Conociendo lo prohibido ©️ (E...

By NarcirisFerrerV

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TRILOGÍA HÁBITOS INSACIABLES. (Libro I) Vanessa apenas empieza a separarse de la sobre protección y tabúes d... More

Conociendo lo prohibido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6^
Capítulo^7
Capítulo^8
Capítulo 8/2
Capítulo 9^
Capítulo 10^
Capítulo 11^
Capítulo 12^
Capítulo 13^
Capítulo 14^
Capítulo 15^
Capítuto 16^
Capítulo 17^
Capítulo 19^
Capítulo 20^
Capítulo 21^
Capítulo 22^
Capítulo 23^
Capitulo 24^
Capítulo 25^
Capítulo 26^
Capítulo 27^
Capítulo 28^
Capítulo 29^
Capítulo 30^
Capítulo 31^
Capítulo 32^
Capítulo 33^
Capítulo 34^
Capítulo 35^
Capítulo 36^
Capítulo 37^
Capítulo 38^
Capítulo 39^
Capítulo 40^
Capítulo 41^
Capítulo 42^
Capítulo 43^
Capítulo 44^
Capítulo 45^
Capítulo 46
Capítulo 47^
Capítulo 48^
Capítulo 49^
Capítulo 50^
Capítulo 51^
Capítulo 52^
Capítulo 53^
Capítulo 54^
Capítulo 55^
Capítulo 56 ^
Capítulo 57 ^
Capítulo 58^
Capítulo 59^
Capítulo 60^
Capítulo 61
Capítulo 62^
Capítulo 63^
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 18^

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By NarcirisFerrerV

Islandia
Despedida de soltera.

Vanessa

Aún intento acostumbrarme al cambio de temperatura, no obstante, eso no evitó que casi saliera corriendo para observar las auroras boreales, es que simplemente son una locura, la sensación es tan irreal, tan artístico, es como estar viendo un arcoíris pero tan solo con uno o dos colores seleccionados, dicen que esto no es nada en comparación al invierno, inclusive si es cierto lo que mis ojos han captado las últimas horas es algo que nunca voy a olvidar.

Si el frío no me causara molestia hasta los huesos amaría quedarme aquí por y para siempre.

Según lo que me contó Lisa quien en este momento espera por mi iremos a un lugar muy conocido y privado de la zona. Por otro lado el estado de ánimos que Pitt posee no es el que se espera de un hombre entusiasmado por su próxima unión matrimonial, además de que durante el vuelo apenas se dirigieron la palabra.

¿Qué clase de hombre es? ¿Acaso no tiene sentimientos?

Anoche me pareció todo lo contrario y el tratar de hablar de ello me resulta inefable.

Estuve junto a él casi toda la madrugada, ambos tumbados en el sofá y no me atreví a decir una palabra esperando que él sea quién decidiera dar el primer paso pero como era de esperarse nunca pasó. Las cosas no terminaron como las había pensado pero tan poco estuvo tan mal.

No lo sé, creo que me gustó estar allí con él, ambos en silencio mientras observábamos esa gran pintura de él junto a su familia.

Pero lo que ocurrió entre nosotros no es tan malo si aun no se ha casado, ¿cierto? otra cosa sería si lo estuvieran y yo me metiera en su cama como toda una puta.

Tal vez ya lo soy, quizás es como él me ve, una total y completa gran zorra.

No comprendo porque intento disculparme por algo que yo misma decidí hacer en dicho momento.

Otra cosa es el sentimiento de confusión que me invade cuando pienso en él casándose, todo ha pasado tan rápido que no he tenido tiempo de analizarlo.

Tomo unas argollas doradas y las coloco en mi oreja. Esta noche preferí usar un vestido ajustado azul oscuro del cual espero no arrepentirme más tarde, pero aun no decido que tipo de peinado llevar, quizás el pelo recogido en un moño alto  o tal vez deba dejarlo suelto.

—¿Se puede? —la puerta de la habitación hace un poco de ruido mientras se abre.

Casi olvido que estoy con él en una cabaña encima de una montaña nevada y que desconoce lo que son los buenos modales.

El lugar que me ha tocado es algo grande, hay una cama justo en medio, una mesa de noche con una lámpara algo antigua sobre ella y un gavetero con espejo en una esquina.

—Ya lo hiciste. —le corto los ojos.

Él se detiene a un lado de la puerta observándome con esos misteriosos ojos azules.

—¿No encontraste algo menos revelador?—su tono de voz me molesta.

—¿Qué quieres Pitt, por qué entras sin avisar? pude haber estado desnuda.

No es como si eso fuese un problema, ¿o si Vanessa?

—Hubiese preferido que fuese así, pero esta vez solo vine a informarte.

—¿Qué sucede?—volteo a verlo.

—Diana no es una buena chica como aparenta, no confíes demasiado en ella o te quemará—me avisa en un tono serio.

Más de lo que lo he hecho contigo no creo.

Por lo que he visto hasta ahora ella parece ser una buena persona, no entiendo que fue lo que pudo verle. Pitt está bien guapo y todo pero no quita el hecho de lo estúpido y acosador que es, siempre que imagine como seria mi tipo ideal de hombre creí que seria amable, tierno, respetuoso y atento en cambio aquí me ven.

—Ten cuidado—me advierte—Lisa sabe cuidarse pero tú puedes ser muy inocente.

Está hablando de esa forma de la chica que en horas se convertirá en su esposa y me incomoda que me trate como si llevara una vida conociéndome.

—¿Algo más señor Pitt?—pongo los ojos en blanco.

—Si—musita acercándose a mi—déjalas, no van contigo—sus manos algo frías logran llegar a mi rozando mis mejillas y empiezan a quitarme las argollas—usa algo un poco más parvo—coloca las argollas sobre el gavetero y saca algo pequeño y brilloso de su bolsillo—eran de mi madre—murmura colocándomelas—cuídalas.

—¿Por qué me has puesto esto?—frunzo el ceño girando a verlo.

Él mueve mi cabello hacia los lados de mi hombro ignorando mis palabras.

Lo veo lucir diferente, es la primera vez que lo noto así, no parece la misma persona de hace una semanas, más bien parece un niño que acaba de ser regañado por sus padres y busca algo de consuelo.

¿Qué rayos está pasando? Cuando y cómo llegamos a esto.

Es como si de repente todo el frío que cubría el lugar hace un instante desapareciera en menos de un segundo.

Me alejo dando unos pasos hacia atrás sintiéndome confundida.

—¿Estás bien?—intento saber que le sucede sin violar su espacio—¿qué pasa, ahora empezarás a ser lindo?

Se encoge de hombros.

—Disfruta de la fiesta y recuerda lo que te dije—espeta y empieza a alejarse—por cierto,—habla sin voltear a verme—Lisa ya está lista y te espera en la sala.

—Gracias por avisarme.

La puerta se cierra y dirijo mi vista de regreso al espejo frente a mi, respiro profundo cuando noto que los nervios se me han disparado y tiro mi cabello hacia atrás logrando ver las pequeñas piedras amarillas que se encuentran sobre mis orejas y simplemente son hermosos, como obviamente costosos.

Suelto todo el aire que se ubica en mis pulmones mientras trago saliva sin entender que es lo que planea, que rayos sucede con esta familia y qué es lo que le molesta a Pitt.

Llevo mi mano a mi cuello mientras mis piernas me guían en dirección hacia la puerta después de haber decidido llevar el cabello suelto.

Al empezar a bajar la escalera puedo verlo de pies en una esquina al lado de la chimenea con un vaso de lo que parece ser whiskey en la mano y por otro lado Lisa se encuentra sentada en el sofá gris esperando por mi, como siempre luce resplandeciente, lleva un vestido negro de brillos, el pelo amarrado y el collar en su cuello no tarda en salir a relucir, me siento torpe con cada paso que doy mientras Pitt no me quita la mirada de encima.

El vestido que compré con su dinero es de marca pero se queda corto al lado del de la rubia.

—Vanessa—se levanta la rubia de su asiento—que bueno que ya estés lista y debo decir que luces hermosa.

Odio hacer a la gente esperar y me siento incomoda con los halagos comprometidos.

—Gracias, tú igual como siempre.—espero no solo esté tratando de ser cordial y no se haya molestado por esperarme, es que aun no entiendo porque debo de asistir a esa fiesta, se supone que hice este viaje por trabajo.

—Ambas lucen perfectas.—él no tarda en entrometerse en la conversación—Te confío a mis dos mejores joyas Vanessa.

Si ya lo sé, me lo acabas de decir hace unos minutos.

Le doy una sonrisa y asiento.

—Entonces ya podemos irnos, ¿tú qué harás por el resto de la noche Pitt?—inquiere Lisa tomando su bolso blanco.

—Las esperaré aquí, despierto—me da una mirada con intensidad—quiero asegurarme de que ambas duermen hoy en sus camas.

Veo esos ojos azules observarme sin parpadear y para ser honesta me pone aun más nerviosa su mirada.

—No actúes como si fuera una niña—Ella gruñe.—Vamos Vanessa, un chofer espera por nosotras y ya verás que te enamoras de Islandia.



Llegamos al lugar donde se supone habría una pequeña fiesta y resulta ser nada menos que un antiguo castillo de esos en los cuentos, largas escaleras y una increíble estructura, el camino está iluminado por algunas luces amarillas subterráneas que llevan hacia el acceso principal donde hay dos hombres de trajes negros a cada lado de la gran puerta.

Al abrirse mis ojos no tardan en perderse ante el cambio y gran combinación de las luces, las personas recorriendo el lugar y la sensación de la adrenalina empezando a recorrer mi cuerpo al escuchar la música, esto no es para nada lo que esperaba, estaba totalmente convencida de que iríamos a un aburrido lugar y pasaría la noche escuchando viejas historias de niñas ricas.

Me mantengo siguiendo a Lisa durante la llegada hasta que un pequeño grupo de personas se aproximan para saludarla, es tanto el alboroto que me hace pensar que solía ser muy famosa entre la gente de estos lugares. Por otro lado, el sitio es total y completamente impresionante, no puedo dejar de verlo. Todo con esta familia lo es, he visto cosas que solo creí pasaban en películas y no creo haya podido ver de haberme quedado en el pueblo junto a mi madre.

Me detengo al lado de lo que parece ser un pequeño puente dentro del castillo donde hay un espacio que te permite mirar hacia abajo.

Por fuera y al entrar creerías que lo que ves es todo pero la verdad es que el lugar es subterráneo, hay varios pisos y en cada uno hay luces diferente, empezando por el primer nivel que es donde estamos la iluminación es amarilla, la del segundo es verde, en el tercero roja y el cuarto nivel el que parece ser el final de un agujero un profundo y intenso negro, cada una brilla de tal manera que ninguna logra ser opacada. El tan solo bajar la mirada para verlo me marea pero eso solo hace que quiera ver más.

—Es una locura, ¿No?

Lisa se acerca a mi con una sonrisa.

—Si lo es, ¿Para qué las luces?

—El amarillo es una invitación, verde apuestas, rojo fiesta y negro drogas, urgías o cualquier tipo de placer que puedas imaginar.

Oh genial, de todos los lugares me han traído al castillo oscuro de la depravación.

Empezamos a bajar una escalera que se encuentra después del pequeño puente y veo a las personas llevar todo tipo de vestuario, la música aquí es diferente a la inicial, todo está más calmado y no se logra escuchar el ruido del primer piso.

—¿Viste la pintura? —inquiere Lisa cuando logramos llegar a un espacio tranquilo en el piso verde tomando asiento en unas pequeñas mesas negras con algunas botellas rosas en ella.

Asiento esperando no meterme en más problemas ya que su hermano pareció molestarse por mi estúpida interrupción en el lugar.

—Era una niña cuando ocurrió, no tengo muchos recuerdos de ellos,—empieza a explicarse— Desde que puedo recordar siempre hemos sido Pitt y yo contra el mundo, él ha tenido que tomar el control de todo desde que éramos muy pequeños, era eso o nada.

Sus ojos están puestos en el grupo de personas que bailan en la pista mientras yo aun sigo sin comprender que hago aquí o a donde va esta conversación.

—Hay ciertas veces que debemos hacer grandes sacrificios para obtener pequeñas recompensas. Según el informe oficial mis padres se encontraban saliendo de una fiesta cuando el vehículo en el que iban perdió el control de los frenos y cayeron por una barranca, por otro lado, la verdadera historia es que esa noche ellos se encontraban saliendo de una reunión que se había hecho a sus espaldas, Felipe estuvo allí, mi padre estaba muy enojado con él así que tomó a mi madre y sacó de allí sin mirar atrás. Mi padre nació y se educó aquí en Islandia, todo lo contrario a mi madre quien era hispana, una hermosura y perfección de mujer de ojos oscuros, la viste en la pintura así que lo pudiste notar.

—Si.

Me sonríe.

Nunca me habría pasado por la mente que ambos tendrían un pasado oscuro y tan doloroso, es obvio que Pitt guarda resentimientos y quizás por eso su actitud hacia su tío durante el vuelo.

—Estaba embarazada, mellizos. Como había dicho no sabemos porqué mi padre se molestó esa noche pero tenía que ver con ella y tal vez la empresa que ahora dirige Pitt.

—¿Por qué me cuentas todo esto?

Siquiera me conoce y ya empieza hablarme de estos asuntos privados y no creo sea lo correcto.

—Porque eres tú y no yo quién usa esas argollas, y no te ofendas, la verdad yo nunca las quise—deja su vaso sobre la mesa—Si te fijas son las mismas de la pintura.

Muevo mi cabello de detrás de mis orejas, no había notado que estaban visibles. Es lindo tener algo tan caro encima pero a la vez no deja de sentirse incómodo como ajeno.

—No te preocupes, las noté cuando veníamos en el auto, te quedan hermosas. Él es difícil de entender lo sé mejor que nadie pero sin importar lo que te haya dicho esta boda debe realizarse—hace una pausa—¿Alguna vez te has preguntado porqué no le duran las secretarías?

Tal vez porque es un idiota.

—No le gusta mantener a las personas cerca de él por mucho tiempo, por eso se vuelve insoportable hasta el punto de hacer que renuncien, con esto no digo que sea algo bueno pero le cuesta abrirse con las personas, no confía en ellas, es como si creyera que todos terminaran abandonándolo y simplemente el las ahuyenta primero, supongo que así no se siente mal consigo mismo.

—Chicas, ¿qué hacen ahí? Vamos, vengan a bailar.

Aparece Diana con un vestido morado con largas mangas y me toma de la mano haciendo que me levanté junto a ella—Tú también Lisa, hoy las tres vamos a festejar—se lanza sobre Lisa.

Aun con el sitio atestado, Diana logra hacer que atravesemos a un montón de gente en el nivel rojo ubicándonos entre ellos, la música retumba mis tímpanos mientras intento asociarme con el ambiente, Lisa parece soltarse y empezar a bailar junto a su cuñada.

El que me sienta incómoda en este lugar es algo obvio, es que primero que se supone que hago yo en una despedida de alguien que acabo de conocer y segundo compartiendo tragos con mi jefa.

Cuando noto que ambas me han dado la espalda empiezo a alejarme y tomar asiento, desde aquí tengo buena vista y logro verlas moverse entre la multitud mientras descubro que hoy me toca hacer de niñera, bueno la verdad ya tengo experiencia, Anna siempre ha sido un desastre.

Llevo mi mano hacia mi oreja intentando soltar una de las argollas, me causan mucha curiosidad después de escuchar a Lisa decir que son las mismas de la pintura de su madre, realmente son pequeñas y hermosas nunca había tenido algo tan caro en mis manos, Pitt me mataría si las llegara a perder.

Coloco la argolla nuevamente en mi oreja, asegurándome de que cierre y tomo un vaso que un mesero ha dejado sobre la mesa con algún tipo de bebida verde en el.

Tal vez yo también debería dejarme llevar.

Saboreo el trago el cual es bastante dulce y empiezo a moverme al compas de la música electrónica sin moverme de mi silla, pierdo de vista a Lisa y Diana entre la multitud, tampoco es como que alguna fuese a perderse en su propia fiesta. Las botellas rosas sobre la mesa son una locura, es como si tuvieran vida propia, hay pequeños trozos dentro de ellas que se movilizan creando sombras y a la vez pequeñas luces verdes que parecen chocar contra el vidrio. Me  pregunto si eso será bebible.

—Vanessa—me grita Diana al tímpano cuando intento tomar una de las botellas.

Dios bendito que susto, ese grito sin duda pudo espantar a todos los demonios de mi mente.

—¿Qué sucede?—llevo mi mano a mi oído asegurándome de aun tener audición—¿Dónde está Lisa?

—Se encontró con algunos viejos amigos ¿Y qué pasó, por qué nos has dejado?—toma asiento junto a mi, no puedo evitar dejar de pensar que realmente es una chica muy agraciada.

—Ya sabes, no conozco mucho del lugar y quise quedarme tranquila en mi lugar.

—No digas eso, ¿Cuántas veces tendrás la oportunidad de venir a Islandia? ven, te presentare algunos amigos—me toma de la mano.

—Estoy bien—rechazo su agarre—estoy bien así, gracias.

—¿A caso tienes novio? No lo sabía, disculparme.

—No, no es eso.

Mis manos realizan un ademán en rechazo.

—¿Estás enamorada? ¿A caso es Pitt?

Sus palabras me roban el aliento y quedo en blanco, siento que las luces empiezan a marearme demás y mi estomago se vuelve un remolino.

—P-Pitt, como crees—tomo un trago.

—Tú tranquila nadie lo sabrá, yo no le diré nada.

¿Y ahora qué hago? ¿cuando se dio cuenta? ¿qué se supone que haga en estos casos? ¿y si quiere hablar de eso? como su prometida tiene todo el derecho, aunque yo no sabía de su existencia pero aun así eso no me evito hacer lo que hice después de saberlo.

—No le diré que estuviste bailando y tomando con chicos, es injusto que te haya traído y te ponga a trabajar, al menos pásatela bien esta noche.

Oh...

Era eso.

El aire regresa a mis pulmones.

—No quiero que se moleste, ya sabes que se pone insoportable cuando lo hace.

¿Por qué le estoy hablando como si fuéramos conocidas?

—Vamos—se levanta.

Ambas llegamos a un extremo de la pista donde no sé porque empiezo a bailar junto a ella, realmente Diana es una chica hermosa, no creo que exista un hombre que alguna vez la haya rechazado, y justo mañana esa chica pasará a convertirse en su esposa. No lo comprendo pero la idea me molesta.

La rubia deja caer sus brazos sobre mis hombros de golpe y siento como mi cabello se enreda entre una de las argollas.

¡Mierda!

Me detengo y intento soltarlo dándome cuenta que no está, la argolla no está, soy mujer muerta, definitivamente estoy muerta.

Me lanzo sobre el suelo tratando de encontrarla y Diana parece darse cuenta de que he perdido algo. Si regreso sin esa argolla Pitt me degollara, seguro que lo hace. Es que por que debo ser tan descuidada, es posible que los pies de los demás moviéndose como locos en el lugar hayan pateado el arete hacia otros extremos.

Me doy por vencida.

El lugar está repleto es imposible encontrarla así.

Estoy muerta.

Mañana en vez de una boda habrá un funeral, el funeral de Vanessa Dolan.

—Lo siento, lo siento, no hice con mala intención—Diana vocifera a mi lado—sigamos buscando, ¿Qué ha sido lo que has perdido?

Mi mirada no se mueve de los pies de los demás moviéndose como caballos en el sitio.

—Es pequeño y tiene una piedra amarilla.

Y seguro que es costoso, me muerdo el labio inferior al recordar las palabras de Pitt sobre sus joyas, es que porqué el idiota tenía que ponérmelas.

—Es una argolla y debo hallarla.

Ella se inclina hacia mi.

—No te preocupes, ya veras que la...

—Espera—jalo a la chica hacia mi—es esta—la bendita argolla se encuentra agarrada a la manga del vestido de Diana.—estuvo ahí todo el tiempo.

Ella se burla y yo quedo como tonta, y que bueno que ella pueda reír cuando acabo de ver mi muerte pasar mil veces frente a mis ojos.

—Ven te la pondré—se ofrece tomando la argolla de mi mano la cual para ser sincera no quiero soltar, siento el cierre del arete cerrar y noto que no fue así cuando yo lo hice—Son unas hermosas argollas—me confiesa.

—Gracias, busquemos a Lisa.—le pido empezando a moverme llevando mis manos a ambas orejas.

Pasaré el resto de la noche cubriéndolas con mis manos.

—Mañana me casaré y ni siquiera sé como explicar mis sentimientos en este momento.

El ruido del lugar no me permite escuchar muy bien lo que dice, pero es obvio que intenta iniciar conversación.

Me toma de la mano y ambas subimos unos ocho escalones atravesando un cristal por el cual puedo ver todo el piso pero el ruido de la fiesta desapareció totalmente al pasar la entrada, las personas que hay en el nuevo lugar se pueden contar con los dedos de una de mis manos, no hay mesas, solo algunos asientos y un pequeño bar el cual se ilumina por una luz amarilla justo al fondo, desde aquí todo el lugar luce totalmente diferente.

—Ven por aquí Vanessa—Diana me llama tomando una botella del mini bar.

—¿Aquí es donde está Lisa? no logro verla.

—Tú tranquila, ella aparecerá en su momento.

—Creí que iríamos por ella—la veo preparar dos tragos.

Me preocupa tomar más de esa cosa dulce sabiendo que no soy buena con el alcohol y no puedo permitirme perder el control.

—Los Lennox son una familia interesante, ¿no crees?—le da la vuelta al mini bar llegando hasta a mi.

—Eso supongo.

Si te refieres a Lisa claro, porque el otro no deja de ser un idiota, un idiota por los siglos de los siglos.

—Haría cualquier cosa por Pitt—su tono de voz se agrava mientras toma del vaso—lo hice y lo haré.

Hoy parece que todas necesitan hablar, aparentemente es mi papel de la noche hacer de niñera y escuchar a todas hablar de sus sentimientos hacia el tonto numero uno.

—Todos mienten Vanessa, nadie es lo que aparente y ya que también hiciste este viaje no tardarás en darte cuenta.

Eso se escucha amenazante.

—Estaban aquí—la voz de mi jefa recorre el lugar mientras mi mirada no puede moverse de los ojos de Diana, acaso me está advirtiendo de algo o solo son los efectos de alcohol—las estuve buscando por todo el lugar.

Muevo la cabeza para ver a Lisa quien ha tomado asiento junto a mi y la noto estar toda sudada cuando el murmuro de Diana junto a mi oído se pierde entre las voces del alegre grupo entrante.

<<Estas chicas están desquiciadas>>


Por fin regresamos a la cabaña, los pies me duelen con cada paso que doy hacia la habitación. Abro la puerta y el ruido que causa la madera me incomoda un poco, tanto dinero y no quieren cambiar las puertas, quien entiende a los ricos, me lanzo sobre la fría y dura cama, ha sido una noche loca, Diana me sorprendió esa chica es muy atrevida y por otro lado Lisa estuvo toda la noche siendo cuidadosa, a pesar de que por un momento pareció que se dejará llevar todo lo que me contó sobre ella y su hermano no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza pero en el fondo no deseo meterme en sus asuntos familiares, mientras más alejada permanezca mejor.

Me giro sobre la cama quedando boca abajo.

Siento el chillido de la madera y levanto la cabeza para ver la puerta abrirse.

¿A caso los seguros en estas casas no sirven de nada?

—¿Cómo hiciste eso? estoy segura de haberle puesto el seguro.

—Estas puertas son más viejas que tú o yo, a parte no olvides que me crié aquí y solía escaparme casi todas las noches.

—Si son tan viejas deberían de cambiarlas.

—Mi madre fue quien las eligió—empieza a moverse hacia mi con algo en la mano—y ya es casi imposible conseguir la misma madera además de que guardan muchos recuerdos que no puedo simplemente desechar, pero eso no ha sido por lo que he venido, te dije que cuidaras bien de mis dos mejores joyas, ¿lo hiciste?

—Si aquí están—intento quitarme los aretes.

Después del susto de la noche y saber cómo será mi muerte lo que más deseo es devolverlas a su dueño.

—¿Qué estás haciendo?—inquiere casi lanzándose sobre mi.

—Te devuelvo tus joyas—me detiene y se ríe.

—No me refería a eso.

¿No? pasé toda la noche con la mano en las orejas cuidando de no perder ninguna de ellas siendo consciente que estas cosas cuestan mucho más de todo lo que ganaré en mi vida y tú solo te ríes.

—¿Estás borracha?

—No lo estoy.

Quizás un poco, esas bebidas de colores estaban deliciosas y no supe controlarme.

Se me escapa una pequeña risa y él deja caer algo blanco sobre la cama mientras se acerca a centímetros de mi y deja un pequeño beso sobre mis labios.

—Estás ebria Vanessa—vuelve a repetir sobre mis labios.

—Bueno si lo estoy, lo estoy y listo,—exploto—no es como que tus palabras vayan hacer que no lo esté, toma tus aretes y déjame—le ladro cuando lo empujo perdiendo el tiempo y energía ya que siento el peso de su cuerpo recaer sobre el mío.

Él toma mis manos elevándolas y apoyándolas contra el espaldar de la cama.

—Lisa es lo más grande que tengo—sus labios rozan los míos mientras me habla—es mi única familia en el mundo.

—¿Y qué hay del resto de tu familia? Por...

Sus labios chocan con los míos en un cálido y suave beso deteniendo mis palabras.

—Y lo húmedo y cálido que hay entre tus piernas es mío—se detiene y murmura sobre mis labios.

Siento un pequeño escalofrío recorrer mi piel después de esas palabras.

—No lo es.—sus manos aplican fuerza sobre mis muñecas—Por más bruto que seas no lo será—aclaro.

—Te puedes quedar con los argollas, son un regalo.

—No lo puedo aceptar, lo mejor sería que se las obsequiaras a Diana, después de todo ella es quien se convertirá en tu esposa.

Bufea.

—Diana ya tiene demasiado, lo ha tenido toda su vida.

—Y ahora también te tiene a ti, y estoy feliz por eso.

Resopla antes de contestar.

—Ahora mismo en este mundo solo existen dos mujeres a las que me interesa follar y una de esas eres tú Vanessa.

Mi mente se queda en blanco con lo que ha dicho, no es motivo de alegrarme aún así me gusta que lo haya dicho.

Es enfermo, lo sé.

—Ya te aseguraste que estuviese en mi cama, ahora puedes irte y ver qué tal está Lisa, creo que tal vez tomó demasiado—intento soltar su agarre.

Sacude la cabeza.

—Aún debo garantizar de que duermas bien.

Esa sonrisa morbosa que se refleja en su rostro empieza a aparecerme más atractiva de lo habitual.

—No te preocupes, estoy segura de que lo haré.

—También necesito que firmes esto—me suelta y se sienta sobre la cama mostrándome unas hojas.

—¿Qué es?—me pasa una pluma azul y el papel en su mano.

Tomo asiento manteniendo algo de distancia entre los dos.

—Estuve leyendo tu antiguo contrato y realice algunos pequeños cambios en el, solo fírmalo donde veas tu nombre

—¿Qué cambios?

Tomo las hojas y busco la mejor posición de la luz de la lámpara a mi lado para poder leer.

—¿Qué haces?—inquiere interrumpiendo mi lectura, odio cuando su papel de idiota sale a relucir después de haberse esforzado por ser lindo.

—Leerlo, ¿qué más?

No hay que ser un genio para saberlo.

—Te pedí que lo firmaras no que lo leyeras, hazlo rápido.

—No firmare nada que me des sin leerlo antes—mis ojos chocan con los suyos azules y parece convertirse en una pequeña batalla de miradas, donde la mía no será la que se rinda.

—Está bien—cede más o menos de buenas a primeras—puedes leer las primeras hojas, pero date prisa.

Sabía que sería muy bueno si lo hiciera simple.

Me enfoco en las hojas frente a mi, queriendo asegurarme que no haya nada extraño, a diferencia del primer contrato que me entrego recursos humanos este indica los viajes imprevistos, las salidas de urgencia de la empresa, o sea, las supuestas direcciones de sus casas y que nunca debo hablar acerca de lo que vea o escuche dentro del circulo Lennox.

Tampoco era como si planeara hacerlo.

Empiezo a sentirme como si formara parte de una gran y peligrosa mafia.

Me inclino hacia adelante tomando una almohada, la coloco sobre mis muslos dejando los papeles sobre ellos y empiezo a firmar con mi inicial seguido de mi apellido.

—Listo.

Le entrego de regreso el documento.

Pitt lo toma y se acerca hacia la lámpara asegurándose de que todo esté bien.

Revisa cada hoja donde he dejado mi firma, se levanta en dirección a una esquina de la habitación donde se encuentra el gavetero y deja el documento ubicando la pluma sobre el.

—¿No preguntarás como estuvo la fiesta?

—No me interesa saber.

—Diana y Lisa se divirtieron mucho pero si no quieres saberlo no me molestare, ahora vete, quiero descansar.

—¿Me echas de mi propia habitación?

—Esta no es...—conservo mis palabras al recordar las suyas anoche cuando me mostró cuál sería mi lugar, y si, prácticamente me confesó que este de niño solía ser cuarto, me levanto prácticamente de un tirón buscando con la vista cada una de mis cosas—déjame y ya tomo mis cosas—le pido.

—Eso no será necesario, puedes quedarte.

Ja, claro que no haré eso.

—Tomaré otra de las habitaciones, tú puedes quedarte esta—protesto velozmente.

—Te he dicho que no es necesario—levanta la voz—deja de moverte como loca y tranquilízate, no intentaré hacerte nada—las comisuras de sus labios se curvan con morbo—Solo lo haré si tu lo pides.






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