━━ CAPÍTULO CUATRO
░ 彡⛓ CHICAS LOCAS ❜
AGOSTO. 1974.
📍INGLATERRA, LONDRES.
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Kaila creía estar loca. Se lo decían seguido y la verdad es que no le molestaba tanto como creía. Con el tiempo aprendió a disfrutar de esos pensamientos retorcidos, voces en su cabeza, actos impulsivos, y carácter extrovertido. Ya que, a pesar de todo, fueron parte de ella desde pequeña. Debía ser por algo.
Le gustaba pensar qué tal vez su único amigo era su propia mente. La imaginación e ideas salían directamente de ahí. Y si ella no aprendía a lidiar consigo misma, terminaría destruyéndose.
Y ahí estaba. La pequeña rubia de once años, que se pintaba el cabello con marcadores muggle. Como usualmente, se encontraba leyendo un libro. Desde que aprendió a leer le era imposible despegarse de los libros. Le gustaba leer sobre asesinatos. A pesar de que los personajes sean ficticios, le era reconfortante saber que no era la única con esos pensamientos tan extraños.
—¿Que lees? —preguntó Jack, sentándose a los pies de la cama.
Jack Robinn era su hermano mayor. Se llevaban por cinco años. Los dos se apoyaba mutuamente con todos los problemas familiares que cargaban. El trataba de darle todo lo mejor a su hermana.
El joven rubio, terminó por abandonar sus estudios en Hogwarts a la edad de dieciséis años para poder trabajar y comprar los útiles escolares de su hermana. A fin de cuentas era la única familia que quedaba.
Su padre, Henry Robinn, solía "trabajar en el Ministerio". O eso decía, era más que obvio que se la pasaba en bares y acostándose con mujeres desconocidas.
Su madre, Willa Douglas, era muy consciente de la vida oculta de su ex-esposo. Sin embargo, fingía no saberlo. Se drogaba y tomaba a escondidas. Willa era la que se llevaba por arriba el mal humor de su marido cuando este volvía borracho.
Kaila y Jack también eran conscientes de los nuevos moretones con los que aparecía su madre cada mañana.
Willa terminó más muerta que viva. Parecía estar en una raya que definía todo, podía salir de la línea y terminar con todo o seguir respirando sin estar del todo "viva".
Su padre los había terminado por abandonar y su madre terminó destruyéndose sola saliendo de la línea.
—Un extraño a mi lado —contesto Kaila—. Trata de un asesino llamado Ted Bundy, quien mató a treinta personas. Está basado en hechos reales.
Jack se mordió el labio, asintiendo con la cabeza.
—¿No crees que es un poco tétrico? —cuestionó.
—Es interesante.
Jack sonrió y se levantó. Agarro el acolchado y lo jalo para poder cubrir a su hermana.
—Bien. Ya es tarde y mañana tendrás que levantarte temprano para ir a comprar los materiales al Callejón Diagon.
Tras dejarle un beso en la frente, Jack se dirigió la puerta. Antes de que pudiera apagar la luz, Kaila habló:
—¿Crees que estoy loca?
Jack se dio la vuelta y la miró. Una vez más, volvió a acercarse y sentarse en la cama.
Sus ojos ya no brillaban como cuando leía sobre asesinatos, ni cuando hablaba de lo interesantes que eran.
—¡Oh, si! Estas completamente chiflada. Pero, ¿sabes que? Las mejores personas lo están.
Kaila sonrió, hasta que recordó algo.
—¡Oye! Yo leí esa frase en un libro —gritó.
—Arruinaste mi momento sabio.
— FUGITIVES ⛓
░ Kaila x Sirius ˚₊· ͟͟͞͞➳
ACTUALMENTE. 1993.
📍COLEGIO HOGWARTS
DE MAGIA Y HECHICERÍA.
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Y ahí estaba. Frente a ellos tenían al enorme castillo de Hogwarts. Tras días de largas caminatas, dolor de pies y alguna astilla clavada, habían llegado a su destino (¡Al fin!). Donde se tendrían que ocultar y cumplir con su misión:
Matar a la rata.
Pero primero, Kaila tendría que volverse animaga. Tenían en claro —o al menos Sirius— que el procedimiento sería difícil y largo. El había prometido protegerla y ella había prometido ayudarlo. Para Sirius, era algo necesario que Kaila se volviera animaga.
Tendrían que empezar cuanto antes.
—¿Vas a ir ahora? —preguntó Kaila.
—No lo se.
—¡Oh, vamos! El cielo ya debió haber oscurecido. Todos deben estar cenando, durmiendo, o... ¿que hacías tu por la noche?
—No quieres saber.
Al final, Sirius terminó por asentir y convertirse en su forma animaga. Salió por el sauce boxeador, no sin antes pedirle a Kaila que se quedara adentro y no saliera a menos que él se lo permitiera.
Pero sin darse cuenta, Kaila ya estaba caminando en dirección castillo.
Sirius resopló y corrió tras ella, tratando de detenerla. Muy tarde, Kaila ya estaba dentro del castillo.
—¿Que crees qué haces? —preguntó, luego de salir de su forma animaga, mientras la acorralaba en una pared procurando que nadie los viera.
—Pues te ayudo a buscar la hojita.
—Las mandragoras no están aquí adentro —recordó Sirius—. Hay que ir a los invernaderos.
—No dijiste que había que hacer una poción. ¡Oh, mira!
A pocos metros de ellos una profesora caminaba en dirección contraria. Tenía el pelo muy enmarañado, usaba unos anteojos enormes y estaba envuelta en diversos chalés.
Antes de que Sirius pudiera darse cuenta, una vez más, Kaila se había escurrido de sus brazos y se dirigía hacia la maestra de Adivinación.
Sirius la siguió convertido en perro.
Con cuidado, aprovechando que Trelawney estaba de espaldas a ellos, Kaila le quitó los anteojos. La profesora se dio la vuelta asustada, debía de estar bastante ciega por que no la pudo ni reconocer.
Kaila se puso lo anteojos y miró a Sirius. Sus sus ojos se habían agrandado por el aumento. Era como usar lupas.
Sirius sonrió mientras Kaila hacía caras raras. Pero la diversión se acabó. Gracias a su oído de perro logró escuchar pasos acercarse.
Se convirtió en humano, le sacó los anteojos a Kaila y los tiro al suelo (quien sea que se acercara ayudaría a la profesora), para luego jalar a Kaila fuera del castillo.
—¿Viste a esa señora? —preguntó la rubia, cuando estuvieron fuera del monumento—. Esta completamente loca.
—No solo ella.