Cuervo (fantasía urbana)

By AvaDraw

1.8M 275K 211K

Alexia debe averiguar por qué se está convirtiendo en un monstruo, mientras suspira por el sexy chico gay que... More

Nota
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47 (I)
Parte 47 (II)
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52 (I)
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 62
Parte 63
Parte 64
Parte 65

Parte 52 (II)

21.2K 3.7K 3.5K
By AvaDraw

—Me acuerdo —dije con la boca pequeña y me mordí la lengua para no insultarle. Habían pasado dos años y medio de aquello y aun le guardaba rencor.

—Cuando volvíamos a casa vimos a una culebra de herradura en la carretera, de las tochas, de más de un metro ¿Te acuerdas? Parecía tranquila. Fuiste a agarrarla, pero la cogiste mal y te mordió.

La cogí mal por su culpa, porque estaba cabreadísima con él.

—Te enganchó bien y te hizo algo de herida, los típicos dos puntitos. Tú seguiste como si nada, pero Ali iba con nosotros ¿Te acuerdas? Se puso como una loca, no paraba de chillar. Intentamos decirle que no pasaba nada, que no eran venenosas, pero estaba histérica gritando que te ibas a morir, hiperventilando y toda la movida. Así que te chupé la herida para convencerla de que sacaría el veneno ¿te acuerdas?

—Sí.

—Solo salió sangre, obviamente.

—Sí.

Espera ¿Probó mi sangre?

—Esa serpiente... esa serpiente debía tener algo porque esa tarde caí enfermo y casi la diño y tú... mira lo que te ha pasado. Te salen culebras de la cabeza. Tu abuelo lo sabía ¿cómo lo sabía?

Ray se creía muy listo, pero no había acertado en absoluto.

En cambio, lo de mi abuelo tenía sentido. Mi tía me había dicho que ella y mis abuelos sabían que una serpiente de la cabeza de Medusa mordió a mi madre cuando estaba embarazada de mí, así que era posible que me convirtiera en una gorgona. Además, habían estudiado bien a los mitos y sabían que la sangre de una gorgona podía curar o matar, salvo en el caso de los humanos que mataba siempre.

Ese día Alicia me acompañó a casa y estaba aún alterada, así que tuve que contarle a mi madre y a mis abuelos que me había mordido una serpiente y que Ray había chupado la herida. Sabían que Ray se podía morir y por eso mi abuelo trató de ayudar, con éxito. Supongo que no querrían preocuparme porque no supe que Ray estuvo tan enfermo hasta meses después.

—No fue esa culebra, no fue su veneno. Lo que casi te mata es mi sangre.

—¿Qué?

—Es sangre de gorgona. Me chupaste la muñeca derecha y de ahí sale la sangre que cura, pero los mortales no pueden probarla porque les mata. —Encontré cierta satisfacción en corregirle.

—¿Eras una gorgona de antes?

—No lo sabía, pero sí. Desde que nací.

—¿Y por qué? ¿por qué lo eres? ¿tus padres o... qué pasó?

Había hablado demasiado, no confiaba en Ray. No le diría nada más.

—No es tu movida, me voy a casa.

—Llevo dos años soñando con esto, necesito entenderlo.

Me bloqueó la salida. Traté de esquivarle y no pude, era más rápido que yo. Seguía preguntando y me empezaba a intimidar. Entonces recordé que yo era una gorgona y tenía una fuerza inaudita, podía tumbarle de un soplido. Le di un empujón suave para recuperar terreno sin matarle. No se inmutó. Le di otro más fuerte y apenas se movió del sitio. ¿Por qué podía resistirlo? Al tercer empujón se mostró sorprendido de mi fuerza tanto como yo de la suya.

—Que no te vas hasta que me lo cuentes.

—¡Esto es un secuestro! estás secuestrando a una chica —protesté indignada.

—No. Estoy interrogando a una gorgona.

Esta vez traté de darle un puñetazo. Me esquivó, me agarró el brazo, me hizo una llave y me tiró al suelo. Pasé de ser una poderosa gorgona a ser una gorgona inmovilizada.

—¿Por qué eres una gorgona?

—¿Por qué eres tan fuerte?

Suspiró, pero no aflojó la llave. Me seguía sujetando contra el suelo. Su rodilla seguía en mi espalda.

—Me pasa desde que enfermé, desde lo de tu sangre. Al principio pensé que era normal porque los viejos del pueblo decían que habían visto a chicos más fuertes que yo. Pero en los pueblos son así, siempre exageran las cosas.

Ese comentario de madraka me dolió.

—Cuando empecé a boxear me di cuenta de que no era normal. Me da mucha ventaja, pero no lo controlo bien, casi me cargo a un chaval.

Me soltó, se puso de pie y me ofreció una mano para ayudarme a levantarme. Yo no la acepté.

—Quise dejarlo, pero había firmado un contrato así que dejé que me reventaran la cara y... ¿dónde están las serpientes?

—Ah, desaparecen —dije llevándome las manos a la cabeza.

—¿Cómo que "desaparecen"?

Esta fue la primera de una avalancha de preguntas que empecé a contestar. Él también estaba maldito en cierto modo, lo justo era que supiera algunas cosas. El problema es que no dejaba de preguntar y acabé contándoselo todo. Lo que había pasado con mi madre, que me había enfrentado a un águila gigante, que me habían robado la sangre y me habían dado una paliza. Que mi tía podía detectar mis mentiras y por eso me había ido de casa. Se lo conté con frialdad, casi como si fuera un informe. No le hablé de lo que sentía por Héctor o de lo perdida y asustada que me sentía. No iba a darle esa satisfacción.

Sorprendentemente me creyó y relacionó algunas cosas que le contaba con mitos griegos, que si Perséfone, que si Prometeo. Según él todo el mundo los conocía, salían en videojuegos y en unos vídeos famosos de YouTube.

Me pidió que le acompañara a recoger sus cosas mientras hablábamos y cuando pareció satisfecho cogió su mochila y señaló la salida.

—Me tengo que ir, es muy tarde. A partir de mañana podemos entrenar centrándonos en esa águila gigante. Hay que buscar una forma de que no te haga polvo. —Miró la hora en su móvil—. Venga, te acompaño a casa de tu tía.

—No puedo volver con ella, de verdad, no puedo. Me quedo en el gimnasio. —Estaba tan cansada que olvidé mi frialdad y supliqué.

—Que no, ni gimnasio ni pollas. Si quieres vente a mi casa, pero aquí no te puedes quedar o me echan.

Era demasiado tarde para encontrar otra alternativa y me daba miedo estar sola en la calle por la noche. Ya no era gorgona, Ray podía echarme sin dificultad, así que acepté a regañadientes.

Fuimos dando un largo paseo hasta su casa porque al parecer había vendido la moto que tenía. Vivía en un primero sin ascensor de un edificio viejo. Cuando abrió la puerta del piso me golpeó un fuerte olor a marihuana. Nada más entrar vi un desastroso salón. Los muebles estaban destartalados, no había cortinas y en las estanterías solo pude ver latas de cerveza y cajas de tabaco vacías. Había tres chicos tirados en unos sofás llenos de manchas. Estaban jugando a la consola y fumando, rodeados de cajas de pizza vacías. Aplaudieron cuando nos vieron entrar.

—¡Bro! por fin traes una pibita a casa. Pensaba que te avergonzabas de nosotros —rio uno de ellos.

—¿Pero esa quién es? Ya verás la que te va a liar la Lore.

Se burlaron y el Imbécil les mandó callar, sin éxito. Mientras enumeraban las cosas horribles que me iba a hacer la tal Lore, Ray me hizo atravesar el estrecho pasillo hasta llegar a la que debía ser su habitación. Era diminuta, estaba medio vacía y ordenada como la habitación de un hospital. La bañaba una luz de color rosa que provenía de la calle. Justo frente a la ventana, el local de abajo había colocado un neón enorme que cambiaba de color. Azul. Rosa. Azul. Rojo. Rosa. Rojo. Se mantuvo rosa durante un minuto para volver a ser azul.

—No es ningún castillo. Pero la calle es mucho peor.

Abrió un cajón, sacó una camiseta que estaba pulcramente doblada y me la dio para que durmiera con ella. Salió de la habitación para dejar que me cambiara a solas. Escuché como discutía con sus compañeros.

Uno de ellos se acercó y les oí al otro lado de la puerta.

—Samir, joder, diles que se callen la puta boca, que son las putas doce y no estoy para mierdas. Y que el Isra limpie el puto baño, joder, que le tocaba la semana pasada —gruñía el Imbécil.

—Que sí, que sí. Tranqui. ¿Pero quién es? Me suena del gym.

—Sí, le doy clase.

—Te echan si se enteran que te tiras a una alumna. Ya puede ser un buen polvo, que en el gym pagan que más que en tus otros dos curros. —Samir no lo dijo preocupado o como una advertencia, en realidad parecía divertido.

—No me la voy a tirar. ¿Tú crees que me traería a alguien a esta pocilga a follar? no tiene donde quedarse. Es del pueblo.

—¿De tu pueblo? Espera, espera... ¿no será la piba que...?

Ray le chistó, bajó la voz y se alejaron. Tuve que pegar la oreja a la puerta para seguir escuchando.

—Sí, es ella.

—¿Pero tú estás loco, bro? Es una psicópata.

—No es una psicópata, solo...

—Está como una cabra. Está loca, Marquina.

—Puede, pero es mi movida ¿ok? —lo dijo con firmeza, zanjando la conversación.

—Bueno, va. Tú ten cuidado.

Sin duda el Imbécil le había contado a ese chico lo que pasó en abril en el pueblo. Sentí ganas de patear la puerta y darle mi versión, pero mi versión tampoco me dejaba en muy buen lugar y estaba muy cansada para remover esa mierda.

Me puse su camiseta, dejé la ropa de Tatiana en la única silla que había. Era de madera, estaba desgastada y era vieja como el resto de escasos muebles de la habitación. Menos la cama. La cama no era de madera porque no había cama solo un colchón pequeño que, a pesar de tener almohadas y el edredón bien estirado, no pasaba por una cama de verdad.

Tragué saliva ¿solo había una cama?

Ray llamó a la puerta provocándome un micro infarto, y entró con un vaso de agua para mí.

—¿Es agua de Madrid? —miré el vaso con recelo.

—¿De dónde quieres que sea? La mejor agua del mundo. —Volvió a ofrecerme el vaso.

Lo cogí con miedo y bebí un sorbito. No me atrevía a pedirle un vaso de zumo y que se burlara de mí. Aunque allí solo tenía pinta de haber cerveza.

—¿Necesitas algo más?

Negué con la cabeza mientras me bajaba su camiseta. Me tapaba hasta medio muslo, pero aun así me daba vergüenza. Era raro estar así con él y aún no me había atrevido a preguntarle cómo íbamos a dormir.

—Pues me duermo ya. Mañana entro a currar súper pronto.

Apartó la silla, extendió una toalla sobre el suelo, se tumbó y se cubrió con una sábana. Respiré aliviada.

Pasé por encima suyo dando una zancada y me metí en la "cama" haciéndome un ovillo debajo del edredón.

Una hora más tarde me despertó el sonido de una sirena pasando por la calle y aproveché para ir al baño. No tuve claro si el tal Isra lo había limpiado o no, pero estaba hecho un asco. Cuando regresé a la habitación de Ray la luz azul inundaba todo. Él estaba encogido en el suelo y me dio la impresión de que estaba pasando frío.

Volví a meterme en la cama y traté de quedarme dormida, pero mi conciencia me lo impidió. No dejaba de pensar en la situación de Ray. Traté de entretenerme arrancando las bolitas que se habían formado en la vieja funda del edredón, pero no ayudó.

Veinte años, tres trabajos, viviendo en un zulo, que parecía más una celda que una habitación, y sin un duro. Con unos tatuajes en la cara que le impedirían trabajar en algo de provecho y la nariz rota. Pensé que cuando el karma le castigara por ser un imbécil me alegraría, me sentiría satisfecha, pero aquello no me trajo ninguna satisfacción. Por fin todo el mundo había descubierto el tipo de persona que era, pero no estaba siendo como lo había imaginado.

Le había quitado todo, le había quitado hasta su cama. Gruñí molesta por tener conciencia.

—Ray —le llamé susurrando—. Ray.

Lo repetí hasta que se despertó.

—¿Qué pasa?

—Tengo frío.

Se incorporó sobre sus codos y me miró somnoliento, con un ojo cerrado.

—No tengo más mantas.

Me armé de valor.

—Ven a la cama.

Le hice un hueco y él me miró con desconfianza. Dudó un segundo y después pareció pensar "a la mierda" y vino hasta el colchón.

Por un momento temí haber vuelto a cagarla, quizá le había dado señales de lo que no era y tratara de besarme otra vez como en la piscina. Pero para mí alivio no lo hizo. Se tumbó en el colchón lo más lejos que pudo, se tapó con el edredón y me dio la espalda.

Tardé un rato en respirar con normalidad y, cuando estaba a punto de dormirme, Ray rompió el silencio de la noche.

—Sí me lo hice por ti. El cuervo. Para recordar que no debo dejar que te acerques nunca más.

Holaaa!

espero que os haya gustado el capítulo y saber un poco más de el Imbécil/Ray.

tenéis ganas de saber qué pasó en abril o tenéis miedo de conocer esa parte de Cuervo?

El piso de Ray puede parecer horrible, pero seguro que el alquiler sale carísimo al estar en Madrid 😂

Queréis que lo comentemos en el directo en Twitch de hoy? (https://twitch.tv/avadraw)

Muchas gracias a todas por la LOCURA de comentarios que estáis dejando y porque he visto que algunas estáis volviendo para atrás y revisando todos los capítulos de Cuervo para ver si habéis votado... esta historia está creciendo muchísimo gracias a vosotras 😘 espero poder agradecéroslo con más salseo 😁

Capítulo dedicado a @KimPantaleon que ha estado promocionando esta historia en los grupos de Facebook ❤️️ es un amor y una gran escritora.

Continue Reading

You'll Also Like

53.4K 6.9K 53
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
23K 3.1K 35
Regulus esta dispuesto a todo por el amor que nunca tuvo pero ahora está a su alcance y Severus esta arto de ser la víctima bañado de un villano .. J...
17.5K 2.6K 35
toda mi clase y yo fuimos transportados a todo un mundo de fantasía lleno de magia y poderes, todo para vencer al Rey demonio. ¿¡Porqué debo pelear p...
136K 10.1K 46
Días después de su decimoctavo cumpleaños, Aurora Craton siente la atracción de apareamiento mientras trabaja como camarera en una fiesta de los líde...