Mr. Cullen -EdwardxJacob-

SrySrBlack-Cullen

7.8K 674 138

"Habían perdido la esperanza con él, cuando alguien decía Jacob Black todos pensaban en fracaso, el príncipe... Еще

HISTORIA
Las princesas perfectas
El triunfador del pueblo

El rey de Forks

2.5K 192 13
SrySrBlack-Cullen

"Lo llaman 'Él líder guerrero' porque marcho a la guerra y gano el primer día que ascendió al trono, lo aclaman 'Rey' porque eso es lo que significa la corona sobre su cabeza, yo lo llame un monstruo y en días felices fue papá "


Billy Lucian Black cuarto rey de Forks, líder guerrero y monarca eterno. Nacido el 4 de Mayo en una habitación lujosa sobre una cama con sabanas de seda. Hijo del tan temido Ephraim Black el domador de reyes.

Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que escuche a alguien decir que si Ephraim estuviera vivo su hijo sería su más grande orgullo. Despiadado, implacable e imparable eran palabras que se usaban para describir al gran rey de Forks. Desde el norte helado de las tierras de invierno hasta el sur con el agua salada y las islas perdidas Billy Black era aclamado como un monarca aterrador, pero bendecido con la buena fortuna y la lealtad de su gente.

Ninguna guerra se había perdido desde que Billy Black ascendió al trono, ni una sola batalla quedo en derrota cuando él cabalgaba al frente de sus hombres, estandarte en mano y espada desenvainada. Reinos temblaban de miedo y reyes se arrodillaban a su paso. Un verdadero monarca eterno hijo orgulloso de un hombre aún más poderoso y peligroso de lo que él era en la actualidad.

Se rumoreaba que cuando aparecía las nubes tapaban el sol y el astro se ocultaba para que su resplandor no dañara sus ojos. Ridiculeces y superstición, por supuesto.

Y un día en una batalla un hombre llego hasta su flanco, blandiendo la reluciente hoja afilada lo tiro del caballo en el que montaba y el peso del animal cayó sobre su espalda rompiéndole la columna. Billy Black el gran rey, el más temido y respetado reducido a un invalido cualquiera por un golpe de mala suerte y un animal inocente.

No es que hubiera importado en lo absoluto, sus tierras se expandieron, su ejército lo conquisto todo y él pudo "descansar" en el interior de su gran palacio. Billy regreso a casa sanando ya y montado en una silla con ruedas de madera, beso a sus hijas y fue a darle la noticia a su esposa. Todo estaba bien. Solo había estado fuera medio año, seis meses y no se sentía como si hubiera perdido, mucho menos cuando se enteró del embarazo de su esposa y el próximo nacimiento de su primer hijo varón.

Los cuentos de la reina dicen que la tierra se estremeció, el pueblo celebro y la luna sonrió desde las alturas como una diosa con un secreto que es robado y precioso.

El nacimiento del próximo heredero al trono, el hijo de Billy Black el más grande monarca. Yo.

—Jacob—Leah saludo, siempre amable conmigo sacándome de mis cavilaciones. Mis ojos dejaron la pintura gigante colgada en la pared norte de la sala de reuniones para poder mirarla a ella. Pensar en mi padre y su historia siempre me hacían sentir inadecuado—Te vera ahora—Ella dijo con profesionalidad, pero la pantalla formal y distante no me era agradable.

—No te he visto en un tiempo, loba—Dije cariñosamente, una sombra de sonrisa apareció en su rostro pétreo—¿Todo bien en el paraíso? —el vestido de Leah era granate y oro, los ornamentos de sus mangas se afilaban al bajar por sus brazos hasta que el degradado se convertía en pétalos aterciopelados—Espero que Sam este tratándote bien—Una sonrisa finalmente tiro de sus labios subiendo con afecto y llegando hasta sus ojos.

—Sam es maravilloso—Fue conmocionarte y melódico el sonido de su corazón cantando para el hombre que amaba—Él me pidió matrimonio—No podía evitar el cariño clásico de una dama enamorada, mis ojos se dirigieron automáticamente a la joya adornando su dedo anular que elegantemente brillaba atrapando los cálidos rayos del sol.

No podía creer esa banda dorada, no podía creer el descaro de un hombre tan desecho en sus afectos a otras mujeres que se atrevía a atar a una flor recién nacida. Oculte mis puños en mi espalda y elegantemente me incline para ella, rogando que mi sonrisa no se viera tan forzada como se sentía.

—Las felicitaciones están en orden, entonces—Supe que había hecho un buen trabajo cuando ella brillo con luz propia—¿Puedo preguntar la fecha de la boda? —Leah era la más sabía consejera del rey, la más lista de las doncellas del palacio. Leah era el sueño de muchos hombres, hombres como Sam Uley.

—La próxima semana, queremos que sea un gran evento—Ella lo quería y él la estaba complaciendo fue lo que pude leer entre líneas—¿Vendrás? —Arraigado en una educación de príncipe no deje que mis emociones personales contra Sam Uley afectaran mi amistad con una de las pocas mujeres a las que apreciaba.

Fue difícil de hacer, el rencor entre Sam y yo era fuerte y se remontaba a años atrás cuando éramos unos torpes chiquillos que se creían mejor que el otro.

—Esperare mi invitación y el gran evento con ansias—Leah sonrió como esa muchachita de cabello negro que un día años atrás me tendió la mano y me dijo que no me preocupara, que el mundo no terminaba en las murallas del palacio—Espero que estés siendo cuidada y feliz—Sus labios rojos me recordaban a un cuento donde una princesa besaba una flor y la flor enamorada con su dulzura le daba a su boca el color de sus pétalos.

—Estoy bien, amo a Sam y el me ama—No quería arruinar su amor verdadero, sabía cuan feroz era ella defendiendo a un hombre sin honor. Bese su mejilla al pasar por su lado.

—Eso es todo lo que me importa—Más valía a Sam Uley mantener ese afecto como un tesoro y abandonar sus revolcones de una noche porque de no ser así se encontraría al otro lado de mi espada. —Ahora sigue tu camino, mi padre debió volverte loca solo esta mañana—Aún era temprano en el día, pero algunos mechones de su pelo ya estaban sueltos señal de que su estresante trabajo se hizo peor al salir el sol.

—No estaría volviéndome loca si te comportaras—Ella riño cariñosamente.

Comportarme, esa palabra desconocida e inquietante me revolvió el estómago de forma desagradable.

—Ya sabes lo que dicen—Cante al alejarme—El príncipe rebelde de Forks nunca se comporta—su sonrisa triste era la misma que siempre me daba cuando escuchaba palabras parecidas. Encamine mis pasos lejos despidiéndome superficialmente sabiendo que la vería de nuevo en algún momento del día.

Hombres en armadura se cuadraron mientras caminaba por el amplio corredor hacia la oficina de mi padre, todos ellos vestidos como caballeros y portando con honor el escudo de nuestro reino. Cualquiera pensaría que ellos estaban respetuosamente irguiéndose en el camino de su príncipe, así era, más o menos. Todavía podía ver entre las rendijas de los cascos los ojos vidriosos y burlones o llameantes y molestos, no respeto, solo decepción. No me importaba, era el príncipe rebelde por una razón, mis sentimientos cuidadosamente guardados no serían mostrados a un puñado de ignorantes soldados del rey.

La ornamentada puerta de roble pesado estaba cerrada y dos guardias armados me miraron fijamente.

—Mi padre me espera—Fue toda la indicación que les di, uno miro al otro como si mis palabras fueran dudosas o falsas. Me molesto inmediatamente, yo tenía fama de muchas cosas, pero de ser mentiroso jamás. —Abran la puerta o no, entrare de todas maneras—Si, era una amenaza. Las miradas de duda se volvieron acero en ambos hombres.

Sonreí como quien ha ganado una pelea que todavía no a comenzado, inútiles ellos y todos los que se atrevieron a retarme porque todos y cada uno fracasaron misteriosamente. Subestimarme era común en las personas, pero siempre resultaba en cosas malas.

—¡Déjenlo entrar! —La autoritaria voz ordeno al otro lado de la puerta.

—Ya escucharon al gran jefe, dejen al niño de papá entrar para recibir su castigo—Las muecas ofendidas y asqueadas a mi tono meloso me hicieron sentir mejor. Poner a los hombres del rey cabreados de aquí a Junio era mi parte favorita del día. —¿Esperan que mi padre lo repita? —Las puertas pesadas fueron abiertas y camine entre ellas dejando atrás a los dos guardaespaldas ridículos.

La oficina de mi padre como siempre hacía me quito la respiración de una mala manera. Las columnas de mármol eran exageradamente grandes, las decoraciones mayormente eran regalos de tierras antiguas que compraban el favor del rey o agradecían no ser invadidas por su ejército, pero lo que más odiaba, lo que realmente detestaba del lugar y me ponía falto de aliento era la pintura colgada en el extremo posterior a la puerta.

Banderas que ondeaban al viento siendo consumidas por el fuego, un castillo en ruinas y gente tirada en el suelo, armas por todos lados y mi padre en el medio con el ejército de Forks a su espalda. Grandes y orgullosos guerreros entre la decadencia y la destrucción.

La batalla de la Push. La batalla que destruyo el hogar de mamá.

—Papá—Salude, acostumbrado a tomar una respiración luego del golpe inicial de la maldita pintura.

Mi padre fue una vez un hombre viril, alto e imparable, ahora el anciano sentado en su silla de ruedas con su cabello canoso y los ojos como témpanos de hielo parecía un político monarca corrupto y distante. No era el padre que me sostuvo en sus brazos o me leyó cuentos para dormir, era el rey que ordenaba a sus hombres continuar sus conquistas y ordenaba castigos crueles para sus desertores.

—Tengo noticias del monarca de Clallam—Sus manos llenas de cicatrices levantaron una carta en pergamino con el sello roto. —¿Puedes adivinar qué es lo que dice? —Arriesgando mi cuello me encogí de hombros con indiferencia.

—Supongo que me agradece las mejoras a su reino—No sabía quién estaba más enojado si mi padre o el rey, a veces ellos se sentían como dos entidades separadas. Las manos que azotaron el escritorio eran las mismas que empuñaban una espada como si fuera una extremidad más del cuerpo—O no—Papá no tenía que levantarse de la silla para hacerme sentir como un mocoso de nuevo.

—Te has propasado esta vez—Él dijo entre dientes, su postura recta y fría se calentó con ira—¡Clallam es de nuestros aliados más antiguos y leales! —Grito subiendo el tono hasta que la punta de sus orejas se puso roja.

—¿Y dejara de serlo porque limpie el piso con su heredero? —Agradecía que fuera mi padre, otra persona estaría derramando su cerebro en la alfombra en este momento. Levante la barbilla negándome a sentirme avergonzado o a dejar que el me convenciera de disculparme por mis acciones. —Paul Lahote tiene de especial lo que tú tienes de sano—El cuchillo que paso volando a mi costado derecho no me sorprendió. Innumerables veces papá había cortado a alguien con ataques parecidos, si yo hubiera querido evitar la hoja afilada solo hubiera tenido que moverme ligeramente.

La sangre corrió por mi mejilla y goteo en su perfecta alfombra, las gotas rojas salpicaron y me alegre de que su herida ensuciara el suelo. Maldije el escozor, pero me negué a atenderlo o dar muestra de que dolía.

Nos miramos a los ojos por largos momentos evaluándonos el uno al otro, yo no tenía oportunidad de salir ganador. Lo que mi padre odiaba de mí, lo que él detestaba de su único hijo era que su corazón guiaba más que su cabeza. Padre se enorgullecía de su pensamiento racional, yo era más un apasionado idiota, por eso las heridas que me quedaban en la piel por su culpa jamás eran vengadas en su contra. Él era mi padre al final del día y no importaba cuanto lo odiara en ciertas noches heladas, yo todavía llegaba a quererlo.

—Estas fuera de control—Él declaro, indiferente a la sangre porque sus ojos habían visto más horrores en el mundo que un simple corte—nuestros tutores no hacen nada por ti y tus consejeros renuncian a las veinticuatro horas—En realidad yo estaba un poquito orgulloso de esa marca en particular—Asi que tome una decisión—Papá no era de las personas que sonreían y cuando lo hacía definitivamente podía creer en el rumor sobre el sol escondiéndose de él— He hablado con mis consejeros y todos estuvieron de acuerdo en que esta idea es probablemente nuestra última alternativa—Inmediatamente levante la guardia.

Podía permitir un cuchillo rozar mi mejilla y clavarse en la pared, no podía permitir que papá intentara gobernar mi vida. Había limites que claramente tenían que respetarse aquí.

—¿Qué alternativa? —Odié de inmediato lo forzado que soné, le dio a el una vulnerabilidad que atacar. Su sonrisa era casi mínima, pero allí estaba y mis dedos picaron por tomar una espada.

Malditos sean los enemigos que cargaban con una sonrisa parecida a la de mi viejo rey.

—Hay en las tierras boscosas del oeste una Italia regida por los supremos Vulturis—Él dijo. Conocía de ellos las leyendas más horribles. Si papá y el abuelo tenían una fama sangrienta ellos se burlaban como si vieran a un par de aficionados. —Cayo, Marco y Aro han regido esas tierras por más de cincuenta años—La dirección que esto estaba tomando no me gustaba.

La Italia era tierra impenetrable. Se librará una guerra con Rumania y las arenas doradas de un lugar tan distante como el mañana al que los susurros llamaban Egipto. Los tres grandes reyes no eran exactamente las personas que deberían ser molestadas ni siquiera por mí.

—Ellos tenían un problema de disciplina en sus guerreros hace poco más de una década y aquellos a quienes los reyes recurrieron son llamados Cullen—Mis hombros se tensaron y mi mandíbula se apretó. El espacio entre nosotros pudo haber sido un centímetro o cien kilómetros, pero no me importo cuando las líneas de la mandíbula del rey se afilaron con la sombra de las antorchas. Cruel ser humano mirándome como un tornillo defectuoso en su gran máquina—Asi que contacte a Cayo y ellos accedieron a comunicarme con la familia—El hielo de las tierras del invierno quizas se había expandido a esta área de Forks porque el frio me congelo los huesos.

Los Cullen. Conocía ese apellido.

—No necesito ser educado—Mi voz era más glaciar que forzada ahora, él rey vio mi ira y se regodeo en ella. Ese era mi padre.

—Necesitas una lección—Corrigió—Forks se avergüenza de su príncipe, no puedes continuar fingiendo que no eres el próximo heredero—No fingía nada, yo me preparaba. Él solo creía que mi método de prepararme era erróneo y llevaba demasiados sentimientos. — Cosas como la pelea en Clallam no pueden seguir ocurriendo ¿Imaginas lo que nuestros enemigos pensarían? me niego a que nuestros reinos en guerra crean que mi próximo monarca es un irreflexivo mocoso—El irreflexivo mocoso (yo) rodo los ojos rebeldemente.

Papá apretó tanto los dientes que creí que escucharía el momento en que se rompieran.

—Vas a ser corregido—Declaro, hielo total en su voz—Te convertirás en un digno hombre y dejaras atrás tus impulsividades y tu...corazón—Esa era nuestra eterna pelea, mientras él quería a un hijo copia de sus días de gloria yo solo quería una oportunidad de ser yo. Tomé lo que pude y lo volví caos, si no me dejaba ser quien era podía obligarlo a verme sobresalir sin ser su copia perfecta.

—Mi corazón, padre—Dije tan amable como pude—es lo único que me ata a esta casa y a esta familia—Toque ante sus ojos el escudo de armas en mi pecho y le di mi expresión más burlona y mortal—no hagas que lo pierda o me perderías también—Algo parpadeo en él, una sombra de algo pasado que yo no podía leer. A veces parecía como si él entendiera y luego de un segundo ese entendimiento era aplastado bajo convicciones ridículas.

—Ellos ya están aquí—Fue su respuesta.

Los rubíes incrustados en el joyero a la derecha de mi padre parecían burlarse de mi ira, como si su rojizo encanto fura más mortífero de lo que yo era. Tuve que serenarme primero antes de atacar, el impulso de gritar como un loco fue más fuerte, pero a diferencia de la opinión general yo no era un mocoso impulsivo.

—Despídelos antes de que los corra yo mismo—Mi sana advertencia no fue bien recibida.

Granate, rubí, rojo, sangre. Mi padre podría portar los clores de la guerra con la misma facilidad que podía sostener en alto una copa. En ese momento él me mostro una fracción de la emoción cruda y violenta con la que podía desenvolverse. No pude evitar el miedo que me congelo, preso de algo más allá de un lazo familiar retrocedí con el instinto de protegerme.

—Se quedarán, no hay más que decir—Sus dedos chasquearon y seis guardias entraron por dos puertas gemelas—Los invitados de Italia serán hospedados en el ala norte, sus habitaciones ya deben estar preparadas. Consigan doncellas para las tres damas y comuníquenles que la cena de esta noche es a las siete. —Mi estomago se sentía pesado, como bloques de ladrillo bajando por mi garganta para caer violentamente en mi interior—Mi hijo está en restricción permanente hasta nuevo aviso, si alguien lo ve intentando salir de este castillo lo llevara al poste. El látigo de Sam Uley arreglara cualquier rebeldía—La amenaza directa me hizo temblar.

Arreglar mi rebeldía a golpes no le funciono a Uley en el pasado, pero esta vez el poste era público y los azotes claramente estaban a decisión del hombre que me odiaba. Bueno, eso era si alguien lograba atraparme y yo no era conocido por ser atrapado.

—Restricción permanente incluye el baile de Dallas, ¿Cierto? —Mi padre lucio enojado, enojado por mi descaro y más allá de toda furia por no obtener de mi las reacciones que esperaba tener.

¿Aun crees que soy un impulsivo niño?

—Asistirás a ese baile aun si tengo que arrastrar tu cada ver en descomposición, hijo—Si, este era el mismo hombre de la pintura colgada en la oficina y en la sala de reuniones. Mi padre no existía cuando este gobernante sádico ocupaba el puesto. —Ahora vete antes de que ordene a mis hombres sacarte—Pude ver el brillo perverso de los que querían que me resistiera.

No estaba de humor para patearles el trasero, no ahora mismo y no en la alfombra ya manchada de mi sangre. Mi reverencia fue una burla y todos pudieron verlo.

—Envía de mi parte mis condolencias al rey de Clallam—Agregue antes de irme. No tenía un filtro, quería que supiera que no me arrepentía—Condolencias por que su heredero soporto dos puños antes de caer rendido. Si hay alguien necesitando ser corregido definitivamente es ese principito—Alguien en la multitud rodo los ojos, el resto se mantuvo escéptico. No me sorprendió, yo era conocido por ser un mal peleador.

Pobres ilusos.

Me retire dejando atrás a seis guardias para que lidiaran con la rabia de papá. Mis botas resonaban entre el corredor vacío y mientras más me alejaba las emociones que me esforcé en reprimir más burbujeaban.

¿Cómo era ser un príncipe? el dinero, el prestigio, la fama y el poder simplemente no valían la pena. No cuando tenías un padre como el mío.

—Príncipe Jacob—Una concubina se inclinó al pasar por mi lado, sus ojos bajos todo el tiempo y sus hombros hundidos.

—Buenos días, Gabrielle—Ella se puso tres tonos rojos, tartamudeo algo y se alejó rápidamente. Nadie aquí podía entender como yo recordaba los nombres de los sirvientes y los reconocía en un vistazo. La escuche retirarse a velocidad sorprendente cuando creyó que no la escucharía, yo mismo comencé a ir más lento.

El castillo helaba con las ventiscas de Marzo, la primavera no podía llegar lo suficientemente rápido. Me pregunte porque me sentía como si caminara en la superficie del agua, amaba mi hogar, pero hace mucho tiempo que este frio castillo no se sentía como uno. Las columnas infinitas, las torres con banderas, los recovecos secretos y las historias ocultas detrás de cada muro ya no me hacían sentir nada más que un agridulce recuerdo que no se sentía como mío.

"Ellos ya están aquí" había dicho mi padre. Significaba que en este momento deberían estar esperando ser llevados al ala norte escoltados por Leah.

Me pregunte si podía deshacerme de los Cullen antes de que se asentaran ¿Romper mi récord de veinticuatro horas, tal vez? pero me preocupaba que los rumores fueran ciertos, que la familia tan reservada como era estuviera llena de aventureros errantes y su líder fuera ese consejero maestro de La Italia. Carlisle Cullen no se asustaba con nada según había escuchado. ¿Cuál era la mejor forma de conseguirlo?

—Allí estas—Una muy compuesta y profesional loba se acercó. Leah siempre me había parecido un animal feroz incluso siendo joven, ella era la guerrera perfecta con sangre roja, de allí el apodo que le había dado hace tantos años. —Tengo un montón de cosas que hacer por tu causa, asi que ve a tu habitación y quédate allí hasta que vaya a buscarte—Su dedo se sacudió frente a mi rostro amenazadoramente—No te metas en problemas—Su ira parecía adorable después de diez minutos con papá.

—Lo que la próxima novia ordene—Bromee, pero en el mejor de los casos mi voz estaba apagada y a la defensiva. Su rostro se suavizo un poco.

—Vete, te alcanzare y hablaremos—Ella prometió—¿O quieres que envié a Seth? —El recuerdo del joven soldado se sentía como lejano.

—Estaré bien por mi cuenta—Quizas me perdiera de camino a mi habitación, después de todo habían pasado ocho meses desde que estuve en casa.

Se me hizo divertido pensar que cuando mis hermanas salían por tres semanas el pueblo las recibía con una fiesta al volver y que cuando yo regresaba luego de ocho meses fuera el mundo de Forks callaba y guardaba silencio como si no quisieran que nadie supiera que el hijo menos favorito del rey había regresado.

—Hablo en serio Príncipe, no se meta en problemas—Cambiar de informal a formal me dio a entender que teníamos compañía, un soldado paso, hizo una ligera inclinación para mí y siguió adelante.

—Pero Leah, yo siempre me comporto—Allí, logre sonar divertido. Ella no parecía impresionada, hice una reverencia pomposa y me despedí rápidamente—Nos vemos más tarde—Estaba fuera de su alcance antes de que pudiera seguir regañándome.

En un castillo tan antiguo como el mío era normal que encontraras pasadizos secretos y atajos a todas partes. Salas olvidadas o cerradas, ruinas y túneles que conducían a lugares en todas partes. De niño mis hermanas y yo habíamos recorrido el castillo lo mejor que pudimos, luego, cuando mamá murió mis hermanas se alejaron y me quede solo con mi maravillosa aventura. Si alguien conocía mejor que nadie este castillo era yo. Llegar a mi habitación desde mi punto actual me tomaría mover una pintura, correr algunos túneles, escalar un muro polvoso y empujar una pared de roca, me llevaría cinco minutos, pero decidí que si quería meterme en problemas debía ser visto públicamente dirigiéndome a mi cuarto primero. Todo un niño bueno.

Cuando finalmente crucé y subí casi cuatrocientos escalones casi me había arrepentido de querer hacer travesuras. Odiaba la inclinación que tenían las escaleras de este maldito palacio, pero sobre todo odiaba soportar el chismorreo de las mujeres y hombres que me veían pasar.

Mi actitud problemática es más fuerte que mi odio por los rumores. Triste, pero verdadero.

—Príncipe—Rene saludo haciendo una profunda reverencia.

—Rene, una cara amiga por fin—Tome su mano besando el dorso, la doncella encargada de mis habitaciones se puso roja como una fresa—Espero que hallas estado bien—le tomo un momento después de que soltara su mano el recuperar su respiración.

—Es mejor ahora que está de vuelta príncipe—Sabiendo que mi padre y Leah no mantenían lacayos que no fueran necesarios supe que la habían despedido en mi ausencia y recontratado a mi regreso.

—Me hubiera gustado llevarte conmigo, pero sé que tu familia también te necesita—Rene era una mujer humilde con una hija menor que yo y un esposo que no era exactamente su esposo.

—Agradezco el gesto su majestad—Ella reverencio y abrió la puerta para mí.

A diferencia de mi habitación en Clallam aquí en mi hogar mi cuarto era un refugio seguro. Pocas personas tenían acceso a este espacio que se mantenía siempre cerrado con llave en mi ausencia, Rene y yo éramos los únicos con libre acceso además de mi padre si es que al rey se le ocurría pasar por aquí. Mi habitación no era tocada por nadie más que por mí y Rene, ni siquiera Leah estaba permitida o su hermano menor Seth sin mi permiso.

—Esto está mucho mejor—Dije, había mapas tirados en un escritorio, una alfombra mullida, una cama de dosel tan grande como era posible y un perfecto desorden equilibrado por donde mirara. —No recojas aun Rene, me daré un baño y me quedare aquí hasta la cena—La mujer se detuvo antes de empezar a ordenar lo que pudiera, ella se inclinó en una respetuosa reverencia y sin preguntar ni exigir explicaciones ella se marchó.

En el silencio de mi habitación mire sin ver la mancha de sangre que se secaba en mi camiseta, sangre que había escurrido de mi mejilla y ahora formaba una costra roja que me hizo hervir el estomago, malditas emociones que no podía dejar salir. Tome una respiración, luego dos. Debía lavarme primero.

Veinte minutos más tarde estaba en una misión de encubierto listo para superar la conversación con papá y meterme en un sin número de problemas para deshacerme de los Cullen (reputación o no, no los quería en el castillo), pero más que nada fui movido por mi curiosidad de verlos y asegurarme de que eran al menos una fracción de lo que la gente decía. Yo estaba al tanto de los murmullos ocasionales que hablaban de la familia que puso en cintura a todo un ejercito y lo volvió imparable e indestructible, la fiera lealtad Cullen a La Italia era indiscutible en igual forma. ¿Qué pudo mi padre ofrecer para que ellos aceptaran ayudar?

Así que me estaba moviendo para averiguarlo. Nada podía decirte que fuera el príncipe, ni mi atuendo ni mi actitud. Numerosas veces me había escapado de palacio y numerosas veces fui un campesino en las calles de Forks disfrutando de un día de paz sin tener que aguantar al tirano en silla de ruedas.

—¡Tú, mozo! —Un hombre grito, escondí mi rostro entre los mechones sueltos de mi cabello y me detuve—Leah quiere más manos para instalar a los recién llegados, apresúrate—Doblando ligeramente el cuello giré sobre mis talones y me dirigí demasiado felizmente a mi próximo destino.

La gente era tan fácil de convencer que a veces se tornaba aburrido, pero funcionaba para la mayoría de mis planes mientras mi perfil fuera bajo.

El ala norte estaba demasiado lejos para cruzarla en tiempo suficiente asi que usando mis conocimientos sobre mi hogar use algunos atajos para cruzar incluso antes de que Leah apareciera con una congregación de gente pálida y ropa elegante. Lo primero que pensé al verlos fue que tenía que ir con cuidado, mi sexto sentido se volvió loco apenas vislumbré algo de los ojos del líder, su rostro era amable y sus ojos serenos, pero no me engañaba de la fuerza interior que escondía.

Leah se detuvo en el último escalón mirándome escandalizada.

—¿Necesita ayuda con las maletas, Madame Clearwater? —Los labios de Leah se apretaron en una línea dura.

—No, mozo—Ella dijo entre dientes—Vuelva a sus obligaciones—pero yo no tenía ganas de hacer eso así que le ofrecí mi más tímida sonrisa y mi mejor mirada de cachorro.

—El general Uley me ha mandado directamente, realmente no me gustaría molestarlo—Leah entrecerró los ojos.

—En ese caso acompáñenos—Moviéndome respetuosamente espere a que ella pasara con su pálida comitiva y observe a todos ellos por el borde de mis pestañas, tres mujeres y cuatro hombres todos ellos luciendo como de la alta sociedad.

Los mozos y doncellas en la parte trasera me miraban horrorizados.

—Sin una palabra hacia mí—Ordene en voz baja, ellos asintieron enfáticamente y tome de las manos de una doncella una de las maletas. Caminamos todos en silencio, algunos se relajaron y otros estaban tan tensos que era casi ridículo.

Compare a los Cullen con una tranquila manada de leones a la distancia, los cuatro machos rodeaban a las hembras protectoramente y ellas altivas y elegantes se movían con soltura en el centro de protección. Había una gran fuerza en ellos y en vez de planear como sacarlos del castillo empecé a analizar sus movimientos calculados y su soltura, solo la rubia y el más bajito parecían tensos y supe que esos dos eran mi boleto.

—Es un castillo muy grande, les aconsejo que sus acompañantes y doncellas los guíen por algún tiempo para que ninguno se pierda—Leah estaba diciendo al frente de todos—Las habitaciones fueron puestas juntas y para las parejas según lo solicitado—Leah paso a tres guardias armados que ni siquiera me dieron una segunda mirada y yo me contuve a rodar los ojos.

Mirando abiertamente las espaldas de los Cullen identifique a las parejas por la forma en que se movían, el líder y su compañera caminaban casi juntos a pesar de que ella iba un paso detrás de él, el más grande y musculoso llevaba a su pareja prácticamente de la mano lo que dejaba a la más pequeña que revoloteaba cerca del chico a la izquierda con estructura de un soldado, el otro no llevaba acompañante y su postura y movimientos atrajeron mi mirada más de una vez.

—Para Esme y Carlisle Cullen—Leah señalo una puerta, los nombrados agradecieron y las doncellas y acompañantes con sus pertenencias se apresuraron a entrar y mostrarles—Al frente Emmett y Rosalie Cullen—Los novios se movieron inmediatamente dejando tres personas Cullen para acomodar, me desconcentre de los divagues de Leah mirando una estatua que no había estado allí antes y que sin duda no reconocía. Era una gran estatua de una mujer sosteniendo un bebe y yo no tenía no la más mínima idea de qué demonios o quien era.

—Regalo de un duque—Evelyn una de las doncellas me susurro cuando me atrapo mirando—Representa a la reina y a usted, según escuche—Mire de ella a la estatua y mi estomago se retorció con disgusto. —El rey mando ponerla en un sitio donde no pudiera verla y alguien la coloco allí—Tenía sentido si papá no venía nunca a esta área. La ofensiva cosa de piedra me devolvió la mirada, no era ni de cerca una estatua de mamá, quien sea que la esculpió nunca la conoció ¡Ella ni siquiera tenía rizos!

—Y esta es su habitación—Regrese mi atención a la situación notando que era el único mozo junto a Evelyn que quedaba asi que esa última recamara era la nuestra. —Si necesita algo puede solicitarlo—Leah me dio una mirada rápida y feroz que yo ignore por completo. —La cena será a las siete. Una doncella puede guiarlo al comedor cuando sea la hora—Leah inclino la cabeza y luego de fulminarme de nuevo se marchó.

Evelyn abrió la habitación para el invitado y entre los dos llevamos las cosas adentro, por alguna razón no me gusto la habitación, demasiado vacía y arreglada claramente pensada para impresionar y no para dar comodidad lo único vagamente bueno eran las ventanas panorámicas que daban a un balcón precioso y bien diseñado. Este cuarto tenia vista de los campos para montar y las caballerizas.

—Puedo desempacar yo mismo—Él joven de nombre desconocido dijo, sus expresión no muy amistosa cuando aterrizo en nosotros. 

Si el líder de su familia activo todas las campanas de alerta este hombre nuevo me hizo querer correr en dirección contraria de inmediato lo que se resumía a tomar una espada y encarar a un enemigo. Evite su rostro para no descubrirme en un error.

—No sería correcto mi señor—incline mi cabeza dócilmente intentando parecer lo más inofensivo posible, él me miro por un momento como si quisiera echarme de todas maneras.

—Pongan la ropa en el armario, el resto lo hare yo mismo—Y luego se dedicó a investigar la habitación ignorándonos. Lo vigile entre mis pestañas y de reojo siguiendo las instrucciones silenciosas de Evelyn sobre como colgar la ropa o doblarla, ella tenía una sonrisita divertida cuando lo hacía más rápido que ella y le quitaba prendas.

Él acorralado león se deslizaba con elegancia y me dije que llamarlo león se sentía incorrecto, parecía una pantera explorando su nuevo habitad. Todo músculos magros, piel brillante y blanca resaltando son su traje cortado a la medida; hermoso de hombros anchos y hebras castañas, su atractivo perfil estaba valiendo la pena el infiltrarme. En general esto era divertido.

—El príncipe Jacob ¿Son ciertos los rumores sobre él? —Evelyn me lanzo inmediatamente una mirada asustada que yo devolví con bastante inocencia.

El joven Cullen parecía genuinamente curioso y no tan enojado como hace unos minutos asi que mirándolo sobre mi hombro continúe extendiendo la ropa al contestar.

—Depende de los rumores que haya escuchado, mi señor—No conocía su estatus o su clase en el mundo, mi señor era lo más cercano posible a algo educado. Me repetí eso un par de veces porque el titulo sonaba indecoroso cuando lo dije en voz alta—Pero le aseguro que de todo lo que se susurra, el príncipe es dos veces peor—Eso me gano una mirada curiosa.

Sus ojos eran dorados, de eso me di cuenta cuando nos encontramos en la distancia, un dorado precioso que brillaba como el mismo sol. Eran la clase de ojos que derrocaba reinos, la idea aterrizo en mi con lentitud y se arraigo como una enredadera provocándome escalofríos, por eso es que las campanas de advertencia sonaron tan altas para mí. No se trataba de un enemigo potencialmente peligroso para mi posición o mi título sino de un riesgo mortal para mi secreto. Había pensado que esta pantera de ojos dorados era hermoso y eso no era algo que yo me permitiera pensar a diario sobre otros caballeros. Él se aclaró la garganta y desvió la mirada hacia las cortinas azul rey de la habitación como si leyera mi mente y se avergonzara de lo que había escuchado.

—¿Cómo lo describirían? —Evelyn salto casi de inmediato.

—¡Es un gran príncipe! —Ella dijo con ojitos brillantes y feroz protección—Él conoce los nombres de todos nosotros, nos trata con amabilidad y respeto ¡Eso que la gente habla en el pueblo nadie debería escucharlo! —La convicción y sinceridad en sus gestos trajo una calidez agradable a mí corazón. No todos me odiaban era cierto, pero los que me eran leales no me defenderían porque aquellos que me odiaban eran más grandes y fuertes.

—¿Todos los nombres de los sirvientes del palacio? Eso es imposible—La doncella arrugo la nariz graciosamente.

—Él lo hace—Declaro firmemente, sus mejillas pálidas se ruborizaron con cálidos resplandores rosas y me levante dejando la ropa en su sitio para darle un poco de apoyo a pesar de que esa no fuera mi misión.

—Evelyn tiene razón, no lo he escuchado equivocarse ni una sola vez—Ella se animó cuando su nombre fue pronunciado. No queriendo que la conversación se convirtiera en un juego erróneo regrese al punto—pero eso no significa nada, él aún es un príncipe mimado, rebelde y problemático. Gasta más de lo que vale—Los ojos dorados resplandecieron como si la descripción le desagradara.

—¿No te castigaran por hablar mal de tu príncipe? —Intente parecer correctamente avergonzado a pesar de que solo quería bufar sarcásticamente y contestar mordazmente.

—Si alguien de la guardia te escucha diciendo algo de las princesas o el rey seguro serás azotado, pero nunca hay castigo cuando alguien se refiere al príncipe—Uno de mis hombros subió y bajo—Así de malo es—Él se cruzó de brazos estudiando la información, animado por las dudas creadas en el joven continúe hablando—Su padre pensó en enviarlo a las montañas con los monjes, pero no podía darse el lujo de dejarlo fuera de su vista. Creyó que había esperanza, pero la verdad es que ya no se puede hacer nada por él—Evelyn apretó los labios disgustada con mi bonito discurso.

La ropa siguió siendo acomodada entre ambos, el silencio reino y espere de corazón que él tomara mi palabra y se fuera porque quedarse significaría que el caos reinaría en Forks y el príncipe (yo) tendría que evitar la tentación de hebras castañas hasta que pudiera encontrar una manera de deshacerme de él y los suyos.

En el silencio me traicione a mi mismo observándolo un ar de veces, note que de su pálido rostro su cabello era lo que más hacia resaltar sus ojos y ahora que la revelación de su mirada fue notada yo no podía dejar de buscar ese brillo dorado con pestañas curveadas. Peligroso, peligroso hombre desconocido.

—Somos conocidos por lograr lo imposible—Ojos hermosos dijo, colgué una capa en el closet y finalmente di un paso atrás más que incomodo con el apodo que había otorgado al joven Cullen.

—Pierden su tiempo—Fue mi única respuesta, me incline en una reverencia dando por terminado mi trabajo. —Evelyn—Llame a la doncella, la chica se apresuro a reverenciar y los dos nos dispusimos a irnos. Aborta el plan, me tengo que ir ahora.

—Espera—Su ruego era tormentoso y auguraba algo que estaba fuera del guion—¿Cuál es tu nombre?—Su pregunta sonó campanas de alerta, el pequeño destello de una sonrisa disparo latidos irracionales. — Leah, perdona, Madame Clearwater dijo que podíamos elegir a nuestros acompañantes o doncellas para que nos guiaran por el castillo—Asombrado por la proposición no supe que responder inmediatamente como si el pequeño gesto que curvo sus labios un segundo me hubiera arrebatado la capacidad de pensar.

Evelyn me toco el brazo suavemente, el maquillaje de su rostro la hizo parecer más vulnerable y asustada de lo que debería. Mire a ojos hermosos de nuevo para negarme inmediatamente, podía decir cualquier excusa y Leah la respaldaría después, pero esos cálidos resplandores de sol me recordaron las historias de guerra que se peleaban por amor y yo era adicto a las cosas que provocaban caos aunque me gustara negármelo en ocasiones especiales.

—No soy un acompañante, pero si me permite atender algo esta noche le daré mi respuesta cuando finalicé su cena—Era mejor si mantenía la distancia y lo sabía perfectamente, lamentablemente nunca fui bueno en alejarme de algo que me intrigaba.

No conocía su nombre, pero el calor en sus ojos me llamo a nombrarlo con los apodos más desordenados, sin embargo, ojos hermosos definitivamente estaba ganando terreno.

A pesar de mi ira por mí padre, mis ganas de correr a estos extraños y la furia corrosiva que se aplacaba solo un poco, esta noche no odia llegar lo suficientemente rápido. Ya sea que mi siguiente cena fuera para bien o para mal tendría la oportunidad de ver esa mirada de nuevo.

Peligroso con la posibilidad de volverse caótico. Me gustaba.

Claro que todo pensamiento o sentimiento fue encerrado cuando volví a mi habitación debido a que Leah no estaba contenta conmigo.

Ella era muy expresiva cuando no estaba contenta con algo y yo tenia que aguantar las ganas de sonreírle a la mujer porque eso no ayudaría en mi caso ¿Cómo hacerle entender que ella era una fiera salvaje afilando las garras en comparación del monstruo demoniaco en silla de ruedas al que llamaba papá? su molestia me desagradaba y me irritaba, pero no me hacia querer tomar una espada para defenderme.

—¡No debiste hacerlo! —Gritaba moviendo las manos ferozmente, el diamante de su anillo atrapo la luz y la movió, mire la joya sin sentir diversión sobre ella. Realmente me preocupaba esa banda en su dedo. —Si tu padre se entera... —Levante una ceja.

—¿Me encerrara permanentemente en el castillo, me amenazara con azotes públicos y contratara una familia de La Italia violenta para hacerme un buen príncipe? —Leah trastabillo con su discurso, movió la boca en palabras no pronunciadas y cambio el peso de su cuerpo de un pie a otro—Él me ha castigado tantas veces, loba, que ya no siento las cadenas—Sus ojos hermosos traicionaron mi mente recordando ese celestial rayo de sol que era el joven Cullen. Maldiciendo lo aparte de mi pensamiento, no era el momento de ahondar en eso.

—No debería ser así, no deberías provocarlo tanto—Esa era la razón por la que Leah no sería jamás la más cercana a mí, ella me quería y le gustaba nuestra amistad, pero ella aun quería que yo me rindiera ante el monstruo. —Por favor, Jacob, no más juegos—No podía prometerle eso y lo sabíamos.

Forks era un reino frio la mayor parte del tiempo y a veces el sol ni siquiera se asomaba entre las nubes grises quizas por eso es qué seguía pensando en esos ojos. No tenía remedio.

—Intentare que no me atrapen—Fue lo más lejos que pude prometer.

No era un gran alivio, pero la hermosa flor salvaje lo tomo.

—Tienes una hora para arreglarte, esconde esos trapos de plebeyo y date una verdadera ducha—sus órdenes claras y simples me relajaron al menos unos segundos antes de que Rene llegara con expresión asustada.

—Nota, mi príncipe—los labios temblorosos informaron entregándome un pedazo de papel. El incendio consumió mi interior y me olvide de ojos como el sol o amistades y lealtad, todo se resumió a esa pequeña tarjeta con las palabras suficientes para desear que el fuego de mi corazón quemara el mundo entero.

—¿Jacob? —Leah pregunto, arrugue la nota en mi mano y mire a las dos mujeres.

—Pueden marcharse ahora—Pude ver que si ellas albergaron la intención de quedarse la desecharon cuando escucharon mi voz. El fuego las asustaba y yo siempre jugaba para quemar a las personas.

"El baile de Dallas cambio la fecha y ubicación. Se espera tu participación y disculpa pública al príncipe de Clallam junto con un obsequio de buena voluntad en dos semanas, cualquier falta a estas órdenes será castigada severamente."

Toqué mi rostro herido superficialmente, sentí el picor de la navaja que me había cortado la piel y el mundo perdió algo de color.

Rebelde, yo era el hijo rebelde de un rey tirano, un monstruo al que cada día me esforzaba en llamar papá.

Продолжить чтение

Вам также понравится

Too Sweet lala

Фанфик

40.8K 8K 38
Cassiopeia Polaris, melliza de Draco y princesa de la familia Malfoy - Black, vuelve a Inglaterra luego de estudiar dos años en Durmstrang, pero.. po...
473K 7.2K 5
𝙃𝙤𝙪𝙨𝙚 𝙊𝙛 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 || 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 "Ser una Black digna de su apellido" Madelyn siempre tuvo esos pensamientos al saber q...
508K 52K 130
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
386K 25.5K 97
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.