―¡Más fuerte!
Obedezco y le doy con todas mis ganas al saco de boxeo.
Todo va bien estos días. Jason y yo terminamos nuestro juego de las cien preguntas, y esta vez él no omitió ninguna, pero yo omití tres.
La primera omisión vino cuando me preguntó dónde trabajaba. En realidad, no pasé de pregunta, sólo le dije que prefería llevarlo un día, cosa que haré el próximo viernes. Como no me estaba negando a responder per se, sólo me puso de condición pasar esa noche con él, cosa que ya pensaba hacer.
La segunda omisión, aunque era la primera real, fue automática. En serio, ni siquiera me di cuenta de lo rápido que había dicho "paso". ¿La pregunta? Qué había hecho el sábado noche cuando no volví a dormir con él. La respuesta implicaría contar la muerte de Jess y decirle que dormí con Leo esa noche debido al estado de shock en el que me encontraba, cosa que no me apetecía para nada.
La tercera pregunta no respondida fue si en algún momento había sentido algo más allá de la amistad por Leonardo. ¿Qué clase de pregunta es esa? Si sólo hubiera sido amistad, como con Josh, no habríamos estado liados casi todo el verano. Pero esa respuesta a él no le haría gracia, lo sé. Además, es un tema ya zanjado, no entiendo la necesidad de volver a sacarlo a flote.
El problema vino con lo que Jason me pidió hacer por saltarme las dos últimas. En el segundo caso, retomó lo de cenar en su casa con su familia, cosa que me aterraba porque ¿cómo me iba a presentar? ¿Como su amiga? ¿Compañera? En fin, prefiero no pensar mucho en ellos. Al fin y al cabo, tengo muchas ganas de conocer a la pequeña Nina. A Jason se le cae la baba hablando de ella.
El no responder a lo de Leo tendrá consecuencias parecidas, pero que, desde luego, terminarán peor. Quiere cenar conmigo, Leo y Josh. A Kate la descartamos porque su marido no la dejaría venir. Ya que no tengo familia de sangre, quiere cenar con quienes yo considero familia.
Eso sí que va a ser un desastre.
―Vale, vale. Relájate. ¿Por qué tanta rabia?
Mis sesiones en el gimnasio se han convertido en casi diarias. Will también está asistiendo, desde antes que yo, de hecho. En la universidad nos saludamos con la mirada, pero evita estar cerca de mí en lugares públicos desde la advertencia que me hizo. Josh me ha sugerido que me haga buena amiga suya para ver si me da más detalles sobre quién me vigila y con qué fin.
―Ya han matado a alguien en mi curro, quiero asegurarme de poder defenderme.
―El responsable lleva desaparecido semanas, Kat ―dice sujetando el saco―. Y estoy seguro de que tienes algo que ver con eso ―murmura para que nadie nos oiga, pero yo lo capto perfectamente.
―¿Qué te hace pensar eso? ―pregunto haciéndome la tonta.
―Que no me has preguntado en ningún momento si me refería a él cuando te dije que te vigilaban.
Esta es la primera vez que saca el tema desde entonces. Me advirtió y luego me ignoró hasta que dejé de preguntarle.
―Supongo que, de ser él, me lo habrías dicho.
Will aleja el saco y se pone frente a mí.
―Cierto. Sabes que si no te lo digo es porque no puedo, ¿verdad?
Asiento y él me ayuda a quitarme los guantes.
―Me alegro de que lo sacarais del mapa, de la manera que fuera ―comenta sincero.
Ahora confío más en él, y creo que el sentimiento es mutuo.
―Sé que ambos guardamos secretos sobre lo que hacemos fuera de la universidad ―le digo―, pero espero que sepas que puedes hablar conmigo si necesitas consejo o desahogarte con algo. No sé en qué estás metido, pero dudo que me asuste o me sorprenda.
Él me mira con indecisión. Empiezo a conocerle, y sé que lo que me oculta no se debe a desconfianza, sino a miedo. Soy consciente de que lo que le voy a preguntar puede joder mi creciente amistad con él, pero creo que no volveré a tenerle al lado con tanta indecisión en mucho tiempo.
―¿Tiene que ver con el Golden Eye? ―pregunto manteniendo el contacto visual. Polly me ha comentado que las reuniones de esa organización son en el Pyramid, en una planta reservada. Planta en la que vi a Will hace un par de meses.
―No sé de qué me hablas ―comienza a alejarse, pero se lo impido.
―Te vi allí, en la sala Éxtasis ―acuso―. Dime que no quieres contestar, pero no me mientas, porque yo a ti nunca te he mentido.
Se acerca hasta quedar a tan sólo unos centímetros de mí. Me gustaría decir que su rostro sigue reflejando indecisión, pero ahora todo lo que me transmiten sus ojos es ira.
―¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? ¿Del peligro en el que nos pones a ambos al decir eso en voz alta? ―susurra alterado.
―Dijiste que aquí era seguro hablar ―me excuso elevando mis hombros―. Además, en peligro me pongo yo, en todo caso.
―¿Crees que yo no te reconocí esa noche? ¿Que no supe que eras la ex de Troy, la que me había acercado a casa? ¿Que no te reconocí en la universidad? ―apunta acorralándome contra una pared―. Me callé, Kat. Me han preguntado en numerosas ocasiones si te conocía y siempre he mentido para que no te hicieran nada. Si en algún momento se enteran de que he estado ocultándoles información terminaré con una bala en la cabeza, así que sí, en peligro nos estás poniendo a los dos.
Decir que me acabo de quedar en blanco sería quedarse corta.
―No nos ha escuchado nadie ―susurro, más para convencerme a mí que a él―. No nos va a pasar nada ―Will mantiene sus ojos cerrados, no sé si para no golpearme o para no llorar―. Mírame ―ordeno posando mis manos en sus mejillas―. No nos va a pasar nada. Las únicas personas con las que he hablado sobre el Golden Eye no tienen ni idea de que tú estás ahí. Dudaba si decirlo o no, pero ahora estoy segura de que no lo haré, ¿de acuerdo?
Él asiente, aunque no muy convencido.
―Todos los secretos acaban explotando.
―Lo sé ―asiento―. Pero para algo me estoy entrenando, ¿no? Dentro de poco podré patearte el culo ―bromeo.
Will se ríe ante mi manera de animarlo y me abraza. No creo que seamos tan distintos, pero si sus jefes me están vigilando tiene que haber un motivo detrás, y él lo sabe.
Y yo pienso averiguarlo.
***
―Hoy estás que te sales ―me halaga Florence.
―Gracias, bombón. Pero creo que hoy todas las miradas recaerán sobre ti, tienes que ponerte ese vestido más a menudo.
Ella me sonríe y me guiña el ojo mientras seca algunos vasos.
―Tu amigo está aquí.
Me giro y veo a Jason y Mark entrando, con Josh como guía. Yo no podía venir cuando él, por lo que le pedí a Josh que lo guiara hasta aquí. Josh ha estado viniendo un día a la semana para pasar más tiempo juntos, ya que, últimamente, nuestro tiempo libre dista de coincidir.
―¿Qué debería decirle?
―Que este es el mejor local del mundo ―yo asiento ante sus palabras, un poco acojonada―. Eh, relájate, Liv. No va a pasar nada malo, por lo que no se tiene que enterar de las cosas que pasan fuera de aquí. Gordon ha reforzado la seguridad, estate tranquila ―me anima pasando su mano por mi espalda para tranquilizarme.
―Voy a atenderlos a su mesa. Deséame suerte, morena ―anuncio caminando hacia atrás.
―¡No la necesitas, reina!
Avanzo rápido hacia mis amigos ―bueno, mis amigos y Mark, con quien tengo un trato cordial― esquivando el gentío. Cuando llego, Josh se alegra, lo cual me relaja un poco, pues se cabreó cuando lo obligué a venir. En realidad es un quejica, pero se lo perdono. Ese es el motivo por el que Jason se ha traído a Mark: Josh y él hicieron buenas migas aquella noche de fiesta, y sé que se lo pasarán bien esta noche.
―Buenas noches, caballeros. ¿Preparados para la mejor noche de sus vidas?
―Preparado para la tortura, mujer. ¿No nos puede atender alguien menos cargante? Y más guapa, a poder ser ―protesta Josh.
Un quejica, como acabo de decir.
―Que te follen, Joshy ―respondo sacándole el corte de manga.
―Agh, sabes que odio que me llamen así ―se queja de nuevo.
―Por eso lo digo, Joshy ―justifico agarrándole la mejilla como observé el otro día a su abuela. Dulce venganza.
―Estás preciosa ―interrumpe Jason levantándose para besarme.
―Voy a potar ―canturrea Mark.
―Cállate, envidioso. Haberte traído a Trevor ―contraataco.
―¡Zasca!
―Suficiente, por favor ―corta Josh―. Tráeme lo que pedí el otro día, ¿quieres? Y gratis, me lo debes ―señala con su mejor cara intimidante, la cual resulta extremadamente graciosa.
―¿Qué pediste? ―pregunta Mark.
―Sueño mortal ―respondo yo ante la cara de ignorancia de Josh―. Es la especialidad de la casa.
―¿Lleva alcohol?
―Mucho ―responde Josh―. Y sabe de maravilla. Una copa de eso y tu noche estará hecha, lo juro.
―¿Cuánto cuesta? ―pregunta Jason.
―Ocho dólares.
―¡Joder! ―exclama Mark abriendo los ojos.
―Tranquilos, a la primera invito yo.
―Pues tráenos tres ―decide Jason.
Voy de vuelta a la barra para prepararlos. La noche pinta muy bien y pienso disfrutarla al máximo.
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¡Aquí tenéis el segundo capítulo del día! Espero que lo disfrutéis mucho. El viernes subiré la continuación de este capítulo y el domingo tendréis otro por San Valentín.
Aviso que está a punto de prenderse todo.
Pregunta: ¿de qué tenéis más ganas? Así, por curiosidad.
¡Nos leemos pronto! Besitos