Redención (Inazuma Eleven-Axe...

Bởi Otra_chica_loca

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[Segunda temporada de El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)] Dicen que el humano es un ser para la muerte. Lo... Xem Thêm

Sinopsis
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capitulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV (Parte I)
Capítulo XXV (Parte II)
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L
Capítulo LI
Capítulo LII

Capítulo XX

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Bởi Otra_chica_loca

La primera noche que Tessa no llegó, a Axel le tomó por sorpresa. No fue el hecho de que ella no llegara, sino que el de pronto se encontró esperándola. Ahí, pasando el tiempo y mirando de lado a la puerta.

Esperando oír sus nudillos golpeando.

O sentirla ahí.

Ella era una presencia que Axel sin darse cuenta aprendió a reconocer. El aire parecía más denso cuando ella estaba, algo cosquilleaba en el instinto de Axel indicándole que ella estaba realmente cerca.

Pero esa noche no llegó. Y lo peor no fue eso, lo peor fue que el sueño le rehuyó por completo de su alcance. Demasiado inquieto, demasiado sorprendido de encontrarse en aquella situación.

¿Qué había de mal con él?

¿Qué había de mal con ella?

Le era demasiado fácil estar con ella, como si su amistad solo hubiera tomado una pausa entre ellos.

Como si ella no lo hubiera encarcelado varios días al inicio de aquel mes. O él no le hubiera intentado quitar un libro con artimañas y trucos.

La segunda noche Axel pasó a la negación.

Él no estaba esperándola. Él no se estaba quedando despierto hasta tarde pensando en que ella aparecería.

El definitivamente no se estaba preguntando si ella realmente había aceptado la invitación de Claude Beacons.

Y entonces, esa noche ella si llegó.

Axel le abrió la puerta, pero esta vez ella ni siquiera saludó. Llevaba una mochila cargada a su espalda, Nehalennia sacudiendo su cola a su lado y ambas entraron, como si fueran dueñas de aquel departamento.

Ella dejó caer la mochila sobre la mesa de la cocina, está abriéndose y su contenido desparramándose hacia afuera. Las hojas volaron por todas partes.

— ¿Qué...?

—Ayer trate de recordar algunas cosas. Encontré otras en la internet, así que las imprimí. Creo que puedes comenzar por...—sus dedos volaron sobre un papel manchado a café en una esquina. —...este. Es un pequeño resumen sobre relaciones publicas que debes leer. Hay términos que no encontré la traducción exacta como Advocay, pero es hacer que otras personas hagan lo que tú quieres de forma legal, ¿Me explico? Lo deje anotado... ¡aquí! Si, aquí.

Axel se dejó caer en la silla. La mayoría de las hojas estaba escrita en inglés, pero otras en japonés. Le sorprendió ver un poco los símbolos torcidos que sin duda eran de ella. Quizás hablaba bien el idioma, pero le gustó ver una imperfección en su escritura.

Sus dedos atraparon el papel más cercano.

— ¿Qué es esto?

El cabello corto de Tessa estaba recogido por una banda elástica.

Ella abrió la boca y luego la cerró. Sus ojos dorados dudaron, la energía vigorizante que la había acompañado menguó visiblemente.

Tomó aire.

—Yo no puedo ayudarte ahí, ¿Me entiendes? Yo no puedo ayudarlos en la AIF. –ella negó con la cabeza suavemente y después, añadió en voz baja. —No puedo.

A él no se le paso por alto el dolor ligado a las últimas palabras. Ella humedeció sus labios, de pronto, pareciéndose mucho al recuerdo que Axel tenía en su mente de la joven capitana cuando iba con un plan demente a la sala de estrategias.

— Sabes que lo mío no fue un cuento de hadas con Iwan. –continuó ella, las palabras enredándose muy rápido y muy atropelladamente.

Los dedos de Axel juguetearon con el borde de una hoja.

—Eso es un eufemismo.

—Sin embargo. –dijo, lanzándole una dura mirada que decía claramente que no necesitaba que se lo recordara. Ni su opinión. –Pase muchos años con él. Aprendí cosas.

El ceño de Axel se frunció y soltó la hoja.

— ¿Es de Iwan esto?

—Ni de broma. No me lleve nada de ahí. –dijo ella descartando la idea rápidamente. –Es lo que recordaba. Fui a la universidad, ¿Sabes? Oxford, en el DPIR.

El la miró con renovado interés por la pizca de información.

—No conozco el término.

Ella tamborileó sus dedos en la mesa, el agua de un vaso olvidado de Axel se movió al ritmo de su mano. Vio esferas de agua flotar descuidadamente como si la gravedad hubiese tomado una pausa.

Él vio como luchaba con las palabras. No quería decirlo.

Y entonces, habló, la resignación posándose en su expresión. Como alguien obligado a beber un trago amargo.

—DPIR. Departamento de relaciones políticas y relaciones internacionales. Tomé unos cursos de política y otro de relaciones internacionales, por si sigues sin entender.

La sorpresa fue evidente en el rostro de Axel. Theressa resopló y miró hacia otro lado.

—Y ahora luchas con armas. ¿Enseñan eso si las personas no te hacen caso en la política internacional?

—No, pero es muy útil. ¿Has terminado de burlarte?

Axel alzó una mano en un vago gesto de paz.

—El concepto no termina de encajar contigo, Tess. ¿Por qué...?

—Porque. –le interrumpió ella con una ira apenas controlada en esa única palabra. El agua del vaso se quedó mortalmente quieta –era lo que pensaba que necesitaba, porque Iwan lo pidió. Porque lo hice y ya está. No hay más explicaciones.

La expresión de desconcierto de Axel tomó a Tessa con la guardia baja. Él se inclinó hacia delante, con la preocupación en su rostro.

— ¿Realmente querías estudiar eso?

—Era lo único útil. Yo...—entonces, fue como si despertara. Como si se diera cuenta con quien hablaba. Sacudió su cabeza. –Ya no importa. Pero esto sí. Hay algo que te hace apretar los dientes y llevarle la contraria a Edgard y Scarlette, ¿Cierto?

—Quizás porque me odian. –aventuró Axel. –Quizás porque yo los odio.

Ella lo miró exasperada.

—Sí y no. Hay algo curioso de los ingleses, Axel. Y de todas las culturas antiguas. Creen que su derecho de nacimiento o algo así les da el derecho de que la gente los escuche. Los apellidos y el poder deben hacer que la gente te respete y se calle.

Las cejas de Axel se fruncieron.

Se sentía otra vez en secundaria. O peor, cuando Jude trataba de explicarles algo que para él era muy claro, pero no para Axel.

Olfateó la trampa. Cualquiera fuera su respuesta, ella la haría trizas.

—Al grano, Whitelaw. –masculló.

Los hombros de ella se inclinaron hacia delante y una sonrisa astuta cruzó su rostro.

—Que te respeten no es lo mismo que te quieran. No es ser un lider, no es hacer que ellos hagan el trabajo sucio por ti felices y cantando. Edgard siempre ha sido esnob y muy consciente de su patrimonio, pero nunca se ha molestado en aprender los nombres de ningún trabajador.

No le sorprendía en loa absoluto de Edgard.

Entonces, mientras pensaba en eso, Nehalennia le pidió cariño en su cabeza, empujando su mano con su nariz húmeda. Axel le rascó detrás de las orejas ausentemente.

—Lo que estoy diciendo, Axel, es que tu reputación está perdida, pisoteada y no eres respetado.

—Gracias.

—Pero deja de lamentarte. Estas aquí y puedes reparar lo que hiciste mal. Gana la confianza de a poco, pero no de Edgard ni de Scarlette. Si no de las personas. Haz que crean y confíen en ti y no será necesario que llamen a los jugadores, ellos vendrán a ti.

Había algo que brillaba en la mirada de Tessa. Una vida detrás de aquel oro de su iris. Un poco de esperanza.

Claro, se dio cuenta Axel. Dirigir masas, ganarse el cariño. ¿Qué otro tema era tan familiar para Tessa Whitelaw como aquel?

De alguna forma, ella percibió lo que pensaba. Quizás porque se le notó en el rostro. O porque ella de alguna forma lo conocía.

El brillo se atenuó en su mirada y se volvió ligeramente opaca, el dorado enfriándose al oro.

—Supongo que de algo tuvo que servir ser la pequeña propiedad de él tanto tiempo. –dijo con ligereza, encogiéndose de hombros. Pero el gesto era demasiado premeditado, demasiado simple. No era real.

Axel suspiró y miró los papeles frente a él. Encontró una hoja, diferente a las demás.

Una lista de nombres con números de celulares.

— ¿Qué es esto?

—Me hice mis propios contactos junto a él. Todos ahí me deben al menos un favor. Cóbralos en mi nombre. Cada uno de ellos tiene algo que ofrecerte y lo escribí por ahí. ¿Ves a Charly Hernández? Tiene una compañía de construcción de obreros manipuladores del aura. En una semana pueden construir un edificio de veinte pisos. Es importante y ocúpalo sabiamente.

Axel suspiró nuevamente, bajando el papel. Sintió una presión extraña en el pecho.

—Es demasiado, esto es...

—No es gratis. –replicó Tessa, poniéndose derecha. –Todo esto. Todo, es para que apoyes a Edgard. Al fútbol, Blaze. Y te dije una vez que, si no ocupas el dinero que te entregué y esta información de la forma correcta, te perseguiré y encontraré una forma de hacerte sufrir.

El la miró. De alguna forma, sabía que estaba diciendo la verdad, pero no sintió ni el más mínimo miedo.

Ambos se sostuvieron la mirada. El la observó un poco, dándose cuenta que se había familiarizado nuevamente con su rostro, conociendo las nuevas líneas que describían aquella belleza perfecta e irreal que siempre había llamado su atención incluso cuando no lo deseaba.

— ¿Comiste hoy?

Ella parpadeó, la pregunta tomándola con la guardia baja.

— ¿Qué?

Axel se levantó, yendo al refrigerador y tomando dos cajas de pizza familiares que ordenó aquella tarde. Las dejó sobre la mesa junto a una botella de zumo de fresa, procurando hacer a un lado todos los papeles.

Sospechó, de algún modo, que también recibiría una amenaza de muerte si el dañaba los papeles.

—Y ni siquiera estoy seguro de si quiero saber cuántas noches llevas sin dormir. –añadió, dejando un plato y servicios al alcance de ella. Los ojos de oro líquido de Tessa lo recorrieron, la duda escrita ahí. Axel suspiró. –Nos ayudamos. Tú me ayuda, yo te ayudo. Es nuestro trato.

Nia olfateó la mesa, mirando con los mismos ojos de cachorra que Axel recordaba.

Una sonrisa se hizo camino por el rostro de Axel cuando le dio un trozo que Nia no demoró en devorar.

—Eso. –dijo Tessa frunciendo el ceño. –está mal. No solo la estas malcriando, ¿Ese queso es sin lactosa? Nia...

Axel se sentó en la mesa nuevamente y la miró. Desde que la había visto, los recuerdos no habían dejado de venir a él.

—Si mal no recuerdo, tú y Nia están atadas. Si algo te pasa a ti, le pasa a ella y al revés. Y estoy seguro que te las arreglaras para solucionar cualquier problema de Nia. Pero por el amor de todo lo que crees, trata de comer y dormir.

Ella lo miró indiferente, como si su petición careciera de importancia.

—Tessa. –advirtió con seriedad.

—Axel. –repitió ella con el mismo tono.

El de pronto se sintió hablando con Julia. Ella haciéndole muecas mientras Axel gruñía y refunfuñaba sobre que era bueno para ella.

Axel sabía que Tessa hacia cosas que la mayoría solo soñaba. La recordó la otra noche deshaciéndose de aquellas cicatrices pálidas que estaban en sus dedos. Recordó su mano suave sosteniendo su hombro herido con ligereza, pero con el poder brillante en sus dedos.

— ¿Cuánto más tiempo crees que seguirás así hasta finalmente cruzar la línea? —susurró derrotado, dándose cuenta que ella no lo iba a escuchar. Axel solo podría ver como ella se quemaba y eso lo enloquecía. —¿Qué planeas lograr?

Quizás fue la sinceridad de su voz que hizo que Tessa negara con la cabeza. Existían muchas personas con las que no hablaría esas cosas y hasta ese momento, creyó que no existía alguien con quien si las hablaría.

—No estas entendiendo.

—Entonces explícame.

Ella tomó aire, como si fuera armándose de valor y le soltara otra negativa. 

Pero algo más extraño sucedió. Cuando soltó el aire, su voluntad se tambaleó. Sus hombros cayeron sin fuerzas y su expresión de seguridad se desarmó.

—¿Estas seguro que quieres saber?

—Si, estoy muy seguro. Quizás pueda entender como funciona tu desquiciada mente porque me estas contagiando. 

Por primera vez, en mucho tiempo, Axel vio su mirada transparente. Sin mentiras, sin engaños. Extrañamente más joven. Más Tessa. 

El tenedor que Axel acababa de dejar junto a la mano de ella se volvió circular, las puntas aplanándose y retorciéndose hacia atrás, formándose una pequeña esfera en el aire que se deformaba y alargaba para crear distintas formas, rápidamente. Una tras otra.

—Me vuelvo loca de a poco, Axel. –susurró con la voz delgada. Ella miró sus manos desconsolada. –Tengo todo esto y siempre se me ha ido de las manos. Tengo que hacer algo con él, pero estoy atascada en esta ciudad y no puedo ocuparlo. Si lo ocupo para mantenerme, para sostener mi cuerpo, puedo de alguna forma descansar. No quiero no comer, no quiero no dormir, pero...si duermo, sueño. Si estoy bien, mi aura me exige ocuparla y el control se vuelve muy inestable y voluble a mis emociones.

— ¿Y si es necesario? –probó Axel con cuidado. — ¿Y si realmente es necesario que sueñes y que dejes de temerle a tu propio poder? Quizás duela y tengas miedo, pero...

—Da más que miedo, Axel. Y tú lo sabes. –ella sacudió su cabeza. 

Abrió la boca y luego la cerró. Y la volvió a abrir, y entonces la cerró nuevamente. Lo que sea que iba a decir, se arrepintió y guardo sus palabras para ella misma. Su expresión se retrajo, sus emociones ocultándose tras esa máscara. Construyendo un muro entre ambos otra vez.

Y Axel alcanzó su mano como si con ese gesto pudiera retenerla y evitar que se refugiara en si misma. El movimiento lo tomó por sorpresa tanto a ella como a él.

—Lo que sea que quieras decirme, puedes hacerlo. 

Él, hace mucho tiempo, aprendió a ocultar sus emociones. Había poder en dejar que alguien las viera, y el era malo dejando que alguien tuviera poder sobre él. Sin embargo, esta vez se abrió y dejó que ella viera que era sincero. No había dobles intenciones. 

No esta vez.

Algo destello en los ojos de Tessa. Cada músculo de su cuerpo tenso, su mano rígida bajo la de Axel.

—Quiero que entiendas, pero la historia es larga. 

Axel asintió. Ninguna historia que mereciera la pena era fácil de contar. La mano de ella se relajó apenas un poco.

—No puedes decirle esto a nadie, Axel. Lo que te diré...

—No lo haré. Y lo sabes, Tess.

Axel vio la lucha de ella. Irse o quedarse.

Irse o quedarse.

Era más fácil irse, supuso. Pero el rogó en su corazón que se quedara, que confiara en él. Lo pidió en silencio con una intensidad que lo dejó sorprendido. Quería oír esa historia porque había esperado mucho tiempo por una respuesta.

Y entonces ella se quedó. Sus manos se aflojaron completamente.

Axel retiró con cuidado su mano, como temiendo en parte de que fuera una trampa y ella se iría, tan fácilmente como había llegado. Como ella usualmente hacía.

Pero no. Su resolución de quedarse fue sólida y ella se movió hacia delante para alcanzar un papel, dándolo vuelta hacia su cara en blanco y encontró un lápiz entre la mochila que trajo con ella.

—Cuando Eric Goldman me atrapó y me llevó, las cosas no fueron como se contaron. –comenzó titubeante, dibujando una línea en el papel. –Mis padres, ellos no lograron llegar a tiempo. Fueron casi segundos y mi madre...—ella tragó saliva, como si nombrarla fuera difícil. —...ella ocupó el vínculo que tenía con Nia. En el momento justo y de la manera correcta, ella impidió mi muerte. O que se completara, si somos técnicos.

—Tessa. –no era una advertencia, no era un reclamo. Fue algo tan instintivo que tomó incluso por sorpresa a Axel.

Su nombre susurrado hizo que ella negara. Desechando la idea sin decir, desechando el sentimiento que dejaba trasver su voz.

Tessa se concentró en su papel donde dibujó dos círculos.

—Hay dos puertas entre la vida y la muerte. La puerta de la vida que se cruza cuando un alma debe llegar al mundo y se une al cuerpo, y luego esta una puerta de la muerte que se cruza cuando el cuerpo y el alma se separan. Y luego está esto. –ella señaló el espacio entre ambos círculos. –El área gris. Lo que no es ni esto ni aquello. Una antesala, un camino temporal entre ambas puertas y de ellas con el mundo, por la que se mueve el alma, por donde va el aura.

Tessa marcó una X en la puerta de la muerte. Le dio una breve mirada y titubeó. Luego, pareció rearmarse valor y se obligó a continuar, su voz firme pero frágil. Como si en cualquier momento las emociones que estaba reteniendo pudieran desbordarse.

—En el momento exacto, mi madre le cerró esta puerta a mi alma. Espíritu, aura o lo que sea que tú y yo tengamos. Y dejó solo abierta la puerta de la vida para que volviera y encontrara el camino de vuelta.

—Todos esos meses buscaste...

Ella negó rotundamente con la cabeza.

—Dios, no. No hice eso. –ella dibujó árboles, flores y algo parecido a una pradera con una pequeña casa en el área entre ambas puertas. – Me rendí, Axel. Hubo un momento en que deje de luchar cuando estaba con Goldman. Cedi al dolor y escogí en ese momento. Necesitaba que se detuviera. Quería que se detuviera.

Axel se retiró hacia atrás, como si algo lo hubiese empujado. Tessa lo miró extrañada, como si no comprendiera su reacción.

Ella hablaba de todo como se hablaba de las cosas viejas y repetidas, la familiaridad de una historia vieja y gastada. Triste, si, pero ya había sucedido y nadie podía hacer algo para cambiar el curso de los hechos.

Pero para Axel todo era reciente. En su memoria, la historia volvía a repetirse, volvía a tener quince años con el miedo quebrando su corazón. Aquella sensación de ingravidez en la boca del estómago lo obligo a sostenerse del borde de la mesa.

— Recuerdas mal. –dijo con la voz tensa, contenida. –Tú no te rendías, Tess. No eras así.

—Esto lo recuerdo bien.

—No. –insistió el.

—Vamos ya, no es...

—Es que lo es, Tessa. –rugió Axel. –No estas entendiéndolo. Yo estaba contigo en aquel baile. Yo te deje. Si yo hubiera...

Los ojos de ella fueron muy claros.

—Lo sé.

Y entonces, algo frio recorrió la columna de Axel. Lo comprendió en aquel instante, en su mirada de oro.

— ¿Es por eso que esa vez...? –no pudo terminar. El desprecio en la voz de Tessa, la ira que él no lograba comprender. Lo exilió de su vida con una rotundidad que dejó a Axel perdido. De pronto se sintió sin fuerzas. –Lo siento. Lo siento mucho.

Ella tomó aire, temblorosa.

—Yo también.

—Sigue. –pidió. –por favor.

Aquello no era ni el principio de esa historia y él quería saber. Si ella cargaba alguna culpa, entonces Axel también tenía derecho a llevarla, porque para él contaba.

Tessa dudó, pero terminó por asentir.

Ella bajó la a su dibujo hecho entre ambos círculos. Una especie de casa de campo.

–Mi madre dijo que este era el limbo. Ni aquí, ni allá. Nadie lo ve igual o nadie lo recuerda, pero yo recuerdo todo. Era una choza, con una niña de cabello como el oro tejido. Y había día y noche, y se repetían una y otra vez. El clima cambiaba con normalidad y yo le ayudaba a ella como si viviéramos en una granja. Y llegaba mucha gente. Todos los días la niña recibía visitas y yo le ayudaba y estaba Nia y Dios, Axel. Suena a locura todo esto, pero...

Axel negó. El límite de lo posible o lo que no lo era siempre era flexible cuando se hablaba de Tessa. Era una cosa cambiante y multiforme que Axel había aprendido a conocer.

Y él le creía.

Se inclinó hacia delante, hacia ella, observando aquellas líneas simples que trataban de representar una realidad compleja.

¿Sintió miedo? ¿Estaba tranquila en aquel lugar?

Las yemas de sus dedos recorrieron aquellas líneas, como si con eso el pudiera ver el lugar.

— ¿Extrañaste...? —no supo cómo terminar esa pregunta. ¿Extrañó a su familia? ¿Extraño a sus amigos? ¿A él?

Ella estaba ahí, perdida en un mundo onírico, pero él había sostenido su mano en una cama de hospital fría y sin color con un dolor que pensaba que podía desgarrar su alma. Y quizás paso aquello, pensó sin humor.

Tessa entendió lo que preguntaba y negó suavemente con la cabeza.

—No recordaba mi nombre. No recordaba que hacia allí ni porque estaba ahí, pero...estaba bien, aunque de alguna forma no se sentía correcto. Y pude haberme quedado allí mucho tiempo, pero de alguna forma no lo hice. Y desperté. Estaba aquí otra vez. –ella tragó saliva. –y mi aura no era igual. No era nada igual, Axel. En ese valle ayudaba a la niña en todo. Hacíamos crecer los árboles juntas, guiábamos el agua de la lluvia para las plantas. Hilabamos la lana con los dedos y la tejiamos. Me enseñó a escuchar la vida de la tierra misma. Y cuando desperté, los sonidos permanecieron, de alguna forma mis sentidos abiertos hacia ellos y el mundo...se volvió más vivo. Siento todo, Axel. Como el agua y la tierra formaron una hoja de un cuchillo. Que fue la madera de esta mesa y cuantos árboles se ocuparon para hacerla. Esta todo aquí, Axel. Y lo veo y lo siento y lo escucho y es demasiado fácil seguir esas líneas de creación para ocuparlas o destruirlas. Y al principio dolía, no podía mantenerme de pie. Estaba mareada de todo y...

Axel la recordaba después de despertar. Sus silencios más largos, su mirada perdida en algo lejano como si viera algo que ninguno podía más que ella. La forma en que le costaba permanecer de pie por sí misma.

La forma en una vez se derrumbó en medio del comedor de su casa, presionando los dedos en sus sienes y sus ojos cerrados, sollozando.

—Solo necesita tiempo. –decía Anthony Whitelaw. –Es todo lo que necesita. Tenemos que ser pacientes. Ella lo seria por nosotros.

Y entonces en una cena todo explotó.

Axel apenas recordaba los gritos histéricos de ella. Él intentando ayudarla, ella corriendo de él.

Una tormenta que ella misma creó fuera de su casa de campo.

—Mis padres me encerraron en esa casa. –susurró Tessa, como si pudiera leer sus pensamientos. –Y mi madre no entendía que pasaba. Nadie lo entendía o le quitaban importancia. Y estabas ustedes. Sus auras como miles de gritos al mismo tiempo. Siempre estaban ahí y yo estaba tan llena de rencor, de ira. Los culpe y odie a todos.

—No volviste a casa. –murmuró Axel, recordando.

Ella negó con la cabeza, mordió su labio inferior y Axel vio cómo su rostro tembló. Las emociones a punto de desbordarse, los recuerdos a punto de quebrarla otra vez.

Y su control se derrumbó.

Su voz se rompió.

—No hubiera condenado ni a la persona que más odio a esto, Axel. No es natural. No hay descanso de esto. Y ellos lo hicieron conmigo. Era su hija, y mi madre me hizo esto. Y no es solo el aura, son las personas que la quieren. ¿Crees que Iwan me ayudo a controlarme porque me amaba? ¿Crees realmente que me ofreció un hogar, su nombre sin ningún interés? Antes fue Eric Goldman, después Iwan. Y después solo el infierno sabe que otras personas existen capaces de hacer todo en sus manos para obtener algo que yo nunca pedí. –ella llevó su mano a su pecho, como si el dolor fuera insoportable. Como si ya hubiera tocado un fondo y no pudiera levantarse. — ¿Y crees que realmente quiero esto, Axel? ¿Sentir alivio en llevar armas? ¿No tener un hogar donde volver? ¿Crees que realmente no quiero ver a mi hermanita crecer y estar con ella? –ella sorbió su nariz, las lágrimas brillando como ríos plateados sobre sus mejillas sonrosadas. –Jensen, los sigilos, es el lugar donde no puedo hacer daño con mi aura. Y es un lugar donde no pueden hacerme daño. Quizás con el juramento pueda descansar porque hace mucho tiempo estoy agotada y no me están quedando opciones.

El pecho de Axel tembló.

— ¿No crees que estas arriesgando mucho por un quizás? ¿Qué harás si el juramento no funciona?

Ella se envolvió con sus brazos. Su postura regia desarmándose por completo. Se hizo pequeña y Axel la vio como ella era en realidad. Una mujer aún con el corazón de una niña, tropezando y cometiendo errores, perdida y asustada y sola.

—Entonces tendré el tiempo del mundo para encontrar una alternativa. Pero solo tengo esas dos por ahora y si hago el juramento solo tendré una.

—La otra opción...—las palabras murieron en los labios de Axel al comprenderlo. –Tessa. Theressa.

Ella negó con la cabeza, desechando el regaño de Axel.

—Contrario a lo que todo el mundo cree, no pienso suicidarme. –dijo a la defensiva. –Tengo miedos, me asusto y siento dolor, pero me gusta esto, Axel. Me gusta sentir el aire en los dedos y el calor del sol. En la pradera, todo lo de ahí era apenas una copia insuficiente de esto. –ella hizo un gesto abarcando todo. –Me gusta esto.

—Tienen que haber más opciones. –susurró Axel.

Ella sonrió resignada y continuó limpiando sus lágrimas.

—No para mí. Fue difícil aceptarlo, pero entre más rápido lo hagas, es más fácil al final.

Axel Blaze, capaz de sostener un mar de fuego por horas sin agotarse, de correr más allá de lo que otros podían hacer, en ese momento se sintió sin fuerzas.

Y comprendió que aquel vacío que tenía dentro de su pecho era la desesperanza de que las cartas ya estaban echadas y los jugadores que quedaban de pie solo debían aceptar su frio y cruel destino.

Pero no. No.

¡No!

Algo se rebeló dentro de él. Algo se podía hacer. Algo debía hacerse.

¿Por qué alguien tan brillante, tan joven y tan llena de luz estaba abrazada a sí misma como si llevara mucho tiempo enfrentando una tormenta?

Tessa Whitelaw debía devorar el mundo, el mundo no podía destruirla a ella.

¿Y tú?, susurró una voz insidiosa en su mente, ¿Qué te hace diferente de ella?

Ambos habían luchado y perdido, sí. Pero incluso en los peores juegos, incluso cuando el marcador marcaba una gran diferencia, se podía remontar, ¿Verdad?

Tenía que existir alguna esperanza ahí, se dijo Axel. En algún lugar, debía existir algo. Y la encontraría.

Él se levantó de su silla y se acercó a ella y la abrazó.

Y no fue extrañó como hubiera imaginado ni tampoco incorrecto. Fue como si ambos cuerpos todavía se ajustaran el uno al otro. Dos piezas perdidas por largo tiempo que volvían a encajar.

Y ella lloró, pero también lo hizo él.

Sus manos se aferraron a su cuerpo y en algún punto, Axel no supo si él la sostenía a ella o ella lo sostenía a él, porque se quedaron juntos como dos almas que enfrentaban un gran ejercito con las manos vacías. Iban a perder, pero al menos no estaban solos.

Si ninguno podía dar nada para apaciguar ese dolor que quemaba a ambos, al menos le iban a dar la compañía al otro.

Porque las peores batallas se enfrentan con mayor valentía con un compañero.

[°°°]

________________________

No saben lo feliiz que estoy de tener tiempo para seguir dándole forma a esta historia 💕😍 estoy en rachaa, asi que estoy segura que nos leeremos pronto 💕
Habían preguntas que quedaron como implicitas en el final de la primera temporada, pero que espero ya esten resueltas y ayyy, extrañaba mucho escribir escenas lindas entre Axel y Tessa, les juro que me dan mil años de vida. Los quiero, los amos y los dejo para  seguir escribiendo, asi que es probable que haya otro capítulo en los próximos días (quiero avanzar lo más que puedo antes de volver a a la triste vida de responsabilidades, 🥺😭☹️)
Pd: acabo darme cuenta que la escena final fue super triste y yo re-feliz por poder seguir escribiendo, perdonenme por ser asi, gracias por tanto 😬

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