingo ocasionando que me pegue más a su cuerpo.

—Me encanta donde está yendo esto, pero todavía hay personas andando por aquí —digo poniendo un dedo entre sus labios —necesitamos privacidad, cuervito.

—Mi auto está en un buen lugar.

—¿Estamos a tiempo? —me mordisqueo los labios.

—Hora y media. Llegaremos a tu cita —toma mi mano para besarla.

Cuando me doy cuenta, Aníbal ya me tiene sobre su hombro cargándome como saco de harina, me aferro a su espalda por miedo a caerme, sin embargo, tengo una vista HD hacia su trasero. Mick tiene razón es como panecillo esponjoso. Le doy una nalgada a la vez que me carcajeo.

He enloquecido.

—Calma, ya falta poco para llegar —canturrea.

Mis pies no tocan el suelo, me ha sentado sobre el capó, donde enredo mis piernas en su cintura atrayéndolo hacia a mí. Jugueteo con el cierre de su saco, enseguida me levanta en volandas, me aferro cuando intenta abrir la puerta del asiento de atrás.

—¡Ay! —mi frente se golpea en la orilla del techo al ingresar matando el momento que andaba inspirada para bajarle los pantalones.

—¡Lo siento, bonita!

Me deslizo sobre el asiento sintiendo el interior del auto cálido mientras me masajeo el área de impacto al dejar caer la mochila en el suelo.

Aníbal cierra la puerta para luego echarle un vistazo a mi frente que de seguro seré la próxima miss unicornio.

—Siento que se me reinició el cerebro.

Hace que me siente a horcadas sobre su regazo sin despegar la vista de mi frente donde lleva ambas manos tocando con cuidado con las yemas de sus dedos.

—Mi veredicto es que no perderás la memoria, ah y tienes una frente muy bonita.

—Bobo, es la segunda vez que intentas matarme.

Sus manos pronto bajan hacia mis mejillas ocasionado que nuestras miradas se encuentren. Hace unos segundos estábamos a punto de descontrolarnos y a pesar de que me arde la frente no dejaré pasar esta oportunidad. Las ventanas del auto están totalmente empañadas, Aníbal aparcó en un lugar lejos de las calles principales y a esta hora no hay personas andando por aquí.

Reanudo para seguir con mi misión deslizando las manos sobre su pecho, me detengo cerca del cinturón de su pantalón, sonrío triunfante al ver como se remueve ante mi toque que logra descolocarlo.

Me excita que lo hagamos en su auto, nos pone en riesgo que alguien pueda pillarnos, pero no me detengo al bajarle la bragueta sintiendo su dura erección despertar. Aníbal hace lo mismo con mis pantalones que los desbrocha enseguida logrando colar una mano entre mis bragas, doy un respingo cuando desliza dos dedos en mi centro, un siseo se me escapa de los labios.

—Muéstrame cuanto te gusta que te toque —su voz suena decida —quiero escucharte, bonita.

Mi cuerpo sufre un cosquilleo que logra ponerme los vellos de los brazos de punta. Es la primera vez que me pide algo así y estoy nerviosa. Sus dedos hacen que me contraiga cerrando los ojos dejándome llevar por sus movimientos, mi voz sale entrecortada haciendo eco en todo el auto, Aníbal murmura cosas que no pongo mucha atención al estar inmersa en la ola de placer que me permite disfrutar entre movimientos lentos.

Lucho por aferrarme a sus hombros anchos sin perder el control solo por el toque de sus dedos apoderándose de mi sistema.

Es inevitable no soltar gemidos y algunas palabras sucias que logran escaparse de mi boca, para mí esto no es suficiente, así que voy por más.

—No puedo, en serio te necesito ahora —le hago saber al intentar quitarle el pantalón deslizándolo entre sus piernas hasta llegar a sus tobillos, hago lo mismo lanzando mi pantalón.

—¿En dónde me necesitas? —le veo levantar las cejas con picardía.

Un duelo de miradas se prolonga, me inclino quedando unos centímetros de su boca, presiono su erección con mi entrepierna, gruñe cuando nota que lo estoy provocando, me bajo el cierre del suéter, hace frío, pero sé que entre poco entraremos en calor. Sus ojos siguen cada movimiento al quitarme cada prenda hasta quedar en sostén, decido quedármelo y eso logra decepcionarlo.

—Dentro de mí.

—No sé diga más, que puedo hacerlo realidad.

Me rio al ver lo desesperado que está rebuscando entre los bolsillos de su pantalón hasta sacar un empaque plateado, se lo quito de la mano y enarco una ceja.

—¿En serio? ¿Lo llevabas contigo? Siempre preparado, señorito Volker.

—A tu servicio siempre y a todas horas —me guiña un ojo.

Niego con la cabeza. Se encarga de apartarse las últimas prendas quedando desnudo frente a mí, obtengo una vista espectacular de sus tatuajes y su miembro ansioso por llenarme. El cosquilleo junto al calor se mezcla mientras rasgo con cuidado el empaque del condón. Aníbal se encarga de mis bragas deslizándolas hacia abajo, saco un pie y luego el otro. Respiro hondo cuando me preparo para envolver su miembro con el látex, soy torpe y me pongo de los nervios por miedo a echarlo a perder, lo deslizo con cuidado siguiendo sus indicaciones hasta que me dice que está bien como lo he hecho.

Finjo apartarme el sudor de la frente. Aníbal me atrae hacia su cuerpo, donde me besa cada centímetro, mientras sus manos vagan por mi espalda hasta apretarme el trasero. No me quedo atrás, toco cada parte de su anatomía mientras nos besamos con una necesidad insaciable.

Abro las piernas preparada para recibirlo, lo siento adentrarse en mi interior con cuidado, un gemido se me escapa sin dejarlo de abrazarlo hasta tenerlo por completo dentro de mí, nos quedamos quietos por unos segundos disfrutando las sensaciones que nos invaden.

Su cuerpo no tarda en mover empezando a embestirme bajo de mí, me encuentro con su mirada oscura llena de excitación, le sonrío siguiendo el ritmo con el vaivén de mis caderas. Lo disfrutamos sin necesidad de ir con prisa en cada oleada de calor que nuestros cuerpos comparten al estar unidos. Tiro de su cabello tras gemir alto al sentir el palpitar de su miembro. Se desatan las caricias, un poco de palabras sucias, muchos besos y gemidos placenteros que nos hacen tomar confianza y aumentar la velocidad.

Aparto sus manos de mi cuerpo, llevándolo hacia atrás de su nuca.

—Quiero tocarte.

—No —siseo reteniéndolo sin detenerme.

Flexiona los brazos usándolo como almohada, me adueño de cada centímetro de su piel con mi boca, cuando intenta tocarme vuelvo a detenerlo. Maldice en voz bajita. Mi boca explora su cuello repartiendo pequeños mordiscos que disfruta al gruñir y jadear por más. Mis dedos se aferran a un manojo de hebras de su cabellera pelirroja.

Nuestras bocas hacen contacto moviéndose en sincronía.

—Me vuelves loco, bonita, cada parte de ti.

Antes de poder parpadear, mi espalda toca el asiento mientras Aníbal aferra sus rodillas a los costados de mi cintura, se hunde en mi interior y mis uñas no tardan en clavarse en su piel. Sus embestidas se vuelven increíbles.

«¡Sabe lo que hace!».

Aníbal conoce cada parte de mi cuerpo, sabe qué puntos son más sensibles que otros para estimular y volarme la cabeza.

Necesito más de él, me enloquece sus movimientos.

Aníbal se las ingenia para bajarme el sostén en un parpadeo deshaciéndose de la prenda que le impedía disfrutarme. Su lengua hace contacto con la cima de mi seno. Lame y chupa con desesperación. Como consecuencia arqueo la espalda dándole más acceso a sus estímulos.

Un sonido profundo se escucha de su garganta que me hace vibrar.

—No sabes cuánto extrañé tocarlas —me hace saber.

—Cállate que me sonrojo —acerco mi frente a la suya para mirarle a los ojos.

—Son rositas —se aparta bajando hacia mi pezón donde lo captura con su boca —y muy apetecibles como los malvaviscos.

—¡Aníbal! —lanzo una carcajada —no puedo creerlo.

—Amo los malvaviscos, tus malvaviscos bien dotados.

Me cubro la cara con una mano. Esto es demasiado.

«¿Tengo que contestarle de vuelta?».

—Sé que soy irresistible, cariño —ahueco mis pechos con las manos, eso hace que se ría —y tú ocasionas que quiera lamerte enterito.

—Con esa boquita tan sexy no pongo resistencia, corazón.

Aníbal me da un rápido beso, nuestros movimientos logran salirse de control. Me aferro a su cuerpo ante sus últimas embestidas sintiendo como el calor va bajando por mi columna vertebral hasta llegar a un fuerte orgasmo que me hace gritar sin alejarme de su cercanía. Me cuesta retomar el aire por unos minutos. Abrazo a mi novio recordándole lo mucho que lo quiero, lo cual, para mí ha sido un trabajo arduo corresponderle esos sentimientos que ahora puedo decir con seguridad que es así.

Quiero a Aníbal.

Quiero cada parte de él.

Un par de lágrimas se me escapan, logro limpiármelas antes de que se percate al intentar apartarme llevándome consigo. Siento una presión en el pecho diferente a las que sentía tiempo atrás.

Me quedo adherido a su cuerpo envuelto en el calor que emana nuestros cuerpos un rato.

—No fue una mala elección hacerlo en el auto —comento tratando de salirme del trance —es muy cómodo.

—Cómodo cuando estabas encima mío, pero no me quejo.

Su rostro ha quedado sonrojado y sus pecas resaltan su color. Exploro su rostro y me pregunto si el chico no es más que una máquina diseñada por el gobierno alemán, porque es guapísimo, inteligente, entre otras características que lo hacen único.

Como todo ser humano, cada quien tiene sus defectos que no hace a nadie perfecto, pero, ¿puedo permitirme que él lo es por unos segundos?

Creo que voy a crear un personaje de él.

—Bueno, mañana es mi cumpleaños así que... podemos repetir —me mordisqueo los labios que no dudo que estén hinchados de tanto besarnos, ni siquiera quiero saber cómo luce mi cabello —es una sugerencia como regalo.

—Tengo tu regalo preparado, Reb —me guiña un ojo y me repasa de arriba abajo hasta tal punto que me ruborizo—te va encantar.

En poco tiempo, nos hemos vestido y abrigado. El celular de Aníbal timbra que no duda en atender.

—¿Hola? Eh, Tif, sí, estamos yendo —me echa un vistazo de soslayo de manera confidente —estupendo, mi novia está ansiosa. Claro, nos vemos en unos minutos, gracias.

Jugueteo con mis dedos, hoy es el día en que al fin podré tatuarme, la verdad sí estoy asustada porque tendré una aguja en mi piel y no sé si podré resistir, aunque tampoco quiero echarme para atrás.

—Necesito asimilarlo —le informo tomando varias caladas de aire.

—De acuerdo, Reb, si gustas puedo entrar contigo y tomar tu mano.

Asiento con la cabeza, suspiro y en poco tiempo pone en marcha el auto. Tengo que hacer un esfuerzo por arreglarme el cabello al verme en el espejo, parezco una bruja tras varios intentos fallidos, porque el clima no está a mi favor. No me queda más remedio que hacerme dos bollos a los costados de mi cabeza como si fuera Pucca.

Las calles se han atestado de autos que van lento a consecuencia del hielo, varios autos derrapan. Aníbal reduce la velocidad hasta optar por desviarse del tráfico, le miro de soslayo, está pálido y tenso. No quiero preguntar y que todo le recuerde a lo de su padre.

No miento cuando le dije que le voy a partir la cara a su hermano. Todavía tengo ganas. Gritarle que ha sido su culpa fue un error grave de su parte.

No lo he vuelto a ver triste, pero tengo la sensación que lo oculta a como dé lugar. Quiero ayudar, quizás no lo logré del todo al no ser una profesional, pero sirve escuchar todo lo que tiene que decir.

—¿Sabes? Antes de qué llegarás a recogerme, le platicaba a Mick que viajaré a Brenia para seguir con la mudanza y se ofreció a ayudar, ¿te gustaría ir? No necesariamente tiene que ser por eso, pueden volver antes, ya sabes, para que pasen las fiestas con tu madre.

Él sonríe a medias, me echa una mirada fugaz antes de volver la vista al frente.

—Me parece estupendo esa idea, ¿no te gustaría que después de navidad la pasáramos juntos? Solo tú y yo, Rebel. Hay una cabaña a tres horas de aquí, tiene una vista hermosa a un lago y esta cerca de los bosques. Hace mucho que no voy, no lo sé, la considero especial.

«Demasiado tentador».

Antes de poder darle una respuesta, nos detenemos frente a un local comercial donde sobresalta una luz neón en azul. Logro ver a través del cristal la recepción solitaria, adornado de cuadros que dejan a la vista los diseños.

Aquí vamos.

Me aparto el cinturón al abrir la puerta, me envuelvo entre mis brazos sin olvidar coger la mochila. Aníbal llega a mi lado dándome un empujón amistoso.

—Del uno al diez, ¿qué tanto sufriste?

—Fui valiente, ¿Qué dices? —se pavonea como si fuera una diva. Ruedo los ojos en automático.

—Se supone que debes ponerme en contexto para lo que voy hacer.

—Andando, bonita, Tiffany te lo explicará.

Tira de mi mano entrelazando nuestros dedos para empezar a caminar hacia el local que tiene un cartel pegado en la puerta. El nombre de Tiffany resalta entre las luces. Traspasamos la puerta refugiándonos en el calor.

Es un bonito lugar pintado de tonos pasteles, que hacen el lugar alegre con los cuadros de exhibición. Le echo un vistazo a cada uno soltando la mano del chico, recorro el área con curiosidad.

—¡Aníbal!

Una chica aparece en la recepción luciendo como una cantante de K-pop. Si no tuviera la mandíbula pegada ya estaría en el suelo. Su conjunto es escandaloso, tal y como me gusta vestir con todo y los estampados. Lleva el cabello teñido de rosa en una coleta alta y las facciones de su rostro son para alabar, es hermosa.

Me percato de todos los tatuajes que están en ambos brazos y gran parte de su cuello.

—Hola, Tiff —se saludan con el puño regalándose una sonrisa —te presento a mi querida novia, Rebel.

—Uh, es hermosa —me saluda con la mano sin borrar su sonrisa —mucho gusto, Rebel, ¿preparada?

Muevo la cabeza de un lado a otro.

—A-Algo así.

—Descuida, ¿vale? Vamos a echarle un vistazo al diseño y el lugar donde lo quieres. Ya tengo listo mi material, así que, ¿vamos?

—De acuerdo.

Mis manos tiemblan un poquito mientras nos adentramos a un pasillo con diferentes puertas coloridas, la música se escucha al final.

—Tú te vas a sentar a un rincón —le señala a Aníbal con diversión —Rebel está en buenas manos.

—Ustedes mandan.

El chico baja la cabeza como si lo hubieran regañado. Respiro hondo al tomar asiento frente al escritorio, rebusco en mi mochila el diseño que había dibujado tiempo atrás. Cuando Tiffany le echa el vistazo, enseguida comienza a dar ideas de la proporción.

—Se verá increíble, ¿en dónde lo quieres?

—Quiero que sea en el hombro izquierdo —Tiffany asiente, delinea el dibujo en una hoja sin omitir los detalles.

Me muestra el resultado y estoy más que conforme.

—Perfecto, necesito que te quites la blusa y tomes asiento en esa silla plegable, iré por los colores para que escojas, ¿te gustaría que Aníbal esté contigo?

—¿Tan asustada me veo? —sonrío a medias y se ríe —la verdad es que sí.

En cuestión de segundos me veo en la silla sin la blusa, prefiero cerrar los ojos cuando Aníbal me toma de la mano y trata de tranquilizarme en el transcurso. Siento la aguja penetrarme la piel, ambos chicos me hacen platica, por lo que obligo a mi boca contestar.

Pierdo la noción del tiempo hasta que Tiffany me hace saber que falta poco para finalizar el relleno de los colores que escogí.

—Está quedando de maravilla. —Me hacer saber Aníbal.

—Gracias —canturrea con sorna la chica y me rio —espero que te sigas cuidando los tuyos, Volker. Ese dragón fue una tarea difícil y veo que ya tienes uno nuevo, traidor.

—No hagas drama. Quizás vaya por el número trece el próximo año.

—Rebel, debes tener higiene con el tatuaje —la miro de soslayo sosteniendo con precisión la máquina que hace un ruido que me pone los cabellos de punta —te dejarás el vendaje por veinticuatro horas, lo tendrás que lavar con jabón neutro con sumo cuidado.

—Creo que ya estoy capacitado para instruirla —comenta el pelirrojo.

—Eso espero, pero mi deber para que el tatuaje no se estropee es informarlo.

—De acuerdo, seguiré las instrucciones.

Cuando finaliza, me acerca un espejo para que pueda verlo. Sonrío sin poder creer lo hermoso que ha quedado a pesar de que mi piel se ve irritada en color rojo.

—¡Me encanta! Ha quedado increíble todo —abro la boca sin poder creerlo—.en serio, muchas gracias.

—Cliente satisfecho, corazón contento, gracias a ti por la confianza.

Y aunque mi cartera llora cuando saco los billetes, me digo que ha sido una gran idea llevar conmigo este tatuaje que significa demasiado.

Se trata de un velero de papel en color azul, con un hurón blanco pachoncito con orejitas rosas y un gorrito de marinero mientras saluda al navegar.

—Que pegues saltitos de felicidad, me hace ilusión.

Comenta Aníbal cuando salimos.

—Al fin tengo el tatuaje.

Nos detenmos frente a su auto. La temperatura ha decendido por lo que siento mis dedos entumidos, aún así no veo impedimento para seguir celebrando como una chiquilla. Aníbal me rodea la cintura, su respiración tibia choca contra mi cuello, volteo a verlo sobre el hombro. El frío ha hecho que su piel se vea más pálida y coloroda como si hubiera participado en un maratón.

—¿Qué sucede, Rebel?

—Te quiero.

—Lo sé, tu mirada te delata —giro para quedar de frente.

Jugueteo el cierre de su suéter sin mirarlo.

—Y se siente rarito llamarte como mi novio, pero me gusta la sensación que siento en el pecho va más allá de lo emocional —levanto la mirada encontrándome con sus orbes esmeraldas. Supongo que tanto sexo hace que suelte todo lo que llevo guardado—.Solo quiero recordarte que estoy para ti.

Mis manos se quedan sobre su pecho, noto su nerviosismo que empieza a carraspear a la vez que tartamudea y sus mejillas se ruborizan.

Lo he dejado sin palabras o eso es lo que creo hasta que cambia su expresión y abre la boca mientras me acaricia las mejillas.

—Eres una tentación, bonita.





Continue Reading

You'll Also Like

178K 13.8K 26
Un año como retiro antes de ser proclamada reina, pero a solo unas semanas de llegar al trono de una manera inesperada encontrara su todo. Él. #909 R...
314K 32.5K 60
El chico que juraba no creer en el amor, se ha enamorado y el resultado ha sido un terrible corazón roto. El joven escritor Tyler Murphy ha caído per...
3.7K 452 25
¿Qué pasaría si el mismísimo diablo te ofreciera el infierno?. ¿Si te tentara de las peores formas posibles?. ¿Si la lujuria se apoderara de ti y d...
67.3K 6.3K 31
Libro II Saga Atanea. Su vida nunca habría sido como cualquier otra. Por más que ella se apegue a ser alguien ordinario, no puede huir de lo extraor...