Black Onyx [1]

By foxys02

688K 56.2K 12.7K

La piedra de onyx negro te brinda protección de todos los males, quien la posea debe ser una alma pura e inoc... More

Nota De Autora
El INICIO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
PRIMERA LUNA
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 6, PARTE 2
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 8, PARTE 2
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 9, PARTE 2
SEGUNDA LUNA
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 10, PARTE 2
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPITULO 12, PARTE DOS
CAPÍTULO 13
TERCERA LUNA
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 15, PARTE DOS
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 16, PARTE 2
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 17, PARTE 2
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 18, PARTE DOS
CAPÍTULO 19
CUARTA LUNA
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 20, PARTE 2
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
Las fotografías de Diana Ayleen [Personajes]
CAPÍTULO 22, PARTE 2
QUINTA LUNA
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 23, PARTE 2
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 24, PARTE 2
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 29, PARTE 2
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 32, PARTE DOS
CAPÍTULO 33
SEXTA LUNA
CAPITULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
EL ADIOS, PARTE 1
EL ADIOS, PARTE 2
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
EL FINAL
Nota De Autora
Notita Autora

CAPÍTULO 14

10.7K 911 152
By foxys02


──•─────── ) ● ( ────────•──

EL CEMENTERIO

──•─────── ) ● ( ────────•──


Tres días después.

DIANA AYLEEN

Frío y sombrío.

La verdad nunca pensé en la muerte, siempre la di por hecho; miles y miles de personas mueren a diario, muertes violentas, muertes tranquilas; no es algo de lo que se hable a diario.

Nadie quiere aceptar el hecho que la vida es frágil y la memoria es traicionera. Vas a quedar en el olvido si no haces algo en la vida. 

En tu lápida solo habrá musgo y telarañas, nada de flores y adornos bonitos. Ser una fotografía que nadie tendrá en su repisa, o que nunca derramarán unas lágrimas pensando en lo mucho que te añoran. Eso me parece más triste que la misma muerte.

El olvido.

—Cuando te pedí salir del castillo... no me imaginé un cementerio —Comenté.

Amina sonrió.

—Querías un lugar tranquilo y sereno, ¿no?

Niego con la cabeza. ¿Como ganarle a esta vampira?  Estaba nublado como es costumbre, eso le daba una luz tenue al lugar. Caminamos por las lápidas y mausoleos impecables,  otros que mi corazón dolió, estaba olvidados y descuidados.

No me quitaba de la cabeza que íbamos a un lugar en específico con una excusa de una caminata casual.

Mire a Amina.

Ella llevaba una chaqueta negra, una expresión que trasmitía tanto; sus ojos verdes iban de lápida en lápida en busca de alguien. No iba a preguntar. Es algo muy intimo que una persona importante que ya no está contigo, no quisiera incomodarla.

Baja la mirada a los tatuajes en sus manos, una pluma en la muñeca, en sus dedos habia dibujos "satanicos" pequeños. El corazón se me acelera de sobremanera, y siento mis mejillas enrojecer.

—¿Segura que no te conozco de alguna parte?—Cuestiono. Me mira con el ceño fruncido, y no puedo explicar como esa mirada hizo que casi me hiciera pipi. —Tengo mala memoria.

Ella suelta una risa, seguida por una sonrisa torcida.

— Creo que recordarías la fecha y la hora que hubieras tenido el placer de cruzarte en mi camino.

—¡Sabía que me dirias algo así!—Le digo. —¿El enorme ego es una de las tantas cualidades de los vampiros?

Se encoge de hombros, asintiendo. Guarde silencio, por el ambiente volvió pesado. Amina seguía su busqueda. Y a mi me carcomía la curiosidad.

—Se que haces tu mejor esfuerzo, rulitos —Murmura, sonreí disimuladamente al escuchar un cumplido de ella—Pero eres un fracaso.

Abrí mi boca, ofendida. Ella suelta una risita, lanzando unos mechones de su cabello hacia atras. Pasamos unos segundos de silencio, cuando ella suspiró rendida.

—Vamos a visitar a mis padres — confiesa.

Me apegue más a ella, quería abrazarla por confiarme algo así, voltea hacia mí con una risita en los labios.

Estire mis brazos, y ella endureció la mirada.

—Te rompería cada hueso que tienes, humana—Exclamó con seriedad. —No, no... mierda.

Le envuelvo en mis brazos como una madre, ella era mas alta que yo, y le llegaba al pecho, lo cual podía ser incomodo, asi que mi abrazo duro tres segundos.

—Te comencere a cobrar los abrazos—Exclamó molesta.

Yo era sentimental, me gustaba mucho dar amor. Amina no, hay que enseñarle a amar.

—¿No sabes dónde están? —Indague con curiosidad.

Se que no debería preguntar nada, pero Amina se abrió a mí por primera vez sobre su pasado y quería saber más, conocer sus 129 años. Con simpleza, contestó un efímero 'no'.

—Dime sus nombres, y yo te ayudo— Empuje mi hombro con el suyo.

Se aclara la garganta— Camille y Paúl Belanger.

Asiento con la cabeza. Comenzamos a buscar. El frío del día era tremendo, tanto que podía jugar con el humo que exhalaba. Buscamos durante minutos con el silencio nos acompañó. Amina me dedicaba miraditas de vez en cuando, que yo correspondía de igual manera.

A pesar de estar muy lejos del bosque, no me sentía segura. Se que hay más ojos observándonos, lo siento. Los cementerios me aterraban más en plena luz del día. Llegamos a los últimos mausoleos y lápidas, esas desgastadas con el tiempo.

Muchas de ellas son de 1800.

—Diana, será mejor... —la interrumpí.

—¡Ahí están! —la golpeé para que avanzará.

Corrí hasta las dos últimas lápidas, unas que estaba cerca del muro de seguridad donde acaba el cementerio. Ambas estaban juntas, un detalle en piedra de una pareja besándose. Camille y Paúl Belanger: "Padres amorosos, amigos, fieles a nuestra comunidad" 'marzo 18, de 1913'.

Hoy es marzo 18.

Es el aniversario de la muerte de sus padres. Dos narcisos descansaban en sus lápidas, estaban verdes y muy amarillas, recién cortadas. Alguien más estuvo aquí.

—¿Por qué no me dijiste? —Le pregunte a Amina.

Ella pasó frente a mí para ir con sus padres.

—No es algo que mencione muy seguido —Susurra, toma el narciso de su madre y lo acaricia. Se sienta junto las lápidas. —Le encantaban estas flores.

Suspiré feliz; Amina tiene sus sentimientos muy ocultos, a veces es bueno que los saque a la luz y no explote, como cierta persona. La contemple sin pena mientras ella meditaba junto a su familia.

Acaricié mis brazos para calentarme un poco, aunque usara un abrigo grueso el viento se tornaba cada vez más gélido. Creo que podemos ser grandes amigas, pensé. Entonces, se levanta súbitamente y voltea hacia mí. Su mirada puesta en algo detrás.

—¿Qué mierda haces aquí?

Es Abel, el híbrido. En sus manos tenía un ramo de narcisismo y un jarrón de agua. Sus ojos grises miraban con recelo a Amina. Dio unos pasos y dejó el jarrón en el suelo derramado gotas en sus botas de cuero.

—Me sostienes esto, enana— me extiende el ramo, yo por inercia lo tomo con delicadeza.

Lo veo pasar frente a mí, y el olor a alcohol se llegó en mis narices. 

Oh-oh. 

—Dime cómo te atreves a venir aquí, y dejarles unas miserables flores —Ataca, alzando la voz.

Amina ni se inmutó.

—Emm, nosotras no fuimos —Aclare.

Abel me mira sobre su hombro, una mirada de advertencia que ordenaba que guardara silencio.

—También eran mis padres, Abel —Repuso secamente.

—Ahora resuelta, pedazo de mierda, que te importa la familia —la empuja, pero no logró moverla un centímetro.

Intimidada por ambos, decidí mirar a otro lugar. Pero al mirar los narcisis me di cuenta que no calzaba una cosa.

¿Quién dejó las flores?

Mis ojos recorrieron los escasos árboles de lugar. Pero al llegar a uno gigante detrás de los hermanos quien trataban de pelearse con sus miradas y palabras hirientes; ese árbol tenía una rama muy grande y la más alta...en ella... Pase saliva; unos ojos verdes me poseyeron, se llevó uno de sus dedos manchados con sangre fresca a los labios señalado que no hiciera ruido.

¿Quién es él? 

Apreté el papel del ramo de flores. Su otra mano, todo frío abandonó mi cuerpo, en su mano derecha sostenía un corazón, uno real. Esbozó una sonrisa de oreja a oreja y se lo llevó a la boca, devorándoselo con una sola mordida.

—¡Amina! —Grite aterrorizada.

Ella me mira con preocupación. Apunte al hombre, justo cuando él bajó de un salto del árbol como si nada. Retrocedí temerosa, y Amina aún no reaccionaba.

—De haber sido informado de este reencuentro, me hubiera puesto los pantalones elegantes —Exclama divertido.

Nadie dijo nada, solo lo miramos.

—¿No extrañaron a su hermano mayor? —Levanta las cejas fingiendo incredulidad.

Abel, fue quien se atrevió a articular un par de letras. Sonó mareado, y dijo su nombre con desconfianza de que ese fuera.

—¿Atlas?

Sonríe, mostrando sus blancos dientes.

—Hermanito—Responde, Abel no esperó y se abalanzó hacia él, abrazándolo con fuerza. Pero el hombre escalofriante no paro de mirarme en ese extraño abrazo.

No pude con esos ojos, y bajé la mirada a mis zapatos. Ambos hermanos se parecían a Amina, de piel negra, altos, ojos verdes y gris, la genética de esta familia es perfecta. Pero había algo que unía a mi guardiana con ese misterioso chico de forma alucinante; es como ver a Amina en versión hombre, pongo mis manos al fuego: Amina y Atlas son gemelos.

—Es hora de irnos—Desperté de mi trance cuando Amina, de un tirón, me arrebata las flores.

Me tomó del brazo, y comenzamos a caminar, lejos de ellos. Obviamente, eso no estaba en los planes de Atlas y se atraviesa en nuestro camino.

—¿Irse tan pronto? ¿No me vas a saludar?

Me escondo detrás de Amina, para evitar contacto con él.

—Apestas a sangre. Aléjate —Advierte, me aprieto más a ella.

Atlas, él se fijó en mi, como si hubiera ocupado a su hermana como excusa para mirarme mas de cerca.

—Diana Ayleen, ella es la Luna suprema.

Cerré los ojos, cagada de miedo. Las imágenes de él arriba del árbol devorando ese corazón me jugaron mala pasada, y tuve que abrirlos. Temblaba como un animalito, apretando la chaqueta de cuero de Amina. Cubriendo la mitad de mi rostro en ella.

—Me ha habló mucho de ella, esa... ¿Como se llamaba? —Chasqueo los dedos —Alexa Pierce, que mujer más encantadora y deliciosa.

Apreté la mano de Amina. Esta delirando, él no habla enserio. Liayh dijo que volvió a Estados Unidos, que estaba segura, hasta pude hablar con ella por chat.

—No le hagas caso, Diana. Él sólo quiere molestar, como siempre — Asiento, pese a que ella no pueda verme, sabía perfectamente que yo temía por mi mejor amiga.

Él soltó una carcajada.

—¿No me la mandaron como obsequio? una ofrenda de paz, Estadounidense grosera, mis favoritas—Dijo —Hasta tengo su teléfono.

Asomé mi cabeza por su hombro y tuve que ahogar un grito. El teléfono con carcasa de la noche estrellada de Vicente va Gogh, ese el teléfono de Alexa.

No, no. Debe ser una coincidencia. Liayh nunca me mentiría.

—Tus audios fueron mis favoritos, Diana. Tu voz dulce y armoniosa contándome estas en tus días.

¿Esto era una jodida broma?

—¿Dónde está Alexa? — Le pregunte, y no a Atlas.

Mire fijamente a Amina.

—Mmh, no hay respuesta para la suprema soberana —Cuestiona irónicamente Atlas.

Me solté de su agarré y la enfrente.

—¿Dejaron a mi mejor amiga a merced de este vampiro? —Pregunté indignada.

—Híbrido, Lunita —menciona.

Lo volteo a ver. No, no, no

—¿¡Dónde está mi amiga?! —Me dirigí a él.

Vaciló, ese hombre quedó pasmado por un segundo por mi abrupta forma de preguntar. Y después, dibujó una sonrisa socarrona en sus labios.

—En la morgue —Se mofa entre dientes.

No sé qué hice, no sé porque lo hice. Pero en ese momento solo pude ver rojo, ver su cara de niño sexy y burlona que me había arrebatado lo único que tenía parecido a una familia. Azoté mi puño contra su cara y la incliné minúsculamente. ¡Auuch! Mis ojos ardieron por dolor de mis nudillos.

—¡Oh, demonios! — Abel se incorporó a nosotros con una risa en su boca.

Atlas cierra los ojos, y sonríe.

—Lo admito, me pillaste de sorpresa—Dice, ojeándome de pies a cabeza.

Apreté mis puños dispuestas a quitarle la condescendencia a golpes. Pero regresé despavorida hacia Amina al ver a personas con uniforme negro y armas entrar al cementerio arribándonos, todos apuntándole a Atlas y otros me rodearon haciendo una especie de muro protector.

 Es una redada. 

Atlas levantó las manos, sin dejar de mirarme. Al tenerlo sin salida, unos uniformados abren paso para que pudiera entrar: Jessica, Vicente y Alexa.

Maldita sea, caí yo también con su juego.

—Atlas Belanger, por tus innumerables masacres cometidas, usando el nombre de mi alianza como excusa, se te sentencia a 500 años a nuestros servicios—Proclamó la Alfa.

—Una trampa—Miró a Abel y Amina, niega con la cabeza —¡Wow! ¡Viva los hermanos Belanger! —Soltó tan sarcástico.

Unos hombres encadenaron sus manos y pies con cadenas gruesas de metal e hicieron un estruendo doloroso al chocar con el piso. Y ahora, con la seguridad llegando a mi sistema me pude fijar en los pequeños detalles de Atlas. La diversión nunca abandono su sonrisa, y yo no quite la vista de él, ni siquiera cuando Alexa se aferró a mí abrazándome.  Yo a él, lo conozco de algúna parte.

*

Gracias por leerme.

Bye.

Continue Reading

You'll Also Like

4.4K 313 29
Siempre creí que el destino era un resultado por nuestras decisiones tomadas a lo largo del camino. Creía en puertas que se abrían y te llevaban a al...
40.9K 1.5K 25
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
2.1K 143 6
Solo hay una opción para ellas, trabajar juntas. Porque hay una frase muy famosa que recorre entre las zonas bajas del mundo: "La Unión hace la fue...
398K 19.3K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...