Comencé a morderme las uñas mientras lo veía subir las escaleras rápidamente.
Tenía mucho miedo y estaba emocionada/aterrorizada a la vez. ¿Qué debo hacer? ¿Se supone que también deba moverme? ¿Hacerle sexo oral? ¿O quizá no?
Estoy bastante ebria como para pensar al detalle lo que haré, creo que lo mejor será dejarlo fluir, haré lo que me pida y ya. Quiero deshacerme de una vez de este puto himen.
Y creo que le diré la verdad. Le diré que es mi primera vez. Sino confieso antes pensará que soy la peor chica con la que ha estado sexualmente dada mi nula experiencia y tampoco quiero quedar así.
-¿Haru?-murmuró entre la oscuridad.
-Aquí estoy-respondí poniéndome de pie.
Me extendió su mano y sonrió un poco tímido.
-¿En esa habitación te parece bien?-señaló una puerta de color blanco.
-Sí-asentí sin tomarle importancia.
Ingresamos y aparentemente era un cuarto de visitas, no tenía nada de especial o que llamara la atención.
Ji Yong cerró la puerta despacio, volteó y me miró fijamente.
Se acercó con lentitud hacia mí y sin pensarlo dos veces, comenzó a besarme con frenesí. Reaccioné inmediatamente a los movimientos de sus labios mientras sentía su experta lengua recorrer cada espacio de mi boca.
Realmente era bueno besando. Sus labios ligeramente gruesos eran algo que me tenían deseosa desde que termino de bailarme.
Nos separamos y llevó sus besos a mi cuello, haciéndome sentir nuevamente las explosiones que experimenté en la cocina. No quise controlar la situación así que se me escaparon algunos gemidos y eso sí que fue inevitable.
La estaba pasando demasiado bien.
Sus manos comenzaron a masajear suavemente mis senos por encima de la ropa, hasta que comenzó a bajar el cierre de mi vestido. Libero mis pechos y sus besos descendieron, llegando así hasta mis pezones.
Eso último me hizo desviar la mirada. Se sentía malditamente bien pero a la vez me dio un poco de vergüenza hacer contacto visual.
Fue deslizando mi ropa hasta que cayó al suelo por completo. Me depositó en la cama y siguió besándome, esta vez sobre mí. Nos separamos brevemente y note que se sacó el polo y el pantalón. Llevó sus manos a mi espalda y quitó por completo mi sujetador.
Lo único que nos cubría era la ropa interior de abajo y agradecí al cielo en ese momento que el cuarto estuviera oscuro. No creo que habría resistido ante toda esa escena frente a la luz del día. No tengo experiencia, por ende este momento es un tanto incómodo.
Delicioso, pero también raro, totalmente nuevo.
Sentí su lengua por todas partes de mi cuerpo y puedo asegurar que todas esas caricias y besos, lograron que otra parte de mi cuerpo se humedeciera sin necesidad de haberla tocado aún.
De pronto se dio la vuelta y me colocó sobre él. Me limité a pegarme a su pecho y besarlo. Su piel era tan suave... El simple contacto me trasmitía mucha calidez y ni que hablar de su aroma. Era embriagador. Más que toda la cantidad de licor que bebí esta noche.
Sus ojos estaban entrecerrados, lo pude notar. Creo que espera algo de mí...
-Dime que tengo que hacer-murmuré contra su boca.
-¿Quieres hacer lo que yo te diga?-sonrío maliciosamente.
-Sí, es que... No sé qué hacer-respondí algo tímida.
-¿No sabes? ¿Cómo que no sabes?-me dio un casto beso y se apoyó en sus codos para estar más cerca de mi rostro.
-Yo... No...-suspiré.
-¿Si?
-Es la primera vez que...-muy bien Haru, es hora de confesar, pensé.
-¿Es tu primera vez?-preguntó alarmado y se sentó de golpe en la cama.
Me acomodé a su lado, mirando a la nada, muy avergonzada. Asintiendo con la cabeza sin siquiera saber si me podía ver del todo.
Y ya. La humillación no podía ser más grande.
-Pero qué rayos... ¿Cuántos años tienes?-me miró curioso.
-Diecinueve-mentí. Si le decía que era menor de edad estoy segura que me daría una patada en el culo y se iría del cuarto- ¿Y Tú?
-Veintitrés-espetó- Diecinueve y virgen... Vaya eso no me lo esperaba.
-¿Por qué?
-No sé. La vibra que emites, tu cuerpo, tu forma de vestir, tu forma de beber, cuando me besaste en la cocina... Toda tú... No sé, creí que tenías experiencia.
-No sé qué decir-murmuré.
La humillación y vergüenza que sentía no podían ser más grandes.
-Yo tampoco-sonrió nervioso. Al parecer ya no estaba tan ebrio como antes.
-¿Entonces...?-insistí.
Ya estaba aquí, no me iba a ir porque sí. A menos que él me dijera que no quería nada, en ese caso no insistiría.
-¿Estás segura que quieres perder tu virginidad conmigo?
Tiré la cabeza hacia atrás un momento, suspiré y me reincorporé.
-Ji Yong, no esperas que te explique mis ideologías de vida, desnuda, aquí y ahora. ¿Cierto?-mi tono de voz estaba lleno de ironía, es un poco estúpido que se preocupe tanto por lo que vaya hacer una desconocida con su cuerpo.
Su próxima respuesta era lo último que iba a soportar, si seguía así, yo misma me vestía y me iba por donde entré.
Él rio suave y negó con la cabeza.
-Debo confesar algo-soltó.
-Dime-respondí con curiosidad.
-Nunca he estado con una chica virgen... Es por eso que... No sé qué hacer.
-Ah, maldición. Creo que sólo estamos perdiendo el tiempo. La verdad me daba igual que seas tú o cualquiera, pero bueno...-me puse de pie con la intención de irme y me tomó de la mano.
-¡No espera!-exclamó- Vamos desde cero. Haré todo con sumo cuidado, ¿sí?
-Eso quería oír-rodé los ojos y se acercó a mí lentamente.
Debido a nuestra edad y a la cantidad de hormonas alborotadas por parte de ambos, no fue muy difícil retomar la parte anterior.
Me tocó, me besó, me lamió por todas partes. La forma en que me estimuló fue perfecta y lo pude sentir, pero como no todo lo que brilla es oro... Llegó la parte que me temía.
La penetración.
En ese momento recordé todas las cosas que en algún momento leí en internet sobre relaciones sexuales.
Dolor, sangre, ardor.
Ese tipo de palabras se plasmaron en mi mente, pero traté de ignorarlas para que todo saliera bien.
Ji Yong sacó el condón que Seungri le había dado y en ese momento tuve ganas de decirle que lo había visto pidiéndoselo. Pero creo que burlarme de él en un momento así no era adecuado, tuve que contenerme y vi, muy concentrada, como se lo colocó. Era la primera vez que tenía algo así frente a mis ojos y se supone que debo aprender ese tipo de cosas para el futuro.
Bien Haru, llegó tu hora.
Debes concentrarte en el placer sino quieres que tu primera vez sea horrible.
Leí que si comienzas a sentir que duele, debes hacer que tu acompañante te bese en el cuello o en cualquier lado que identifiques como sensible de tu cuerpo. Se supone que así harás que el dolor pase a segundo plano.
Y eso fue lo que hice.
Mientras Ji Yong intentaba entrar por completo, comencé a besarlo e hice que bajara sus besos a mi cuello. Además estimuló mi intimidad con sus dedos y eso hizo que el dolor fuera mínimo.
Después de varios intentos, distracciones y caricias. Logró entrar del todo. Cuando eso sucedió nos miramos a los ojos y callamos nuestros gemidos con más besos.
A medida que iba pasando el tiempo, él comenzó a moverse de afuera hacia adentro repetidas veces. Al inicio fue doloroso, era una nueva y extraña sensación que mi cuerpo experimentaba. Pero seguí enfocada en las distracciones que mencioné antes y pensaba en lo feliz que me sentiría mañana al recordar este momento.
¡Al fin lo hice!
Sus movimientos eran continuos. Sus quejidos me hacían oscilar entre la realidad y la fantasía. Oírlo disfrutar de nuestro encuentro era delicioso en todos los sentidos. Aferré mis manos a sus brazos y de pronto lo oí susurrar.
-¿Puedo quitármelo?
-¿El qué?
-El condón.
-Umm...-pensé unos segundos, no creo que haya problema. Total, era mi primera vez- Está bien.
-Gracias-susurró y salió de mi interior.
En menos de un segundo se introdujo de nuevo, totalmente despacio, emanando una sensación muy placentera por todo mi cuerpo.
Si al usar preservativo logré sentirme excitada. Al estar piel con piel me sentía en el cielo. ¡Lo estaba disfrutando!
Comenzó a moverse mientras besaba mi cuello a la vez y sentí que algo extraño aparecía en mi interior.
Algo que jamás había sentido.
Conforme sus estocadas iban y venían, esa sensación se incrementaba. Tensioné mis músculos y no mucho tiempo después, sentí una explosión en mi interior. Relajé mi cuerpo y suspiré.
¡Vaya!
Supongo que ese fue el primer orgasmo de mi vida.
No se supone que pudiera llegar el orgasmo en mi primera vez... Y algo me lleva a pensar que es por Ji Yong. Es muy bueno en lo que hace...
Y no solo me refiero al canto.
Ese último pensamiento me trajo una curiosidad. ¿Con cuántas mujeres se habrá acostado este hombre para saber moverse de esa forma? ¡Qué maldita experiencia la que tiene! ¡Espero que no sea como Tan! Porque eso sí me causaría algo de incomodidad.
Mi cabeza estaba perdida entre mis pensamientos mientras que mi acompañante seguía en lo suyo ya que él aún no se había venido.
Ji se movió un poco más en mi interior. Al parecer estaba fascinado con lo que hacíamos y salió mientras se venía.
Noté que se derramó en el suelo y supuse que debía levantarme, cambiarme e irme pero se me hacía difícil moverme, ya que sentía un poco de dolor ahí abajo y él lo comprendió sin que se lo dijera. Se recostó a mi lado e hizo que apoyara mi cabeza en su brazo.
Esa última actitud me había tensionado. Era algo dulce de su parte pero a la vez un poco incómodo porque recién lo había conocido.
Mi rostro estaba justo contra la piel de su hombro y debo admitir que el aroma que aún tenía me hacía delirar.
Intenté relajarme y tomar la situación de la forma más fresca que pudiera, así que tímidamente coloqué uno de mis brazos sobre su torso desnudo y cerré los ojos. Él puso su otro brazo sobre el mío y lo oí suspirar.
***
No sé por cuantos minutos estuvimos así, pero mi cabeza seguía llena de cosas.
¿La sábana tendrá sangre?
¿Dónde habrá lanzado el condón?
¿Me dolerá cuando me levante?
¿Mis amigos estarán preguntando por mí?
Esas y mil preguntas más revoloteaban por mi mente.
-¿Haru?-susurró.
-¿Hmm?
-¿Te puedes quedar a dormir?
Su pregunta me descolocó. ¿Qué quiere que me quede a dormir?
¡Ni siquiera estamos en su casa! Qué gracioso. ¡Si supiera que me he escapado de casa!
No, no. Esto es una locura.
Pero dejando eso de lado... ¿Por qué querrá que me quede? ¿Quiere seguir follando toda la noche? ¿O qué?
-¿Para qué quieres que me quede?
-Para dormir juntos.
¡¡Dormir juntos!!
-En estas condiciones no puedo, lo siento. ¿Qué hora es?
-Espera-musitó y nos separamos, así pudo ir hacia su pantalón. Tomó su celular y vio rápidamente- Son las seis.
-¿¿Las seis??-pregunté alarmada. ¡Las cortinas de este cuarto de mierda son negras! ¡Así jamás me habría dado cuenta que ya había amanecido!- ¡Mierda! Ya debería estar en casa. Lo siento me tengo que ir-hice un ademán de levantarme y sentí un dolor terrible- ¡Ishhhh!-me quejé.
Volví a echarme y me encogí un poco.
-¿Estás bien?-me miró preocupado y posó una mano sobre mi espalda.
-Eh... Sí. Sólo duele un poco.
-¿Segura?
-Bueno, duele más de lo que pensé-rodeé los ojos.
-Déjame ayudarte-dijo suavemente y me extendió su mano.
La tomé con un poco de desconfianza y me ayudó a sentarme despacio. Se puso de pie y me pasó mis prendas una a una. Me las fui colocando rápidamente y visualicé mi celular en el piso.
-Me... ¿Me lo pasarías, por favor?
-Claro-sonrió y me lo entregó.
Vi que tenía un mensaje de hacía una hora.
De: Young Mi
Haru, creo que te lo estás pasando excelente. Lástima que tenemos que irnos... Dile a Ji Yong que te lleve. ¡Mínimo después de estar contigo una noche debe acompañarte a tu casa! ¡Espero que mañana me cuentes todo con lujo de detalles!
-Mierda-murmuré.
-¿Qué pasó?
-Mis amigos ya se fueron. Siempre nos vamos juntos a las cinco.
-¿Entonces qué harás?
-No sé. Ni siquiera tengo dinero. ¿Me prestarías unos billetes para poder regresar?
-Descuida, yo te llevo. Kyu me puede prestar su auto.
-¿Quién demonios es Kyu?
-El dueño de la casa-rio.
-Oh...-vaya a la hora que me entero de su nombre- Bueno, te estaré eternamente agradecida.
-Descuida-dijo mientras terminaba de colocarse la ropa.
-Pero... ¿Y este desastre? ¿Lo arreglaremos antes de irnos?-miré el desorden de la cama y sí había una mancha de sangre en la sábana. ¡Maldición!
-Tranquila. Yo me ocuparé de eso después-sonrió.
-Gracias...-murmuré.
Rápidamente abordamos el auto y le indiqué mi dirección.
Llegamos casi en una hora debido a la distancia y mi preocupación estaba a tope. El cielo ya estaba claro, mis padres salían a trabajar a las 7 de la mañana. Vi el reloj y faltaban diez minutos para esa hora.
Sólo espero que si entran a mi habitación, vean el bulto que dejé bajo las frazadas y piensen que soy yo. Si se acercan a mi cama, estaré perdida.
Cuando estábamos a un par de casas de la mía, le pedí que se estacionara.
-¿Tienes prisa?-pregunté.
-No, ¿por qué?
Cerré los ojos y pasé saliva. Estaba avergonzada por lo que iba a decir, enserio es muy penoso que a una chica la controlen tanto y me daba vergüenza admitirlo frente a él, pero no me quedaba de otra.
-Bueno quiero esperar a que mis padres salgan a trabajar, para poder entrar a casa.
-¿No saben que saliste?-me miró sorprendido.
-No-murmuré- Y qué bueno que las lunas de este auto sean polarizadas.
Rio dulcemente y nos quedamos en silencio por unos segundos.
-Entonces eres una chica tranquila...-musitó y lo miré extrañada.
-¿Eh?
-Bueno, creí que salías todos los fines de semana con total libertad. Como otras chicas, ya sabes... Que sus padres no les dicen nada y eso.
-¡Ya quisiera!-bufé- Yo debí llamarme Rapunzel, no Haru. Mi encierro diario es increíble...
-Pero es bueno confirmar que eres una chica buena.
-¿Ser fiestera significa ser mala?
-No-negó avergonzado- No encuentro otras palabas. Yo me entiendo.
-¿Está bien...?
Nos mantuvimos en silencio unos segundos mientras yo miraba a la ventana, sintiéndome muy nerviosa por el asunto de mis padres.
-Bueno. ¿Qué tal si nos conocemos un poco mientras esperamos?-preguntó de pronto.
¿Qué quiere conocerme?
-¿Está bien?-lo miré alzando una ceja, un tanto incrédula.
-¿Por qué te escapaste?
-Pues porque no me dejan salir.
-¿Y crees que es un motivo razonable para hacerlo?
-¡No me vengas con sermones, Ji Yong! Yo nunca salgo, nunca. Y no exagero, en mis diecisiete años de vida solo he ido de fiesta cinco veces, contando con la de ayer. La primera vez que salí fue hace un mes, estoy empezando a vivir...
-Espera, espera. ¿Qué?
-Así como lo oyes. Soy prisionera de mis padres.
-Hablo de tu edad... ¿Acabas de decir diecisiete? ¡Me dijiste que tenías diecinueve!-me miró totalmente alarmado.
-Ah, Lo siento...-reí nerviosa y jugué con mis dedos- Te mentí-sonreí cabizbaja.
-¿¡Eres menor de edad!?-sus ojos emanaban terror puro.
Mierda.
La he cagado.
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Nota de la escritora: Hola de nuevo :) ¿disfrutando de la historia? ¡Eso espero! Por favor no se olviden de comentar y votar, llena mi alma de amor <3 gracias por leerme, como siempre, mis bellas!!