Una semana después
Pitt
Cada vez que ese sujeto aparece en mi vida, viene con grandes noticias para la empresa y los Lennox, pero para mi no son más que tan solo el cuchillo que un día utilizaré para auto degollarme. Desde que éramos niños no ha sido nada más que un maldito dolor en el trasero tanto para Lisa como para mi, no veo el día de poder deshacerme de ese pedazo de basura y orinar sobre su tumba.
—Buenos días, no había nadie en la entrada así que me tomé el atrevimiento de pasar—precisa.
Sonrío fríamente.
—Eres parte de la familia, no necesitas ser presentado—me levanto de la silla.
Esa maldita sonrisa falsa que siempre se carga.
—¿Cómo ha estado todo?—extiende su mano para saludarme.
—Me alegra verte bien como siempre.—sonrío irónicamente y dejo caer mi mano sobre su espalda obviando la suya.
—Para mi es lo mismo, veo que como siempre mantienes todo bajo control.—le da una mirada al lugar como si buscara algún defecto.
—Me gusta tener el control de todo, eso ya lo sabes—mi voz es ronca y seca.
Él frunce el ceño.
—Tal vez ese sea el problema—espeta entrando la mano en su bolsillo.
—¿Y a qué se debe esta grata visita?—ignoro su provocación.
—¿Dónde está tu hermana? creí que estaría aquí.—ignora mis palabras.
Es obvio dónde se encuentra, evitándote lo más posible, perro.
—Esta mañana estuvo aquí, pero tuvo que irse, ya sabes, cosas de mujeres. ¿Y qué tal las cosas en Islandia?
—Islandia está como siempre, no te preocupes por eso.
Toma asiento y yo me dejo caer sobre una esquina de la mesa.
—Eso me alegra, ya que me pasaré unos días calurosos por allá.—confieso.
—Estoy seguro que mucha gente por allá amará verte.
Claro, como es de esperarse, todos esperan con ansias a que me presente y terminar de formar el nudo de la soga que llevo al cuello.
—Igual yo—le doy una media sonrisa.
Él queda viéndome en silencio y puedo ver en su mirada que está a punto de soltar una bomba, la emoción en su mirada es tan obvio, solo vino hasta aquí para joderme. Se levanta y camina hasta a mi con el teléfono en mano, parándose frente a mi.
—Ya lo sabes ¿cierto?
—¿Saber qué?
—Diana llegará pronto.
Mi rostro se endurece.
—Los Morfis han estado de acuerdo y yo creo que es una buena idea que se quede contigo hasta que llegue el día, que por cierto está próximo, Lisa también podría ayudar con eso y dejar de vagar como si fuera la única dueña del mundo.
Siento como mi mano se cierra sola formando un puño bajo la mesa, detesto que alguien hable mal de ella.
—Si tienes alguna queja de mi hermana menor espera a que esté presente, no creo que yo me pueda controlar también como ella lo haría.
Le doy una falsa sonrisa.
—¿Eso es una amenaza?
—¿A ti qué te pareció?
Me sonríe y su mirada se vuelve oscura y perversa.
—Ya está decidido y no hay nada que hacer, querías tener todo bajo control y esta es la mejor manera de hacerlo.
—Y eso significa ¿qué has estado intentando controlarme?
—¿Dime si hay alguna manera de lograrlo?
Su mirada me reta.
—Creo que ya no tenemos más asuntos pendientes, la puerta aún esta abierta, puedes irte.
—¿Ni un café?
—Lo haría pero justo el otro día lancé la cafetera por la ventana. Nada personal, solo no me gustó el sabor.
—Trátala bien y dale toda la atención que necesita.—vuelve a precisar.
Eso suena como una orden.
—¿Alguna vez te he dicho que suelo soñar golpeando tu rostro mientras tu cráneo se rompe chocando contra el suelo? es extraño pero esos días milagrosamente logro dormir como nunca.
No tengo y nunca he tenido intención de ocultar mis sentimientos hacía a él. Si no fuera por Lisa hace tiempo que abría roto su cuello. Las ganas que me invaden de golpearlo, y mandar todo al diablo no son pocas.
—Espero los próximos días puedas controlarte—advierte colocando su mano sobre su rodilla mientras me mantiene la mirada.
—Siempre lo hago querido tío, siempre lo hago.—comento con desdén.
—Eso espero, en cuanto llegues a fastidiar esto no solo tu pagarás, tu hermana también sufrirá por ello, tenlo en cuenta y trata de comportante como te enseñamos amado sobrino.
—No me digas espera—realizo un ademán—aún recuerdo como es, sacrificios que como un Lennox hay que hacer.
—Así es. Es bueno que lo recuerdes.—une su manos en un solo aplauso.
Me encantaría poder meterle el apellido por el culo con todo y los Morfis.
—Lo entiendo.
—Sé que nunca harías nada para perjudicarnos.
—Nunca lo haría—le doy una sonrisa forzada—ahora si me perdonas, tengo algunas cosas que hacer, espero tengas un excelente vuelo de regreso a Islandia.
Se levanta y camina hacia la puerta.
—Casi lo olvido —se da la vuelta antes de salir— Me quedaré unos días.
—Creí que odiabas esta isla.
—Lo hago, pero debo asegurarme de que te comportes. Me quedaré en la casa, ¿aún vives ahí?
Gracias a Dios no.
—Es probable que te encuentres con Lisa, pero es más seguro que se quede en casa de una amiga, ya sabes, cosas de mujeres.
El rueda los ojos.
—Lo entiendo, aunque también sería bueno que ella reciba a Diana cuando llegue.—espeta sosteniendo la puerta.
—Lo hablaré.
Lo veo terminar de dejar el lugar y meto mi cabeza en el computador.
La sangre me hierve, siempre hay algo, siempre debe haber una manera con la cual joderme la existencia.
Creía estar preparado para cuando esta situación llegará, pero nostálgicamente ahora dudo.
—Buenas noches Jorge.
Se abre la puerta al poner mi huella digital sobre la pantalla.
—Bienvenido señor Lennox, lo están esperando.
—Gracias.
La primera vez que vine a este lugar había recién llegado a la ciudad, uno de los socios comentó acerca de un espacio donde dejarse llevar y liberar la mente, han pasado cuatro años desde ese día, según el código todo lo que suceda aquí queda totalmente entre el visitante y la estrella que te acompañe esa noche.
<<Estrella es el nombre que reciben las chicas que te acompañan hasta que te decidas a cambiarlo si es que esos son tus gustos>>
Al entrar hay una pequeña pantalla que solicita que te identifiques, luego te presenta un sin numero de variedades para elegir. Ya sea el tipo de estrella que buscas o lo que quieras que vista.
No muy pocas veces cambian mis gustos.
Paso a la habitación solitaria, donde solo hay una luz rojo encendida y el mueble dónde tomo asiento, me inclino hacía adelante perdiéndome por un momento hasta que la veo entrar.
Tan sensual como siempre. Una belleza de piel oscura y pelo corto.
Hace rato que no pasaba por aquí, pero todo luce exactamente igual.
—Bienvenido —espeta con esa voz seductora, en ese pequeño conjunto negro que lleva pegado al cuerpo.
—Creí que ya habíamos dejado lo del antifaz atrás.—me burlo indicándole acercarse más.
—¿No te gusta?—se sienta sobre mi pierna metiendo su cabeza por mi cuello.
—Todo de ti me gusta.
—Si es así, ¿por qué llevabas tanto tiempo sin venir?—siento su lengua recorrer mi cuello.
—Asuntos familiares.—mi mano llega a su trasero.
—Siempre es eso.
Me da una mirada.
—Ya me conoces—le sonrío falsamente—ahora mismo solo necesito una cosa.
—¿Y eso qué es?—me da una sonrisa morbosa.
—Tú boca entre mi entre pierna.
La tomo del brazo, haciendo que se arrodille frente a mí.
—En estos días me hicieron algo bastante interesante—digo mientras mete su mano dentro de mi pantalón.
—¿Y eso qué fue?
—La verdad no lo sé, creo haber visto una menta, pero fue diferente, refrescante, se sintió bien.
—¿Debería estar celosa?—Usa sus labios para apretar mi miembro.
Jadeo ante el placer que me causa.
—Claro que no, no te preocupes.—pongo mi mano sobre su cabeza y hago que se atragante.
Me dejo caer sobre el espaldar del sofá abriendo los brazos sobre los bordes, mientras la tengo ahí, chupándomela como si fuera su Dios.
—Sigue así Vanessa—jadeo sin percatarme.
Mientras sus lamidas me emboban, la manera en que juega con el y lo hunde todo en su boca deja claro que es toda una profesional.
Termina de acabarme y se queda sobre el suelo mirándome.
—¿Y quién es Vanessa?—se lame los labios.
—¿Cómo conoces ese nombre?
Me quedo con la cabeza recostada sobre el sofá viéndola de reojo.
—Tú lo balbuceaste.
—No es nadie. Ya puedes irte, me aseguraré de dejar una buena propina.
—Sabes que no es necesario que hagas eso—se levanta—eres uno de los favoritos.
Se acerca y deja un pequeño beso sobre mis labios.
—Tal vez sea cierto, pero aún así no me gusta deber favores. Ahora déjame solo.
—¿Estás seguro que has venido solo por eso? tengo algunos nuevos juguetes que sé te encantaran—usa esa seductora voz que alguna vez me hizo hundirme en su mundo.
—¿Así?—me siento tentando a dejarla quedarse.
—Y si quieres puedes llamarme Vanessa o como prefieras.
—Tal vez la próxima.—la alejo.
—Un deleite ayudarte.
La observo salir del lugar y me relajo cerrando los ojos.
Así que Vanessa, ¿eh?
Bufeo.
Imposible.
Eso es algo que no puede pasar.
No es como que me interese demasiado pero no me gustaría que se creará ese tipo de lazos entre nosotros dos. Ya tengo mis propios asuntos pendientes y ella solo es una chica que aprende como disfrutar los diferentes sabores de la vida.
Aún así no deja de preocuparme el no poder sacarla de mi cabeza.
Solo hacen falta unos días, tan solo unos días y todo cambiará. Siento que me ahogo una y otra vez con solo pensarlo.
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—Seis y media de la mañana señor Lennox.
El sistema computarizado del lugar me despierta, me doy la vuelta sobre la cama mientras recuerdo haber programo la alarma, bajo de la cama mientras la veo confundido he intento lograr desactivarlo antes de que vuelva a sonar y la despierte. Una chica peli roja con un tatuaje sobre su cuello parecido a una calavera, aún se encuentra dormida, lo que no sé muy bien es como llegó ella hasta aquí.
No recuerdo haberla invitado.
Me cambio mientras la observo, salgo de la habitación sin causar ningún ruido y a los lejos veo a Jorge.
—Que tenga buen día señor.
—Gracias, ¿sabes acerca de una chica peli roja que está dormida en la habitación? —termino de abotonar mi camisa.
—Si señor, ha sido un regalo.
—¿Un regalo?
—Es una de las mejores del lugar, esperamos le haya gustado.
—Oh.
Me quedo pensativo, no recuerdo haberla visto entrar o hacer algo, aún así me siento como si tuve mucha acción durante la noche.
—No sabía que solían hacer esa clase de cosas.
—Pasa rara vez, solo con los clientes más exclusivos.
—Gracias.
—Lo esperamos pronto.
Necesitaba un lugar donde descansar, escapar y reorganizar mis ideas, desearía encontrar un lugar donde meterme y no salir nunca más.
El auto me da una notificación de llamada entrante—Lisa Lennox desea hablarle.
Acepto la llamada.
—¿Dónde estabas? —escucho a Lisa vociferar —No contestas tu teléfono desde anoche.
—Meditando querida hermanita, meditando.
—¿Ya viste al tío Felipe?
—No entiendo por qué aún lo sigues llamando así, no es más que una asqueroso perro.
—¿Lo hiciste o no? —su voz es de reclamo.
—Ayer estuvo en la empresa, dijo que se quedaría en la casa.
—Que bueno que yo no lo hice. —resopla.
—De todos modos no podrás evitarlo por mucho tiempo, necesito que te encargues de ella, son amigas así que no supone ningún problema.
—Tú deberías ser quien la reciba, después de todo en unos días es...
—Termina la llamada —le indico al sistema.
No estoy interesado en escuchar esas tonterías ahora.
Después de pasar por la casa y ducharme, salgo directo hacia la empresa, conozco muy bien a mi pequeña hermana y sé que está tramando algo, lo mejor que puedo hacer ahora mismo es mantenerme calmado por los próximos dos días hasta que pase todo. Debo empezar a prepararme ya que todo por allá debe estar listo, solo a la espera de mi gran llegada.