Cuentos de Delonna I

By mbelenmcabello

15.5K 668 141

«Una sombra amenaza con corromper el mundo tal y como lo conocemos; extrañas criaturas emergen de las profund... More

Bienvenid@
Capítulo 1: La Gema Misteriosa
Capítulo 2: El Despertar del Dragón Helado
Capítulo 3: La señora de la llama
Capítulo 4: Guardiana
Capítulo 5: Partida
Capítulo 6: Brodain
Capítulo 7: Monstruo
Capítulo 8: La búsqueda del guardián despierto
Capítulo 9: Xiafang
Capítulo 10: El Templo de la Luz
Capítulo 11: La ofrenda
Capítulo 12: Revelaciones
Capítulo 13: El ejército de Iluminación
Capítulo 14: El Santuario de Huoyan
Capítulo 16: La maldición de Icla
Capítulo 17: Testamento
Capítulo 18: La Puerta de Delonna

Capítulo 15: Lutthellbard

333 17 10
By mbelenmcabello

Oí  su pesada respiración. Imaginaba aquel húmedo hocico esperando tras la hilera de árboles nevados que escondían aquella pequeña manada de elks. Aquellos animales vigorosos y mansos simbolizaban el orgullo del pueblo de Hendelborg. Además de que sus pieles eran cálidas, su carne se usaba para preparar el plato tradicional más celebrado por los pobladores de aquella zona de Fjalarr; llamado por algunos el estofado del viajero, consistía en un estofado de tierna carne de elk acompañado de verduras hervidas. Eran unos animales bellos, sus ojos oscuros como negros escarabajos hacían contraste con el blanco del terreno nevado. Cuando era pequeña me apenaba liquidarlos, contemplaba con los ojos llorosos como mi padre separaba la piel y el lanudo pelo del vigoroso cuerpo del animal. Él siempre me enseñó que cada cacería era un ritual de respeto hacia el animal que se quería aniquilar. La ley de la naturaleza cobraba protagonismo y debía de sobrevivir el más fuerte, por ello, mi padre nunca tomaba arma alguna que no fueran sus viejos cuchillos de desollar. Recuerdo cómo se medía con aquellos titanes incluso con sus propios brazos. El decía que se cobraba una vida, pero para que ello tuviera significado había que venerar a la criatura a la que se estaba dando muerte.

Comprobé que mis viejos cuchillos se encontraran a ambos lados de mis caderas, en sus correspondientes fundas de cuero oscuro. No moví ni un músculo. El sentido auditivo de aquellas criaturas era privilegiado, por ello, en muchas ocasiones daba la sensación  de que ellos eran los que elegían a su captor. Mantuve mis pies como muertos sobre el suelo acolchado por la nevada, sentí las vibraciones del terreno, el animal se estaba desplazando. El viento soplaba ahora fuerte, sentí el frío cortante sobre mis mejillas. Dejé de respirar. Debía focalizar mi concentración en aquellas cuatro patas que se desplazaban despacio pero rítmicamente. En algún momento saldría de su escondite, para entonces debía de estar preparada y situada lo más cerca posible. Aproveché el murmullo del viento sobre las ramas de los árboles para avanzar un par de pasos hacia mi objetivo. Continuaba sin alertarse, su paso seguía rítmico, se detenía para comer la hierba que sobresalía entre las rocas y la nieve. Ahora nos separaba la distancia de una rápida carrera que me podía permitir, ya casi podía adivinar la silueta del animal entre la hojarasca. Di rápidas y largas zancadas para saltar sobre mi objetivo que comenzó a bufar enfurecido, resistiéndose a la presa que le hacía con mis propios brazos. Apreté con todas mis fuerzas y rápidamente saqué uno de mis cuchillos para asestarle el golpe que terminaría con mi tarea.

Un rojo torrente sobre el blanco suelo marcó el final de la criatura. Tomé al animal de ambas extremidades e impulsándome con un salto coloqué el pesado cadáver sobre mis espaldas. Mis oídos me alertaron de que había otra criatura aproximándose. Mi corazón aún estaba acelerado y mi estado de alerta me impedía concentrarme para averiguar su localización. No era cuadrúpedo. Me giré y distinguí una mediana figura que se acercaba hacia mí.

—¿Quién va?— grité esperando una respuesta.

—¡Soy yo!¡ Cazurra!— Era Bernoz. Odiaba cuando me llamaba así, cualquier día le zarandearía para demostrarle quien era el más fuerte. Aunque era obvio, con esos delgaduchos brazos no sería capaz de terminar nunca un buen gancho.

—¿Vas al pueblo? Tengo que llevarle esto a mi padre.

Bernoz asintió con la cabeza y juntos emprendimos la vuelta hacia el poblado.

—¿Qué tal la granja de Ben?— Este chico nunca se dedicaba al trabajo familiar, vagaba de aquí para allá con la mirada perdida.

El chico levantó los hombros como respuesta sin levantar la mirada del suelo.

—Mirando las musaraña como siempre, ¿No?— dije riéndome mientras transportaba el pesado animal.

Al llegar al pueblo un escalofrío me hizo temblar. Los puestecillos de castañas humeantes estaban abandonados. El mercado de pescado en salazón estaba recogido, al igual que la verdulería de la esquina. No había nadie en la plaza del mercado, ni siquiera caminantes ni ancianos deambulando de aquí para allá curioseando la vida de los viandantes. Caminé seguida de Bernoz hasta el pequeño barrio de artesanos, donde se encontraba la peletería Drachenblut. Los locales estaban cerrados a cal y canto. El blanco cielo se preparaba para lo que sería una terrible tormenta de nieve.

Aporreé la puerta con todas mis fuerzas. Jamás había visto el pueblo tan desierto a plena luz del día, cuando todo debería estar en movimiento. Algo extraño estaba ocurriendo, no había ningún alma en las calles, solo yo y Ber.

—¡¿Alguien puede oírme?!— grité dejando el cuerpo del elk sobre el banco que se situaba fuera de la peletería— .Bernoz, ¿qué está pasando?

Bernoz me miró abriendo sus ojos de par en par. El estaba tan asombrado como yo.

—¡Padre!— Con todas mis fuerzas aporré de nuevo la puerta esperando que mi padre contestara. Nadie salió a abrirme.

—Elianne, huele a fuego— dijo Bernoz.

Estaba tan concentrada en tratar de vislumbrar algo a través de los cristales de la peletería que no había reparado en lo que acababa de decir Bernoz. Era cierto. Un fuerte olor a madera quemada llegaba desde la zona norte del poblado, donde se encontraba el antiguo templo y la biblioteca. Dejé mi trofeo frente a la peletería y me dirigí junto con Bernoz a averiguar qué es lo que estaba pasando aquella mañana. A medida que caminábamos la sospecha de un incendio en algún lugar frente al templo ganaba terreno.

Nuestros acelerados pasos nos llevaron hasta el Templo de la diosa Arthios. Se trataba de un viejo templo cuyos cimientos llevaban establecidos en Hendelborg mucho antes de que el Imperio comenzara la guerra contra los pueblos bárbaros de Midagord. Hendelborg siempre había sido un pueblo de pequeño de gentes tradicionales que nunca llegaron asimilar la nueva fe del Imperio, por ello, los templos de la antigua fe aún se llenaban de personas que llevaban ofrendas a la diosa osa para que les diera fuerza para continuar con la vida de supervivencia que suponía Fjalarr.

La construcción era la más alta y espectacular de Hendelborg. Cuando alguien llegaba al pueblo, la primera vista que se alzaba ante ellos era la de las casitas de madera que se arremolinaban alrededor del todopoderoso templo de Arthios. Era un edificio esbelto, de techos altísimos y tejados triangulares que los unos encima de los otros parecían escalar hacia el mismísimo cielo. El camino hacia el templo lo guiaban arcos cuadrados de madera con motivos rúnicos que habían sido tallados a mano por los constructores del poblado y diseñados por los enanos artesanos de Hammerglen. Coronando los tejados de paja y madera, en lo más alto del templo de Arthios, estaba la Osa. La deidad  por excelencia del pueblo de Hendelborg.

Algo no andaba bien en el viejo templo. No había rastro de peregrinos, tampoco estaba el acostumbrado gentío que normalmente regentaba tiendas ambulantes con artículos que ofrecer a la Osa. Mi corazón se encogió cuando vislumbre las lenguas de fuego que envolvían el templo, las llamas habían comenzado a devorar la madera que se ennegrecía por momentos. Rápidamente me adentré entre los arcos que se dirigían al templo con esperanza de que no hubiera ninguna pobre víctima en el interior. Las grandes puertas de madera continuaban abiertas; el humo salía despedido hacia el exterior, no podía contemplarse lo que estaba ocurriendo dentro, por lo que sin pensármelo dos veces tapándome la boca con  las manos irrumpí en el interior. Bernoz me siguió los pasos entre toses.

No creía el espectáculo que estaban contemplando mis ojos. El fuego que ardía en el interior se posaba sobre la pared, acariciaba el templo desde su interior, contenido; las llamas no estaban abrasando el templo como yo me imaginaba, era muy extraño. Continué atravesando el pasillo entre los bancos de madera para llegar hasta el altar de la diosa. Una carcajada me heló la sangre, algo en mi inconsciente me advertía de que conocía aquella voz...

Allí, sentada cómodamente sobre el altar de piedra donde se ofrecían los tributos a la diosa Arthios, se encontraba Ella. Mi sangre comenzó a arder en mis venas. Aquellos cabellos rojos como las llamas que siempre la poseían caían sobre sus blancos hombros desnudos. Me miraba intrigada, me sonreía.

—¿Qué haces tú aquí?— La voz había comenzado a temblarme, dudaba si salir o no de mi garanta—. ¿Qué has venido a hacer a mi pueblo?

La mujer se incorporó y se levantó mostrando su pálido y rosado cuerpo. Sus ojos ardían furiosos. Sus cabellos la envolvían, como si hubieran cobrado vida propia y se tratara de un ser independiente a su cuerpo. Sus movimientos fueron seguidos de una sonrisa que me restaba aún más confianza.

—¿Dónde está la gema?— Su voz era la de una mujer, pero su eco resonaba en mi mente como la nota del más poderoso instrumento musical.

La gema. Sí.

—¿Bernoz? ¿Tienes la gema?

Bernoz había desaparecido.  Había seguido mis pasos para adentrarse en el templo, de eso estaba segura.

—¡Bernoz! ¡Dale la gema y que se largue de Hendelborg! Es nuestra única oportunidad...

Busqué entre los pasillos de madera del templo, acudí de nuevo a la entrada y no había rastro de él. No era propio de Bernoz escapar de ese modo. Cuando volví mi vista de nuevo hacia donde se encontraba la mujer envuelta en llamas, había alguien tumbado sobre el altar de Arthios. Ella sonrío.

Corrí de nuevo hacia mi anterior posición. Los blancos brazos de ella acariciaban el que parecía el cuerpo de Bernoz.

—¡Déjalo!— Mis nervios estaban al borde del colapso, subí la escalinata hacia el altar sin importarme la presencia de aquella bruja.

Allí estaba Ber; su cuerpo extendido sobre el altar de piedra y su cuerpo envuelto en un sudario blanco. De nuevo aquella risa. Desembaracé a mi amigo de las telas que le envolvían el cuerpo y el rostro. Una mezcla de miedo y repugnancia hicieron que retirara mi vista de lo que acababa de ver. Era solo un cadáver en cuyas cuencas oculares algunas larvas estaban dándose un festín, el hedor era putrefacto, sin embargo;  sin duda alguna se trataba de Bernoz.

—¿No lo ves? Si no lo hago yo...lo harán ellos.— La pelirroja trató de arroparme entre sus brazos. Con un rápido gesto retiré sus extremidades las cuales me daban mas asco que el cadáver que se encontraba frente a mí.

—¡¿Qué le has hecho?!— Comencé a llorar para mis adentros.

Un potente resplandor azul brilló entre las costillas del cadáver de Bernoz.

—Sí que la tenía bien escondida...— dijo la mujer mientras se aproximaba hacia la gema.

—¡No la toques!— Mi cuerpo se abalanzó sobre aquel demonio con formas de mujer.

Sin darme apenas cuenta había quedado sumergida en un bosque de llamas que me sofocaban. El calor era insoportable. Su rostro antes grácil se afilaba cada vez más mostrando unos rasgos casi monstruosos. De una llamarada devolvió mi cuerpo al suelo del templo.

—Tal vez si lo ves a él, te des cuenta de a quién osas enfrentarte...— dijo el ahora monstruo cubierto de llamas.

Ahora en el centro del habitáculo, donde el sacerdote y sus fieles solían hacer cola para presentar sus peticiones a la diosa, había unas estacas que sostenían lo que parecían unas pieles recién desolladas. Caminé hacia el lugar llevada por mi curiosidad y el odio hacia el monstruo que estaba perturbando la imperturbable paz de mi pequeño pueblo.

Las lágrimas no tardaron en bañar mis ojos. Reposando sobre aquellas estacas, desollado como el resto de animales, se encontraba mi padre. Mis gritos inundaron el santuario de la Osa. Aquel rostro desfigurado todavía conservaba aquella mata de pelo blanco que le caracterizaba. Mis piernas no tenían fuerzas para sostenerme y la furia me cegaba por segundos. Me volví apretando los dientes hacia ella. Eché mano de mis viejos cuchillos, pero no se encontraban allí. El fulgor de la gema en las pálidas manos del monstruo daba a entender que aquel cruel ser había obtenido su victoria. Ahora tenía todo lo que quería y además todo lo que yo había amado.

Un grito desgarrador desde mi garganta demostró mi dolor y mi furia. Me dirigí con la fiereza de un depredador hacia ella sin importarme que me despedazara como a un conejo de campo. Fue en ese momento, cuando perdí el aprecio por mi propia vida para verla a ella muerta, cuando apareció un destello plateado que me hizo despertar de mi frenesí. Sentí un peso en mi mano diestra y como un rayo de luz aquel objeto que apareció en mi mano mágicamente atravesó a aquel demonio de fuego sin dificultad. Aquel arma era poderosa y ligera, parecía perfectamente diseñada para mí. Aquel resplandor triunfó entre las oscuras llamas que se fueron extinguiendo una a una.

El Templo desapareció. Abrí los ojos. Estaba flotando en la laguna subterránea del santuario de Huoyan. Al parecer, todo había sido una horrible pesadilla. Me iba a levantar para reunirme con el grupo del templo cuando un resplandor en la laguna me impidió marcharme del sitio donde me había quedado dormida. El arma que había acabado con ella era real y yacía sumergida bajo aquellas aguas. Sin temor ni duda la tome entre mis manos, era una preciosa y plateada alabarda a la que llamé Lutthellbard; la que siempre sería a partir de entonces mi luz en la oscuridad.

Continue Reading

You'll Also Like

132K 29.5K 197
⚠️Solo a partir del capítulo 201, primera parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por su fuerza...
69.5M 3M 60
Culpa mía es una película basada en la trilogía "Culpables" - Próximamente disponible en Amazon Prime. ¡Disponible los 16 primeros capítulos! **Ganad...
218K 22.8K 20
Luego de la gran era de creación de inteligencia artificial, y el primer hombre artificial, las investigaciones e inventos de los científicos de la S...