El Miedo De Ámbar #1

By LuAnto321

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Un simple apodo puede desestabilizarla. Un nombre tan común puede enloquecerla. Una mínima coincidencia se r... More

Prólogo.
Capítulo 1: Dia anormal.
Capítulo 2: El casi beso.
Capítulo 3: Ethan y Cassie.
Capítulo 4: Ya no está.
Capítulo 5: La foto.
Capítulo 6: Cuando sea el momento.
Capítulo 7: Caso cerrado (+18)
Capítulo 8: El pasado y la visita inesperada.
Capítulo 9: El deseo.
Capítulo 10: Espiando.
Capítulo 11: Despejando la mente.
Capítulo 12: ¡¡¡Aaaaah!!!
Capítulo 13: Su cara...
Capítulo 14: Necesito tiempo.
Capítulo 15: Cansada (+18)
Capítulo 16: La historia falsa.
Capítulo 17: Regalo adelantado.
Capítulo 18: Palabras inesperadas.
Capítulo 19: Recordando algunas cosas.
Capítulo 20: Confesando algunas cosas.
Capítulo 21: Dos amando a una.
Capítulo 22: ¡Felíz cumpleaños Ámbar!
Capítulo 23: Planeando.
Capítulo 24: El secreto de Cass.
Capítulo 25: Otro sueño.
Capítulo 27: Mallacan 18 años triple cask.
Capítulo 28: Rompiendo la regla №2
Capitulo 29: ¿Un error? (+18)
Capítulo 30: En otra mente.
Capítulo 31: La Fräulein Sevedo.
Capitulo 32: El alcohol.
Capítulo 33: El primer "Te amo" (+18) [Parte 1]
Capítulo 34: El primer "Te amo" [Parte 2]
Capítulo 35: Tregua.
Capítulo 36: Dudas.
Capítulo 37: Borracheras olvidables.
Capítulo 38: Lauralei Weiβ.
Capítulo 39: Sentimientos agridulces.
Capítulo 40: Tres meses.
Capítulo 41: Etapas difíciles.
Capítulo 42: Terapia.
Capítulo 43: El comienzo.
Capítulo 44: Vodka (+18)

Capítulo 26: Confirmación.

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By LuAnto321

Los regalos siguen llegando. Tranquilos, esta vez no es una parte humana.







—Vas a estar bien. Estoy seguro que te hará bien despejar un poco la mente estando lejos de tu casa.

Eso quiero creer.

—Tal vez tengas razón— apreto su mano dejando caer la cabeza en el asiento cerrando los ojos intentando relajarme y dejando los pensamientos atrás como el avión dejando la pista debajo suyo mientras despega.

Yo misma le pedí que vayamos igual a Grecia porque de verdad necesitaba descansar y olvidar aunque sea unos días su partida.

Toda la noche en vela. Sin pegar un ojo. Con mi arma debajo de mi almohada y Carly en el piso cerca de mi.

Tenía miedo. Porque sabía que Derek era un método para alertarme a mí de lo que me podría pasar.

Y no entiendo porqué. No entiendo que querrían de mi.

Apenas pude poner ropa en la maleta cuando llegué a casa después de terminar mi cumpleaños de una manera tan triste y dolorosa.

Cuando pude conciliar el sueño, solo lo hice por cinco minutos, porque soñé primero con Erick y como había dicho, después con Anderson en los siguientes minutos que pude dormir. Aunque luego desperté y no pude dormir más.

Soñé la vez que le había dicho mi intención, mi favor y porqué queria eso. Y como nuestra amistad terminó por eso.

Flashback.

Hace 3 años (2018)

—¡Suéltame Anderson o te arrepentirás el resto de tu vida. Lo juro. Suéltame!— grito pero es en vano porque el agua congelada toca mi piel en milisegundos. Y parecían como millones de agujas clavándose en mi piel cuando estoy en su piscina por completo.

—Feliz cumpleaños atrasado Sevedo— lo oigo decir cuando saco solo la cabeza del agua. Siento el cuerpo caliente por la intensidad del agua congelada.

—¡Estás muerto!— grito saliendo del agua. Empieza a correr dentro de la casa maldiciendo y aunque quiera mantener mi cara de "asesina en busca de verganza", me terminó riendo cuando se tropieza en la cocina y una olla con sopa ya fría que él olvidó guardar, se le cae en la cabeza por el impacto que pego con su cuerpo a la isla.

Suelto una carcajada que todo el vecindario tal vez escuchó.

—¡No te rías!

—¡¿Que no me ría?!— sigo con mi carcajada —¡Es lo mejor que eh visto en toda mi vida Anderson! Te vez tan asqueroso que valió la pena haberme tirado en el agua.

Un estornudo y después otro y otro salen de mi boca.

—Claro. La gripe de tu vida valió la pena— se ríe el ahora, pero yo también porque se ve adorable tirado en el piso aunque asqueroso y pegajoso.

Así que los dos nos terminamos riendo.

***

—¿Te sientes mejor?

—Uhm hum— asiento terminando de beber el té.

—No fue buena idea tirarte. Lo siento— me tapa mejor con la frazada y le sonrío en agradecimiento.

—Pero me gustó mucho verte todo cubierto de sopa— revuelvo su cabello húmedo. Recién se bañó.

—A mí tu cara azul— me río —pero te curé rápido. Sino tus padres me iban a matar. Tres té, un baño caliente, pastillas analgésicas, solo una para evitar que te ataque la gripe que al final no lo hizo y una frazada enorme al frente de la chimenea. Siéntete agradecida.

—Gracias. Por casi matarme de hipotermia— sonrío con sarcasmo.

—Fue tu regalo.

—Regalo que ya me habías dado. Un lindo perfume— le recuerdo.

—Pero este era el extra.

—Siempre tan inesperado tú.

—Lo sé— nos quedamos en silencio por unos minutos.

En estas vacaciones de invierno Dereck Anderson y yo no volvimos más unidos que nunca.

Compartíamos clase de biología y matemáticas, pero solo nos saludábamos, y como en estas vacaciones nos asignaron un trabajo juntos, el cual ya terminamos, los dos somos muy amigos y resultaba que mis padres eran mejores amigos de los suyos.

Solo que no vine a su casa por simple amistad.

—¿Anderson?— digo de repente. Mi voz y la leña consumiéndose suenan en el living.

—¿Si?

Tardo en responderle y gira su cabeza para mirarme y yo hago lo mismo.

»¿Estás bien?— pregunta al ver que no puedo responderle.

—Tú sabes que estas vacaciones nos volvimos más cercanos. Sobre todo porque Cassie está con su tía en Rusia y Ethan no está más aqui. Tengo toda la confianza en ti como tú en mí.

—Si... Es ciert...

—Necesito que me hagas un enorme favor— corto su palabra.

—Pide lo que quieras.

—¿Lo que sea?

—Claro. Sabes que voy a ayudarte en lo que quieras.

—Necesito...— susurro bajando la cabeza. Luego la subo armándome de valor y suelto lo que quería decirle desde que entré a su casa —necesito que me saques la virginidad.

Frunce el ceño y sube las cejas. Luego se rie.

—Eres chistosa en serio.

—Deck...— niego con la cabeza. Y es ahí cuando deja de reír.

—¿Po-podrías repetirlo. Por fa-favor?— sonríe un poco sin entender.

—Necesito que tengamos sexo y me saques la virginidad— repito un poco más explícito.

—¿Ámbar qué estás diciendo?— me toca la frente —¿No tienes fiebre?

—Dereck no— saco su mano y la aprieto con la mía —por favor. Eres el único que le tengo mucha confianza como para decirle que me haga eso.

—¿Por qué dices algo así? ¿Por qué yo? Somos solo amigos.

Cuando algo lo inquieta o lo pone nervioso sus mejillas se sonrojan de una manera adorable. Su mano pasa constantemente por su cuello y nuca, y su mirada no puede sostenerse sin que evite a la otra persona mirando a otro lado, menos a su cara.

Este es el caso.

»¿Por qué quieres hacerlo? ¿Tú-tú sientes algo por mi?

—¿Qué? No Dereck— suspira el aire contenido —¿Y tú por mí tampoco no?— porque eso arruinaría mi plan.

—Claro que no. ¿Y entonces por qué...?— hace gestos con las manos.

—Esto va a sonar raro y un tanto loco. Demasiado loco, pero yo gusto de un chico. No estoy si es gustar o algo más, pero necesito que tú me hagas eso que ya repetí.

Sí, me gustaba Erick Stelle. Hace una semana fue cuando me había dado ese beso en los cuartos y quedé idiota por él. Soñaba con él. Pensaba en él. Eso sí, jamás bajaba la intensidad de mis golpes en las peleas porque me gustara. Kevin siempre decía:

"No mezcles la práctica con lo personal"

Y no lo hacía.

Erick era a lo que yo llamaba: un-maldito-imprescindible-misterioso-manipulador-conquistador.

Y me gustaba que sea así.

—Dios... ¿Y por qué no solo se lo dices? ¿Y por qué quieres que te desvirgue cuando gustas de alguien más?

—Créeme, solo se dará cuenta si le digo eso. Y no se lo digo porque se que dirá que bromeo o no sé, pero necesito que me hagas ese favor. Y te prometo que nuestra amistad seguirá igual.

—Ámbar por favor no me pidas algo así.

—Por favor Dereck. Por favor. Tú perdiste la virginidad antes que yo y lo hiciste por simple curiosidad.

—Pero por lo menos yo lo hice por curiosidad y no para darle celos a la persona que me gusta.

—Dereck...

—Lo siento. No lo haré— trago saliva exhalando rendida.

—No. Lo siento yo. Arruiné una amistad, el cual no quería que terminara así— me saco la frazada y me paro. Él no me mira y mis ojos pican.

No porque no quiera aceptar mi petición. Sino porque mi idea no era terminar así nuestra amistad.

»Adios Deck— musito agarrando la perilla de la puerta, pero me sobresalto al sentir que su mano toca la mía. Y cuando me giro para verlo, acaricia mi pelo, lo pone detrás de mi oído y después me besa.

Tardo en responderle pero luego me dejo llevar y los dos soltamos la perilla al mismo tiempo. Su mano acaricia mi espalda y las mías su cabello. Cuando nos separamos en busca de aire digo su apellido que para nosotros es como un nombre por la costumbre.

—Anderson...

—Shh... Por favor no digas nada— me sonríe y me vuelve a besar.

Me carga y en un instante el cual me doy cuenta los dos nos encontramos en el sillón acostados y sin ropa. Del bolsillo de su pantalón saca un condón. Me pregunta si de verdad estoy segura, cuando le de digo que si, su intimidad entrando en la mía y mis gemidos y el placer de sentir y ver lo dulce y gentil que es me encanta.

Los segundos corren, los jadeos de escuchan más fuertes, nuestros corazones bombean muy rápido.

—Deck— susurro agarrándome de su espalda cuando siento a mi vientre hacerme cosquillas.

—Solo déjate llevar— asiento y grito bajito. Sus dientes mordieron suavemente el lóbulo de mi oreja.

Los dos nos venimos entre gemidos, exhalaciones y susurros que no logramos decifrar.

Se acuesta de perfil para no aplastarme. Me mira. La tenue luz de la chimenea hace que resalte su piel mojada y su pelo pegándose a su frente.

—¿Estás bien?— pregunta por segunda vez en la noche. Acaricio su cara.

—Si. Gracias Anderson— le doy un beso.

—Eres rara Sevedo. Nadie en su sano juicio quiere perder la virginidad para darle celos a otro chico. La idea es que quieras hacerlo con él— se ríe.

—Lo sé, pero siempre pensaba que perder la virginidad no era algo super valioso. Es... Solo perderla. No digo que al primer chico que encuentre le diga "desflórame amigo"— nos reímos —lo pensé mucho y por eso quise hacerlo contigo.

—Eres rara Sevedo. Lo tengo que repetir— besa mi frente.

—Siempre lo fui. De verdad, te lo agradezco. Eras el único al que podía pedirle esto.

—De nada. Sabes que al principio me negué porque pensé mucho en nuestra amistad. Pero ví lo mucho que querías esto y si nuestra amistad terminaba contigo saliendo por mi casa, prefería que lo fuera por algo que tu cumplieras. Alguno de los dos tenía que salir ganando.

—Pero nuestra amistad no terminó Deck.

Sonríe a medias.

—Si Ámbar. Esto que hicimos, no te puedo volver a ver de la misma forma con la que siempre lo hice.

—¿Qué?

—Te mentí. Porque me iba a ilusionar te dije que no.

—¿En qué?

—Me gustas Ámbar— asiento cerrando los ojos por dentro.

—Deck...

—Lo sé, pero yo no hice esto porque me gustas, sino porque tú realmente lo querías. Y me había negado al principio porque pensaba que el sentimiento se había a intencificar. Te quiero, pero esta amistad ya se terminó cuando supe que me gustabas.

»Aparte me voy mañana a California.

—¿De vacaciones?

—Me voy a mudar Sevedo— abro ligeramente la boca —por eso te invité a mi casa hoy. Para contártelo.

—¿Asi que... No nos veremos jamás?

Se ríe.

—Es posible, mis padres no tienen tanto dinero para que vayamos de California a Francia solo por visita. Nos vamos porque allí les ofrecieron un mejor trabajo que el que tienen aquí. Tal vez jamás nos veamos cara a cara.

—Entonces te visitaré yo.

—No lo hagas. Por favor.

—¿Por qué?

—Quiero olvidar ese sentimiento que tengo por ti Ámbar. Necesito volver a verte como mi amiga.

—Entiendo— me abrazo más a su cuerpo.

—¿Qué pasa?

—Te agarré mucho cariño y aprecio, es todo.

—Solo no llores cuando me despida en el aeropuerto— me río.

—Lo prometo— me separo un poco para sacarme de la mano un anillo fino y plateado que tengo puesto.

—¿Y esto?— se lo entrego.

—Para tí. Como tú dijiste que posiblemente no nos íbamos a ver nunca más, te lo doy. Así cuando vuelvas algún día aquí me lo das. Mientras tanto es tuyo.

—Algún día volveré entonces— se lo pone en su dedo anular.

—¿Lo prometes no?— lo amenazo con mi dedo y él se ríe.

—Lo prometo Sevedo.

Fin del flashback.

—¿Te gusta? Como te diste cuenta en Atenas, es primavera. No hace tanto calor pero tampoco frío.

—Es hermoso— salimos del aeropuerto y nos subimos a un taxi.

Ryan le da la dirección y el chófer empieza a conducir.

—¿Podemos visitar la acrópolis de Atenas?— pregunto entusiasmada.

—Iremos ahí. Primero iremos al hotel, dejamos las cosas, si quieres desempacamos o lo hacemos después, y luego nos vamos.

Chillo asintiendo.

—De acuerdo.

—¿Estás contenta?

—Demasiado.

—Se nota— acaricia mi mano. Toca el anillo plateado y sonríe diciendo que le gusta.

Él no sabe que ese anillo era nuestro. Mío y de Anderson.

Tampoco tiene porqué enterarse.

Kevin y Liam me dijeron que no haga eso, que era peor que lo mantenga conmigo. Pero necesitaba tenerlo, necesitaba tener una parte de él.

—Hotel The Stanley...— leo en el folleto —¿Es al hotel al que vamos?

—Precisamente. Son las 14:00 de la tarde linda. Vamos a comer afuera, tenemos recorrido turístico incluído en el paquete para las 15:30 y más tarde caminaremos por el centro de Atenas, ¿Quieres?

—Me parece bien.

—Bien, llegamos— Ryan le paga al taxista y bajamos. Agarramos las valijas y entramos al hotel.

—Buenas tardes— dice la recepcionista.

—Buenas tardes. Soy Cooper Ryan...— quiere decir mi nombre porque así está reservada la habitación pero sus uñas largas y rosadas chillón teclean su computadora.

—Ya lo busco— y le sonríe de la manera más coqueta y estúpida posible que hace que sonría y levante las cejas.

—Y yo soy Sevedo Ámbar. Su novia— golpeo con mis uñas negras en mármol del apoyador.

Ryan muerde sus labios para reprimir una risa. Me abraza y besa mi cabello.

—Asi es— dice sonriendo.

Me mira seria y luego vuelve a mirar su computadora.

—Uhm... Una suite, por siete dias y seis noches, con una cama. ¿Está bien?— pregunta apretando los labios. Aunque luego le vuelve a sonreír. Y solo lo mira a él. Y mi límite de paciencia se acabó.

—Excelente— le da su tarjeta de crédito y ella la pasa por una máquina. Anota algo en su computadora y le entrega la tarjeta y otra de color dorado.

—Adoro tu chaleco ¿Sabes de quién soy hija "pinki"?— le digo por sus uñas horribles.

Niega sonriendo sarcásticamente.

»De la creadora de tu chaleco. De la mismísima Raquel Scarlet Sevedo.

Abre la boca un poco.

—Si. Ya te conozco... Charlotte— leo su nombre el pase que tiene colgado a su cuello. —Me doy cuenta que estás vestida con todo lo que mi mamá diseñó alguna vez en su vida. Tu vida se puede volver un infierno si me lo propongo.

—¿De qué habla?

—Deja de hacerle ojitos y sonrisitas a mi novio o yo misma me voy a encargar de que a partir de este momento nunca más puedas comprar la ropa de mi mami.

—¿Tú?

—Si cariño. Yo.

—¿Y como lo harás mantenida? ¿Le harás reproches a tu mami para que no pueda comprar más su ropa?— tenso mi mandíbula.

Hace dos años, ella... Sí, hubiera estado atada en el sótano de mi casa toda destruida y torturada por insultarme.

—No... Tengo contactos, como la mantenida que soy— le sonrío —puedo hacer con un chasquido que tu expediente tenga antecedentes de ladrona de una de las tiendas de mi madre y con toda la ropa que tienes no lo dudo en absoluto. Así que cierra la boca y respeta. Porque así como la mantenida que soy puedo hacer que la ropa que tanto te gusta desaparezca en cuestión de segundos. Y tu trabajo también.

Queda sin palabras, con la boca en el suelo. Le sonrió de la manera más amable posible. Y Ryan no aguanta más y se ríe.

—Bien, nos vamos. Estas vacaciones van a ser las más calientes que he tenido, a pesar de que haga frío. Chao...

Nos vamos y subimos al ascensor.

Cuando se cierra los dos nos reímos.

—¿De verdad puedes hacer eso?— se calma un poco.

—No tengo el poder suficiente— claro que sí. Ni siquiera le tengo que decir nada a mi mamá para que su vida se arruine.

—Lo imaginé.

»¿Mi novia eh?

—Solo te defendí de garras rosadas— se ríe.

—Puede ser. Mi novia... Me gusta como suena— me besa mientras el ascensor sube.

A mí no...

Llegamos a piso 8 y entramos a la suite.

—En serio. Esto debe ser demasiado caro Ryan.

—Disfruta. Iré a pedir servicio a la habitación. ¿Champán?

—Y chocolates.

—Tú sabes— se va a lo que supongo es la habitación donde está el teléfono para llamar.

Miro solo el living y la vista impresionante que tiene la suite, porque no hay paredes al frente, sino ventanas que dejan ver las luces y todo el centro de Grecia.

Antes de cerrar la puerta ponen el pie y me asusto.

—Lo siento no era mi intención asustarla— suspiro. Es un empleado del hotel por el traje según veo.

—Descuida.

—¿Es Ámbar Sevedo?

—Si...

—Esto es para usted.

—¿Para mí?— la agarro confundida.

—Si.

—¿Sabe quién la envío?

—El cartero acaba de llegar y esta carta es para usted.

—Bueno... Gracias.

—De nada. Otra vez lamento asustarla.

—No pasa nada— asiente sonriendo y se va.

La veo detenidamente. No hay nombre del remitente.

Solo el mío y el nombre del hotel.

La abro y hay una tarjeta... Con esas letras...

Ay Dios...

Ese jean negro te queda tan lindo. No quiero viajar hasta aquí para ver como se acentúa a tus piernas.

¿Obviamente sabías por qué lo maté no? Debiste leer que cuando puse "cuidado con los que te acuestas" era literal. Por tu culpa y por tus caprichos él murió.

Vuelve ahora a Francia, si no quieres que el rubio también muera. Tienes 10 minutos exactos para salir de este hotel y entrar al aeropuerto con tu enamorado.

PD: De paso vas al funeral de tu desflorador.

Por ahora, solo un simple desconocido♡.


Una lágrima cae en el papel.

Por mi culpa.

Porque si yo no le hubiera pedido nada, él estaría vivo. Es mi culpa. Y voy a vivir cargando ese peso.

Dereck...

Mi Anderson...

Las lágrimas se me caen y lloro en silencio.

Me repito una y otra vez rompiendo la carta en mil pedazos y la tarjeta la arrugo.

El murió por mi culpa.

—¿Linda?— no volteo. Solo digo con la voz ronca:

—Ryan. Tenemos que volver.

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Hola gente hermosa!!!!

Nuevo capítulo de esta novela que tanto me está gustando escribir por sus descubrimientos y secretos.

Espero les haya gustado.

Comenten, voten.

Los quiero y nos leemos luego ❤️

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