Los cuervos también se enamor...

By KhylAnderson

703K 71.6K 87.2K

Ella cree que ha salvado a un chico de la muerte y ahora ese pelirrojo de sonrisa encantadora está decidido a... More

Antes de leer.
Sinopsis
1|¡No lo hagas!
2|Enfrentar las consecuencias.
3|Tu inspiración.
4|Lado oscuro.
5|Tú, yo, nosotros.
6|Chico zanahoria.
7|Pajarraco.
8|Límites.
9|Aquí va un drama.
10|Puedes comerme.
11|Siempre hay una primera vez.
12|Lento y contento.
13|No soy él.
14|Conozco esa mirada.
15|Latiendo por ti.
17|Hora de ir a bailar.
18|El encanto Volker.
19|Hundida como el Titanic.
20|Confía en mí.
21|Bienvenida al club.
22|Sí a la diversión.
23|Inminente colisión
24|Pecador en ascenso.
25|Que valga la pena.
26|Quedate conmigo.
27|Vil provocador.
28|Tu lector beta.
29|Malvaviscos.
30|Un sueño desbloqueado.
31|Orgasmo de palabras.
32|¿Soy tu sabor favorito?
33|Tus deseos son órdenes.
34|Fetiches.
35|A la cama.
36|Entre tus caricias.
37|Sonreír como nunca.
38|Un cuervo común.
39|Juegos y sorpresas.
40|Se rompió la cama.
Epílogo|En todas las librerías del mundo.
Extra|Mapaches sonámbulos.
Agradecimientos.

16|Fríamente calculado.

12.6K 1.4K 1.8K
By KhylAnderson

Cierro la pestaña del archivo donde he estado escribiendo esa historia que aún no tiene nombre, he podido avanzar hasta acabar un capítulo entero sin sufrir algún bloqueo en el transcurso. Es un logro mayor para mí. Apago la laptop y guardo mis notas que he apuntado en mi cuaderno de ideas con tal de que no se me olviden para dejarlo sobre la pila de libros a un lado del escritorio.

Aprovecho para revisar las notificaciones en los que leo «mamá», seguido de Aníbal y sus quince mensajes. Le respondo primero a mi madre deseándole un buen fin de semana y que no se le olvide saludar a papá de mi parte, por lo que me responde con un sticker de gatito.

Luego leo los del pelirrojo que no me sorprende que esté rogando que le muestre un fragmento de algún capítulo.

«Necesitas lectores beta, yo quiero ser tu lector beta 🌚».

«Prometo mantenerme calladito».

«Me creé un usuario y ya te sigo 7u7 ¿me sigues de vuelta? Soy tu fan».

«¡Vas a dominar al mundo con tus palabras, bonita!».

Blanqueo los ojos con diversión. Mis dedos viajan hacia las teclas táctiles para responderle. Aníbal no está con rodeos, es directo siempre, arroja la bomba sin pensar que la explosión pueda afectarle a alguien.

«¿Hoy estarás ocupado? Por mi parte estoy libre».

«¿Dame una razón para seguirte de vuelta y ser mi lector beta? 😌 ».

Sinceramente solo estoy bromeando, no necesito una razón o algo a cambio. He escogido un capítulo especial para mostrárselo, estoy ansiosa por ver su reacción. Aníbal me está dando grandes empujones y yo me he estado resistiendo por miedo a caer.

Si no lo intento, jamás sabré si soy buena y si llega a hacer todo lo contrario, me esforzaré el triple.

Enseguida su chat cambia a «En línea», hasta comenzar a escribir.

«¿Una razón?, tengo bastantes, pero, tengo fe en que puedes llegar lejos con tan solo vencer lo que te hace sentir insegura, hay que trabajar en ello y yo quiero estar contigo pase lo pase. Además, que gritaría como loco al leer RebelRitter te está siguiendo y lo presumiría con orgullo 😘».

«Por otro lado, estoy ocupado en el trabajo, bonita, pero, ¿quieres que quedemos por ahí de las cinco? Pasaría a buscarte».

Me mordisqueo los labios. Quiero golpear la pantalla contra mi frente ante su primer mensaje. Paso saliva conteniendo esas ganas de sonreír como una boba.

No lo valgo y aun así quiere estar conmigo.

Él es mucho para mí.

Esfumo mi subconsciente que trata de controlarme con ideas negativas, la mente es poderosa, muy difícil no dejarse llevar. Sin embargo, me quiero y me valoro como soy... o lo intento.

Manejar las emociones es un caso.

Vuelvo a teclear esta vez con rapidez y, ¿emoción?

«Tú ya tienes el puesto de por sí, (no te ilusiones y no es lo que crees), esta tarde tengo algo que mostrarte que posiblemente te agrade, además, gracias por la fe que tienes en mí, solo llevamos dos meses y medio y parece que me conocieras de años. Te detesto a veces, Volker. En fin, está bien a las cinco, no vengas por mí por favor, quiero andar en metro esta vez 🖤».

«¿Reb? Me acaba de dar un infarto y ya reviví, ¡¿cómo quieres que no me ilusione?! ¿Acabas de enviar un corazón? 😲».

«De acuerdo, cuídate y no taclees a nadie, te lo ruego. ¿Dónde quedamos?».

«Ghost Club, ¡y no voy a volver a hacerlo! 😠».

«Oh, me gusta, me gusta. Hecho. Estaré ahí, cariño 7u7».

Le clavo el horrendo visto para luego abandonar mi habitación en busca de Heidi que desde hace varias semanas ha estado actuando de manera extraña. Le doy golpecitos a su puerta en la espera de alguna respuesta, escucho los pasos del otro y cuando abre, lo primero que obtengo a la vista es su cabello hecho un nido de pájaros y su expresión somnolienta.

—Huy, ¿te he despertado?

—Qué va, llevo viendo el techo desde hace quince minutos pensando en que hacer el día de hoy —apoya su sien en la puerta liberando un bostezo.

—Eso es música para mis oídos. Estaba pensando ir a Ghost Club, ¿quieres ir? Tu hermano también estará.

Heidi arquea una ceja a la vez que sobre sus labios surge una sonrisa macabra de las que tanto me dan miedo.

Mis mejores amigas han tenido el descaro de apostar sacando teorías de lo que sucede conmigo y Aníbal, por lo que están peor que la Interpol y Sherlock Holmes. Me hicieron un interrogatorio usando un plátano como arma para hacerme hablar. Han hecho circo, maroma y teatro. Quiero al par de locas, aunque a veces exageran con la situación.

—Así que ya van en serio, ¿eh?

—Tampoco te ilusiones, Heidi, n-no es lo que parece. Además, ¿en serio quieres saberlo? Es que, es tu hermano y no quiero ser juzgada por mi decisión.

Me rasco la nuca un tanto avergonzada.

—Estamos en pleno siglo XXI. Yo creo que las relaciones han estado evolucionando al gusto de cada quién... momento, ¿va en serio lo de enrollarse? ¡Ja! ¡Yo lo sabía y Zela no quiso darme la razón! ¡Me he ganado un par de billetes!

—Espera, tú y Zela han hecho, ¿qué?

¿Cómo rayos debo sentirme por mis dos supuestas mejores amigas?

—No te alteres, Reb. Es bastante obvio lo que sucede entre ustedes, sobre todo con Aníbal que suspira con dramatismo cada vez que te ve y sus ojos le brillan. Está muy enamorado.

—Le he dicho que no lo haga.

—¿Él no te gusta?, no es porque sea su hermana, pero él es un gran chico, un poco irritable a veces, sin embargo, le gusta demostrar sus sentimientos sin titubeos y es lo que está demostrando contigo, eso no había sucedido antes.

¿Ni con la tal Mandy?

—Ni con esa escuálida que te ha estado molestando —al parecer sí lo sabe— y pensar que era un angelito, cuando resultó tener intenciones ocultas bajo la manga con mi hermano.

Su mandíbula se tensa y ha arrastrado cada palabra rechinando los dientes con molestia. Sinceramente una parte de mí quiere saber el chisme, pero no me voy a entrometer en cosas del pasado, no me compete.

Me quedo en silencio y ella logra captar el mensaje que no estoy interesada en el tema.

—Bueno, bueno, ¿y qué hay de ti, Heidi Volker? Has estado demasiado desaparecida por las tardes —entrecierro los ojos aparentando ser más intimidante, pero mi rostro de niña no ayuda en lo absoluto—. ¿Tampoco piensas contarme? ¿O tendré que apuntarte con una berenjena?

Mi amiga se sonroja. Presiona los labios para no estallar en carcajadas. Un suspiro de resignación por su parte es suficiente para que suelte la sopa.

—Conozco a alguien desde hace mucho y hasta ahora nos hemos dado la oportunidad de tener citas y pasarla bien juntos —encoge los hombros— pero, también estoy ausente al estarme reuniendo con mi círculo de estudio, porque puede que esté viéndome con él, pero no pretendo mandar a volar la escuela, ¿sí? El caso es que él me ha confesado que no encontraba la manera de acercarse a mí desde que empezaron las clases, es tímido en público que me da ternura, pero en privado, es una bomba y...

—¿Una fiera?

—Lo que le sigue —me guiña el ojo con picardía— en cualquier momento te lo presentaré. Es majo y bromista.

Es increíble la capacidad que tiene para contarlo sin sentirse cohibida. Admiro su confianza, ¿por qué yo no puedo salir de mi zona de confort?

Apoyo un hombro sobre el marco de la puerta tentada a soltar una pregunta curiosa que comienza a rondar por mi mente como la que le hice a Zela.

Heidi infla el pecho para coger una bocanada de aire como sintiéndose libre.

—¿Heidi?

—¿Qué sucede, Reb?

—¿Cómo sabes si realmente te empieza a gustar alguien? —enseguida, su ceño se frunce con la expresión divertida— es solo curiosidad.

Mi mejor amiga ya debió empezar a imaginar una película dentro de su cabeza.

—Me alegra que podamos hablar de esto ahora. Sinceramente ese sentimiento se desarrolla cuando convives siempre con esa persona en particular y te comienza agradar su forma de pensar, sus acciones, va más allá de lo físico, si no de su esencia, su alma. Es lo que yo supongo, porque es así como me está sucediendo con ese chico, entre otras cosas que no se pueden explicar.

—¿Y no vas a decirme su nombre? —pestañeo poniendo ojos de perrito triste.

—Pronto, te lo prometo.

—Él también puede unirse esta tarde, será divertido —le animo con una sonrisa.

—Oh, me encantaría, pero quiero que esto se mantenga en secreto mientras la relación vaya para largo y estemos seguros de que pueda funcionar. Con lo que está pasando todavía con mi padre... de verdad no sé si sea adecuado.

—No es tu culpa y fíjate que yo me he sentido así con respecto a la situación de lo que era mi hogar. Después de tanto, creo que lo solté poco a poco, sin embargo, ambas situaciones son diferentes y espero que él pueda despertar lo más pronto. Pueda que le guste la idea de que tengas novio y quiera amenazarlo —me llevo una mano a la barbilla y ella se echa a reír.

—Nah, mi padre nunca usó ese tipo de amenazas, es de conocer y analizar en silencio sin comentar al respecto. Así es como engendraba miedo.

Pasamos ese buen rato charlando sobre nuestras familias, lo cual me hace sentir más cercana a ella como las amigas que somos. Me pregunta acerca de cómo es la vida en el campo y si en serio es más tranquila que la de un citadino, le digo que tiene sus pros y contras vivir en un sitio en el que todos se conocen y conviven. En mi caso, ya necesitaba salir de ahí por mis medios, no porque no me gustara, sino que he querido explorar la capital. Hay tantos puntos turísticos y llamativos, así como excelentes oportunidades.

Para cuando la hora de mi celular marca las cuatro de la tarde, Heidi se propone en querer maquillarme para ponerme «más guapa» de lo que realmente soy, según ella, así como usar un vestido de tela de gamuza de corte recto acompañado de una chaqueta y zapatos deportivos, porque los tacones no me gustan. Lucho contra ella, aunque al final termino cediendo.

Qué va, y yo que pensaba ponerme un overol de arcoíris decente.

Heidi quiere que muestre piel, auxilio.

—Si nadie me contrata como diseñadora, seré la puta ama del maquillaje, ¡te ha quedado impecable!, pero si mi hermano lo arruina, lo mandaré a Japón dentro de una caja —me señala con una brocha, en realidad tiene varias de diferentes tamaños y para mí todas son para lo mismo—. ¿Qué te parece? No quise exagerarlo para que luzca más natural.

Me observo en el espejo del tocador y abro los ojos más de lo normal. Heidi tiene razón, sabe lo que hace y me gusta mucho que las sombras no sean llamativas, ni qué decir del labial melocotón.

—Me encanta, Heidi, haces magia con esas brochas. Muchas gracias.

—Ve por él tigresa —hace un intento de imitar un gruñido y niego con la cabeza— ya, pero hablando en serio, diviértanse y usen protección en caso de que les llegue la calentura.

Le hago mala cara a través del reflejo del espejo. La pelirroja desvía la mirada sin borrar su sonrisa picarona.

Al poco rato, dejo atrás la residencia en camino al subterráneo. Me abrazo a mí misma cuando siento la frescura del clima acariciándome la piel de las piernas, estamos a mediado de noviembre y dentro de poco las temperaturas bajarán y la ciudad se vestirá de escarcha blanca. El clima suele ser traicionero. Ha sido una pésima idea llevar un vestido, estoy loca, si no llego al subterráneo, es porque me convertí en Olaf. Camino con rapidez al no tener la acera atestada, sin embargo, me encuentro con la marea de personas cuando logro llegar al transporte. Me remuevo entre la multitud sin golpearla por accidente, las personas suelen comportarse como idiotas y soltar palabrotas.

El metro llega en poco tiempo, los asientos se llenan enseguida y no hay otra opción que quedarse de pie. Rayos. Respiro hondo perdiéndome en un punto fijo en el suelo. Lo admito, debí aceptar que Aníbal fuera a buscarme, pero por un momento he querido este tiempo para mí. Su sola presencia hace de mi cabeza un lío, no me gusta demostrárselo, pero este cúmulo de sentimientos suelen salirse de control.

Al pisar la cuadra donde se encuentra el centro recreativo Ghost club, saco mi celular para avisarle al pelirrojo que ya he llegado, a lo que no responde, quizás ya está en camino. Las personas entran y salen del establecimiento colorido gracias a las luces neón y los juegos que hay en su interior. He querido venir aquí desde el primer día que llegué a Berlín. Hay una pista de bolos y una barra de comida rápida por lo que no está nada mal pasar el fin semana aquí.

Y cada vez que quiero venir con las chicas, siempre surge algo que nos lo impide.

—Hola, hermosa, ¿estás sola? Quizás pueda hacerte compañía.

Alzo la cabeza teniendo a la vista a un chico de aspecto peligroso. Presiono mi bolso contra mi pecho. Relame sus labios a la vez que me repasa de pies a cabeza con malas intenciones.

—Esfúmate por favor. Estoy esperando a alguien.

Pero el desconocido no hace caso.

—Es imposible, cuando tengo a la vista unas piernas sensuales, primor. Dime, ¿no quieres ir a otro lado? Sé cómo complacer a una mujer.

—El que se irá a otro lado serás tú, pero al hospital si intentas tocarme, vete a complacer un poste.

—¿O qué?

En un parpadeo, el chico intenta subirme el vestido, me tenso, no dudo en aplicar mis técnicas de autodefensa. Él se lleva dos rodillazos en la entrepierna, ocasionando que suelte un grito ensordecedor al caer sobre el pavimento hecho un ovillo. Mi corazón late desenfrenado, lleno de pánico, es la segunda vez que intentan tocarme sin mi consentimiento y no de una manera agradable.

Mi cuerpo se estampa sobre el pecho de alguien tras retroceder. Me toman de la cintura con suavidad ocasionando que me sobresalte con temor. Estoy a punto de golpearle con el codo directo a las costillas, pero al escuchar su voz es suficiente para que mi cuerpo se relaje y me sienta segura con alguien quién en verdad conozco.

—¿Bonita? ¿Qué ha pasado?

—Ese idiota ha querido meter su mano bajo mi vestido —a punto con el dedo al chico que trata de ponerse de pie— me he encargado del asunto dejándolo sin descendencia o eso espero.

—¡Ella es la provocadora! Que por cierto, pega como una niña. ¡Maldita zorra!

¡Esto no se queda así!

—¡Pues esta niña te va a mandar al hosp...! ¡Bájame, Aníbal! ¡Tengo que darle su merecido!

Pataleo cuando el pelirrojo me hace abandonar el suelo antes de que pudiera abalanzarme sobre el tipejo. Me aparta hacia un lado y lo que presencio a continuación es inesperado, el pelirrojo cero partidario de no resolver las situaciones por medio de golpes y su ideal de amor y paz aburrido, forma un puño con su mano derecha que no duda en impactarse contra la mejilla del tipejo al sostenerlo de la camiseta.

Mis piernas no reaccionan.

Y el tipejo vuelve a caer contra el pavimento.

—¡Lo tenía fríamente calculado! —le informo a Aníbal.

—Te creo —suelta un siseo agitando su mano donde sus nudillos han quedado rojos— y también creo que me he fracturado algunas falanges.

Abre y cierra sus dedos de manera temblorosa sin dejar de plasmar un gesto de dolor.

—Supongo que mejor nos vamos al hospital, ¿no? Por cierto, gracias por darle su merecido, por mi parte, le hubiera dado justo en la nariz —ladeo la cabeza y recibo una mala mirada de su parte tras sonreírme. Trato de revisar su mano, pero él se empeña en decir que no ha sido nada malo.

—No nos vamos a ningún lado, Reb. Entremos ya. —Tira de mi mano con la que no se ha lastimado hasta atravesar la puerta—. ¿Tú estás bien? La manera en como te llamó me ha enfadado.

—¿Después de ver como lo mandaste al suelo? ¡Claro que sí!

Aníbal no borra su expresión de preocupación, le miro mover los labios como si quisiera agregar alguna oración.

Sinceramente, estoy bien, no le he dado valor a las palabras de aquel desconocido, porque sé cómo soy realmente y que use un vestido no significa que ande por la calle para provocar a cualquier persona.

El pelirrojo comprende mi explicación cuando nos adueñamos de una pequeña mesa cuadrada para dos. Hago caso omiso al bullicio de las máquinas y videojuegos para apreciarlo mejor. Justo ahora caigo en cuenta que va demasiado formal para la ocasión, me gusta.

—Al parecer no puedes dejar de contemplarme, sé que te parezco irresistible como un helado —apoya sus antebrazos sobre la mesa para recargarse hacia adelante— y a mí no me molesta que lo hagas.

Sí bueno, ¿quién no quisiera lamerlo como un helado?

—¿Sabes qué más me gusta de ti?

Imito su acción estudiando cada parte de sus facciones hasta que nuestras narices se rozan.

—¿Cuándo estoy sin camisa?

—Cuando cierras el pico —bromeo, me echo para atrás hasta que mi espalda se acomoda en el respaldo de la silla— no seas tan arrogante, primor.

—Al menos has admitido algo que te gusta de mí, touché.

Suelto una maldición entre dientes.

Aprovechamos el rato para pedir una orden de burritos y palomitas de maíz seguido de refrescos para luego entretenernos en los juegos que nos llamen la atención como el baloncesto, la pista de baile colorida, la de los bolos, pegarle en la cabeza a un cocodrilo y Aníbal, al intentar besarme el cuello de manera descarada. Este último fue con un mazo de hule.

Creo que el golpe le afecta, porque empieza a hablar acerca del invento de los bolos. Sin embargo, me gusta escucharlo.

Regreso a la mesa para recuperar las energías dándole un trago a mi bebida azucarada. Consumir chatarra es mi pasión.

Aníbal asienta sobre la mesa los tickets que hemos ganado en cada juego para luego canjearlos.

—Ritter, ¿acaso no se te olvida algo?

—¿De qué hablas? —finjo demencia desviando la cabeza hacia la pista de bolos, por dentro quiero sonreír.

—Quizás pueda recordártelo con un beso.

Aníbal cubre mi campo de visión flexionando las rodillas, su mano sana acaricia mi mejilla así para acomodar unos mechones pasándolos detrás de mi oreja, se acerca de manera peligrosa, mi mano lo detiene dejándola sobre su pecho. Me estoy resistiendo.

—Aquí no, hay otro lugar.

—Me estás dejando con la intriga —plasma un puchero recobrando la compostura— de acuerdo, ¿A dónde vamos luego?

—Al museo.

—¿Cuál? Hay más de cien museos en la ciudad, bonita.

—Tú eliges esta vez. 









Continue Reading

You'll Also Like

124K 11.8K 82
Amy, una bruja, la más poderosa que podría existir, fuerte y valiente. Evan, un híbrido, el rey de los vampiros, despiadado, es el símbolo del mister...
124K 6.3K 36
_____ DiCaprio Jolie y Kendall Nicole Jenner fueron pareja en la adolescencia, casi 5 años después se vuelven a encontrar en el edificio de Victoria'...
19.5K 3.1K 48
Atrapada en la rutina y sofocada por un empleo rutinario, Daiana lamenta haber dejado la granja familiar en busca de un sueño que carece de raíces y...
17.7K 2.5K 44
[COMPLETA] La vida era tan simple... Naaaah, ese principio está muy repetido y bueno, yo soy Ariadna Castillo, una chica de por allá donde el diablo...