Mi cabeza cayó apoyada en su hombro, su mentón apoyado sobre mi cabeza. Hombro a hombro, ambos recostados sobre la pared y sentados en el suelo de su sala de estar, con una caja de pizza vacía entre ambos a las cuatro de madrugada de un día viernes.
Nehalennia estaba sobre el regazo de ambos, sus enormes patas extendidas y durmiendo profundamente.
Rodeándonos teníamos una seguidilla de pañuelos desechables usados con olor a rosas y algo más.
Éramos, sin duda, un ejemplo de que tan mal podía llegar a ser tu vida adulta.
— ¿Me sigues guardando rencor? –murmuró Axel contra mi cabello.
—No. –dije sincera. — ¿Y tú?
—No.
El respiró hondo y tan cerca de él pude sentir los hilos de su vida mezclarse con su cuerpo y aura, aquel singular toque de fuego que lo distinguía de entre miles.
—Nunca te amé por tu aura. –murmuró Axel. –Valga para lo que valga.
Cerré los ojos por un momento. Que difícil era pensar que en algún momento existió aquella posibilidad.
Y de alguna forma...
—Te creo.
—Pero no lo recuerdas.
Humedecí mis labios. Me sentía de alguna forma vacía, como si hubiera gritado todo aquello que entorpecía mi voz. Más liviana, menos real.
—Iwan no manipula la mente. — musite sin fuerzas.—El controla la percepción. Si él te dijera que te vistas de canario toda tu vida, lo harías porque te lo está pidiendo el. Porque es la mejor persona que conoces y el jamás te haría daño o te pediría algo que no fuera por tu bien. –mis dedos se hundieron en el pelaje suave de Nehalennia, justo en su panza. Ella incluso dormida se giró para que pudiera acariciarla más. –Mis recuerdos tuyos están nublados y escondidos por mí, pero recuerdo esto. Tu calor, tu fuego. –apoyé mi mejilla en su hombro, porque estaba en todas partes. Como si ya hubiera vivido aquel momento en un sueño lejano. –Pero no tengo el momento exacto en mi memoria de porque lo recuerdo.
— ¿Y porque él estaría interesado en eso?
Me encogí de hombros.
—La familia de Iwan era cruel. Y yo soy rencorosa, así que siempre hubo problemas por eso. Cuando esas discusiones empeoraron, ambos renunciamos al equipo de fútbol. Y él fue estratégico. Cortó cada hilo que no me conectara a él para evitar que tuviera alguna opción de abandonarlo. Supongo que tú fuiste uno de ellos. El haría cualquier cosa por tenerme a su lado.
La nariz de Axel se hundió en mi cabello. Algo tan extraño y tan normal.
—Por tu aura. –había tristeza en su voz.
—Iwan no manipula la mente porque no puede. Pero yo puedo. Y puedo hacerlo con muchas personas al mismo tiempo. Y lo hice por él y para él. Si no se tratara de mí y se tratara de una herramienta única, ¿La dejarías ir? ¿Te arriesgarías a que otros la conocieran o la ocuparan?
Mi voz fue hueca, pero ahí cayó la verdad, fría y cruel. ¿Creería que soy un monstruo? Yo a veces lo creía.
—No eres una herramienta, Tessa. –juró Axel. –Eres una persona y tú has perdido ese foco porque Iwan te ha deshumanizado. Y has hecho cosas malas y cosas buenas, ¿Y quién no lo ha hecho?
Negué con la cabeza, casi sin fuerzas.
—Sabes cuál es la diferencia.
—Tessa, pelea. Hazlo. Debes hacerlo.
—No tengo opciones. No haré más daño, Axel. No dejaré que alguien más me vuelva a ocupar. Y esto, estas noches que puedo hablar contigo, es solo tiempo prestado antes de que haga el juramento. Un egoísmo, si le ponemos nombre.
El corazón de Axel incrementó sus latidos. Sentí el sabor del fuego.
—Pudiste haber elegido muchos lugares.
Era cierto y ambos lo sabiamos.
Me separé un poco de él e incliné un poco mi cabeza para lograr verlo directamente. Me encontré con sus ojos oscuros observándome.
— ¿Es una pregunta?
—Si.
Su aliento acarició la piel de mi cara. Mi mano se acercó a su rostro y recorrí con cuidado las líneas que lo conformaban. Una imagen de el más joven vino a mi mente y me sorprendió darme cuenta las diferencias y similitudes tan de cerca. Su piel tan suave, su expresión tan dura.
Las yemas de mis dedos apenas rozaron su mandíbula y luego subieron hacia sus pómulos altos.
—Se siente bien hablar contigo. –confesé finalmente. Era el sabor viejo y agradable de volver a un lugar donde de alguna manera fuiste feliz.
Pero era egoísta de mi parte. Así que bajé mi mano, pero a la mitad del movimiento los dedos de Axel atraparon mi muñeca.
—Si es tiempo prestado. Y los días ya están contados...
Palabras ya dichas, me di cuenta. Hace mucho, mucho tiempo. Algo dentro de mi dio un doloroso vuelco. Negué de inmediato.
—No te estoy entendiendo. –mentí.
—También me siento bien hablando contigo. –susurró Axel llevando mi mano a su rostro y susurrando cada palabra sobre ella, sobre mi piel.
Lo miré con cuidado.
—Axel. –advertí con seriedad. –Creo que todos me han dicho que la última vez terminó mal. Tú terminaste mal. Te herí, intencional o no.
—Yo también te herí. En muchas ocasiones.
Y ahí estaba la pregunta, colgando entre ambos.
Si solo nos hacíamos daño, si nuestro destino parecía ya escrito, entonces ¿Por qué intentarlo?
La respuesta era clara para ambos.
Porque se sentía bien.
El momento valía las consecuencias.
Un suspiro escapó de mis labios.
—Supongo que no podemos estar más jodidos de lo que ya estamos.
Una sonrisa cruzó el rostro de Axel y algo, pequeño, pero sin lugar a dudas presente, se iluminó en su mirada.
—Me encanta esa actitud.
Mi mano descansó en su mejilla y su expresión se puso seria. Lo vi tragar saliva y entonces su mano se hundió en la parte baja de mi nuca, sus dedos jugando con los mechones de mi cabello.
Estaba mal, pero se sentía tan correcto.
Nuestras frentes se reunieron, nuestras narices se rozaron y sus pestañas revolotearon en mi piel. Tan cerca estábamos que sentía el sabor de su aura en mi boca.
¿Qué sucedería? Estábamos a un pie en el borde del abismo, todavía sin atrevernos a dar el paso definitivo. Dando círculos y tumbos torpes el uno alrededor del otro.
Mi corazón se apretó.
Quería estar ahí y quería irme.
Y entonces, sucedió.
No fue rápido. Fue como si ambos dejáramos de resistirnos y cediéramos a una fuerza mayor que guiaba nuestros movimientos hasta que finalmente abrí mi boca y dejé que nuestros labios se encontraran.
Saboreé su esencia, dejé que todos mis sentidos se abrieran a él.
Quería esto, quería irme.
Su calor me alcanzó, sus dedos acariciando mi rostro y su boca descubriendo la mía.
Por ese instante y el momento que le siguió, algo despertó en mi interior. Algo olvidado y lejano que pensé perdido hace mucho.
Me costó reconocerlo, pero una vez que lo hice estuve segura.
Era feliz ahí, con él.
Con Axel Blaze.
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A penas vaya terminando los capítulos, los iré subiendo 💜💜