Peligroso deseo © [2]

By Flordivento

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La extraña desaparición de Adrián Petrova hizo que todo en la vida de Bianca diera un doloroso vuelco. La maf... More

Peligroso deseo
1. Simplemente Alexa
2. Sin antifaz
3. Cuidado
4. No lo desees
5. El cazador cazado.
6. Date la vuelta
7. Mi maldito infierno
8. De frente
9. Explosión
10. Tu fuego
11. Freno
12. Nunca de espaldas
13. Con fuego
14. No me provoques
15. Jaque mate
16. Inevitable
17. Desde adentro
18. Puro fuego
19. Morte
20. Al descubierto
21. Tic toc
22. En llamas
23. Dulce veneno
24. Al límite
25. Éxtasis
26. Nuevos frentes
27. Infernus
28. Guerra
29. Hasta los huesos
30. Golpe Bajo
31. Pequeña destrucción
32. El peón y la reina
33. Inmortal
EXTRA: UN RAYO EN LA TORMENTA - PARTE 1
EXTRA: UN RAYO EN LA TORMENTA - PARTE 2
34. Fénix
35. Mil y un razones
36. Sobreviviendo
37. Letal
38. Cuchillo al corazón
39. Adrián
40. Tormenta y peligro
41. Titanes
42. Tres malditas sangres
43. Tu rastro
44. En el mismo lugar
45. Sombras y luz
46. Sucios y animales
47. Contra el tiempo
48. Red Sky
49. Serpientes
50. La sangre - 1
50. La sangre - 2
FINAL
Aclaraciones

EXTRA: El hijo del diablo

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By Flordivento



Capítulo narrado por Connie, una novicia del convento. Cuidadora de nuestro diamante de ojos azules.

Connie

Las campanas de la iglesia de piedra sonaron tan fuerte en la mañana que todos los niños pequeños se despertaron llorando asustados. Desde que entré al convento de Santa María obligada por mis padres mi rutina ha sido la misma y no me quejo, al menos mantenerme ocupada con el cuidado de los niños especiales me ha traído más sonrisas que lágrimas.

La mañana es soleada más que de costumbre, los pequeños terremotos salen ordenados por edades a jugar bajo la estricta supervisión de Sor Berardina, mi religiosa líder, quien atenta a todos los movimientos marca el tiempo en el que demoro con cada bebé en los cuneros, cocina y guardería para luego controlar su estancia fuera del lugar.

—Hermana Connie ¿Qué sucede?—espeta acercándose mientras preparo la leche de uno de los bebés que aún yace en la cuna.

—En poco tiempo termino, Sor Bernarda. Las otras novicias están fuera ya con los otros niños.

Me mira incrédula entrecerrando los ojos, quizá descubriendo mis planes.

—¿No será que se quiere quedar más tiempo con alguno en especial?

No contesto.

—Mentir es un pecado, hermana.

Mentir, mentir, mentir... ¡Miento todo el maldito tiempo! Mentí cuando dije que quería tomar los hábitos por propia voluntad obligada por mis padres, mentí cuando juré ser casta siendo no virgen, mentí cuando grité en alto que quería tomar los votos teniendo aún quince.

—Voy enseguida, Sor Bernarda.

—Hoy habrá una visita, no deberías encariñarte con ningún bebé, mucho menos con quien proteges a toda costa, niña.

Avanza sus pasos quejándose e intento calmarme mientras le llevo su leche a mi pequeño consentido, el bebé más hermoso que he visto en toda mi vida: el pequeño diamante, como le dicen todos aquí.

—Hola cielo...—agudizo mi voz—. ¿Listo para tomar tu leche?

Sus ojos azules son tan bonitos que me pierdo en su mirada. Aún no puedo creer que exista tanta belleza en un ser humano, mucho menos en un bebé. La reverenda Francisca lo trata de "joya", sin embargo, hasta ahora no lo ha utilizado a su antojo. El bebé se ha quedado aquí desde que lo abandonaron, jamás se lo dio a nadie a pesar de haber tenido ofertas por él.

—¿Queriendo comer?

Niega con su cabecita, está muy concentrado jugando con dos muñecos en forma de mono que le trajo esa mujer, la disque señora de la caridad, aunque en el fondo sepa que es alguien relacionado a su familia real. El pequeño es un niño especial, ni siquiera parece huérfano puesto que es complacido en todo lo que se le antoja, tiene los mejores alimentos además de ropa exclusiva que mensualmente le hacen llegar. Me he preguntado seriamente en si es algún bebé estrella, hijo de narco o millonario ¿Por qué tantas atenciones con él? ¿Por qué tiene novicias exclusivas a su cuidado?

—Pequeño secreto—trato de acariciar su cabello y su rostro sigue siendo serio, tan serio como cuando mira e impone ante los otros niños, la misma seriedad que tiene al no dormir—. ¿Sabes que eres muy lindo?

Asiente.

—¡Qué inteligente!—río—¿Y también sabes que eres mi pequeño consentido?

Vuelve a asentir.

—¿Y guapo?

Asiente.

—¿Y manipulador? ¿Travieso?

Sonríe y me derrito ¿Cómo puede haber tanta belleza en un ser tan chiquito? ¡Él casi no me regala sonrisas! Solo ríe cuando juega solo, es completamente independiente. Cuando otro niño intentó quitarle sus juguetes reaccionó de una forma magistral, como si realmente llevara en sus venas inteligencia máxima que lo haga brillar.

—Buenos días, superiora. Que el señor bendiga su día.

—Igualmente, Sor Bernarda. Igualmente.—Escucho a lo lejos cómo Sor Bernarda saluda a la Reverenda Francisca y enseguida tomo al bebé de casi dos años en mis brazos para correr hacia el jardín a saludar.

La música cristiana que hay en el patio es peculiar, tocada por violines en una estación de radio local que se dedica al acto religioso. En este lugar todo es como la prehistoria; las monjas no usan televisión, tampoco el chat y mucho menos redes sociales, ellas se conectan al mundo a través de la radio con la que la mayoría de veces pasamos el día.

"Interrumpimos esta transmisión para informar que el estado Italiano promete nueve millones de euros por la captura de la líder de uno de los clanes más importantes de la mafia: Bianca Simone. Se incautaron más de cinco millones de euros en su casa, además de la tenencia y tráfico ilegal de diamantes. Quien sepa de su paradero será recompensado. El estado Italiano sigue persiguiendo a las mafias, lucharemos por un país que brille y no oscurezca. Se los promete su presidente."

La sonrisa de la reverenda se va al igual que la misma Sor Bernarda, quien termina apagando el aparato sin decir más. Jamás las había visto tan incómodas, jamás apagaron la radio de aquella forma peculiar, mucho menos se pusieron tan tensas con algo.

—Quiero verlo ¿Dónde está mi diamante? —exige la superiora.

—En su lugar, reverenda. Descubriendo el mundo.

El corazón le late con fuerza a la mujer del aspa invertida, quien voltea rápidamente hacia mí cuando el pequeño se deshace en mis brazos para jugar. ¡Oh... mier! Es tan pillo cuando quiere que engaña a cualquiera. Pensé que iba a darme un abrazo y solo se soltó, estaba tan preocupada por lo que escuché que no le tomé la atención necesaria.

—El diamante...—busca la mirada del único niño que le importa, el pequeño de ojos azules deslumbrantes, piel blanca y cabello oscuro se hace notar de nuevo al imponer su voluntad.

—Su belleza es deslumbrante—asiente Sor Bernardina.

—Como el mismo demonio—sonríe sarcástica la superiora—, porque del demonio vino.

—Es solo un niño, reverenda. Todavía es inocente.

La monja traga saliva mirándolo sabiendo también que el niño que desata la mirada de todos no es como cualquier otro. Otra novicia le sonríe haciéndole una venia a la reverenda, besando su mano en señal de respeto mientras al acercarse el niño solo se congela sin emitir más emociones. Su mirada es tan seria como hermosa, tan imponente como dulce.

—Dile hola a la reverenda, bebé.—Le hablo a la orejita y este se enfada quedándose serio, tan serio como un témpano de hielo.

Los niños no mienten y al pequeño Ángel diablo no le gustan las mujeres como ella; sin embargo, no se aleja, se queda estudiando cada parte de sus facciones al igual que la mujer de hábito.

—Eres un niño con estrella—asiente irónica—, ojalá dure.

¿Ojalá dure?

—Oye, cariño—le insisto haciéndole un puchero—. Me enseñaste tu sonrisa en la mañana ¿Chis chis? —hago una carita con sus dedos pero se queda serio—Anda, amor, ¿Chis chis?

Ignora a todo mundo jugando con su oso de peluche de nuevo, dejándome mal parada ante las miradas de las monjas superioras, quienes me controlan cada acto como si fuese una forma de vivir.

—¿No ha vuelto a escapar?

—Lo sucedido fue un accidente—resume Sor Bernardina—. Ni siquiera entendemos cómo pasó, reverenda. El niño es muy dual, en realidad se porta bien—«¡Miente, es un diablillo!»—A veces... tan travieso y risueño, otras veces serio y desbordante como una tormenta.

—Como una tormenta...—solo repite—.No lo quiero ver nunca más en mi oficina. No puede ser que un niño de casi dos años se les escape así como así, hermanas.

Nadie entiende el grado de viveza de la criatura, la forma tan extraña que tiene de sonreír para engatusar a cualquier mente y a la vez destruirlas con un llanto asesino. A veces, ha llorado toda la noche solo por molestar, otras solo mira hacia la ventana posando sus manitas en el vidrio esperando ver a alguien que de seguro no va a llegar nunca. Todos los niños extrañan a su mamá y aunque él no la conozca, estoy seguro que la añora.

Quizá con su mamá si se apegue y quiera comer más. Quizá a su mamá sí le sonría todo el tiempo. Quizá con su mamá sí duerma, porque no es normal que un bebé tan pequeño duerman tan poco como él. No se halla en este lugar pero es lo único que conoce.

—Eres un bebé hermoso—Sor Bernarda se agacha para darle un besito en el cachete, el mismo que termina limpiándose con su manita sin ningún respeto.

«¡Dios!»

—No quisiste tomar tu leche—intervengo nerviosa, parece que a él le importara una mierda todo el mundo—. Toma bebé, tu lechita...

Se queda quieto y niega con la cabeza.

—¡Mano dura, niña!—Sor Bernarda lo reta y en segundos el ángel se vuelve un demonio, tomando con tranquilidad el mini vaso en su manito para luego derramarlo en el pecho de la monja.

Sonríe y en segundos el ángel se vuelve un demonio, tomando con tranquilidad el vaso para derramarlo en el pecho de la monja.

—¡Reverenda!—exclama Sor Bernarda.

«¡Por Dios!»

El grito de las novicias es alto, tan alto que asustan a la criatura, quien enseguida se refugia entre mis piernas. Lo cargo dispuesta a retirarme pero la reverenda me frena de un solo grito con una ira que desborda.

—Basta de consideraciones.

Se me eriza la piel cuando la veo, el bebé la sigue mirando valiente aunque en el fondo sepa que está asustado.

—Es un bebé, reverenda. Por favor, entiéndalo.

—Ya no hay más consideraciones—vuelve a decir—. Agujas.—Espeta la monja.

—Madre... es solo un niño.—Sor Bernarda abre los ojos.

—El hijo del diablo, de la diabla, de toda la maldad del mundo.

Se me llenan los ojos de lágrimas cuando me obligan a entregarlo

—Ñoñi...—estira su manito ¡Dijo mi nombre! ¡Así me llama! Solo ha dicho mi nombre una vez porque siempre llama a su mamá.

—Solo está fingiendo, la mentira es el arte de su linaje—la reverenda vuelve a decir y tenso los dientes cuando le estiran el brazo como castigo, como lo hacen con los niños de cinco años "malcriados" a simple vista de las monjas.

Sus ojitos se le nublan de lágrimas «¡Es solo un bebé!» Entonces recuerdo lo que dijeron, que su madre mantenía este lugar de alguna manera, que su verdadera madre era tan poderosa que resultaba ser inquebrantable.

—¡Ella la matará si se entera!—intento decir algo ¡Cualquiera cosa! para evitar el castigo pero no hace caso alguno, le pica los deditos con la aguja y llora, el pequeño llora asustado.

—Niño malo, muy malo.

—¡Mamá!—es lo único que dice, la palabra instintiva que lanza sin conocer su verdadero rostro—¡Mamá!

—Dios es justo y leal, tan leal que va a darte la dicha de tener una familia Ucraniana de verdad.

Los pasos azotan el lugar, un hombre raro, alto, de tatuajes extraños entra rápidamente junto a una mujer de cabellos rojos, quien enseguida flecha al bebé con su mirada sonriente.

—La joya valiosa—susurra.

—Una dicha encontrarlo—acelera el paso el hombre de negro.

—Buenos días, estimados—la reverenda deja de picar al bebé—¿Lo pensaron?

—Lo queremos cueste lo que nos cueste.

—Lo tendrán.



***

Bebés, aquí su extra.

Insta borró la cuenta oficial de Bianca, por lo que les pido vayan a seguirla de nuevo. Es @BiancaSimoneOf ahora y el de Adrián @AdrianPetrovaoficial Vayan porque hay adelantos, fotos, spoilers y más.

Nos vemos para el doble capitulo que vendrá.

Síganme aquí, extras y más

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Bebé Rambito 😍

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