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LOS PAPELES DE ADOPCIÓN
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DIANA AYLEEN
Han pasado horas desde que Liayh se despidió de mí, la noche estaba llegando, y yo ya había cenado. Y ahora me encontraba dando vueltas en mi habitación, analizando el mismo tema que ha saturado mi mente toda la semana.
Zept. Adopción. Familia.
Decidí dejar de lado el internet, y volví a las películas sobre maternidad como: "Un sueño posible" de Sandra Bullock, o una que se llama "no se aceptan devolución", de Eugenio Derbez y "entrando a Papá", "un papá genial"
Y no aprendí nada, además de llorar y reír, no pude sacar conclusión alguna. Yo quería una familia. Pero no es solo mí decisión, es la de Zept también. Yo quiero, pero debía de ser de parte de ambos. Chasqueo mis dedos.
¡Eso es!
Quiero adoptarlo, él es independiente. Yo solo debo ser su tutora,darle compañía, apoyo y enseñarle a ser buena persona, tal y como lo hizo Barbosa, pero sólo eso, no haré lo que él hizo conmigo. Esto tendrá un final feliz. ¿Eso crees? Quizás nos convirtamos en Barbosa, y hagamos lo mismo que él esa noche lluviosa.
Hago una mueca, y callo esa voz.
Estaba en baby doll, y afueta de mi habitación hacia un frio tremendo, así que me puse una chaqueta y salí apresurada con los papeles en mano.
Baje a su estudio, no estaba. Entonces, con toda la pereza del mundo, subí hasta el último piso para llegar a su habitación. Pegué mi oreja a la puerta, no escuche ruido alguno, golpeé un par de veces, pero nadie abrió. Decidí entrar, la puerta estaba sin seguro. Sí no quiere ser molestada, debió cerrar con seguro. Me excuso con eso, y me mata.
Ay, cuanta limpieza y orden, me queman los ojos. Se que es neurótica con el orden y la perfección, pero esto era para manicomio. Me acerco a la cama y la admiro unos segundos, abri ligueramente mi boca, sin poder creer que no habia ni una sola pelusa en ella.
¿Cómo es que logra que la cama se vea sin arrugas?
Escucho como alguien se aclara la garganta. Apreté los papeles en mis manos, y me di ánimos para voltear.
Me congele completa, Jessica estaba recostada en el marco de puerta del baño, solo con un conjunto de ropa interior negra puesta.
Su cuerpo de gimnasio y piel sin ninguna mancha estaba en su máximo esplendor con la luz azul de la habitación, abdomen marcado, pechos firmes...
Irónicamente: ¡Madre mía!
—Amm, este... ¡ay!— arrojé los papeles al piso por los nervios, solté una risita estúpida y me arrodillé para recoger el desastre.
A lo que viniste, Diana. Al objetivo. Tuve que recordarme para reacionar. Con manos temblorosas recogí cada maldita hoja, con lentitud. Al tenerla todas en mis manos, me levante de suelo a duras penas y mire a la rubia quien gozaba de la situación con una sonrisa y escuchando mi corazón latir a mil por segundo.
—¿Estas ocupada? —Pregunté.
Ella se cruza de brazos, y responde:
—Depende de lo que vienes a hacer.
Bien, recuerda. La adopción, cierto, ¡Zept! Apegue los papeles a mi pecho, pero las palabras no salían de mi boca. Pídele que se ponga ropa. Pídele.
—Yo...
Se acerca, ¡Mierda, se está acercando!
Entre en pánico, Lesbian Panic pero mis pies estaban pegados al piso, aun con ganas de huir no hacía nada al respecto. Me quita los papeles, los ojea unos segundos con el ceño fruncido. Sonríe con superioridad, y se aleja de mí, dejando los papeles en su mesita de noche.
—Sabía que no eras capaz y por eso me adelanté, Zept entrará a un internado en Asia— informa.
No. Mis ojos arden de culpa. Él debe estar furioso conmigo.
—¿Por qué lloras? Deberías agradecerme que te quite el peso de encima— hace un ademan con la mano, mientras tomaba la mitad de su corto cabello en un moño alto.
—Lo quiero.
Ella abre sus ojos, emitiendo una especie de risita burlesca.
—No conocía esas bromas tuyas—Dice.
Camine hacia ella para que me mirará.
—Lo voy a adoptar, Jessica —Asegure —Pero a un internado no lo vas a mandar.
Alza una ceja con incredulidad, y olvidé su semidesnudez. Sentí mi corazón acelerarse por la rabia que me causaba su escepticismo, su falta de confianza en mí.
—¿No querías eso? —La presione — Pues firmaré los papeles, Jessica. Y Zept tendrá el puto amor de madre el resto de su vida.
—Tan delicado como lo dices, no lo dudo —Soltó sarcástica.
Chillé con irritación por su actitud.
—¿Tu no quieres que yo lo adopte cierto? —La seguí hasta su armario lleno de trajes elegantes, zapatos, anillos ordenados meticulosamente. —Y no es porque no me creas competente, cariño.
Me mira, con una sonrisa pícara.
—Ay, deberías terminar todas las frases con ese apodo. Me mata de ternura, señorita Diana.
Puse los ojos en blanco.
—Responde, o te lo saco a patadas, cariño —Amenace agresivamente.
Ella buscaba entre sus camisetas, una en específico. Se alza de hombros, como si la respuesta era obvia. Para mí no.
—Creo que deberías concentrarte en otras personas, en vez de ese niño.
¡Oh, my good! La quijada se me cayó al piso, metafóricamente hablando, al entender lo que en realidad estaba pasando. Y ríe unos excelentes 20 segundos, gozando mi primer momento en donde Jessica estaba acorralada. Ella me miró extrañada, como si estuviera loca. Seque lágrimas imaginarás de mis mejillas para darle el dramatismo que ameritaba la situación.
—Estás celosa de Zept—Afirmé, y ella arrugó su cara sin entender—Ay, no hagas eso, que me da... Da más risa.
Ella bufó con enojó.
—¿Celosa de un niño, y por ti? no lo creo-solto una carcajada— Ademas, tu odias a los niños ¿O no?
Me cruce de brazos, al verla intentar desviar el tema y su atención a sus camisetas.
—Vamos, admítelo —Piqué su brazo con mi dedo—Sin pena, que yo no juzgo a nadie.
Apretó la mandíbula, y respondió entre dientes un "no" rotundo.
—Ay, está bien—Di media vuelta y salí del closet a pasos victoriosos.— Entonces, firmaré los papeles y tendre que pasar todo el tiempo con Zept, ya sabes, para que se acostumbre a mí. Supongo que no veras mi cara en un buen tiempo. Bye.
Apenas llegué al borde de la cama, caigo boca arriba en ella por un empujón. Sonreí al verla sobre mí, con sus ojos castaños encendidos de celos que me ponían los pelos de punta.
—Suficiente tengo con compartirte con Liayh— Reclama amargamente.
Yo estoy llevando la situación con una escalofriante calma.
—No te entiendo, Jessica. Me ofreces un contrato, te burlas en mi propia cara, pensando en joderme.
Ella vacila.
—Me subestimaste, cariño, y yo te tomé por sorpresa —Sonreí y ella baja la mirada ante mí, el cosquilleo volvió. Con la voz profunda, le ordené— Bésame.
—¿Ah?
—Que me beses, maldita sea.
No esperó más, y unió nuestros labios. Sabe tan rico, como la última vez, a tabaco con menta mezclado con whisky, pero no en exceso sino como un sabor suave y delicioso que me acostumbraria a probar todos los días.
El beso se tornó más intenso, me costaba seguirle el ritmo y eso le causaba gracia. Llevo mis manos su espalda, y pase mis uñas con delicadeza. Ella mordió mi labio inferior con fuerza, haciéndolo sangrar y chupó el líquido. Sus manos sostenían con fuerza mi cuello, impidiéndome separarme de ella.
A Jessica se le notaba a leguas que el sexo suave no era lo suyo, y yo sinceramente me estaba empezando a asustar porque no estoy segura de que si puedo darle la resistencia que las vampiras y licántropas le proporcionaban.
Ya era obvio que lo que me hizo en el balcón aquella vez no era ni el 20% de lo que ella podía hacer conmigo.
Por mi parte, yo soy de "hacer el amor", amaba que fueran delicados conmigo, que me llenen y llenar de besitos. Me gusta mucho que aquel momento sea algo especial.
Va ser una misión difícil lograr que la alfa me trate así, cuando se vuelve una salvaje al entrar en celo.
Sube sus manos a mi cara y comienza a bajar sus besos a mi cuello, sin un orden en específico, me mordía con pasión. Escucho su gruñido furioso, de un tirón rompió la cremallera de mi sudadera. Solo tengo un babydoll de seda, y con escote pronunciado, en mi defensa, lo usaba para dormir.
A estas alturas ya debo estar como tomate. Todo mi cuerpo cuando entro en calor se vuelve de un tono rojo palido.
Sus besos bajaron más, por mi clavícula, hasta llegar al preciado escote que escondía un poco de mis grandes pechos. Me apoyé en mis codos, alzando el pecho para ella. Me miró con esos ojos amarillos por el celo que me excitaron más y pasó su lengua por sus colmillos crecientes.
Esa sola acción me robó un largo gemido.
Acarició y apretó mis senos hasta que mis pezones estuvieran erectos en el camisón. Se inclinó hacia ellos, con una sonrisa orgullosa, y puso uno entre sus dientes saboreando la seda que los cubría, pero no mordió hasta que yo se lo pidiera.
Mordí la punta de mis dedos para no gritar, y la humedad de mi entrepierna creció. Sus manos se adueñaron de mi cintura con intenciones de mantenerme aquí toda la noche. Hizo con mis pechos lo que le apeteció, y yo no podía negar, me era imposible hablar.
Su boca llegó otra vez mis labios, con agresividad.
Cada toque suyo lo sentía como una proclamación de territorio, y eso me ponía tan ansiosa. Separó nuestros labios para dejar un camino de besos mojados hasta mi oreja.
—Tus hormonas estan enloquecidas, tanto que parece que la que entró el celo es otra— Espeta entre dientes, antes de subirme a sus piernas con una delicadeza nula— Tan jodidamente bella que estas en este momento, humana desobediente.
Sus manos toman mi cintura con esa posesividad que ya me acostumbre a recibir y me aprieta contra su cuerpo. Luego ellas bajan lentamente hasta los extremos de mi baby doll, y comienza a acceder.
La idea de que me vería desnuda me dio un golpe a la realidad, y recorde que me estaba apunto de entregar nuevamente a una mujer que estoy segura destruiria mi vida en segundos si ella quisera.
No, todavía no.
Era mi turno de ser quien mande.
—Buenas noches, Alfa —la empujé suavemente lejos de mí, y me levanté de la cama.
Tomé los papeles de la mesita. Jessica estaba consternada, casi sin creerlo. Yo tampoco sé de dónde saqué tanta fuerza de voluntad, pero me acomode el cabello y volteo a verla con una sonrisa de victoria en mi rostro. Ella tensa la mandíbula porque sabe que me estoy burlando, y sus ojos tomaron un aspecto sombrío.
—Desde mañana, Zept vivirá aquí, conmigo—Finalice.
Corrí a la puerta de su habitación, cuando estaba a punto de cerrarla y huir, la escuchó quejarse:
—¡Joder, está bien, pero tendrá su propia habitación el mocoso!—Grita—Y más le vale mantener sus manitas lejos de ti, Diana, nada de abracitos o besitos; porque le irá mal.
Niego con la cabeza con una sonrisa embobada. ¿Cuando pasamos del odio al amor? Esto me estaba consumiendo los pensamientos, Jessica me consume con violencia. El deseo que me haga suya inunda mi cuerpo cada vez que la veo.
Y en serio, estoy demasiado asustada. Solo espero que ella sienta y experimente lo mismo que yo.
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Gracias a todxs por leerme, en serio significa mucho para mi, nunca pensé que escribir era tan divertido... :)
bye...