La chica de los CDs | adaptac...

By cachehxl

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12-final
Epílogo
Final alternativo (parte 1)
Final alternativo (parte 2)

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By cachehxl

Luego de otra larga semana de espera Poché concurre al centro comercial. Esta vez al horario del almuerzo porque Calle le había dicho la semana pasada que fuera a almorzar con ella.

Poché entró al local y para su sorpresa Calle se encontraba hablando animadamente con una chica. Se veía tan animada, como cuando hablaba con ella. Ella creía ser especial para Calle, y ver que no era a la única que trataba de esa forma, de alguna manera, le dolió. Tuvo intenciones de abandonar el lugar, irse corriendo y alejarse de toda esa escena. Pero finalmente decidió acercarse a ellas con temor. Pero Calle no la vio acercarse y se dirigió al depósito. Poché llegó hasta la chica, observándola y ésta le devolvió la mirada al verla parada a su lado, examinandola.

-¿Hmm? Tú debes ser Poché -dijo con una sonrisa. Poché entreabrió su boca y apretó sus puños. ¿Cómo es que esa chica sabía su nombre?- Daniela me ha hablado mucho sobre ti- el corazón de la pequeña comenzó a latir con fuerza- Soy Kim -se presentó extendiendo su mano para estrecharla con la de Poché, pero sin obtener ninguna respuesta por parte de ella- Oh, es verdad. Olvide que eras algo tímida.

Poché no podía creerlo. Ya no se sentía mal. Ella era una de las amigas de la infancia de Calle de las cuales ella le había hablado. Pero lo más sorprendente era que le había contado sobre ella. Le había dicho su nombre, que era tímida y quien sabe cuántas cosas más. Jamás creyó que hablara de ella con otras personas. Al fin y al cabo, Calle era genial, era divertida, sociable, Calle era perfecta y ella solo era, ella. No había razón para contarle a nadie sobre ella, ya que ella no era para nada interesante, y aún así Calle lo había hecho.

-¡Poché! -dijo entusiasmada al ver que había llegado en su breve viaje al depósito -Que bueno verte. Bueno, veo que ya se conocieron. Ella es Kim, rara vez habla algo coherente, así que no le hagas caso -dijo bromeando.

-¡Oye! -se quejó la casi rubia. Poché sonrió.

-Aquí está. Ésta es la que quieres ¿Verdad?- dijo colocando sobre el mostrador una hermosa guitarra que traía en su mano.

-Si. Ésta es ¿No es la guitarra más hermosa que has visto en tu vida?

-Sigo pensando que es demasiado dinero para gastarlo en una guitarra.

Poché observó entonces el papel colgando de ella con el precio escrito y abrió los ojos enormemente. Era una guitarra de la mejor marca en el mercado de la música. Al parecer Calle no bromeaba cuando dijo que la familia de Kim tenía mucho dinero.

-Es mi regalo de navidad debido a mis calificaciones, no me molestes. Ten, cobralo de aquí -dijo entregándole una tarjeta de crédito.

Mientras Calle efectuaba la compra, la chica no le quitaba la vista de encima a Poché. Quien comenzaba a incomodarse.

-Calle dijo que eras muy linda, pero no creí que lo dijera en serio.

Poché tomó un respiro rápido quedando helada y Calle quedó boquiabierta sin saber que hacer. En su descuido, la tarjeta de crédito de Kim cayó al suelo, se agachó a recogerla y tratando de deslizarla por el Posnet para efectuar la compra. Tuvo al menos tres intentos fallidos antes de lograr pasarla correctamente.

-Creo que alguien se puso nerviosa -dijo con una pícara sonrisa.

-Kim cierra la maldita boca. Ten tu estúpida tarjeta -dijo molesta con torpes movimientos y un leve color carmín en sus mejillas. La chica comenzó a reir con ganas.

Poché simplemente no podía creerlo. Nunca había visto a Calle reaccionar de esa manera. Nerviosa, avergonzada, contestando de esa forma y con movimientos tan torpes. Era como ella solía reaccionar, no creyó que Calle con lo confiada que era también se sintiera así a veces. Pero eso no era lo más importante ¿Realmente había dicho eso sobre ella? El sólo hecho de pensarlo hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro.

-¿Necesitas algo más?

-Parece que alguien está ansiosa por qué me vaya -dijo divertida una vez más siendo fulminada por la mirada de la castaña- no, esto es todo por el momento- tomando la bolsa con la gran y costosa guitarra dentro de su caja en su interior- Te veo en la noche, dile a tu mamá que prepare brownies, los suyos son los mejores de la ciudad. Adiós Poché, gusto en conocerte. No olvides felicitar a Calle- gritaba mientras se retiraba del lugar.

-¿Felicitar?- preguntó confundida mirando hacia la puerta que la chica acababa de cruzar y luego dirigiendo la mirada con el ceño fruncido a Calle.

Daniela suspiró.

-Al fin se fue. Hora de mi descanso.

Caminaron hasta la habitación detrás del mostrador, Poché confundida y nerviosa por las palabras de aquella chica casi rubia. Siguió los pasos de Calle hasta la pequeña cocina que allí se encontraba. Una vez que se detuvieron, Calle se volteó a ver fijamente a Poché con una pequeña sonrisa.

-Hoy es mi cumpleaños.

Poché de quedó boquiabierta sin saber que decir. Ella no sabía cuándo era su cumpleaños y enterarse tan de repente fue como un baldazo de agua fría. Cuando Poché logró salir de su asombro miró hacia el suelo con un pequeño puchero en sus labios.

-No te compré nada -dijo apenada.

La mayor creyó que moriría de ternura en ese momento. Poché no se daba una idea de cuan adorable podía resultar.

-No te preocupes por eso. Está bien. No tienes que comprarme nada. Además, tu no sabías que hoy era mi cumpleaños.

Poché solo pareció ignorar sus palabras. Pero de pronto pareció tener una idea. Tomó el beanie de color gris que cubría su cabeza con ambas manos y lo tendió hacia Calle con sus manos temblando.

-No puedo aceptarlo- negando con su cabeza.

-¿No te gusta?- preguntó afligida.

-¡Por supuesto que me gusta! Me gusta desde la primera vez que te vi con él.

-Tómalo. Es tu regalo.

-¿Estás segura?

-Si.

Daniela no podía resistir ninguna petición de Poché, con las manos temblando, su cabello algo desordenado por haberse quitado el beanie y los ojos de cachorro que tenía en ese momento. Se acercó lentamente a ella tomando el beanie, rozando sus manos. De acercó un poco más y alzó sus brazos, rodeando sutilmente los brazos y la espalda de Poché, posando su cabeza en su hombro mirando en dirección contraria a su cuello. Poché quedó petrificada sin poder responder al abrazo. Nunca nadie ajeno a su familia la había abrazado, y aún así habían sido muy pocas ocasiones. Odiaba el contacto con los demás. Pero Calle era tan suave, trasmitía tanta tranquilidad y confianza a pesar de ser hiperactiva y que se la pasara gritando. El contacto con Calle no le molestó desde el principio. No solo no le molestaba. Le gustaba. Le gustaba mucho. Calle se separó de ella. Observándola con una enorme sonrisa.

-Muchas gracias, Poché. Me encanta mi regalo- dijo mientras que con sus dedos se encargaba de acomodar los mechones de cabello que el gorro había despeinado- huele a ti. Supongo que cuenta como un regalo extra- rió.

La menor se quería morir. Cada toque de Calle enviaba miles de ondas eléctricas a lo largo de todo su cuerpo. Logrando estremecerla con simples y delicados toques. Se sentía un felino deshaciéndose en las caricias de su dueño.

-Ven.

Se dirigieron hasta la mesa junto con las sillas. Una vez que la menor tomó asiento Daniela le dijo que aguardara unos momentos. Fue hacia la nevera y volvió con un recipiente bastante grande. Al abrirlo dejo a la vista una generosa cantidad de brownies en su interior.

-Éstos son "los mejores brownies de la ciudad" según Kim- citó sarcástica- No es para tanto. Pero son en verdad deliciosos. Me encantaría que los probaras. Mira- dijo entregándole una de las porciones sobre un pequeño plato- éste lleva tu nombre. Es el único que decore yo misma.

Poché observó su brownie. Decía su nombre con una letra bastante bonita. No pudo evitar sonreír. Las demás porciones solo tenían mensajes de feliz cumpleaños o dibujos y otras inscripciones. El hecho de sentirse especial la hacia sentir viva. No sentirse especial por actuar como una idiota con la gente; sentirse especial de una bonita manera gracias a alguien, gracias a Calle.

-¡¿Y que sería de un cumpleaños sin esto?! -dijo animada, tomando dos pequeñas velas en forma de los números uno y nueve, de una pequeña bolsa.

Las colocó encima de su porción de brownie, asegurándose de que no caigan. Tomó un encendedor, prendiendo ambas velas. Se las quedó viendo largo rato.

-¿Sabes? Se siente algo extraño soplar las velas sin que alguien cante esa estúpida canción de feliz cumpleaños antes -rió un poco.

Poché se sintió algo culpable por eso. Comenzó a juguetear con sus dedos, nerviosa. Mordía su labio. Y se retorcía incómoda en su asiento. Tal vez si  hacía lo que pasaba por su mente en ese momento alegraría a Calle. Aunque existía una alta probabilidad de que arruinara todo. Pero como cada ocasión que involucraba a Calle, Poché hizo caso omiso a su mente y solo se dejó llevar por lo que sentía en ese momento.

-Feliz cumpleaños a ti... -comenzó a murmurar lentamente con un leve tono de melodía. Miraba fijamente un punto indefinido en la mesa. Sentía las mirada de Calle clavada en ella.

Finalizó la canción y no se atrevía a dirigirle la mirada a Daniela. Primera vez en toda su vida que entonaba una canción, por más breve o estúpida que fuera.

-No puedo creer que hayas hecho eso por mi -poché alzó la mirada encontrándose con una expresión de emoción en todo el rostro de Calle- los mejores regalos no siempre son objetos materiales. Muchas gracias, Poché. En verdad.

-Debes pedir un deseo -dijo con una tímida sonrisa señalando las velas aún encendidas.

La mayor observó el par de velas unos segundos, luego miró a Poché y sin despegarle los ojos de encima se acercó y sopló hasta que las diminutas llamas se extinguieron, dejando atrás de sí un pequeño halo de humo desvaneciendose en el aire.

Poché en verdad tenía curiosidad por saber qué clase de deseo había pedido, pero conocía a la perfección el mito de que si lo dices, no se cumplirá. Tomó la pequeña cuchara, arrebatando un trozo del brownie. Lo probó y era simplemente la cosa más deliciosa que había probado jamás.

-Kim tiene razón -dijo al acabar su porción.

-¿En qué?

-Los mejores de la ciudad.

-

Poché llegó esa tarde a su casa. Con la típica bolsa de plástico con el CD dentro como cada sábado. Con el cabello bastante alborotado debido al viento de las calles.

-Hola corazón- saludó dulcemente su madre- Me alegra que hayas llegado temprano. Estoy preparando té ¿Quieres uno?

-Está bien -respondió mientras se limpiaba los pies en la alfombra de la entrada y se quitaba su abrigo. Su madre frunció el ceño.

-poché -ella la miró- ¿Donde está tu beanie?

La chica tragó saliva algo nerviosa.

-Daniela -dijo desviando la mirada.

-¿Daniela te lo quitó?- preguntó extrañada.

Poché negó rápidamente con su cabeza y se apresuró a hablar.

-Yo se lo regalé. Hoy es su cumpleaños.

-Oh, ya veo. Eso es muy tierno de tu parte -dijo con una amplia sonrisa, aunque estuviera por demás sorprendida- te compraré otro.

-

-¿Cómo te sientes hoy? -preguntó Amalia haciendo aparentes garabatos en su libreta como cada viernes.

Poché pensó durante unos segundos.

-Bien.

La doctora solo asintió con su cabeza siguiendo con sus anotaciones. Era una pregunta de rutina, repetirla sesión tras sesión le facilitaba ver indicios de cambio. A esa pregunta obtuvo solo un encogimiento de hombros por parte de Poché durante años, pero hacia un par de sesiones atrás ella había comenzado a hablar más y a decir que se encontraba bien.

Recordó lo que Marta le contó sobre la primera vez de Poché obsequiando algo a alguien, decidió intentar que le hablase sobre eso.

-Dime Poché ¿Has intentado hacer algo nuevo estos últimos días? Tú sabes, siempre hay una primera vez para todo. Algo que, no lo sé, nunca te habías animado a hacer antes.

Poché quedó en silencio un largo rato. Amalia podía observar como ella tenía algo para decir, siempre que eso sucedía lo último que cruzaba por su cabeza era presionarla para que hable.

-Cantar -dijo al cabo de unos minutos.

-¿Cantar? Wow, eso sí que es algo nuevo. Es un lindo pasatiempo ¿No es así? Debes tener una hermosa voz.

Luego de la sesión Marta le hizo presente sus preocupaciones a Amalia debido a que Poché había bajado un poco el nivel en sus estudios.

-Eso es totalmente normal. Deja de preocuparte -la tranquilizaba- No solo es normal, sino que es bueno. Mira, Poché no tenía otra cosa en que pensar y por eso de dedicaba a tiempo completo a sus estudios, pero si ahora ya no les brinda toda su atención, significa que hay algo en lo que se ve más interesada. Es una actitud típica adolescente ¿Oíste bien? Es algo que todos hacen. Que Poché no sea la excepción es algo muy, muy bueno. Deberías estar feliz por eso.

-Creo que tienes razón, pero ya sabes. No puedo evitar preocuparme.

-No te disculpes, para eso estoy aquí. Por cierto Marta -la interrumpió un segundo antes de que ella abandonara la sala- ¿Sabes algo con respecto a una canción?

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-3 💛

Nos acercamos al final, gracias por todo el amor que le han dado. Son grandiosxs 💖


@ltftcyp

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