Dos pasos atrás, Shawn

By shortyshawn

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Dylan es inteligente, introvertida y un ángel de pies a cabeza. Shawn es atlético, increíblemente popular y p... More

Dos pasos atrás, Shawn©.
Personajes.
Prefacio
Capítulo 1. El programa de tutorías mutuas
Capítulo 2. Debbie y Shawn
Capítulo 3. Biomoléculas y hermanos sobre protectores.
Capítulo 4. Quentin Harrison.
Capítulo 5. Primer entrenamiento.
Capítulo 6. ¡Feliz cumpleaños, Peter!
Capítulo 7. Llave entre los nudillos
Capítulo 8. Patriarcado
Capítulo 9. Viaje de estudio
Capítulo 10. Baboso y patán
Capítulo 11. El principio de Arquímedes
Capítulo 12. Nada importante.
Capítulo 13. ¡Felices diecisiete, Skippy!
Capítulo 14. La teoría de Raegan Maxwell
Capítulo 15. Vasoconstricción.
Capitulo 16. Aquí no jugamos con verdad.
Capítulo 17. El síndrome de Savant.
Capítulo 18. ¡Qué suene fuerte, Carlos!
Capítulo 19. Dylan no lloraba en cuarto grado.
Capítulo 20. La princesa y los renacuajos.
Capítulo 21. Max Steel contra Ken.
Capítulo 22. La asistente y el renacuajo.
Capítulo 23. Rómpete una pierna, literalmente.
Capítulo 24. El extraño y excitante arte de la equimosis.
Capítulo 25. Día de peligrosas acrobacias con el chico malo
Capítulo 26. Capitán y capitana
Capítulo 27. ¿Si te das cuenta que esto es una cita?
ESPECIAL HALLOWEEN: A Nightmare on Elm Street
Capítulo 28. Diez horas hasta Massachusetts.
Capítulo 29. Siempre puedes contar con un aliado
Capítulo 30. El tartamudeo de Shawn Salvatore
Capítulo 31. Invitaciones de último minuto
Capitulo 32. Vous ai-je dit à quel point vous êtes belle aujourd'hui?
Capítulo 33. Soy como él, pero con cerebro
Capítulo 34. Tacos al pastor, media medialuna, y un café con leche.
Capítulo 35. Lo que podría haber sido el final de todo
Capítulo 36. El festival deportivo
Capítulo 37. Los percances de una primera cita.
Capítulo 38. El examen recuperatorio
Capítulo 39. Mil kilómetros de distancia.
Capítulo 40. Felices dieciocho, Shawn.
Epílogo
[EXTRA] Capítulo 41. Antoinette

Capítulo 40. Del cómo sostener una relación a distancia

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By shortyshawn

CAPÍTULO CUARENTA
PARTE UNO

Camino por el pasillo de los dormitorios cargando cajas de mudanza que definitivamente superan mi capacidad. Los estudiantes que pasan por el lugar me miran con superioridad, como si fuese una cucaracha a la cual aplastar. Mis mejillas se colorean rápidamente y la angustia se apodera de mi pecho, causándome unas horribles ganas de salir corriendo.

O vomitar.

—Mi novia es bonita, ¿no? —la voz de Shawn llama mi atención, pero me llevo una sorpresa al ver que no se está dirigiendo a mí, sino más bien a uno de los chicos que están a los bordes del pasillo, mirándonos con prepotencia—. Y lo mejor de todo es que ser preciosa es solo una de sus cualidades. También es inteligente, astuta y perfectamente capaz de romperte el trasero con una patada, así que deja de mirarla de esa forma, si no quieres que yo me le adelante.

Puedo ver como la nuez de adán de uno de los chicos sube y baja, al tragar con notoriedad. Shawn, por otro lado, le sonríe encantadoramente y palmea su cabeza antes de volver a mi lado, para ayudarme con las cajas de mudanza. Mi mirada debe indicarle que hizo algo mal, pues su sonrisa victoriosa no tarda en decaer al verme.

—¿Qué? —cuestiona.

—Acabas de amenazar a mis nuevos compañeros.

—Si, bueno, tus nuevos compañeros son unos idiotas.

Acto seguido, me quita una de las cajas y se adelanta, en dirección a mi nuevo dormitorio. Un suspiro se escapa de mis labios antes de seguirlo. Es entonces, cuando me percato de un detalle, y es que no soy la única que ha acaparado las miradas esta mañana. Si bien la mitad de los estudiantes están observando a la estúpida que decidió cambiar de escuela el último año, la otra mitad está mirando a su atlético y guapo novio, cuya sonrisa podría derretir a medio establecimiento si así lo quisiese.

¿Quién podría culparlos?

—Ignóralos —la voz de Alekai me sobresalta cuando este llega a mi lado—. Solo están asustados.

—¿De qué o quién? —cuestiono, sin detener mi paso.

—De ti —responde, sin tapujos. De inmediato, me volteo hacia él con los ojos bien abiertos, sonsacándole una risa—. ¿Ves cómo los chismes vuelan en las preparatorias comunes y corrientes? Bien, lo mismo pasa aquí con los historiales académicos, y el tuyo es envidiable.

—¿Eso es bueno? —inquiero.

Alekai sonríe.

—Para ti, si —responde—. Para los chicos de una escuela donde la competencia lo es todo, probablemente no.

Una presión se instala en mi pecho, pero lejos de ser una sensación desagradable, es más bien estimulante. Ambos caminamos hasta mi nuevo dormitorio —que es incluso más grande que el antiguo— y dejamos las cajas en la entrada una vez llegamos. En el interior ya están la mayoría de mis pertenencias, al igual que mis amigos, quienes insistieron en ayudarme con la mudanza.

—¿Cuánto dijiste que costaba la mensualidad de este lugar? —inquiere Raegan, revolcándose en mi cama como un pez fuera del agua.

—Dos mil grandes —responde Alekai.

Mi amiga se incorpora rápidamente, con una expresión horrorizada en su rostro.

—Estás loca —afirma.

—Y becada —aclaro.

Mi familia es acomodada, pero ni ellos pagarían dos mil dólares por una escuela.

Luego de bajar mi equipaje y las cajas de la mudanza, Alekai se ofrece a darnos un tour por el lugar. No tardo en descubrir que el campus es aún mejor de lo que se puede apreciar en fotos, y es aún más grande. He conocido universidades más pequeñas que este lugar, y mucho menos lujosas, cabe destacar.

¡Incluso tienen un maldito campo de equitación!

Razonable, considerando que tienen equipo de polo.

Recargo mis antebrazos sobre la cerca del hipódromo y respiro profundamente mientras veo los caballos galopar, con sus respectivos jinetes. Una sonrisa se escapa de mis labios cuando veo un pequeño potrillo en una esquina, tratando de levantarse, pero la sonrisa desaparece cuando una nube de polvo se levanta justo en frente de mi, ahogándome.

Segundos después, cuando la tierra se disipa, distingo al responsable.

—Lo siento, no te vi —alzo la vista al escuchar la disculpa. Frente a mi, encima de un hermoso caballo y luciendo un uniforme que seguramente cuesta más que mi riñón, está un chico de llamativos ojos miel, sonriéndome—. No deberías acercarte tanto a la pista, podrías lastimarte.

Muerdo el interior de mi mejilla, avergonzada.

—No lo sabía —mascullo.

—Asumo, entonces, que eres nueva —responde, bajando del animal y acercándose a mi, con un casco entre sus manos. Una vez está lo suficientemente cerca, vuelve a sonreír y estira su mano en mi dirección—. Valentin Birdwhistle, es un placer.

Hasta su apellido suena costoso.

—Dylan —respondo, estrechando su mano.

—Y Shawn —agrega el castaño, uniéndose a la conversación al abrazarme por los hombros. Una sonrisa adorna sus labios y aunque para el ojo inexperto podría resultar una sonrisa inocente y encantadora, para mí grita "territorial".

—¿Su hermano? —indaga el desconocido, alternando su mirada entre el castaño y yo.

Shawn sonríe.

—El novio.

Si el ambiente era denso hace dos segundos, justo ahora se puede palpar la tensión en el aire. Ambos chicos se sonríen mutuamente, sin una sola pisca de sinceridad, lo cual solo vuelve más incómodo el momento. Por suerte, Valentin es llamado por uno de sus compañeros y se despide antes de volver con el resto del equipo, permitiéndome respirar, nuevamente, con normalidad

—Llevas aquí quince minutos y ya hiciste una disque amistad con el capitán del equipo de polo —comenta Alekai, acercándose a nosotros con el resto de mis amigos.

—Si, bueno, su novio es el capitán del equipo de lacrosse, volleyball, soccer, hockey y fútbol americano —acota Shawn, haciéndose notar. Una sonrisa se escapa de mis labios cuando veo el disimulado puchero que amenaza con formarse en sus labios—. ¿Y qué es eso de polo? ¡Ni siquiera es un deporte!

—Qué tú no sepas jugarlo no significa que no sea un deporte —agrega Quentin.

—¿No puedes apoyarme por una vez? —cuestiona el castaño.

—El día que digas algo sensato, por supuesto.

Ambos chicos comienzan a discutir como dos críos, pero estoy tan acostumbrada a ello, que ni siquiera intento separarlos. Las comisuras de mis labios se alzan hacia el cielo mientras los veo empujarse —inofensivamente, creo— y una molesta sensación de nostalgia comienza a apoderarse de mi pecho cuando caigo en cuenta de que además de extrañarlos individualmente, también extrañaré su caótica dupla.

—¿Estás llorando? —inquiere Alekai, provocando que todas las cabezas se giren en mi dirección.

Frunzo el ceño y niego con mi cabeza, pero cuando siento un ardor en mis ojos, entiendo que estos están lagrimeando, contra mi voluntad.

—No es a conciencia, así que no cuenta...

Mis palabras quedan en el aire, pues antes de que pueda terminar mi excusa, los brazos de Raegan Maxwell me envuelven, seguidos de los de Quentin Harrison, Matthew y finalmente Shawn Salvatore. Las lágrimas recorren indiscretamente mis mejillas, y aún si estoy llorando, una amplia sonrisa adorna mis labios. Los extrañaré demasiado, pero soy consiente de que no es la última vez que los veo, y eso basta para sentirme agradecida.

—¿Estás llorando? —esta vez es Shawn el que pregunta.

Antes de que pueda humillarme al admitirlo, noto que además del mío, hay otro sollozo en el grupo. Frunzo el ceño mientras nos separamos y me sorprendo al ver como Quentin limpia rápidamente las lágrimas que han resbalado por su rostro. Presiono mis labios, divertida, y no dudo en lanzarme hacia el pelinegro en busca de otro abrazo.

—Tienes que dejar de subirte al techo de tu casa —le recuerdo, sonsacándole una risa—. Y prométeme que serás mas cuidadoso con los chupetones. No quiero llegar a la ciudad y enterarme de que moriste por un infarto producto de un coágulo sanguíneo.

—Sin duda estás en el lugar correcto —murmura, abrazándome con mayor fuerza.

Al separarnos, limpio las ínfimas lágrimas de sus mejillas y despeino su cabello, antes de voltearme hacia el resto del grupo. Para mi sorpresa —la cual no es mucha pues mis amigos adoran actuar de casamenteros— la única persona que se encuentra parada frente a mi es Shawn Salvatore. Media sonrisa escapa de mis labios y mientras intento reprimir más lágrimas, me lanzo a los brazos abiertos del castaño.

—¿Desde cuándo eres tan llorona? —murmura, con diversión. Las ganas de darle un puñetazo en el estómago se apoderan de mis manos, pero no veré a este chico en semanas y sin duda no quiero pasar los últimos minutos agrediéndolo físicamente.

Además, sus abdominales me impedirían dañarlo de alguna forma.

—¿Puedes prometerme algo? —inquiero, con la voz hecha un hilo. Shawn se separa de mi, con sus manos sobre mis hombros y una cálida sonrisa en sus labios—. Júrame que vas a estudiar, al menos lo suficiente para no repetir el cuarto año.

—¿Qué tan idiota tendría que ser para repetir el último año? —cuestiona, y creo que mi mirada transmite lo suficiente para responder a esa pregunta—. Te lo prometo, pero no dudes ni por un minuto que te textearé cada vez que una tarea sobrepase mi capacidad cognitiva.

El hecho de que comprenda el concepto de "capacidad cognitiva" me indica que algo de mi arduo trabajo, rindió frutos.

—Pero tú también debes prometerme algo —agrega. Mis cejas se alzan inmediatamente y una sonrisa cómplice se curva en mis labios. Shawn lleva sus manos a mi cintura y me acerca a su cuerpo, lo suficiente para que estos choquen. Acto seguido, se inclina hasta pegar sus labios al lóbulo de mi oreja, causándome un escalofrío—. Si Birdwhistle McBasura llega a coquetearte, debes recordarle que tu novio es campeón estatal de boxeo.

—Creí que eras campeón regional.

—Si, pero él no lo sabe.

Presiono mis labios con diversión y me alejo unos cuantos centímetros de su cuerpo, solo para luego llevar una mano a su mejilla y chocar mi boca con la suya. Shawn sonríe, y no tarda en seguirme la corriente, devolviéndome el beso. Técnicamente, no es tan diferente a otros que hemos compartido, pero puedo sentir una gran diferencia mientras se acerca el final, pues no volveremos a compartir uno por un buen tiempo.

—¿Harás tu tarea? —cuestiono, sobre su boca

—¿Eres mi mamá o mi novia?

—Generalmente, cumplo ambas labores si se trata de ti.

—Sólo di que me extrañarás, tonta.

—Sin duda no extrañaré ese trato.

Shawn rueda sus ojos, ligeramente, antes de atrapar mi labio con los suyos,  besándome de tal forma que ni toda la distancia el mundo podría hacerme olvidarlo.

Entonces, se despide.

[...]

CUATRO MESES MÁS TARDE.

—¡Rayland! —volteo mi cabeza bruscamente al escuchar mi apellido resonar por el pasillo. Valentin Birdwhistle se está acercando a mí, con el casco de polo entre sus manos y una sonrisa radiante en sus labios—. ¿No te quedarás al partido?

—Oh, no, claro que iré al partido —respondo, sonsacándole una sonrisa, solo para borrarla de su rostro segundos después—, solo que no al tuyo.

Jugar con el ego de este chico se ha vuelto mi pasatiempo favorito durante los últimos meses.

—Déjame adivinar —comenta, pasando una mano por su cabello, despeinándolo— ¿El novio juega hoy?

—No es que te incumba, pero si —respondo, dando media vuelta y dirigiéndome a la salida del edificio, con el equipaje de mano a rastras.

—¿Entonces estás abandonando un palco del hipódromo por una gradería sucia con chicles pegados a las tablas? —inquiere el rubio, siguiéndome el paso hasta caminar a mi altura. Puedo ver una sonrisa socarrona asomarse por la comisura de sus labios—. Llevas un semestre aquí, pero aún no logras contagiarte de algo llamado gusto.

—Y tú llevas dieciocho años en este planeta, y aún no logras entender el concepto de humildad.

Dicho esto, Valentin se queda plantado en medio del pasillo mientras yo continúo avanzando con una sonrisa victoriosa en mis labios. El sol abraza mis brazos a penas salgo del edificio, y no puedo evitar pensar que extrañaré esa sensación en un par de horas, cuando me encuentre bajo el frío cielo de Crystal Lake. No obstante, no lo extrañaré más de lo que he extrañado a mi novio y a mis amigos durante los últimos meses.

Cuatro horas y media más tarde, me encuentro corriendo por los pasillos de mi antigua preparatoria, con el olor a avión encima de mi y una gota de sudor frío recorriendo mi cuello. Puedo escuchar los gritos provenir de la pista de hockey y eso solo me confirma que el partido ya ha comenzado, y que estoy llegando tarde a él.

—¿Por qué tardaste tanto? —inquiere Raegan.

—Hola, si yo también te extrañé, no el vuelo no estuvo tan mal gracias por preguntar —respondo irónicamente mientras me abro paso entre la gente, con la intención de llegar hasta mis amigos.

—Hueles a maní barato, y ansiedad —comenta Quentin.

—¿Alguien va a decir algo lindo o tendré que sacarlos de mi testamento a todos ustedes?

—¿Tienes un testamento?

—Algún día tendré uno, y no estarán en él —respondo, antes de darle un abrazo a cada uno y un choque de puños a Quentin. Después de llorar el día de mi despedida, el pelinegro se ha esforzado por reconstruir su imagen de chico fuerte y sentimentalmente independiente—. ¿Me he perdido de mucho?

—Raegan fue suspendida por romper el código de vestimenta, Quentin envió a un chico al hospital, aunque en realidad no fue la gran cosa, Shawn fue acusado de acoso sexual, pero resulta que solo no sabía hablar español...

—Del partido —aclaro.

—Ah, no mucho —responde Matthew, encogiéndose de hombros.

Vuelvo la vista hacia la pista, donde el tercer y último tiempo está casi finalizando, con el marcador a nuestro favor. Gracias a Shawn, ahora puedo entender a la perfección estos juegos y lo que es mejor, me divierto viéndolos. Después de pasar cuatro meses viendo monótonos encuentros de polo, esgrima y tenis, ver un juego de hockey donde todos se sacan la madre por un pedazo de caucho vulcanizado, es casi liberador.

—Tiro libre —mascullo, viendo como un chico del equipo contrario golpea con su bastón a uno de nuestros jugadores, lanzándolo al suelo. A pesar de esto, el árbitro hace una seña con sus manos, reanudando el juego—. ¡ESTÁS CIEGO O QUÉ DEMONIOS! ¡ES TIRO LIBRE!

Las palabras salen de mi boca antes de que pueda pensarlas, y aunque las miradas se enfocan en mi por un par de segundos, el público no tarda en unirse a mi queja, gritándole al árbitro. Un suspiro de alivio se escapa de mis labios mientras vuelvo a sentarme, pero mi corazón vuelve a dar un brinco cuando veo que una mirada permanece encima de mí.

—Cinco dólares a que sale de la pista para besarla —masculla Raegan, por detrás de mi espalda.

Diez minutos después, la morena pierde cinco dólares, pues ni cuatro meses sin vernos son suficientes para que Shawn abandone un partido oficial. No obstante, apenas termina el juego, el castaño se saca los skates y corre descalzo hasta las gradas, empujando a cualquiera que obstruya su paso. Ni siquiera tengo tiempo de saludar, pues cuando se encuentra una distancia razonable, Shawn da dos zancadas en mi dirección y me abraza, levantando mis pies del suelo y escondiendo su rostro en mi cuello.

—No dijiste que vendrías —murmura, contra mi clavícula.

—Así es como funcionan las sorpresas, Shawn.

—Dilo de nuevo —demanda, separándose por unos cuantos centímetros, enfocando su vista en mi rostro. Frunzo el ceño, confundida y ante esto, él sonríe—. Mi nombre. Dilo otra vez.

—¿Shawn?

Fuera de bromas, puedo jurar que sus pupilas se dilatan ante las silabas que salen de mi boca, pero antes de que pueda encontrar una explicación razonable al fenómeno, los labios del castaño embisten los míos, con cierto toque de desesperación. Mis manos no dudan en subir hasta su cabello, jugando con él, mientras mi lengua explora el interior de su boca. Un reconfortante escalofrío recorre mi espalda y las comisuras de mis labios se alzan involuntariamente ante el agradable momento que estoy experimentando.

—¿Si saben que están en público?

Shawn ignora el comentario de Quentin, e incluso, le agrega más entusiasmo al beso, agarrando mi labio inferior con sus dientes y tallándolo con su lengua. Los chicos intentan apagar el momento un par de veces más, pero es en vano, pues Shawn parece decidido a compensar todos los besos que no pudo dar desde la última vez que nos vimos. Finalmente, cuando nuestros pulmones ya no dan abasto, el castaño decide separarse gentilmente.

—No vuelvas a hacerme esto —masculla contra mi boca, con la respiración agitada.

—¿Sorprenderte? —cuestiono, en la misma condición.

—Irte por cuatro meses.

Una leve y casi imperceptible punzada se instala en mi pecho mientras sus brazos vuelven a rodearme, con la intención de abrazarme y no soltarme hasta que sea netamente necesario. Llegué hace media hora, y solo he visto a Shawn por cinco minutos, pero ya puedo sentir el molesto sentimiento de nostalgia apoderarse de mi cabeza.

—Debes tener hambre —murmuro, con mis brazos sobre su cuello.

—Me conformo contigo.

—No puedes comerme.

—¿Quieres apostar?

Por más tentadora que suene la oferta, opto por tomar la muñeca del castaño y arrastrarlo —aún descalzo— hasta su jeep. Shawn se excusa y besa la punta de mi nariz antes de correr hasta el interior de la preparatoria, para buscar sus zapatillas y el resto de su ropa, pues continua con el uniforme del equipo. Mientras lo espero, saco mi celular y checo los mensajes que no pude leer en el avión.

Alekai
Dile a Shawn que le deseo suerte, y que me debe diez dólares.

Alexis
Subí el ensayo de literatura a google drive, para que agregues tu parte.
Oh, y envíame fotos de tus ex compañeros.
Tengo una aficción por los pueblerinos.

Valentin
¿Qué tal el viaje?
Ganamos el encuentro, por cierto.
Ayudó que no estuvieras denigrándome desde el palco.

—¿Disculpa? —la voz de una chica me hace alzar la vista y sonrío cuando veo a una pelinegra acercarse a mí, con una tímida expresión en su rostro. Nunca la había visto, pero siendo justa, ni siquiera cuando asistía a esta preparatoria reconocía a mis compañeros—. ¿Conoces al dueño del jeep?

Frunzo el ceño y asiento, provocando que las comisuras de la pelinegra se alcen hacia el cielo. Un extraño sentimiento se instala en mi pecho, preocupándome.

—¿Sabes dónde está? —inquiere, mirando hacia ambos lados.

—Esto... —vacilo, por alguna razón—. Fue por sus cosas a la pista.

—Oh —responde la chica—. ¿Sabes si tardará?

Trago sonoramente y niego con mi cabeza.

—Diablos, me están esperando —murmura, bajando la vista hasta sus manos, las cuales cargan un par de folders y cuadernos. Entonces la chica alza la vista hacia mi y sonríe—. ¿Podrías entregarle esto por mí? Realmente tengo que irme.

Asiento con mi cabeza, algo confundida, tratando de unir los puntos.

—Dile que puede quedárselos cuanto quiera, pero si los mancha con cheetos de nuevo, lo colgaré del mástil de la bandera —advierte, colgando su mochila en su espalda.

Sin despedirse, la chica desaparece de mi vista, dejándome en medio del estacionamiento, con la cabeza hecha un lío. Me debato en si husmear o no por un par de segundos, pero cuando veo que Shawn demorará más de lo que tenía pensando, opto por dejar los folders encima del capó y abrirlos en busca de información.

«Recuerda usar destacadores para resaltar la información más importante, no toda la jodida página».
—Minnie.❤️

La mayoría de los apuntes son de geometría, pero también hay algunos de química y otras ciencias. Todos tienen la misma letra del post it, así que han de ser de la misma persona. La chica pelinegra, en este caso.

No sabía que Shawn necesitaba ayuda con sus materias.

—Matthew dijo que encontraron una mesa en Pancho's —la voz del castaño me sobresalta, provocando que me gire en su dirección. Una sonrisa divertida su curva en sus labios ante mi acción, y no duda en acercarse a mi cuerpo, sujetando mi cadera con sus manos—. ¿Qué escondes?

—Nada.

Literalmente, no lo estoy escondiendo. Vuelvo a darme la vuelta y ordeno los apuntes para luego entregárselos, en sus respectivas carpetas. Shawn mira los folders con el ceño fruncido y aparta sus manos de mi cadera para tomarlos. La sonrisa que se escapa de sus labios cuando lee el mismo post it que yo hace unos segundos, hace que una poderosa punzada atreviese mi pecho.

—Una chica los dejó para ti —mascullo.

—Minnie —asegura, cerrando la carpeta y enfocando sus ojos en mí.

—¿Tienes problemas con matemática? —cuestiono, sin rodeos.

Shawn se encoje de hombros.

—No más de los que he tenido siempre. Minnie me está ayudando con eso, no te preocupes.

Quiero preocuparme, el problema es que alguien se me adelantó.

—¿Desde cuándo te da tutorías? —curioseo, tratando de disimular la envidia en mi voz.

—Yo no le llamaría tutorías —difiere, alzando las cejas hacia mi—. ¿De dónde viene tanta curiosidad?

Esta vez, soy yo la que se encoje de hombros.

—No lo habías comentado, eso es todo —mascullo, bajando la vista hacia el suelo del estacionamiento. No obstante, no pasan dos segundos hasta que Shawn toma mi barbilla, obligándome a mirar sus ojos.

—No son tutorías —asegura—. Solo me presta sus apuntes de vez en cuando, eso es todo.

—Entiendo.

—Y te habría pedido ayuda a ti, pero no quería desconcentrarte de lo que sea que estuvieses haciendo. Alekai dijo que la exigencia era bastante alta, y que podía tomarte un par de meses acostumbrarte —insiste, acercando su rostro al mío, al punto en que nuestras respiraciones se mezclan.

—No tienes que explicarme nada —comento.

—No, pero quiero hacerlo.

Dicho esto, vuelve a besarme, y sin importar quien pueda estar viendo, toma mi muslos para sentarme en el capó del auto. Una de sus manos se mantiene en mi cintura mientras que la otra sube a mi mejilla. Sus labios se mueven rítmicamente sobre los míos, enviando cosquillas al resto de mi cuerpo, eliminando la tensión que se había formando en el.

Mis muñecas se encuentran detrás de su cuello, con la intención de acercarlo a mí, aún si nuestros pechos están a la menor distancia posible el uno del otro. Shawn sonríe ante la acción y no duda en deslizar su lengua por mi boca, sacando un suspiro de esta misma.

—Estamos dando todo un espectáculo —mascullo, separándome levemente.

—Si pues, tú no vives aquí y a mí me importa una mierda lo que hablen.

Acto seguido, vuelve a estampar sus labios contra los míos, y aún si es el mejor beso de mi vida, lo único en lo que puedo pensar, es que más temprano que tarde, tendré que irme. Lo cual no sonaba tan mal hace un par de meses, pero hoy, luego de probar los labios de Shawn Salvatore, parece casi imposible, además de insoportable.

[...]

NOTA DE AUTORA:

La segunda parte es la última y la subiré mañana a penas la termine🥺

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